¿Quién diría que su gato en realidad era una gata a punto de dar a luz? Deamon ni siquiera lo sospechó, como si no tuviera más cargas con las cuales lidiar, ahora debía preocuparse de encontrarles un hogar a las crías de Canopus. No iba a cambiarle el nombre a su gata, llevaba varios años con ese, ella solo respondía a ese llamado y a nada más. Solo debían resignarse a recordar que no era macho como se creía desde un principio y, aun así, eso no era lo más importante que estaba atravesando Deamon.
Pero las vacaciones estaban siendo demasiado cómodas como para regresar a Hogwarts a iniciar su sexto año y volver a ver a Kang Hajoon cuando Deamon todavía no ponía en orden sus propios sentimientos ni sabía si era amor genuino lo que sentía o una tonta hiperfijación insana. Además, ya solo faltaban dos años para finalizar su etapa escolar, a Deamon ya le quedaba poco tiempo, la nada misma y pronto sería un hombre hecho y derecho, aunque las drogas lo habían sometido por un largo tiempo. No sabía qué sería de él una vez dejara de ser un adolescente inmaduro y rebelde, una vez que comenzara a depender de sí mismo y no de sus padres o su hermano menor. ¿Estaba realmente hecho para convertirse en un adulto o estaba condenado a siempre depender de los demás? No importaba si vivía o moría, Deamon debía comenzar a crecer, a dejar atrás todo ese tonto juego del chiquillo osado que buscaba salirse de las normas solo por diversión. Jugar a ser retorcido no era algo que le haya salido bien en algún punto de su vida, solo había conseguido miradas de disgusto y comentarios a sus espaldas. Todas provenientes de gente que apreciaba en silencio, como su familia o la gente que conocía gracias a Hogwarts.
Solo Kang Hajoon había tenido la amabilidad de quedarse callado y no opinar al respecto sobre su cuestionable personalidad y a veces lo odiaba por no tratarlo como un enfermo mental como los demás solían hacer en secreto. ¿Por qué no era honesto y decía lo que de verdad pensaba sobre él? ¿O es que acaso lo que decía eran sus verdaderos pensamientos sobre Deamon? Aunque ya llevaba casi tres años siendo consciente del amor que Hajoon le tenía, él seguía creyendo que no era merecedor de eso, porque en su cabeza, estaba muy por debajo de ese tipo de emociones, porque Hajoon era demasiado como para gustar de él o estar enamorado de Deamon.
Era ese autodesprecio arraigado en su ser lo que lo nublaba. Deamon sabía que no era la peor persona del mundo, había oído hablar de otros muchísimo más terribles, como el mismísimo Innombrable o los mortífagos que estaban entre sus filas o todas esas malas personas que habían trascendido en la historia universal del mundo muggle. Él no era ni la cuarta parte de lo que eran esas personas, solo era un adolescente que se había dejado llevar por sus impulsos, arruinando su vida de a poco y con ella, la de quienes le rodeaban, pero Deamon no era malo. No era un monstruo y estaba a tiempo de cambiar.
Todavía le quedaba un poco más de tiempo, su vida no se estaba escapando de sus manos.
¿Pero cómo comenzar a enmendar todo el daño que se había autoinfligido durante esos tres años perdidos de adolescencia? Estaba a dos de ser un joven adulto, ya no era un niño pequeño al que sus padres debían cuidar porque en casa ya había dos nuevos bebés por los cuales velar, y Deamon no era ninguno de ellos. No tenía diez años como para seguir esperando a que Alina o Devon vieran por él cuando llevaba tanto tiempo gritando cuán autosuficiente era, aun si en el fondo todo eso era una maldita mentira que lo tenía cegado, pero se había convencido demasiado tiempo mirándose al espejo como para deshacerse de esa idea fantasiosa de que podía solo. Aun si Deamon siempre creyó que estaba por su cuenta, la realidad era muy distinta. Porque todas esas veces que había lidiado consigo mismo, siempre hubo alguien más detrás cargando con el peso muerto de su miseria. Desde Acacia siendo un pilar constante evitando que se desmoronara hasta Kang Hajoon convirtiéndose de alguna forma en un saco de boxeo verbal con el cual desquitarse haciéndolo sentir culpable por amarlo.
Él no tenía la culpa de haberse enamorado de un idiota como Deamon.
── ¿Qué haces allí en el suelo? ── preocupado, Devon ladeó su cabeza tratando de enfocar bien a su hijo, pero desde esa posición era difícil. Deamon corría el riesgo de hacerse daño en el cuello.
Llevaba más de una hora recostado en el suelo de su habitación pensando en tantas cosas, que el tiempo se le hizo eterno, cuando era la cosa más efímera que existía.
── Nada, solo estaba pensando en cosas.
── ¿En cosas? ── repitió en una pregunta ── ¿Cómo qué clase de cosas?
── ¿Crees que soy una persona horrible? Ya sabes, soy mal hermano, un mal amigo, malo en todo el sentido de la palabra. Hiero los sentimientos de quienes me importan y me perdonan tan fácil como si no los hubiese hecho sentirse miserables.
A quién fácil se le perdona, fácil se le olvida.
── Creo que todavía no has tenido un golpe lo suficiente fuer como para cambiar tu forma de comportarte con quienes quieres. Sabes que has lastimado a esas personas, lo reconoces, pero nunca has ido a pedirles disculpas...
── Y ellos de todas formas me disculpan cuando no soy capaz de ir de frente a decirles que en verdad lo siento.
── ¿Estás hablando en general?
No. Quiso decir, pero su voz no salió.
── Solo quiero dejar de sentir que soy tan malo.
── ¿Te drogaste? ── preguntó Devon, sentándose a su lado, en el suelo ──. Dime la verdad, no se lo contaré a nadie.
── Llevo un mes y dos semanas sobrio por completo.
En un mes más, volverían a Hogwarts. Debía comportarse, aguantar la abstinencia, aunque se sintiera desfallecer. Incluso Devon se había encargado de hacer desaparecer toda la droga y sustancias de la casa con tal de ayudar a su hijo, pero hasta se sentía como un esfuerzo insuficiente.
── ¿Y entonces?
Deamon se quedó callado, sabía que tarde o temprano rompería el silencio y diría lo que estaba pasando porque ya no le veía sentido a seguir ocultando algo que ya todos podían ver.
── Creo... ── se detuvo, inseguro de sus propias palabras ──... creo que estoy dándome cuenta de que me gusta Kang Hajoon más de lo que pensaba, puede que esté un poco enamorado de él.
── ¿Eso es lo que te tiene así?
No. Iba más allá de eso.
── Es que no es solo eso. Yo a Hajoon lo lastimé, le hice creer que lo despreciaba, le dije miles de veces que yo no lo quería ── Deamon se sentó en suelo, ya no estaba recostado con la espalda pegada al frío suelo de su solitaria y lúgubre habitación ── ¿Cómo crees que va a sentirse si le digo que ahora puede que esté enamorado de él? Luego de estos tres años, él ya debió encontrar a alguien más.
── Pero no lo ha hecho, él no ha encontrado a nadie, ni siquiera ha pensado en buscar a otra persona que no seas tú ── Devon lo sabía, por supuesto que iba a saberlo si había sido uno de sus pacientes en esos tres años ejerciendo como psicólogo dentro de Hogwarts ── ¿En verdad creíste que él querría a otra persona que no fueses tú? ¿Te sentirías mejor sabiendo que ya no espera por ti?
Y la respuesta estaba clara en sus ojos.
── Por supuesto que no, es egoísta de mi parte, pero no soportaría verlo con alguien más ── confesó ──. Y si pudiera, se lo haría saber.
Devon sonrió, pero no estaba satisfecho con esa respuesta. Quería oírlo decir más, que fuese más sincero con él, que se abriera y abrazara ese lado suyo que lo hacía más humano, más mortal y menos mágico. Esa faceta que solo le demostraba que por más magia que corría por sus venas, incluso si era bueno o no en duelos mágicos, Deamon jamás dejaría de ser solo un chico que cometía errores porque estaba en la naturaleza de las personas.
── ¿Y qué es lo que te detiene? ── Deamon se quedó en silencio sin saber cómo responder a eso.
¿Qué iba a decirle? ¿Qué le daba miedo la reacción de Kang Hajoon?
── No sé... tal vez ya no le guste con la misma intensidad que antes.
── Todo sería mejor si se lo dijeras y tuvieran una conversación mucho más seria sobre sus sentimientos ahora que estás comenzando a ordenar eso que sientes. Sé que te asusta, es algo normal hijo, pero tienes que madurar porque una de las mejores formas de solucionar los problemas, es la comunicación. Un vínculo sin ella no es nada.
Tal vez Devon tenía razón, pero Deamon no sabía cuánto tiempo más debía esperar para hablar con Hajoon, aunque septiembre estaba a la vuelta de la esquina ¿Qué era un mes más cuando Kang Hajoon llevaba tres años enamorado de él?
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El amor joven no dura.
Era algo que Kang Hajoon se repetía todo el tiempo, alguien debía decírselo y si no tenía a quién, entonces debía ser él mismo quien lo hiciera.
¿Tres años amando a alguien que no sentía lo mismo era mucho? A veces creía que sí, pero no podía tomar su corazón y sacárselo del pecho ni mucho menos podía solo llegar y descartar sus sentimientos como si fueran algo fácil de eliminar o borrar de su ser. Hajoon no podía hacer eso y aunque no se odiaba por amar, se sentía cada vez más miserable e indigno de recibir por lo menos un par de migajas de afecto por parte de Deamon Hills.
Un beso, un simple abrazo.
Daba igual cuál de los dos fuera, lo atesoraría con todo su corazón. Era inútil decir que no recordaba su primer encuentro real cuando tenían trece años y a duras penas se llevaban bien por la fuerza o por mera presión de parte de la profesora Alina que buscaba hacerlos convivir más tiempo del que Deamon consideraba necesario. Hajoon era bueno recordando, en especial cuando se trataba de él.
Recordaba ese vergonzoso primer beso, fue algo impulsivo por parte de los dos, pero Hajoon no se arrepentía ni un segundo de ello, aun si sospechaba que Deamon se odiaba por haberlo besado, aunque fue un poco gracioso como sus dientes chocaron y les dolió, haciendo que se separan. Solo eran niños, tenían catorce años en ese entonces.
── ¿No has vuelto a hablar con ese chico? ── preguntó su padre.
── ¿Qué chico, papá?
── El que es hijo de una profesora de Hogwarts, el rubiecito.
Deamon. El nombre apareció al instante en su cabeza como un recordatorio de que siempre estaría acechándolo, incluso después de la graduación.
── Ah, él ── murmuró ──. No, no hablo con él, ni siquiera le escribo cartas, pero la chica que vino la semana pasada es su mejor amiga y la novia de su hermano menor. Con ella y con su hermano si he hablado.
── Recuerdo que una vez me contaste que Deamon se drogaba.
── Sí, lo hace o lo hacía, ya no tengo ni idea de lo que pasa en su vida y siendo honesto, ya no creo que eso deba incumbirme. No somos amigos ── Hajoon no recordaba que había sido la misma Acacia quien le contó que Deamon llevaba un buen tiempo sin recurrir a las sustancias ──. Sabes que estoy enamorado de él.
── Lo sé, no te juzgo por ello y a él tampoco por drogarse, pero creo que algún día tendrás que obligarlo a sentarse y que hablen sobre lo que hay entre ustedes dos.
Su padre era tan bueno e ingenuo.
── ¿Y de qué se supone que hablaremos? No hay nada entre él y yo, ese es el problema.
── Yo no lo veo así, no después de todo lo que han vivido juntos, lo de esa criatura en el tren, luego su cuarto año, esa vez que le curaste sus heridas... ¿Crees que eso es casual? ¿Piensas que eso no significa nada?
En su mente, Hajoon estaba seguro de que nada de lo que había pasado con Deamon era importante porque al final del día, ya lo había rechazado sin que tuviera que declarársele. Deamon siempre ponía una barrera entre los dos, impidiendo que Hajoon viera a través de él.
── Debo esperar todavía para verlo de nuevo, no sé dónde vive y lo más seguro, es que viva lejos.
── Entonces tienes todo este tiempo para pensar en las cosas que le dirás.
Pero, aunque Hajoon recordaba muy bien todas las ocasiones en las que había tenido encuentros con Deamon, pensando con esa ingenuidad suya que sería diferente en cada una de ellas, siempre acababa con el mismo resultado. Un Deamon bajo los efectos de la abstinencia siendo grosero, hostil y diciéndole lo que Hajoon ya sabía.
Que no lo quería.
Y Kang Hajoon sabía que se cansaría, porque el amor joven no dura toda una vida.
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