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1. Adaptación 👽

Llévame a casa al caer la noche
No puedo estar solo con todo lo que hay en mi mente
Así que di que te quedarás conmigo esta noche
Porque hay mucha maldad
Dando vueltas afuera.

Walk me home, P!nk





🌌





Algunas veces, Do KyungSoo no entendía ni una palabra de lo que JongIn le decía. Ni sus metáforas, ni sus historias, ni sus chistes, ni su alegría, ni el inmenso amor que le había demostrado desde el primer y peculiar encuentro...

Justamente creía que era por eso, que se había enamorado tan precipitadamente; como un flechazo, como la cosa más tonta e inaudita hasta ese entonces en su vida. KyungSoo tampoco comprendía cómo siquiera él mismo podía amarle repentinamente tanto. Más de una vez se había excusado con el hecho de que JongIn, era el primer ser humano que le demostraba afecto de un modo tan sincero, y él sólo se estaba aferrando a esa dulce y protectora sensación.

Sin embargo, habían días en que su maravillación iba un poco más allá. No podía explicarlo con palabras, o al menos no con las que conocía, se trataba sencillamente de una sensación de plenitud. No le pertenecía a JongIn, ni JongIn tampoco a él. Pero se sabían incompletos sin el otro. Eran una unidad, se movían cada uno a su ritmo, pero encajaban tan parejo, como si fuesen exactamente su otra mitad. Y eso se reflejaba en sus cuerpos al abrazarse, en sus labios al besarse, y en la sutil y silenciosa compañía; una que los hacía vibrar tan alto como el cielo se los permitía.

Tal vez los traumas del pasado ya despejado, eran una buena explicación; tal vez la sensación de vacío que lo inundó durante esos años y últimos quince días donde no supo dónde estaba su cuerpo, eran lo necesario para comprender algo tan simple y natural como el amor, el más sagrado y dichoso que jamás se hubiese permitido o imaginado. Pero lo tenía. Lo tenía justo a su lado durante cada día después de regresar en sí, y pese a burlarse de lo mucho que JongIn se preocupaba por él, en el fondo estaba tan agradecido que la única forma que había encontrado para hacérselo saber tras la segunda semana de estar en su casa, fue atrayéndolo en un abrazo, fuerte y largo, duradero como pocos, pero cargado en cosas que eran muy profundas para tan escaso tiempo.

Supuso que JongIn debía estar igual de pasmado que él al recibir tan prematuro afecto, pero no le importó, de repente ver que JongIn tenía que partir ese mediodía a su turno de trabajo, le impregnó de angustia. Quizá se debía a que habían transcurrido exactamente quince días desde que éste le acogió, quizá sería que cierta parte de su consciencia se iluminó al pensar en que JongIn ya lo tenía hace casi un mes en su casa; pero pese a que él sólo recordaba la mitad, la otra parte aún parecía un cuento de hadas, un sueño demasiado increíble para ser cierto.

—No soy bueno con las palabras, y no recuerdo en lo absoluto lo que ha pasado en este último mes. No te recuerdo a ti, ni tampoco entiendo porqué eres tan bueno conmigo, pero gracias por dejarme estar aquí... —susurró y se separó del abrazo para dejarlo ir.

JongIn sonrió y asintió, la tranquilidad y comodidad parecía inundarlo más que nunca, y aunque KyungSoo no podía deducir el porqué, también se sentía así. JongIn le transmitía la calma que creía robada durante tanto tiempo, le daba confianza y se despedía como cada día, con un ademán de su mano, sin exigir contacto; pero aquel día ligeramente diferente, con una sonrisa tímida que denotaba la emoción por sus palabras.

—Este será tu lugar tanto tiempo como lo desees. Nunca podría echarte.

Quince días de silencios, de escuchar la historia de un alma alienígena tomando su cuerpo, no era algo agradable, ni siquiera remotamente imaginable. De sólo pensarlo, se sentía extrañamente ultrajado pero no en un mal sentido, y eso era lo que más le molestaba. No podía sentirse enojado, porque ver a JongIn le daba paz, y cada cosa que le decía sonaba tan convincente, que creía estar cayendo en las patrañas de un verdadero desquiciado; sobre todo cuando se esforzaba es contradecir todas sus explicaciones pero JongIn no le ponía resistencia ni le insistía con sus verdades.

JongIn simplemente le dejaba creer lo que quisiese, lo que le hiciese mejor, pero eso lo estresaba aún más y no sabía cómo solucionarlo. Sólo se enojaba más y más consigo mismo.

—Hoy que ya me siento mejor, te voy a robar todo lo que tienes en tu casa, así que cuando despiertes, estarás en pelotas. Me llevaré hasta la ropa que traes puesta.

—De acuerdo, como quieras. Después de todo, Almien también solía dejarme así, ¿sabes toda la comida que consumía? ¡Me estaba llevando a la quiebra! No será muy diferente contigo.

—Hablo en serio —reforzaba con una mirada insistente.

—Yo también —sonreía JongIn.

Y claro que para cuando llegaba la madrugada y JongIn dormía tan plácidamente, la idea de robarle al verlo tan frágil e inocente se perdía en sus sueños.

Cada noche permanecía despierto hasta que éste cayera dormido, pero cuando comenzaba a guardar un par de cosas en una mochila, se detenía en la habitación de JongIn y le observaba dormir. O más bien roncar. ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué JongIn se preocupaba por él? ¿Por qué le daba una cama, comida y comprensión? ¿Por qué lo cuidaba? ¿Por qué hacía todas esas cosas que nunca había hecho nadie y que sólo se remitían a películas? Cada porqué, lo retrasaba más y más minutos, lo detenían en la sala de estar, donde se quedaba pensativo en el sillón, cuestionándose todos los porqué y a dónde iría, o mejor dicho, ¿dónde más podría encontrar esa sensación de hogar?

Entonces se dormía y la mochila cargada en baratijas quedaba colgando de su brazo, el cual JongIn luego en la mañana le quitaba cuidadosamente, dejando todo en su lugar, incluso su propio cuerpo, que despertaba descansado cada mañana en una cómoda cama, rodeado de aroma a vainilla, y de un paisaje cálido. La habitación del padre de JongIn era sencilla, pero una ventana, un ropero y una cómoda, eran mucho más que lo que había tenido nunca en el orfanato.

Quince días se habían pasado demasiado rápido y parecía que ni todo ese tiempo, ni el resto de la vida le alcanzaría para comprender algo al respecto de todo lo que JongIn había vivido. ¿Acaso habría escapado de un manicomio? O acaso simplemente, era otro joven como él mismo, perdido en la inmensidad y esperando sentirse comprendido, deseando que estar en casa, fuese más que un estado físico.

Oír cada día un pedacito más de la historia de ese tal Almien, era el cuento más hermoso que había escuchado jamás, y la voz de JongIn endulzaba siempre un poco más sus oídos; su sonrisa iluminaba una parte que aún no reconocía en sí mismo, y aunque era ridículo, con el paso de esos cortos días, ponía a latir un poco más rápido su corazón hasta hacerle sentir calidez.

Estar allí, era sentirse parte de una verdadera familia, y después de seis años, no quería abandonar ese lugar por ningún otro en el mundo.

Ningún Almien volvería a adueñarse de su ser...

Ni de su universo junto a JongIn.





🌌








Qué nervios después de varios meses sin publicar algo largo <3 la verdad que la posibilidad de una segunda parte de Almien, es una especie de presentimiento que siempre tuve pero nunca le di lugar siquiera a imaginarla, era una especie de deseo, pero nunca pensé en ninguna idea; y creo que ciertas cosas que han sucedido en los últimos meses, me hicieron saltar la idea de un instante a otro, algo así como una revelación 🌌

A quienes le dieron amor a la primera parte, les estoy súper agradecida, y contenta de haberles logrado transmitir algo con esto, y a quienes lean también esta parte, espero que sepan que son una gran estrella viajando por el universo, y esta historia así como la situación actual de nuestro planeta, son sólo una parada transitoria para reflexionar y luego continuar el viaje en la medida y tiempo que cada uno sea capaz ♥️

Les amo mucho 🌙

Viva el kaisoo! 🐧👽🐻

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