Capítulo 18: El Verdadero Cazador Parte 2
Día 15:
Toda la noche estuve en vela, esperando cualquier movimiento, cualquier sonido, pero no me esperaba un gran escándalo ahí afuera. Escuché cristales romperse, concreto cuartearse y golpes fuertes. Además, noté una luz azul que apareció en medio de la noche. Creo que ellos ya llegaron y no saben dónde estoy, de lo contrario ya habrían entrado. Necesito prepararme, entrenar un poco el estado de Locura. Ahora me encuentro sentado en el suelo, tratando de despertar la Locura, pensando en aquellas criaturas, en la impotencia de no poder ver a Karla, mas ya nada me molesta, es como si de un momento a otro me hubiese dejado de importar.
"Eso es por la meditación."
"¿Me vuelvo insensible?"
"No, solo te relajas un poco y piensas de mejor manera. El detonante de la Locura es el borde de los limites humanos, mas siempre hay posibilidad de sacarla a flote a conveniencia."
"¿Cómo hago eso?"
"Fortalece tu relación entre cuerpo y alma."
"Entonces meditaré."
"Si lo haces de nuevo, estarás más tiempo de lo que preferirías."
"¿De qué hablas?"
"Cada vez que enlazas tu cuerpo con tu alma, la conexión se va prolongando cada vez más, pero aquella conexión se realiza en un plano distinto a éste y al otro lado."
"¿Cuánto tiempo estaré ahí?"
"Eso depende de qué tan fuerte sea tu conexión."
"¿Si me quedara allá mucho tiempo, aquí mi cuerpo estaría vulnerable?"
"Si, en ésta parte de la existencia el tiempo transcurrirá con normalidad, al igual que tu cuerpo. Incluso existe el riesgo de que éste mismo se deshidrate o muera de hambre, imposibilitándote el regreso a éste."
"¿Hay alguna manera de hacer la conexión en ésta dimensión?"
"Si, pero antes debes de alcanzar un enlace mejor con tu alma."
"¿Cuánto tiempo queda?"
"Eso no es decisión mía, puesto que no es mi alma."
"Ya sé... Creo que no me queda otra alternativa, de entre todas las opciones posibles, ésta es en la que posiblemente tenga la victoria asegurada, mas los riesgos y el precio a pagar son muy altos, aunque razonables. Si he de recibir algo, tendré que dar algo del mismo valor. Cuervo, sé que ésta no es tu batalla, sé que no tienes necesidad de estar aquí ayudándome y no me termino de explicar cómo no me has dejado solo, a pesar de las veces que te he rezongado el haberme ayudado. Pero por favor, te lo pido de alumno a maestro: Si llegase a estar al borde de la muerte, reconstruye mi cuerpo como aquella vez después de mi escape."
"Lo haré, solo que ahora serás reconstruido de tus mismo ser. Las almas atrapadas en tu cuerpo, serán aquellas que lo ayudarán a resurgir de las cenizas, mas el costo es el tener una sola alma: La tuya. Esto solo se podrá hacer una vez, así que, en caso de que vuelvas a estar en peligro de muerte, no tendrás escapatoria."
"Lo entiendo. Espero que con una sea suficiente... Bien, te veré del otro lado." Cerré los ojos y comencé a apaciguar mi respiración.
Poco a poco, y como la vez anterior, mi cuerpo iba perdiendo sensibilidad ante el ambiente, como si flotara. Mi mente ya no media el tiempo y escuchaba a la lejanía varios susurros provenientes de voces que me resultaban conocidas, pero que pasé por alto al sentir cómo mi cuerpo se encontraba de pie, inerte sobre una gran roca. Abrí los ojos y un choque de emociones se apoderó de mí, era como si de pronto todo lo que había olvidado, se me hubiese devuelto, aunque aún había varias cosas que se mantenían en el olvido. Miré a los alrededores, la Luna adornaba el cielo nocturno, las hojas de los árboles se movían ligeramente con el viento, el bosque estaba tranquilo, mas algo llamó mi atención:
Había una criatura a mis pies, asemejada a un licántropo. Al parecer, carecía de vida, pero no solo éste tenía esa característica, podía distinguir varios cuerpos regados por un campamento improvisado. Por mi parte, mi cuerpo estaba bañado en sangre, el uniforme escolar apenas era reconocible. Mis manos temblaban y mi cuerpo estaba al límite, tenía cortes escandalosos que no dejaban de sangrar y hematomas en varias partes, solo me faltaban huesos rotos para decir a ciencia cierta que estaba jodido. Sin embargo, nada me importaba, esto era irrelevante para mí, puesto que ella estaba ahí: Era Karla, la podía reconocer, sabía quién era. Karla estaba jadeando, a punto de romper en llanto por lo que había pasado, mientras que yo me acercaba, casi pidiéndole perdón de rodillas por dejarla, casi queriendo acompañarla en el llanto inevitable, mas tuve que apretar los puños para no decaer por el momento. Puede que haya más de estos monstruos entre los árboles, así que fui con Karla, dejando al cadáver de la criatura en el suelo.
-Karla, ¿Estás bien?- Pregunté con un nudo en la garganta, de verdad quería llorar de felicidad, aunque esto fuese una ilusión o un recuerdo, me alegraba tenerla otra vez a mi lado y rogaba que este sueño nunca terminase.
-¿Por qué?... ¡¿Por qué te fuiste?, ¿Por qué nos abandonaste?!- Gritaba con la voz un poco quebrada.
Al principio no comprendía del todo sus palabras, pero los huecos en mi memoria se rellenaban con recuerdos de lo acontecido. Lentamente, pude formar mi respuesta y como si fuese otro quien abriera la boca, hablé:
-Discúlpame. Intenté alejar a su manada de ustedes, pero el estúpido de Jony salió de su escondite y uno de ellos lo siguió... De haber sabido que él iba a ser tan idiota como para traerlo al campamento, yo...- Apreté los puños con firmeza, la muerte de mis compañeros era algo que me hacía hervir la sangre, pero la cobardía de los que nos dejaron atrás era lo que verdaderamente provocaba este acto repentino.
-Él dijo que estabas muerto... Varios le creyeron y se fueron con Jony... Los demás nos quedamos aquí a defender el campamento con la esperanza de que volvieras y...- Agachó la cabeza y apretó los dientes, conteniendo su llanto-. En un instante, pensé que me habías dejado a mi suerte.
-Karla, yo... yo no...
-¡Prométemelo! - Levantó su cara de golpe, haciendo contacto visual conmigo-. ¡Prométeme que nunca me dejaras!
-Yo... te...- La voz se me cortaba, sabía que esto era el pasado, eran mis recuerdos, ésta era una promesa que se rompería.
-¡Dilo fuerte!
-Te lo prometo Karla- Dije al fin-. Te prometo que jamás te dejaré sola, nunca me separaré de ti. Y, si eso pasa, te buscaré por mar, cielo y tierra, para estar a tu lado por siempre.
-Hermano... Gracias- Me abrazó repentinamente, lagrimas bajaban por sus mejillas y comenzaba a sollozar.
-Karla, ahora tú prométeme algo- Tomé su cabeza y comencé a acariciarla suavemente. No sabía si de verdad estos eran mis recuerdos o había viajado en el tiempo, pero quería asegurarme de algo.
-¿Qué cosa?
-Prométeme que, pase lo que pase, vivirás.
-Al...- La abracé de la misma manera de la que ella me abrazaba, interrumpiéndola.
-¡Por favor, prométemelo!- Intentaba hacerme el fuerte, pero las lágrimas brotaban de mis ojos y mi voz se quebraba.
Tenía heridas en todo mi cuerpo, las temperaturas bajas me hacían tiritar de vez en cuando, había sufrido torturas a lo largo de mi camino y los recuerdos hirientes se enterraban en mí ser, mas nada me afligía tanto como pensar en perderla a ella, la única familia que me quedaba. Tengo miedo y me ahogo en la desesperación de tan solo pensar que esto no está pasando, que la promesa no se cumplirá. Ella es mi fuerza y no puedo saber lo que es de ella en mi época, pero al menos con esta promesa sabré que aún tengo esperanzas de encontrarla otra vez.
-Te lo prometo- Me abrazó con más fuerza.
Yo lloraba inconsolablemente, mientras un fugaz recuerdo partía a los demás:
"Pensaba en prenderte en llamas, pero la mocosa quiso que fuese menos cruel contigo." Alejandro la había mencionado, y puedo suponer que sus tratos habían sido recientes, puesto que él no se había portado de esa manera.
"Karla, aunque no pueda verte en mi época, sé que has cumplido tu promesa. Sigues viva. Ahora es mi turno de cumplir con la mía. Es momento de dejarte ir junto con este recuerdo y retomar mi camino."
Mis lágrimas se secaban y todo a mí alrededor se desvanecía.
-Hasta luego, mi querida hermana menor- Me despedí con una sonrisa en mi rostro, con la seguridad de que volvería a verla.
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