4. Miedo 👽
La noche es tierna
Para un corazón roto
¿Quién secará tus ojos
Cuando todo se derrumbe?
¿Qué hace que este frágil mundo gire?
¿Alguna vez estuviste perdido?
¿Alguna vez has sido encontrado?
En algún lugar de esos ojos
Vuelvo a sentirme en casa.
Space Song, Beach House
🌌
En Exomarket, KyungSoo pasaba buenos ratos junto a SeHun, éste había ingresado tres meses antes en el mismo año que el; por lo que el compañerismo y apoyo mutuo, se había visto favorecido en su condición de primerizos. YiXing por su parte, había estado un tiempo de cajero, luego fue ascendido a supervisor y finalmente se convirtió en gerente de la sucursal.
Desde ese entonces los cuatro se habían hecho buenos amigos, aunque claro, YiXing marcaba los límites en el trabajo así que nadie tenía privilegios. De todos modos, todos los empleados más antiguos estaban de acuerdo en que él era uno de los gerentes más estrictos pero compasivos de los últimos tiempos, algo que muchas veces le jugaba en contra a la hora de tomar decisiones.
A veces JongIn invitaba a su viejo compañero YiXing a la casa pero como KyungSoo seguía enojado con YiXing por ficharle alguna llegada tarde o llamarle la atención por su actitud con los clientes, invitaba también a SeHun. Sin embargo, no podía decir nada para excusarse, porque a fin de cuentas, YiXing tenía razón en cuanto al trabajo, y a pesar de todo, apenas salían, éste se convertía en el ser más amable y divertido del universo, queriendo dejar en el olvido su posición de jefe durante el día.
—KyungSoo, mientras esté de gerente haré todo lo posible para que ni tú ni SeHun tengan que ser despedidos, ya sabes, a veces exigen que hagamos recorte de personal... —se lamentó—. Sin embargo si sigues siendo tan irrespetuoso con los clientes, no puedo evitar sancionarte y hacer que estés en menos riesgo. Las reglas son iguales para todos, y yo te quiero tanto como a JongIn, son mis amigos y haría cualquier cosa por ustedes, pero en el trabajo no puedes pretender que deje de llamarte la atención u omita tus llegadas tarde, ahí corre riesgo mi puesto también —le observó en advertencia—. Todos tenemos prioridades, y si tú tienes problemas, yo tengo problemas.
A veces se sentía como un niño retado, parecía que a YiXing no le bastaba hablar en el trabajo, necesitaba esclarecer todo fuera y lo comprendía, lo escuchaba atento, porque admitía que él también reflexionaba mejor fuera del mercado que allí dentro con el disturbio. La cabeza a punto de explotarle y un jefe que le confundía al ser tan estricto, no eran la mejor combinación para mantener una amistad ni para acatar órdenes.
Aunque evidentemente, era a KyungSoo a quien le costaba mucho más separar sus emociones y responsabilidades.
—Entiendo, y te lo agradezco YiXing... Sé que tratas de ser lo más suave posible. Yo tampoco quiero estar peleado contigo.
—Por supuesto que yo tampoco, a mi también me cuesta. No quiero perder a mis amigos ni que se enojen conmigo por temas ajenos. ¿Y dónde está SeHunnie? —miró a los alrededores—. También quiero que deje dar tantas vueltas en los pasillos de dulces, ese es el sector de YuJu.
—¿Estás celoso?
—¿De qué hablas? ¡Ese chiquillo se roba chocolatines! —exclamó nervioso—. ¡Eso es demasiado grave!
—Deben ser para su hermano.
—Pues que se los compre con la tarjeta de descuentos de empleado.
—Seguro es tan despistado que cree que así funciona, sólo tomando lo que desea y ya.
—Sí, qué fácil, mañana me llevo un televisor —entonó sarcástico.
KyungSoo rio y en cuanto salieron del playón de estacionamiento, SeHun ya les esperaba afuera. YiXing le regañó en el camino, SeHun sólo reía y se disculpaba, no pensaba que fuese algo tan grave unos chocolates baratos. Esa noche de sábado como muchas otras, iban juntos a la casa de JongIn donde cenaban y bebían hasta quedarse dormidos. Todos eran unos blanditos cuando se trataba de alcohol, y aún si SeHun era el más joven, era quien más aguantaba y por ende, se quedaba despierto y solo, con su silenciosa borrachera, mientras el resto caía dormido en cualquier parte de la casa.
Una mañana JongIn había entrado apurado y somnoliento al baño a orinar, cuando la imagen de un muerto lo espantó. Se subió la bragueta con brusquedad y gruñó al arrancarse un par de vellos. Parpadeó y vio con tranquilidad que era la cabeza de YiXing, colgando a un costado en la bañera. Estaba profundamente dormido y seguro iba a despertarse con una horrible contractura. Se había asustado pero aún quería orinar, así que corrió la cortina de la bañera y prosiguió con sus necesidades.
Al salir JongIn, SeHun apurado y esperando afuera, entró y sin compasión alguna, abrió la ducha fría para despertarlo. Ahora YiXing nunca más se atrevería a darles un susto de muerte... O provocarles un accidente en las partes nobles. Tenían muchos momentos divertidos, pero también KyungSoo sabía de la frustración de SeHun, el niño estaba tan enamorado de YiXing y era tan obvio, pero jamás se atrevía a nada.
SeHun decía que no podía hacerlo, que no sería correspondido porque YiXing le veía como un amigo y KyungSoo no lo comprendía, después tantos años no lo comprendía, o tal vez simplemente no quería hacerlo. Después de conocerlo durante tres años, prefería no decir más nada al respecto, no quería indagar en los dramas de un jovencito inseguro y enojado con el mundo.
Ya suficiente tenía consigo mismo
—No puedo decirle a YiXing que me gusta así sin más —dijo tras un sorbo en su cerveza.
JongIn y YiXing no les oían, estaban concentrados mirando un partido de fútbol de sus equipos ingleses favoritos. Mientras tanto, KyungSoo y SeHun en la cocina iban bebiendo una lata tras otra, ahogando las penas como un par de pobres diablos que amaban el drama.
—¿Y entonces cómo? ¿Tienes que decírselo en chino?
—No... Es que YiXing hay algo que no sabe, y no puedo decírselo, me odiaría, jamás me creería, quizá incluso me deje de hablar si le digo lo que pasa... —susurró—. Lo que en verdad somos.
—¿¡Acaso son hermanos o primos o algo incestuoso!? —golpeó la lata contra la mesa salpicando a ambos.
—¡Ay, KyungSoo no, qué asco!
—Y entonces, ¿por qué tanto misterio? Dile que lo amas —alzó la lata—. JongIn también lo sabe hace años... Ya sabes, desde la época en que ellos trabajaban juntos.
—¡No!
—Pero JongIn lo ha hecho. Tú no puedes evitarlo.
—¿JongIn le dijo algo? —se asombró, el puño se tensó y la espuma sobresalió rápidamente.
—YiXing sabe que estás enamorado de él, o al menos lo sabía hace seis años. Pero tú sólo eras un adolescente, ilegal y muy inmaduro —se encogió de hombros—. Quizá deberías hacerle saber que esos sentimientos nunca se han ido.
SeHun contuvo el aliento, se mordió los labios. Estaba frustrado, y eso significaba también, enojado y triste. Una gran carga de remordimientos lo abrumaba por no haber hablado en su momento aunque fuese más chico. Se arrepentía de su cobardía, pero también se carcomía con el presente. Habían tantas cosas que quería decirle a YiXing que nunca sabría por dónde empezar, y que KyungSoo dijese que era tan sencillo como decirle un «me gustas» era ridículo.
Sabía que probablemente sus sentimientos eran muy obvios, sobre todo porque estaba tras de él cuando no era horario laboral. Seguían viviendo en el mismo edificio y piso, e incluso sabía la mayoría de sus movimientos. SeHun acostumbrado a ser un hermano mayor, creía estar cuidándolo aún cuando YiXing seguía diciéndole cariñosamente como a un niño «SeHunnie».
—Lo ves... Lo sabe y jamás ha dicho nada. Prefiere que seamos amigos. Él no me ve de esa forma —murmuró apenado y luego recobró la firmeza—. Además, no puedo intervenir.
—Quizá todo cambiaría si fueses directo y sincero con él.
—No, KyungSoo, no lo entiendes —negó exhausto—. Y no quiero hablar más del tema. No puedo decirte mucho de esto, nadie debería interferir en el mundo del otro, a menos que lo permitan.
—Bueno, déjame decirte que no siempre se puede. Hay cosas inevitables, SeHun...
—Lo sé. Eres como YiXing. Pero lamentablemente, yo no soy valiente como JongIn...
SeHun pensativo desde su sitio, contemplaba con una expresión de redención al chinito de hoyuelos nevados, siempre tan sereno, y en ese momento entusiasmado por un tonto partido.
—¿Qué quieres decir? —indagó KyungSoo.
—Quiero decir que los humanos siempre intervienen en todo, por eso YiXing sigue sin recordar —espetó molesto.
—¿Recordar qué?
—Nada. Cosas de borrachos.
KyungSoo rio, ya no sabía si por el efecto del alcohol o la actitud infantil del menor, seguro ambas, así que simplemente continuó con su palabrerío, bastante consciente en el fondo.
—Beber es todo un viaje, casi como irse a otro planeta. Cuando despiertas, ya no sabes dónde estás.
—Lo sé, tomas, confiesas y te olvidas —murmuró SeHun descontento.
KyungSoo se quedó pensativo unos segundos, aquella plática había sido extraña, un poco curiosa y bastante cautivante. SeHun era algo misterioso pero parecía sólo una fachada, prefería quedarse con su infantilidad y hormonas alborotadas, que ponerse a analizar posibles historias alienígenas cuando ni siquiera podía resolver la propia.
Así que alzó su lata una vez más y sonrió.
—Bienvenido a la Tierra, ¡salud!
🌌
KyungSoo creía que si tan sólo pudiese recordar su primera bienvenida a la casa de JongIn, siendo un Almien, tal vez no hubiese teniendo sueños espantosos. Quizá tendría los pies un poco más en el suelo, sabiendo que ahí pertenecía, a lo material, a lo físico; donde nada ni nadie podría arrancarlo. Hubiese deseado que sus raíces estuviesen bien firmes a la tierra y no dispersas, flotando desde su cabeza hacia arriba, en un desconocido planeta. Pero KyungSoo ya sabía que había mucho más. Habían cosas incomprensibles para su propio espíritu confundido, para su visión escéptica que tenía miedo a creer en la verdad que JongIn contaba desde siempre.
El regreso a casa era tranquilo, le gustaba viajar en el bus durante la noche porque había poca gente y era relajante en comparación con la multitud que se acumulaba en la tarde y las últimas horas en el mercado. Quizá se trataba porque ya conocía mucha maldad desde su niñez, que no temía a la oscuridad ni a la posibilidad de tener un asalto. Si la noche significaba sólo eso, entonces perdía su verdadero encanto, el de brillar gracias a las estrellas y el misterio de la luz de la Luna.
Le gustaba incluso bajarse una parada antes y caminar una cuadra del parque, respirar la brisa primaveral y el aroma de los árboles florecidos. Aún cuando JongIn le decía que no lo hiciese por su seguridad, KyungSoo sentía que no había más que perder después de todas las cosas horribles que ya había vivido. Además, quizá estaba un poco loco, como todos, pero su presentimiento le decía desde el inicio que ese lugar era mágico, y claro que lo era.
JongIn le confirmaba que por allí había paseado junto a Almien unas veces, le había contado de sus andanzas en patines y las historias de las almas jóvenes y viejas que el alien sabía. Y por supuesto, esa noche no iba a ser la excepción. Nunca iba a existir la excepción para KyungSoo cuando habían tantas cosas por sentir aún en esa vida; y si aquello contribuía a su paz mental, a sentirse mejor, entonces lo seguiría haciendo.
Después de Almien, no tenía miedo al mundo, a la Tierra. Le temía a lo desconocido. Porque los humanos, incluyéndose, ya sabía que eran abominables. O de eso se quería convencer, porque una leve sospecha, una ciega confianza se había instaurado en su corazón desde el día en que abrió los ojos y se encontró con JongIn sosteniéndole en brazos. El miedo a perderse, siempre persistía, porque más en el fondo aún, en la parte más olvidada de su ser, era él quien no se conocía por completo a sí mismo.
Cada paso bajo el follaje de árboles, se convertía en la entrada a un portal imaginario que lo conducía a ese lugar donde habitaba Almien. Entonces podía confiar un poco más en las palabras de JongIn, en todo ese mundo imaginario del que no sabían, pero que debía recrear incluso con los colores más extravagantes en su mente. Y tal vez se estaba volviendo más loco de lo que había imaginado, tal vez la Luna llena, redonda y cargada en secretos, lo estaba cegando en claridad, al punto de hacerle alucinar un gran resplandor al final del camino; pero una luz intensa refulgía en medio de la oscuridad.
En seguida, los faroles del parque se apagaron en efecto dominó. Ya no había luz tampoco en los alrededores ni se escuchaba un solo auto pasar por la avenida. El silencio reinaba y un zumbido se aproximaba a sus oídos, a la par que una esfera luminosa. Parecía que la Luna misma había bajado del cielo a conversar con él, pero a medida que el resplandor avanzaba, KyungSoo notaba una sombra, una silueta bajita formándose tras todo ese brillo. No iba a negarlo, estaba asustado, petrificado al sentir todo junto, todo aquello que había experimentado durante esos últimos años. Miedo a lo desconocido. A lo que estaba más allá de sus fronteras.
Se paralizó pensando en alguna clase de espíritu o fantasma, pero el cuerpo tenía bastante forma. Era alguien, una persona. Un niño. Y lo confirmó cuando éste frenó delante de él.
Entonces sus sueños cobraron sentido.
Ahí estaba el pequeño niño nadador, sosteniendo entre sus manos un pequeño frasco que no dejaba de relampaguear incesantemente. El chico le contempló con lentitud, comenzando por sus pies y extendiendo una gran sonrisa cuando la mirada se centró a la altura de su corazón. Finalmente, alzó el rostro por completo y sus ojos se encontraron. KyungSoo sintió su corazón latir feroz y la mirada se le cristalizó. Quería llorar cuando halló en los ojitos del niño, un par de soñadoras estrellas. Eran la expresión máxima de la felicidad.
Ni siquiera podía reaccionar ante la conmoción, pero no parecía ser necesario, el niño se abalanzó sin titubeos a abrazarlo fuertemente. Y con ese simple contacto veloz y eléctrico, todo su ser se sacudió con intensidad.
Era una recarga violenta y acogedora que recorría su sangre sin límites.
—¡Al fin te encontré! —exclamó el niño sin soltarlo y sonriéndole.
Su voz era demasiado suave y chillona, eso llamó su atención.
KyungSoo se agachó y lo tomó con cuidado por los hombros sin dar crédito a lo parecido que lucía al de su sueño. Sólo tenía el cabello un poco más largo y un lunarcito en su mejilla. Ahora comenzaba a dudar, ¿sería una niña? Quizá se había quedado dormido en el trabajo y aún no despertaba, quizá todo ese día había sido un sueño. Pero el niño sin dejar de mirarle con orgullo, exclamó una vez más:
—¡Ya vamos a casa, papá!
Y de repente un choque eléctrico hizo cortocircuito, quizá era la resina de un árbol, una hoja o un pétalo en su cuello despertándolo. Fuese lo que fuese, lo había hecho estremecer y no podían ser las palabras que acababa de oír. Sin embargo, no había ningún cambio en el ambiente, todo seguía igual y él seguía absolutamente despierto y consciente. Entonces su asombro se transformó en un gesto de verdadero horror.
Ahora sí tenía el mismísimo miedo.
—¿Papá?
—¡Soy tu hija, vengo de Almien!
🌌
Esta canción me relaja un montoooón, y el vídeo en multimedia, mírenlo, les va a dar un vuelco si piensan en la historia, yo estoy en trance; juro por mi vida que lo acabo de encontrar después de escribir este capítulo, sólo conocía la canción gracias a spuchify, y ver lo que aparece ahí me dejó atónita, la esfera esa de luz con el bebé y esa cosa media como algas del final, pensé literal en el Almien, no sé, estoy muy emocionada, impaktada, es como haber visto ilustrado lo que escribí con ese vídeo que recién acabo de encontrar, así que si querían una visualización ahí está todo 😭
Por otro lado, ¡muchas gracias por leer! ¿Qué misterios misteriosos habrá con SeHun y Lay? 😏👽🙊
Ahora van a tener que atravesar nuevas pruebas KyungSoo y JongIn 👨👨👧🌸
<3 cuídense muchito, besos almienosos💫
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