Capítulo 16: Espejos Parte 2
Pasaba las horas en un inquietante silencio, mi postura al lado de la ventana era irracional, tomando en cuenta la nula luz producida en el exterior. Rogaba por escuchar un sonido aparte de mi respiración y la gélida brisa que movía levemente las cortinas de la otra ventana. En otras circunstancias, esto sería el clima perfecto para recostarse en una cama con un cobertor, tomar chocolate caliente y ver una película. Sin embargo, mi situación no me dá para realizar ninguna de esas actividades. En lugar de eso, tengo que estar vigilando por si a alguna criatura se le ocurre acercarse a matarme. Mi paranoia me hace ver sombras donde no las hay y mi sentido común escucha pasos que se disfrazan con el sonido del viento. El nerviosismo domina mi mano y temo por enfrentarme a lo desconocido. Desearía tener un plan, pues no sé qué hacer si esas cosas deciden atacar.
"¿Y si son más fuertes que los Necrófagos?" Me pregunto a mí mismo, buscando la respuesta correcta.
"Buscas lo que no existe." Me asusté al escuchar tan repentinamente su voz.
"¿Entonces estoy jodido?"
"No te adelantes a los hechos."
"Quisiera no hacerlo, pero es difícil creer que tengo salida. Aunque, bien puedo utilizar la Locura. Pero, tengo que admitir que me he vuelto muy dependiente de algo que aún no controlo y cuyas consecuencias son devastadoras para mí. No llegaré a ningún lado si utilizo el mismo procedimiento. ¿Qué debo hacer?"
"Ya lo sabes. Asume tu rol."
Suspiro con resignación. Sus palabras resonaban en mis oídos, sabía lo que tenía que hacer, mas no le veía razón alguna. Me senté y cerré los ojos, mientras respiraba tranquilamente, mientras el frio nocturno congelaba mis huesos. No podía concentrarme con el frio y una fogata solo anunciaría mi posición. Era inútil y estúpido, solo un loco meditaría en ésta situación.
"Loco es el que es el que piensa que tendrá diferentes resultados utilizando el mismo puto procedimiento" Recordaba con rencor aquellas palabras.
Sin ver por dónde ir, con un solo camino que seguir, intenté relajar cada uno de los músculos de mi cuerpo, dejando que el frio abrazara éstos, mas ignorando su efecto en mí. Leves escalofríos inundaban mi piel y sentía cómo mi mandíbula temblaba inconscientemente.
"No pienses en eso." ¡Qué fácil es decirlo!
Hice caso, aún inconforme, pero poco a poco me iba acostumbrando al clima.
El tiempo pasaba y no sentía casi nada, ni siquiera sentía mi cuerpo, ya solo era una conciencia que escuchaba pasos rodeando la casa, sin temor a ser escuchados, golpes en la puerta, como pidiendo entrar, y un corazón que aminoraba su latir, cual fuego extinguiéndose. Aleteos adornaban mis oídos y una risa se burlaba a la lejanía. Una mano tomó mi hombro y un gruñido se manifestó frente a mí, sentía su respiración en mi cara, quería abrir los ojos, pero no podía. Un coro empezaba a cantar aquella melodía de mi sueño con Demian, un grito agudo era opacado por los aleteos y el coro aumentaba su volumen. Entre las figuras que se forman en la oscuridad de mis parpados, podía ver a un hombre cuya silueta se asemejaba a Alejandro, éste estaba caminando hacia mí, mientras su color oscuro se iluminaba, dejándome ver su rostro. No tenía esa fastidiosa sonrisa, la oscuridad le cubría la parte de los ojos, más podía notar como hilos de sangre bajaban por sus mejillas y su mandíbula se tensaba, como si estuviese a punto de romper en llanto. Frente a nosotros se encontraba otra figura en el suelo, era una chica desplomada. Alejandro se acercaba aún más, podía sentir en carne propia su dolor, su ira y tristeza. Lagrimas salían de mis ojos, no me atrevía a mirarla, no soportaba el hecho de ver su cadáver, solo miraba fijamente a Alejandro, quien se detuvo al lado de ella, mirándola detenidamente. Así como así, levantó la mirada y pegó un grito ensordecedor al cielo. La escena se cuarteo, cual cristal, y se derrumbó, dejando ver otra completamente diferente: Era un desierto gris, con una Luna roja reinando en el cielo, espantapájaros rodeándonos y Alejandro frente a mí, con el cuervo sobre sus hombros, mirando fijamente a una rosa azul que se marchitaba poco a poco en el suelo. Ahora puedo moverme, me levanto de dónde estoy y doy un paso, a lo que Alejandro responde con otro paso de frente. Lo veo con curiosidad, algo extraño pasa con él, es como si emanara un aura demasiado pesada, la cual me hacía temblar de miedo, quería escapar de ahí, como si estuviese en una pesadilla.
"Bienvenido a mis recuerdos." El cuervo y Alejandro hablaron al unísono.
"¿Cómo llegué aquí?"
"Todo cazador debe tener en cuenta la naturaleza de su presa, tanto actual como de origen. Aquel que dispara sin pensar en las consecuencias, siempre estará destinado a arrepentirse en el acto final. Son 2 y un espejo los divide. He llegado con un mensaje, mas el hambre me consumió, ahora vuelo sin alas, ahora canto sin voz, ahora el fruto prohibido se derrama por mi paladar. Encuentra el sentido y detén la masacre, puesto que el miedo se ve reflejado en ti. Acepta matar y morir, acepta nuestro destino."
"¿Cuál es el mensaje?"
"Enviaré a todas las criaturas del abismo a dónde pertenecen, por la eternidad me embriagaré de su ser y esperaré el día en que la última parvada esté completa, cuando Dios sea su propio verdugo y todo sea regresado a su lugar de origen."
"¿En verdad existe Dios?"
"Si."
"¿Dónde está él ahora?"
"Cuidando de los suyos."
"Eso quiere decir..."
"Él nos ha abandonado. ¿Crees que si estuviese con nosotros, tendrías que sufrir todo esto?"
"¿Por qué él nos abandonó?" La impotencia me ganaba y un fuerte dolor en el pecho se manifestaba.
"Ojalá lo comprendieras." Ambos miraron fijamente a mis espaldas.
Me di la vuelta, colocándome cara a cara con un perro enorme, ojos rojos en un tono intenso, pelaje negro como la noche misma, fauces ensangrentadas y un cierto, pero extraño, aire de confort. Era como si estuviese frente a un viejo amigo de la infancia, o algún familiar que anhelaba ver de nuevo. El dolor en el pecho se disipaba y la pesadez se aminoraba.
"Alone, es hora de despertar." Ahora solo habló el cuervo.
Desperté, el frio me invadía y el tiritar de mis dientes hacía eco en mis oídos, podía ver la claridad entrando por la ventana y una extraña sensación de seguridad me invadía, como si las criaturas se hayan ido con la oscuridad, aunque bien sé que esa no es la realidad. Es el día 13 y ahora toca revisar las cámaras.
(En la escuela)
Alejandro se encontraba leyendo un libro de la biblioteca, sumergido en la lectura ignoraba a su acompañante.
-¿Crees que vuelvan pronto?- Eliza preguntaba a un inmutable Alejandro, mientras jugaba con su cabello castaño.
-Karasu estará bien y Tadeo puede cuidarse solo.
-Han demorado más tiempo del que les diste, puede que las haya...
Alejandro interrumpe a Eliza colocándole su dedo índice sobre sus labios.
-En la biblioteca se guarda silencio. Te he traído aquí tratando de tener un momento de silencio, pero veo que hasta en este lugar sigues igual de fastidiosa.
-La palabra es preocupada, y ¿Cómo no he de estarlo?
-Los ofendes con tu desconfianza.
-Tú no has visto el poder destructivo de los Centinelas. Ver a un Nigromante y a un Novicio en la Tierra es como si un gato viera a dos ratones.
-Y tú no has visto la velocidad de ambos, los puede estar persiguiendo el mismo Diablo y aun así no los alcanzaría.
-Espero que tengas razón y...- De nuevo le pone el dedo índice en los labios.
-Ya estoy por la parte final de la historia, así que no quiero interrupciones.
-¡Ya deja de hacer eso!- Eliza aparta la mano de Alejandro de un manotazo.
-Leer es de cultos.
-Me refiero a callarme. Por lo menos estuviésemos haciendo algo divertido, te lo creo. Pero, estás leyendo el mismo libro que...
Ésta vez, Eliza se vio sorprendida por la acción de Alejandro, quien ahora la estaba besando con delicadeza. Los brazos de éste habían dejado el libro, para pasar a las caderas de Eliza. Alejandro retiró sus labios y viendo a la chica a los ojos dijo:
-Por fin encontré una forma de que guardaras sil...- Eliza tomó a Alejandro de la nuca y dio pasó a un nuevo y largo beso.
Ambos Vampiros habían perdido la noción del tiempo y el control de sus acciones, solo se dejaban llevar por el momento. Alejandro subía una de sus manos, por debajo de la blusa de Eliza, sintiendo su piel que aumentaba de temperatura con el roce de sus yemas. Eliza tomaba por la gabardina a Alejandro y lo jalaba más hacia ella, mientras mordía el labio del susodicho. En un acto de salvajismo, Eliza arrancó la gabardina de Alejandro, dejando su torso al descubierto.
-Era mi gabardina favorita- Se quejaba Alejandro quitándose las telas que le habían quedado.
-Puedes hacer otra- Dijo Eliza con una sonrisa soberbia
-Prefiero vengarme.
Dicho esto, Alejandro tomó de las piernas a Eliza y la sienta en la mesa, dónde comienza a besarle el cuello y a arrancarle la blusa, a la par de que Eliza pasa sus uñas, con delicadeza, por la espalda de Alejandro y lanza leves gemidos de placer al aire.
-¡Ejem!- Exclama Karasu, que había acabado de entrar a la biblioteca.
-Espero que sea importante- Alejandro volteo a ver desinteresado a Karasu.
-¿Desde cuando estás ahí?- Preguntaba Eliza, apartando las manos de Alejandro de su cuerpo.
-Lo es. Y apenas llegamos. Tuvimos un tropiezo con un equipo de reconocimiento- Se excusaba Karasu.
-Bien, sal al jardín, te alcanzaré en un rato.
Karasu desaparece entre plumas negras que salen a gran velocidad de la biblioteca.
-Debes irte- Suspira resignada Eliza.
-Si. Pero, volveré- Alejandro le lanza una sonrisa.
-Más te vale, o seguiré hablando en la biblioteca- Eliza enarca una ceja y se cruza de brazos, mostrando una sonrisa tierna y maliciosa al mismo tiempo.
-Espero que así sea- Alejandro la toma por la cintura y la jala hacia él, para luego besarla por quizá la última vez.
Jenni, aquí puedes comentar XD.
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