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XXIX ━━ THIRD TEST AND A NERVOUS CIGAR

La última prueba estaba bastante cerca de dar inicio y las únicas cosas en las que Deamon podía pensar eran el beso que ocurrió en Navidad, que su madre estaba cerca de dar a luz, en cómo llevaba ya meses sin drogarse y que, en definitiva, esa última prueba le daba muy mala espina. Algo no andaba bien, pero no sabía qué era.

Por otro lado, junio estaba sacando lo mejor de Deamon, ya ni siquiera sentía las ansías de consumir alguna sustancia, la abstinencia ya no era un sacrificio, sino que una costumbre. Había logrado todo eso antes de cumplir quince años, estaba a tan solo diez días para esa fecha, pero algo le angustiaba, solo que no lograba descifrar exactamente qué era eso que le decía internamente que algo no iba a salir bien.

── Alina ha estado teniendo unas complicaciones, pero creo que los bebés están bien, los tres son fuertes y saldrán de esta, no te preocupes ── dijo Madame Pomfrey ──. Estoy orgullosa de ti, Deamon, has estado sobrio por más de seis meses y sé que tu madre también está feliz con eso.

Nunca creyó que esas palabras de consuelo vendrían de la persona menos inesperada. Madame Pomfrey, la enfermera de Hogwarts, quien siempre lo regañaba por ir a molestar a los niños de primer año cuando estaban recuperándose de alguna lesión relativamente grave, la misma mujer que le daba malas miradas cada que aparecía en busca de alguna infusión que le quitara la resaca durante marzo y abril del año anterior, era la misma persona que le estaba dando aquello que tanto necesitaba y aunque Acacia le había dicho unas palabras similares, lo que él buscaba no era que fuesen dichas por ella, sino que por alguien a quien pudiera considerar como una madre, una figura materna que no esperaba encontrar en Poppy Pomfrey.

── Gracias Poppy ¿Quiere ir por una cerveza de mantequilla?

── ¡Deamon Hills! Tienes la edad de algún nieto que no tengo, por el amor de Merlín ¿Cómo se te ocurre proponer semejante cosa? ── la mujer suspiró con pesadez ──. Ya, apresúrate que tienes que estar presente en la última prueba de este torneo. El joven Diggory lo apreciaría, eres el único estudiante de Hufflepuff que no lo ha ido a apoyar.

── Ya voy ── murmuró con una sonrisa en sus labios.






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── Acabo de llegar, la maldita prueba no ha iniciado todavía ¿Y el estúpido de tu primo ya me ha provocado para que le dé un puñetazo? Es increíble.

── Deamon, sé que estás molesto, pero...

── Molesto es quedarse corto ── bufó ──. No sé cómo es que hay personas que se dedican a arruinarme el día ¿Acaso no se dan cuenta de que con mi sola existencia yo ya me lo arruino solo?

── No creo que sea correcto decir eso, tú no arruinas nada, estos últimos meses han sido bastante agradables.

¿Eso era cierto? ¿Antes no lo era o simplemente se debía todo a la abstinencia? Quizás todo era causa de su estado de sobriedad, no sabía cómo es que aún podía resistir a consumir alguna droga cuando su padre era descuidado y las dejaba por allí, cualquier alumno de primer a tercer año podía tener acceso a ellas, pero conociendo los rumores del inestable Deamon Hills, nadie se atrevería a ponerles un dedo encima a ninguna sustancia.

Quizás porque los rumores eran ciertos.

── ¿Qué tienes ahí? ── preguntó Acacia, acercándose un poco más a uno de los bolsillos del uniforme de su amigo, sacando una caja de Pall Mall ── ¡¿Recaíste?!

Deamon no entró en pánico, porque la cajetilla podía ser suya, pero estaba cerrada, no había consumido ninguno de los cigarros, cosa de la cual se sentía orgulloso. Podía cargar con una sustancia sin ingerirla o inhalarla.

── Técnicamente no, pero puedes pensar lo que quieras.

── ¡Deamon!

── Bueno Acacia, tú y yo sabíamos que la sobriedad no iba a durar toda la vida. Dejé de ir a terapia con mi padre, nunca fui a rehabilitación y siento que algo malo va a pasar, creo que eso es ansiedad ¿No? Cómo voy a saberlo, un psicólogo es muy costoso, así que ni siquiera sé cuán cagado estoy de la cabeza.

── Pero pudiste decírmelo, siempre he estado allí para ti y no te culpo si recaíste porque es un proceso difícil, pero creo que...

── ¿Todavía piensas que no confío en ti? ── soltó ──. Mira, la última prueba está por comenzar y esta vez no pienso perdérmela como las otras dos. Solo... vámonos.





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Definitivamente el laberinto le daba muy mala espina, su paranoia lo hacía dudar hasta de su propia sombra y ni siquiera era él quien competía en aquel tonto torneo. Solo esperaba que todo terminara pronto, no solo él necesitaba descansar, Fleur, Harry, Cedric y el mismo Viktor merecían un largo descanso de toda esa mierda que estaban atravesando.

Ya no sabía si seguían allí por el premio o por complacer a los desgraciados de sus directores y al resto de espectadores que los observaban en unas gradas muy altas, pero bastante alejadas como para mirar realmente lo que sucedía allí.

── ¿Dónde está Diggory? ── quiso saber, no sabía qué lo impulsaba a buscarlo, pero debía hacerlo antes de que comenzara lo que daría inicio al fin de muchas cosas.

── No lo sé... ¿Con los demás campeones al principio del laberint... ¡Deamon! ¿Adónde vas?

── ¿A buscarlo? ── aunque realmente era una pregunta, no estaba bastante seguro de lo que estaba haciendo.

Bajó las gradas casi corriendo, tropezando de vez en cuando y chocando con varias personas que se quejaban de su imprudencia y falta de sentido común al andar casi a trote en un sitio tan inestable y endeble, hasta que se topó con Kang Hajoon.

── ¿Deamon?

── ¡Lo siento, después hablamos! ── exclamó mientras lo dejaba atrás.

Estaba dispuesto a hablar con Cedric Diggory, no sabía todavía por qué, pero en su interior algo gritaba que fuese porque debía hacerlo y punto. No había una razón lógica o un motivo razonable, simplemente debía hacerlo porque de lo contrario, esa voz no iba a callarse nunca.

Corrió y corrió hasta que llegó a la entrada, adentrándose entre un camino de setas y alguna que otra planta peligrosa.

── ¡Diggory! ── gritó en cuanto lo divisó junto a su padre, Amos. Como era de esperarse, ambos voltearon al oír su apellido, pero solo Cedric se alejó de los demás para acercarse a Deamon.

Desconocía si sabía quién era él o no, quizás si porque ¿Quién no conocía al chico que se drogaba a escondidas al igual que su inseguro e inestable padre? Además de que iban en la misma casa y solo tenían tres años de diferencia.

── ¿Deamon? ── si tuviera un galeón por cada vez que alguien decía su nombre ese día, de seguro sería más millonario que Malfoy ── ¿Qué haces aquí? La prueba está por comenzar.

── Sí, eso ya lo sé, pero no vine corriendo hasta aquí para que me eches en cuanto me veas ── dijo entre jadeos ── ¡Ah, sí! No sé, tengo un muy mal presagio y juro que no he hablado con Trelawney, pero debo hablar contigo antes, solo te tomará un instante.

Cedric asintió y miró a su padre para hacerle un gesto de que todo estaba bien y que no debía de preocuparse.

── Mira, me caes bien y no me tratas como un demente, así que espero puedas ganar esta mierda y te alejes de los problemas porque te puedes morir ¿Sí?

── No me voy a morir ── dijo entre una risa nerviosa.

── Bien y yo dije que jamás iba a drogarme y aquí estamos, solo... ten cuidado.

Estaba de más decir que cuando regresó a donde estaba el público, no regresó con Acacia, sino que se ocultó bajo las gradas y se fumó más de un Pall Mall esperando lo peor.

── Mierda, te he estado buscando por todos lados ── ese era Christopher.

── ¿Qué ocurre? ── preguntó en medio del humo, ya ni siquiera le importaba lo que le pudiera decir sobre el cigarro.

── ¡A mamá se le rompió la fuente!

── ¿Y me debo preocupar? Se puede comprar otra...

── Idiota ¡Está por dar a luz!

Oh, era eso... ¡Mierda!

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