¡Maldito chiquillo!
Me mordí el labio al darme cuenta de que tenía razón. Siempre había pensado que harían una amistad peculiar o me imaginaba cómo sería una conversación entre ellos, pero nunca les había preguntado si se conocían. Entonces, muchas respuestas vinieron a mi cabeza.
-¿Por eso sabías dónde era la secundaria?- él asintió.- ¿Y por eso Sigit se va tan rápido después de clase?
-Así es. Él va conmigo a casa todos los días.
-¿Sabes que igual, aunque yo no preguntara, lo podían haber mencionado?
-No lo vi necesario.- se encogió de hombros con inocente expresión.
-No ves, y punto.- dije con un ligero mosqueo.
-Ese es el punto.- esa prepotente sonrisa me sacaba de quicio.
-Te daré tres minutos para convencerme de que no me estabas utilizando ni te aprovechabas de mí.- me crucé de brazos.
-No necesito tanto tiempo, te lo diré en solo unas pocas palabras. Quiero ir contigo a un lugar especial, pero solo contigo.
No tenía idea de cómo lograba dejarme así de pasmada cuando hablaba con esa seriedad. Entonces, las palabras de Sigit se confirmaban. Por muy orgulloso que fuera ese rubio de misterioso pensamiento, me estaba pidiendo ir con él, y no quería a cualquier persona, me quería a mí.
-Te dejé sin palabras.- si ese sonrojo no estuviera acompañado por esa sonrisa, quizás me creería que le sorprendió.
-No, solo que hay cosas que aún me molestan de la amistad entre Sigit y tú.
-¿Cómo cuales?
-¿Qué más te ha dicho de mí?
-Lo suficiente.
-¡No estoy bromeando, Elios!
-No, es cierto, estás gritando.- gruñí.
-No me lo dirás aunque te insista, ¿verdad?
-Ya lo vas entendiendo, enana. Si lo quieres saber deberás descubrirlo por ti misma.- parecía que me fuera a devorar con aquella expresión, me sentía como una ficha que movía a su antojo en el tablero de su juego.
-Entonces me encargaré de saber todo lo que sepas de mí mañana.
Su asombro por mi respuesta se materializó en esa radiante sonrisa.
A pesar de que yo no estaba muy feliz que digamos por ir con él después de enterarme de lo de Sigit, seguía pensando que no podía negarle nada.
-Quedamos mañana entonces.- dijo sin cambiar ese sonriente ánimo mientras Sigit llegaba detrás de él.
-Sí, lo que sea.- fingí mi desgana.
-El, ¿podemos irnos? Tengo que estudiar.- como si fuera costumbre, el moreno tomó el bastón y lo dobló mientras su amigo se acercaba a él para tomar su hombro.
-Nos vemos mañana, Kayla.- se despidió el subió sonriendo.
-Piérdanse.- dije molesta y tomé otro camino.
-Salió mejor de lo que esperaba.
-Casi muere por ser tan impulsiva. Por suerte llegué a tiempo.
-Te dio un buen susto, creo que nunca te había visto tan preocupado.
-Más la impactamos nosotros, creo que lo que menos esperaba era vernos juntos.
-Es una soñadora, lo veía todo como algo que pasa por el destino.- levanté la cabeza como si mirara al cielo.
-¿El destino...?
-¿El? ¿Te vas a poner filosófico ahora?- sonreí y volteé a él.
-¿Cuánto apuestas a que no lo nota hasta mañana?
-Con lo despistada que es...- comencé a caminar tirando de Sigit y sin dejarlo terminar de hablar.
Cuando salí de la tienda, mientras pensaba en musarañas rubias de rostro cubierto y sonrisas vampirescas, un chico me tropezó, haciendo que la bolsa de compras en la que llevaba mi cena cayera.
-Oh, lo siento, fue mi culpa.- dijo dispuesto a recoger la bolsa.
-Está bien, yo debí fijarme mejor.- respondí con una leve reverencia.
Me dio la bolsa en mi mano, la cual acarició con cierto descaro. Lo miré incómoda por aquello y me encontré con esa mirada extraña, tan confiado y seguro de sí mismo. Además de esa sonrisa. Dios, que sensación más rara me provocaba este chico. Vestía chaqueta gruesa y oscura además de una gorra del mismo tono con un cartel que decía "good boy". No me fiaba para nada de ese mensaje.
-¿Qué haces?- dije retirando mi mano.
-Solo comprobaba que no hubieras salido lastimada.
-¿Qué?
-Me preocupaba hacerle daño a una flor tan hermosa.- ¿de dónde habrá sacado tal cursilada?
-Oye, niño, no sé quién seas, pero no tengo interés en que me andes toqueteando a tu antojo no que digas esas cosas sin conocerme.- soltando un bufido, aparte la mirada y me dispuse a irme, pero sentí algo en mi antebrazo que me hizo reaccionar.- ¡Ah!
Al mirarlo, mi piel tenía un corte y sangraba un poco. El chico me había cortado con una navaja que llevaba en su mano. Con una mirada de satisfacción, sacó su lengua en gesto infantil.
-¡¿Estás loco?! ¡¿Por qué hiciste eso?!- grité mientras tapaba la herida con mi mano.
-Tranquila, tú no eres mi objetivo. Aunque fue divertido jugar contigo.- se fue corriendo mientras reía.
-¡Maldito chiquillo!- mi brazo sangraba mucho, así que regresé a casa lo más pronto posible a curarme.
Le pedí a de favor a una vecina que me vendara la herida. Me justifiqué diciendo que me había tropezado con una cerca. Mientras ella me curaba, pensé en las palabras de aquel chico. Había dicho que no era su objetivo.
¿Será de aquellos maleantes que habían raptado a Merry? No recuerdo haberlo visto cuando ese incidente ocurrió o aquel día en el parque. Pero, si fue a por Mery, desistió y ahora vino a por mí y fue igual. ¿Quién era su verdadero objetivo?
No podía ser...pero... ¿y si sí?
¿Acaso era... Elios?
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