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Capítulo dieciséis - (La manada del Sur)

Entramos al palacio y Bailey y Evans estaban desesperados.

—¡Por fin llegan!—exclamó Evans tomándose del puente de la nariz.

—¿Qué es tan importante para que estés frustrado?—preguntó tranquilo mi mate.

—Este mensaje, tiene el sello oficial pero no puedo abrirlo hasta que no llegaras tú.

—¿Por qué no puedes abrirlo?—pregunté sin comprender.

Solo es un sobre.

—Trae una huella digital, solo puede abrirla Dante, y bueno supongo que tú porque comparte contigo la misma huella al ser mates.

Asentí comprendiendo.

Dante tomó el sobre y tomó mi mano para depositar mi dedo sobre esta. Magicamente se abrió el sobre dejándonos ver una invitación.

—Es una invitación para el rey Alpha y la reina para la presentación oficial de la luna del norte.

—¿En plena guerra?—interrogó Bailey.

—Al parecer no muchos saben sobre la amenaza.

—¿Entonces no iremos no?—pregunté.

—Tenemos que ir, es una obligación de nuestra familia dar la bendición.

—¿Y dónde queda esa manada?

—En el sur de Inglaterra.

—¿Iremos a Inglaterra?

—Iremos a Inglaterra—afirmó Dante.

—Sería en dos días, osea tenemos que partir hoy en la madrugada para poder llegar a tiempo.

—Evans y Sky tendrán que quedarse al mando.

—¿Y tu viajarás solo?

Dante me miró y me preguntó lo que estaba esperando desde que mencionaron Inglaterra.

—¿Quieres ir conmigo cariño?

—Por supuesto que sí— chillé como una niña de la emoción.

—Entonces ve a empacar amor—sugirió.

Perfecto, me voy a Inglaterra.

(...)

En la madrugada mi mate y yo salimos en dirección a Inglaterra en su auto.
Para no llamar tanto la atención del pueblo humano nos haremos pasar por unos turistas.
Dan usa un oufit casual y yo unos jeans apretados y una blusa azul.

—¿Quién es el Alpha del Sur?

—Se llama Tom y tiene trecientos años, lleva dos siglos buscando a su mate y al parecer al fin la encontró, no ha podido tener descendencia a causa de eso.

—Debe ser triste no encontrar a tu mate en tanto tiempo.

Escuché una risa divertida.

—¿Qué edad crees que tengo mi luna?

Me quedé pensando unos segundos en silencio.

—No sé—respondí sincera—Unos treinta.

Sus carcajadas fueron más fuertes.

—El puesto de Alpha no se entrga hasta después de ciento diez años de entrenamientos amor.

Abrí mis ojos de la sorpresa.

—Me estás diciendo que tienes más de un siglo.

—Exactamente.

Estoy intentando procesar la información.

—¿En serio no sabías eso?

Negué repetidas veces.

—Es algo que dan en la escuela.

—Yo no fui a la escuela, relamente antes de conocerte en mi vida había visto menos de diez personas.

—¿Estás bromeando?

—Te estoy diciendo la verdad.

—¿Quisieras estudiar algo mi Luna?

Lo pensé unos segundos...

¿Qué me gustaría estudiar?

—La verdad me gusta diseños de interiores, vi muchos tutoriales en YouTube.

—¿Por qué nunca tomaste clases online?

—Porque yo era la que hacía los deberes de mi casa, solo tenía tiempo en la noche y la conexión en el bosque es inestable.

—Si deseas podrías estudiar, te puedo buscar profesores privados.

—Puede ser.

—En la manda también hay Bachillerato en las noches.

Me emocioné.

—Siempre quise estudiar, en mi vida lo único que he aprendido ha sido tocar el piano.

—Me gusta el piano, mi madre solía tocarlo cuando yo era un cachorro—la nostálgia y la tristeza me invadió.

—Bueno bonita ya sabes, cuando regresemos te inscribo en el Bachillerato.

—¡Súper!

Me dediqué a mirar por la ventanilla, a pesar de que era de madrugada se podía observar la Luna brillante en el cielo y los árboles pasar a nuestro alrededor.

—¿Qué hubiese pasado si me hubiera ido a Australia?

Esa pregunta invadió mi mente por un segundo.

Alomejor nunca Dante me hubiese encontrado.

Sentí un leve mareo que me hizo cerrar fuertemente los ojos.

—¿Te sientes bien?—se preocupó— Estás muy pálida.

—Si, es solo un mareo, creo que voy a intentar descansar.

—Está bien mi reina, yo seguiré manejando.

(...)

Abrí mis ojos por el ruido a nuestro alrededor.

—¿Dónde estamos?—le pregunté a Dan cuando entró al auto con dos cafés y una caja de galletas en sus manos.

—Estamos en una ciudad, debo descansar porque me pasé la madrugada conduciendo y tú no has comido nada.

Me tendió las galletas y uno de los cafés.

Miré por la ventanilla.

—Son edificaciones, empresas y negocios.

Habían grandes edificios modernos.

—¿Qué hora es?

—Las diez de la mañana.

Un hombre pasó cerca del auto con un pastel de coco y almendra y en cuanto el olor llegó a mí se me hizo la boca agua.

—Que delicia—murmuré.

—¿Quieres uno?

Asentí alegre.

—Espérame un segundo.

Se bajó y lo vi dirigirse a una tienda de dulces justo al frente de donde está parqueado el auto.Luego de unos minuto ls regresó con mi trozo de pastel.

—Gracias—se lo quité de las manos en cuanto se acercó.

—Tienes bastante hambre.

No le respondí porque en estos momentos tengo la boca llena de pastel.

Se acercó a mi rostro y lambió mi mejilla que estaba embarrada de merengue.

—Estás muy tierna cuando comes lo que te gusta.

—Esto es una delicia—respondí.

—Cuando termines seguimos nuestri camino mi reina.

Asentí y luego de terminar volvió a conducir.

Sentí náuseas unos minutos después de que Dante arrancó.

—Detente—le grité.

Detuvo el auto y me bajé corriendo, apenas puse un pie afuera arqueadas de vómito me hicieron sentir que el mundo se me desvanecía.

Dante se acercó a mi agarrándome el cabello mientras yo seguía vomitando todo lo que había desayunado.

—¿Estás bien?—preguntó preocupado cuando levanté mi rostro.

—Sí.

—Segura, te veo muy pálida, es mejor que vayamos a algún hospital.

—Estoy bien, es solo que los viajes en auto no me sientan bien.

—Ya nos falta poco para llegar mi reina.

Tomé una botella de agua para limpiarme.

"Estoy segura que estas náuseas y mareos no son normales"



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