5. Escéptico 👽
Desearía poder arreglarlo, desearía saber qué decir
Pero todo se siente como una mentira estos días.
No sé cómo no sentirme así...
Pero si me necesitas, estaré ahí
Cuando estés teniendo tus pesadillas
Vendré a golpear a los monstruos
Los encontraré en la oscuridad
Cuando estés feliz y cuando estés asustado
Seguiré siendo tu hombro
Seguiré estando a tu lado incluso si no estoy contigo.
If You Need Me, Julia Michaels
🌌
Un sueño, esa situación tenía que ser un sueño. La bruma de emociones era insoportable y la línea divisoria entre fantasía y realidad se había difuminado tanto que probablemente si se lo proponía, podría volar sin esfuerzo alguno. KyungSoo se sentó en el suelo, lo había decidido, iba a esperar a que eso acabase, porque no le cabían dudas de que ya superaba cualquier pesadilla.
La niña le observó curiosa, KyungSoo le miraba también fijamente a los ojos buscando algún rastro o pista de falsedad al asunto, quizá así su cabeza podría regresar a la Tierra. Si seguía durmiendo, entonces en algún momento se iba a tener que despertar, y ahí sí tendría que correr al trabajo.
—¿Papá? ¿Cómo te llamas?
—Sh —chistó y alzó su mano ante el avance de la niña—. Cállate y detente ahí, quiero que acabe este sueño.
—¿Cuál sueño? —dijo con inocencia.
—Este mismo.
—Esto no es un sueño —cabeceó y extendió sus manos, girando sobre sí misma y demostrándole el resto del parque—. Esto es real, y quiero ir a casa. ¡Estoy cansada, pasé una odisea buscándote desde el accidente!
—Bien, eso es —se levantó bruscamente y le observó con superioridad—. Dime cuál accidente, quizá si imagino mi muerte entonces despierte más rápido.
—Estoy hablando en serio, padre —frunció el ceño—. Llévame a casa.
—Bueno, ya que insistes, ¡vamos! —con rudeza, la tomó de la mano—. Quizá una vez que JongIn te vea entonces acabará esto, porque no sabré como explicarlo, ¡y entonces mi mente me forzará a despertar!
KyungSoo comenzó a caminar veloz, avanzando casi en trotes a través del parque como si estuviese siendo perseguido por un gran fantasma de responsabilidad llamado "paternidad". Ese sueño sí era aterrador; era la primera vez que le sucedía algo como eso. La niña se quejaba por la velocidad con la que lo arrastraba, reclamando por compasión.
—¡Detente papá! ¡Está bien que soy un alien, pero eso no significa que pueda volar! —gritaba mientras corría tras él—. ¡Más despacitooooo que duelen mis piecitooos!
—¡Quizá tengas que aprender, así vuelas de mi vida!
Finalmente habían llegado, se habían detenido frente a la puerta, KyungSoo tomó aire profundamente y rezó para que la pesadilla acabase apenas abrir. Estaba tan eufórico que ni siquiera se había percatado que el barrio seguía sin luz, por lo que la repentina inquietud y consciencia de la oscuridad, lo perturbó. Tembloroso, buscó la llave en su bolsillo, pero antes de siquiera colocarla, la puerta se abrió de golpe.
—¡KyungSoo! —exhaló JongIn con alivio—. Ya te estabas tardando, te mandé mensajes y llamé, pero no había señal.
—JongIn yo...
—¡Al fin estoy en casa!
Los faroles del barrio titilaron, y las luces provenientes de la casa, también pestañearon ante el inminente regreso. La electricidad había vuelto, y JongIn la sintió también en su piel erizada, cuando al desviar la mirada hacia abajo, se encontró con una pequeña y esperanzadora sorpresa.
—¿Kaori...?
—¡Lo sabía! ¡Tú me resultabas familiar! —chilló la niña al verle—. ¡Eres mi otro papá! ¡Papá JongIn si me reconoce! —exclamó alegre y avanzó dentro de la casa sin permiso, como si ya estuviese habituada y emocionada de reconocer el ambiente.
JongIn y KyungSoo se contemplaron y las palabras no fueron necesarias. Aunque KyungSoo sospechaba mucho de lo que estaba sucediendo, JongIn parecía estar completamente seguro, y la nueva niña no iba a mantenerse callada por nada. En ningún mundo iba a cerrar su boca. Así que las palabras sólo fueron una dura confirmación.
—Y papá KyungSoo... —se giró en advertencia—. ¡Esto no es un sueño!
Después de unos minutos dando vueltas por la casa, Kaori se sentó en el sillón de la sala con comodidad. Sus ojos iban y venían, atenta a los cuadros con fotos y admirando la decoración sencilla, vieja pero hogareña. Parecía una casa salida de los ochenta según las revistas de decoración de los Ming. Un sillón marrón oscuro, viejo. Una guarda floreada en la pared, color rosa, vieja también. Una cortina de hilo blanco tapando la ventana, y dos muebles, uno para la televisión y otro con puertas de vidrio, donde detrás se escondían adornos y vasijas.
—JongIn, tu casa me recuerda a un geriátrico —había dicho KyungSoo tras dos semanas de vivir allí—. Por las pocas películas que he visto, parece el nido de amor de un par de ancianos.
—Es que le pertenecía a mis abuelos, y nunca cambiamos nada... Supongo que cuando tenga más dinero haré algo al respecto.
Sin embargo, Kaori miraba todo estupefacta. Todo lucía perfecto, fantástico, exactamente como debía ser. Pero los únicos que seguían pasmados, observándola con incredulidad, eran JongIn y KyungSoo. Sus siluetas no se movían del recibidor, mirando curiosos y de reojo a la niña, como si se tratase de un extraterrestre.
Y bueno, eso tenía sentido.
—¿Dónde la encontraste?
—Yo no la encontré, se apareció en medio del parque —chistó y replicó—. ¿Y cómo es que tú la conoces?
—Es la hija de mis jefes... O bueno, era —se detuvo, asimilando el presente—. Ellos fallecieron ayer en la noche...
—¿Qué?
—Sí, el día de hoy fue una locura. Se supone que ella está desaparecida, prácticamente la dan por muerta. Viajaba con sus padres al momento del accidente, ¿entiendes lo que significa?
—Oh, sí claro —dijo sarcástico—. ¿¡Qué mierda puede significar más que tenemos a una niña probablemente traumatizada y creyendo que somos sus padres!?
—Es un Almien... —susurró, se asomó a verla y sonrió—. Bueno, una Almien.
—Mira JongIn, vamos a llamar de inmediato a las autoridades, ¡a su familia a quién sea y la vamos a devolver a donde pertenece! ¡No voy a tolerar que sigas con esa farsa de Almien! —gritó y finalmente colapsó—. ¡Esto es real! ¡Ella está perdida, igual que yo, no voy a permitir que le metas tus absurdas ideas!
JongIn se paralizó y contuvo el aliento, su ceño se frunció enojado, pero rápidamente pasó a una mirada triste. KyungSoo no había titubeado en decir lo que pensaba, estaba muy seguro y creía que aquello salía con gran confianza. Pero automáticamente, al ver los ojos enrojecidos de JongIn, supo que había sido más frío y cruel que realista.
En el fondo, supo que no existía tal confianza, todo provenía del miedo.
—Tienes razón. Haz lo que te parezca mejor —accedió JongIn con dureza—. Pero recuerda que nunca te obligué a creerme.
KyungSoo le vio marchar, la puerta de la habitación se cerró en silencio. A veces la tranquilidad, no era tan buena como se creía. Un JongIn calmado tras un capricho o malentendido, no era usual, siempre que estaban en desacuerdo, discutían un poco y se desahogaban; quizá no llegaban a ningún acuerdo, pero aceptaban sus diferencias y luego alguno acababa adoptando o dejando nuevos y viejos hábitos. Adaptarse constantemente a las múltiples situaciones era una forma de atravesar las crisis. Aún cuando ambos eran tan tercos y reacios al cambio, terminaban siendo ingeniosos y se unían en las adversidades.
Por eso KyungSoo esperaba una discusión, a un JongIn colérico, echándole cosas en cara que él nunca había pedido, pero nada de eso llegó. Y tal vez era sencillamente eso, KyungSoo seguía sorprendido de que desde el inicio e incluso hasta ese momento que se sentía como un final, JongIn nunca fuese a reprocharle nada relacionado a lo material. A veces se enfadaba tanto y odiaba el hecho de que JongIn mayormente tuviese razón. Nadie le había obligado nunca a creer en él. Y por eso, por confiar y enamorarse, KyungSoo acababa enojándose consigo mismo.
La aparición de esa niña sólo lo ponía más nervioso, ¿cómo podía ser posible que JongIn dijese que se trataba de un Almien? ¿Cómo lo sabía? La niña tenía que haberle dicho algo, o mejor dicho, JongIn tendría que haber manipulado a esa niña, pero eso era horrible de sólo pensarlo. No podían ser simples coincidencias. Algo tenía que haber detrás de todo. No quería creer en algo que sonaba tan sencillo pero se sentía tan espeluznante.
Era creer o reventar.
Y no podía permitirse reventar otra vez por eso. Esperaba que fuese la primera y última vez que decía algo hiriente, pero ese día las emociones lo habían sobre cargado. Llegaba un límite en el que la fantasía de un alien, se hacía tan real, que debía rendirse. Tenía que aceptar esa otra parte de sí mismo aún si nunca la hubiese visto.
Debía dejar ir la culpa y asumir la responsabilidad de las previas decisiones que había tomado, porque esas lo habían llevado a que Almien, formase parte de su destino.
—Pusiste a papá JongIn muy triste —replicó la vocecita desde abajo.
KyungSoo agachó la mirada, Kaori estaba delante suyo, mirándole demasiado enojada.
—¿Y? ¿Qué hay de mi? ¿Cómo crees que me siento yo con todo esto?
—No todo se trata siempre de ti.
—¿Disculpa? ¿Quién te crees que eres mocosa?
—Una parte de papá KyungSoo, que ya conoce sentimientos... —dijo con certeza y sujetó con delicadeza su mano, llevándosela a la frente—. Papá KyungSoo, está bloqueado. No recuerda porque no quiere recordar. Tiene miedo de lo que puede encontrar. Papá KyungSoo tiene miedo de descubrir que no es sólo... Papá KyungSoo.
—¿Qué dices? —la miró aterrado—. Y ya deja de llamarme así, no soy tu padre.
—Fuiste Almien, y no aceptas Almien en tu corazón. ¡Y esa es una parte del porqué Kaori- chan está aquí con ustedes! —exclamó, llevándose la mano a la mejilla con cariño.
Pero KyungSoo se soltó bruscamente, reluctante a su contacto y palabras. Necesitaba pensar tranquilo, apenas llegaba y ni siquiera se había sentado un rato, ni había tenido un minuto de paz desde que bajó del colectivo. Así que se dirigió al sillón, donde encontró el celular de JongIn y lo tomó.
—No sé cuánto te haya pagado JongIn por esto, pero es una locura, y bastante escalofriante... —apretó el botón del menú y deslizó su pulgar por la pantalla. Estaba tentado a mirar mensajes o correos en busca de una prueba a toda esa puesta en escena, pero supo que sería un exceso. Tenía que haber otra forma de desentrañar todo ese asunto, por lo que volvió a bloquearlo, habían prometido desde hace mucho a respetar la privacidad en sus teléfonos—. Decir esas cosas de sus jefes...
—Es cierto. Padres adoptivos de Kaori, murieron ayer a la noche... —susurró—. Auto cayó por barranca, y se hundió en laguna.
—¿Y por qué tú estás ilesa?
—¡Porque Almien sana rápido!
—Tienes que estar bromeando, ¿qué tanto te contó JongIn de todo esto? ¿Hasta dónde piensa llegar?
—¿Hasta que creas sinceramente?
—¿Es en serio?
—¡Papá JongIn no está mintiendo! —renegó sacudiendo los brazos.
—Mira, ya no me interesa saber si mienten o no —declaró y desbloqueó el teléfono nuevamente—. Voy a llamar a la policía, y te vas a ir con tu familia, o con quien sea que vivas, ¿entendido?
—Entendido.
KyungSoo alzó una ceja, incrédulo ante la rápida aceptación de la niña. Era obvio que ella debía estar harta de esa situación también, así que eso lo tranquilizó un par de segundos. Kaori le miró con desdén y sonrió, tomó el control remoto mientras él marcaba a la policía, y pronto dejó el primer canal de noticias que se apareció.
Una operadora respondió del otro lado y KyungSoo ya estaba con las palabras en la punta de la lengua cuando oyó el: «¿Cuál es su emergencia?». Pero su mente frenó, y todo lo que iba decir se le olvidó cuando vio la foto de Kaori junto con la del matrimonio Ming en la pantalla.
El impacto era muy fuerte como para pronunciar sonido alguno.
«La búsqueda de Ming Kaori, hija adoptiva del matrimonio Ming, sigue intensamente. Aún no se han encontrado rastros de la niña, si alguien tiene información de su paradero, contáctese urgentemente al siguiente número en pantalla».
La voz de Kaori se hizo oír apenas finalizar el anuncio y KyungSoo no sabía qué responder a la operadora que insistía tras la línea: «Hola, ¿hay alguien ahí?», así que simplemente cortó.
—¡Increíble! ¿Por qué me siguen buscando? Si de todos modos no van a reconocer a Kaori. Incluso para mañana van a olvidar. ¡Almien ya despertó, primer parte de misión ya se cumplió! ¡Así que ahora, JongIn y KyungSoo son padres! ¡Finalmente, Kaori-chan llegó a casa!
Quizá era demasiada información. Quizá las palabras de la niña, le resultaron absurdamente familiares que quiso saber a qué se refería con olvidar, despertar y misión. Quizá algo titiló en el fondo de su mente, cuando Kaori le tomó de las manos y le permitió sentir el frío inusual en su piel. Esa niña sabía tanto de él, como él desconocía de ella, y eso no era nada agradable.
Cuánto más lo pensaba, peor era. Recordó el corte de luz, y como eso coincidía con lo que JongIn le había contado respecto a la llegada y partida de Almien.
¿Cómo iba a controlar la electricidad? ¿Cómo iba a provocar un accidente donde una niña saliese ilesa? ¿Cómo iba a manipular sus sueños? ¿Cómo JongIn iba a inventar tantas cosas cuando delante suyo, había una niña a la que le crecía, segundo a segundo y centímetro a centímetro, un poco más el cabello hasta llegarle a los hombros?
—Así me gusta más —sonrió, arrebatándole el teléfono de la mano y mirándose con la cámara frontal—. ¿Y a ti papá KyungSoo?
Pero KyungSoo ya estaba demasiado aturdido dejándose llevar por los trucos baratos de un extraterrestre. Quería obtener respuestas de todo, y de la forma más clara posible.
—¿Cómo hiciste eso?
—Almien puede hacer muchas cosas, sólo di, y Kaori hará.
—Vuela.
—Soy Almien, no Superman.
—Tu cabello acaba de crecer, ¿¡qué rayos eres!?
—¡Almien!
—¿Y qué hay en ese frasco? —señaló hacia la mesita del centro, donde la niña lo había dejado.
Con menor intensidad resplandecía un contenido etéreo, una sustancia fluídica, sedosa y holográfica que se movía en un lento oleaje cual cinta de video. KyungSoo imaginó que tal vez, así se vería un sueño si fuese capaz de atraparlo.
—¡Son raíces del espacio! ¡Es puerta al infinito! ¡Tengo que cuidarlo mucho hasta que misión acabe!
—¿Y cuál es tu misión?
—¡Enseñar a JongIn y KyungSoo, a ser padres!
KyungSoo se llevó el pulgar e índice al tabique, cerró los ojos pensativo, porque era una locura siquiera imaginarlo. La ridiculez y el absurdo eran poco comparado a lo que acababa de oír, pero si no creía, temía seguir reventando hasta destruir las pocas pero grandes cosas que tenía hasta ahora en su vida. Mirando a la niña, sólo podía pensar en la gran fe que JongIn tenía al asegurarse que ella también era un Almien.
—¿Entiendes que si no llamo a la policía, esto puede hacer que vayamos presos?
—No. Porque JongIn y KyungSoo son padres. Y padres hacen lo que creen mejor para sus hijos. ¡Así que Kaori- chan cree en padres!
—Perfecto, porque sí voy a llamar a la policía.
—Y policía vendrá y no reconocerá a Kaori, porque Almien ya transformó a Kaori y sólo verdaderos padres pueden reconocer.
—¿Y tus padres biológicos?
—No son padres del alma, no sé dónde están. Además sólo pusieron cuerpo, ¡por eso soy hermosa! —se regodeó con un ademán de su mano—. Además papá JongIn y KyungSoo, son hombres, juntos es imposible, ¡Kaori necesitaba una mujer fuerte, no un bebé llorón y un bebé enojado!
—Haré de cuenta que no escuché eso.
—¡Bien! Pero ahora... —advirtió con calma y luego gritó de golpe—. ¡Ve a dar amor a papá JongIn, o llamaré a policía y diré que tienen a Kaori-chan se- cues- tra- da! —ordenó y señaló hacia las habitaciones.
La piel de KyungSoo se erizó ante el cambio de voz, juraba que una especie de demonio, o demonia, la había poseído, su rostro había pasado del pálido al rojo, y no estaba seguro de que JongIn le dijese que así eran los Almien, pero ante la peligrosa amenaza se apresuró a avanzar.
No tenía idea de lo que le diría, pero por algo había que empezar. Así que sin tocar la puerta, ingresó y cerró despacio.
—¡JongIn ve a hacer algo con esa niña!
JongIn sentado desde la punta de la cama y cruzado de brazos y piernas, alzó una ceja con evidente molestia.
—¿No era que te encargarías tú solo?
—Perdón —se silenció—. Tenías razón. Todo el tiempo tuviste razón...
—Fue muy cruel de tu parte —se levantó y avanzó hacia él. La seriedad no le duró mucho, siempre era un paso previo a otro gesto, uno más emocional, y en ese caso, volvía a ser de gran decepción—. Nunca te inventaría cosas, así que dime la verdad, porque si tú no crees en mi... Aún después de estos años, KyungSoo, ¿siquiera me amas?
—Claro que sí —murmuró sin dudar, encontrándose con la mirada herida, causándole angustia—. Es que todo esto, JongIn... Tú al menos lo has visto, lo has vivido, lo sentiste. Yo no recuerdo nada y me enferma no poder hacerlo —dijo exasperado—. ¿Alguna vez te pusiste a pensar en lo que sería si yo te contase sobre cómo nos conocimos y enamoramos, cada detalle con tanta precisión, como si lo hubiese pintado en tu memoria con tanta delicadeza, haciéndolo tan real, pero en el fondo sabes que nunca habrá formado parte de tus recuerdos... Sólo de los que te han dicho?
—Sólo he querido hacerlo lo más creíble posible... —susurró con la voz quebrada.
—Y lo has logrado tan bien, que incluso yo tengo miedo de creerlo. ¿Un alien en mi cuerpo? Algo invadiendo mi cabeza, ¿puedes siquiera permitirlo, JongIn? Imagina una mano atravesado tu corazón sin anestesia... —estiró su brazo y apoyó su palma allí—. Nadie quiere eso.
—Perdón... —reposó su mano encima—. Nunca fue mi intención que te sintieses así tampoco.
—Lo sé. No digo que sea tu culpa. Sólo que al menos ahora, creo que finalmente... Nos hemos comprendido un poco más —se acercó para abrazarlo y murmurar contra su pecho—. A veces, las palabras más alentadoras, no sirven para nada. Sé que dices la verdad, y sé que soy yo quien las busca... Porque no puedo creer en mí, no puedo creérmelo, es como si se tratase de una fe ciega, y soy horriblemente escéptico, pero conmigo mismo —alzó la mirada—. Estoy seguro que si no fuese por esa niña rara en nuestro comedor, ninguno de los dos hubiese llegado a este punto...
—¿Y ahora crees en ti?
—Creo que en cuanto sigas a mi lado, podré seguir esforzándome.
—KyungSoo... —resopló y lo alejó por los hombros—. A veces olvidas que yo también era escéptico, pero de eso a la creencia hay una línea muy delgada, que ni siquiera te has dado cuenta, pero ya la has cruzado, trajiste a Kaori a casa y de un modo inconsciente, ya creías en ella y también en ti... Quieras creerlo ahora, o no.
Las palabras eran duras, aún cuando sonaban tan bellas, en verdad eran fuertes. Significaban rendirse, y rendirse era equivalente a caer en la realidad de lo increíble, de aceptar que esa era la vida que le había tocado, y tenía que superarlo. Ahora en su casa tenían a una niña diciendo que venía de Almien, y él ya no era el centro, ya no podía enfocarse en buscar exclusivamente su origen, ni en las manchas de su memoria perdida.
Quizá, habían cosas que nunca tendrían respuestas, y eso era algo que debía aprender. A veces las dudas y el escepticismo extremo, no conducían a ninguna parte, sólo entristecían el alma, llevándola a lugares tan remotos y vacíos que la oscurecían; a veces la insistente resistencia a no creer, se volvía obsesiva, porque debía haber una raíz que lo conectase a la tierra, que le fijase los pies en ese mundo.
No podía, no quería aceptar que se tratase de simples almas provenientes del más allá que robaban una parte de su tiempo, de su historia. Pero lo era, y eso era lo que le dolía. A partir de ese momento, él ya no era el único con el mismo problema, con la misma incertidumbre. Kaori, una niña de cinco años, estaba en la misma situación, y de repente KyungSoo, quería odiar a ese ser que acababa de tomar el cuerpo de alguien inocente. Pero tampoco podía... ¿Cómo iba precisamente a odiar a una niña inocente? Kaori se veía, y hablaba como una humana, aún si le crecía el cabello de una forma anormal y sus diálogos parecían más profundos que los de un niño de esa edad, no podía odiarla cuando ella no tenía la culpa.
¿O sí? ¿Acaso él se culpaba por haber atravesado por su propia pérdida de la memoria? ¿O se trataba de hacerse responsable? ¿Realmente esa niña estaba haciéndose responsable de lo que una vocecita alien le decía en su cabeza? ¿Aceptaba cargar con eso e ir en busca de dos desconocidos para adoptarlos como padres?
No era fácil ser el medio de un alma alienígena.
Pero finalmente y sin rencor, al voltearse y ver a Kaori abriendo la puerta de la habitación, interrumpiendo el abrazo que mantenía con JongIn, supo que estaba agradecido. Almien los mantenía con vida aún cuando sus propios cuerpos perdían la esperanza, cuando sus almas los abandonaban ya sin fe.
—¡Ya basta de abrazos! —se quejó Kaori y formó un puchero—. ¡Tengo hambre!
🌌
Siempre me tardo mucho en corregir los capítulos 🤧 espero que lo disfruten, gracias por leer ♥️
Si alguien tiene Spotify, hice una lista de reproducción llamada "Almien" ahí están las canciones de la 1er temporada y las que voy agregando ahora, así ya Wattpad no nos pausa el vídeo, o bien escuchan aleatorio 🌸 besotes! 😘
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