11. Misterio 👽
Viviendo en un mundo donde nadie es inocente
O al menos lo intentamos
Tengo que vivir mi verdad
No dejarla embotellada o perderé la cabeza.
Lo siento en la piel, lágrimas en mi cara lavan mis pecados.
Prefiero estar seco, porque al menos estoy vivo
Llueve sobre mi
Manos al cielo, seré tu galaxia
Voy a volar
Llueve sobre mi, un tsunami
Voy a volar, y llueve sobre mi.
Rain on me, Lady Gaga ft. Ariana Grande
🌌
En cuanto se alejaron lo suficiente de Exomarket, la distancia ya no le permitía a Kaori seguir burlándose de SeHun, así que no tardó en preguntarle a KyungSoo, a dónde quería ir a comer; y aunque JongIn ya se estaba olvidando de la pueril apuesta, se quedó aturdido cuando lo oyó responder.
—Quiero ir... —titubeó—. Quiero ir a ese lugar al que fuiste con Almien, JongIn.
—¿En serio? —consultó.
—Sí... Después de todo, ahora está Almien con nosotros, ¿no? Quizá Kaori lo recuerde —bajó la mirada hacia ella y sonrió en aceptación—. Quizá, yo también pueda recordar mientras ella esté con nosotros.
—Haremos lo que te haga sentir bien —le dedicó una mirada en apoyo, y de repente, su mano fue jalada con fuerza.
Kaori le observaba con un gesto pícaro. —¡Gané, así que hay postre!
—¿Qué ganaste? —curioseó KyungSoo.
—¡Le dije a Fufu JongIn que elegirías un lugar sorprendente para él, y así fue!
—¿Acaso ves el futuro? —se asombró KyungSoo.
—No, Kaori sólo tuvo presentimiento, ahora Fufu KyungSoo es más libre y dará grandes pasos hacia recuerdos.
JongIn y KyungSoo se contemplaron un largo instante mientras avanzaban por la húmeda calle, cada uno con una mano ocupada en Kaori. Si les hubiesen dicho que algún día estarían en esa situación, caminando junto a una hija Almien, jamás lo habrían creído. Bueno, tal vez JongIn, un poquito sí. Pero nunca se hubiesen imaginado que se sentirían tan bien, llenos de paz y sobre todo, del desbordante amor que había en sus almas y se reflejaba en sus rostros; que provocaba esa sonrisa juvenil y enamorada en ambos.
La felicidad en su estado más puro.
El restaurante seguía intacto al paso del tiempo, era un lindo lugar familiar y estaba a pocas calles de Exomarket. Se sentaron en una mesa amplia para cuatro, Kaori al lado de JongIn, KyungSoo en frente, y miraron el menú, la mayoría era variedad de pollo frito y habían añadido un par de platos nuevos. JongIn sentía un efímero regreso en el tiempo, sentado allí, nuevamente con KyungSoo, con Almien pinchándose uno de sus dedos para demostrarle que verdaderamente era un extraterrestre y que sus poderes de auto sanación, no eran ninguna broma. Por un momento temió, y su mirada perdida y preocupada en Kaori, no tardó en aparecer.
—¿Qué pasa? —KyungSoo llamó su atención pateando su pie debajo de la mesa.
—Esto parece irreal.
—Pues no lo es. Estoy aquí... Y se siente extrañamente familiar.
—¿No estás... Incómodo? —vaciló aún incrédulo.
—No, ¿tú sí? —alzó una ceja.
—No —respondió veloz—. Es que estaba preocupado por ti, no quería que te sintieses presionado de venir aquí.
—Yo lo elegí, y no importa si siento una ligera presión... No siempre es incómoda, en este momento, se siente bien... Como si estuviese avanzando.
JongIn sonrió comprensivo y bajó la mirada al notar que KyungSoo se observaba las manos.
—Por algún motivo siento mis dedos inquietos —mencionó mientras los golpeteaba contra la mesa. JongIn rio, KyungSoo también ablandó su semblante y sonrió por igual—. Bueno, supongo que ya sé porqué es, me lo has dicho.
—De todas formas, no deja de ser extraña y reconfortante esta situación —murmuró, tomando su mano y conteniéndola.
—Lo sé... —desvió lo mirada y luego se enfocó en él—. Lo siento. Perdón por no haber querido venir antes.
—Ah, KyungSoo, no deberías pedir perdón por eso... Al contrario, no debí preguntarte aquella vez si querías venir —se apenó.
Apenas había pasado casi un año y medio de la partida de Almien, cuando JongIn bastante ansioso y sin intención de ofender a KyungSoo, le había propuesto ir a comer ahí al pasar por ese restaurante, así quizá éste recordaría algo. KyungSoo se había enojado mucho, lo había acusado de egoísta por querer revivir un momento con alguien que ya no estaba. Y pese a que esos no eran los planes de JongIn, admitía que sí estaba muy guardada en su inconsciente, la idealización de compartir un momento parecido.
—Está bien... Tú también estabas tan desesperado como yo, por querer que recuerde algo.
—Sí... Siento mucho haberte hecho pasar por eso —dijo con pesar, y conteniendo sus lágrimas de cocodrilo, sonrió—. Estoy feliz ahora.
—Yo también, JongIn... Aunque no lo parezca, o mi personalidad resulte tosca... Creo que hoy me estoy sintiendo tan feliz, que no recuerdo la última vez que así me sentí... Creo que fue cuando pude mudarme solo, y luego cuando regresé a tu casa otra vez —rio—. ¿Ves que yo también soy un caprichoso?
—¡Kaori quiere pollo frito con mucho, mucho picante! —señaló en el menú la imagen de un pollito amarillo y feliz en llamas—. ¡El “Hot Chicken Ultra Red” suena divertido!
—Estás loca, no voy a soportar tu llanto cuando tu lengua esté en llamas —declaró KyungSoo.
—Fufu, subestimas a Kaori —se cruzó de brazos con mirada desafiante.
—Bien, pide lo que quieras, pero no hay cambios.
—Kaori, KyungSoo tiene razón, incluso tanto picante podría hacerte mal al estómago —intentó JongIn con más paciencia.
—¿Ahora ambos Fufus están de acuerdo? —dijo indignada—. ¡Almien se va a volver loca!
JongIn y KyungSoo rieron, al parecer, si llegaban a un acuerdo entre ellos, quien acababa en un capricho era Kaori. Y finalmente, tenía sentido, después de todo ella era la niña. Decidieron pedir lo que quería y terminaron justamente como se lo esperaban. Comiendo del pollo picante y Kaori devorándose el de ellos, mucho más suave y dulzón, y otro caramelizado.
—Al final, teníamos razón, no pudiste con el picante —lanzó KyungSoo.
—Al final, Kaori tenía razón, ¡Fufus iban a darme de su comida porque son muy generosos! —sonrió y sorbió la pajilla de su coca cola—. ¡Además que compraron bebida que quería!
—Sí, pero no te creas que vas a beber estas cosas siempre, sólo cuando hayan salidas o alguna fiesta.
—Ñañaña —se encogió de hombros en burla, provocando una carcajada en KyungSoo.
Pero para JongIn, eso no tenía ninguna gracia y le dirigió una mirada severa a él también.
—¡KyungSoo!
—Ah sí, ¡Kaori!
—¡Fufu JongIn, no eres divertido!
De repente, comenzaron a notar las miradas del resto de los comensales sobre ellos. Estaban haciendo mucho ruido, probablemente parecían una familia más de esas que no podían controlar a sus niños, y JongIn se avergonzó, porque si KyungSoo no colaboraba a que Kaori fuese más respetuosa, iban a tener grandes desacuerdos más adelante en su educación.
—Esa no es forma de hablarle a tus padres —le recordó JongIn—. Ni tampoco a los adultos.
—A no ser que un adulto también te esté faltando el respeto, entonces puedes mandarlo a la mierda igual.
—¡No, KyungSoo! Así no se solucionan las cosas.
—Pero tampoco vas a dejar que te traten mal, JongIn —reprochó—. No puedes simplemente agachar la cabeza sólo porque alguien mayor o con un puesto superior te mandonea.
—Ya lo sé, pero no vas a resolver nada rebajándote al nivel de otro y respondiendo de la misma manera.
—Por eso, Kaori, tienes que insultar con educación —indicó KyungSoo con calma—. Es decir, en breves y falsas palabras que no existen: “hacerte respetar”.
—Esto no va a llegar a ninguna parte —se rindió JongIn.
—Entonces, yo me encargo —solucionó con una sonrisa—. Verás Kaori, simplemente tienes que ser un poquito más inteligente y astuta que el resto, y eso no se logra ignorando a los idiotas, porque no es tan fácil, los idiotas no van a ignorarte, ni que tuviesen tanta capacidad para darse cuenta. Sólo debes darles el gusto de vez en cuando, finges que eres idiota como ellos, y entonces cuando menos lo esperan, ¡zas! Les partes un plato en la cabeza en plena cena.
—¡KyungSoo, no! —gritó horrorizado—. ¿Qué estás diciendo? ¿Qué clase de ejemplo es ese?
—¿Lo que hice en el orfanato?
—Eso es terrible —continuó pasmado y fulminó a Kaori con la mirada—. ¡Nunca, nunca, nunca jamás se te ocurra seguir ese ejemplo!
Kaori asintió frenéticamente en silencio y se tomó la bebida en un santiamén. KyungSoo también permaneció callado, como si acabase de ser él retado de igual manera. En retrospectiva, quizá sí se le había pasado la mano o mejor dicho la fuerza, pero Lee TaeMin no era un pan de Dios, ni tampoco se quedaba corto con sus bromas; más allá de que ambos competiesen por ver quién era el más popular del orfanato y les valiese luego unos escobazos de los superiores, haberlo dejado inconsciente y con tres puntos había valido completamente la pena.
—¡Voy al baño, en seguida vuelvo! —se levantó Kaori de un salto y apenas dar unos pasos, se giró con una mirada en advertencia—. Y más vale que no vayan a pedir postre sin mi.
JongIn resopló y asintió, haciéndole un gesto con la mano de que se vaya tranquila.
—Ve, ve a hacer tu pichi —susurró.
KyungSoo reía sorprendido ante sus palabras.
—¿Ve a hacer tu pichi?
—Bueno, no sé, me salió natural. En fin, no cambies de tema. Nunca dijiste que eras tan violento en el orfanato... —desvió la mirada y formó un puchero preocupado.
—Ay, es qui si mi salió natural.
—Tonto, no digas eso.
—¿Acaso me viste siendo violento alguna vez?
—No... Pero eso fue muy fuerte.
—Pues claro, las bromas pesadas que me hacía ese niño no eran precisamente livianas, JongIn. Me embarró su propia mierda en la cabeza mientras dormíamos.
—Por Dios, qué asco —frunció el ceño y le observó con complicidad—. ¿Estás seguro que le dolió el platazo?
—Creéme que sí —rio—. JongIn, son cosas del pasado... No es como si fuese a hacerle a algo así a un niño. Como mucho a alguien de mi edad, o al menos mayor de edad. Siempre y cuando se lo merezcan...
—Espero que nunca tengas que hacer nada parecido.
—Ah, no lo sé, los clientes me tientan demasiado.
—Ah, KyungSoo, ya deja el supermercado, termina la carrera de chef, entonces podrás hacer algo que te guste más... Quizá y si ahorramos suficiente, podemos iniciar una pequeña cafete-...
La conversación se vio interrumpida cuando el grito de una señora saliendo del baño, alarmó a todos en el restaurante.
—¡Aaaah, el papel higiénico está volando y el jabón me escupe!
Los clientes comenzaron a murmurar curiosos y otros a reír en silencio de la desgracia ajena. Algunos decían por lo bajo: «qué loca», pero cuando otra joven salió en gritos agudos y desesperados, alegando que había un fantasma dentro, JongIn y KyungSoo se pararon de inmediato.
—Yo pago, tú ve a buscar a Kaori —espetó KyungSoo.
JongIn corrió hacia el baño y con temor golpeó la puerta, no fuese a ser que otra mujer salía y lo golpeaba acusándolo de pervertido.
—¡Kaori! ¿¡Estás ahí!?
—¡Fufu JongIn, entra, mira esto! —oyó la voz alegre desde el otro lado.
Tragó un nudo con dificultad, la verdad que tenía miedo de ver lo que se encontraría una vez dentro, pero fuese lo que fuese, iba a tomar a Kaori y correr de ahí antes de que alguien les echase la culpa del desastre. Cuando abrió la puerta, sus ojos volaron de inmediato a los rollos de papel desarmados y dando vueltas por los aires, los dispenser de jabón no dejaban de, literalmente, escupir jabón con violencia hacia las canillas, y de los grifos, el agua salía descontrolada. La espuma comenzaba a borbotear de todos los lavabos, cayendo por los suelos, donde Kaori arrodillada, juntaba espuma en sus manos y la lanzaba con felicidad.
—¡Fiesta de espuma! —exclamó feliz y sopló un pompón.
Pero JongIn no se quitaba la cara de espanto, y el miedo lo invadió en cuanto comenzó a oír sonidos raros provenir de los cubículos del baño.
—¿¡Qué es ese ruido!? —preguntó con un nerviosismo que aumentó cuando alguien tocó la puerta desde afuera. JongIn se apresuró a sostenerla al oír la voz desconocida y el amague por entrar.
—¿Hola? ¿Está todo bien allí dentro?
—¡Sí! Mi- mi hija está descompuesta, no entre, ¡hay caca por todos lados!
—Oh, ¿quiere que llamemos un médico?
—¡No! ¡En seguida termina!
—¿Necesita papel?
—¡No, gracias, lárguese que mi hija se constipa si la apuran!
—De acuerdo...
Pegó la oreja a la puerta y esperó a que la persona se alejase, entonces avanzó con cuidado pero sin éxito, patinándose y cayendo de rodillas ante Kaori, quien seguía emocionada con la espuma que cada vez era más abundante.
—¿¡Desde cuándo hay tanto jabón en los baños!? —se quejó JongIn, y en ese mismo instante, el ruido regurgitador que tanto temía de los cubículos, estalló en una lluvia de agua hacia el techo.
—¡Ahora sí habrá caca por todas partes! —chilló Kaori y se levantó del susto.
—¡Es hora de irnos! —la agarró por la cintura cual costal, y se arrastró hacia la puerta que se abría ante sus ojos.
—¿Qué mierda es esto? —KyungSoo contempló deslumbrado la nevada escena.
—¡Será mierda si no nos vamos pronto!
KyungSoo bajó la mirada y halló a JongIn y Kaori emergiendo de sus disfraces de espuma, levantándose con dificultad. Luego oyó el ruido de un inodoro y se quedó estático ante el desastre que había allí dentro, casi maravillado.
—¿Kaori tú hiciste todo esto sola? —sonrió con malicia.
Pero cuando otra lluvia turbia se estrelló contra el techo, JongIn lo jaló del brazo con fuerza.
—¡No es momento para hacer esas preguntas!
Salieron corriendo como si fuesen un par de prófugos, atravesando el salón del restaurante como una ráfaga y bajo la mirada asombrada de toda la gente, pero sin nadie que los siguiese. Después de todo, habían pagado la cena. Sin embargo, estaban seguros que si no huían así de rápido, quedarían en bancarrota por tener que pagar los daños en ese baño.
Se alejaron bastante como para evitar ser avistado o seguidos por algún dueño del local, y acabaron en las bancas de un parque, esperando a que la espuma se esfumase un poco de sus ropas. Ir de paseo con Kaori era un gran desafío, y no estaban seguros de querer volver a repetirlo. Pero lo que querían y no querían, se convertía en una utopía, porque estando junto a una niña, no podían evitar la realidad de cada día.
Y mucho menos ese último pedido.
—¡Ahora tenemos que ir por postre!
—Ah, supongo que podemos comprar helado mientras esperamos un taxi —exhaló JongIn.
KyungSoo rio y cabeceó rendido al notar como JongIn le daba el gusto, entonces Kaori saltó con alegría de la banca alzando sus puños en el aire.
—¡Sí!
🌌
El jueves había sido un día largo, con la noche explosiva en el restaurante, todos habían terminado agotados en exceso. Pero tras un baño para librarse de la humedad, ya estaban listos para dormirse. Sin embargo, cuando JongIn y KyungSoo entraron a su habitación, Kaori estaba desparramada en medio del colchón, envuelta en la frazada, roncando y con los ojos abiertos, lo que una vez más, les dio un buen susto.
—Bueno, nos usurparon la cama, a la del abuelito otra vez —resopló KyungSoo cansado y se giró—. Tal vez deberíamos hacer esta nuestra habitación, ¿no?
—¿Y qué hay de mi papá, si viene algún día y se quiere quedar a dormir? —atisbó JongIn entrando tras él.
—Pues al sillón en la sala.
—Ey... —reclamó y luego se suavizó al sentarse en la cama, pensando en las posibilidades—. ¿Y si... Llega a venir con esa señora?
—Bueno... —se lanzó acomodándose del otro lado—. Le podemos dar un futón.
—Qué malo eres —rio.
—¿Quieres que saquen a Kaori de su habitación?
—No, pero tal vez nosotros deberíamos dormir en la sala...
—Ya lo veremos Kim JongIn... Ya lo veremos —espetó socarrón y los cubrió a ambos con la frazada—. No pensemos en cosas que todavía no suceden, mejor que se solucione cuando llegue el momento.
—Qué fácil lo dices...
—¿Te parece que no tengo motivos para pensarlo? Seis años estuve esperando por este momento, por empezar a recordar, aunque sean cosas mínimas, todo está lleno de significados; y no voy a ponerme a analizarlo ahora, mejor es sentirlo... —cerró los ojos unos segundos y respiró con profundidad—. No pienses demasiado las cosas antes de tiempo, deja que te atraviesen cuando sea necesario, a veces las respuestas, están en la espontaneidad de un instante.
—¿Ahora eres filósofo? —le miró JongIn con diversión.
—No, sólo quiero que te duermas.
—Pero me dejas pensando aún más —se cruzó de brazos, aún no se acostaba.
—Deja de pensar en tu padre en otra ciudad, cuando Kaori está en la otra habitación, y yo —se sentó y estiró hacia él para mirarle fijamente, suavizando su voz—. El supuesto ex Almien, está a tu lado, amándote con tus problemas de joven caprichoso...
—Ay, Kyung... —se acercó a su boca—. Suenas sexy.
—Sí, bueno, dejemos lo sexy para otro momento —se volteó y pegó la cara en su almohada—. Porque tú con tu drama le quitas lo travieso, y yo ya estoy muy cansado.
—Sí, yo también... —se acercó en un abrazo por su espalda y apoyándole la entrepierna.
—¡Duérmete de una maldita vez!
—¡Bésame, KyungSoo tonto! —chistó.
—Eso... —se giró bruscamente, JongIn estaba tan pegado que sus narices se rozaron—. Eso lo recuerdo...
—¿Qué recuerdas? —murmuró sin despegar la mirada.
—Lo del beso, siempre estaba... —dirigió sus ojos a los labios de JongIn—. Rogando por un beso...
—¿Recuerdas eso?
—Es raro, es decir... Era Almien, pero... Pero siento el deseo —susurró llevando su mano a la mejilla—. La adrenalina de querer besarte también.
—¿Y a qué estás esperando? —estiró sus labios y cerró los ojos.
—Estoy hablando en tiempo pasado, JongIn. Y de un recuerdo —confesó—. No estoy hablando de ahora.
—¿O sea que ya no quieres besarme?
—¿Por qué siempre tengo que ser yo el que te bese? —renegó y tomó la barbilla con posesividad—. Besa también a KyungSoo, JongIn tonto.
—No te voy a besar...
—¿Cómo que no me vas a besar? ¿¡Recién me estabas apoyando todo y ahora no me quieres besar!?
—Tu comportamiento me hace acordar a Almien, no hagas eso... —formó un puchero.
—Sólo lo estaba imitando a propósito... —titubeó apenado—. ¿Ahora eres tú quien se siente incómodo con la idea?
—Es que te salió demasiado bien. Y me asusta...
—Quizá es porque como siempre has dicho, hay una parte de eso en mi. Además cómo puede asustarte, ¿no es lo que siempre has deseado?
—No quiero que te transformes. Sólo quiero que seas tú...
—Bueno, entonces tendrás que aceptar lo que suceda a medida que vaya recuperando mis recuerdos —acarició sus mejillas—. No voy a dejar de ser yo...
—Lo sé...
—¿Y entonces a qué le temes ahora?
—No lo sé... Tampoco lo sé. Sólo sé, que quiero que esto siga siendo tan hermoso como hasta ahora —murmuró JongIn, mirándole con devoción—. Sólo sé que no quiero que cambies. Si tú recuerdas mejor que yo, ¿podrías llegar a recordar de dónde viene Almien? ¿Recordarías más allá? No quiero que te vayas a otro planeta.
KyungSoo empezó a reír ante la idea, ¿cómo iba a irse a otro planeta? Ni siquiera tenía naves espaciales o cohetes, no tenía conocimientos de astronomía, ni siquiera era capaz de irse a otra ciudad; no había nada en ninguna parte del mundo, donde quisiese estar más que en ese lugar tibio, en la cama junto a JongIn.
—¿Sí te das cuentas que estás diciendo una locura?
—No lo sé... Tal vez.
—JongIn, por favor.
—Ya viste qué fácil llegó Almien a la Tierra, ¿por qué iba a ser más difícil para nosotros?
—¿Porque tenemos un cuerpo humano?
—Pero puedes viajar en sueños... Eso dijo Almien, aunque nunca logré verlo en sueños. Sólo eras tú, aquí, en la Tierra, conmigo.
—Y lo seguirá siendo, ¿sí? —lo besó con cuidado y cariño—. Ahora vamos a dormir de una maldita vez.
JongIn bufó con una sonrisa de costado y pronto ambos cerraron los ojos. Aunque no le fascinaba la forma de hablar de KyungSoo, sabía que no podía arrancárselo de su ser, y quizá eso era lo que más le aseguraba que se trataba de un KyungSoo único e irrepetible. Aún si sabía que Almien de alguna forma habitaba en él, eran esas pequeñas cosas que destacaban en su personalidad, las que le molestaban muchas veces, las que lo convencían de dónde estaba la línea divisoria entre KyungSoo y Almien, entre su alma humana y su alma del espacio.
Si existían muchas realidades y muchas Tierras multiplicándose eternamente en el universo, entonces también debían haber múltiples planetas Almien, teniendo distintas realidades entre sí. Si todos los mundos estaban conectados en algún aspecto, entonces no quería saberlo, porque introducirse en múltiples realidades podría llevarle tantas sorpresas maravillosas como decepciones, y hasta ahora, JongIn estaba demasiado feliz con su actualidad. Mejor era, como KyungSoo decía, dejar de pensar en el futuro.
En los molestos: «qué hubiese sido si...».
🌌
El viernes por la mañana, KyungSoo despertó sintiendo nuevamente el pegote de brazos en su espalda. En cuanto se giró, se encontró con Kaori, todavía roncando y con sus ojos abiertos y durmientes, ¿por qué les invadía su habitación si acababa pasándose de cama? Refregó su cara contra la almohada, aún tenía sueño, pero tenía que levantarse y preparar algo de desayuno si no quería volver a tomar salsa de soja cafeinada.
Ese día, la semana terminaba para JongIn, pero no para KyungSoo, quien debía ir hasta el sábado. Últimamente, comenzaba a considerar como JongIn le había dicho, dedicarse a la cocina, pero eso se veía lejano cuando tenían a Kaori en casa, más si luego ella comenzaba la escuela. KyungSoo tendría que reducir su jornada y ganar menos dinero si quería terminar con el año que le faltaba en gastronomía. Sabía que valdría la pena, de sólo imaginarse haciendo otra cosa, suspiraba de alivio. Quizá quien tendría que hacer horas extra, sería JongIn.
Terminó de revolver los huevos en la sartén y los pasó a un par de platos, el aroma a café inundaba toda la cocina y cuando se giró a poner las cosas en la mesa, vio a Kaori vestida con una enorme remera blanca y estampada con la imagen de Alf, que YiXing le había regalado a JongIn en un cumpleaños. A KyungSoo le daba gracia la escena, una niña alien refregándose los ojos en la entrada, vestida con otro Alien, era como tener de sponsor una marca y usar su competencia.
Pese a que Kaori se veía físicamente humana, lejos estaba de parecerlo en la mente de KyungSoo, y mucho menos, luego del suceso en el baño del restaurante.
—Buen día, Fufu —murmuró.
—Hola marciana, siéntate, ¿qué vas a tomar?
—Café negro.
—Sí, cómo no.
—¡Ash, malo! —se quejó, avanzó y le dio unos puñetazos en la panza.
—Té o leche chocolatada —advirtió.
—Leche chocolatada —frunció un puchero y se abrazó a su pierna—. Y no soy marciana.
—Sí, cómo no... —repitió divertido, tratando de sacársela de encima—. Ya déjame que voy a preparar tu chocolate.
Kaori se soltó de mala gana y continuó mirándole a su lado con enfado y de brazos cruzados.
—¿Qué te pasa? ¿Te levantaste de mal humor? —le observó KyungSoo rápidamente.
—No, ¡no soy marciana! Marcianos son de Marte, yo soy Almien.
—¿En serio?
—Sí...
—Pero JongIn alguna vez te dijo así, y no te quejaste.
—¡Pero ayer amigo popó de Fufus, dijo marciana a Kaori, y no me gustó!
—¿Y por eso estás molesta? —continuó con la plática mientras sacaba leche de la heladera.
—Amigo popó es un mentiroso.
—¿Qué estás diciendo?
—Quiero chocolate súper caliente, así cuando tome no se congele en estómago.
—¿Eh?
—Almien enfría cosas muy rápido, si tomo algo caliente llegará tibio a panza y no dolerá.
—¿Eso sigue siendo así? —vertió la leche y el cacao en una taza, y lo metió en el microondas.
KyungSoo recordaba, vagamente, las características que JongIn le había mencionado sobre Almien. Y lo de vagamente, era porque muchas veces había hecho oídos sordos cuando JongIn le mencionaba algo que le venía a la mente sobre el tema. Para KyungSoo, sólo eran comentarios sin importancia, no se los tragaba porque simplemente, le parecían ridículos; y aunque cada tanto se lo decía, sabía que si su bichito de la maldad se iba demasiado de lengua, podría herirlo. Pero tarde o temprano, sucedía.
Y con Kaori en la casa, más de lo usual.
—Sí, algunas cosas no cambian en Almien, pero ahora es por dentro, piel de Kaori ya no es tan fría como pasó con Fufu KyungSoo. ¡Almien regula mejor temperatura!
—Ya veo... —murmuró con desdén y le acribilló con la mirada—. Pero aún no terminas de decirme porqué crees que SeHun es un mentiroso.
—Pues es obvio, está ocultando verdad a Fufus —comenzó a mover sus brazos con inquietud—. No es honesto, y eso hará futuro más difícil. ¡Tiene que ayudar también!
—¿De qué hablas?
—¡Ah, Almien no puede decir! ¡No puede interferir! —se tapó la boca con ambas manos.
El timbre del microondas los hizo saltar del susto. KyungSoo estaba más aturdido por lo que acababa de oír de Kaori, que por el timbre en sí, sacó la taza y la dejó en la mesa. Se sirvió su café y luego se sentó junto a ella, sin salir de su ensimismamiento. ¿Interferir? ¿Interferir en qué? ¿Por qué aquella conversación le resultaba tan familiar? Sabía que SeHun le había dicho algo parecido hace mucho tiempo, pero no recordaba el contexto, sólo que se trataba sobre YiXing, y eso no tenía ningún sentido ni conexión con Kaori, pero de repente, el extremo misterio inundó su cabeza.
Apenas estaba asimilando los pequeños recuerdos de esos días, y ahora aparecían nuevas piezas para unir.
—Kaori —alzó la mirada con fijeza—. ¿Conoces a SeHun? Y no hablo de ayer, me refiero a mucho antes.
—No.
—¿Segura? ¿Nunca lo viste en ningún lugar en especial?
—Kaori está súper segura. Nunca vio a popó espacial.
—¿Y por qué le dices así?
—Porque eso es —espetó con soez y su rostro se frunció en seriedad.
KyungSoo se sorprendió del cambio de humor repentino y decidió no hacer más preguntas. En esos momentos, parecía que estaba tratando con una ancianita molesta e implacable, de esas que clamaban tener la razón en el mercado, y en cierto modo, le repelía. No por el carácter, sino porque aún era difícil concebir esa fuerte personalidad en una niña tan pequeña.
Evidentemente, había algo oculto que Kaori no quería decir, así que no le quedaba más que hablar con SeHun y destejer esa confusa maraña de misterios. En esas instancias, imaginar la posibilidad de que otros aliens estuviesen rodeándolos, lo inquietaba bastante. Y ya no se trataba solamente por lo loco que sonaba, ni porque no lo creyese. Su cabeza ya había dado bastantes vuelcos en esa semana, como para arriesgarse a poner en duda algo más.
Eran los miedos repentinos de JongIn a perderlo todo, y la idea de que había una misión por delante, lo que convertía el panorama en algo desolador. Todo su mundo comenzaba a nublarse nuevamente, cuando apenas estaba saliendo el Sol. No quería oír más historias de Almien, no quería saber más nada sobre extraterrestres; sólo quería recuperar su memoria y ser feliz junto a JongIn, y en efecto, con Kaori también.
Quería una familia terrícola, así sin tantas vueltas por la galaxia, ni sueños en la vía láctea. No quería viajar en estrellas fugaces, sólo quería pedirles deseos y poder hacerlos materia.
Eso era lo único que le daba seguridad.
🌌
No sé quién es la nena, seguramente alguna peque actriz, pero fue muy tierno para el fic cuando la vi 🧚🏻♀️🌟
Linda semanaaa <3 muchas gracias por leer, creo que este y el anterior son los capítulos más felices 😂🧚🏻♀️💖
Nos vemos prontito, ya falta poquito ;-; ❤️
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