Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

9. Certeza 👽

Háblame, no hay nada que no podamos arreglar con honestidad
Y cómo todo se volvió tan oscuro
Está fuera de mi alcance
Y la felicidad se quedó ahí donde la dejaste
Cuando aceptaste la apuesta.
Estoy cansado de la ciudad
Grita si estás conmigo
Si vamos a morir entonces que sea en un lugar lindo
Triste en el verano
La ciudad necesita una madre
Si voy a perder mi tiempo entonces es momento de irse
Llévate a ti mismo a casa.

Take Yourself Home, Troye Sivan

🌌


KyungSoo supo que esa sería una noche larga, como en la llegada de Kaori, cuando JongIn se giró en la cama y comenzó con sus preguntas. Si creía que una niña podría ser curiosa, o que incluso él mismo podría estar tan confundido con su identidad, entonces era porque indudablemente, JongIn pocas veces hablaba de sus sentimientos más profundos; o al menos, de sus dudas existenciales. A veces KyungSoo confiaba ciegamente en él, y es que JongIn tenía tantas respuestas bonitas, que no le cabían dudas de que habían surgido después de la llegada de Almien.

Sin embargo, Almien no era suficiente para terminar de sanar su pasado. Le había ayudado con su madre, pero al parecer, le había quedado pendiente el padre; y ese tema, ese sí que era uno mucho más complejo para JongIn, porque no se trataba de tener la certeza de que el espíritu de su madre lo protegía en todo momento. El señor Kim seguía vivo y completamente ausente, y eso abría cada año, un poco más la herida que nunca había acabado de cerrar.

—Kyung, ¿ya te dormiste?

—Sí...

—Bien, entonces hablaré con tu yo sonámbulo —murmuró y se acomodó sobre su pecho.

KyungSoo rio por lo bajo y lo rodeó con los brazos. —Y ahora qué pasa, niñito —suspiró, cual madre que aún no tenía suficiente con el ajetreado día.

—Pienso en lo que dijiste, y no siento que sea tan egoísta conmigo mismo. Pero tampoco creo que sea tan bueno y generoso como tú dices... Antes de Almien, sólo me quejaba de todo. Ni siquiera quería que se quedase en casa.

KyungSoo suspiró, ¿cómo podía ser que JongIn siguiese anclado a esos días? No sólo a Almien, sino a todo lo anterior. Parecía que el alien no había ayudado en nada, porque JongIn seguía siendo en efecto, un niñito en su corazón, uno que miraba siempre al pasado. O al menos más de la cuenta desde que Almien había regresado, ¿acaso esa cosa sólo se aparecía para revolverles el cerebro?

—Ah... —resopló—. ¿Y qué importa? ¿Por qué atribuyes tus buenas cualidades actuales a situaciones externas? Siguen siendo tuyas. Salieron de ti.

—Es que no me gusta... Es como si nada de eso me perteneciese. Nunca ha sido mío. No me siento orgulloso, ¿por qué no fui así desde el principio?

—Bueno, al menos acabas de expresar exactamente como me siento respecto a tu perfecto Almien... —refunfuñó con sarcasmo.

—No era perfecto —alzó la mirada.

—¿Y por qué no aceptas que siempre fue parte de tu esencia? Simplemente agradécelo, ¿acaso sientes culpa por ser como eres?

—Bueno, tú también acabas de expresar exactamente lo que yo intento decirte respecto a Almien...

—Rayos... —cerró los ojos y respiró con profundidad, no quería perder la cabeza por aquella conversación; su paciencia, lamentablemente, era muy limitada y detestaba hablar de ese tema—. Tienes razón, esto es muy difícil JongIn, ¿cómo se supone que nos ayudaremos si tenemos el mismo problema?

—Supongo que por eso vino Kaori —volvió a su lugar, cruzando las manos sobre su panza—. ¿Y si hubiese sido diferente?

—Tú ya eres diferente. Elegiste serlo, porque sentiste que sería lo mejor, y doy fe de ello. No es como si un día de pronto te levantases y dijeses, “hoy voy a ser bueno, generoso, amoroso y compasivo”. Nadie nace siendo Jesús —se sorprendió de su repentina revelación y siguió con orgullo, porque no iba a andarse de humilde, ese no era su estilo—. Incluso si tus padres hubiesen seguido juntos y tu madre siguiese viva, ¿quién te asegura que hubieses sido como eres hoy? No lo sabemos, y no hay forma de saberlo. Aprendemos de diferentes formas, y la mayoría de las veces, del modo difícil.

—Hubiese querido que fuese fácil.

—Entonces sigue queriéndolo. Eres fuerte, aunque sea difícil, puedes ponértelo fácil. Pero si tienes tan poco amor propio, no sabrás valorar lo que viene fácil, creemos que todo debe ser en base a sacrificios, y no es así. Tú eliges, JongIn. Tendrás que renunciar a algunas cosas, y no podrás evitar sufrir por ellas, pero si es en pos de tu felicidad, de tu amor propio, ¿por qué no?

—No lo elegí, no eliges eso. Sólo lo sientes.

—Entonces elige no sentir más rencor hacia tu padre. Renuncia a tu idea de que te dejaré, o que yo puedo hacer lo mismo... No somos todos iguales, ya deberías saberlo... —suspiró—. ¿Acaso Almien no te ayudó a comprenderlo?

—Sí... Pero de ahí a aplicarlo, es otro salto —murmuró y giró a verle—. ¿Y tú cómo lo hiciste? ¿Cómo dejaste los recuerdos del orfanato atrás? Siento que soy un idiota, estando mal por esto cuando tú pasaste cosas peores...

—No son las cosas que nos pasan, sino cómo usas tu fuerza para enfrentarlas. Una vez que te das cuenta que esta es la única vida que tenemos... —cruzó sus manos detrás de su cuello, mirando el techo y silenciándose mientras analizaba sus recuerdos de la niñez. ¿Quién querría recordar tantas desgracias? Era absurdo, por algo estaba más emocionado en saber qué habían sido de sus días de Almien, tan memorables y felices para JongIn—. Al menos de modo consciente, no quieres pensar mucho en el pasado, sólo seguir adelante. Claro que hay dolor a veces, pero sólo es algo pasajero, porque ya no soy ese chico... Para bien o para mal, me hicieron lo que soy hoy. Tampoco estoy orgulloso de eso, hubiese deseado que las cosas fueran diferentes. Pero estoy feliz ahora —lo observó detenidamente y estiró su mano hacia la mejilla—. Orgulloso de estar contigo.

—Yo... Te admiro mucho, KyungSoo —confesó—. Aunque ya lo sabes, pero hoy en día... Me siento más y más convencido de que Almien nunca fue un obstáculo en mi vida, aunque no soy el mejor, me ha hecho mejorar.

—Y yo me siento igual, quisiera confiar en la vida como tú, y ser tan amable, sin importar si lo eras o no ayer. Así como tú me aceptaste sin importar lo que yo viví. Así que... No te estanques —murmuró, sentándose contra las almohadas. Entonces acarició la frente de JongIn—. No hay forma de saber qué hubiese sido, y aún si la hubiese, nada nos asegura que hoy estuviésemos los dos juntos aquí... Durmiendo uno al lado del otro. Sinceramente, no me imagino en ningún otro mundo, amándote como lo hago en éste, y ahora...

El silencio se mantuvo un rato acompañado por el canturreo lejano de un grillo en la calle. La luz de los faroles se filtraba tenue, y el cuerpo de KyungSoo, era todo lo que necesitaba para sentirse atado a la tierra. Él era su fuente de sabiduría infinita, sin KyungSoo, nunca hubiese habido Almien que iluminase sus días, no hubiese habido latidos erráticos de corazón, ni aprendizaje, ni chispas estelares haciendo crepitar sus más profundos sentimientos. Si no fuese por KyungSoo allí, no estaba seguro de ser precisamente, el ser confiado y amable que éste tanto admiraba y amaba. Antes de él, todo era gris. Deprimente para cualquier humano. Infeliz para cualquier Almien.

La voz de KyungSoo lo sacó de su leve ensoñación.

—Yo también tengo miedo a ser abandonado...

A veces era lindo irse a dormir pensando en como su alma subía en un vals de pétalos de cerezo junto con la de KyungSoo y se fundían en una sola, alzándose más y más hasta salir de la Tierra, y nadar en el espacio. Convirtiéndose en una sola estrella fugaz, intensa, ardiente y mágica, atravesando el universo entero. Dejando el miedo al abandono en el lugar al que pertenecía, en el de las ideas terrestres y materiales, al pasado.

—¿Y sabes por qué? —susurró—. No porque ya lo haya vivido, porque de hecho no tengo recuerdos de cuando era bebé. Tengo miedo de que todo esto tan bonito que tenemos, pueda acabarse abruptamente algún día, porque así ha sido mi vida, cambios constantes desde niño, situaciones violentas. Vivimos el abandono desde lugares diferentes. Pero sabes cuál es la gran diferencia JongIn, es tan grande que ni siquiera la ves por el rencor que guardas...

JongIn alzó la mirada, tenía los ojos cansados, pero al encontrarse con los suyos, se iluminaron. Siempre había una forma para hacer que sus corazones se acelerasen y los cuerpos atravesasen por una oleada cálida de intensos sentimientos.

—¿Cuál?

—Al menos tuviste a tus padres y te dieron amor mientras pudieron... Recuerda esos bellos momentos. Yo ni siquiera pude tener el amor de mis padres, no sé lo que se siente, sólo me tenía a mi mismo, y desconfío de todo el mundo... Sobre todo en mí. No tengo valores, ni ideales, no me tengo fe, no creo en que pueda mantener algo por mucho tiempo, porque en cualquier momento podría saltar de un balcón con tal de huir de una mala situación.

—No digas eso... Después de todo, estás conmigo hace seis años.

—Sin embargo, sé también, que conocerte es lo mejor que me ha pasado en la vida... Me devolviste la fe, puedo creer en el amor, porque tú alguna vez lo viviste, te lo brindaron. Es como un alimento, lo aprendiste a dar de cierta forma y aún si es ilimitado... Tienes que recordar darte un poco a ti, de la forma en que lo necesites, no sólo en la que te guste.

—Me hace bien tenerte a ti y a Kaori —se abrazó nuevamente a él.

—¿Y te hace bien tener a tu papá tan lejos?

—No...

—Entonces intenta relacionarte con él, llámalo de vez en cuando, sin esperar nada, sólo porque estás agradecido de cuánto te enseñó en algún momento, a amar... Eso te permitió amarme a mi... A Almien.

—¿Y tú?

—¿Yo qué?

—¿Por qué no puedes perdonar ese pasado? Dices que no estás rencoroso, pero es mentira, te acabas de delatar; nadie te enseñó de amor hasta ahora, no tenías fe, ni creías en nadie tampoco, pero ahora, ¿por qué tienes miedo a perderlo todo? Si sabes que nunca te dejaría, ¿por qué te lanzarías al abismo si también tienes todo aquí?

—No lo haría... Ahora por primera vez, tengo miedo de la muerte. Cuando me lancé del auto, mi única intención era ser arrollado por algún camión; prefería morir, suicidarme antes que ir hacia algún lugar donde viviría peor de lo que ya lo hacía y donde al final de cuentas, acabaría muerto... Pero tuve otra oportunidad.

—Sin embargo, en ese momento en que te lanzaste, estabas siendo la expresión suprema de la inocencia en el mundo, porque jamás te hubieses imaginado en que vivirías. Por primera vez, simplemente confiaste en algo... En algo tan banal y seguro como la muerte.

—Y me falló —dijo fastidiado.

—Eres imposible, KyungSoo —rio, pellizcando piel en su cintura, extrayéndole un ligero: «agh».

—Absolutamente —entonó grave sin negar su orgullo—. Me gusta tener razón, aunque no la tenga. Es divertido discutir contigo... —se suavizó—. Sólo así, evitamos las catástrofes, en las pequeñas crisis es donde nos conocemos un poquito más.

—Entonces, ahora te amo un poquito más —se apretó al cuerpo y acabó subiéndose encima, admirando el gesto disgustado.

—Qué cursi...

—Eso significa, que hace un par de segundos te amaba un poquito menos —acercó sus labios.

—Qué malo —espetó, cerrando los ojos ante el dulce y lento beso que calentaba rápido cada extremo de su piel—. Y qué sexy...

—Gracias KyungSoo.

Y como si fuese una competencia de quién cuidaba y amaba más al otro, acabó atrayendo a JongIn a sus brazos para que finalmente se durmiesen.

—Gracias al infinito y más allá.

🌌

En la mañana, KyungSoo despertó gracias a una vocecita tarareando en su oído una familiar y molesta canción, de la cual obviamente no entendía más que un trabalenguas: «Ai tel yu wochu won, wochu rili, rili won, sou telmi wochu won, wochu rili rili won, ai wana, wana...». Por supuesto que no era JongIn, él ya se había marchado un par de horas antes. Así que respiró profundo, girando su cabeza, y sabiendo de sobra el rostro de quién se encontraba a su lado.

Kaori mecía su cabeza muy entusiasmada, escuchando música con su teléfono y audífonos, cantando distraída: «If you wanna be my laaaavar, you gata get with my freeeens...». KyungSoo se sentó dándole la espalda y le lanzó una mirada siniestra por lo bajo. Kaori advirtió el semblante oscuro en él, rostro pálido, ojos hundidos y todo su cuerpo destilando la energía del enfado.

—¡Holi, Fufu! —sonrió moviendo sus deditos.

—¿Qué- haces- aquí? —espetó.

Kaori se sacó los audífonos y se lanzó a su espalda, colgándose en un abrazo.

—¡Es que desperté cuando Fufu JongIn se fue al trabajo y él dijo que venga a acostarme contigo, a jugar con tu teléfono!

¡I jiguir quin mi tilifini! —se burló fingiendo alegría, imitando el movimiento de manos y farfulló irónico—. Qué gran idea, JongIn.

—Es que Kaori ya no podía dormirse, y estaba aburrida.

—Ah, olvídalo —se levantó de la cama—. Ahora sal de aquí, me tengo que vestir.

—¡Sí! ¿Quieres que ponga a hacer café? ¡Papá JongIn me enseñó hoy!

—¿Te dio café? —preguntó con espanto.

—Era leche con gotitas de café. Es que yo quería probar. Padres Ming nunca dejaban comer ni tomar nada que Kaori quería, y ellos sí tenían dinero, no como con obāsan.

—Eso es porque te cuidaban.

—¡Pero yo quería probar cosas ricas! ¡Niños de escuela se burlaban porque nunca comí papas fritas ni gaseosa!

—Pues esos niños eran estúpidos.

—¡Ah, sólo quería hacerte café!

—¡Pues bien, ve y hazlo!

—¡Ya voy! —gritó molesta, se bajó de la cama y marchó con las manos en la cintura y el mentón en alto. Pero antes de que KyungSoo pudiese cerrar la puerta, el rostro chistoso y tierno de ella, reapareció—. ¿Con leche o solito?

—Solito —dijo y parpadeó perplejo ante su suave respuesta.

¿Desde cuándo tomaba café solito? Se decía: café negro y dulce, como su humor y personalidad. Cerró la puerta y olvidó el asunto. Esperaba que realmente saliese bueno ese café, porque realmente tenía sueño después de dormirse tan tarde. No entendía cómo hacía JongIn para levantarse si era mucho más dormilón que él. Seguramente era por la insoportable alarma con el tono de «Los Expedientes X».

Eso despertaba a cualquiera, pero del miedo.

Después de vestirse y ordenar un poco la cama, salió directo a la cocina. Allí se sorprendió al ver la mesa lista con dos vasos de jugo de naranja y su taza cargada en café, la cual despedía un vaporcito y aroma que le abrían el apetito; además de un par de tostadas en platitos y un frasco de mermelada al lado, lo cual le dejó cierta duda. Apenas sentarse, agarró un pan para confirmar que no estaba quemado del otro lado.

—Vaya... —soltó contemplando el desayuno entero—. ¿En serio tú hiciste todo esto o JongIn ya lo dejó preparado?

Kaori se sentó frente a él y agarró también una tostada.

—Kaori aprendió mucho de obāsan en Japón, así que no sé de qué te sorprendes —dijo con suficiencia y dio un mordisco—. Y toma café en seguida, sino se va a enfriar.

—Bien, niñita —alzó una ceja, y ansioso por su café, acercó la taza a sus labios y dio el primer sorbito.

En ese momento, KyungSoo supo que había algo muy raro en esa bebida. Frunció el rostro en un gesto asqueroso y sacó la lengua, escupiéndolo de vuelta en la taza.

Kaori se quedó boquiabierta y con gran decepción.

—¿Qué pasó, Fufu?

—Esto sabe horrible, está salado.

—No puede ser...

—¿Qué le pusiste?

—Café, pero café salió muy clarito, puse poca cantidad y no quería hacer esperar a Fufu... —dijo apenada—. ¡Entonces miré en la heladera, había una taza llena de café y agregué un poco en tuyo, y puse rápido en microondas!

—Ay, qué asco, con razón... —acercó la nariz fruncida y lo olfateó mejor—. Es salsa de soja, Kaori.

—¿Salsa de soja? —parpadeó atónita—. ¿¡Y yo cómo iba a saberlo!? ¿¡Por qué ponen salsa de soja en taza!? ¡No es mi culpa, Kaori quería hacer café rico!

—Ey, tranquila —movió su mano arriba y abajo—. No te estoy retando.

—Ah... —frunció el ceño y le miró confundida—. ¿No?

—No, aún hay tiempo, podemos hacer más café.

—Oh, bueno... Perdón por café feo —murmuró—. Es que Fufu KyungSoo sólo sabe hacer retación a Kaori- chan...

—Bueno, tú tampoco te esfuerzas en darnos calma.

—Fufu JongIn no se enoja. Fufu KyungSoo sólo hace enojación día y noche, ¡se va a hacer viejo!

—Deja de hablar tan bruto, se dice retar y estar enojado.

—Almien con KyungSoo, hablaba así.

—¿Lo ves? No te esfuerzas en dejarme tranquilo con ese tema —cabeceó con calma y luego entonó con incredulidad—. Y por favor, cómo voy a hablar así.

—Quizá cerebro de Fufu KyungSoo estaba hecho popó.

—Quizá Almien de Kaori va a estar hecho popó si no se calla.

—¿¡Acaso vas a pegar a Kaori!? ¡Te voy a denunciar!

—¡Claro que no! —exclamó indignado—. Pero ese frasco en la habitación del abuelito, es muy tentador, quizá se me resbale de las manos y te vuelvas a tu planeta más rápido.

—¡Ja! No es así como funciona —se cruzó de brazos y le observó con superioridad—. Si Fufu hace eso, nunca recordará pasado.

—¿Qué quieres decir?

—Si frasco de raíces se rompe, Almien olvidará todo, incluso recuerdos de Fufu KyungSoo, y eso no te conviene. Porque Fufu recuerda gracias a Kaori —alzó su mentón y dedo índice.

KyungSoo se levantó a preparar más café y tirar esa mezcla agridulce y amarga. Nunca en la vida se imaginó probar café con salsa de soja, pero bueno, siempre había una primera vez para todo, y obviamente, había resultado grotesca. Así que la próxima, Kaori tenía que hacerle ese desayuno tan especial también a JongIn.

—¿Y cómo conseguiste ese frasco? —preguntó. Últimamente su curiosidad estaba llegando al límite, después del recuerdo del cerezo, podía tener mayor certeza respecto a todo lo que estaba sucediendo con la niña. Se permitía confiar sin tantos titubeos—. Mejor dicho, ¿cómo fue que llegaste a mi?

—Hum... —bebió un sorbito de su jugo con un gesto pensativo—. Bueno, es bastante raro, difícil y largo de explicar para Kaori.

—¿Por qué?

—Porque ni siquiera entiendo bien eso que pasó. Yo estaba en auto con padres Ming, tenía en mis manos el frasco con tierra, había plantado una semilla de naranja, volvíamos de casa del campo... Y todo pasó súper rápido. Si cuento, no vas a creer a Kaori.

—Haré el intento... Después de todo, acabo de recordar que mi alma estuvo en un árbol, e imaginé cientos de veces la historia que JongIn me repitió incesantemente, puedo hacerlo ahora también —aseveró, cruzándose de brazos mientras esperaba que se hiciera la nueva jarra de café.

Sin embargo, Kaori le miró con un puchero de labios, notándose aún su inseguridad.

—¿Prometes que no te vas a burlar ni dudar un segundo de Kaori?

—Ah, lo prometo... —exhaló rendido—. Confío plenamente en lo que dirás, después de todo, ya no me queda otra opción.

—¡Bien! —sonrió, accediendo rápidamente y mirándole con entusiasmo—. Había mucha niebla en camino de regreso, y de repente el auto se sacudió en un bache, mamá gritó asustada y papá le dijo que se calle que lo ponía nervioso; pero cuando quiso avanzar, se fue hacia al costado... Yo tenía miedo, y agarré fuerte mi frasquito, no quería que se rompa. Luego el auto volcó y dio muchas vueltas, mamá y papá gritaron, pero sólo por unos segundos... Ellos se golpearon la cabeza y ya no reaccionaron más —susurró agachando la mirada—. Kaori se mantuvo quieta, sin mirar, con ojos cerrados hasta que golpe final sacudió fuerte, parecía que se me iba a salir el corazón... Mi cabeza se golpeó en la ventana, el agua estaba cerca, pero me desmayé y cuando volví a abrir los ojos, agua ya estaba cubriendo toda mi cabeza...

KyungSoo notó los ojos de Kaori acuosos, no imaginó que se pondría así y no sabía si debía decir algo, o pedirle que se detenga, pero él quería seguir escuchando hasta el momento en que llegó a él, así que prefirió dejarla proseguir a su tiempo. Kaori tomó aire profundamente y alzó la mirada otra vez, clavándose fijo en sus ojos también, como si quisiese enviarle alguna clase de mensaje telepático.

—Vi una cosa viscosa y luminosa en mis manos... Me dio miedo, pero mis manos se movieron solas y desabrocharon el cinturón de seguridad, entonces una burbuja brillante salió también de mi corazón. Yo no quería que mi brillo se vaya, y mis manos se movieron otra vez, vaciaron el frasco. Mi burbuja entró allí, y también un poco de sustancia viscosa de mis manos se metió en el frasco... Pero el resto se metió en mi corazón. Almien está dividido entre frasco y cuerpo de Kaori.

Las pupilas de Kaori se encendieron como dos lunas, hipnotizándolo brevemente, y KyungSoo sintió un escalofrío recorrer su espalda, como si el mismo Almien hubiese regresado a apoderarse de su cuerpo. Lo que Kaori le contaba, sonaba aún más impresionante que lo de JongIn. Podía sentir en carne propia la intromisión alienígena, como si se tratase de un nuevo recuerdo experimentado físicamente.

—Miré a padres Ming, y una voz en mi cabeza dijo que ya estaban con Almibansán, así que escapé por ventana rota... Nunca había nadado, pero ese día pude y alcancé orilla. Kaori sabía que tenía que seguir en búsqueda de padres, como cuando obāsan murió... Pero se sentía diferente, esa vez el frasco brillaba mucho a medida que caminaba. Iluminaba mis pasos. Me di cuenta que Almien siempre había estado conmigo, dormía en mi alma, y me sentí feliz y tranquila cuando acepté que no tenía que dar miedo. Ya no estaba confundida por tener que seguir luces y buscar padres. Almien era bueno, entonces fui por bosque y caminé por ruta hasta gran avenida, y luego ya estaba en el parque...

A KyungSoo le faltaba el aliento, estaba entre cautivado y aterrorizado por la historia de Kaori. Ella también había estado al borde de la muerte, y se había recuperado velozmente del accidente.

—Y ahí llegaste...

—Sí —sonrió con timidez—. Ya no tenía que avanzar más, ya no tenía que buscar más nada, ¡ahí estaba Fufu KyungSoo!

En su mente, se reproducían las imágenes de sus sueños, la niña parecía haber resucitado de las aguas, como una premonición del accidente. Lanzó un pesado suspiro, analizando la gran información que acababa de recibir, por lo que no notó el momento en que Kaori se acercó a él y se aferró a su cadera, abrazándolo fuertemente.

—Sé que es difícil para Fufu, pero cuanto más rápido acepte a Almien en su corazón, más rápido recordará.

Se paralizó ante el afecto, quería removerla como hacía siempre, cual mosquito, pero en cuanto alzó sus manos para apartarla, Kaori le miró sonriente, con una entrañable dulzura y brillo en la mirada.

—¿Ahora Fufu entiende mejor a Almien Kaori?

El lunarcito que tenía en su mejilla le daba un aspecto tierno, y no se atrevió a quitarla. No podía negarse cuando la noche anterior la había sostenido entre brazos tras recordar en el cerezo. Siempre había sido una batalla perdida, se rendía ante el encanto de ese ser inusual y esperanzador. Bajó con lentitud su mano y la reposó con suavidad sobre la cabeza de la pequeña, y dio un par de palmaditas.

—Entiendo...

—Cuando vi a Fufu JongIn en oficina, Kaori estaba confundida, sentía que era alguien importante, pero no entendía por qué, y cuando llegué a ti y luego llegamos a casa, entendí. ¡Era mi otro Fufu! ¡Era alma gemela de Fufu KyungSoo! ¡Toda la vida de Kaori- chan, cobró sentido!

KyungSoo rio, le gustaba la idea. No, mejor dicho, amaba la idea de que alguien más dijese que él y JongIn eran almas gemelas. Eso traía una gran paz y alegría a su corazón, unos pocos instantes junto a Kaori, eran incomparables con cualquier otro momento junto a JongIn. Cada minuto con ella, cambiaba drásticamente todo su mundo.

Rendirse ante una niña parlanchina y que lo abrazaba con tanto cariño, traían toda la certeza que creía faltante en su vida.

🌌







Ya cada vez me falta menos para terminar de escribir 🧚🏻‍♀️🔮 muchas gracias por leer <3 cuídense mucho, coman rico, lindo fin de semana! 💖👽

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro