Deamon vio como su amiga se encaminaba hacia aquellas alejadas colinas de Hogsmeade para reencontrarse con su padre, ese hombre al que habían acusado de ser partidario de Lord Voldemort tiempo atrás, pero ella sabía que no era así y Deamon también lo sabía.

── I'm not like them but I can pretend the sun is gone but I have a light the day is done but I'm having fun ── cantó en voz baja mientras creía que nadie lo oía, era su canción favorita de Nirvana ── I think I'm dumb or maybe just happy think I'm just happy my heart is broke but I have some glue help me in...

── ¿Esa es Dumb de Nirvana? ── interrumpió Kang Hajoon asustando a Deamon, pero también haciéndolo sonreír. No tenía idea de que él los conociera, pensaba que era de esos que solo oían a The Beatles o algún artista nativo de su país como Jung Soo-ra o Cho Yong Pil.

── ¡Por Dios! no vuelvas a asustarme así, Kang, agradece que no tengo una enfermedad al corazón o algo similar ── bromeó el muchacho ──, no te sentí llegar, créeme que si lo hubiese hecho no me hubieras encontrado en este estado tan humillante.

── ¿Por qué? Si cantas hermoso, deberías hacerlo más seguido ── las mejillas del Hufflepuff se tornaron de un rojo carmesí, maldición, nunca se había sonrojado por culpa de una persona y menos por él.

── No digas idioteces, si sueno como una mandrágora.

Ambos se echaron a reír, Hajoon por su parte solo admiraba al mayor de los Hills. Deamon era precioso, no lo podía negar, pero también era un poco raro y tétrico; incluso hasta le daba miedo cada que lo escuchaba decir algo extraño.

── Pero si tu voz es preciosa, podría escucharla todo el día ── en ese instante, ya habían perdido a Deamon porque aquello le pareció adorable y sintió un impulso demasiado fuerte de abrazarlo.

── ¿Ah sí? ── musitó con esa sonrisa suya, aquella que incluso llegaba a helarte la sangre de lo perfecta que lucía, casi irreal ──. Me gustaría creerte, pero no puedo. Además, no soy la gran cosa como para que quisieras estar apegado a mí todo el tiempo ¿Por qué sigues aquí?

Pero Kang Hajoon no respondió, se limitó a fingir que no lo había oído y observó el cielo que de a poco se iba oscureciendo. Quería decirle, anhelaba poder decir lo que sentía, pero se calló porque temía a la respuesta.

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── Está bien Acacia, tú ganas.

── ¿Uhm? ── la rubia devoraba una empanada de calabaza con entusiasmo. Deamon gruñó, temía decirlo en voz alta pero ya no podía seguir negándolo.

── Me gusta un poquito Kang Hajoon.

── Ouh, eso era obvio ── respondió ── ¡Díselo! Ya quiero que se besen, dios, harían la mejor pareja. Sería épico.

── Cállate Acacia, no le diré nada, dudo muchísimo que yo le guste, además es raro, creo que fingiré que no siento nada y lo trataré medio mal. Mi meta será alejarlo.

Las tres escobas estaba atestada de gente, alumnos iban de aquí para allá hasta que boom, Hajoon llegó con unas ranas de chocolate y una cerveza de mantequilla.

── ¿A quién no le gustarías? ── fue lo que soltó. Deamon tragó duro, mierda, el pobre rogaba a cualquier santo de que solo hubiese oído el final y no toda la conversación ──, porque te seré sincero, también podrías gustarme a mí así que dime ¿A quién no le gustas? No puedo creer que la gente carezca de buenos gustos.

¿Qué mierda había dicho? ¿Se había atrevido a decir algo como eso?

── No creo que te importe mucho ── murmuró él ──. Espera ¿Qué dijiste?

── Nada, ya fue ── dijo llevándose una rana de chocolate a la boca ── ¿Quieren?

Acacia que había oído todas y cada una de las palabras de ambos chicos, tomó la palabra.

── Hajoon dijo que no se cree que no le gustes a "esa" persona cuando hasta le gustas a él, es decir, a Kang Hajoon le gustas.

── Vaya ── el asiático miró a su amiga con esa mirada que decía "no la cagues más, por favor" ──, creo que ya es hora de irnos.

Deamon tomó sus cosas y sin siquiera reparar en la rana de chocolate que le dejó el muchacho, salió directo a un solo lugar. La oficina de sus padres.

Los nervios estaban a flor de piel, aunque estaba algo claro ahora ¿no? Claro que lo sospechaba, sin embargo, jamás creyó que fuese de verdad. Eso significaba que debía fingir que a él no le gustaba, porque, aunque todos digan que el mundo mágico no te juzgaba por quién eras, estaban totalmente equivocados. Porque hasta te criticaban por el color de tu corbata o tu sangre.

¿En verdad creían que no ibana juzgarlo por amar? Deamon sabía muy bien lo que podía llegar a pasar.