XXXI ━━ RAMBLINGS
Todo su cuerpo se paralizó al oír aquellas noticias, por lo que les entregó rápidamente el bebé a sus padres antes de que ambos se desplomaran. Al menos, así es como él lo recuerda ya que han pasado un par de meses desde la muerte de Cedric Diggory y el panorama no le gustaba en lo absoluto, el ambiente era cada vez más sombrío y sabía cuál era la razón de todo eso, pero le aterraba admitirlo en voz alta y decirles a todos que sí, creía en las palabras de Harry Potter.
Voldemort había regresado y solo tenían a Potter para acabar con él, pero al igual que Deamon, Harry no era más que un niño de quince años, salvo que sus vidas eran todo lo contrario. Hills había crecido rodeado de amor y eligió el camino fácil, Potter estaba condenado a una vida de amargura donde nada era sencillo. No iba a mentir, sentía lástima por él.
── Debemos ir, Dumbledore nos necesita... ── sus padres discutían si era una buena idea seguirle el juego al anciano que jamás los ayudó de jóvenes y los dejó que se consumieran o simplemente dejar que todos los demás se hundan solos, sin ellos.
── ¿Nos necesita? ¿En qué sentido? Porque no estoy dispuesto a ir a un cuartel general donde seguramente me obliguen a participar en una guerra que estoy convencido que no podremos ganar ── espetó Deamon, interrumpiendo a Alina ── ¿Acaso no fue eso lo que hizo cuando ustedes tenían mi edad? Las mismas artimañas, las mismas suplicas. Nada es diferente, quiere mandar niños al campo de batalla, otra vez.
── Deamon, tú no estabas en ese tiempo.
── No, ninguno de nosotros dos lo estuvimos ── saltó Christopher ──... pero ahora tenemos a Catelyn y a Tywin, no vamos a sacrificar nuestras vidas por personas que no harían lo mismo por nosotros ¿Esperan que ellas sean victimas de la guerra como Neville o Harry? ¿Eso es lo que pretenden? Tal vez ustedes esperan ser como el profesor Lupin, quedándose solos.
── ¡Ya, es suficiente! Vamos a ir, les guste o no, pero jamás vamos a permitir que ustedes salgan afectados, irán como simples adolescentes que acompañan a sus padres, al igual que las niñas. No quiero más discusiones al respecto, vayan a hacer sus maletas.
Deamon gruñó, aunque también pudo ser un chillido de frustración y se marchó a su habitación seguido de Canopus que antes de salir de la sala, alzó su pata y orinó un rincón en venganza o simplemente no tenía ganas de ir a su arenero. La casa de los Hills se ubicaba a las afueras de Dunkeld, un pueblo rural de Escocia, aunque Devon todavía conservaba un pequeño departamento en Londres que solían ir a cuidar en sus horas libres desde que habían entrado a Hogwarts, pero ahora estando de vacaciones, nadie había tenido noticias de la propiedad. La casa no era tan pequeña, era espaciosa y había sido construida para Devon cuando tenía dieciséis años, cuando los difuntos abuelos de Deamon y Christopher estaban vivos y creían que su hijo dejaría de drogarse; quizás aquella propiedad en Dunkeld era lo único que sus padres pudieron darle y que valiera la pena.
── ¡Canopus se meó! ── chilló Alina, pero nadie bajó a limpiar el desastre.
Deamon se recostó en su cama, sacando su tocadiscos para escuchar a Nirvana y a Alice in Chains, tal vez se mataría, quién sabe. Aneurysm sonaba por su habitación mientras su gato ronroneaba a un costado suyo. Pensó en Cedric, en sus últimas palabras compartidas y el hecho de que le afirmó que no moriría y miren lo que había ocurrido, después pensó en el trauma que esto le ocasionaría a Harry Potter y creyó que, si el azabache fuese mucho más débil, tal vez caería en la misma situación que él, pero Harry era una persona fuerte, un niño demasiado valiente y bueno para su propio bien.
Nadie lo merecía.
Su mente divagó muchísimo, hasta que se detuvo en el nombre que había añorado durante todos esos meses, en verdad extrañaba discutir de vez en cuando con Kang Hajoon. Probablemente lo que Deamon extrañaba no era la sensación de adrenalina o de que podía simplemente callar al asiático con un beso, sino que lo echaba de menos a él, pero la idea de anhelar a alguien no le gustaba en lo más mínimo.
── ¿Deamon? ── ese era Devon, quien venía con Catelyn. La niña era demasiado parecida a él, cosa que le atemorizaba.
Esperaba que solo su apariencia lo fuese, nada más.
── Dime papá.
── Quiero hablar contigo, sé que no es lo ideal traer a Catelyn, pero tu madre está cuidando de Tywin por lo que no tenemos otra opción.
¿Hablar? ¿Sobre qué? No habían disminuido sus calificaciones, de hecho, el boletín de cuarto año solo tenía una sola falla. Snape le había colocado una A de aceptable, quizás era algo bueno, pero antes de que todo se fuera a la mierda, cuando Deamon tenía un futuro sano y prometedor, su validación como persona se media con las calificaciones que recibía.
Eso de recibir constante validación académica era una tortura.
── Claro, dime ── Devon se sentó en un taburete que había en la estancia, demasiado pequeño para su viejo cuerpo, pero muy cómodo para su trasero. Catelyn jugueteaba con los hilos descosidos de la ropa de su padre, tenían solo dos meses ella y su otra hermana, pero eso no impedía que ya fueran reconociendo ciertas cosas del mundo.
Deseaba que ninguna de las dos creciera y se topara con la cruda realidad, no quería que fueran como él.
── Sé que no soy el mejor ejemplo para esto, pero ya tienes quince años y me habría encantado tener a alguien allí para que me lo dijera ── ya entendía por dónde iba la cosa. Tiró de una hilacha de su suéter, cortesía de la tía que jamás visitaba, pero que quería un poquito, Molly ──. No sé qué locura tienes en la cabeza y realmente yo no sé cómo ayudarte en esto, pero lo que sí puedo decirte es que, la droga no es la respuesta.
Era un poco irónico.
── ¿Y quién eres tú para decirlo?
── Deamon, en verdad me preocupo por ti, por todos.
── Solo vete papá, no es necesario que hagas por mí lo que ni siquiera has hecho por ti.
── ¡Deamon Hills! ── se sobresaltó ante el grito, Devon siempre era pasible, calmado. Nunca gritaba, a menos que estuviera en una crisis psicótica ── ¡Tienes dos hermanas ahora! Son unas bebés, ambos sabemos que no es tu responsabilidad ni la de Christopher, pero por ellas ¿Podrías dejar las drogas?
Una manipulación sutil, genial.
── No lo hice por Canopus, no lo he hecho por Acacia ni por ustedes, mucho menos por mí ¿Y realmente todos piensan que lo haría por las gemelas? Se necesita más que una manipulación para convencer a un adicto, porque te aseguro que ni la maldición Imperius ayudaría.
Y quizás estaba siendo duro, pero era verdad.
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