Capítulo cuatro (El celo)
Terminé toda la sopa y coloqué la bandeja sobre la mesita de noche.
—¿Quieres algo más?—preguntó a lo que yo negué.
Nos quedamos mirándonos por unos minutos que parecieron horas.
—Necesito salir a resolver unos temas de la manada pero puedes andar por la casa todo lo que quieras, solo no salgas—me comunicó.
Fue a salir de la habitación pero antes de que la abandonara lo detuve.
—¿Alpha cree que pueda ver a mi familia?
—Por ahora no puedes salir.
—La luna, es decir tu madre ¿está en la casa?
—Si, mi hermana, mi mamá y las sirvientas están en la casa, cualquier cosa se la puedes pedir a ella o simplemente toca la puerta de mi despacho.
Salió y me quedé en la cama descansando. Las horas pasaron muy rápido.
🐰¿Por qué no bajas?
Berny, me da vergüenza andar por el palacio.
🐰Pero si se supone que eres la luna.
No quiero bajar.
Sentí un pequeño cruce de frustración que no proviene de mí.
🐰La conexión se está fortaleciendo demasiado rápido.
¿Por qué estará frustrado?
🐰Tal vez debas ir a ver.
Haciendo caso a la propuesta de Berny salí de la habitación.
—Son inútiles, ¿cómo dejaron entrar a los vampiros?—gritó el alpha desde la entrada del placio.
—¿De quién proviene ese olor?—preguntó uno de los gustardias olfateando el lugar.
Berny, oculta mi olor.
🐰Listo.
—Vayan a revisar los límites—ordenó un poco nervioso porque me descubrieran.
Se giró en mi dirección.
—Lo siento, mis gritos te molestaron—se disculpó.
—No, solo sentí frustración y vine a ver—contesté.
Me sonrió tierno.
De manera repentina una ola de calor inundó mi sistema.
🐰Creo que está comenzando— avisó Berny.
Berny, tenías que haberme avisado antes.
🐰Lo siento.
—¿Entras en celo mi Luna?—preguntó por el olor de mis hormonas.
—Si, lo siento—susurré avergonzada, bajando mi rostro.
—¡Joder!, no importa lo solucionaremos—dijo tomando mi mentón y levantando mi cabeza.
—Tal vez debas buscarme mis pastillas—sugerí.
—No debes tomar pastillas, eso solo te haría daño.
Mis pies comienzan a flaquear, los primeros días siempre son los peores.
Me cargó a estilo princesa llevándome a mi habitación.
—Voy a llamar a las sirvientas para que te preparen una tina de agua fría.
—No, mejor me llevas a un lugar apartado, no sé déjame en el bosque, mi olor podría ser peligroso para los demás que estén en el palacio.
—No te dejaré ir, aunaue tenga que mandar de viaje a mis padres, no te preocupes y descansa, yo me encargo.
El celo no se podía haber presentado en otro momento, justo cuando encuentro a mi mate.
Estoy en la tina y por más fría que esté el agua el calor sigue presente.
Ya no sé que hacer, mi parte íntima empieza a doler por las pulsadas de excitación.
—¿Estás bien pequeña?—preguntó Dante detrás de la puerta.
—Si—respondí en un lastimero jadeo.
—No te oyes bien mi luna¿Puedo entrar?
En estos momentos tengo la vista nublada y las palabras no salen de mi boca.
—¿Quieres que te ayude?
Asentí en modo de desesperación.
Se quitó la playera que traía puesta entrando a la tina conmigo. Yo estaba en ropa interior.
Me giró de manera que quedé a horcajadas sobre su regazo. Sus ojos cambiaron de ser azules a un verde intenso, lo que indica que su lobo también está exitado.
Atacó mis labios en un beso lento y una corriente eléctrica me hizo estremecer. Le correspondí a pesar de que era el primer beso que daba en mi vida y con el paso de unos segundos se volvió salvaje.
Llevó su mano a mi parte íntima y apartó mis bragas para tener mejor acceso. Sin apartar sus labios de los míos comenzó a introducir un dedo en mi interior.
—Ah—gemí cuando repartió besos por mi cuello.
Su otra mano se mantenía en mi cintura aferrándose más a mi.
—Estás muy caliente conejita.
Sus besos descendieron de mi cuello hasta mis senos por encima de mi sostén. Con dificultad lo desabrochó para luego introducir otro de sus dedos en mí.
—Dan-te—solté un jadeo cuando su aliento hizo contacto con mi pecho ahora al descubierto.
Después de varias carisias y masajes estaba a punto de llegar al orgasmo.
—Correte para mí mi luna.
Sus palabras bastaron, luego de unos minutos más recosté mi cabeza en su pecho. Me cargó tomando una toalla y ayudando a secarme para luego depositarme en la cama.
—¿Estás mejor?
Asentí acurcuándome más en las suabes y sedosas sábanas, estoy exhausta.
—Descansa mi reina—plantó un beso en mi frente y salió cerrando la puerta con llave.
En la noche
(...)
Desperté nuevamente por el insoportable calor. Sentí un peso sobre mí y noté que era el brazo de una persona sobre mi cintura.
—Rey, necesito ir al baño—susurré tratando se despertarlo.
—¿Mm?—murmuró inconsciente—¿Qué ocurre mi Luna?—preguntó abriendo un poco sus ojos.
—Necesito ir al baño—volví a decir apratando la mirada avergonzada.
Me soltó y fui al baño, luego de salir noté que seguía en la cama.
Mi estómago rugió de hambre así que bajé a ver si guardaron algo de la cena.
—Buenas noches Luna, ¿desea algo?—preguntó amable una de las chicas de servicio haciendo una reverencia.
—Buenas noches, puedes llamarme por mi nombre, soy Aria mucho gusto.
—No tengo permitido llamarla así Luna.
—Bueno yo te lo estoy pidiendo.
—Está bien señorita Aria.
—¿Quedó algo de la cena?—pregunté apenda.
—Dígame que desea comer y yo encatada se lo preparo.
—Cualquier cosa estaría bien.
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Nota:
Holaaaa, pobre Aria😎😂😂se está muriendo de calor, ¿alguien más tiene calor aquí?
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