17. Amor 👽
Tienes la voluntad de un salvaje pájaro
Tienes la fe de un niño
Antes de que el mundo lo atrape
Tienes ese tipo de amor...
Ese tipo de amor...
Tienes el alma de un camión
En un recorrido de larga distancia
Tienes la gracia de una tormenta
En medio del desierto
Tienes ese tipo de amor...
No puedo hacer esto solo
Te necesitamos en casa
Aún hay mucho por ver
Sabemos que eres fuerte.
Some Kind of Love, The Killers
En la mañana del miércoles, KyungSoo despertó más temprano que de costumbre. La lluvia finita repicaba en el exterior contra la chatarra de los vecinos, y lejos de molestarle, era agradable para sus oídos. Lo relajaba. Además, estando tapado en su cama, la comodidad era innegable. Sin embargo, cuando abrió los ojos, la claridad de la ventana lo desveló por completo y ya no pudo volver a dormirse. Había tenido un descanso profundo. Una rebosante energía, le exigía levantarse y preparar el desayuno, porque su estómago, ya crujía del hambre.
Al girarse, se encontró con Kaori acurrucada y de espaldas. Todavía era extraño verla dormir con los ojos abiertos, pero cuando expulsaba un ronquido, o un gas de modo inconsciente, sabía que estaba en la novena nube. De repente, un aura luminosa llamó su atención, el edredón brillaba. Se inclinó a ver de dónde provenía, y notó que Kaori abrazaba con posesión su pequeño frasco. Desde el primer día, que no volvía a encenderse con igual intensidad. Parecía como si algo estuviese creándose en su interior.
Decidió no despertarla, le preguntaría más tarde, fuese lo que fuese, ella ya debía saber de qué se trataba. Mejor, guardaría la energía para el resto del día. Ya se imaginaba a BaekHyun contándole de la A a la Z, su cita con YiXing. Tampoco iba a fingir que no le interesaba el chisme. Estaba intrigado por saber cómo había resultado aquella noche para su querido amigo gerente. Así como también, ansiaba volver a telefonear a SeHun por la noche, y averiguar qué estaba pasando con él. Le había mandado mensajes y no respondía, le había llamado durante esa mañana, pero le cortaba. Si por la noche no respondía, KyungSoo juraba que tarde o temprano, acabaría yendo a su departamento.
¿Qué mierda se creían los Almien? ¿Que podían llegar un día, lanzar un montón de revelaciones y dejarles así sin más respuestas, flotando en el vacío como si la gravedad no existiese? Porque no era así. Estaban en la Tierra, y KyungSoo era un humano. Uno tan común, lleno de dudas y cuestiones, que no podía permitir que SeHun, su mejor amigo, se borrase de un día para otro. No cuando los dos únicos Almien que conocía, ya los estaban condenando a una misión de la cuál no sabían absolutamente nada.
A las doce del mediodía, KyungSoo, preocupado, fue a mirar a Kaori. Aún no despertaba. Seguía durmiendo con profundidad y en la misma posición, con su frasco en brazos, cual osito de peluche. No estaba seguro de cuántas horas de sueño eran normales para un Almien, pero en comparación de los últimos días, había bastante diferencia. De todas formas, le dio una pequeña palmadita en el hombro y tocó su frente. Kaori estaba más fría de lo normal, y al notar que no se movía, se alarmó y comenzó a sacudir su brazo un poco más.
—Kaori, despierta —murmuró.
—Uhm... Shubu shubu —removió su cabeza contra la almohada.
KyungSoo suspiró aliviado al comprobar que seguía viva.
—¿Kaori? ¿Estás bien? Ya es mediodía —acarició su frente y le observó inquieto—. Estás helada...
—Uhm, no molestes Fufu, quiero dormir —estiró con una mano la frazada y se acurrucó aún más.
—Pero me preocupa... Nunca duermes hasta tan tarde. Y estás más fría que de costumbre...
—Deja dormir a Kaori, luego me sentiré mejor. Tengo sueño... —murmuró y le miró de reojo—. Y hambre, así que trae desayuno.
—Vaya, para dar órdenes nunca estás cansada —rio—. Te haré sopa de pollo... Como hizo JongIn con Almien cuando se sentía mal...
—Recordaste eso...
KyungSoo asintió con una sonrisa honesta, pero no tardó en agachar la mirada y pronto la felicidad se borró de su rostro.
—¿Qué pasa, Fufu?
—Ya entiendo... —susurró—. Está pasando, ¿cierto? ¿Por eso traes el frasco?
Kaori se sentó con dificultad, su semblante estaba apagado y su cara decaída, pero seguía intentando sonreír.
—Tiempo de Almien está acabando. Debo aprovechar a Fufus —le miró—. ¿No estás contento? ¿De tus recuerdos?
KyungSoo suspiró con pesadez y la abrazó.
—No es que no esté contento... —murmuró pensativo—. Sólo me di cuenta de que eso... No era lo más importante.
—Entonces, Almien está haciendo buen trabajo, por eso se irá pronto —estiró sus bracitos para abrazarle también.
—No era mi intención que te vayas tan rápido —reposó su mejilla sobre la cabeza.
—Lo sé... No es culpa de nadie, es como debe ser.
KyungSoo frunció sus labios en disconformidad. ¿Cómo era posible que una niña comprendiese todo aquello mucho más que ellos mismos? ¿Quiénes eran los adultos? ¿Por qué los niños siempre parecían ser más sabios? ¿Acaso, como Almien, ya traían todos los conocimientos del universo? Y luego, a medida que iban creciendo, experimentando la desdichada humanidad...
Todos también, olvidaban las partes buenas.
—Si Fufu no está ansioso por recuerdos, entonces, Almien no tiene mucho más que hacer en Tierra. Recuerdos están llegando solos, y Fufu entiende que hay cosas más importantes. Almien podrá ser buena madre... Fufus son muy comprensibles. Pero Fufu KyungSoo, más de lo que imagina. Fufu es muy inocente, como un niño —sonrió y le picó con el índice en la mejilla.
—No es cierto. Es lo último que podría ser.
—Y eso hace más inocente aún. ¡Porque Fufu se arriesga a todo sin saber qué vendrá! ¡Como Almien! Sólo se lanza a la Tierra, sin saber qué humanos encontrará. Y debe seguir haciéndolo, sino, no aprenderá cosas nuevas del amor...
—¿Todavía tengo que aprender más de lo que ya lo he hecho? —dijo incrédulo.
—Un poquito —juntó su índice y pulgar en un gesto—. Pero es muy importante...
—Lo único que quiero... Es que JongIn no sufra.
—No puedes evitar sus sentimientos.
—Pero él ya lo ha vivido. No es justo otra vez.
—Por eso, ya sabe cómo es, ya tiene experiencia. Así que será buen compañero para ayudarte a ti. Al final, Fufu verá que no es tan duro para él como parece... Miedo de Fufu JongIn, es por asuntos de alma sin resolver.
—¿Y cómo puedo ayudarlo?
—No puedes. Fufu no puede ayudar en todo... Estar con él, ya es suficiente. Acompáñalo, como siempre... —se recostó y cerró los ojos.
KyungSoo la contempló en silencio. Deseaba que hubiesen más respuestas o alguna revelación como todas las que habían tenido hasta el momento. Pero lo único que tenían, era una gran incógnita que se acrecentaba cada día más. La incertidumbre era grande, y las esperanzas también. No sabía de dónde provenía ese gran aliento optimista. Quizá, porque al fin, creía fielmente en Almien, porque no había nada que temer del más allá. El más allá, todavía no existía. Lo que tenía era lo que conocía.
Un instante donde Kaori confirmaba que comenzaba su partida.
La aceptación de Almien había tardado en llegar. Y ahora que lo hacía, se transformaba en una ilusión. Quizá, Almien no se marcharía del modo literal en que JongIn contaba. Tal vez, sólo era un sueño y cuando despertasen, Almien en Kaori seguiría junto a ellos. Seguirían siendo una familia fuera de órbita, y no habría partida que lamentar. Sin embargo, en el fondo de su corazón, KyungSoo lo sabía. Sería más difícil para ellos re adoptarla, que para Kaori re adaptarse a la nueva realidad.
Después de todo...
Los adultos siempre eran el problema.
🌌
JongIn sabía que esa semana no iba a ser fácil. La jefa Jung le había dado una pila de papeles y carpetas con recibos y comprobantes de compra de materiales con los que debía hacer un inventario. Luego, tenía que verificar personalmente, que no hubiesen faltas en los depósitos de las afueras de la ciudad. Últimamente, escaseaban cosas en la construcción de un edificio, al parecer algún empleado estaba robando y revendiendo las reservas a precios paupérrimos, ocasionándoles pérdidas.
Pese a que esa no era parte de su trabajo, estaba ligeramente feliz de hacer algo diferente. La jefa Jung le había dicho que le delegaba esas tareas porque él era de los más jóvenes, y claro que ya no se quejaba, recibiría un bono en recompensa por el trabajo extra. Y con eso, podría hacerle su primer regalo a Kaori.
Sin embargo, la escasa felicidad se perdió en el instante en que entró de regreso a casa. JongIn se sacó los mocasines y avanzó un par de pasos. KyungSoo estaba sentado en el sillón de la sala. Sus codos reposaban en las rodillas y los puños hundían sus mejillas. Tenía la mirada fija en la mesita del centro, y su expresión era profundamente pensativa. Lejos de ese espacio tiempo.
—¿KyungSoo? —murmuró con un puchero. Avanzó y se agachó para verle de frente—. ¿Qué pasa?
KyungSoo alzó la mirada y lo atrajo por el cuello. Le hizo caer encima de su cuerpo y le abrazó con fuerza. JongIn quedó estupefacto, pero se mantuvo así, en ese breve y tibio abrazo, conteniendo a KyungSoo también, besando su frente.
—Kaori... Está débil.
JongIn contuvo el aliento y se retiró de encima. Se acomodó contra el respaldo del sillón y con la vista en alto. Entonces, respiró con intensidad, y luego, exhaló con lentitud... La historia se estaba repitiendo, sus ojos se empañaban, pero ya no tenían fuerza suficiente para llorar.
—Es menos tiempo que contigo...
KyungSoo le abrazó por la cintura, reposó su rostro en el centro y oyó sus latidos. Ambos estaban acompañados, y eso, innegablemente, hacía el dolor más soportable. JongIn le acarició el cabello, y KyungSoo lo apretó un poco más, como si estuviese asegurándose que ese momento era real.
—Lo sé, casi... Casi recuerdo todo, en pequeños pedacitos, pero lo tengo. Te tengo, JongIn... —susurró con un temblor de manos—. Y a Almien también, los tengo enraizados en mi corazón, tan firmes, que no puedo creer que se esté desprendiendo de nosotros...
—Sh... —JongIn besó su cabeza y le tomó del mentón para verle directo a los ojos, sonrió levemente, trayéndole una abrumadora calma—. Estamos juntos, KyungSoo... Kaori seguirá con nosotros.
KyungSoo asintió, cerró los ojos y JongIn lo besó con dulzura. Sus labios se movieron en sincronía durante unos segundos, los suficientes para hacer consciente a KyungSoo de que debía irse a trabajar. Se despegó del cuerpo de JongIn con desgano. Le pesaba tanto el cuerpo, como la cabeza y el alma. No quería irse, no quería pasar ese día fuera de casa. Quería estar allí, presente ante cualquier imprevisto.
—Va a estar bien —le aseguró JongIn—. Apenas comienza... Seguro faltan unos días.
KyungSoo, sin mucho convencimiento, asintió y se levantó. Ya era hora de marcharse, de enfrentar el trabajo, de los posibles chismes de Byun, de escuchar la versión de YiXing. Y de ser posible, saber un poquito sobre SeHun.
—Llévala al árbol.
—Lo haré —aseveró y se levantó. Lo tomó de las mejillas y le besó, sonriendo al final—. Ya vete a trabajar. Seguimos teniendo a una niña que mantener.
Probablemente, JongIn estaría tan triste como él, quizá más. Pero él tampoco estaba relajado, no estaba nada tranquilo ante el estado de Kaori. Para KyungSoo, era algo completamente nuevo, no sabía cómo asimilarlo. Creía que tras recordarse a sí mismo como medio de Almien, sería más fácil. Pero de nada servía haber pasado por ello, cuando ahora, lo vivía desde el otro lado. Desde el lado humano que enfrentaba la pérdida.
Contener las emociones, podía ser sólo la calma previa a un tsunami de lágrimas, hasta que KyungSoo, fuese consciente de que Almien ya no estaría en sus vidas. Entonces, finalmente, inundaría en llanto cada rincón de la casa. Y para JongIn, la seguridad de que Kaori se quedase con ellos, era sin duda alguna, el relajante ideal ante una aparente amenaza.
La unión a sus seres queridos, era lo único que los mantenía cuerdos.
🌌
Cuando KyungSoo llegó a Exomarket y entró en su oficina, Byun no tardó en saltar como un resorte. Tenía una sonrisa pintada de oreja a oreja. Estaba emocionado por su cita de la noche anterior, y comenzó a hablarle sobre lo bien que lo había pasado, contándole que YiXing era un chico divertido y poco serio fuera de su rol de gerente. Pero KyungSoo, no podía más que asentir con evidente aburrimiento. Nada de lo que BaekHyun decía, le resultaba novedoso.
—Sí Byun, ya sé que YiXing hace chistes tontos y le salen divertidos, o a veces ni siquiera está bromeando, pero suena a chiste igual... —dijo con desdén—. ¿Qué acaso no se besaron?
—¿¡Besar!? ¡Por supuesto que no! —cabeceó aturdido—. ¿Quieres que explote?
—Estás tan contento que creí que había pasado algo más.
—No, eso es mucho para nuestra primera cita... Quizá en la segunda le deje besarme una mejilla, o la frente —murmuró.
—¿En la frente? —dijo incrédulo—. Y yo pensando que te ibas a insinuar y acabarían revolcándose en un motel...
—¡No, jamás! ¡Eso podría acabar con mi plan!
—Qué dramático eres... —le observó con sigilo—. ¿Qué plan?
—El de que se enamore de mí —sonrió coqueto.
KyungSoo rio. BaekHyun no dejaba de ser un descarado en su buena medida. Tal vez, no era tan inocente, pero, ¿cómo iba a ponerse a opinar sobre las técnicas de seducción de alguien? ¿Acaso existía un método ortodoxo para enamorar? Realmente, no lo imaginaba. Cada uno inventaba sus propias mañas y seguía su propio libreto. Así como JongIn, paso a paso le había coqueteado con sutiles halagos, sonrisas y miradas curiosas. Hasta que, irremediablemente, se perdieron en los límites de la supuesta y desinteresada amistad. Donde, KyungSoo también, fue culpable por abrazarle con intensidad en momentos inesperados, por molestarle imperiosamente, sólo por el placer de verlo enojar.
El juego del amor, era un constante vaivén. Ambos participaban silenciosamente, se olvidaban del origen de quién había dado el primer paso, y Almien, quedaba ligeramente desplazado, como un buen sueño. Los sentimientos se hallaban tan ocultos, que emanaban en forma de energía y se atraían. Eran energías opuestas intentando trabajar juntas, acoplándose al otro, cuando había mucho que aún no comprendían. Cuando deseaban, quizá, que la realidad fuese diferente. Pero, en el fondo, en ese lugar inconsciente al que no tenían acceso, sus almas ya se conocían. Sabían que eran gemelas.
A cada minuto de ese día, KyungSoo tenía menos dudas y más certezas. Habían cosas inexplicables, pero para él, sí tenían un sentido. Todos eran una extensión de ese Almibansán que Almien tanto celebraba. Todos eran parte de sus raíces, esparcidas y creciendo por el espacio... Cada humano, se reconocía en cada estrella fugaz que atravesaba los ojos de un otro. Reconocían esa estrella, dentro de sí mismos. Cada humano, era una galaxia dentro del vasto universo. Era su propio sol, luna y agujeros negros. Eran todo. Tan completos, que asustaba. Y por eso, buscaban la comprobación. Necesitaban reflejarse a través de otro, porque, resultaba imposible ser tan asombroso.
¿Quién más lo iba a creer, a excepción de uno mismo?
Sentía la falta de SeHun en esos dos días. Pasear sin tener a su compinche número uno, era como cuando alguien se llevaba a un amigo del orfanato. No sabía cómo iba a estar, pero le deseaba lo mejor. Aún si no sabía qué les deparaba el mañana, creía en que SeHun sabía, que era el mejor amigo que podría tener.
🌌
El sentimiento amargo lo embargaba, JongIn sabía que era inevitable, pero nada podía hacer cuando llegaba la hora de la partida de Almien, más que pasar el tiempo restante con Kaori. Durante la tarde, estuvo acostado a su lado, mirando el teléfono, poniendo una película y esperando a que nuevamente, despertase. Kaori se había dormido tiempo después de que KyungSoo se marchó. Sin embargo, a las cinco, JongIn supo que ya era hora de despertarla para que al menos bebiese y comiese algo. Preparó té y abrió unas galletas de coco. Luego, para su sorpresa cuando regresó, Kaori estaba sentada, mirando hacia la ventana con una expresión pacífica.
JongIn se acercó, dejó la bandeja en la cama y se sentó a su lado.
—Kaori —sonrió y palmeó su cabeza—. Qué bueno que despertaste...
—Es que Kaori tuvo un sueño, donde agua llegaba hasta la cabeza. Me estaba ahogando, como en accidente... —susurró y le miró sonriente—. Pero Fufu estabas allí, ¡tratando de sacarme!
—¿Qué?
—Entonces, me desperté... Fufu —le contempló con atención—. Estás rodeado de aura azul...
—¿En serio? —se miró las palmas, como si fuese capaz de ver también el color.
—Sí... Estás triste por Almien —tomó su mano—. Pero, ya sabes que no puedes hacer nada.
—Lo sé... Pero, no deja de ser frustrante ser consciente de eso.
—Fufu no tienes que fingir ser fuerte. Fufu KyungSoo también está triste, no sirve que oculten emociones. Ambos estén juntos y superarán más rápido.
—Será raro no tener a una niña hablando sobre el universo, los Almien y sus curiosas misiones... —murmuró y brotaron unas lágrimas—. Voy a extrañar ese lado mágico, Kaori.
—Fufu, la magia siempre estará presente... Es parte del amor, y Kaori seguirá hablando cosas increíbles, porque no es necesario ser Almien o ser sobrenatural para entender universo... Todo lo que existe ya es natural, se vuelve extraño porque humanos desconocen, pero eso no significa que no sea natural... —le miró con calma y llevó una mano de JongIn a su mejilla.
JongIn, sintió un ligero estremecimiento, vio verdaderas chispitas de luz, saltando, reflejándose ante las partículas de polvo que flotaban en el aire. Y aunque Kaori dijese que aquella magia era natural, para JongIn era absolutamente nueva. Almien había cambiado desde su primera visita, y no dudaba que ellos también.
—Fufu, puedes tener una estrella en tu palma cuando quieras, y esa estrella te guiará a través de todo el espacio... —entrelazó sus dedos con él—. Es tan veloz, que incluso atravesará la oscuridad.
JongIn suspiró, dedicándole una mirada esperanzada.
—Todo estará bien, ¿cierto?
—Siempre estará bien —asintió. Separó su manito y tomó su taza, dio un sorbito y alzó la mirada hacia JongIn, quien seguía pensativo, observándole como si quisiese decir algo más—. Y no, no iremos al árbol.
—¿Cómo supiste?
—Puedo leer pensamiento de Fufu cuando es tan recurrente. Voy a quedarme tiempo justo y necesario, no voy a hacer dolor de Fufus más grande.
—Kaori... Tú no nos causas dolor.
—No, pero despedidas sí. Hasta ahora, todo es ten dodó mi niní... Despedida desde del inicio —dijo con certeza—. No tiene sentido atrasarlo.
JongIn apretó sus labios, no existían más «peros». Cualquier excusa que pusiese, sabía que Kaori sería más lista para refutarlo y dejarle sin palabras. Cada idea que se le ocurriese, ella era capaz de derribarla o engrandecerla. Podía hacerles entrar en razón, aún cuando eso era lo último en que podía creer. ¿Cómo podían existir razones cuando todo se sentía tan ilógico en el mundo humano? Cuando las emociones imperaban y sólo quería enfrascar todos sus sentimientos, para así no dejarlos ir nunca, y que en un espacio muy pequeño, tuviesen validez para siempre.
—¿Podemos comer pizza a la noche? —preguntó Kaori con picardía—. Es que Fufu KyungSoo hizo sopa de pollo para salud de Kaori, pero no es sabor que me gustaría recordar cuando esté en Almien... —formó un puchero—. Y al decir verdad, aunque pizza sea comprada, es muy rica...
El cambio de tema lo desconcertó, pero sonrió ante el pedido.
—Tienes toda la razón.
Por la noche, un rato antes de que KyungSoo llegase, JongIn encargó la pizza. El clima era agradable, estaba despejado y había un poco de humedad. Así que, accediendo a un último pedido de Kaori, llevó un par de frazadas a la azotea, vasos y bebida. Kaori quería cenar mirando las estrellas, y aquello sonaba incluso más hermoso de lo que hubiese imaginado. Nunca había tenido una cena con KyungSoo a la luz de la luna, contemplando la inmensidad del cielo y las estrellas. Pero, esa noche la tendrían, y se lo debía a Almien.
Se lo debía a ese ser que los había unido, que había venido de años luz de distancia, para enlazarlos, para hacer que sus raíces se encarnasen firmes en la Tierra.
Le envió un mensaje a KyungSoo, avisándole que estarían en la azotea. Y cuando éste llegó, se sorprendió ante la humilde pero acogedora escena con que lo esperaban. La linterna del teléfono de JongIn, desde una esquina, alumbraba gran parte del lugar. Había un mantel en el suelo, una frazada doblada a un costado, tres copas, una botella de vino y una de Coca- Cola; además de dos cajas de pizza, obviamente, ya que siempre se daban una panzada cuando se trataba de pizza.
—Kaori tuvo una idea genial —sonrió JongIn, sentado junto a ella sobre el mantel—. ¿Te unes a nuestra cena espacial?
—Depende, ¿tienen pizza con queso de la vía láctea?
—Tú dinos, Fufu —Kaori abrió una caja con diversión, tentándole con el aroma.
KyungSoo avanzó con emoción y se sentó junto a ambos. Si eso no era felicidad, entonces, no sabía qué otra cosa podría serlo. Pero, estaba seguro que no quería saberlo. Aquel momento no tenía comparación con ningún otro. Cada instante junto a JongIn. Cada instante con Kaori. Cada instante que Almien les había regalado, era excepcionalmente original y único en su vida.
Y nada, ni nadie, le harían cambiar de parecer.
Estar allí, recostados y con el estómago lleno, mirando hacia la oscuridad con expectativa, con seguridad de que ellos ya eran la luz viajando sin tiempo alguno...
Era la sensación más regocijante.
Era amor.
🌌
Ya queda el epílogo, y debo contarles queeee, esta historia tendrá una tercera y última parte: Almien «Desierto de Estrellas», donde se darán cierres a muchas cosas que aún no se desarrollan. Todavía queda historia, desde que tuve la idea de la continuación con una hija Almien, tuve más cosas en cuenta y falta todavía <3 pero no quería hacer un fic muy largo, además la última parte, tiene algo de sexing sobre su llegada a la Tierra y los misterios de BaekHyun 👽 Cositas que deben ser explicadas. Además, de obviamente, la misioooón de la que tanto habló Kaori! 💜
Pero, está en proceso de escritura, además de que tengo otro fic algo avanzado y quiero primero distraerme del mundo Almien. Así que, probablemente llegue más para fin de año. Después de todo, esta parte vino un año y medio tarde, y sin aviso 🤭🌌
Así que paciencia, y esperen por más emociones 🌟🏵️👽
Muchas, muchas gracias por leer 🦋
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