13. Estrellas 👽
Como las constelaciones a millones de años luz
Cada buena intención es una interpolación
Una línea dibujada en la matriz
Apegándose a las caras
Aferrándose a las formas en el silencio
Como constelaciones implosionando en la noche
Todo gira y gira
Y las figuras que dibujaste puede que cambien detrás de una luz diferente
Y todo lo que creíste que sabías
Se caerá, pero estarás bien.
Constellations, The Oh Hellos
🌌
—¡Fufu KyungSoo!
KyungSoo sonrió al entrar a casa. No estaba acostumbrado a los grandes recibimientos, ni tampoco a la presencia de una niña, pero no podía negar que la alegría en ella era contagiosa. Sin embargo, a cada paso que Kaori se acercaba para abrazarle, fue notando más y más la ropa que ella traía puesta. Una polera y medias blancas, completamente ennegrecidas.
El tic en su ojo se había disparado.
—Alto ahí —espetó señalándole. Kaori se detuvo atónita ante el cambio brusco en su expresión—. ¿Qué rayos pasó con mi ropa? No, mejor dicho, ¿¡por qué tienes puesto eso!?
—Porque estaba bonito —resolvió encogiéndose de hombros y avanzó con intención de concretar el abrazo.
—No, ni te atrevas —KyungSoo siguió de largo, con gran enfado se dirigía a la habitación—. ¡JongIn!
Y en cuanto entró, vio como éste envolvía con rapidez las sábanas de la cama y las hacía un bollo entre sus brazos. JongIn sonrió nervioso y movió una de sus manos en saludo.
—¡Hola amor!
—¿Qué está pasando aquí? —le observó y analizó la escena con rapidez.
—Nada.
—¿¡Acaso tienes un amante!?
—¿¡Qué!? —JongIn se aterró y negó con desespero—. ¡No!
—¿Entonces qué pasó?
—Kaori estuvo jugando con espuma de afeitar en nuestra cama... —confesó.
—¿Y por qué está roñosa?
—Oh, eso es porque fuimos al parque —afirmó con una sonrisa.
—¿Y por qué no se bañó?
—Porque nos quedamos dormidos.
—¿Y por qué le dejaste ponerse mí ropa? —avanzó hacia él con enfado.
—Es que... Es más pequeña.
—¿Y tenía que ser de mis prendas más nuevas?
—Casi nunca usas ese suéter —dijo con desdén.
—Pues no, nunca salimos a ningún lado como para usarlo —replicó cruzándose de brazos.
—Oh, claro ahora es mi culpa —rodó los ojos—. Es ropa, KyungSoo. Se lava y ya está.
—Sí, menos mal que te toca a ti, así que espero que quede como nuevo otra vez.
—Tu ropa quedará perfecta... Si tú haces algo rico de cena —se adelantó un paso y estiró sus labios por un beso.
—¿Estás bromeando? —espetó.
JongIn suspiró y agachó la mirada, no le gustaba que KyungSoo estuviese enojado de esa forma, sabía que tenía razón, pero no había hecho nada a propósito. Sólo quería que Kaori pasase un mejor rato.
—Perdón... Sé que debería haber hecho más cosas, pero también estaba cansado, después de trabajar y salir toda la tarde, me dejó agotado, no es como si estuviésemos acostumbrados a esto, ¿no? —le miró con picardía, frunció los labios una vez más, pero KyungSoo no dejaba de juzgarle, así que exhaló rendido—. Bien, haré algo de comer.
KyungSoo sonrió satisfecho y le besó con un pico rápido.
—Gracias, pero mejor pediré algo, no tengo ganas de comer tu comida.
La inminente sonrisa de felicidad en JongIn, se desvaneció en un abrir y cerrar de ojos. KyungSoo era un verdadero maldito cuando lo quería, pero exactamente, así lo quería. Apretó los labios con falsa molestia y revolvió la sábana en sus manos, se hizo a un lado y salió de la habitación para llevarla al lavadero.
KyungSoo rio y lanzó un suspiro, se sentó con pesadez en la cama, y miró hacia la puerta desanimado, recordando rápidamente su plática con SeHun. ¿Desde cuándo se había convertido en el confidente de los alienígenas? Si desde el primer momento, siempre había sido JongIn el de los encuentros del tercer tipo. ¿Por qué de repente tenía que guardar silencio y no hablarle al respecto? Seguramente lo entendería mejor de lo que él lo hacía.
Quizá SeHun tenía razón y JongIn estaba preocupado, pero KyungSoo no quería cargar solo con las noticias, ni tampoco que JongIn cargase solo con sus preocupaciones. SeHun le había dejado en claro que era un Almien defectuoso; que YiXing también era algo más, algo de otro planeta. Sin embargo, KyungSoo aún no conocía sus historias, y YiXing al parecer, mucho menos. Éste era el más ignorante de todos, y evidentemente, SeHun el más sabio.
Sin siquiera haberle mencionado sobre Almien, ya conocía absolutamente todo, incluso de los miedos de JongIn. Había reconocido perfectamente algo distinto en Kaori, y ella también en él. Como si Almien reconociese a quienes no eran humanos; lo cual no significaba que fuese algo malo, pero sí, que habían cosas ocultas. Y ahora, SeHun le decía que le daba mala espina el nuevo empleado. ¿Byun BaekHyun también venía de otro planeta? ¿Sería otro Almien? ¿O algo más como YiXing?
—Mierda, todo es una mierda —se lanzó hacia atrás golpeando sus puños contra el colchón.
Estaba fastidiado de todo lo sucedido hasta ese día. Era la semana más larga de su vida y su cabeza estaba a punto de estallar, ¿eso era lo que ganaba por comenzar a recuperar sus recuerdos? ¿Más problemas? ¿Más dudas? Porque entonces ya no estaba seguro de querer sus recuerdos si traían consigo tanta carga. Mejor era ser ignorante y vivir feliz, que saber demasiado, analizar el presente, e imaginar el futuro. Quizá era por eso que JongIn no lograba conseguir completa paz. Pensaba demasiado. Y KyungSoo odiaba pensar demasiado. Tal vez, por eso había preferido creer fácilmente en todas sus palabras.
—¿Cómo te fue en el trabajo, Fufu?
KyungSoo movió la cabeza hacia abajo, sintiendo como la papada se le pegaba al cuello y miró hacia la puerta. Kaori caminó hasta la cama y se sentó en la esquina.
—¿Por qué lo preguntas?
—Dijiste que todo es mierda —subió, arrastrándose de rodillas a su lado
KyungSoo mantuvo el silencio un rato, no estaba seguro si era bueno decírselo, pero al final de cuentas, se suponía que ella lo sabía. ¿Con quién más iba a desahogarse de ese tema? O mejor dicho, ¿a quién más le iba a soltar sus dudas? Kaori era sólo una niña, pero les entendía como adultos y sabía más sobre el universo de lo que podría aprender nunca en los libros. Contuvo el aliento y luego exhaló, se acomodó sobre sus codos y miró a Kaori con la ilusión de poder encontrar respuestas, o de hallar al menos, una luz en toda esa gran nebulosa mental.
—Ya sé lo que ocultaba SeHun.
—¿En serio?
Como si fuese un instinto, KyungSoo miró hacia la puerta, prestó atención a los ruidos de la casa: la tapa del lavarropas estaba siendo abierta, al parecer, JongIn se iba a adelantar con la tarea. Entonces, supo que podría hablar a salvo. No quería que JongIn le escuchase, y se sintió extraño al haberlo hecho. ¿Por qué, de repente, todo se convertía en algo tan misterioso? ¿SeHun se había contagiado de la incertidumbre, o en el fondo, también presentía que algo no andaba bien con el pequeño mundo en el que vivían?
La Tierra nunca había sido un lugar seguro, pero en esos momentos, parecía que se había transformado en una bomba de tiempo.
—Me dijo que es un Almien —susurró—. Un Almien defectuoso.
—Lo sabía, ¡es popó espacial!
KyungSoo parpadeó perplejo, con razón le había dicho así la noche anterior. Sin embargo, toda la gracia del asunto se perdía cuando el rostro de Kaori se tornaba serio. Su semblante decaía veloz, y un pucherito -casi una imitación de JongIn-, se formaba en sus labios.
—¿Qué sucede? ¿Por qué pones esa cara?
—Porque si popó espacial ya te contó, entonces, significa que no queda mucho tiempo de Almien en Kaori.
—¿Cómo que no? Recién llegas hace un par de días.
—Sí, y misión se está cumpliendo súper rápido. Fufus quieren mucho a Kaori... —titubeó—. Incluso Fufu KyungSoo... Eres bueno conmigo y recuerdas, ya no dudas de tu pasado.
—¿Y qué tiene que ver? Eso no significa que aún no me queden vacíos —se sentó y le miró decidido, aún si renegaba de esos días, la cantidad de información recibida, seguía siendo valiosa—. Quiero tener todos mis recuerdos, quiero recordar a Almien siendo feliz como JongIn lo fue con él...
—Y lo harás. Tan pronto que cuando llegue momento, Almien tendrá que regresar. Pero no hay que preocupar en vano a Fufu JongIn...
—¿Qué quieres decir? —KyungSoo con gran interés, cruzó sus piernas y alzó una ceja—. SeHun dijo lo mismo.
—Decisión de humanos, cada vez falta menos para ese momento, pero Almien en Kaori ya no estará para presenciarlo —Kaori cabeceó en negación y suspiró con pesadumbre—. Parece que mi misión se está cumpliendo rápido. Sólo vine a aprender amor de Fufus para llevarlo a Almien...
Las respuestas seguían siendo burdas y lo confundían más que esclarecerle el asunto. Sin embargo, desde el inicio, Kaori no había dicho nada nuevo, siempre se limitaba a su único discurso, y KyungSoo más que la paciencia, ya estaba perdiendo la esperanza en comprender todo. Se resignaba, ¿por qué él iba a entender mejor toda esa historia y misiones alienígenas, si tan sólo era un humano recuperando sus recuerdos? Eso era lo único en que debía enfocarse, luego las decisiones del resto de los humanos, no eran solamente su responsabilidad.
Ya con ser responsable de Kaori y contribuir a su misión, debía estar cumpliendo con su parte. Miró compasivo hacia ella, acarició su cabeza y revolvió un poco su cabello.
—Entonces, haremos lo mejor posible para que tengas mucho éxito —sonrió.
Kaori se lanzó encima para acapararlo en un abrazo y KyungSoo se dejó sucumbir por el afecto, rodeándola también con sus brazos.
—Siempre que los encuentro, están cómodos el uno con el otro —les sorprendió JongIn desde la puerta y de brazos cruzados—. Ahora que aparezco, ¿van a pelearse?
—¡Fufu, ven a dar abrazo también!
JongIn avanzó y se sentó junto a ellos, entonces KyungSoo y Kaori se abalanzaron sobre él, tirándolo en la cama y lo envolvieron en un cálido abrazo.
—Te comportas como un bebito —susurró KyungSoo en su oído, dando un besito en su cuello.
—Es la única forma de que me des mimitos —le observó pícaro y estiró sus labios para dar un besito en su boca.
—Tengo hambre —dijo Kaori, sin despegar la mejilla de su panza—. ¿Cuando vamos a comer?
—Ah, ahora veré qué hay para cocinar —exhaló KyungSoo.
—¿No ibas a pedir comida? —dijo JongIn.
—Ya da igual, tardará lo mismo, y si espero, me quedaré dormido —se levantó.
Todo parecía sanar un poquito más cuando había cariño de por medio. Los tres estaban un poquito más felices esa noche, y no importaba todo lo que KyungSoo sabía hasta el momento. Sólo quería disfrutar el tiempo junto a Kaori y JongIn, sin importar qué tan corto fuese. Después de todo, creía estar seguro que quien más sufriría la partida de Almien, sería JongIn.
No era como si la aparición de una niña en sus vidas y toda su sabiduría, fuese a hacerle falta durante el resto de sus días. Había vivido veinticuatro años sin saber qué era, o debería ser un hijo, un padre o una madre. Esa idea de la familia unida, no era algo que fuese a aparecer de una semana a la otra, no era algo que pudiese extrañar cuando aún no era una costumbre. Todavía tenía la ilusión de que una vez se fuese Almien, también lo haría Kaori...
Entonces, sólo quedarían JongIn y él, sin niños, sin más historias de Almien.
Solamente ellos, juntos en la Tierra.
La única familia que conocía hasta el momento.
🌌
Detestaba horriblemente tener que trabajar los sábados. Esos días, Exomarket explotaba de gente, y pese a que ahora tenía un puesto nuevo, no le quedaba más que apurarse con los carritos por el supermercado, de un extremo a otro, y dejando de lado sus paseos de chisme. De todas formas, esa tarde KyungSoo estaba muy callado, y claro que no había pasado desapercibido para el nuevo empleado Byun, quien permanecía en la oficina tomando, ordenando y armando los pedidos a medida que su coordinador traía los carritos cargados.
Después de lo que SeHun le había dicho, a KyungSoo le quedaba un gran misterio, pero BaekHyun seguía viéndose, pese a su gran personalidad y cabello llamativo, completamente normal. Trabaja bien, hacía las cosas rápido, y también acataba sus tontas órdenes de «tráeme un café negro y con tres cucharadas de azúcar», mientras se disponían a separar la mercadería en bolsas. Así que, definitivamente, SeHun tenía una mala espina, ¿a quién no le daba mala espina alguien alguna vez en su vida?
Además, SeHun era un extraterrestre en un cuerpo humano, ¿y si sólo estaba confundido? ¿Si sus sentimientos hacia YiXing se estaban interponiendo entre sus capacidades Almien? Aunque, ¿cuáles eran sus capacidades si era un Almien defectuoso? ¿Cómo se suponía que había llegado a la Tierra? ¿Qué era YiXing? ¿Por qué KyungSoo no podía dejar de pensar en ello? SeHun sólo le había dado otro problema más y comenzaba a odiarle por haberlo hecho. Si no estaba seguro de nada, ¿para qué le advertía?
—¿Se encuentra bien coordinador Do?
Mientras pasaba unos paquetes de arroz a una bolsa, la voz preocupada de BaekHyun, lo sacó de sus pensamientos.
—¿Eh?
—Este pedido no lleva arroz, ya se había confundido antes con el papel higiénico, pero no le dije nada y lo cambié de bolsa...
—¿En serio? —observó la lista y notó que estaba armando el pedido de otro cliente—. Perdón. Estoy algo distraído. ¡No me dejes pasar nunca esas cosas, Byun! —le llamó la atención con gravedad.
—De acuerdo, sólo que no pensé que fuera grave... —agachó la mirada—. Lo siento mucho.
—No, no, está bien —cabeceó y volvió a enfocarse en el trabajo.
—¿Se encuentra usted bien?
—Sí, ¿y tú? —le observó con atención y BaekHyun notó la repentina cercanía.
—Sí... —tragó un nudo con dificultad—. ¿Por... Por qué?
—Tienes los ojos colorados, ¿acaso fumas marihuana?
—¿Qué? ¡No! —se alejó bruscamente—. ¿Cómo cree eso?
—Entonces, ve a un oftalmólogo, no vaya a ser que tengas conjuntivitis.
—Oh... —se llevó una mano a la mejilla y agachó el rostro levemente—. ¿Con qué?
—¿Cómo que con qué?
—Sí, dijo que me está dando con junto bistecs.
—¡No te toques que puede ser contagioso! Y es conjuntivitis, ¿qué nunca tuviste o oíste a alguien que tuvo?
—No, ¿qué es?
—Es una infección en los ojos. Así que no te toques más.
—Ya veo, ¡lo tendré en cuenta! ¡Gracias, coordinador Do!
—Sí... De nada —le miró con desdén, y tras un breve silencio, la curiosidad por las palabras de SeHun, lo abrumó nuevamente—. Por cierto, ¿cómo conseguiste este trabajo Byun? No sabía que necesitábamos nuevos empleados...
—¿Cómo? Uhm... —frunció el ceño pensativo—. Pues entré en internet...
—Sí... —le miró expectativo.
—Busqué “Exomarket”, hice click y abrí pestaña de empleos.
—Ah... —resopló.
—Y así fue. No es difícil, ¿no? —sonrió—. ¿Cómo conseguiste tú?
—JongIn encontró otro trabajo, entonces su puesto quedaba libre y habló con el gerente de ese entonces, y entré.
—Eso también fue fácil. ¿Quién es JongIn?
—Ah, es mi novio.
—¿Y ya tienen una hija? ¡Son muy jóvenes!
—Sí, algo así... Es verdad, somos muy jóvenes...
—Yo también tengo una hija —declaró.
—¿Qué? —se asombró.
—Bueno, en realidad no es mi hija, me gusta llamarla así de broma. Es mi hermana, pero es débil, así que tengo que protegerla. Ella dice que soy como su padre, ya que no tenemos uno...
—Ya veo...
KyungSoo prosiguió con su trabajo, tratando de no hacer más preguntas. De repente, la historia se había tornado demasiado íntima, incluso sonaba extraña la forma en que BaekHyun hablaba sobre su familia, y no quería lidiar con los dramas de alguien más. Hasta donde presentía, él no era un chico malo, sino demasiado inocente, y en algunas cosas obvias: ignorante. Pero, ¿de qué le servía tener tantos conocimientos si después de todo, lo que valían eran sus buenas intenciones y su gran desempeño? Quizá, BaekHyun había atravesado cosas complicadas, y allí estaba, tratando de lidiar con el mundo lo mejor que podía.
Como todos.
SeHun debía estar equivocado, y claro que sí, sólo era un joven enamorado que veía sus sentimientos en peligro si no los exponía pronto. No importaba si era un Almien, ni tampoco que YiXing no recordase nada. ¿Cómo se le ocurría a SeHun darle una advertencia sobre alguien a quien no conocía sólo por celos? Su inseguridad lo acabaría alejando de sus amigos, más rápido de lo esperado, si no se declaraba de una vez. Sacar conclusiones apresuradas, no siempre era certero, y KyungSoo lo estaba comprobando.
Byun BaekHyun era un chico agradable y no iba a dejar que un amigo le proyectase sus miedos, nublándole la capacidad de conocerlo por su propia cuenta. Así que, no dudó en comentárselo a SeHun durante el descanso. BaekHyun acababa de ir al baño, y el ambiente estaba muy silencioso. SeHun no hablaba, estaba absolutamente reacio a unirse a su conversación, sólo respondía con monosílabos y ruidosos sorbos de té, a todo lo que BaekHyun decía, y esa actitud, sacaba un poco de quicio a KyungSoo.
—¿Por qué eres así con él? Está intentando ser amistoso.
—KyungSoo, ¿acaso escuchaste algo de todo lo que te dije ayer? —alzó una ceja y bajó su taza.
—Claro que sí, pero creo que en tu cabeza —le señaló—, se están mezclando muchas cosas. Byun es un chico bueno y lo estás despreciando como si fuese basura.
—Exactamente, así me siento, así que no esperes que haga una diferencia con él.
—¿Por qué?
—Es demasiado amistoso para mi gusto.
—¿Tu gusto? —dijo incrédulo—. Yo también hablaba mucho contigo al inicio y no te quedabas callado.
—Ya te dije que me genera desconfianza, las cosas están sucediendo muy rápido, así que será mejor que tú y JongIn se preparen —anunció severo.
—¿Podrías dejar de mezclar todo por un segundo?
—No estoy mezclando nada, ya te dije que él no es de fiar.
—¿Y entonces por qué tú sí lo eres? Dices que eres un Almien defectuoso, ¿qué se supone que eso signifique para mí? Hasta donde sé, Almien es bueno y nos ayuda, tú sólo me estás confundiendo.
—Olvídalo, es cierto... —resopló y le observó con superioridad—. No es a ti a quien tendría que estar hablándole de todo esto, sino a JongIn.
KyungSoo se quedó perplejo ante su actitud. SeHun se levantó bruscamente al notar que BaekHyun regresaba, así que se encaminó hacia la salida del comedor.
—Adiós SeHun, ¡no gastes energía! —sonrió en despedida.
Pero SeHun sólo le lanzó una mirada tenebrosa y siguió de largo.
—Bueno, creo que definitivamente no le agrado... —exhaló rendido, se sentó y apretó sus labios, consternado ante la hostilidad—. ¿Tan mal hice en intentar agradarle al gerente?
—No, en verdad no. SeHun no puede pretender que YiXing esté solo toda la vida... —dio una cucharada a su yogurt—. Ni tampoco que yo no tenga amigos nuevos.
—¿¡Entonces, seremos amigos!? —exclamó con entusiasmo y apoyó sus manos sobre la mesa.
KyungSoo se sobresaltó y rio.
—Ya lo veremos.
SeHun podría tener sus motivos y miles de razones en mente, por los cuales no le agradase BaekHyun, o quizá, no tantas, y sólo estaba siendo otro Almien caprichoso. Pero KyungSoo no los tenía, en cambio sí tenía deseos de hacer nuevas amistades más allá de YiXing y SeHun; quienes parecían estar inevitablemente, encadenados al pasado de JongIn.
KyungSoo también se merecía un amigo lejano a todas las rarezas extraterrestres; y BaekHyun, con sus peculiaridades, era lo más cercano a un humano real: complejo, sincero y bastante sinvergüenza.
Curiosamente, un poquito como Almien.
Pero, ¿quién no lo era a veces?
🌌
Los sábados, JongIn aprovechaba a dormir hasta tarde, pero ese mismo, estaba olvidando de un gran factor nuevo en su vida: Kaori. Aún si KyungSoo se había encargado de hacerle el desayuno, todavía quedaba el almuerzo. Así que, JongIn despertó cuando comenzó a sentir un dedo hundirse en sus cachetes, y susurros escurridizos en su oído.
—Fufu... Fufu... Despierta... Kaori tiene hambruna.
Entre abrió los ojos somnoliento y se giró al otro lado, haciéndose bolita contra una almohada. No quería despertarse todavía, la pereza poseía su cuerpo como un demonio, pero Kaori no tardó en aplastar sus costillas al saltarle encima.
—¡Agh! —JongIn se retorció y farfulló al sentarse—. ¡Kaori no vuelvas a hacer eso nunca más!
—¡Pero estoy diciendo que quiero comer!
—¡Pero no tienes que lanzarte de esa forma! —protestó, respiró con profundidad y continuó severo—. Ya sabías que estaba despierto, a veces exageras mucho para llamar la atención.
Kaori se avergonzó y agachó la mirada.
—Fufu JongIn, ¿estás enojado?
—No, sólo que los sábados me gusta dormir hasta tarde. Y sé que tienes hambre y que debo levantarme, pero tú tampoco colaboras comportándote así.
—Lo siento... —murmuró y se bajó de la cama—. Iré a preparar café para Fufu.
—Ah, no es necesario... —resopló y bajó las piernas. Se calzó con sus ojotas, le miró con ojos hinchados, el cabello revuelto, y un pequeño puchero—. Además, ¿no vas a saludarme como se debe? Fufu quiere abrazo y besito.
Kaori volvió a lanzarse a la cama y se arrastró de rodillas hasta su espalda, colgándose de su cuello para darle un cálido abrazo y un rápido beso en su mejilla.
—¡Te quiero mucho, Fufu!
El corazón de JongIn latió emocionado, por un instante, sintió que lloraría de la felicidad. Desde que esa niña se había declarado su hija, él la aceptó sin condiciones. Todo lo que podía hacer por ella, era darle amor. Ni siquiera su mente se tomaba tiempo en analizar sus sentimientos. Simplemente estaban allí, y los sentía tan intensamente, que rebosaban su capacidad de entendimiento.
Dejó que Kaori se trepe a su espalda, la sostuvo, y se dirigieron a la cocina para iniciar el resto del día.
—También te quiero mucho, Kaori —murmuró inclinando su rostro hacia el de ella—. Lo mismo para Almien.
—¡Almien ya sabe, sólo sigue amando mucho a Kaori, por favor! —sonrió.
El almuerzo fue rápido, pero la digestión lenta. JongIn pidió rolls de sushi con los que ambos se dieron una gran panzada. Aunque le advirtió a Kaori que ya había comido suficiente, ella le ignoró diciendo que estaba muy rico, que quería aprovechar toda la comida posible. JongIn tampoco quería negarle el gusto, verla comer con tanta alegría era contagioso, por eso él también se había pasado de porciones. Cuando acabaron, se sentó en el sofá junto a ella, ambos acariciaban sus estómagos al mismo tiempo, suspirando de los llenos que estaban.
—Puedo hacer un té de hierbas, nos ayudará a bajar todo esto... —susurró.
Kaori asintió, mirando al frente y sin decir palabra alguna, moviendo su manito en señal de qué sí, que se largase a hacer su magia herbal. Después de quince minutos, JongIn trajo la tetera y dos tazas en bandeja, las dejó en la mesita y procedió a servir.
—No lo tomes rápido, es un té, no un remedio, además está calentito.
—Ya lo sé, ya tomé té, Fufu —se mofó con una mirada fugaz y agarró su taza—. Pero tengo que beberlo rápido o se enfriará en mi panza.
—No le diremos esto a KyungSoo, ¿de acuerdo?
—¿Por qué?
—Porque nos regañará y no quiero escucharlo quejarse más.
—Pero a veces tiene razón.
—Sí, pero si fuese así nunca podríamos divertirnos. Además, él es el menos indicado para retarnos.
—Uhm... —se quedó pensativa y dio un sorbito—. Tampoco hicimos algo malo... Fufu JongIn, tú no sabes ser malo —declaró—. Fufu KyungSoo, sí.
—¿Cómo dices? —dijo incrédulo.
—Sólo eres travieso. Como niños.
—Me siento muy ofendido —bajó su tacita y le observó indignado—. Pero prefiero eso a hacer las locuras que él hacía.
—Fufus son muy diferentes, pero se aman uno al otro por igual. Almien son muy iguales, pero no se aman entre sí, sólo aman todo Almien... No se siente especial como amor de humanos, ¿es por eso que son infelices en Tierra?
—Probablemente...
—Si amor está en todas partes, ¿por qué buscan en una sola persona?
—Porque somos egoístas... Preferimos un amor chiquito y decir que es grande, así no le damos tanto permiso de hacer lo que plazca con nosotros, ¿no? —consultó y bajó la vista—. Así no perdemos nunca el control...
—Pero humanos no pueden controlar nada. Ni siquiera pueden controlar llegada de Almien —bebió su té de golpe y golpeó la taza sobre la mesita—. ¡Y Almien trae mucho amor! ¿Cuándo se van a despegar de amor chiquito?
—Supongo que nunca... —susurró y alzó la mirada con duda—. Por algo somos humanos, ¿no?
—No sé —se encogió de hombros—. Fufu JongIn sólo se está preguntando a sí mismo. Almien no tiene esas respuestas.
—Queremos un amor para siempre, no muchos cada tanto...
—Pero muchos cada tanto, es mucho amor cada tanto tiempo. O sea sería mucho amor siempre, ¡todos los días! ¡Así único amor no se gasta!
—¿Quieres que me enamore de más personas además de KyungSoo? —le miró con incredulidad.
—¡Sí! ¡Que ame a muchas personas, y esas personas también amen mucho a Fufu! ¡Como Almien!
—No creo que se vaya a poder. No sentimos igual.
—Pero Almien aprendió amor humano, ¿por qué humano no hace eso? ¿Por qué en Almien es diferente? ¿Cometimos error?
—No creo —sirvió más té a Kaori—. Sólo que su amor es generoso, y el nuestro, ya te dije... Somos egoístas. Y por eso, nos creemos especiales, cuando en realidad... Todos los días estamos sufriendo un poquito.
—Humanos tienen que dejar ir dolor, despegarse de egoísmo, eso es lo que hace sufrir —se quedó pensativa mirando su tacita—. Sino algún día, en Tierra ya no existirá amor, todo se habrá transformado en odio...
—Kaori, en estos momentos... —vaciló, miró el vaporcito saliendo de su té y luego observó directo a los ojos de ella, demasiado oscuros, pero igualmente brillantes. Como una estrella fugaz atravesando sus cabezas—. Creo que eres lo más lejano a una niña.
—Fufu empezó... Así que Almien respondió.
—Ya veo... —asintió, se quedaron en silencio un rato, y luego, arremetió—. Entonces, ¿qué tienes ganas de hacer hoy?
—¡Ver Harry Potter y El Cáliz de Fuego!
—¿En serio?
—¡Sí! Obra de Tulerién es interesante.
—¿Tulerién?
—Son de otro planeta, tiene muchos poderes, son muy fuertes, y se han filtrado en misiones hacia Murayién hace años luz, descubrieron muchas cosas y ayudan también a Almien y Tierra. En Tierra han generado ráfagas de ideas que llegaron a muchos humanos.
—¿Como Almienul?
—¡No! Almienul es Almien. Muchas almas del espacio viajan a Tierra a materializar conocimientos, porque en otros planetas no hay materia como en Tierra; entonces, ideas quedan flotando en la gravedad y luego se pierden.
—¿Y hay más planetas como la Tierra?
—Sí, pero la mayoría están en Murayién, de lado oscuro y destructivo.
—¿Y en Darayién?
—Allí sólo hay un planeta: Gailyleia. Está súper, súper, súper, mega lejos, es muy difícil llegar para otras razas. Allí viven civilizaciones más avanzadas, pueden tener cuerpo material, y también pueden ser sólo alma, como Almien. Pueden viajar, pueden dejar su cuerpo descansar y seguir existiendo sin él.
—¿Y qué hacen?
—Nada.
—¿Nada?
—No, ya no tienen que aprender nada. Son almas que ya alcanzaron gran sabiduría y ayudan a que Darayién siga en paz, si ellos siguen en paz, son felices. Si son felices haciendo nada, entonces ayudan a todos. Pero, últimamente es difícil, no sabemos que pasa con Tierra, entonces...
—¿Entonces?
—Alguien de Gailyleia fue sorteado por Almibansán y vino a la Tierra para ayudar.
—Eso suena a un sacrificio...
—No. Es una oportunidad de hacer algo diferente. Gailyleia es un lugar sagrado porque haces la nada... —murmuró—. Pero, nada es seguro.
—Uhm... Es bastante reflexivo esto que dices —JongIn acabó con su té y se levantó—. Será mejor que continuemos en otro momento. Iré a buscar la notebook y miraremos la película.
—Sí, mejor —asintió Kaori.
JongIn sabía que si continuaba indagando, acabaría con la cabeza por las nubes. No quería pensar de más, sólo quería enfocarse en el presente; así que, para eso era necesario distraerse del más allá. Por más curioso y asombroso que fuese el universo, a diferencia de la primera vez con Almien en KyungSoo, ya no podía tomarlo con igual maravilla. Cada pequeña revelación de Kaori, alimentaba su imaginación; y cada imaginación era sobre el futuro.
Un futuro sin Almien.
🌌
La salida de Exomarket se volvía aburrida sin SeHun. Sin embargo, KyungSoo no tenía ganas de esperarlo. Estaba lo suficientemente molesto como para seguir oyendo al supuesto Almien dándole consejos. En el fondo, incluso se imaginaba la posibilidad de que todo fuese un chiste de mal gusto. A veces, KyungSoo prefería ser escéptico hasta el último pelo, y creer que SeHun se estaba burlando de él.
Después de todo, nunca olvidaría la primera vez que lo conoció.
SeHun le había dicho que YiXing estaba secretamente enamorado de JongIn. Claro que KyungSoo casi quiso sacarle los ojos a YiXing, y a JongIn también, obviamente. No obstante, todo había sido un cuento de SeHun para mantenerle alejado del actual gerente; para que no se le ocurriese echarle el ojo. Si bien, nunca más había pasado por bromas de ese tipo, nunca era tarde tampoco, para volver a desconfiar del humor pesado de Oh SeHun.
En cuanto abrió la puerta de casa, notó demasiado silencio y oscuridad. La única luz, blanca y fría, provenía de la cocina. KyungSoo dejó un par de bolsas con mercadería sobre la mesa y alzó la voz para anunciar su llegada, pero al no obtener respuesta, avanzó hacia las habitaciones. Quizá estaban dormidos, o mirando alguna película en la cama.
—Qué raro... —murmuró al confirmar que tampoco estaban allí.
Si se habían ido a comer sin él, no estaban en graves, sino gravísimos problemas. Ni siquiera le habían mandado un mensaje, lo cual sonaba muy egoísta, así que no quería ni imaginarlo. Tal vez se habrían ido a comprar comida. Salió de su habitación y a medida que avanzaba por el pasillo, sacó el teléfono para enviar un mensaje.
Pero se detuvo en seco cuando oyó un gran estruendo provenir del techo.
—¿Qué fue eso? —alzó la vista.
Pronto decenas de pensamientos se cruzaron por su cabeza. No podían ser ellos, ¿sería un ladrón? Eso era más razonable. ¿Por qué más alguien querría andar por los techos?
Se apresuró hacia la cocina y salió al lavadero. Agarró la escoba en caso de que tuviese que repartir precisamente: escobazos, y la sostuvo bajo su brazo. Notó los barrotes oxidados contra la pared, y se dio cuenta de que nunca en sus años con JongIn, habían subido a la azotea, ni siquiera por curiosidad. Los barrotes estaban ahí y ya, incluso le parecía estúpido imaginar los motivos para estar arriba más que, para arreglar membranas o filtraciones.
Sin embargo, una vez allí, se maravilló. Primero por lo lindo que se sentía estar tan alto. El paisaje de las casitas bajando en la pendiente, las luces de los edificios en las lejanías, el cielo oscuro y despejado, lleno de estrellas y con la luna de adorno, todo era mágico. El clima húmedo y una brisa cálida, era suficiente para sentir paz instantánea.
Una paz que se disipó en el momento en que comprobó que no había nada ni nadie ahí arriba.
¿De dónde había venido el ruido? ¿Alguna guerra de gatos revolcándose por sus techos? El estruendo volvió a espantarlo, el suelo vibró ligeramente. Parecían bolos rodando por la azotea, pero él se encontraba solo. ¿Sería un terremoto? De repente, sintió algo chocar contra su pie, pero cuando miró hacia abajo, no había nada.
Ni siquiera su pie.
—¡Qué rayos es esto! —saltó aterrado.
KyungSoo soltó la escoba y comenzó a sacudir su pierna, la cual cada vez se hacía más invisible.
Un par de risas comenzaron a oírse a pocos metros, y con rapidez, divisó los cuerpo de JongIn y Kaori más adelante. Ambos se destartalaban en carcajadas. KyungSoo no entendía qué estaba pasando, con desconcierto y asombro, contempló en el aire cientos de gotitas cristalinas y brillantes que desaparecían antes de tocar el piso.
—¡Fufu! —exclamó Kaori y corrió hacia él.
—¡No corras en la maldita azotea! —gritó escandalizado, notando el suelo mojado.
Kaori se detuvo antes de alcanzarlo y JongIn fue tras ella, tomándole la mano y avanzando juntos a paso lento.
—¿Kyung estás bien? —frenó ante él.
—Sí, JongIn —comenzó con calma—. Estoy malditamente bien. Llego, no los encuentro. Pienso que hay ladrones y cuando subo, ¡no hay nada! De repente, mi pierna entera se hace invisible y ustedes aparecen también, ¡de la misma nada! ¡Y con sandías destruidas en el suelo! —explotó nervioso y señalando las frutas desparramadas—. ¡Por supuesto que estoy perfectamente bien!
—¡No queríamos preocuparte así! —se angustió abruptamente—. Kaori sólo estaba practicando sus poderes.
—¿¡Y por qué en la azotea!? ¿¡Qué rayos tienes en la cabeza para traerla aquí!?
—¡No se va a caer a ninguna parte, estamos alejados de las canaletas y siempre está dándome la mano!
—¿Qué clase de excusa es esa? ¿Por qué no hacían esto afuera, en la calle?
—¡Sí y que todos los vecinos vean sandías flotar en el aire y a nosotros haciéndonos invisibles!
—Fufu KyungSoo, lo siento mucho, ¡yo tuve la idea!
—Eso no es excusa para la irresponsabilidad de JongIn.
—¡Pues perdóname por ser tan irresponsable, pero lo único que quiero es que seamos felices mientras ella esté aquí! —se desahogó—. ¡Estoy haciendo lo mejor que puedo! ¡Ninguno de los dos lo está haciendo bien! —le miró en reprobación—. Así que deja de juzgar lo que hago...
KyungSoo quiso mantener su compostura, pero el enojo le estaba ganando, y no era el enojo con JongIn ni con Kaori, sino consigo mismo. Sentía que no estaba llevando a pleno la situación como JongIn lo hacía, y eso también lo estresaba. El único momento en que habían estado juntos, a la par, había sido la noche de la cena en el restaurante. Pero el resto de los días, era cada uno combatiendo con esa nueva responsabilidad. De manera individual. Sin el apoyo del otro.
—Perdón... —murmuró y bajó la mirada hacia Kaori—. Ni siquiera sabía que tenías esa clase de poderes... Ni siquiera sé que otras cosas han hecho durante estas tardes. Me siento apartado aún cuando sé que soy parte —miró a JongIn—, siento que no estoy haciendo nada al respecto, que no puedo ayudarte... Y aún si he recordado algo tan escaso, siento que es inútil, ¿de qué me sirve si todo sigue siendo igual? ¿Si me sigo sintiendo vacío? —dejó caer un par de lágrimas—. No importa lo que haga, siempre hay algo más que hacer y no sé cómo solucionarlo, ¿cómo hago para que todo esté perfecto? ¿Para que no hayan más fugas por ninguna parte? Para poder estar a la altura de esta situación...
—Kyung... —JongIn se acercó y lo envolvió en sus brazos—. No puedes evitarlo. Y todo lo que sea necesario llenar, estamos juntos para que lo logres, para que te sientas completo. Tú también lo dijiste, tienes que aplicarlo contigo. No estás solo... —lo apartó y acarició su mejilla—. Esto es una familia, KyungSoo. Tú eres mi familia, y yo soy la tuya. Y ninguna es perfecta, nunca.
—Kaori también es familia —espetó cruzada de brazos y dando pisaditas a un costado—. Fufus olvidadizos.
KyungSoo la miró de reojo y le extendió la mano, uniéndola al abrazo.
—Te irás. Y es cierto. Quiero evadirlo... —murmuró. Luego contempló a JongIn y comprendió—. No quiero ni imaginar lo que tú sentiste la primera vez que Almien se fue...
—Kyung, estaremos bien... —le tomó la mano libre, y alzó la mirada, lleno de esperanza—. Tú solo dime, ¿qué vamos a cenar?
Ambos contuvieron la sonrisa, pero KyungSoo fue el primero en soltar una risa audible. JongIn besó su frente, pero Kaori empujó a KyungSoo en el trasero para que avanzase sobre JongIn.
—¡Ya dale un beso de amor a mi Fufu! ¡Kaori quiere recordar cuánto se quieren cuando Almien se vaya!
KyungSoo con mayor seguridad, pasó sus manos por detrás del cuello de JongIn. Lo observó directo a los ojos, buscando en él, destellos fuera de ese mundo, estrellas fugaces que lo convenciesen de que también, estaba fuera de su órbita.
—Te amo, JongIn.
No podía haber otro motivo para estar tan enamorado y atraído hacia alguien tan dulce. Lo acercó y lo besó con anhelo, pero JongIn no podía callarse, tenía que decir siempre algo más bonito. Algo más universal.
—Te amo, en todos los tiempos y espacios posibles.
Kaori se apegó a ellos, hundiendo su cara en el hueco que quedaba entre sus vientres.
—No vas a poder meterte en la panza de ninguno —bromeó JongIn.
—No importa, pedacitos de alma ya está en ambos...
—Traje sushi —sonrió KyungSoo.
JongIn se alejó y Kaori también, ambos se miraron con espanto. KyungSoo notó sus aspectos pálidos y decepcionados.
—¿¡Y ahora qué!?
—¡Hoy nos dimos una panzada de sushi roll! —confesó Kaori y señaló a JongIn—. ¡Fue culpa de Fufu, él me dejó!
—¡Ey! ¡Te dije que no lo hicieras!
—¿Saben qué? No voy a discutir con ustedes por eso —sacó su teléfono del bolsillo del pantalón, y buscó el número entre los contactos—. Voy a pedir pizza para mi solo, y la comeré aquí arriba... —alzó la vista—. Mirando las estrellas.
Al fin y al cabo, el clima estaba cálido. Y JongIn tenía razón, no sería peligroso siempre y cuando se quedasen sentados o alejados de las cornisas.
—Nosotros también podemos comer pizza, ¡yo ya me siento bien! —exclamó Kaori, tironeando de su camiseta.
—Ustedes pónganse a limpiar este chiquero de las sandías —espetó, y Kaori frunció un puchero con molestia.
—Yo limpiaré. Tú quédate quieta —dijo JongIn y miró hacia él con malicia y travesura—. Si KyungSoo no pide pizza para todos... Luego no tendrá postre.
—Más te vale que sí lo haya —murmuró entre dientes.
—¡Ah, qué bella es la vida! —se mofó JongIn y se apresuró a bajar.
KyungSoo miró hacia el cielo una vez más. Realmente deseaba que todo fuese verdaderamente bello. Que su familia junto a JongIn, aún si sonaba un poco fantasioso y poco realista, perdurase para toda la vida. Que fuesen un poquito perfectos dentro de las medidas regulares de la Tierra.
Y que su amor, como una estrella, titilase aún cuando ya se hubiesen extinto.
🌌
Me tardé muuucho en corregir, andaba desganada estos últimos días, todavía sigo un poco, pero bueno, por eso lo voy haciendo de a poquito.
Ya sólo me queda escribir el epílogooo 🧚🏻♀️🐢❤️
¡Gracias por leer y esperar! Cuídense mucho 🌟
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