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Capítulo 19: Decisiones Parte 1


(En una parte del mundo)

El sacerdote se encontraba realizando una de sus actividades frente al altar. Las velas danzaban con el inusual viento que se había mantenido presente desde hacía varios minutos. En su cuello había un crucifijo que besaba a cada oración terminada.

─Sé que te ocultas entre las sombras, ser insaciable. ¿Qué hace alguien como tú en la casa de Dios? ─ Pregunta el padre girándose hacia aquella sombra de hierro que caminaba hacia la luz de las velas.

─Padre, usted sabe perfectamente que si mis intenciones fuesen hostiles ya habría un ejército invadiendo las tierras que vuestro padre les ha heredado. Mi misión es obtener la llave de la gloria en mis batallas.

─El umbral que quieres pasar te desintegrará al detectar la negrura de tu alma. He escuchado lo que ellos dicen, ya que como si fuesen las campanas que suenan en esta catedral, ustedes se hacen oír con la intensidad de un trueno, así como los que están por debajo brindan su canto a los desafortunados.

─Y con la información que se le fue revelada me basta para ahorrarme explicaciones. Mi solicitud es llevada ante usted, con el fin de obtener su aprobación, pues bien sabe a qué nos atenemos si dejamos que ellos vaguen por el mundo.

─Entregar uno de los tesoros divinos a un ser de tu extirpe es una blasfemia que se castiga con una eternidad en el Infierno. Si de él se trata, nosotros nos encargaremos de la protección de nuestros semejantes con la ayuda de Dios.

─Entiendo que mi petición resulte ofensiva. Pero buen hombre, en mi batalla morirán los hijos de Caín, y en la suya los hijos de Abel perecerán. Dígame, ¿En verdad vale la pena el derramar la sangre sagrada por culpa de un perro callejero?

─Su afirmación es válida, y que Dios sea el que guie mis palabras para evadir las mentiras. Sin embargo, si nosotros no podemos defender lo que Dios nos ha brindado, ¿Quién lo hará?

─Padre, usted bien sabe todo lo que los hijos de Dios han hecho para borrar el pecado original, pero ahora nos toca a nosotros el hacerlo, aun si así nos extinguiéramos en el proceso.

─De ser así, opto porque encuentres el sendero de Dios en concluir tu movimiento. Ahora, solo queda retirar tus tropas y dejar que Dios sea el que decida el destino del Hellhound.

─Entiendo, lamento hacerle perder el tiempo─ Da media vuelta y camina un poco.

─ ¡Espera! ─Una voz grave lo detiene─ Tómala─ Le extiende una caja de madera un tanto larga, casi como el antebrazo de aquel Vampiro.

─ ¿Qué hace? ─Pregunta el religioso.

─Usted no vio lo que él logró hacerle a un Centinela en aquel fúnebre día. Yo estuve ahí y probé su poder. Si dejamos que él crezca aún más, rogaremos al cielo que se apiade de nosotros por nuestra estupidez y nos brinde el final de los tiempos, ya que solo así tendríamos la oportunidad de hacerle frente a Alejandro─ Contesta el Centinela.

Agradecido estoy por vuestra bondad. Que este día sea escrito entre el "Libro de las Sombras" y las "Sagradas Escrituras", puesto que hoy hemos de estrecharnos las manos en un pacto. Que la tumba se lleve consigo nuestros perjuicios, que el Eclipse sea testigo de nuestra reunión y que vuestro Dios los regocije de gloria, ya que hoy servimos al mismo creador, hoy luchamos por los mismos objetivos, hoy concluimos los preparativos para la destrucción del linaje del HellhoundRecita el Vampiro.

Todo ha quedado dicho en tu orar, pero las sanciones caen sobre mí. Una vez más el lazo se une y temo por los augurios venideros. Mas ahora tengo en claro lo que debo hacer y estoy dispuesto a pagar el precio. Retírate, tú que por el nombre de Eidan has sido bautizado, pelea en nombre de aquello de lo que creas correcto y trae a Alejandro ante mí Habló el Centinela.

Así lo haré, noble caballero. Me despido y una vez más les agradezco por su misericordia. Que Dios los tenga en su graciaEidan se desintegra entre humo negro y sale de aquel lugar.

Espero y sepas lo que has hecho, al igual que espero entiendas que el alma de tu hija seguirá maldita aún si aquel al que llaman Alejandro muereReclamaba el clérigo al Centinela.

Lo sé. Aun así tengo la esperanza de salvarla del cruel destino que le espera. Ya ha nacido y su nombre se ha escuchado en los pasillos de esta Iglesia: Flor Celestial.

(En el "Abis")

Día 24:

Me encuentro sentado sobre las escaleras del museo, hace poco me he alimentado de la sangre de aquellas criaturas. No sé cómo es que aún con todo lo que hice anoche, no tengo ningún pesar físico, como si ya mi cuerpo se adaptara a esto.

─ ¿Ya terminaste de escribir? A veces pienso que deberías quemar ese diario para darte calor─ Decía un impaciente Alejandro.

─ Tengo cuadros de sobra allá dentro, solo que no quería ser descubierto por los Incumon. Bueno, al menos no tan rápido.

─ ¡Pero si fue divertido el espectáculo de anoche! Más aún en la parte en la que te disparaba en la garganta─ Comenzó a reír─. De hecho, esta vida es mucho más divertida que la que tenías. Solo piénsalo: En la Tierra no ibas a lograr nada más allá que ser un idiota que trabaja para otro idiota con dinero. Allá si matas a alguien, te encierran. Aquí si alguien te cae mal, le disparas y luego lo cuelgas en la pared.

─ Enserio que me gustaría dispararte.

─ En aquel momento, justo cuando nos conocimos, tuviste la oportunidad de hacerlo, pero te acobardaste. Un Hellhound cobarde, nunca pensé que dejara vivir tanto a uno como para comprobarlo.

─ Aquella bala no hubiera servido de nada, pero puede que tenga oportunidad de golpearte teniendo las almas de aquellos Incumon.

─ ¡No me hagas reír! Ni aunque las hayas asimilado podrás dañarme. Es más, te harías viejo eliminando cada una de estas, y aun así no lograrías exterminarme, solo reducirías mi tiempo en el plano de los vivos.

─ ¿Pues cuantas almas tienes?

─ Hace tiempo que perdí la cuenta. Pero, te diré que estoy más allá de los límites que orillan a un Vampiro el desear su propia muerte, incluso el intentar suicidarse. Con tanto poder cualquier humano trataría de vivir como el monarca absoluto. Sin embargo, todo a la larga se vuelve pesado y aburrido, tano que buscas divertirte a cualquier costo, a veces metiéndote con seres con los que no debes.

─ ¿Cómo tú con los otros Vampiros?

─ Ellos no es el primero, ni el último clan contra el que he peleado. Ni siquiera se acercan a los que me he enfrentado─ Esbozó una sonrisa llena de arrogancia.

─ Esa confianza te hará perecer.

─ ¿Y eso es malo? Si yo desaparezco, habrá otro siglo de orden, aquel clan de Vampiros tendrá un siglo más de vida, el mundo tendrá un buen mañana, el cuervo ya no tendrá que tolerarme. Todo muy hermoso, todo lleno de rosas, un mundo perfecto, ¿O no? Pero, aquí estoy, la existencia misma se ha encaprichado conmigo y me mantiene aquí. Al principio me parecía aburrido, pero luego comprendí que si iba a quedarme aquí, entonces tenía que divertirme para no acabar tan amargados como los Vampiros que brillan con el Sol. No, yo no tomé a cualquier chica adolescente sin carisma alguno y decidí compartir todo con ella por mero capricho, no formé una secta que protegiera a los de mi especie, no me fui a vivir a un castillo con 3 mujeres para coger, comer y coger de nuevo. Todo aquello, toda la monotonía que implicaría, tanto aburrimiento, simplemente aquella vida era muy patética a mi parecer, un desperdicio. Por eso, decidí hacer la diferencia, desafiar a todo aquello lo que existe y lo que no, cruzar los límites, de igual manera ya nada me importaba. Y mírame ahora: No necesito el reclutar a más Vampiros para enfrentar a un clan entero, no dependo de nadie en mi vida, no estoy al servicio de una organización, no requiero atraer agentes de bienes raíces a mis aposentos. Al dejar aquellas banalidades, pude obtener más poder que todos ellos, tanto que inclusive me he de comparar con una fuerza como el caos. En este momento debes pensar que estoy lo que le sigue de roto, pero es solo porque no te he contado lo más excitante que me ha ocurrido: Una vez, antes de toda esta mierda, mucho antes de que despertaras, tuve una misión por cumplir. No te diré cuál fue, ya que eso no es lo importante. Lo que sí importa es saber quién fue aquel bastardo que me dio la paliza de mi vida, aquel que logró llevarme al borde de la muerte, el guerrero que se ha ganado mi respeto. Su nombre es Velkorck Lafarc,

─ ¿Es un Vampiro?

─ No, nada que ver. Él es un ser de luz que no se perdonó a sí mismo por una estupidez que cometió. Cortó sus propias alas y ahora vaga protegiendo el orden que su padre ha establecido. Un desperdicio de guerrero si me lo preguntas, pues después de él no ha habido otro que con sus propias manos me haya llevado a mis límites. Fue divertido, de verdad aquella batalla era la ideal para que yo muriera, mas ambos sabemos el resultado. En aquel momento, cuando ya todo estaba perdido para mí, decidí ser yo mismo el que tuviera la última palabra, así que le hice perder el control sobre sí mismo, prácticamente lo llevé a sus límites mentales. Pero no fue con un poder que me saqué del culo, sino con mis propias palabras. Eso desencadenó algo inesperado: Él sonrió y se alejó. Dijo algo sobre el equilibrio en la vida y más mierdas así, concluyendo con que yo he sido el único ser que logró derrotarlo.

─ Pero si tú mismo dijiste que él estaba a punto de matarte─ Dije confundido.

─ No lo derroté de esa forma. Debes pensar más allá de la forma en la que estás acostumbrado por las películas en las que está el bien y el mal repartiendo golpes a todos los del bando contrario. Tan solo analízalo de esta forma: Dos combatientes, uno es un puto loco que cree ser el bueno, que no ve más allá del orden con el que ha vivido desde su creación y cuya actitud es tan fría como el hielo. Mientras que el otro es otro puto loco que quiere ver el mundo arder, que ama el caos y su actitud solo le da la razón al mundo que él está loco. Ambas fuerzas difieren por mucho, paralelos que vagan por la realidad. Sin embargo, los dos tienen algo en común: Creen tener la razón. En situaciones así, no gana el que mate al otro primero, sino el que imponga sus ideales a su contrincante antes de perecer. Yo lo hice dudar, enfadar y temer, eso fue suficiente para que él entendiera que aunque me matara, aunque erradicara a todos los que comparten mi filosofía, yo ya había sembrado la semilla en su ser, preguntándose si aquello era verdad, y al mismo tiempo temiendo que esas dudas lo orillaran a desviarse de su camino. Pero, ¿Por qué teme desviarse?, ¿Acaso no tenía suficiente fe en Dios? Al darse cuenta de lo que pasaba, aceptó que yo había destruido aquella fe de la que tanto presumía y lo obligué a considerar mis ideales como ciertos. De esa forma fue como lo derroté. Pero hay más...

─ Él también recibió una probada de tu teoría, ya que el caos es una fuerza de la naturaleza, y como tal, es inmortal. Al haberte matado, no habría fuerza que igualara a su orden. Pero su mente ya estaba desestabilizada en cierta parte, un pequeño factor que lo haría ver las cosas de diferente manera, y que poco a poco lo haría darse cuenta de muchas cosas, llegando a ver más allá de su propio orden, buscando librarse de sus dudas y encontrando respuestas que nunca hubiese querido encontrar. Eso podría desencadenar el cambio en su modo de pensar, incluso hubiese sido un candidato a Hellhound. Todo aquello solo por la simple acción de matarte, algo que en ese momento pudo ser algo tan simple como el aleteo de una mariposa, pero que tuvo consecuencias terribles, convirtiéndolo a él en el portador de aquello a lo que una vez aborreció, negando su naturaleza, siendo una paradoja. Él sabía aquello y tal vez lo intentase evitar─ Interrumpí a Alejandro y, por su expresión, parece que no se esperaba esa respuesta de mi parte.

Se levantó de donde estaba y aplaudió mientras se carcajeaba.

─ ¡Realmente me has sorprendido, maldito mocoso! Sabes, puede que te invite otra botella.

Iba a responderle, cuando unos pasos llamaron mi atención. Se trataba de un sujeto alto, como de 2 metros, de complexión delgada. Vestía una túnica negra, botas y sombrero del mismo color. Su rostro era tapado por una máscara de cuervo negra, prácticamente era el uniforme de un doctor de la "Peste Negra".

─ ¿Quién es él? ─ Pregunté poniéndome de pie.

─ Bienvenido Karasu─ Dijo Alejandro.



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