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7. Confianza 👽

Susie necesita un aventón
Está muy ebria para manejar
Es todo un espectáculo verla
Marshall es el problema
Ella quiere sanarlo
Alguien necesita ser libre

Oh, no, ella no está esperando a nadie
Espera, yo estoy a una calle...
Guarda tu amor
Para alguien como yo
No tienes que ser un pasatiempo
Susie guarda tu amor
Y toma el mío.
No seas un pasatiempo
Y guarda tu amor.

Susie Save Your Love, Allie X




🌌




En cuanto KyungSoo regresó del trabajo y comprobó que ya no tenían televisión, pensó que aquello podría considerarse el comienzo del fin del mundo. JongIn y Kaori estaban echados cómodamente en el sofá, tan concentrados mirando el teléfono que dedujo que se trataba de una película, al oír las incomparables voces, supo que se trataba de alguna de Harry Potter.

Los dos, literalmente parecían padre e hija; Kaori incluso estaba usando un polerón enorme rosa que le quedaba como vestido y claro, KyungSoo casi explotaba de envidia y desesperación, él se lo había regalado para la navidad y JongIn apenas lo había usado. La escena no era tan agradable como podría retratarse, no cuando ya había iniciado mal el día, continuaba enojado con JongIn, y su llegada tarde al trabajo le había costado de todas formas el presentismo.

—¿Qué es lo que pasó aquí?

—Oh, se rompió la tele —JongIn alzó la mirada e inmediatamente la bajó, Harry Potter acababa de decir «jaque mate» en el ajedrez humano, y Kaori también formó una mueca sorpresiva.

—¡Ganó!

—¡Sí!

—Oigan —ordenó KyungSoo, avanzó hasta quedar delante de ambos y les arrebató el teléfono bruscamente—. ¿Qué mierda pasó con la televisión?

—No hables así delante de la niña —se escandalizó JongIn tapándole los oídos—. Y ya te dije que se rompió.

—¿Ah sí? ¿Y cómo? ¿Estaban jugando béisbol de salón o qué? Porque una pantalla no se rompe en pedazos sola.

—¡Fue un accidente, papá JongIn cree que fui yo, pero yo estoy segura que fue él! —exclamó Kaori rápidamente, quitándose las manos de las orejas.

—¡No es cierto!

—Claro, ahora cúlpense el uno al otro, JongIn, debemos comprar otra televisión. Necesito ver películas en una pantalla grande —se exasperó—. No voy a estar forzando mi vista en la notebook o el celular.

—Bueno, compra una, ¡podemos ir el fin de semana!

—¿Yo tengo que comprarla? —dijo incrédulo—. ¿Quién la rompió?

—Pero tú eres quien quiere ver tele...

—¡Al menos di que compartiremos el gasto!

—¡No podemos comprar otra, mira si Kaori vuelve a romperla! —la señaló en excusa—. Tú no viste como flotaba hoy el televisor, parecía que un fantasma la estaba sosteniendo, ¡eso sí fue terrorífico! ¡Imagina que suceda eso con la heladera! ¡Nuestra comida, KyungSoo!

—Para querer tener una hija, estás siendo bastante exagerado e irresponsable.

—Sabes que eso no es cierto —se levantó molesto.

—¿Siquiera hiciste la cena? ¿Algo para comer, lo que sea, encargaste una pizza?

Kaori los miraba desde su lugar en un divertido y silencioso vaivén, entonces JongIn se rindió con un suspiro arrepentido.

—No, es que nos quedamos mirando Harry Potter...

—Es cierto, yo quería ver una película, por eso no hicimos comida, ¡pero pidamos pizza! —exclamó Kaori y JongIn le miró con sorpresa ante su sinceridad.

Sin embargo aquello no colaboraba en mejorar el humor de KyungSoo.

—Olvídenlo, cenen ustedes —ofuscado, se giró en dirección al baño—. Ya se me fue el hambre.

Claro que no era verdad, pero la reciente y rápida complicidad entre Kaori y JongIn le estaba empezando a hacer ruido mental, y no estaba seguro si eran celos por JongIn y que una niña estuviese robando su atención o si en el fondo, deseaba tener el mismo don simpático con los niños y poder ser igual de cómplice con ellos. Quizá era un poco de ambas cosas, y obviamente eso lo hacía peor, ¿cómo se suponía que iba a lidiar con los dos? ¿Cómo iba a aprender a ser mejor humano si Kaori prefería a JongIn? ¿Cómo iba a pasar tiempo con JongIn si desde la primera noche él ya estaba mirando una película con Kaori? Si apenas iba un día y ya no podía tragarse la presencia de una extraña en la casa...

¿Cómo aceptaría que no se trataba de una estadía temporal sino permanente?

Después de un baño, se encerró en la habitación, ni siquiera tenía ganas de preparar su propia cena, prefería dormir y olvidar todo ese día. El solo hecho de pensar en lidiar al respecto y tener que enfrentar a JongIn antes de dormir, no se le hacía buena idea, tampoco quería irse a dormir más enojado de lo que ya estaba, o quizá incluso peleado con él. Un día a la vez, y quizá todo mejoraría. Aunque el guardarse las palabras, tampoco colaboraba mucho.

Al cabo de unos minutos, Kaori tocó su puerta, la vocecita desde el otro lado le informó con un dulce canturreo: «Hay pizza, quiero comer contigo y Fufu JongIn, ¡ven por favoooor!». KyungSoo suspiró profundo, porque no podía responderle mal, ni tampoco era como si estuviese verdaderamente molesto con ella. Además en cuanto se levantó y abrió la puerta, la niña con sus manos escondidas tras la espalda y tambaleándose de adelante hacia atrás, le causó gracia.

—Pareces dispuesta a hacer una travesura.

—Nop —sonrió y precipitadamente le tomó del antebrazo.

—¡Ey!

Kaori lo arrastró por el corredor hasta la cocina, allí JongIn ya había puesto un par de platos pequeños pata los tres y la enorme pizza esperaba. El aroma era irresistible, y como si se tratase de un encanto, a KyungSoo no le quedó más que rendirse y sentarse junto a ellos.

—Claro que vamos a comprar el televisor juntos, Kyung —empatizó JongIn al acomodarse a su lado, sonrió y le tomó de la mano sobre la mesa—. Perdón por lo de hoy, ¿sí?

Una sonrisa junto la mirada de borreguito arrepentido y una pizza, eran muy poco para sacarle toda la amargura de esos dos días a KyungSoo.

—Sólo si compras el televisor por tu cuenta.

—Ah, de acuerdo, tú ganas.

—¡Sí! —exclamó Kaori alegre.

JongIn la observó atónito y sonrió de costado.

—Aunque como la tele la rompimos entre los dos, tú también vas a tener que salir a trabajar.

—Eso no se va a poder. Sería explotación infantil, y Kaori denunciaría a papá JongIn.

—Esa sería una idea excelente, eres muy lista Kaori —aprobó KyungSoo—. Ahora que recuerdo, yo también pensé muchas veces en denunciarte al inicio, JongIn. Deberías estar muy agradecido de que no lo hice.

—Qué malo —cabeceó Kaori reprobando su conducta—. ¡Encima de que Fufu JongIn te cuidó tanto desde primer momento!

—¡Tú qué sabes! Además fuiste la de la idea.

—¡Almien Kaori tiene recuerdos de Almien KyungSoo!

—¿Qué tantos recuerdos tienes? —se inquietó JongIn, alzando una ceja curioso.

—Muchos, ji- ji- ji- ji —rio tapando su boca y entrecerrando los ojos.

—Eso no suena bien, ¡eres sólo una niña! —clamó JongIn azorado.

—¡Soy Soulmien, grande como estrella Almien! ¡Kaori ya entiende todo! ¡Es adulta!

—Pero eso no deja de significar que sigues siendo una niña —insistió.

—Es verdad... Peeero, ¡de todas formas, no hay nada que Kaori no sepa! —alardeó y dió una bocanada a su porción de pizza—. Además, Fufu JongIn fue siempre tan respetuoso con KyungSoo y Almien, ¡que nunca hizo más nada que dar un beso!

—Oiga señorita, me parece que ya está entrando en un terreno que no debe —dijo KyungSoo con seriedad.

—¡Almien recuerda sensación cálida y feliz de primer beso entre padres!

—¡Bueno, ya basta! —espetó, dirigiéndole una mirada severa.

—Kyung... —murmuró JongIn.

—Entiendo que seas un Almien, que sepas muchas cosas que yo no, pero me parece una falta de respeto que digas esas cosas sabiendo que yo no las recuerdo.

—Oye, sólo es una niña. No puedes ponerte así, ella no tiene la culpa de saber todo eso... —le acarició la espalda.

—Pero dice que es una adulta, así que entonces comprenderá que escuchar todo esto, no me hace bien —se levantó como resorte, abandonando la cena y sin haber probado bocado.

Kaori frunció sus labios, y agachó la mirada, JongIn sabía que ninguno de los dos estaba bien, ni KyungSoo ni ella. Y se sentía en una encrucijada por quién debía tener primero su atención.

—Kaori...

—Ve con él... —soltó con voz ahogada—. Tiene razón, Almien dice muchas cosas, no tiene filtro. Aún le queda mucho por aprender, no sólo de amor... Sino de sentido común en humanos.

—Ey, está bien —JongIn murmuró comprensivo, se acercó a su lado y acarició su cabeza—. Tienes suficiente sentido común, después de todo, sigues siendo Kaori... —sonrió—. Además, nosotros los humanos, también tenemos que aprender a controlar nuestras emociones.

—Gracias Fufu JongIn... —meditó unos segundos con la cabeza gacha y luego alzó la mirada con más confianza—. Ahora entiendo porqué Almibansán te quiere tanto...

JongIn se sorprendió ante la revelación, generándole curiosidad y dejándolo estático un par de segundos.

—¿Por qué?

—Porque como Almien, siempre estás dispuesto a aprender, y aprender es creer que siempre puedes crecer un poquito más. ¡Aún si ya estás viejito!

—Yo no estoy viejito.

—Pero tu alma sí —sonrió.

Entonces comprendió y sonrió también, aquellas palabras eran como una pequeña revelación que le habían traído una repentina calma, oír que Almibansán lo quería, no sabía si era algo bueno o malo.

—En el armario de la habitación del abuelo hay más frazadas y almohadas por si llegas a necesitar.

—¡Gracias Fufu!

JongIn salió de la cocina más aliviado, aunque todavía tenía todo un tsunami  KyungSooniano por afrontar, sabía que no faltaba mucho hasta que éste recuperase la confianza, no sólo en sí mismo, sino en la vida en general. Entendía que sus años en la infancia y adolescencia hubiesen sido difíciles. Un orfanato, profesores demasiado rígidos y estructurados, cuidadores abusivos tanto física como psicológicamente, no formaban la mejor niñez ni dejaban los más bellos recuerdos.

Las memorias de KyungSoo, se limitaban a sus escasas anécdotas con amistades. Personas que con el tiempo habían ido desapareciendo. Tal y como estuvo a punto de sucederle a él, se los llevaban, los compraban hombres y mujeres de dinero, y luego quién sabía cuál era su mal llamada “suerte”. El tráfico infantil era algo en lo que no quería ahondar, ya con las cortas historias que KyungSoo había contado, contemplado y sutilmente vivido en comparación de otros niños de su entorno, hacían que cualquiera se curase un poco del espanto.

KyungSoo incluso se consideraba y era consciente, de lo afortunado que había sido al no atravesar los extremos de las mil y una porquerías que sucedían allí. Y también había confesado, lo mucho que le costaba creer en esa oportunidad que le presentaba la vida en bandeja de oro.

Porque eso era JongIn, oro en su estado más puro.

Los ligeros recuerdos que tenía de sí mismo escapándose del auto que lo llevaba directo al infierno, eran algo inolvidable y muy vívido. Algo oculto y de las pocas cosas que no deseaba recordar. Comprender que JongIn no era otro tipo más aprovechándose de un cuerpo, era difícil. Pero una esperanza, quizá un miedo aún al mundo exterior, una comodidad preexistente a la casa, a su rostro familiar, le hacía querer permanecer siempre un día más.

Su cuerpo y mente podían estar débiles al encontrarse con los ojos de JongIn por primera vez. Quizá era una ilusión, quizá sólo buscaba un salvador y de quien anclarse por un tiempo hasta recuperarse, pero JongIn procurando nada más que su bienestar con gran desinterés, sin intentar cualquier otra clase de contacto que no sea compañía o una charla amena, eso con el transcurso del tiempo se volvía cada vez más cautivante y bajaba todas sus guardias.

JongIn no podía ser alguien malvado.

Si tenía que creer en Almien en lugar de un Dios, entonces lo haría. Si tenía que creer las historias de JongIn a cambio de un poco de seguridad, paz y amor en su vida, entonces también lo haría.

La línea entre la fe y el escepticismo, era tan delgada, que a veces JongIn mismo seguía cuestionándosela. Se preguntaba si no estaba loco, si haber acompañado a KyungSoo desde el primer encuentro y creer en toda la historia de Almien no seguía siendo una alucinación. Pero gracias a Kaori, ahora había entendido algo nuevo, aprender a tener fé no era algo de un sólo día, sino de toda la vida.

La certeza nunca sería absoluta, la incertidumbre existía, pero los cambios constantes, esos eran una parte inevitable y segura del universo. La confianza era primordial para seguir luchando contra sus propios demonios, de otro modo, éstos mismos tampoco tendrían la certeza de su inherente poder.

Y JongIn ya había elegido hacia dónde enfocaría todo ese poder.

🌌

KyungSoo ya se había envuelto en la frazada, no quería hablar más al respecto porque estaba seguro que si lo hacía acabaría llorando, y aunque eso no era nada nuevo, realmente odiaba esa situación porque el desahogo siempre era un desastre de mocos y cara súper hinchada. Era el estado perfecto de vulnerabilidad que odiaba porque él quería seguir mostrándose fuerte más allá de las circunstancias. Sin embargo, a JongIn no le importaba mucho ese aspecto, y cada vez que lo sentía, se largaba a llorar como un niño desconsolado hasta que solito se calmaba entre caricias en su espalda.

Así que, aún si KyungSoo no quería aclarar sus problemas, JongIn sí lo necesitaba. No podían estar en guerra toda la vida por una niña, ni tampoco KyungSoo comportándose por igual, como un niño caprichoso y celoso. De otra forma, su energía no daría abasto, y él no era un Almien que podía ramificarse al infinito, seguía siendo un humano con un sólo cuerpo, alma y cerebro, que debía trabajar con dos personas que coincidían con una historia alienígena.

—KyungSoo, sé que no estás dormido, vamos a hablar —se quedó sentado y de brazos cruzados al cubrirse con la frazada, contemplando a quien le daba la espalda—. Comprendo que nunca sabré del todo cómo te sientes, y que hayan cosas que te molesten. Todos tenemos un poco de eso, tú tampoco eres un santo... No fue fácil adaptarme a tus palabrotas o cambios de humor repentinos, sé que te gusta pasar tiempo solo, y aunque a veces soy muy pegote... —admitió con pena—. Considero dejarte más contigo mismo, así luego tú te acercas cuando lo sientas necesario y tengas ganas de más contacto... —suavizó su voz y declaró con nostalgia—. Es agradable sentir que me abrazas de la nada...

JongIn se mantuvo en silencio, sólo se oían sus respiraciones relajadas, y KyungSoo apenas se había removido para sacarle más frazada. Lanzó un suspiro largo y resignado, le dolía cuando simplemente le ignoraba y por eso también a veces pecaba de pegote, así que decidió girarse y darle la espalda para acostarse.

Quizá era mejor hablar al día siguiente.

Sin embargo tan pronto como se acomodó, un par de brazos pasaron por su pecho y las piernas se enlazaron con las suyas. Sintió el rostro de KyungSoo apoyarse contra su espalda con calidez, y sujetó una de sus manos.

—Quisiera que estés así conmigo, incluso durante el día... —susurró JongIn.

—Me daría un coma diabético.

—Bueno, no sería malo de vez en cuando un subidón de azúcar...

—Perdón por ser tan egoísta... Nini —sintió la vibración de la voz en su espalda—. Es que es todo tan raro.

—Lo sé... Pero no quiero atravesar esta situación otra vez así... Solo.

—Estoy aquí... Contigo, como tú siempre lo has estado —respondió con un nudo en la garganta—. Eso no cambiará.

—Si todo esto es tan real como hace seis años, Kaori también... —vaciló mirando perdido hacia la pared—. Su Almien se marchará.

—Apenas llegó, aún no lo sabemos. No pienses en el futuro.

—Es difícil cuando ya sé todo lo que sucederá.

—No eres Almien, JongIn. No controlas sus tiempos, ni sus cuerpos, ni sus almas... La parte que tú conoces de ellos, es ínfima para saber si se repetirá la historia.

—¿Y si sucede?

—Entonces ese hueco vacío en mi desaparecerá. Habré comprendido todo lo que me has contado durante estos años.

—Eso también es bueno —susurró esperanzado y besó su mano.

—De verdad... —titubeó KyungSoo y suspiró—. Tendremos que llevarla a la escuela, ¿no?

—Eso creo, aunque no será fácil.

JongIn se dió la vuelta y contempló de frente a KyungSoo, quien se hallaba con la mirada mucho más relajada y algo distanciada. Su expresión lucía como si tuviese la mente llena de ideas que aún no decía. A veces, KyungSoo viajaba despierto en el espacio, hasta aterrizar nuevamente en los ojos de JongIn, entonces sonreía apenado al percatarse que estaba siendo observado.

Pero en ese momento, KyungSoo sabía que no se trataba simplemente de disculparse, tenía que pensar en algo si quería avanzar con aquello en lugar de quedarse estancado en sus emociones.

—Recuerda que la madre de SeHun es directora en una escuela, quizá eso nos facilite las cosas.

—Vaya, es cierto... —se asombró JongIn—. Lo había olvidado, ojalá que se pueda.

—Seguro que lo hará, esto no es casual, quiero decir... —vaciló—. Almien, yo... Y todas las circunstancias, ¿no es como un plan perfectamente armado?

—No sé... Todo tiene sus complicaciones. Pero sí tú lo ves así, entonces lo es —concordó—. Nadie ve lo mismo al mismo tiempo.

—Qué alivio... —KyungSoo se silenció unos segundos y se volvió a pegar en un abrazo—. Sería muy aburrido estar dentro de un plan perfecto. Nos comprenderíamos un tiempo y seríamos felices, pero luego sería como vivir en una fantasía, y cada uno querría vivirla a su manera, y acabaríamos distanciados... Dentro del mismo lugar.

—Bueno, en eso sí se parece a la vida —miró hacia el techo, imaginándose en medio de la oscuridad un cielo estrellado—. Pero esa es la parte buena, que aún si llegamos a ver lo mismo, tendríamos deseos diferentes... Y en algún punto convergiríamos, nos iríamos hasta los extremos y éstos iguales en su lejanía, nos unirían...

Como un terremoto en su corazón, JongIn recordó la carta escrita meses después a Almien, la misma que había enterrado en el árbol de cerezo, a pocos metros de su casa.

—Y eventualmente nos volveríamos a cruzar... —concluyó KyungSoo con un beso en su mejilla—. Es el infinito.

Sólo bastaron un par de respiraciones profundas y al compás para adormecerse y olvidar la angustia, para recordar los buenos momentos, para ambos reacomodarse a esa nueva realidad. Un día entero había acabado, y nuevamente, como en el pasado, se había sentido como una eternidad. Sin embargo ahora eran conscientes que sin importar el tiempo que Kaori se quedase en sus vidas, no debían desperdiciar los minutos en incredulidad.

No tenían que probarle nada a nadie, sólo eran ellos con sus propios miedos, quienes debían aprovechar cada día junto a ella con intensidad.

🌌

En la mañana, KyungSoo despertó notando que a su lado había un gran bulto tapado en frazadas, apenas se notaban unos cabellos sobresaliendo, pero no era necesario descubrirlos para saber que se trataba de Kaori; así que prefirió moverse en silencio y aprovechar su tiempo a solas, porque en cuanto la niña despertase seguramente la calma sería un tesoro perdido.

Sin embargo apenas salir de la habitación, oyó el: «Buen día, Fufu KyungSoo», entonces supo que ya no tendría una mañana tranquila.

Decidió hacer el desayuno mientras Kaori se bañaba, le había dado para cambiarse un suéter y un par de medias deportivas que claramente la niña odió, por lo que no tardó en gritar horrorizada desde la habitación del abuelo. KyungSoo del susto tampoco tardó en llegar, pero cuando contempló como ella se miraba en el espejo del armario, el fastidio pronto reapareció.

—¡Soy una bolsa de patatas! —alzó las manos, girando sobre sí y viendo como le colgaban holguras—. ¡Una horrible muñeca de trapo! ¿¡Cuándo van a lavar ropa en esta casa!?

—Cuando llegue el fin de semana —respondió con simpleza—. Además le toca a JongIn.

—¡Qué desorganizados! ¡Mi ropa no puede esperar tanto tiempo!

—Al menos agradece que te di algo mío, un poco más pequeño... —farfulló avergonzado y luego rio—. Sino ibas a parecer un dementor arrastrando las poleras de JongIn por el suelo.

—¡Eso no es divertido! —se quejó frunciendo el ceño y pataleó—. ¡El fin de semana también vamos a comprar ropa para Kaori sí o sí!

—Sí, claro, pero primero iremos por la televisión.

—Sí, sino me aburriré en esta casa —avanzó hacia la puerta—. ¿Dónde están los juegos para niños?

—Pues obviamente no hay, porque no tenemos niños —espetó siguiéndole la mirada.

—Pues ya es hora —se paró firme delante de él con las manos en la cintura, y una sonrisa malévola fue formándose en sus labios—. Porque Almien ha llegado para quedarse, ¡y ni Fufu KyungSoo enojado hará que me vaya! —se lanzó a sus piernas en un repentino abrazo.

KyungSoo pasmado mantuvo los brazos a la distancia, su gesto de incomodidad e intención por alejarla eran en vano. Kaori era una garrapata aferrada a su pierna, y aún si intentaba avanzar y salir de la habitación, el cuerpito permanecía tieso, así que no le quedó más que arrastrarla.

—Ya, suéltate —comenzó a sacudirse como perrito pulgoso en la puerta.

—No, llévame a desayunar así.

—Ni sueñes, tienes patas, camina.

—No- o —canturreó.

—¡Yaaa! —sacudió su pierna y se inclinó para despegarla de su agarre, pero se llevó una sorpresa cuando a punto de rendirse, percibió el velador encima de la mesita de luz, flotando un metro sobre el aire—. ¿¡Qué rayos es eso!?

—¿Eh? —Kaori giró su rostro y sus ojos se ampliaron ante el asombro. Se soltó en un instante y cayó de cola al suelo, al mismo tiempo que el velador impactaba contra la mesita haciéndose pedazos—. ¡Ah! —exclamó del susto, pero KyungSoo rápida e instintivamente, la cargó en sus brazos, observándole incrédulo.

—¿Tú hiciste eso?

—Eso creo...

—¿Estás bien?

—Sí, no me lastimé.

—Entonces sí fue tu culpa lo del televisor —alzó una ceja en evidencia.

—Parece que sí...

—Y ahora también el velador.

—¡Bueno ni que fuese tan bonito! ¡Y esa televisión estaba vieja! —farfulló—. Les hice un favor, ¿no?

—Sí, el favor de gastar innecesariamente —avanzó hasta el pasillo y la bajó—. Ve a desayunar que yo limpiaré esto.

—¡Te traeré la escoba y la pala!

—Bueno, ve... —resopló y en cuanto los pies de Kaori corrieron, el tiempo pareció detenerse.

No estaba seguro si él acababa de sufrir un brusco mareo o realmente Kaori estaba yendo tan veloz que prácticamente acababa de desaparecer de su vista. Apenas cinco segundos bastaron para tenerla otra vez delante de él. Reposó una mano en la pared ante el tambaleo por lo que acababa de presenciar.

—¿Qué... Fue eso?

—¿Qué cosa? —parpadeó Kaori extendiéndole los artículos.

—Tú... —le señaló con temblor en su mano—. ¿En serio te moviste tan rápido?

—Almien son muy veloces, ¿no te dijo Fufu JongIn?

—Puede ser, dice tantas cosas...

—Almien es súper rápido, aunque cuesta adaptarse en cuerpo humano. Humanos hacen que Almien se sienta cansado y vaya muy lento, pero gracias a Almien en KyungSoo, ¡Kaori tiene memoria y puede usar el cuerpo humano mucho mejor!

—Vaya, qué bonito —rodó los ojos—. Dame eso.

—¿Estás bien Fufu Kyung?

—Sí, y no me digas más Fufu —se agachó a su altura y frunció el ceño—. Ya me di cuenta que me estás llamando papá.

Je- je —extendió una sonrisa recta y le entregó la escoba—. ¡Me voy a desayunar!

Kaori se largó a paso atolondrado y KyungSoo cabeceó exasperado. Ahora no sólo tenían una tele por comprar, sino también reponer el velador del padre de JongIn, que ciertamente pronto le daría más uso Kaori que cualquier otro en la casa. Aunque pensándolo bien, tal y como JongIn había dicho, tal vez no era buena idea comprar otro velador ni televisión; si Kaori volvía a hacer flotar algún artefacto de manera inconsciente y luego caía haciéndose trizas, iban a acabar en la quiebra.

—Hum... Mejor miraré películas en la notebook —murmuró mientras barría el desastre.

Si Kaori tenía más poderes, y ni siquiera podía controlarlos, ¿cómo se suponía que iban a estar a salvo? Esperaba que no hiciese flotar la casa entera, o probablemente terminarían viviendo bajo un puente, de hecho tenía fichado uno muy bonito, colorido lleno de grafitis y donde no dormían tantos vagos, además de que le quedaba cerca de Exomarket.

El trabajo para KyungSoo, era sencillo, lo complicado eran siempre los despreciables clientes. Aunque durante todos esos años estaba contento con el compañerismo del grupo, las estupideces de la gente que llegaba al supermercado, lo sacaban de quicio, motivo por el que más de una vez se había cuestionado si ese lugar era para él; sin embargo, cuando estaba a punto de dejarlo, pensaba en dónde más conseguiría trabajo tan cerca de la casa de JongIn.

Pese a que éste le había dicho que se dedicase a estudiar, eso no le interesaba, KyungSoo no tenía ninguna gana de hacer una carrera universitaria, y lo único que había comenzado, la tecnicatura de Chef Profesional, la abandonó al año y medio, cuando inició su trabajo en Exomarket. Se consideraba bastante perezoso para hacer ambas cosas a la vez, y en ese entonces, era más importante el dinero. Quería independizarse y dejar de ser una carga para JongIn, aún si luego lo que más deseaba era volver a estar junto a él.

No obstante, en los últimos meses, había estado reconsiderando retomar con la carrera y hacer un esfuerzo extra. Quizá podría cambiar su trabajo y cocinar en un bonito restaurante, o mínimamente hacer pasteles en alguna cafetería. Lo que fuese con tal de no estar más en contacto directo con el público.

Con clientes como el de ese momento.

—Estas galletas son horribles, no entiendo cómo pueden seguir vendiéndolas, ¡deberías sacarlas de aquí, estorban! —se quejó una señora a su lado, tomando el paquete y casi refregándoselo en la cara.

—Si no le gustan, no las compre.

—¡Son tan asquerosas! —lanzó el paquete junto a los otros en el estante—. ¡Seguro las hacen con comida de perros!

—¿Y usted cómo sabe? ¿Acaso comió alimento de perros?

—¡Ah, insolente! —exclamó apuntándole con el dedo índice—. ¡Mejor ponte a mirar las fechas de vencimiento para que no me intoxique!

—Yo sé cuál es mi trabajo —se defendió y le respondió con superioridad—. Mejor usted mire la próxima vez la fecha de vencimiento, señora.

—¡Ah, siempre tienen una excusa! —se giró indignada y siguió empujando su carrito por el pasillo.

KyungSoo contuvo el enojo, acribillándola con la mirada hasta que estuvo lo suficientemente lejos para oírle.

—Vieja de mierda.

—Uh, cuidado con esa boca KyungSoo...

SeHun se apareció por detrás, empujando un carrito con cajas apiladas y se detuvo unos segundos para dejarle mercadería que debía reponer.

—Por favor, esa señora siempre se queja cuando viene, si no le gusta lo que vendemos que se vaya a Walmart —espetó y disparó con la pistolita de etiquetas en las galletas: «¡50% de descuento!», porque claro que estaban a menos de un mes de vencer, y eran realmente tan asquerosas como la señora decía, por eso ya nadie se las llevaba.

—Creí que ya estarías acostumbrado a los clientes...

—Jamás te acostumbras a ellos, sólo los odias en silencio.

—Eso tiene sentido —asintió y avanzó con su carrito.

—¡Oh!

—¿Sí?

—No, no me refería a tu apellido, pero bueno, sí te iba a llamar —obvió y rio.

SeHun alzó una ceja y rodó los ojos, claro que estaba harto de pasar tantas veces por ese estúpido juego de palabras.

—¿Y ahora qué pasa?

—¿Tu madre sigue siendo directora en la escuela primaria?

—Sí, ¿por qué? ¿Quieres terminar tus estudios?

—¿Qué? Claro que no, es para... —se detuvo al oír aquello. No sabía si SeHun estaba bromeando o lo decía realmente por curiosidad—. Un momento, ¿qué quieres decir?

—No lo sé, tú dime.

—Yo sí hice la primaria.

—Sí, pero como siempre dijiste que en el orfanato en el que estuviste no aprendiste nada...

—Lo único que aprendí fue de supervivencia...

—Eso es más de lo que aprenderías en cualquier otra escuela, es lo que realmente todos necesitamos.

—Bueno, sí, sí, ya —respondió con rapidez, intentando dejar todo el asunto de su pasado atrás—. Tengo una... Hay una...

KyungSoo se quedó en blanco unos instantes, nunca había pensado en una coartada respecto a Kaori, no habían inventado junto a JongIn una historia, y SeHun ya lo contemplaba con suspenso.

—¿Una?

—El padre de JongIn tuvo una hija con una señora hace unos años, y apenas la conocemos. Y bueno, ya sabes, la madre, ¡bum! Se murió y el padre de JongIn la trajo a casa... Y... —de repente la historia se había ido por las ramas, pero ya no había vuelta atrás—. Y tenemos que cuidarla mientras su padre trabaja, y hay que llevarla a la escuela.

—¿Qué? —se asombró—. ¿El padre de JongIn tiene otra familia?

—Sí, terrible, lo sé, ¡de cuarta!

—Vaya... JongIn debe estar sintiéndose muy mal...

—¡Uf, no para nada! —negó rápidamente—. Él está súper feliz con su hermana bastarda, de hecho soy yo quien no está bien con el asunto, pero algo tengo que hacer.

—Qué injusto que se tengan que hacer cargo —le observó preocupado—. El padre ya es grande podría cuidarla.

—Sí, muy injusto, pienso igual que tú, pero bueno, la familia es la familia y yo quiero mucho a JongIn, así que es un desafío para ambos. Además él ya se ha encariñado. Así que tenemos que anotarla pronto en una escuela.

—¿Y no les conviene después del verano? Ahora será complicado, estará atrasada en sus estudios, ¿de dónde viene ella?

KyungSoo comenzaba a exasperarse por todas las preguntas de SeHun, ya parecía uno de esos clientes babosos que sólo iban a pasear, preguntar marcas y precios, pero nunca compraban nada.

—Oh, no sé. Pero no estará atrasada, es muy lista, acaba de dejar su escuela en Daegu —aseguró en caso de que estuviese dudando de su credibilidad—. Fue una situación muy dura y apresurada. Por eso, ¿será que tu madre pueda ayudarnos?

—Vaya, no lo sé... —rascó su cuello—. Lo hablaré con ella este fin de semana y te avisaré.

—¡Excelente! ¡Muchas gracias, SeHun! ¡Puedes pedirme lo que sea! ¿No quieres que te arregle una cita a ciegas con YiXing?

—¿Qué? ¡No! —se alteró y KyungSoo le sonrió con picardía—. ¡Ni se te ocurra, Do KyungSoo!

—Bien, nada de citas... Pero quiero que sepas que el supermercado entero está esperando a que te declares.

—Ay, cállate —se dio la vuelta para continuar con su trabajo.

—¡Es la novela favorita de los guardias que te ven desde las cámaras de seguridad!

KyungSoo lo vio alejarse y sonrió. Aunque se había inventado algo muy descabellado y luego tendría que solucionarlo con JongIn, ahora tenían un problema menos. Sabía que SeHun le ayudaría y lograría convencer a su madre. Kaori podría ir a la escuela y no tendrían más problemas en cuidarla.

O eso esperaba...

Porque de sólo imaginar que flotasen los pupitres del salón, ya comenzaba a darle pánico.

—Mierda —espetó al pensarlo, y se disparó una etiqueta en la sien.

Más le valía a Kaori aprender a controlar esos poderes, porque prefería que la vieja lo comprase a él a mitad de precio, antes que estuviesen sus cuerpos en el laboratorio de una base militar, explorándolos...

Buscándoles vestigios de Almien.

🌌









Muchas por leer! 💖 Besotes y cuídense 🌸👏🏼

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