Respuesta diferente
Esperaba en la esquina donde la mañana anterior había tropezado con Elios. Miraba mi reloj comprobando que la hora fuera la misma y de vez en cuando echaba un vistazo al camino por el que, se suponía, que él viniera, pero no había señales de él. Ya estaba comenzando a desesperarme, más no actué como hubiera querido debido a que eventualmente pasaban algunos alumnos de mi escuela por las cercanías.
Esperé un cuarto de hora más, pero nada. Elios no aparecía y eso ya me preocupaba.
-¿Le habrá pasado algo?- pensé en voz alta.- O quizás no viene hoy.- miré la tarjeta y apreté el puño.- ¿Si no vas a venir por qué rayos me das la mitad de tu número?- solté con molestia.
-¿Tienes curiosidad?- un susurro pasó por mi oreja haciendo que me erizara y soltara un chillido de espanto al alejarme.
Al voltearme y ver quién era, mi cara de miedo se transformó en una de molestia. Di un golpe en el suelo con mi pie y maldije por lo bajo por haber sido tan predecible.
-¡Elios! ¡Eso no se hace!- como era de esperarse, su risa melodiosa fue la respuesta a mi comentario, aunque tampoco me molestaba que fuera así.
-Eres muy ruidosa, ¿sabes?- dijo con esa sonrisa vampiresca tan suya.
-¿Por qué me tienes que dar un susto como ese?
-Tú querías tomarme por sorpresa a mí, ¿o no?
-Yo...- comencé a decir por impulso, pero luego me detuve.- Lo admito. Quería hablar contigo para que me explicaras esto.- le mostré la tarjeta solo para luego darme el facepalm que me merecía.
-Enana, ¿eres tonta o te falla la memoria?
-¿Puedes dejar de llamarme enana?
-¿Puedes dejar de mostrarme papeles como si los pudiera ver?- esa expresión me hubiera oprimido el corazón si no fuera porque su rostro no mostraba tristeza, más bien era una media sonrisa.
-Lo siento.- dije apenada y bajando la mirada.
Sentí la cálida mano de Elios sobre mi cabeza y eso me hizo mirarlo son un brillo diferente en los ojos. Elios sonreía, y lo hacía con una cordialidad que nunca había visto en él. ¿Acaso trataba de consolarme?
-Es mi tarjeta, ¿cierto?- asentí y agradecí que me estuviera aún tocando la cabeza pues así pudo sentir mi gesto.- ¿Tienes curiosidad?
Volvió a formular aquella pregunta, pero, esta vez, no me hizo chillar. Más bien, me provocó un leve sonrojo y que mi corazón se volviera a acelerar de manera inconsciente.
-Solo quiero saber qué sentido tiene darme tu teléfono si no lo darás completo.
-Provocarte.- retiró su mano de mi cabeza e hizo un ademán de mirar al cielo mientras sonreía con orgullo.
-¿Estás de broma?- volví a alzar la voz.
-En serio eres ruidosa.- suspiré y traté de calmarme.
-Bien. Ya estoy aquí, me tienes con curiosidad ¿no era lo que buscabas?
-Sí.- Dijo solamente y me quedé unos segundos esperando algo más.
-¿Y ahora qué?- pregunté algo mosqueada.
-Quiero saber cómo piensas conseguir el resto de mi número.
-¡¿Qué?! ¿Qué piensas que es esto? ¿Un concurso de participación?- él solo sonrió.
-Estás interesada en saberlo, si no, no me habrías esperado aquí hoy.
-¡¿Pero qué?!- me contraje por completo.- ¡Eres un engreído, Elios! ¿Quién está interesado en ti?
-Pues, al parecer... tú.
¿Por qué dice eso con esa expresión de que no pasa nada por eso? Es una broma si pretende que le crea o algo así. Jamás me gustaría, que haya tenido curiosidad por su número no significa que quiera algo con él. Eso no significa nada... no lo es... ¿cierto?
-¿Kayla?- dijo sacándome otra vez de mis pensamientos.
-¿Sabes algo, Elios?- dije en un tono bajo y con la mirada en el suelo, él solo se quedó confundido.- ¿Y qué si me gustaras?
Salí corriendo en dirección a mi escuela, pasando por delante de Sigit, quien se quedó igual de tranquilo. Llegué al edificio con mi carrera y me encerré en el baño. Me paré frente al espejo y me mojé la cara, luego me quede mirando mi reflejo y apoyando las manos en el lavabo.
-¿Pero qué dije? Ahora Elios me va a odiar...
-¿Qué le dijiste para que saliera corriendo de esa forma?- preguntó Sigit aún serio.
-De hecho fue lo que ella me dijo.- Elios estaba aún en shock.
-¿Qué? ¿Otra más que le gustas y termina odiándote?
-Todo lo contrario.- el pelinegro estaba sorprendido por aquel comentario.
-Ella no parece del tipo que tú le gustes.
-Pero... cambió de repente.
-¿Qué cambió? ¿Su forma de hablar?- se cruzó de brazos.
-Su corazón. Sus latidos cambian todo el tiempo. Es muy impredecible hasta para mí.
Sigit lo miró por unos segundos.
Elios solo maquinaba en su mente las tantas veces que aquella chica había cambiado su tono de voz, su actitud, sus latidos. Todo era tan irregular en ella. Incluso, la segunda vez que se encontró con ella, no la reconoció porque su olor era diferente. Todo en Kayla era un cambio constante, era completamente distinta a todo lo que Elios había conocido antes. Creyó, porque ya conocía esa actitud, que ella lo odiaba y esperaba que fuera como había dicho Sigit. Otra de las chicas que corre al decirle que lo odiaba. ¿Por qué Kayla había sido diferente? ¿Por qué había dicho todo lo contrario cuando su corazón sonaba como desagrado?
-¿Qué harás cuando la vuelvas a ver?- preguntó Sigit por fin.
-¿Crees que me quiera volver a ver?
-Lo hará. Eres como Dios para todo el que te conoce. Nadie sabe cómo, pero te apareces en todos lados.
-Eso es una habilidad especial mía.- dijo sonriendo con orgullo.
Sigit lo iba a golpear con la maleta de la escuela, pero Elios lo esquivó con facilidad. Salió corriendo mientras reía con descaro.
-¡Te la encargo para que la animes!- le dijo a su amigo mientras corría.
El moreno suspiró y chasqueó la lengua, un poco molesto.
-¿Por qué tengo que arreglar tus desastres?- continuó su camino a la escuela con la calma que siempre lo acompañaba.
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