Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

8. Raíces 👽

No puedo decir que no
Aunque las luces estén encendidas
No hay nadie en casa
Juro que nunca perdí el control
Pero entonces
Me enamoré de un corazón que late tan lento
Te quiero a ti
Me pintaré en azul
Lo que sea para hacer que te quedes
Sólo me veo a mi mismo
Cuando te veo a ti...

Blue, Troye Sivan ft. Alex Hope

🌌

Al llegar a casa, JongIn preparó unos sándwiches, Kaori le había pedido ver la saga entera de Harry Potter, así que iban a ver la segunda parte, «la cámara secreta» en la notebook mientras comían en la sala. Aún si había dicho el día anterior que no harían nada hasta estar seguros de que Kaori no causaría desastres, JongIn no pudo evitar cumplir el deseo de la niña. Él tampoco sabía qué hacer, tenían que distraerse de alguna forma, y el hecho de que ya compartiesen o tuviesen un momento en común, le emocionaba bastante.

En el último año, más de una vez se había imaginado cómo sería tener un hijo, pero nunca se había atrevido a comentárselo a KyungSoo. La ilusión se veía tan lejana, que incluso en esos días, había comprobado que era más fácil tener un encuentro del tercer tipo que adoptar un bebé.


—¿Cómo fue hoy la mañana con KyungSoo? —preguntó más por sacar tema que por curiosidad, dejando la notebook sobre la mesita y arrodillándose para encenderla.

—Bien, rompimos el velador del abuelito pero papá KyungSoo lo limpió en seguida —se acomodó en el sillón.

—¿Qué? ¿Cómo? —le observó con sorpresa.

—Igual que con papá JongIn —obvió alzando las manos.

—¿Flotó?

—¡Sí!

—¿Y no te diste cuenta?

—¡No! —negó sonriente.

—Vas a tener que empezar a identificar en qué momentos se activa ese... —titubeó—. Extraño poder de levitación.

—Lo sé... Perdón —agachó la mirada, pero rápidamente la alzó con entusiasmo—. ¿¡Y si comienzo a practicar!?

—Hum... Bueno, no sería mala idea —retrocedió y se sentó a su lado—. Pero tiene que ser en un lugar despejado de peligros. Lo malo es que no tenemos un patio en el fondo.

—¡Vayamos a la terraza! —señaló el techo.

—Ni siquiera tenemos terraza, es una fea azotea, además podrías hacer flotar la casa y los vecinos se volverían locos.

—Vecinos no van a ver nada, porque Almien puede engañarlos... —murmuró con un dejo de misterio.

JongIn le miró curioso y levantó una ceja.

—¿Cómo lo harías?

Kaori se paró y avanzó hacia la mesita, se sentó a un costado y tomó la notebook reposándola en sus piernas, entonces sonrió. Cerró los ojos con calma, y pronto un par de ondas viscosas se expandieron fuera de su cuerpo. Un campo transparente vibró, Kaori se veía cada vez más borrosa y la notebook despedía un par de chispitas plateadas mientras se desvanecía también de su vista. Era como verla a través de una gran gota de agua, una burbuja ilusoria donde los colores se perdían.

Finalmente, JongIn vio a través de ese espejismo la escena exacta de lo que era su solitaria sala: el mueble gastado donde anteriormente había estado la televisión, y por encima, la ventana y las cortinas. Kaori había desaparecido delante suyo, lo había presenciado y su curiosidad pudo más que su asombro, por lo que se arrastró arrodillado hasta la mesita, y con lentitud, extendió su dedo índice hacia la altura donde segundos atrás estaba el rostro infantil, lo hundió con cuidado, maravillándose con el par de ondas formadas a su alrededor.

—Increíble...

Se atrevió a meter la mano entera y notó como se volvía invisible también al traspasar ese campo elástico, hasta chocar contra una masa blandita.

—Fufu, me estás metiendo el dedo en la nariz.

—¡Oh! —quitó la mano bruscamente y la burbuja entera explotó, convirtiéndose en miles de partículas cristalinas que se evaporaron. Kaori estaba de vuelta sentada en frente, con la notebook en manos y sonriéndole con orgullo. Pero JongIn aún no salía de la conmoción—. Eso no hacía el Almien que conocí con KyungSoo...

—Porque Almien ya avanzó mucho, el Almien que Fufu JongIn conoció, ya no existe. Sólo quedan sus recuerdos.

La nostalgia y la sorpresa abrumaron a JongIn unos cuantos segundos, y luego respondió con pesar:

—Ya veo...

—Humanos también avanzaron... —asintió Kaori apoyándole la mano en la mejilla, y JongIn apreciando el afecto, reposó su mano encima—. Son un poco más felices, pero aún queda mucho por mejorar.

—Siempre tendremos mucho que mejorar —sonrió—. Avanzamos un paso en algo, y retrocedemos dos en otra cosa.

—Sólo es cuestión de tiempo, Tierra no tiene culpa de tener raza tonta. Humanos tienen mucho poder, pero lo usan mal —cabeceó con pesar y dejó la notebook a un costado—. Tierra está en Damuyién.

—Ey... —se ofendió fingidamente y luego arremetió—. No digas palabras que humano tonto no entiende.

—Tierra está de color gris, casi detenida, porque humanos no saben decidir en conjunto hacia dónde quieren ir, si a Murayién o Darayiénexplicó con un movimiento de manos—. No saben elegir oscuridad o luz. Y si no lo hacen, Murayién atraerá y eso es peligroso para otros planetas.

—Pero falta mucho para eso, ¿cierto? —dudó.

—Años luz para Almien.

—Ya no me fío de eso —sus rodillas flaquearon y se rindió acomodándose de piernas cruzadas—. Almien dijo que tardaba años luz en llegar a su planeta, y de repente seis años terrestres después, tú estás aquí.

—Para Almien eso es muy pronto, energía del universo siempre está en movimiento, Almien no puede vivir haciendo matemáticas del espacio- tiempo con otros planetas, sólo siente energía oscura acercándose, la Tierra está en medio, ¡humanos tienen que tomar decisión!

—¿Y cómo se supone que lo haremos? No tenemos súper poderes ni súper energías como ustedes, es fácil decirlo viniendo de un planeta donde todo es color de rosas.

—No todo es color de rosas, también hay defectos en Almien, pero los arreglamos pronto, ¡y así vivimos en paz! —concluyó con ligero hartazgo—. ¡Así que Fufu JongIn, déjame practicar en terraza, quiero experimentar poderes en Tierra!

—Aún si te haces invisible, es peligroso, no quiero que hagas flotar la casa, causarías un terremoto en los alrededores.

—Eso no pasará, Fufu miedoso —movió su manito con desdén—. Kaori apenas levanta televisores.

—Sí, y de ahí a una casa no creo que haya mucha diferencia —se levantó y se sentó en el sillón—. Hasta dónde dijiste, los Almien avanzan rápido...

—La casa puede flotar en cualquier momento, no importa donde esté Kaori, ¡adentro o afuera, arriba o abajo! —señalaba con sus manos y piernas en todas direcciones como si fuese una karateca—. Por lo menos en terraza no habrán cosas con que me lastime.

—Ya lo veremos.

—¡Puedo practicar con frutas y así luego me las como!

—Lo hablaré con KyungSoo y luego te diré, ahora vamos a ver la película y a comer que muero de hambre —le señaló con insistencia que se sentase a su lado de una vez.

—¿Y los sándwiches? —le observó perpleja.

—Ah, están en la cocina —resopló cansino y se levantó nuevamente.

Su cuerpito y cabeza también, ya estaban agotados.

Las películas de Harry Potter eran largas, pero a JongIn se le pasaban tan rápido que cuando acababa con una, se daba cuenta que ya se le había ido toda el día delante de la pantalla, o más bien la tarde, en ese caso. Kaori ya tenía hambre otra vez, y él tenía que darse una ducha, así que mientras se iba al baño, ella se quedó en la cocina comiendo unas manzanas y jugando en la computadora, no fuese que se ponía a hacer travesuras en el tiempo que no estaban con ella.

Y es que la experiencia que le había quedado a JongIn de Almien, era suficiente para saber que éstos podían cometer muchas locuras, como lavar platos en el lavarropas, comerse kilos de frutas en minutos y revolver las habitaciones enteras hasta encontrar revistas viejas de porno, por simple aburrimiento. De todas formas, eso no iba a suceder otra vez porque ya se había deshecho de las reliquias antiguas de su padre en el mismo momento en que Almien las había encontrado años atrás.

Se apresuró con el baño y se vistió antes de afeitarse, para dejar la puerta abierta en caso de que Kaori necesitase algo. Su preocupación quizá estaba siendo exagerada, después de todo, la niña ya había estado bastante sola en Japón y había aprendido mucho. Pero claro que él no podía permitirse dejarla por tanto tiempo.

Mientras se llenaba la cara de espuma en las sombras que resaltaban en su barbilla y bigote, Kaori se asomó a la puerta y le contempló sonriente.

—Fufu JongIn está haciendo caso a Kaori.

—Pues sí... A KyungSoo luego le da comezón en el cuello si le doy bes.. —abrió los ojos percatándose de lo que estaba diciendo y se silenció de inmediato.

—¿Si lo besas? —preguntó Kaori con picardía y llevó sus manos atrás, empezando a balancearse—. ¿Por qué no dices frase entera? Kaori sabe lo que es un beso. Padres adoptivos Ming solían darse besitos.

—Hum...

—¡Y ayer estabas a punto de besar a Fufu KyungSoo cuando llegaste del trabajo, pero él se movió! Papá JongIn es tonto, sólo tiene vergüenza cuando le conviene —le delató.

—Oye —se giró con la Gillette en mano y la bajó sintiéndose demasiado amenazador, entonces frunció el ceño—. No le digas tontos a tus padres, ¿qué clase de hija Almien eres?

—¿Una normal?

—Los niños no le dicen tontos a sus padres.

—¿Por qué?

—Porque deben ser respetuosos.

—Hay padres que no son respetuosos con niños.

—Pero nosotros sí lo somos —determinó y se volvió al espejo, rasurando debajo de su barbilla.

—Entonces padre Ming no lo era. Siempre decía —alzó la voz e imitó un tono grave y torpe—. “Niña tonta, niña metida, niña insoportable, haces todo mal como tu madre, debe ser porque son japonesas”, cuando mamá Akiho no estaba.

JongIn se detuvo, asombrado ante la declaración, Kaori le miraba con naturalidad, no parecía ser consciente de que todo aquello era bastante violento. Quiso maldecir al tipo en alto, pero luego recordó que ya estaba muerto, así que probablemente estaría pagando sus porquerías.

—Kaori, tú... —le miró consternado—. ¿Extrañas a los Ming?

—No mucho... Mamá Akiho siempre fue buena, pero Padre Ming, hacía sentir lluvia en corazón de Kaori. Pero Kaori nunca llovió, Almien hizo más fuerte —aseveró con orgullo y luego bajó la mirada—. Extraño a obāsan, abuelita Haru estuvo con Kaori y fue muy linda... Pero su alma ya se fue de viaje por el universo.

JongIn suspiró conmovido y se acercó a Kaori, agachándose a observarla.

—La abuelita Haru y mamá Akiho, deben estar muy contentas de ti en donde sea que estén —sonrió, y extendió su índice, pintándole la nariz con espuma.

—Lo sé —rio.

JongIn se levantó para terminar de enjuagar los restos que le quedaban en la cara, Kaori se le quedó mirando y cuando acabó, ella alzó sus brazos.

—¿Y ahora qué quieres?

—Caballito.

—¿Acaso eres un bebé?

—Sigo siendo una niña en la Tierra —refunfuñó.

JongIn se divertía ante los gestos presuntuosos de la niña, así que se agachó dándole la espalda, Kaori exclamó un victorioso: «¡Sí!», y saltó encima, aferrándose con fuerza a sus hombros, y enroscando las piernitas en su cintura, entonces comenzaron a pasear por la casa.

—Almien es demasiado bueno para la Tierra, nunca comprenderé para qué vienen —avanzó, sosteniéndola por debajo de las rodillas.

—¡Para que le hagan caballito! —exclamó y señaló con el dedo hacia adelante, en dirección a la cocina—. ¡Vamos a la terraza!

—¿Cómo sabes que se va por allí?

—Investigué mientras te bañabas.

JongIn avanzó y salió al pequeño lavadero que estaba prácticamente pegado al paredón de la casa de al lado. Habían unos barrotes a modo de escalera pegados a la pared de la cocina, por donde podía subir hasta el techo, así que dejándose llevar por la mini aventura del momento, como si fuese otro niño explorando la casa, ayudó a Kaori a trepar, cuidándola por la espalda mientras él iba por detrás.

—No vayas a moverte, espérame —advirtió antes de asomar la cabeza por el borde.

Probablemente la azotea estaría roñosa y llena de hojas de los árboles atoradas en las canaletas. Hacía casi diez años que no subía allí. La última vez había sido para bajar al gatito perdido de un niño. Y luego, simplemente nunca más. Aquel lugar le traía recuerdos angustiantes, su madre solía subir cuando él era pequeño y se quedaba sentada varias horas del otro lado, cerca de las ventanas de las habitaciones. Miraba el resto de las casitas que descendían en el barrio hasta la avenida, contemplaba mucho el cielo, el suelo pavimentado y la medianera de madera picuda de la casa contigua; y si se estiraba, peligrosamente, y miraba un poquito más a la calle, el joven cerezo también estaba ahí, a escasos metros de los vecinos.

JongIn aún de niño, durante sus ocho y nueve años, la buscaba por la casa entera sin encontrarla, hasta que veía la puerta del lavadero abierta, ascendía en silencio por la escalerita y la miraba desde un rincón. Siempre tenía miedo de que ella saltase, ¿si lo hacía como iba a rescatarla en una casa ajena? ¿Y si esos picos atravesaban a su madre? ¿Y si los vecinos nunca la veían? Después de todo, ese pequeño patio era del tamaño de su lavadero, donde éstos acumulaban chatarra contra la medianera.

De repente la voz de Kaori lo sacó de su ensoñación y viejos recuerdos.

—¿Fufu estás triste? —le sostuvo la mano, dedicándole una mirada brillante.

Ambos caminaron por el techo liso y se quedaron parados en el medio de la casa, probablemente estaban encima del baño. Luego miraron hacia arriba, el cielo algo púrpura y rosáceo con los primeros luceros, los tenía embobados como si un platillo volador estuviese a punto de abducirlos. A JongIn le daba pavor acercase a las canaletas y ver el borde, sabía que podía marearse y perder el equilibrio pero desde allí, estando en el centro, no llegaban a ver la calle ni las casas vecinas en picada.

Kaori sin presiones y con naturalidad, lo había llevado hasta arriba sin siquiera detenerse a pensar si sería peligroso. Como si toda su vida hubiese estado esperando al momento por subir otra vez y ver el cielo tan de cerca. Un poco más cerca del espacio, de Almien, de su madre.

—No estoy triste, ¿y tú?

—Tampoco —respondió con calma—. Almien tiene naturaleza feliz, y cuando Almien llegó a Kaori, comprendí que no tenía que estar triste por culpa del Señor Ming.

—Eso es genial, y esas palabras que aprendiste de él... No deberías decírselas a tus seres queridos.

—¡Pero es cierto! Kaori no dice mentiras. ¡Dice verdad con cariño! ¡Fufu JongIn es tonto! Tonto por no decir palabra beso, Kaori sabe de besos con KyungSoo Almien —sonrió con travesura.

—Ah, calla, es horrible, no deberías ver eso —sacudió la cabeza en negación y de repente le surgió una curiosidad, que sí, al fin y al cabo era tonta, pero ansiaba saber la respuesta—. Kaori... ¿Cómo se dice beso en Almien?

—No existe. No hay besos en Almien. No hay conexión física... Es por eso que venimos también a Tierra.

—Oh...

—Pero Almien puede sentirlos en recuerdos, y transmitir a otros Almien, esas bonitas sensaciones... Son dodó mi niní.

Entonces recordó también los significados, oyó la voz de KyungSoo en su mente repetir aquella frase, y sintió la calidez invadir su pecho.

—Sentimientos del corazón...

—Sí, Kaori no ve esos recuerdos como realidad actual. Lo recuerda como pedacitos fugaces... —señaló hacia arriba, el atardecer caía lento, pero oscurecía pronto—. Como estrellas en el cielo titilando que hacen aún más feliz estadía en Tierra. ¿Acaso papá JongIn ve y siente todo desde el primer minuto, recuerda segundo a segundo como película?

—Bueno, no con tanta precisión...

—Película de Harry Potter dura dos horas y media, ¿papá recuerda quince días de Almien KyungSoo?

—Bueno, no.

—Entonces entiende recuerdos de Almien Kaori —sonrió tironeándole de la mano para que se sentasen un rato—. Recuerdos humanos son como impresiones, cortos y rápidos, recuerdos Almien son como larga película sin fin, se mueven y a veces tarda mucho en hallar respuesta, pero Almien en cuerpo humano, recuerda como humano, ¡es más fácil!

—Pero no es tan fácil de entender para nosotros, así que no vayas a hablar de esto con KyungSoo, él no tiene ningún recuerdo —se sentó con un ligero temblor.

Aún si tenía las piernas en contacto con el suelo, la fobia de un inminente terremoto persistía. Pero el miedo desapareció cuando las plantas de los pies de Kaori chocaron con las suyas. Notó la diferencia de tamaños y sintió como si un par de raíces invisibles los estuviesen enlazando.

—Pronto volverán —dijo Kaori.

Claro que JongIn no tenía fobia a las alturas.

Él mismo era el terremoto.

Tenía miedo de recordar a su madre, y así volver a sentir la alarmante quietud. Porque una rueda de la fortuna, como en el pasado, no le espantaba en lo absoluto, era adrenalina pura así como una montaña rusa, él no podía hacer nada más que quedarse sentado y entregarse a las constantes vueltas que provenían de una fuerza exterior.

Pero en la terraza, donde el suelo estaba firme, eso lo paralizaba.

La estabilidad a la que no había estado acostumbrado cuando se trataba de estar acompañado, el miedo a ser abandonado abruptamente, eso era real. La calma, los instantes de inmensa felicidad, la sensación embriagante del ambiente hogareño y familiar, significaban ser consciente de que todo se podía derrumbar con el aleteo de una mariposa.

La firmeza con la que su madre permanecía al borde del abismo en sus recuerdos, eso era algo que lo martirizaba, eran instantes detenidos en el tiempo, y él nunca había hecho nada al respecto. ¿Por qué nunca le había dicho algo? ¿Por qué no se había acercado a darle un abrazo? Quizá era porque en el fondo más oscuro y temeroso de su ser, le aterraba la idea de que ambos cayesen juntos.

Pero JongIn quería estar a salvo, aún si tenía que fingir ser cada día un niño un poco más fuerte.

Admirar el cielo pacífico, no dejaba de ser una sensación apocalíptica. Sin embargo, junto a KyungSoo, y velozmente con Kaori también, sabía que existían muchas cosas más allá. Aún si sus ojos no podían verlo, no estaba solo y nunca lo estaría, porque sus almas eran eternas...

Y la vida no se acababa en la Tierra.

🌌

En el regreso a casa, KyungSoo ya iba planeando cómo le diría a JongIn la mentira que se cargaba con SeHun. Tampoco era para tanto, además ni JongIn mismo se había atrevido a hablar con profundidad del tema siquiera con YiXing. La mención de que KyungSoo era un alien en el pasado, había quedado enterrada y era más que obvio que YiXing lo había tomado como una estúpida excusa para el repentino enamoramiento de su amigo. Así que SeHun ni de casualidad que había oído algo al respecto, éste se había unido tres años después a su grupo.

KyungSoo después del corto viaje en bus, se despreocupó por completo, a medida que caminaba por la vereda de la casa, se sintió más relajado, mejor era no pensar mucho y soltar las noticias como siempre, como vómito. El árbol de sakura, estaba floreciendo con intensidad y sus ramas estaban más cargadas que de costumbre. Era un verdadero faro rosa a mitad de camino que iluminaba la noche, le daban ganas de detenerse a contemplarlo, de hacer como los japoneses decían «hanami».

Y apenas pensarlo, como si hubiese sido oído su deseo, se detuvo abruptamente. Un pétalo había caído en su cabeza, y una visión en forma de ráfaga, inundó su mente:

Su cuerpo desnudo en el suelo, y JongIn acercándose rápido desde lo lejos.

Un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza y avanzó hacia el árbol para reposar su mano allí. Una corriente energizante y cálida lo invadió por unos segundos, trayéndolo a Tierra, al presente. Miró hacia adelante y notó la luz de su casa brillante. Caminó rápido y emocionado, porque necesitaba decirle a JongIn lo que acababa de vivir. Se sentía como un déjà vu. Pero esa vez era muy diferente a una recreación de su imaginación.

KyungSoo había visto todo, su alma había contemplado desde el árbol cómo JongIn lo ayudaba. Esa vez, era inexplicablemente pacífico y la sonrisa en su rostro como un efecto placebo no mentían. Era una foto instantánea y sin esfuerzo alguno, se había aparecido espontáneamente en su mente. Era un recuerdo real y a medida que se acercaba, vio a Kaori abrir la puerta y correr hacia su encuentro con una desmesurada alegría.

JongIn venía por detrás gritándole, y KyungSoo extendió los brazos entonces Kaori saltó encima de él.

—¡Fufu KyungSoo, recordaste!

—Sólo el inicio, ¿cómo lo supiste?

—Porque Kaori se olvidó...

—¿Qué está pasando? —les miró JongIn desorientado.

—JongIn —dijo emocionado—. Recordé el momento en que me encontraste... Lo vi, yo... —señaló el cerezo—. De alguna forma estaba en el árbol.

JongIn sonrió y los abrazó a los tres con fuerza.

—Eso fue muy pronto Kaori —le susurró.

—Lo sé, ni yo me lo esperaba.

—¿Y qué pasa entre ustedes también?

Ahora KyungSoo era el perdido entre su pequeña complicidad.

—Kaori hoy me dijo que recordarías pronto. No imaginé que fuese tanto.

—Hay muchas cosas que recordará solo e incluso mejor que Fufu JongIn —declaró.

—¿Tú crees? —murmuró KyungSoo y miró algo escéptico a Kaori, quien seguía en sus brazos mientras avanzaban a la casa.

—Eso no es justo —soltó un murmullo JongIn, dejándoles entrar primero y luego cerró la puerta.

Isi ni is jisti —se burló KyungSoo bajando la carga alienígena—. Estás más cerca de la línea de los treinta que de los veinte para estar haciendo pucheros, eso ya no es tierno JongIn.

—Tu sigues siendo tierno sin esfuerzo alguno y no me burlo, al contrario me gusta. Y sí, es injusto que recuerdes de más, ¿qué queda entones para mí?

—Fufu JongIn lo vivió consciente, papá KyungSoo no, experiencias son diferentes, pero en alma se sienten iguales, ¿por qué pelean? ¡Parecen niños! ¡Y ni Kaori peleaba tanto con amigos de escuela!

—¡Ah! Hablando de la escuela, ¡ya le dije a SeHun! —sonrió entusiasmado y les dio la espalda repentinamente—. Bueno me voy al baño.

JongIn se detuvo ante la declaración y miró a Kaori, quien con una ceja alzada afirmó, confirmándole la actitud sospechosa.

—¡Alto ahí, Fufu KyungSoo!

KyungSoo también frenó su paso en medio del pasillo y Kaori aprovechó para correr hacia él y lanzarse a su pierna.

—¡A él, Fufu JongIn! —lanzó su grito de guerra.

JongIn avanzó con severidad y se paró de brazos cruzados. KyungSoo le contempló nervioso, no era bueno fingiendo y eso le frustraba enormemente, ya lo había hecho con SeHun al contarle la historia y éste había preguntado demasiado. Si al menos pudiese fingir bien, sobrellevaría mejor a los clientes y podría sonreírles sin esfuerzo.

—¿Qué estás ocultando?

—Ah —resopló—. Nada. Sólo que no le conté la verdad a SeHun.

—Pues claro que no, tampoco ibas a decirle que teníamos a una niña desaparecida desde hace un par de días.

—Le dije que era tu hermana bastarda.

—¿Qué? —Kaori se soltó con sorpresa de su pierna y le miró absorta—. ¿¡Cómo que bastarda!?

—De qué hablas KyungSoo, me estás poniendo nervioso.

—¡Le dije que tu padre tuvo una hija con la señora de Daegu, que la señora se murió y tu padre no tiene tiempo para cuidarla, entonces nosotros somos responsables!

—¿¡No podías inventar algo más simple!? —refutó JongIn.

—¡Oye, en ningún momento nos pusimos a pensar en una excusa! ¡Fue lo primero que se me ocurrió!

—¿Y por qué mi hermana bastarda? ¿Por qué no dijiste que era una prima? Porque todo ese drama innecesario.

—¡Es lo mismo, JongIn, sigue sin ser nuestra hija biológica! No hay rastro familiar por ningún lado aunque lo busques con una lupa.

—Ah, siempre con tus ocurrencias raras, ¿sabes? Creo que si hubiese una forma de analizar un ADN cósmico, ¡estoy seguro que tú y Kaori serían compatibles y ya no podrías negar más tu paternidad!

KyungSoo sintió su sangre helarse por unos segundos, Kaori a sus pies le contemplaba con los ojos llorosos y odiaba que estuviese en medio de ambos, oyendo esa torpe discusión por una excusa infantil y sin intención de dañar a nadie.

—Eso no es cierto, JongIn —bajó la voz, notoriamente quebrada pero luego la euforia le pudo más—. ¿Acabo de tener mi primer recuerdo y lo único que haces es recriminarme por no aceptar una estúpida paternidad? ¡Me parece que en realidad tú estás enojado porque tu padre se ausentó la mayor parte de tu adolescencia!

JongIn estaba en silencio, con los ojos vidriosos y sin palabras porque sabía que en ese preciso momento, KyungSoo tenía razón.

—No mezcles las cosas.

—Y tú tampoco —avanzó un paso para enfrentarlo—. Yo no soy como tu padre, aún si no me agrada esta idea de cuidar a una niña, estoy aquí.

Siempre le había molestado hablar de su padre, siempre evitaba mencionarlo y verlo cuando estaba en casa. Sin embargo, más allá de todo lo que lo amaba, el pasado y los resentimientos de haberle dejado solo tanto tiempo mientras más lo necesitaba, persistían. Pese a que le había pedido que se quedase porque lo extrañaba mucho, su padre había preferido retomar rápidamente con el trabajo de los viajes. Él tampoco podía permanecer mucho tiempo en la casa, se deprimía fácilmente al saber que su esposa ya no estaba allí.

JongIn sentía que su padre lo había sepultado junto a su madre, y ahora sólo eran un par de amigos distanciados.

Por eso no le importaba su opinión respecto a la convivencia con KyungSoo, ni ninguna de las decisiones que tomase. Aunque reconocía que en un inicio, había tenido la infantil expectativa de que su padre se enojase, como si tan sólo estuviese bombardeándolo con noticias de un adolescente rebelde; que en realidad ya no tenía nada de adolescente, ni mucho menos de rebelde. JongIn sabía lo que quería, pero en su ingenuidad, en su pequeño corazón dolido, creía que tendría la posibilidad, una excusa tonta para discutir con él y echarle en cara sus sentimientos de abandono.

Pero el señor Kim, ni siquiera le había dado lugar a eso.

Su padre se alegraba por él, porque hubiese encontrado a su alma gemela con quien compartir tiempo y espacio. Era como si no le importase absolutamente más nada en su vida, cualquier decisión, era acertada. No se quejaba, y aunque eso le resultaba más o menos lógico, le molestaba.

JongIn algunas veces había querido hacerlo enojar, pero no lo había logrado.

—¿Por qué sigues aquí si no quieres cuidar a una niña? —susurró cauteloso, Kaori se acercó y lo abrazó por la cintura, reposando su mejilla casi en su cadera—. ¿Por qué aceptas mis historias de Almien, a Kaori...? —puso una palma sobre la pequeña cabeza y miró a KyungSoo buscando algún rastro de titubeo en su expresión—. Como si todo fuese un capricho mío.

Lo último que se imaginaba KyungSoo, era a JongIn diciendo algo así. Más bien, solía ser él mismo quien se ponía en esa situación, buscando un poco más de fe en JongIn, quien pese a repetir las mismas palabras una y otra vez, cada día se convertían un poco más alentadoras que en el pasado.

—No lo acepto, no todo —aseveró—. Y creo que es evidente, sino no te diría las cosas que me molestan... Pero las inseguridades, las que son mías, nunca pensé que fuesen tus caprichos, sino que son grandes decisiones que jamás podría tomar por mi cuenta. Te pones una gran mochila en tu espalda, y a veces me pregunto si eres realmente tan fuerte y capaz para lograrlo, si lo haces porque nunca estás satisfecho, si es porque no puedes sanar tampoco. Y aún si dudo, lo haces. Puedes hacerlo, me sorprendo tanto, que no entiendo por qué alguien como tú está con un cobarde como yo.

—Yo también tengo miedos... No soy todo poderoso y lo sabes. Si puedo hacer todo esto, es porque tú estás conmigo, confío en ti y sé que juntos, somos capaces de mucho... ¿No?

—No —se acercó notando el desastre en el rostro de JongIn y pasó un pulgar para retirar sus lágrimas—. No siempre tienes la razón —sonrió en un cabeceo—. Pero... Entre los dos, sabes qué es mejor para ambos. No piensas sólo en tú mismo.

—Es mentira. Sé que soy caprichoso —agachó la mirada—. Siempre pienso en mi, en lo que quiero, en lo que deseo. Yo también soy egoísta, KyungSoo. Te quise y te cuidé aún sin saber si tú lo harías algún día. Esperando... Sí, como un niño.

—Eso, es lo último en lo que podrías tener razón... —tomó una mejilla y le admiró unos segundos—. Sólo eres egoísta contigo mismo, podría mandarte a volar al espacio y quedarme con tu casa, y tú accederías.

—Bueno... Es verdad —susurró con una risa entre lágrimas—. No podría echarte.

—¿Y por qué sí dejarías que yo lo haga?

—Prefiero desaparecer antes que dejarte sin nada.

—Pues eso es inevitable, JongIn. Porque mientras que tú no sueltes tus malos recuerdos, dependerás de ellos para valerte, y eso es egoísta. ¿Crees que me importa quedarme con una casa vacía, sin ti? Aún cuando regresé después de haberme mudado. Yo quería amor, también te necesitaba. Y no mereces un poco, ni una sobra, ni una miseria de amor, mereces mucho, incluso el tuyo propio. Tanto hasta que seas capaz de dármelo sin desaparecer. Y para eso necesitas perdonarte tus rencores...

—Fufu JongIn... —Kaori aún en medio de ambos y mirándoles con preocupación, jaló de su pantalón llamándole la atención—. Tú eres ser humano más generoso que Almien haya encontrado en la Tierra. No tienes que estar triste por abuelito. Él también se siente mal por haberte dejado solo tanto tiempo, por eso nunca se enoja contigo. Quiere que seas feliz de la forma en que más te guste, y no quiere entorpecer tu vida. Abuelito también tiene miedo de ser rechazado y abandonado, por eso se aleja más y más... —se silenció unos segundos, cerró los ojos con una expresión serena pero continuó hablando—. Almien siente a abuelito lejos físicamente, pero siente su alma extrañando mucho a JongIn... Abuelito siente mucha culpa, por eso necesita mucho amor y está con otra persona. Pero igual, no lo dejes solo. No sientas culpa tampoco. Sólo perdona sinceramente y te sentirás más libre. JongIn no es responsable de decisiones de padres, no tiene culpa de lo que hicieron. Aunque ellos no pidan perdón, JongIn perdónalos, perdona a sí mismo y agradece vida. Agradece conocer a Almien, a Kaori y a KyungSoo.

Kaori abrió los ojos y parpadeó desorientada, como si hubiese salido de un trance, pero luego lanzó un gran suspiro y exclamó:

—¡Almien viajó al otro lado del país en pocos segundos, fue súper agotador!

KyungSoo y JongIn se observaron con asombro. A cada minuto que pasaban junto a ella, la perplejidad iba creciendo más y más. JongIn reconoció que todo parecía ir aún más rápido que con KyungSoo hace seis años atrás. Se agachó para alzar a Kaori entre brazos, definitivamente la estaban convirtiendo en una bebé malcriada.

—Creo que quien siempre tendrá razón... —sonrió pacífico al mirarla—. Es Almien.

—Así es. Almien sabio, humano tonto.

—Tanta charla emotiva para acabar oyendo a una niña tratando a nuestra raza despectivamente —lanzó KyungSoo con desdicha.

—Fufu KyungSoo, cocina para Kaori.

—No me llames Fufu. ¿Y encima me dices que cocine cuando soy quien apenas llega?

—Es que Fufu JongIn es capaz de pedir pizza otra vez, hasta ahora no ha preparado nada fabuloso, todo es ramen, sándwich y pizza. Tú eres quien tiene el don de la cocina... Él —miró hacia JongIn y meció la mano—. Ahí pasa.

—Oye, cuando Almien vino a KyungSoo, hice platos muy ricos.

—¿Y por qué dejaste de hacerlos conmigo? —le fulminó cruzándose de brazos.

—Eso no es verdad, sí hice muchas veces, pero nunca te gustaron tanto...

—Pues claro que no, condimentas poco, y tus guisos parecen agua estancada.

—Ya sabemos que tú cocinas mejor —hizo un pequeño puchero aún con las mejillas coloradas tras el llanto—. A Almien no le quedaba otra alternativa...

—Es cierto, recuerdos son asquerosos —confirmó Kaori con disgusto al sacar la lengua.

—Pues tendrán que esperar, porque primero me voy a bañar —se adentró a la habitación a buscar ropa limpia y luego cruzó al baño—. Y ni se les ocurra dar picoteos en la heladera, llega a sobrar estofado y no comerán nada casero hasta año nuevo.

Finalmente se encerró en el baño, JongIn aún sosteniendo a Kaori entre brazos sonrió feliz. Después del drama, de las lagrimitas, de la inseguridad, los reproches y las palabras alentadoras, KyungSoo accedía a cocinar.

—¿Lo ves? Ya aceptó que te quedarás —rozó su nariz con la de la pequeña.

—¿Cómo lo sabes, Fufu?

—Porque dijo hasta año nuevo. Y eso en la Tierra sí que es mucho.

Kaori rio con ternura y picardía, y se aferró al cuello de JongIn, estrujándolo en un abrazo. Entonces sintió como el cuerpo de su padre se aflojaba, relajándose como si un enorme peso se hubiese esfumado. Su corazón había pasado de latir rápido, a un compás más armonioso.

—Fufu JongIn ahora está en paz.

—Lo sé, mi corazón casi se sale... Siempre está a punto de salirse cuando discutimos...

—No, no es por eso. Ahora Almien ya no siente nervios... Pudo transmitir mensaje de abuelito a papá. Y alma de papá JongIn volvió a color rosa. Hoy en terraza, estaba muy apagada, casi gris...

—¿En serio?

—Sí... Fue día difícil para Almien, desde que corazón de Kaori latió rápido y vio memoria de Fufu KyungSoo desvanecerse en alma, supo que algo estaba pasando... Pensé que había pasado algo a frasco de raíces, pero estaba intacto, y entonces raíces de Kaori se extendieron hasta puerta... Y salí corriendo. Fufu KyungSoo me estaba llevando a él, y finalmente, tomó su recuerdo.

—¿Segura que no necesitas que llamemos a un médico?

—¡No! —cabeceó con firmeza—. Eso sucede cada vez que a Almien está a punto de pasarle algo importante.

—Bien, confío en ti, así que si alguna vez sientes algo extraño... Algo no Almien —resaltó—. Debes decirnos.

—Kaori ya sabe, con Almien no hay dolor —sonrió—. Sólo todo va más rápido.

—Bien —la bajó de sus brazos y la tomó de la mano—. Vamos a preparar la mesa y pelar algunas verduras para la comida, así KyungSoo hará más rápido.

—¡Sí!

—La verdad, hasta que llegaste, no discutíamos tanto con KyungSoo... —comentó asombrado—. Parece que lo necesitábamos.

—¡Lo sé, Almien es perfecta! —exclamó determinada y con los puños en alto.

—Ah, KyungSoo sí tiene razón cuando dice que eres una niñita descarada —alzó una ceja al contemplarle con atención.

—¡Lo sé, Kaori es súper perfecta!

🌌









Bueno como verán los capítulos vienen más larguitos porque estoy uniendo algunos, así no hay mucha mezcla <3 🧚🏻‍♀️

Muchas gracias por leer ❤️🌌

Últimamente pienso mucho en la idea de convertir esta historia en papel, o al menos probar con esa página Lulu de auto publicación, ¿alguna vez alguien lo intentó, publicó o compró libros por ahí? Para tener referencias 😱🌸 desde ya gracias por pasarse! 💃🏻

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro