2. Nostalgia 👽
¿Qué voy a hacer esta noche?
No me quiero volver loco
Quiero sacarte de mi cabeza
Necesito hacer algo
Cuando saco la foto del cajón
Puedo oír tu voz
¿Acaso fue mi error?
La noche oscurece y mi corazón no sabe dónde ir
No puedo fingir ser fuerte
No puedo estar en este espacio donde me dejaste
No puedo entender este sentimiento
No puedo entender esta noche
No puedo fingir ser fuerte otra vez.
One of Those Nights, Key
🌌
Durante seis años, no iba a negar que las cosas habían sido bastante maravillosas. Claro que entre medio habían habido decenas de vaivenes. La mayoría de las veces, las peleas o malentendidos venían de las grandes inseguridades que aterrizaban sobre KyungSoo y sus huecos del pasado Almien, esos que aunque JongIn se había esmerado en explicarle todas la veces con una desmesurada paciencia, seguían siendo recuerdos inexistentes en su memoria.
Esos recuerdos, eran los únicos que conocía, y JongIn seguía siendo también, lo único tangible y estable que tenía. Algunos días, le costaba estar a su lado; algunos días aparecía el miedo a perderlo todo, no sólo a él como persona, sino el sentimiento arraigado en su corazón. La incertidumbre tomaba vuelo y la ansiedad por un mundo desconocido, lo ahogaba en pensamientos conflictivos.
Tal vez para JongIn quince días en blanco no resultaban tan malos, pues obviamente, los había vivido como cualquier otro ser humano. Tenía el recuerdo vívido e intacto desde el día uno, del encuentro con un supuesto extraterrestre. A veces, las dudas de aquel misterio parecían resolverse, y es que en sueños, veía situaciones junto a JongIn jamás vividas, escenas de momentos que aún no existían, o que quizá en su mente, pretendía recrear con recuerdos futuros, para así auto convencerse un poco más de su realidad.
Claro que amaba a JongIn, se había enamorado hasta la médula de ese hombre amable y lleno de dulzura y encanto, era un chico tan sensible y paciente, que si alguien le dijese que en el pasado había sido un loco inseguro, nervioso y escéptico, no lo hubiese creído. Pero eso era lo que JongIn juraba haber sido, hasta su encuentro con ese alien.
—A veces, JongIn... Quisiera poder recordar absolutamente todo —le observaba recostado a su lado en la cama, apoyando una mano en su pecho—. Esos pocos días que para ti son tan importantes, quisiera que fuesen parte de mi memoria y no una recreación de imágenes en base a lo que tú me cuentas. Siento que es una fantasía, y no sé si pueda diferenciar ésto de un sueño... Tal vez sigo dormido en ese árbol y aún no despierto.
—Esto es real —aseguró, sujetando la mano para besar su puño—. Todo es real. Tú lo eres. Yo lo soy. Nuestro amor es tan real y hermoso, que incluso a mi me costaba creerlo, pero ¿sabes cómo tengo la certeza?
—¿Cómo?
—Tus dudas son mi certeza, KyungSoo.
—Eso no es lo que me hace bien.
—Lo sé... Pero, ¿no soy convincente? —sonrió coqueto.
—Sí lo eres. Te creo —sonrió atraído por su gesto—. Pero no creo en mi mismo, siento que mi memoria me traiciona. No es agradable tener recuerdos implantados, aún si eres sincero, es horrible pensar que tú conoces una parte de mi que yo nunca supe cómo se sentía... Tienes algo de mí, que yo ni siquiera experimenté... —murmuró acercándose a abrazarlo—. Tengo celos, JongIn.
—¿Celos?
—Le tengo envidia a ese Almien, porque ha tenido algo contigo que yo jamás recordaré. Él te ha hecho sentir de una forma que yo jamás sabré... Y eso... Eso es una gran mancha que no puedo remover.
—Entonces... Mánchame tú —sonrió travieso nuevamente y besó sus labios con lentitud—. Hay manchas que desearía que no se quitasen nunca de mi cuerpo... —se subió encima y sin dejar de mirarle, llevó lentamente la boca hacia su oído—. Como la de tus besos hambrientos. Mi forma favorita de pasar el tiempo.
Afortunadamente, durante los días y noches que hacían el amor, se detenía toda percepción del tiempo. Incluso para JongIn, ya no habían días lentos como con Almien, eran días rápidos, únicos e irrepetibles junto a KyungSoo. Ambos podían reconocer que las noches en las que sus cuerpos se fundían y acababan en orgasmos, eran las más sublimes. La intensidad del momento, la envolvente conexión, era un trance que cada uno rememoraba eternamente y con gran claridad, como si cada vez, fuese siempre la primera vez. Dulces, calurosos y agitados, eran los movimientos en sus cuerpos, tan adictivos en esos seis años que cuando lo pensaban de ese modo, tal vez sí se había pasado demasiado rápido el tiempo; no obstante, se seguía sintiendo también mágico, como el primer encuentro...
O reencuentro para JongIn.
🌌
Quizá se trataba de otra noche de pesadillas, pero ya a pocos días de abril, su mente confundida y sin recuerdos, no podía negar que el sueño que tuvo era sumamente fantasioso, pero no por ello descartable. Una sensación entrañable le susurraba que podía ser incluso él mismo viéndose en su niñez, bajito con el cabello negro y aplastado, los ojos brillantes en estrellas y mirando hacia el infinito mientras nadaba en una enorme pecera. Pero no, no se trataba de él, ese niño tenía ojos y cachetes más pequeños además de labios finos, y aunque no dejaba de ser delicado, era muy diferente a sus propios rasgos.
Recordó el sueño para el mediodía, cuando se sumergió en la bañera. Pensó en que era una buena idea relajarse en lugar de simplemente ducharse, y fue en ese instante cuando la imagen del niño nadando pasó veloz por su mente. ¿Qué significaría? Por algún motivo, el escenario, sentía que tenía algún significado. ¿Por qué él estaría mirando a un niño nadar dentro de una enorme pecera? ¿Sería una premonición a su atípico baño de inmersión? O tal vez la necesidad de sumergirse también en lo profundo de sus emociones y empezar a encontrar respuestas a las dudas y recuerdos que lo mantenían en el vacío que pedía ser llenado, ese mar de recuerdos al que JongIn tenía acceso, pero en el que él probablemente sólo podría bucear a través de sus sueños.
Era difícil superar esos pensamientos, pero claro que cada ciertos meses, eso quedaba relegado. Tenía cosas más divertidas y emocionantes para hacer con JongIn que seguir pensando en un episodio de su vida que ya nunca recordaría. Y aún si había asistido a terapia, ninguna clase de regresión le ayudaba a superar la incógnita de esos días, incluso comprendía, aceptaba y avanzaba en el proceso por el que había atravesado en su niñez; pero ese pequeño pedazo alienígena en su adultez, era como un grano en el culo.
KyungSoo se sentía y sabía amado, y él también amaba a JongIn. Pero no renunciaba, sabía que algún día también podría tener memoria de aquellos importantes días en la vida de ambos. Era su cuerpo el que había sentido el primer beso de JongIn, el que había tenido su primera cita; era su cuerpo el que se había enamorado por primera vez de alguien y necesitaba recordarlo para darle sentido al primer contacto con JongIn, a esa sensación de enamoramiento a primera vista, inexplicablemente mágica.
Una mirada y unas pocas palabras sobre un tal Almien de parte de JongIn le habían convencido apenas despertar de un largo desmayo. Se había fiado, a ciegas pero consciente de todas las múltiples posibilidades que a esas instancias ya no le preocupaban. Nada podía ser peor que al lugar al que pretendían llevárselo, y no se arrepentía de su decisión.
JongIn era un buen chico en el que se podía confiar incluso cuando la humanidad y alguien como sí mismo, se creían perdidos.
—Definitivamente él es el extraterrestre... —suspiró y se sumergió en el agua.
Quizá así el hueco existencial tomaba forma y se iluminaba, pensar en esa alternativa era mucho más lógica, o al menos le daba paz momentánea.
🌌
Hace tres años, JongIn había conseguido empleo en una oficina constructora en la ciudad. Ahora estaba más lejos, pero también tenía más dinero y no debía seguir soportando clientes en el mercado, aunque sí a un jefe bastante irresponsable. El señor Ming delegaba tanto trabajo al punto de ser meramente una presencia, aparecía una vez a la semana a quejarse un poco y decir que estaban haciendo todo mal, cuando en realidad todo funcionaba mejor de lo que deseaba. Simplemente se quejaba de lleno, porque obviamente él no tenía participación allí dentro, sólo debía recordarles a todos que era el jefe.
Así que JongIn odiaba los viernes, aún cuando era el último día de la semana en que trabajaba, era el más estresante porque el jefe Ming llegaba a ponerles los pelos de punta. El único alivio, era cuando aparecía con su hija Kaori. Se trataba de una niña de casi seis años que todo lo que tocaba lo destrozaba, y que no paraba de hablar en una mezcla de coreano, inglés y japonés hasta por los codos, desconcentrando a los trabajadores.
—That number is wrong, estás sumando mal —corrigió inesperadamente a un contador que registraba anotaciones en una planilla—. Koko de —le señaló y sonrió, aunque claro que el hombre le devolvió una mirada filosa.
—No te metas en el trabajo de los adultos —le reprendió el contador Hong—. Vete con tu padre y deja de molestar, o sino será él quien nos rete a nosotros.
La pequeña Kaori, se veía demasiado tierna con su lunar en el cachete derecho y cabello cortito hasta su mentón, aunque la ternura a veces se transformaba en un monstruito; indignada, frunció una mueca y giró su rostro.
—¡Pf, ese hombre ni siquiera es mi padre! —renegó con las manos en alto, largándose de la oficina.
Para JongIn era un espectáculo, no podía más que reír internamente, incrédulo de lo inteligente y audaz que era la niña para su corta edad, incluso parecía una adulta en miniatura por la forma en que marchaba, con rectitud y llena de orgullo, sin siquiera demostrar una gota de tristeza al reconocer que el señor Ming no era su padre. Pues claro que no lo era, ya todos sabían desde hace un año, de la gran odisea que había sido la adopción de la niña japonesa, «un capricho de mi esposa», lo mal llamaba el despiadado jefe.
Y ahora la tenían por allí, apareciendo cada tanto en la oficina, poniendo todo patas arriba, siempre era una extraña alegría para JongIn. Si algún día tenía un hijo, le encantaría una niña tan lista y tierna como esa que inquietaba a todos los empleados. Le recordaba al aura tan alegre y transparente de Almien, tan inteligente pero inocente, que inevitablemente requería un cuidado extra.
🌌
Tras el nuevo empleo de JongIn, KyungSoo había conseguido un puesto dentro de Exomarket. Ahora él trabajaba de repositor, se ganaba su dinero y ya no se sentía en constante deuda, podía comprarse y darse los gustos que desease. Si bien había evaluado irse a vivir solo al inicio, la mudanza le duró poco tiempo, apenas un año y luego ya no podía negar que estaba cómodo y mucho más tranquilo junto a JongIn. Además el padre de éste, ni siquiera se había inmutado al saber que él estaba allí, aunque no supo desde el inicio que eran pareja, se alegraba de que JongIn ya no estuviese confinado en esa casa solitaria.
Luego cuando le contaron que estaban saliendo, no tardó en expresar un gran desconcierto en su rostro, incredulidad que iba y venía de uno al otro, pero finalmente había alzado las manos y dicho: «Ah, no entiendo la juventud de hoy en día, pero bueno, qué importa el agujero en que se metan mientras les dé alegría». Y ciertamente, eso le había bastado a JongIn. No esperaba una felicitación, era suficiente con que no echase a KyungSoo, y en efecto, eso no sucedería tampoco, porque aún si lo intentase, esa casa la mantenía más él que su padre; lo único que quería era serle honesto respecto a su vida actual.
KyungSoo también estaba contento de semejante reacción, era consciente de que muchos padres respondían con desprecio, pero que el señor Kim fuese tan relajado y hasta bromista, fue una de los momentos más felices de su existencia.
—Al menos no fue necesario explicarle todo el asunto del extraterrestre, ni de las almas. Ahí si me hubiese corrido de una patada en el culo —aseveró en cuanto el padre se largó a su habitación.
—Y a mi tomado por loco.
—No veo la mentira.
JongIn le regresó la mirada desafiante, contuvo su sonrisa y se encaminó hacia su cuarto. KyungSoo le siguió, conocía esas miradas sugestivas cargadas de tensión, no habían tardado en establecer ese lenguaje corporal lleno de pequeños gestos que hacían saltar chispas en pocos segundos. KyungSoo cerró la puerta con cuidado y JongIn volteó a verlo.
—Te gusto así. Sabes que tengo razón.
—Claro que sí... —avanzó por delante y se sentó en la cama, alzó una ceja y sonrió—. Me gusta que me vuelvas loco.
Habían demasiadas anécdotas en esos años, pero las peleas seguían siendo insignificantes, incluso infantiles. Cuando se trataba de consuelo, JongIn lo escuchaba atentamente y lo recargaba de fe, aún si para KyungSoo era difícil, necesitaba palabras cada tanto que le diesen una fuerza extra. Y cuando se trataba de sentimientos de soledad y actitudes hurañas, KyungSoo más que nadie comprendía y mimaba afectuosamente a JongIn, demostrándole que allí estaba su presencia, su fiel compañía.
Tal vez aún no llegaba un gran problema a sus vidas, tal vez todavía no tenían grandes responsabilidades y mientras tanto, la ilusión se mantenían intacta. Algunas veces la nube se cargaba demasiado y estallaba, llovía, y KyungSoo y JongIn lloraban, como los humanos que eran.
Un par de nostálgicos que se entendían, que estaban tan nublados como el cielo pero que sabían que siempre tenían a su lado el Sol.
Seguía tratándose de esa sensación de pérdida, de extrañar algo que ya no eran, pero que claramente habían sido. La nostalgia era como una gotita de agua que nunca caía, que se mantenía al borde, que contenía todo el mundo, pero que no, jamás caía.
—¿Qué me falta? —susurró KyungSoo cuando emergió del agua en la bañera.
Y claro que lo sabía, pero ¿cómo lo encontraría? Si aún después de seis años, todo seguía tratándose de Almien.
Si KyungSoo también...
Seguía fuera de órbita.
🌌
Las cosas se van a desentrañar facilito <3
Muchas gracias por leer y todo el amorcito ♥️ cuídense mucho 🌟👽
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