6. Convivencia 👽
Sin salida y con un largo camino
Todos necesitan a alguien cerca
Pero no puedo abrazarte, estás demasiado cerca ahora
Contra viento y marea
Qué sensación es estar a tu lado
Abrazándote
Cuando el aire refrescó y ambos empezamos a correr como locos...
El cielo se cayó
Pero tú tienes estrellas en los ojos
Y a mí me está faltando algo esta noche
Que sensación es ser un rey a tu lado
De algún modo desearía poder estar contigo ahora.
What a Feeling, One Direction
🌌
La primera noche, podía considerarse tranquila pero llena de noticias. Kaori entre grandes bocados de ramen, les contó sobre sus padres biológicos quienes la habían abandonado en la puerta de la casa vecina, la pobre señora era una ancianita de 78 años, y sólo había aguantado cinco años más con vida. Así que tras la muerte silenciosa de su obāsan, quien no despertó una mañana, y sin más dónde ir, Kaori llamó a la ambulancia, tomó el dinero guardado en la cómoda de su abuelita, y se marchó en seguida de la casa.
El día primaveral y los árboles de sakura eran coloridos y alegres, sentía la brisa cálida en su piel con cada paso que daba a medida que se alejaba de su primer hogar y avanzaba con la inocencia de un mundo perfecto. Casi cinco años eran demasiado escasos para andar sola por las calles, pero los barrios de Japón gozaban de armonía y parecía ser un lugar agradable para un Almien durmiente en un cuerpo tan pequeño, así que tras toda una tarde de caminata acabó afortunadamente en una estación de tren de los suburbios de Tokyo.
Kaori se recordaba a sí misma parada en una banca de puntillas, intentando leer unos kanjis imposibles en la grilla de estaciones. Apenas había aprendido unos hiragana gracias a su obāsan, así que no tenía idea a dónde iría a parar si continuaba su viaje, pero de eso no parecía ser consciente la menor, quien sólo se dejaba llevar como un pajarito por el viento.
Desde que Kaori tenía recuerdos, supo que no estaba en ese mundo para pasar sus días con una anciana, ni mucho menos en ese pueblo o ese país. Sólo era cuestión de escasos años, para valerse de sus piernitas y completo cuerpo, para saber que tenía que emprender camino hacia donde su intuición la llevase.
—Kaori miraba carteles y personas, y cuando brillaba como estrellas, ahí era donde Kaori tenía que ir. Y así me quedé con familia Ming, sobre todo porque mamá Akiho me encontró, ella me preguntó si estaba perdida en la estación... Su corazón era brillante, lleno de amor, así que dejé que me lleve con ella.
—¿Todo este tiempo supiste que eras un Almien? —preguntó JongIn con sorpresa.
—No —hizo un gesto pensativa—. Eso no lo supe hasta el accidente.
—¿Y entonces cómo veías esas luces? —cuestionó KyungSoo.
Hasta el momento hacía un gran esfuerzo en creer todo lo que Kaori explicaba con tal literalidad.
—Todos pueden ver luces. Algunos no creen y por eso no las ven, otros simplemente las ven y no saben qué significan. ¡Como Kaori!
—O sea que seguiste un par de luces que veías en tu cabeza y así llegaste a nosotros, y en ese camino, ¿un Almien se apoderó de tu cuerpo?
—Cuando papá KyungSoo dice cosas en ese tono, hace sentir que Kaori está mintiendo —se cruzó de brazos.
—No le hagas caso a él, yo sé que estás diciendo la verdad. Sólo que algunos... Tardan más en creer —JongIn miró con énfasis hacia KyungSoo—. Imagínate Kaori, imagina si yo me hubiese tardado tanto en creerle a Almien, o más bien negado, probablemente KyungSoo estaría en un psiquiátrico.
—Oye... —objetó, pero tan pronto como lo analizó y notó la mirada compasiva de JongIn, supo que estaba a punto de comportarse infantil—. Perdón Kaori... Lo siento si te hice sentir mal hasta ahora.
—Perdonado. Pero eso no significa que dejaré paternidad fácil.
—Para empezar, no somos tus padres niña, así que tranquila y dinos a qué viniste —le miró con atención—. A qué vino Almien específicamente y qué sucedió con Kaori, con su verdadera alma.
—Ya dije, Almien vino a convertir a JongIn y KyungSoo en padres, y alma de Kaori... —llevó su mano al mentón con algo de confusión—. Está dormida en frasco, pero eso no es importante, ¡JongIn y KyungSoo han sido elegidos para misiones de Almien en planeta Tierra! Deben cuidar a Almien, y a los muchos que vengan en el futuro, es importante que den mucho amor.
—¿Muchos que vengan en el futuro? —KyungSoo amplió los ojos con espanto.
—Almien que estuvo en papá KyungSoo, experimentó amor muy bonito y aprendió mucho de JongIn, así que los Almien decidieron que serán parte de representantes de Almien en Tierra.
—¿Parte? ¿Eso significa que hay más? —se asombró JongIn.
—Así es, en todo el mundo —sonrió contenta y continuó comiendo—. Pero no es momento de hablar tanto, Kaori apenas se recupera de accidente y ustedes están molestando con preguntas. Quiero descansar e ir a escuela. ¡Así que apúrense a llevar a Kaori a estudiar!
—Pero tú ya ibas a una escuela antes, los Ming te llevaban a una muy lujosa en la ciudad.
—¡Ah, eso ya es parte del pasado! ¡Ya dije a papá KyungSoo que nadie recordará a Kaori- chan! ¿Acaso también se borró memoria de papá JongIn? —cuestionó retándole—. Una vez que llega Almien, gente ya no reconoce antigua alma, cuerpo sólo es contenedor, así que gente olvidará a Kaori. Excepto ustedes, porque papá JongIn ya conoció Almien, y papá KyungSoo tuvo a uno —habló demasiado rápido y acabó en una determinada sentencia—. ¡Ustedes recordarán por siempre a Kaori- chan!
KyungSoo observó atónito a JongIn quien parecía igual de asombrado ante la inescrupulosa condena. Todo lo que Kaori acababa de revelar parecía parte de un sueño, ninguno de los dos era capaz de asimilar por completo que a partir de esa noche serían padres de una niña alien. De un Almien. Sin embargo, ¿había otra opción? ¿Qué más podrían hacer cuando sabían que nadie más en el mundo la reconocería?
Cuando Kaori se convertía en el KyungSoo del pasado, en un cuerpo abandonado con un alma llena de energía dispuesta a cambiar sus vidas.
—¡Terminé de comer! —exclamó Kaori y ordenó mirándoles en un vaivén—. ¡Quiero dormir!
Finalmente, JongIn le sonrió a la niña; no obstante, KyungSoo aún no podía con su mal genio e incredulidad por la invasión repentina de un alien que clamaba ser su hija.
—Bien, entonces vas a dormir en la habitación de tu “abuelo” —dijo cínico al levantarse.
—¿Tengo abuelo?
—Sí, pero él no vive aquí —determinó juntando sus platos—. Tiene una noviecita ajhumma en Daegu, aunque JongIn no quiera aceptarlo, él ya no va a volver, está feliz allí.
—¡Ey, deja de decir esas cosas, no es cierto! —se molestó y suavizó al dirigirse a Kaori—. Mi padre está trabajando pero viaja mucho y apenas tiene tiempo para regresar...
—Sí, bueno —acotó KyungSoo tras unos segundos de silencio y comenzando a lavar los platos—. Me parece que a alguien le cuesta leer entre líneas que su padre ya no volverá...
—KyungSoo. Luego vamos a hablar.
—Claro que sí.
JongIn intentó regresar a la calma, no quería hablar del asunto, pero evidentemente no podría evadirlo, no cuando KyungSoo andaba picándole con sus comentarios ácidos.
—Kaori, tú dormirás en la habitación del abuelo hasta que él regrese y luego te haremos un espacio en la sala o ya veremos —resolvió pronto.
—Ay, por favor —KyungSoo rodó los ojos, tomó un trapo para secar y se giró divertido —. ¿En serio crees que volverá? Sé suficiente de abandonos.
—KyungSoo, dije que basta —espetó levantándose de su lugar—. Él no me ha abandonado.
—Bueno, pero está haciendo su vida. ¡Así como tú has hecho la tuya conmigo!
—¡Ya basta! ¡No voy a hablar de mi padre ahora! —alzó la voz harto del tema.
—¡Ah, no quieres hablar de tu padre pero sí quieres que yo acepte un alien en nuestra casa y encima se haga llamar nuestra hija, cuando ni siquiera he cogido con una mujer en mi vida! —golpeó el trapo contra el fregadero.
—¡Dejen de pelear! —chilló Kaori—. ¡Los dos parecen niños y yo soy la niña aquí! —se paró bruscamente y se interpuso en el medio observándoles con molestia—. Humanos tontos, no sé para qué Almien hace tanto esfuerzo en ayudarles —refunfuñó y luego avanzó para salir de la cocina rumbo a la habitación—. ¡Que sueñen con los demonios del agujero negro!
El portazo los hizo estremecer a ambos, no se imaginaban que una niña tan pequeña tuviese tanta fuerza.
Pasmados era poco para aquella noche, habían liberado y sacado tantas cosas guardadas en silencio por no querer molestar al otro, pero ahora todo estaba aflorando. No se sentía bien discutir delante de una niña, pero de repente, las palabras más simples hacían estallar una gran discusión y temían no detenerse. Kaori tenía razón, ellos ya no eran niños, pero JongIn y KyungSoo aún no querían abandonar las formas de todo aquello que llamaban hogar, ni los lazos que los unían allí.
Por más aceptación que JongIn clamase hacia la niña, en el fondo, todo se convertía en una invasión, en una nueva adaptación hacia algo desconocido. La experiencia nunca sería suficiente para los nuevos retos, y que una niña los retara, se sentía humillante para los dos. Era como estar desnudos ante el público, demostrándoles que aún estaban llenos de polvo e imperfecciones por dentro. Sin embargo, Kaori los estaba soplando de a poquito, demostrándoles lo frágiles que eran ante la inmensidad del universo.
Ya no era KyungSoo el único incrédulo ante la aparición de Almien, JongIn tenía que resignarse a aprender a convivir nuevamente y desde cero, con otro ser extraterrestre.
—Ay, se metió en nuestra habitación...
Haber conocido a un Almien en el pasado, no era sinónimo de saber tratar con todos. Como los humanos también, ellos eran asombrosamente iguales, y particularmente, diferentes.
🌌
Para cuando finalmente conciliaron el sueño, ya era bastante tarde, sobre todo para JongIn quien entraba a las ocho de la mañana, y apenas se dormía a las cuatro. KyungSoo tenía unas horas más de descanso hasta las diez, entraba al mediodía, pero de todas formas era igual de dormilón que JongIn, así que ambos estarían como zombies durante el resto de la jornada. Kaori los había dejado aturdidos por tanta información, y claro que procesarla no era fácil, la conversación entre ellos había continuado en la habitación del señor Kim, donde habían acabado durmiendo.
KyungSoo confiaba en que quizá, toda esa locura de la niña llamándoles padres se acabaría al día siguiente, cuando ésta recapacitase y cayese en la realidad de que sus padres estaban muertos y ella en la casa de un par de extraños, pero aunque intentó convencer a JongIn de esa posibilidad, JongIn también intentaba hacerle entrar en razón a él de que nada de eso sucedería.
—Ya lo viví contigo, y creí que también te irías, pero simplemente te quedaste... Y aquí estás hace seis años. No somos el centro del universo ni la Tierra misma... —susurró a medida que se iba quedando dormido—. Hay vida más allá... Nuestro planeta apenas es una partícula de polvo en el espacio.
Los pensamientos se hacían cada vez más confusos, el cansancio los vencía y todo lo sucedido se convertía en parte de los sueños que iniciaban.
Minutos después que JongIn, KyungSoo también se durmió, yéndose en un viaje espacial y fantasmal, donde su alma flotaba por encima de la Tierra y contemplaba las estrellas lejanas. Luego volaba hasta un planeta desconocido y gaseoso, y tras permanecer unos instantes y relajarse en sus nubes, regresaba a la Tierra; rápido y sin posibilidad de avistar el espacio nuevamente, como un imán, su alma era atraída bruscamente y se devolvía a su cuerpo.
Un parpadeo le bastó para despertar con la luz de la mañana entrando por la ventana.
Esperaba que absolutamente todo hubiese sido un sueño, pero el cuerpo abrazándole por la espalda, como una garrapata de tamaño sobrenatural, le espantó. Claro que no era JongIn, él ya estaba trabajando, y además el agarre era mucho más liviano. Apenas movió el cuello y encontró el cuerpito de la niña abrazándole, sus ojos estaban abiertos y de su boca chorreaba un grueso hilo de saliva sobre su remera.
—Ah, ¿por qué yo? —protestó en un murmullo—. Encima duerme con los ojos abiertos. Es aterrador...
Se hizo a un lado con cuidado y se levantó dispuesto a seguir con su rutina habitual, bañarse, desayunar y luego largarse al trabajo. Sin embargo, cuando ya estaba en la ducha disfrutando del agua caliente, refregando su corto cabello lleno de espumita, cayó en cuenta de un gran problema.
—¿¡Quién se va a quedar con la niña!? —abrió los ojos y el shampoo se filtró en ellos—. ¡Ah, arde!
Apresurándose a salir del agua, se envolvió con la toalla en la cintura y se sentó en el inodoro, el celular estaba en la tapa y sonaba música para apaciguar sus pensamientos, sin embargo en ese momento, la música era lo último que lo calmaba. Se lanzó a llamar a JongIn, de ningún modo él se iba a librar de esa responsabilidad. ¿Por qué siquiera no lo habían hablado durante la noche? ¿Cómo se les iba a pasar de largo semejante asunto? ¿O acaso JongIn se creía que iba a dejar su trabajo un día por esa niña? KyungSoo lo iba a echar de su propia casa si esa llegaba a ser su idea principal.
Esperó con impaciencia a que marcara el número y en cuanto le atendió, JongIn le saludó con una alegría inusual.
—¡Amor, hace cuanto no me llamas en horario de trabajo!
—Kim JongIn, regresa ahora mismo, tenemos que hacer algo con la niña. Tengo que ir a trabajar.
—Y pide el día.
—¿¡Por qué no pediste tú el día, maldito cretino!?
—Porque entraba más temprano, tú todavía tienes tiempo de que te cubran.
—Ah, sí de eso se trata, mi trabajo es menos importante y por eso tengo menos problema, ¿eso crees cierto?
—No, KyungSoo. Y en primer lugar, yo también tuve ese trabajo, al contrario, tienes más flexibilidad horaria.
—Sí, es cierto, por eso ¿sabes que haré? Entraré más tarde mientras tú sales más temprano, no creo que tus compañeros se vayan a morir porque el de los mandados no se quede hasta última hora sin hacer nada —renegó, consciente de que eran bastante aprovechados en la oficina.
—Oye, no hagas eso. Hoy sí estoy ocupado... —murmuró apenado—. Tengo que ir al banco después del mediodía, pero es porque hay muchos trámites antes.
—Ah, no JongIn, pues vas mañana. ¡Esto será justo para ambos, yo no voy a perder mi día! —exclamó—. ¡Y de paso interroga sobre la hija de los Ming, quizá alguien todavía la esté buscando! —cortó de inmediato.
Pronto la puerta del baño sonó, Kaori quería entrar, estaba apurada, así que KyungSoo se vistió rápidamente y respiró con profundidad, lo que menos quería era hablarle mal a Kaori por culpa de sus nervios con JongIn.
Al abrir la contempló desde lo alto con misterio y alzó una ceja.
—¿Así que los alienígenas también hacen del uno y el dos?
—Sí, y también del tres y el cuatro.
—¿Qué? —eso era inesperado y el disgusto se hizo presente en su expresión.
—Pero eso sólo es posible en Almien.
—Qué asco.
—Sí, no es muy agradable. El tres es como vómito estelar.
—Basta.
—Y el cuatro como eructo de meteoritos. ¡Almien evolucionó mucho en últimos miles de años! —sonrió alegre.
—Dije que basta.
—¡Entonces deja entrar a Kaori antes de que haga popochas en pasillo!
KyungSoo la observó con espanto y le dejó entrar en seguida. Luego siguió de largo hasta la sala y encendió la televisión, tenía que ver qué sucedía con la búsqueda de la niña, alguien tenía que estar al pendiente. Sin embargo, todas las noticias eran sobre asaltos diversos en otras ciudades, un incendio provocado en la reserva natural y un accidente múltiple en la autopista sin víctimas fatales. Nadie hablaba sobre la muerte de los Ming, ni mucho menos de su hija aún desaparecida. No podía ser cierto que el mundo pasara de largo algo tan importante como la desaparición de una niña, pero así era. No sólo con Kaori, sino con cientos de otras que se borraban de la faz de la conciencia humana todos los días.
—No están buscando a Kaori —oyó la voz a su lado—. Papá KyungSoo tiene que rendirse, Kaori está viva y junto a padres. Además nadie extraña a una extraña.
—Pero, y la familia de los Ming...
—A ellos no les importa. A únicos que debería importarle son a papá JongIn y a ti... Pero aún teniendo a Kaori a tu lado, insistes en deshacerte de ella —musitó y con cuidado tomó su mano al acercarse—. Tú sí quieres que yo desaparezca.
KyungSoo agachó la mirada y contuvo el aire, porque aquello había sonado despiadado. Demasiado cruel incluso para soportarlo él mismo. Kaori tenía razón, en una parte muy profunda, era cierto lo que ella decía, y aunque no era con la misma intención, en el fondo, la esencia era la misma. No importaba la forma en que uno desapareciese, vivo o muerto, era el estado perfecto de indiferencia en el que él no tendría responsabilidad alguna. Y no podía permitirse seguir pensando así.
Tenía que ser paciente así como JongIn lo había logrado con él.
—No. No quiero que desaparezcas. No puedo imaginarlo, estuve en esa situación. JongIn nunca me dejó desaparecer... —susurró sentándose en el sillón aún confuso por la situación—. Es que... No puedo entenderlo, ¿en serio nadie te reconocerá nunca más?
—Papá KyungSoo —espetó Kaori y se acercó, observándole con atención y aplastándole con las palmas sus mejillas.
—No me digas más papá, sólo KyungSoo —le retiró las manos y resopló hastiado.
—¡Bien! —sonrió y asintió llevando las manos hacia atrás—. KyungSoo...
—¿Qué?
Entonces se dejó llevar por los ojitos pequeños y oscuros de Kaori, que cargados en estrellitas se balanceaban entre la inocencia y picardía típicas de la niñez. Un susurro suave y sabio, como quien tenía la llave a todas sus respuestas, era todo lo que necesitaba para serle respondido el mundo entero.
Una sola pregunta era la entrada al universo.
—¿Cuánta gente te ha reconocido a ti hasta ahora?
Ese era el pequeño detonante necesario para poner su mente a volar aún estando despierto. KyungSoo se levantó y encaminó a la cocina. Definitivamente no estaba de humor para hablar de ese tema con Kaori. Nunca había sido buscado, pero tampoco había muchos motivos, cuando apenas era conocido fuera del orfanato. Apenas algunas personas involucradas en cosas ilegales sabían de su nombre, pero afortunadamente, él tampoco volvió a verlas nunca más. Ni siquiera rostros de viejos amigos se le habían aparecido.
Nadie, excepto JongIn mismo, lo había reconocido antes. ¿Acaso era eso lo que le dolía? ¿Saberse no extrañado? Detestaba siquiera pensarlo, tenía que aparecer alguien, justamente una niña inexperta a hacerle ver cosas que no quería, que prefería dejar ocultas. Y todas veían la luz en el momento menos oportuno, cuando él más quería recordar sus días de Almien junto a JongIn, aparecían los recuerdos previos a aquello.
Mientras esperaban a que el susodicho evasor llegara, acabaron almorzando pollo frito. KyungSoo ya le había avisado al querido gerente Zhang y también a SeHun para que le cubriese por dos horas. O quizá un poco más, porque JongIn todavía no aparecía y eso estaba comenzando a exasperarle.
—Papá KyungSoo, si tienes que trabajar puedes dejar a Kaori sola —se levantó de su asiento y recogió su plato, quedando quieta a su lado—. Sé cuidarme.
—Primero. Dije que no me llames papá. Y segundo: No. No puedes cuidarte sola. Eres una niña.
—¡Claro que puedo! Llegué sola hasta ti. Viajé sola en Japón. ¡Hice muchas cosas sola!
—Que hayas hecho cosas sola, no significa que sepas cuidarte. Has sido afortunada.
—Nadie está a salvo en Tierra. Y casa de padres es tranquila. Kaori sabe cocinar, sabe lavar platos, sabe bañarse, sabe que no debe abrir puerta a extraños. Abuela enseñó esas cosas antes de partir, y familia Ming también.
—No importa qué te hayan enseñado ellos. No te voy a dejar sola.
—¿Y si papá JongIn no viene?
—Entonces él estará en serios problemas —clavó el palillo sobre el trozo de pollo con violencia.
—Pero sí tú no vas a trabajar también tendrás serios problemas —dijo Kaori preocupada.
—Exacto. Mis problemas son sus problemas. Pero ese no es tu problema, esto es entre nosotros —le calmó con una sonrisa forzada.
—Pero yo soy hija, yo soy problema, ¡y también soy parte de padres! ¡No excluyas a Kaori, todos somos familia ahora!
La puerta de entrada se abrió y KyungSoo miró a Kaori con determinación, se levantó presuroso y palmeó su cabeza ligeramente.
—Así es. Y si vamos a ser familia, debes ser consciente de que los niños —pellizcó su mejilla provocando una queja—. Nunca tienen la culpa.
—¡Ey! —sonrió JongIn al entrar en la cocina, avanzó para darle un beso pero KyungSoo lo esquivó con agilidad, entonces formó un puchero—. Eeey...
—Usted y yo hablaremos en la noche, me voy a trabajar —espetó calzándose en el recibidor.
El mohín descontento en JongIn no pasó desapercibido y una vez que KyungSoo cerró la puerta, se encogió de hombros.
—Parece que no está de humor.
—Pues claro, si has hecho enojar a papá KyungSoo —refunfuñó con sus manos en la cintura.
—¿Yo?
—Sí, tú.
—Eso no es justo —avanzó y se agachó de brazos abiertos para recibir un saludo—. Aquí estoy, vine a cuidarte.
—¡Pero dejaste a papá solo!
—¿Ahora estás de su lado? —levantó una ceja.
—Kaori es Almien justa —alzó el mentón y le apuntó con el índice—. Y tú te fuiste sin pensar en Kaori, ¿acaso pensabas dejarme sola?
—¡Claro que no! Pero KyungSoo podía tomarse el día... —agachó la mirada descontento ante todos esos regaños.
—Já —se cruzó de brazos y siguió de largo—. A otro Almien con esa fruta.
—¿Eh?
—Voy a mirar televisión, ¡espero que busques escuela para Kaori pronto! —advirtió con el ceño fruncido y se largó a la sala.
JongIn estaba estupefacto, pero no era para menos. Volver a lidiar con el carácter de un Almien no era nada fácil. Aunque ciertamente, parecía mucho más informada y consciente del mundo de lo que había estado Almien en su paso por KyungSoo. Tal vez ahora sería un poquito más sencillo...
Tal vez sólo un poquito.
O tal vez absolutamente nada.
—¡Papá JongIn, televisión está flotando! —oyó el grito.
Y aunque lo primero que se le vino a la mente fue completa incredulidad, y probablemente Kaori estuviese teniendo alguna clase de confusión; el aire se le escapó cuando se detuvo al lado de la niña, igual de absorto y atónito que ella. Los dos parecían un par de niños embobados mirando su caricatura favorita.
—¿Tú estás haciendo eso?
—¡Claro que no! ¡Almien no mueven cosas!
—¿Estás segura?
—Bueno, no que yo sepa... Sólo llevo cinco años y once meses en Tierra.
—¿Y eso que significa?
—Que aún no sé todos los poderes que tiene Almien.
—¿Todos?
—¡Almien ha evolucionado mucho en últimos diez mil años! —exclamó alegre y el estruendo los hizo saltar al sofá cuando el televisor cayó bruscamente al suelo.
JongIn temblaba abrazado a Kaori, mientras ella contemplaba incrédula el desastre. —Adiós telecita...
—¿Di- diez mil? —tartamudeó pasmado.
—Sí... Almien de papá KyungSoo regresó a planeta Almien, raíces se expandieron y nacieron flores, muchos pétalos se lanzaron al espacio, pero sólo uno llegó a la Tierra con la lluvia, los demás se marchitan... Y ahora Kaori Almien es aprendiz de amor también. Si Kaori es buena hija, enseñará bien a padres —se paró en el sillón y alzó el puño en alto—. ¡Y si Kaori es buena hija y enseña bien, entonces podrá volver a Almien y ser buena madre!
—¿¡Madre!?
—Sí, como todo Almien —sonrió y se sentó nuevamente al contemplar el horror en el rostro de su padre, y en un gesto tranquilizador tomó entre sus manitos las mejillas, JongIn le observaba incrédulo—. Papá tiene piel áspera y vellitos pinchudos. En fin —retomó bajando del sillón.
JongIn se acarició su barbilla, sí le hacía falta una afeitada. Pronto notó que Kaori estaba inquieta, iba y venía de un extremo a otro de la sala y eso también lo ponía nervioso.
—Quédate quieta, te puedes clavar un cristal.
Pero Kaori seguía demasiado concentrada, buscando las palabras para explicarse, mirando en su ida y vuelta hacia el techo, tambaleando su cabeza debatiendo entre qué decir y qué no cómo si tuviese todo cuidadosamente planeado. Y finalmente para cuando su pie descalzo estaba a punto de pisar un pedazo de vidrio, JongIn la empujó ligeramente y se interpuso delante, cruzado de brazos y completamente serio.
—Dije que te sientes, no que pasees por la sala.
Kaori frunció el ceño y se cruzó de brazos también, pero JongIn no cedía y a la niña no le quedó más opción que retroceder hasta el sillón.
—¡Haces que Kaori olvide todo lo que iba a decir!
—Bueno, di hasta donde te acuerdes —avanzó hasta la cocina en busca de una escoba y pala—. No es como si te fueses a ir de un día para el otro...
Aunque eso último le dejó con mal sabor. Instantáneamente recordó la corta estancia del Almien en KyungSoo y se preguntó si Kaori atravesaría por lo mismo. Ante la sola idea, la angustia lo invadió. ¿Acaso Kaori también perdería la memoria? ¿Tendrían que lidiar luego con una niña que realmente extrañaría y recordaría a sus verdaderos padres? ¿Preguntaría por los Ming? ¿Crecería con el mismo vacío y las mismas dudas que KyungSoo?
El pecho se le comprimió unos segundos y se detuvo en la sala, sin movimiento alguno, mirando los cristales como si allí fuesen a aparecer las respuestas.
¿Kaori acabaría odiándoles en caso de que le contasen la verdad y ella no pudiese recordarla? No quería imaginarlo, pensar en atravesar nuevamente lo mismo, se le hacía imposible, un nudo indigestible; y si KyungSoo no colaboraba, temía acabar perdiendo a alguno. Algo diferente tenía que haber en ella, después de todo, el televisor flotando era algo novedoso, y el cabello crecido en Kaori, no eran sucesos idénticos a los de KyungSoo.
—¿Qué pasa Fufu JongIn? —oyó la vocecita suave. Kaori le observaba preocupada. Pero JongIn suspiró resignado por la incomprensión de sus palabras—. No tienes que estar triste por futuro de Kaori. ¡Cuerpo de Kaori no será Nunu, sólo es niña! Pero yo... Almien ya no es Almienul... Raíces seguirán expandiéndose, más pétalos crecerán, y podremos salvar universo. Pero humanos ayudan también, y nosotros ayudamos humanos. Después de todo, ¡Almienalis descubrieron que Almien y Tierra son planetas urálilos!
—¿Almienalis? ¿Urá qué? —repitió desorientado.
—¡Sí! ¡Es un gran descubrimiento! Pero Tierra todavía no lo sabe, ¡no está preparada para samarabái!
—Oh, no... —suspiró—. Otra vez ese idioma indescifrable.
—¡Lo ves! No están preparados. Pero no preocupes papá JongIn, Almibansán ya dirá cuándo es el momento adecuado —aseveró con tranquilidad.
—Almibansán... —murmuró recordando—. Estás hablando de... Su Dios, ¿cierto?
—¡Nuestro Dios, también de Tierra, de universo entero!
—Vas a tener que contarme más sobre ello —exhaló al levantar el resto de la televisión libre de trizas peligrosas, entonces la dejó en el mueble.
—No, Kaori vino a ser hija y tener padres. No a contar misterios de universo, ¡para eso hay más Almien con otras misiones!
—Pero no es justo, nosotros no pedimos tener hijos —se giró a verle—. ¿Por qué yo otra vez?
—En realidad no es JongIn, es papá KyungSoo, pero tú eres urálilo niní de papá KyungSoo. Así que te conviertes en mi papá también.
De sólo oír Niní, decenas de recuerdos junto a Almien llegaron veloces y su corazón latió ligeramente a otro ritmo, más rápido, más nervioso, pero igual de hermoso que junto a KyungSoo.
—¿Y eso que significa?
—¡Que eres corazón gemelo de papá, es decir novios, amantes, esposos!
—¡Ya entendí!
—Entonces... —sopesó Kaori y se paró en el sillón con emoción—. ¿¡Vamos a comprar nueva tele!?
—No hasta que estemos seguros de que no romperás otra.
—No fui yo... —bufó cayendo de rodillas.
—Sí, ya lo veo, fui yo con mi súper poder humano.
—Tal vez sí. Tal vez Fufu JongIn tiene más poder del que se imagina —alzó su puño y sonrió.
JongIn no pudo evitar ablandarse de ternura ante su actuar y dejó a un costado la escoba y la pala, avanzó hasta ella y palmeó su cabecita.
—Definitivamente no eres de este planeta, marcianita.
Pero Kaori no dejaba de contemplarle con brillo y en un rápido movimiento, saltó a su cuello y no le quedó más que sujetarla. No la conocía tanto, pero sí bastante para saber que era una charlatana y muy inteligente.
—Todo estará bien —dijo Kaori y le estiró con los dedos los extremos de su boca, formándole una sonrisa horrenda.
Quizá unas pocas veces en la oficina, habían sido suficientes para despertarle el instinto paternal, o quizá simplemente siempre había deseado formar una familia y así brindar todo el amor que aún le había quedado guardado tras la partida de su madre y ausencia de su padre.
La realidad era que la probabilidad de tener un hijo se había convertido en nula, se le había esfumado el entusiasmo en el mismo momento en que nació aquél deseo. No creía que le alcanzase la vida para ahorrar tanto en un viaje y demás trámites para un alquiler de vientre, ni tampoco que en su propio país o cualquier otro le fuesen a facilitar una adopción siendo soltero. Casarse con KyungSoo era algo que ni siquiera él mismo podía imaginarse. Estaba remotamente lejano de sus sueños y posibilidades, y KyungSoo también era muy joven aún.
Ni siquiera sabía ni podía deducir cuánto futuro les quedaba juntos.
Pero algunos días, la esperanza no moría y la fe era grande, si un alien había aparecido en su vida, ¿por qué no podría tener algo tan terrícola y humano como un hijo? De repente, en los ojos de Kaori brilló el universo entero, un parpadeo y le bastó para ver el reflejo de ese lejano KyungSoo viajando a años luz, veloz y chispeante, ese Almien espacial venía a reencontrarse en una mirada cargada de puro amor.
Kaori era un milagro y no podía permitir que KyungSoo la alejase nunca, se iba a tener que acostumbrar. Si no confiaba en él y en sus palabras, al menos tendría que creer en un ser inocente y que al parecer, ya conocía al mismo KyungSoo mucho más que los dos juntos. Kaori había venido a dar un giro en sus vidas, pero esta vez el mayor impacto le tocaba a KyungSoo.
Era su turno de que un Almien lo pusiese fuera de órbita.
🌌
Muchas, muchas gracias por leer <33 espero que estén pasando un lindo ratito, yo estoy bastante emocionada 🤧♥️
No se preocupen por las palabras Almien que aparecieron hoy, estarán al final del fic en un nuevo glosario, no las pongo, porque de hecho son cosas bastante sencillas que pueden entenderse entre líneas a qué hagan referencia, igualmente lo que es más complejo Kaori lo va a ir explicando, por eso, no se hagan problema por no entender, es parte del misterio y encanto de leer su lenguaje y que nosotros también nos mareeemos como JongIn 💘💫
Sí dejo las palabras japonesas 💫
obāsan: abuela.
hiragana: alfabeto japonés, uno de los primeros y más sencillos que se les enseñan a los niños.
kanji: los ideogramas más complejos que se enseñan más adelante en la escuela.
Besitos 👽🌸
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