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primer aniversario

— ¿Por qué haces esto?

Cuestionó Minjae, al mismo tiempo que dobla una blusa para luego colocarla sobre la pila de ellas que se encuentra sobre la cama.
Suspiró. Sabe que no hará que Hana cambie de opinión, solo busca comprender el porqué de este encuentro.

Hana, por otro lado, esta tratando de hacer una ondulación en su cabello. Es tan lacio que tratar de hacerlas es igual a sus primeros intentos en resolver ecuaciones de balanceo.

Difíciles, pero no imposibles.

Miró a través del espejo a su compañera de departamento, su mejor amiga por, al menos, la mitad de sus veintiséis años de vida.
Sonrió sin mostrar sus dientes, una sonrisa parecida a cuando miras algo tierno que provoca calidez en tu corazón.

— Se que estás esperando una respuesta,— dejó la tenaza en su escritorio y se giró para encararla, sabe que necesita calmar la inquietud que danza sobre Minjae, así que camino hacia ella y se sentó en la orilla de la cama, con una pierna debajo de su cuerpo y la otra colgando, procedió a quitar la blusa echa una bola que sostenía y tomó sus manos, dejando suaves caricias sobre sus nudillos. — No puedo darte una respuesta que yo tampoco tengo; supongo que fuimos tan importantes el uno del otro que, más allá del dolor, decidimos celebrar este día como una conmemoración de todo lo bueno que fuimos.

Su voz y su mirada fueron lo suficientemente suaves como la seda para que Minjae lo comprendiera: no importa qué pasará entre Hana y su ex novio, ellos siempre iban a estar el uno para el otro. Había sido una promesa. Lo sabía.

— ¿Quién en su sano juicio decide tener una celebración de aniversario por haber terminado con su ex? Cielos, nunca lograré comprenderlos.

Minjae frunció el ceño mientras mira a un punto detrás de su mejor amiga. Hana solo rió, negando con la cabeza.

Porque, honestamente, ¿quién en su sano juicio aceptaría salir con su ex pareja en el aniversario de su ruptura?



Entre risas, comprendió el porqué decidieron celebrar esta fecha que, un año atrás, las lágrimas en los dos pares de ojos nublaban la razón.

— Así que, entraste al proyecto,— Taehyung levantó la copa de vino tinto. Cabernet Sauvignon, su favorito. A Hana le gusta pensar en lo curioso que suelen ser los intereses de él; pequeñas cosas características que forman un todo, y como resultado: Kim Taehyung. Elegante, intenso y complejo, justo como ese vino que tanto disfruta. —Era bastante obvio que lo lograrías.

Mientras toma una cucharada del mousse de mango, sonríe. La mirada de Taehyung, que deambula entre la copa y ella, atrapan esa sonrisa. La conoce. Puede enlistar las formas que sus labios toman para cada ocasión. Esa sonrisa, claramente, es de regocijo. Hana sabe que es inteligente y capaz, pero un halago de vez en cuando no está de más.
Al fin, introduce la cuchara a su boca sin perder la sonrisa y su mirada nunca abandona la de el hombre frente a ella.

La copa sigue a la altura de sus labios, como si el cristal fuera a ocultar la sonrisa. Como si sintiera pena de sonreír de esa manera tan espléndida frente a ella.

No siente que es digno de tener el privilegio de sonreír así.

— Empezamos con la planeación luego de la celebración de Año Nuevo. Supongo que ese día no habrá fiesta para mi.

Resopló al mismo tiempo que rueda los ojos. Agitó suavemente la copa antes de reposar la orilla en sus labios y beber. Al terminar de tomar un sorbo, dejó la copa sobre la mesa de manera grácil y la miró con una ceja arqueada.

— De cualquier manera, prefieres dormir antes que mirar los fuegos artificiales, Choi Hana.

Hana resopló, indignada. Colocó su mano derecha sobre su pecho, cerca del órgano que no había estado tranquilo hasta que la botella de vino llegó a la mesa y la tensión logró disiparse.

— Solo fue una vez...o tal vez dos.

— Tal vez fueron tres.

— Mi excusa es que empezaba a trabajar muy temprano y terminaba muy tarde.

La mirada de Taehyung esta sobre sus dedos sosteniendo el tallo de la copa, las comisuras de sus labios levantándose ligeramente. No tiene el valor de mirarla mientras está sonriendo. No sería capaz de resistirse.
Tampoco, cree que fuera necesario decir en voz alta lo que su mente está recordando.

Verla yacer sobre la cama que solían compartir, desnuda y con el cabello revuelto esparcido sobre la almohada, era mejor que cualquier espectáculo de fuegos pirotécnicos.

No debe decirlo.

— Ser tu propio jefe tiene sus ventajas.

— Por supuesto que sí, señor dueño y editor de Editorial Vante.

Taehyung río ligeramente mientras negaba de igual forma.

— Lo haces sonar como si fuera algo grande, Hana. Solo es una pequeña oficina y un soñador.

La mujer frente a él ladeó la cabeza. Entrecerró sus ojos para después revirarlos.
Editorial Vante es más que eso, pero Taehyung suele ser humilde al respecto.

— Para mi, eso es más que suficiente, Tae-Taehyung.

Por primera vez, los ojos achocolatados de Taehyung miraron a Hana. Intensos. Tratando de descifrar el porqué se detuvo.
Ese diminutivo compuesto con el que lo empezó a llamarlo luego de tres meses de estar saliendo, no es especial. Es sólo su nombre. Ella lo había dicho. Entonces, ¿por qué se detuvo?

Aunque, lo entiende, es parte de una intimidad que ya no les pertenece.

Hana tomó la servilleta de tela blanca para limpiar las comisuras de sus labios, sintiendo la asperidad de esta, lo que provocó que frunciera el ceño ligeramente. Volvió a colocarla donde estaba y luego, se removió en su asiento. Había estado tan cómoda que no se dio cuenta del momento en que dejó a su cuerpo deslizarse.

— Creo que debo irme.

Taehyung, que cualquier partícula de viento que estuviera flotando sobre la mesa es más entretenido que enfrentar a la mujer frente a él, asintió; luego, escuchó un suspiro seguido del ruido que provocó la silla.

No puede levantar la mirada. No quiere.

— Me voy, Kim Taehyung.

Ya lo había escuchado antes, que ironía. Rió ante el vago recuerdo de aquella tarde.

— Es gracioso que siempre huyas.

Hana lo miró incrédula. Su mente había tardado en procesar lo que Taehyung dijo.
Ahora, sabía que no estuvo en su sano juicio cuando aceptó esta estupidez.

Dos semanas atrás, cuando se encontró a Taehyung en la tienda de conveniencia que solía ser un punto medio donde quedaban de verse en algún intervalo de sus trabajos, se tomaron el atrevimiento de sentarse en la mesa que se encuentra fuera del establecimiento, la que solían ocupar en esos encuentros. Hana, pensaba que las coincidencias no existen. Que un hecho tan fortuito no pudo ser una coincidencia. Que hubo una fuerza suprema que los puso en el mismo contexto para volver a encontrar; entonces, si tuvieron que pasar distintas alteraciones y eventos para que ellos pudieran encontrarse nuevamente, ¿por qué desaprovechar la oportunidad de salir a cenar cuando sus agendas se lo permitieran?

Irónicamente, un año atrás, un veintiocho de noviembre, habían decidido ponerle punto final a la historia que se esmeraron en no dejarle coincidencia alguna.

— Tal parece que aún no puedes dejar nuestros errores donde pertenecen, Taehyung, en el pasado.

¿Errores? ¿Qué error había cometido él? Aparte de amarla con locura.

La ausencia de Hana se sintió como una corriente de viento gélida. Su ausencia volvía a repercutir en el pecho de aquel hombre que en algún lapso de tiempo, proclamó como suyo.

El tiempo no era más que un pedazo de papel consumido por el fuego de lo intenso que fue ser.





¡Hola! Esta es una pequeña y corta historia que se me ocurrió luego de leer el título de una canción llamada breakup anniversary de Giveon, aunque la historia no tiene nada que ver con la canción jaja. Me encanta escribir cosas que duelen, no sé porque. ¡Espero te guste y la disfrutes! Por favor, déjame saber qué opinas, te lo agradecería. <3

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