Capítulo 15: Rosa de los Vientos Parte 1
Mis manos temblaban con la brisa gélida de aquella habitación, aun sentía aquellas emociones de la pesadilla y los recuerdos de Demian no desaparecían.
Voces se escuchaban a las afueras, pero algo me decía que no era prudente salir. Sin embargo, puede que de ellos sean los que me den las respuestas que busco, tal vez y hasta sean otras personas como yo. Intenté levantarme y caminar con cautela hacia la ventana, mas el frio era inclemente y mi estado actual no era el mejor. Una acides se manifestaba en mi estómago y un líquido con un sabor peculiar subía por mi garganta. La sangre pasaba en abundancia por mis labios y caía a mis pies, los cuales temblaban a tal grado, que caí de rodillas sobre el espeso charco carmesí. Mis músculos parecían desgarrarse con cada movimiento de mi cuerpo y un ardor insoportable transitaba por mis venas. El frio aumentaba y mi temperatura igual, mi cuerpo temblaba inconscientemente y la sangre salía a montones de mi boca. Mi mente estaba nublada y ya no tenía control de mi cuerpo, solo podía escuchar cómo dos sujetos hablaban. Uno de ellos tenía una voz que se me hacía familiar.
"Buscas lo que te niegas a ver. Pasado, presente y futuro se unen en un solo ser. Las espinas que impiden tu vuelo serán aquellas que te den impulso para surcar el cielo. El espejo se ha revelado, mostrándote el inicio de los aullidos."
Intenté levantarme, pero era inútil, apenas logré exhalar mis últimas palabras antes de desmayarme:
-Mierda...
Día 7, 9:45 AM
Desperté jadeando, sangre seca estaba adherida a la mitad de mi rostro y cuerpo. Mis músculos aun me dolían como si estuviese embarado, sentía la garganta y boca seca, al igual que mi cabeza...
"¡Demonios!" Pensé al instante.
Intenté recordar al detalle todo lo que había acontecido y, por fortuna, no había olvidado nada. Suspiré de alivio e intente, como aquel día, volver a salir, mas el frio matutino era insoportable, apenas y podía sentir los dedos. Volví a la cama y me acurruqué entre las sabanas.
Saben, estos días están buenos para un café con galletas. Solo espero que ningún invitado sorpresa haya entrado como la última vez.
"Grandes cambios se avecinan. La corona ha sido transferida a un nuevo portador. Alone, regresaras a tus raíces, descubrirás tu identidad y maldecirás tu destino, pues él lo dese así. Señores feudales reemplazados por generales, orden sustituido por caos, el HELLHOUND se acerca, y la Flor está cada vez más lejos."
"¿Por qué anoche...?" Mi pregunta fue interrumpida.
"Así él lo quiso. El nuevo monarca ha declarado tu despertar absoluto antes de que la Flor se marchite y los aullidos cesen. Tu cuerpo ha sido forzado a utilizar la locura y las consecuencias han sido fatales para ti. De no ser por mi intervención, tu cuerpo ya estaría desintegrado."
"Pero, ¿Cómo fue que utilicé la Locura?"
"Él la introdujo y controló en tu cuerpo."
"Entonces, ¿Hay más como yo en este lugar?"
"Si." Su respuesta hizo que mi cuerpo se estremeciera y me creara un nudo en la garganta.
"¿Cuántos?" Esta fue una pregunta que nunca obtuvo respuesta.
El silencio se hizo absoluto, algo oprimía mi pecho y las lágrimas volvían a salir. Mis emociones se mezclaban y algunas contradecían a las otras, como si sufriera de alguna bipolaridad. La imagen de Jazmín en mis brazos, el momento en el que... Demian la atravesó con su espada, todos los conflictos que él pasó, su pueblo, su reino destruido... Todo lo que él amaba había sido consumido por una guerra, cuya existencia nunca fue registrada, pues no hubo quien sobreviviera para contarlo. Apretaba mis puños con firmeza e intentaba tragar mi llanto.
"¿Cómo es posible que esto me afecte de tal forma? Ni siquiera lo viví y me duele más que los recuerdos que tengo con... Karla." Su nombre fue como una ráfaga de viento que se lleva todos los pesares.
Me levanté ignorando el cansancio de mi cuerpo, busqué unos abrigos y salí con toda la firmeza que pude de aquella habitación.
"No puedo quedarme todo el día sufriendo por el pasado, pues hay alguien en mi presente que aún vive en mí. Aquella chica que me da fuerzas para seguir adelante: Karla."
Subí al techo y miré a mis alrededores, notando cómo a la lejanía se podían ver varas de metal incrustadas en el suelo. De hecho, eran centenares de estas, se asemejaban a las lanzas que cargaban los ejércitos en batalla, tanto por el número, como por la forma. Miré detrás de mí y logré ver a la escuela.
-Karla, no importa qué, pero obtendré las respuestas que busco y saldré de aquí, ¡TE LO PROMETO!- 2 voces salieron de mi boca, sonando al unísono con la mía.
Día 7, 1:03 PM.
Ya había terminado de almorzar y salí de mi refugio para buscar más comida, pues los Höllenjunge aún están saqueando las tiendas cercanas y muy pronto llegarán hasta donde yo estoy.
Miro mi hacha y noto que su hoja está manchada de la sangre de varias criaturas, al igual que mis cuchillos. Creo que tengo mucho trabajo por hacer, así que manos a la obra.
Hice una lista de las cosas que iba a necesitar, tanto para comer, como para darle mantenimiento a mis armas. Varias eran maquinas algo pesadas, así que decidí llevarme una camioneta cercana. Por si las dudas, me llevaría las pistolas con algunas balas que me quedaban. Pues las escopetas tienen más retroceso que las pistolas y es más posible que me hagan daño a mí en lugar de los Hunter. Es raro decirlo, pero los pensamientos de Demian afectaban a mi mente, tanto que incluí entre mis cosas algunos materiales como unos carriles de cajón, unos resortes, unos cuchillos, una cadena pequeña, tornillos, tuercas, barras de metal, y bueno, creo que ya más de uno habrá adivinado lo que quiero hacer. También, buscaba algunos machetes o espadas. Tal vez esto me pueda ser de utilidad algún día.
Con lista en mano, arranqué la camioneta y recorrí la ciudad. La primera parada fue el Supermercado de anoche, el cual, al parecer, ya no era más de los Hunter. Llené a tope la camioneta y recorrí mis refugios, siempre tratando de dejar las cosas de forma equitativa. Así repetí el proceso, deteniendo la camioneta cada cierto tiempo y poniéndome a cubierto por si algún Hunter me había seguido, pero solo eran pocos los que aparecían y eran fulminados por mis pistolas.
Ya se estaba haciendo de noche, estaba en mi refugio principal escribiendo lo que había acontecido este día. Había obtenido casi todo lo de la lista, solo me faltaba una estaca "Idej": Se trata de una o varias estacas de aproximadamente 40 cm, están hechas de un metal raro que es casi irrompible e inoxidable. Pueden atravesar cualquier tipo de materia si se lanza con suficiente fuerza y vienen equipadas con un guante que las atrae como un imán. El problema de utilizar estas armas es que necesitas tener buena precisión, pero pueden ser mortales y son menos ruidosas que las armas de fuego.
Guardé mi diario en la mochila y me dispuse a irme, cuando vi como un Höllenjunge estaba al lado de la camioneta.
"¡Pero si aún no es de noche!" Reclamaba en mi mente.
El Höllenjunge volteo a verme y rápido entró en su modo de ataque. Corrió hacia dónde yo estaba, mientras sacaba mi pistola lentamente de su fornitura. Yo me encontraba casi en el centro de la casa, así que no me sería difícil atinarle el disparo. El Höllenjunge pasó el marco de la puerta a la par de que levantaba mi arma.
-Mu...- Mis palabras se interrumpieron al ver cómo el Höllenjunge se convertía instantáneamente en polvo.
Me había quedado con el dedo en el gatillo y con cara de idiota, casi al borde de lo incomodo, lo asustado, confundido y molesto. Aun así, tenía una sonrisa fingida y perturbadora.
-¿Qué putas pasó?- Preguntaba confundido.
Salí del refugio y miré a los alrededores, divisando a algunos Höllenjunge paseándose por la calle.
-¡Santa Claus no existe!- Grité para llamar su atención.
Los 5 me escucharon y corrieron hasta donde yo estaba. Sin pensarlo, entré a la casa y esperé a que entrarán. Solo 3 entraron y, como el otro, se volvieron polvo al instante, como si hubiesen sufrido el chasquido de Thanos. Los otros 2 se habían quedado afuera, viéndome con rabia, pero no se atrevían a acercarse. Yo, sin inmutarme, me quedé viéndolos y los mandaba a la verga con mis dedos, lo cual los irritó más, pero igual no pudieron hacer nada.
Cuando me aburrí, salí como si nada de la casa, cosa que los 2 Höllenjunge aprovecharon para arrojarse hacia mí. Tomé a uno por los brazos y lo lancé hacia la casa, para luego dar media vuelta sacando un cuchillo y clavarlo en el cuello del último. Limpie la hoja de mi cuchillo y dejé el cadáver del Höllenjunge empalado frente a la casa, la cual había dejado con la puerta abierta. Soné el claxon de la camioneta varias veces y corrí hasta uno de los edificios. Me dirigí hasta el quinto piso, cerré la puerta, asegurándome que ninguna criatura me había seguido, saqué de mi mochila unas papas fritas y me senté al lado del gran cristal que daba a mi refugio.
No tardó mucho en formarse el tumulto, agitados y frenéticos, todos chillaban de rabia y se lanzaban hacia la trampa, entrando con cuerpo físico, pero acabando como polvo. Escuchaba de nuevo esa melodía, aquel violín de aquella vez, pero ahora más cerca. Era como si estuviese en este mismo edificio, pero en uno de los pisos superiores. Sin embargo, Höllenjunge no cambiaban su ataque frenético... Desearía decir lo mismo de mi cuerpo. Aquella canción, aquellos pasos, aquella risa, todo hacía que mi pie se moviera a su ritmo, que mis músculos se tensaran de emoción y que se manifestara una sonrisa en mi cara. El ventanal se ponía pañoso a causa de mi respiración, pasé mi mano por este y pude notar cómo mis ojos eran de un color rojo intenso. La música se reiniciaba y escuchaba cómo al fondo varios aleteos se acercaban a gran velocidad. Esto me excitaba, quería romper el vidrio y matarlos a todos, no por odio, sino por diversión. Me costaba trabajo no tomar mis armas y matarlos a todos. De un momento a otro, mi celular sonó, para notificarme de este mensaje:
"El viento ha sido hecho para ti, busca la nota indicada, pues esta noche danzaremos como hemos soñado. Despierta del sueño, vuelve a la realidad, deja que la razón se apague y la pasión te embriague, despierta al HELLHOUND."
En ese momento, ya no me pude contener, era inevitable, solo me dejé llevar por mis instintos: Rompí el cristal de una patada y salté al vacío, cayendo sobre el pavimento sin ningún rasguño. El ejército de Höllenjunge estaba frente a mí y cambiaron su atención hacia donde estaba. Más rápido de lo que pensé, absolutamente todos corrieron hacia mí con intenciones de desgarrarme.
-¡Bailemos!- Solo armado con mi hacha, corrí hacia ellos.
Pase a la primera fila de largo y rebané los cuellos de 5. Todo se movía a cámara lenta y yo no paraba de reventar cráneos con el hacha. Sangre se mantenía en el aire, mientras que el filo de mi arma producía más. A varios los golpeaba hasta desfigurarles el rostro y a otros solo los pateaba para mandarlos contra muchos de sus semejantes, dañándolos por la velocidad del cuerpo. Frené mi movimiento, haciendo que todo volviera a fluir con normalidad. Varios Höllenjunge estaban sin entender lo que había pasado, aunque igual dejaron la confusión para arrojarse hacia mí. Recibí a varios con golpes que destrozaban los cráneos y patadas que atravesaban y desintegraban torsos. Un Höllenjunge me lanzó un zarpazo, pero lo esquivé con facilidad y le corté la mano, para después usarla como arma contra los otros, mientras que a él lo mantenía con vida y admirando cómo su propia mano degollaba a decenas de sus compañeros en solo segundos.
Ya solo quedaban pocos, el violín seguía con su melodía, levanté la vista y pude observar a aquel músico: Estaba tocando su violín en lo alto del edificio donde antes estaba. Danzaba y saltaba al ritmo de su música. Me contagio de su danza y comencé a imitarlo, combinándola con mis contraataques a los Höllenjunge que se acercaban. El que había dejado con vida, me lanzó otro ataque con sus garras, mas le corté la mano y arrojé su otra garra hacia 3 criaturas que tenia de frente, traspasándoles el cráneo. A otros 2 que quisieron matarme por la espalda, los tomé por sus cabezas y las choqué, causando que estas se destruyeran. Los 6 restantes, sin contar al manco, hicieron un círculo alrededor de mí y se acercaban amenazando con atacar en cualquier momento. Yo me mantuve en una guardia improvisada, esperando a que alguno fuese el primero en lanzarse.
"Concéntrate en tus venas." Escuché de nuevo la voz de aquel violinista de mis sueños.
"¿Qué?"
"Concéntrate en tus venas y ordénale a tu sangre salir"
Pensé que era una locura, pero qué más daba. Miré mis antebrazos detenidamente y visualicé a mi sangre salir. Sentía un gran ardor en mis antebrazos y veía cómo un vapor rojizo salía de estos y me rodeaba. El olor metálico deleitaba mi olfato y tentaba a mi lengua salir para saborear la dulce sangre. Recordaba esto, era como aquella vez que el cuervo me había curado. Extendí con brusquedad mis brazos hacia mis costados, haciendo que aquella brisa sangrienta saliera disparada a todas direcciones, acribillando a los 6 Höllenjunge que tenía alrededor. Esto dolía como no tienen idea, pero era el precio por ver cómo los cuerpos de aquellos seres caían desangrándose al suelo.
Solté una gran carcajada, junto con la de aquel que había acabado de tocar en lo alto. Miré hacia el edificio, pero ya no estaba, solo había unas plumas negras que eran llevadas por el viento. Me decepcioné un poco, así que decidí terminar lo que empecé cuanto antes: Fui hacia el Höllenjunge manco y lo tomé por el pie. Acto seguido, me dirigía con lentitud hacia mi refugio. Él solo chillaba e intentaba zafarse en vano de mi agarre, veía de reojo cómo lágrimas de sangre bajaban por sus mejillas y su rostro reflejaba algo que pasaba del terror absoluto, casi apuesto que pedía piedad. Varios de su raza se asomaban por las esquinas, no tenían expresión de ira, sino de tristeza, como si fuesen niños de verdad al borde del llanto. Mi cuerpo estaba a punto de entrar por completo a mi refugio, cuando escuché un grito a mis espaldas:
-¡Detente, por favor!- La voz de un niño me suplicaba a mis espaldas.
En ese instante, mi sed de sangre y frenesí asesino desaparecieron, dejándome un agotamiento feroz, apenas y podía sostener el pie del Höllenjunge. Voltee detrás, encontrándome con un niño... Un niño normal, aunque desnutrido y algo sucio. Estaba arrodillado, me suplicaba que dejara a su... hermana. Baje mi vista, notando como el Höllenjunge femenino aún hacia un esfuerzo por salir de mi agarre. De pronto, lagrimas recorrían mi mejilla y un gran nudo se formaba en mi garganta. Las peticiones del niño me rompían el alma y estuve a punto de ceder, cuando una bala cortó el aire y destruyó el cráneo del infante.
-¡No!- Grité con desesperación y me puse a cubierto, sin percatarme que aún tenía el pie de la "hermana" del niño.
Su pierna se volvió polvo entre mis dedos, sus gritos revelaban mi posición. No tuve de otra y la jalé aún más hacia mi refugio, haciendo que su cuerpo se convirtiera en polvo al instante.
-Por lo menos, podrás ver a tu... hermano una vez más- El nudo en mi garganta aún estaba presente.
Mi mano temblaba y la migraña se apoderaba de mi cabeza. Miré hacia todas direcciones, mas no logré ver nada, solo unas plumas negras que eran llevadas por el viento a la lejanía.
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