Capítulo 15: Rosa de los Vientos Parte 5
Curioso, ¿Verdad?: Este cuaderno, ésta nota, ésta prosa. Solo son líneas que se perderán en el olvido. Saltando entre el tiempo, mas siendo ignoradas por todo aquel que las vea pasar. A pesar de todo eso, él sigue escribiendo, contando su vida, compartiendo sus experiencias y metas. Pero, algo más curioso es saber que todo en su totalidad puede acabar de manera tan súbita, así como empezó. Todo puede terminar aquí, puede que ésta sea la última página escrita, incluso puede que ya hasta haya terminado antes de empezar.
Te pregunto algo: ¿Sabes quien escribe lo que acabas de leer? ¡Exacto! No lo sabes, no comprendes la complejidad que existe en esa pregunta, ni siquiera te importa, ¿O me equivoco? Bueno, de igual manera te lo explicaré: Tú sabes cuando escribe Alone, cuando escribe el cuervo, sin embargo, no has sabido diferenciar mi escritura de la de los demás. He estado presente más tiempo del que te imaginas dentro de la historia, he sustituido a los susodichos en más de una ocasión, siempre manejando la situación a mi antojo, ayudando a que el plan siga su curso, negando mi ideal, mas respetándolo al mismo tiempo. Ese es mi ser, mi paradoja.
Ahora, ¿Qué pensarías si te dijera que Alone murió hace tiempo? Dirías que es una mentira, pues él ha estado contando su historia. Sin embargo, ¿Cómo sabes que es él quien la escribe? Sabes que alguien escribe, mas no sabes quién es, no sabes si te está mintiendo, desconoces por completo su pasado, presente y futuro. ¿Te hice pensar, verdad? Ahora dudas de la existencia de él, dudas de mis palabras, tienes muchas dudas y no las aclararas hasta que tengas evidencias que apoyen mi afirmación, quedando en la paradoja del gato de Schrödinger: Miles de posibilidades, pero solo una es verdadera y solo la sabrás si... Bueno, te dejo de tarea descubrir cómo obtener las respuestas a tus dudas. El niño ya se está despertando y puede que se moleste si me ve escribiendo en su diario.
Atte. Alejandro.
Día 10, 9:01 am.
Sentía una ventisca que me estremecía con su pasar. Apenas y podía mover mis entumecidos dedos, y ni hablar de mi cuerpo. Con dificultad logré abrir los ojos, cuando otra ráfaga de aire me hizo tiritar y acurrucarme inconscientemente, abrazándome del asiento del auto descapotado en donde me encontra... ¡¿Qué carajos?! El auto está en perfecto estado. No es como lo recordaba, yo choqué contra éste. No sabía qué pensar, pues mi cuerpo, al igual que el auto, estaba en perfecto estado, no tenía ni un solo rasguño, ¿Acaso utilicé la Locura sin saberlo? Aun así, me sentía fatigado, casi al punto de que me costaba levantarme del asiento. Analicé mis alrededores: El auto estaba estacionado al lado de un viejo motel de dudosa reputación. Frente y alrededor de éste solo había edificios, periódicos llevados por el viento, lámparas que habían sido derribadas, locales saqueados y con grafitis en las paredes con la palabra "Discord". Un símbolo de un cuervo extendiendo sus alas estaba pintado en lo alto de varios edificios, cuya estructura se veía un poco deteriorada. Carteles pegados en postes de luz ondeaban con el viento como si de banderas se tratasen, silencio absoluto e inquietante me atormentaban con cada segundo que pasara. En más de una ocasión me pareció ver en lo alto de un edificio a un humanoide que se asomaba sutilmente, como si pudiese verme desde tal distancia.
"¿Estoy vivo?, ¿Cuervo, qué pasó?" Preguntaba nervioso.
Algo en el ambiente no era de mi agrado, un aire de desconfianza me obligaba a mirar a todos los lados, prestando mucha atención a las esquinas de cada edificio. Busqué un arma dentro del vehículo, mas no pude encontrar ni las llaves.
"Un momento." Pensé al percatarme que mi ropa había cambiado. Ahora llevaba unos pantalones vaqueros de color negro, con una chamarra del mismo color y botas militares oscuras.
-¡Al fin despiertas!- Mi atención fue puesta hacia el motel, sobre el cual se mantenía de pie un hombre que rondaba los 25 años, de piel morena en un tono claro, altura aproximada de 2 metros, cabello lacio, negro y largo, cayéndole en una cola de caballo sobre la parte superior de la espalda, con dos mechones de cabello que le caían de frente. Presumía su complexión atlética manteniendo su torso desnudo, como si las crueles temperaturas no lo afectaran en lo más mínimo. En su mano izquierda resaltaba un tatuaje de una rosa, casi calcado del mío. También tenía otras cicatrices a las cuales no les puse atención. En su mirada tranquila destacaban el color rojo intenso de su iris, asemejados a los míos en aquella noche. Como única vestimenta, llevaba unos pantalones vaqueros color negro y botas del tipo militar del mismo color. Algo que noté era que sostenía un cuaderno con firmeza. Era mi diario.
-Tú- Lo reconocí enseguida- ¿Por qué me golpeaste?- Intenté parecer amenazante, pero el cansancio, el clima y el hambre repentina controlaban mi tono de voz, obligándolo a mantenerse en un volumen pasivo.
-Porque puedo y quiero. Además, no entiendo de qué te quejas, si esto no es nada en comparación al ser torturado por los Hunter- Bajó de un salto hasta dónde yo estaba, aterrizando a centímetros del auto. En su rostro se mostraba una sonrisa cargada de confianza que daba base a una expresión de egocentrismo absoluto.
-¿Cómo lo...?
-Te he estado observando desde hace tiempo, vigilando tus pasos entre aves nocturnas que custodian el cielo- Me interrumpió súbitamente, sin dejar de verme a los ojos.
No entendía bien a lo que se refería, hasta que un vago graznar me hizo reaccionar.
-Los cuervos- Abrí mis ojos como platos al evocar ese sonido con los que había escuchado antes de la primera noche, al igual que las plumas que se desvanecían con la vida de aquel infante y los aleteos que hacían eco en un pasado no muy lejano, acompañados de un violín- Tú... Fuiste tú quien asesinó a aquel niño, dejó que los Hunter entraran a mi refugio y se presentó en mis sueños.
-La voz que escuchabas, el violín, la sed de sangre, el caos en persona, todo eso soy yo.
-¿Por qué lo hiciste?, ¿Por qué hiciste todo eso?
-Quería ver qué pasaba si algo salía mal- Esbozó una sonrisa que le daría escalofríos a cualquiera que la viera. No era inhumana, solo escalofriante.
-¡Mataste a un niño y casi me matas a mí, todo eso para tu jodido deleite!- Elevé un poco el volumen de mi voz.
-Sí, lo hice y lo volvería a hacer, pues ¿Qué otra cosa da tanto placer como ver al caos frente a ti?
-¡Eres un puto loco!
-Loco es el que hace locuras, loco es el que come intestinos de criaturas sacadas del culo del Diablo, loco es el que escribe una historia sabiendo que a todo mundo le vale una mierda, loco es el que tiene piedad de sus enemigos, loco es el que lucha por una persona a la que le importas una mierda, loco es el que piensa que tendrá diferentes resultados utilizando el mismo puto procedimiento, loco es el que le entrega el poder absoluto a una sola persona, eso y mucho más es estar loco. Yo tengo una cordura diferente a la de los demás. De hecho, soy el más cuerdo de ésta dimensión.
-Tu cordura es una mierda. Solo tratas de excusarte con los errores de los demás, sin aceptar que tú eres imperfecto. Dices que estamos locos, cuando tú has matado a un inocente, apareces de la nada y ya creas un verdadero caos en la ciudad, además, ayudas a alguien como yo, que bien puede dispararte por venganza.
-¿Acaso ibas a cuidar al niño?, ¿Lo protegerías de todos los peligros que existen en ésta ciudad? No, no lo harías. No puedes protegerte ni a ti mismo sin sufrir alguna herida escandalosa o estar al borde de la muerte. Además, el niño no aceptaría que mataras a su hermana, nunca te perdonaría tal acto y tú tampoco dejarías a una de esas cosas con vida, pues sabes perfectamente que no se tientan el corazón con nadie, ni siquiera con los niños. Pero, ¿Él lo habrá entendido? No ese estúpido solo lloraría y te culparía por salvarle la vida, atrayendo a más criaturas, así como tú lo haces ahora. Me culpas por haberlo matado, cuando yo solo te hice un favor: Evité que te enfrentaras con más bichos, que lidiaras con la culpa, que tuvieras más responsabilidades, y aun así quieres matarme por eso. Alzas la voz, llamando a las criaturas cercanas, si tuvieses un arma, harías más escándalo y ni hablar si te pones a llorar.
-No quita el hecho de que sea una vida humana.
-Vida que tarde o temprano se esfumaría. No entiendo tu afán por salvar una vida, si solo prolongarías su sufrimiento, solo retrasarías su muerte, pues, aunque te cueste aceptarlo, bien sabes que todos moriremos, puede que no hoy, ni mañana, pero lo haremos. Alone, la vida es un matadero en el que existen 2 tipos de personas: Los animales y los carniceros. Unos morirán antes que otros, así que elije tu bando antes de que empiece una nueva jornada.
-Tengo claro lo que soy y ya lo he demostrado al pasar de los días.
-Lo único que has demostrado es que eres un perro sediento de sangre, un peón más en mi juego, un sabueso infernal.
-Pues yo pienso lo contrario. No sigo el juego de nadie, solo actúo por mero instinto, sin cumplir propósito alguno, más que el mío. Lo único por lo que peleo es algo personal y tan ajeno a ti, que apuesto a que no tienes la más mínima idea de lo que te hablo.
-Se llama Karla Tyson Galante- Mi cuerpo se estremeció, mi corazón aceleró su ritmo y una sensación extraña hizo que me llenara de una ira inexplicable-. Ella ha sido una herramienta clave en el movimiento de mi peón más débil: Tú. Por más tiempo del que me gustaría admitir, he buscado a alguien como yo, alguien con la misma personalidad, el mismo deseo, el mismo espíritu de combate. Y mira nada más: He encontrado al candidato perfecto, luego de una exhaustiva búsqueda. Has entrado sin saberlo en mi juego, has firmado un pacto por la supervivencia y aceptaste que la oscuridad floreciera en ti, todo por querer encontrarla y... ¿Protegerla? Como hace 2 años, como hace un año... Como hace 15 putos años. Habiendo hecho esto, diste el primer paso de mi plan, yo solo aceleré las cosas enviándote a las criaturas, dando órdenes de saquear tiendas de suministros, ayudándote a probar el poder de la Locura, mostrándote la vida tal cual es: El más fuerte siempre se jode al más débil, así como el cazador acecha a su presa, ésta misma tiene derecho a matarlo. Todo es cuestión de conocerse a ambos y ajustar el tablero a tu antojo, para luego demostrar quién es el verdadero cazador.
-¿Cómo sabes su nombre completo?- Sentía la garganta seca, mis piernas temblaban inconscientemente y un sudor frio bajaba por mi sien y terminaba en mi barbilla. Me siento como el que tiene resaca y apenas va recordando lo que hizo el día anterior, simplemente, tener aquella seguridad repentina que ese era su apellido real, era algo que no me explicaba, ni mucho menos los años que él me ponía. ¿Acaso la conocía desde hacía tanto tiempo?, ¿Qué edad es la que tengo? Según yo, no paso de los 14 años, así que puedo tomar por mentira aquello, aunque bien sé que eso no es del todo falso. Lo siento, como si un vago recuerdo pasara fugaz por mi mente, cual parpadeo.
-Te he dado un discurso para reflexionar y tú solo te preocupas por saber los datos de esa mocosa. ¡Vaya que eres patético!
-¡Contéstame a la pregunta!- Bajé del auto y me le puse cara a cara.
-No éstas en condiciones de exigir cosas, niño. Basta con un leve rose de mi palma para hacerte desvanecer, tan solo un ademan para echarte a perder todo, desaparecerte de la existencia misma. Dime, ¿Te sientes cansado, verdad? Piensas que has utilizado la Locura, eso quiere decir que no la podrás utilizar en un largo tiempo, lo que me da la ventaja sobre ti al yo poseerla en su máximo esplendor. Sabes de lo que ésta es capaz, sabes que ningún arma conocida podrá frenarme, ni siquiera te daré tiempo de esconderte. Lo perderás todo, tu historia quedará inconclusa, morirás sin saber la verdad, sin conocer a Karla, sin saber qué te trajo hasta aquí, sin saber nada. Una decisión y ya está- Sacó una pistola y tomó mi mano, para luego darme la pistola-. Tú elijes el rumbo de tu historia: ¿Vives o mueres?- Con una sonrisa cínica, apuntó el cañón a su cabeza.
Parecía que el tiempo se había detenido, los segundos parecían horas eternas, un sudor helado salía de mi cuerpo, parecía que me estaba derritiendo. Nauseas se presentaron, mi mano temblaba inconscientemente, mi rostro era una combinación entre impotencia y rabia. Había caído en su puto juego, no tenía salida alguna. Si le disparaba, él me mataría sin más. Y si no lo hacía, estaría siguiéndole la corriente, entraría a su tablero y él ganaría, pues habrá probado que soy una pieza más. Me sentía atrapado, no tenía idea de lo que debía de hacer. ¿Seguir sufriendo o morir en paz?, una pregunta que más de uno se debió de haber hecho, cuando la diminuta hoja de metal pintaba el suelo de un carmesí reconocible por el ojo humano.
-Si no tomas tu decisión, entonces yo lo haré por ti- Levantó su dedo índice, lo que provocó que mi dedo se posicionara en el gatillo y comenzara a ejercer presión, a lo cual me resistía- ¿Qué pasa?, ¿Acaso no quieres dispararme? Puede que solo te estuviese mintiendo, puede que solo esté usando pupilentes- Su sonrisa se agrandó.
-O puede que me digas la verdad y si te disparo, me mataras- La piel de mi dedo comenzaba a abrirse, como si un hilo enroscado en éste la rasgara. Paraíso para algunos e infierno para otros, saber que lo inevitable llegará, que el sueño eterno te consumirá, tan solo con un leve cese de mi resistencia, tan solo con dejar de pelear, tomarse un descanso y perderlo todo. Aunque, ¿Qué puedo perder?
-Solo hay una manera de averiguarlo, ¡Dispara!- Cual leyera mis pensamientos, o tal vez respondiendo a mi afirmación, exclamó con euforia.
Un aumento en la presión me obligó a ceder. Una explosión perturbó el silencio, una bala cortó el aire y sangre recorría mi mano. La decisión había sido tomada y yo...
Jenni, aquí puedes comentar XD
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