¡¿Cómo llegamos a esto?!
Llorar, ¿Por qué seguía llorando? No tenía sentido. Si no estaba enamorada de Elios. Era imposible después de que me decepcionara de aquella forma. Disimular mi tristeza no fue sencillo, pero traté de distraerme entre estudiando y leyendo.
Un par de días más, mi mente se sentía mejor. Había hecho algunas amistades con chicas de mi clase, las cuales eran bastante agradables. Con Sigit no había hablado, pero me fijé en lo mucho que me observaba. Su mirada de por sí, pesaba mucho. Ya casi no pensaba en Elios, aunque cuando mis recuerdos me hacían la mala jugada de traerlo de vuelta, solo me molestaba un poco. Seguía pensando que no podía odiarlo, pero aún me mosqueaba un poco.
Llegó el receso y, como había quedado con las chicas, me tocaba comprar las bebidas en la máquina expendedora mientras ellas hacían fila en la cafetería. Al atravesar el patio para llegar a la máquina, llamó mi atención una multitud de chicas que rodeaban algo o a alguien con curiosidad.
Cuando una de ellas se movió, pude ver al protagonista de mis pesadillas.
<<Que cabello tan hermoso.>> <<Que guapo.>> << ¿A quién esperas? >> << ¿Tienes novia?>> << ¿Por qué usa gafas de sol? >>
Todas esas preguntas se escuchaban en aquella multitud de chicas. Elios solo les sonreía.
-Lo siento chicas, pero estoy esperando a alguien en particular.- ellas se entristecieron, pero no dejaban de atosigarlo.
-Espero que no sea a mí, porque ni ganas de ver tu cara tengo.- susurré y seguí mi camino a la máquina.
-Pero de mí no huirás.- dijo él poniéndose de pie con semblante orgulloso.
Miré de lejos como sacaba su bastón del bolsillo de su camisa y lo extendía al frente.
La multitud calló de repente y, las que estaban frente a él, le abrieron paso con susurros revoloteando. Comenzó a caminar hacia mí, a pesar de que yo no estaba haciendo ni un sonido siquiera.
La sangre me hervía de molestia, pero hice lo posible por ignorarlo y seguir mi camino. Creí poder hacerlo, pero ese tictaguear de su bastón detrás de mí ya me estaba colmando la paciencia.
Esperando que las chicas me perdonaran por la tardanza, fui a la parte trasera de la escuela considerando que Elios no tenía problemas con seguirme.
-¿Para qué viniste a mi escuela?-dije sin voltearme hacia él.
-Aún debo aclarar las cosas contigo.- su voz sonaba seria.
-¿Por qué haces este espectáculo en mi escuela?
-¿Te refieres a venir? Era la única forma que tenía de hablar contigo.
-Me refiero a hacerte pasar por ciego.- dije llegando al final del terreno y volteando a verlo.
-Kayla, nunca te lo he negado. Soy ciego.
-¿Cómo creerte?-dije apretando los labios.
-¿Qué te parece empezar por escuchar lo que tengo que decirte?- su seria expresión me hizo soltar un suspiro.
-Bien, te escucho.- me crucé de brazos y lo miré haciendo un puchero.
-Ese día estaba enfrentando a esos matones para rescatar a una amiga.- explicó.
-¿Qué?
-Merry, una amiga mía fue secuestrada por ellos. Ella no puede ver ni caminar. La estábamos rescatando.- bajé la mirada arrepentida de mi actitud ante la situación.
-Lo siento…- susurré.
-No lo sabías.
-Debí escucharte.
-Al fin reconoces lo cabezota que eres.- la pena que tenía no me había dejado levantar la vista, pero siempre lograba animarme con sus palabras, solo que ese ánimo estaba combinado con molestia.
-¿Podrías dejar de ser presumido?- hice un puchero.
-¿Podrías dejar de evitarme cada vez que trato de hablar contigo?- sonrió, provocando que mi sangre hirviera.
-Será porque no tenía ganas de verte.- le di la espalda cruzada de brazos.
-¿Estás segura?- levanté la mirada, sorprendida por su pregunta.
Volteé para enfrentarlo, creyendo que me recibiría con su descarada sonrisa otra vez. Sin embargo, su seriedad fue la que me cortó el aliento. Lo dijo, pero su expresión era tan distinta a lo que esperaba. Elios no lo había dicho como broma, al menos, esta vez no parecía haber sido así.
-Merry...- dije en un susurro.
-¿Qué?- le desconcerté con el cambio tan brusco de tono.
-¿Cómo está Merry?- ¿Sonrojado? ¿Cómo es posible ver a Elios sonrojado? ¿Y por qué?
-Que orgulloso me siento de ti.- dijo galantemente haciendo que yo también me sonrojara.
-¿Quién eres? ¿Mi padre?
-Podría parecerlo por lo enana que eres.
-Tú…
-Preguntó por ti.-me interrumpió antes de que pudiera seguir hablando.
-¿Qué? ¿Quién?
-Merry, ella también preguntó por la chica que me había ayudado.
-Oh, ya veo.- bajé la mirada.
Se sintió incómodo de repente. Todo ese odio que había acumulado en mi corazón esos días se estaba disipando en nuestras palabras. Una conversación fluida y a la vez intermitente. Era extraño, pero Elios hacía que todo fuera así siempre. Acerqué mi mano a mi pecho, ya no estaba tan acelerado, de alguna forma, estaba tranquila y no entendía por qué. Aunque, lo que más me sorprendía era que no había sentido esta paz desde la última vez que hablé con él.
-Kayla…
-¿Sí?- vaya manera tenía de hacerme navegar entre pensamientos y traerme de vuelta.
-¿Aún piensas eso que dijiste? ¿De qué te gusto?
Como ardían mis mejillas en ese momento. Y tampoco mis ojos se podían apartar de él. Calma, ni dos segundos me duraste. Otra vez sentía el corazón a millón.
-Yo… no lo sé, Elios…- dije suspirando.- Estoy procesando aún lo que me contaste.
-¿Lo comprobamos?- esa sonrisa vampiresca me daba mala espina.
-¿Cómo?- pregunté lentamente y levantando una ceja.
-Fácil. Tengamos una cita.
-¡¿Qué?!- palidecí por un par de segundos.
-Enana ruidosa.
-¡Calla!
-Probemos algo, Kayla. Si te gusto o no, lo decidirás luego de terminar la cita. ¿Te parece bien?
¿Por qué tiene que sonreír como un galán? Me colma la paciencia. Si ya de por sí fue bastante ruido para mi cerebro todo lo que había venido a decirme, que me pidiera una cita era como si dejara explotar fuegos artificiales dentro de mi mente.
-Bien, como quieras.- apreté los dientes tratando de ignorar el calor de mis mejillas.
-Te encuentro a las 9 de la mañana en el parque central el sábado.- dijo antes de que la campana sonara.
-¿Qué? ¿Ya pasó el receso?
-Nos vemos entonces.- comenzó a caminar hacia la salida.
Me daban ganas de decirle un par de cosas más que solo mi molestia y enojo sabrían sacar, pero llegaba tarde a clase. Me apresuré al edificio principal mientras pensaba en todo lo que había hablado con Elios. Al fin y al cabo, un chico guapo me había ofrecido una cita, eso ya era algo por lo que estar feliz y, de hecho me hizo sonreír.
-¿Estás alegre por algo?- me preguntó Sigit al verme entrar al aula tan sonriente.
-Tengo muchas cosas en la cabeza, pero sí, estoy feliz por una buena razón.- una leve sonrisa noté en los labios del moreno, pero justo mi estómago había sonado.- Aunque también quisiera tener algo en la panza.
Sigit suspiró y me dio una bolsa con un pequeño dulce dentro. Le agradecí mil veces mientras me lo comía segundos antes de que entrara el profesor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro