9. Compañía 👽
Oh, Dios ten piedad, te lo ruego, por favor
Me siento agotado, necesito amor
Tú me recargas como electricidad
Haces saltar mi corazón con tu amor
Hay una energía
Cuando me abrazas
Cuando me tocas
Es tan poderoso
Puedo sentirlo
Cuando me sostienes en tus brazos
Quema como fuego
Electricidad
Cuando estamos cerca siento las chispas
Me llevan lejos hacia el infinito.
Powerful, Mayor Lazer ft. Ellie Goulding
🌌
La cena había sido tranquila, comieron sobras y JongIn se fue a dormir pronto ya que debía levantarse temprano para ir a trabajar al día siguiente. Dejó la puerta entreabierta, y pese a que llegaba el ruido de la televisión encendida, no le molestaba. Aunque quisiese fingir de a ratos que sí, la presencia de KyungSoo no le estaba molestando en lo absoluto, simplemente no podía sentirlo como tal.
De a ratos, imaginaba que era como estar domesticando a un perrito, pero tan pronto como lo imaginaba, se deshacía del pensamiento, porque KyungSoo no era una mascota. De hecho, era un extraterrestre y ni siquiera sabía cómo debería ser tratado uno. Pero al menos recordarle a Almien a cada minuto de que estaba en un cuerpo humano, cuando hacía algo inusual o peligroso, parecía ser el modo correcto.
Quizá era patético de su parte estar disfrutando de la compañía de un alien, pero de momento era la única que tenía tantos días seguidos en casi más de un año. Su padre apenas regresaba dos noches cada uno o dos meses, y luego se iba a emprender nuevos viajes.
Y su madre también, cada dos o tres meses, se le aparecía en sueños, como la noche anterior. ¿Por qué justo tenía que reaparecer cuando estaba KyungSoo durmiendo a su lado? Sabía que el «no te vayas, te quiero» que éste había oído, eran para ella.
Deseaba poder haberle dicho algo bonito hace años, el día en que él se fue a sus clases sin despedida alguna. Se le ocurría de a ratos cuando la recordaba, en todas las cosas que podría haberle expresado y nunca había hecho, en contarle cuánto la quería y cuán agradecido estaba. Pero tan pronto como se le ocurría y la veía con el semblante apagado, sabía que sus palabras no significarían nada para ella. No la curarían de ese profundo sueño que no quería interrumpir.
Su madre permanecía toda la noche despierta y mirando por la ventana de la sala, como si esperase a que su padre regresara de un minuto a otro cuando sabían que eso no sucedería; quedaba agotada durante el resto del día y no se levantaba más que para ir al baño, o apenas comer algo de lo que él dejaba cocinado.
A veces creía que le estaba ignorando. Pero otras veces su madre se levantaba enérgica, limpiaba toda la casa, cocinaba y hablaba con él un rato como si nada realmente le pasase; y él creía entonces, igual que ella, que todo estaba igual de bien que siempre.
Que esos estados malos, eran pasajeros.
Sin embargo, pocas cosas eran pasajeras y por lo general, creía que esas mismas eran poco importantes. Pero comprendió la realidad, el día en que regresó y ella estaba tan fría, desmayada a los pies del sillón.
¿KyungSoo podría no ser pasajero también? Esperaba que no; ojalá pudiese irse pronto a donde pertenecía, ojalá no tuviese nada importante; ojalá fuese como las molestas nubes pintando en gris el cielo celeste y despejado.
Ojalá fuese la experiencia pasajera más efímera y vacía de su vida.
Porque con el despertar de cada mañana, podía estar un poco más seguro de que probablemente no tardaría en llegar ese día. Estaba seguro que KyungSoo, podría ser sólo un cuerpo, pero su alma y corazón no estaban para nada vacíos.
Comprobaba para empezar, aquella mañana, que lo único que estaba intacto, era el espacio de al lado en la cama. KyungSoo no estaba amaneciendo junto a él, y JongIn sentía que faltaba algo. Como un vaso a medio llenar. No estaba vacío, pero tampoco estaba completo. Necesitaban un poco más de tiempo.
Su encuentro no podía ser realmente así de efímero.
Era muy rápido para acostumbrarse, pero si todos los días había despertado con el cuerpo helado a su lado, ¿por qué esa mañana no lo haría también? Él seguía tibio por la sábana y manta con la que se había tapado en la noche, al preveer que posiblemente volvería a despertar con compañía. Pero no era así.
Se levantó curioso y no mentía al creerse un poco loco, de que quizá todo hubiese sido un ya no mal sueño, sino uno tan fantasioso de esos en los que uno quería vivir para siempre. Tanto silencio en la casa, le resultaba lejano. Esos días la televisión había permanecido encendida sin descanso y su celular aún con la batería al cien por ciento, reproducía música cada vez que él se lo dejaba en manos al extraterrestre.
Su casa estaba constantemente en sonidos que creaban una atmósfera cálida, pero no eran sonidos molestos. Sino ruidos arrulladores de la compañía habitual, y que ahora no percibía a medida que avanzaba por el pasillo. KyungSoo tampoco estaba en la sala tirado en el sillón y absorbiendo todas las imágenes de la tele. Pero supo dónde más podría estar, y confirmó que nada era ningún sueño, cuando lo encontró en la cocina, hirviendo agua y tostando panes.
—¿Estás haciendo el desayuno?
—Sí. Almien aprendió desayuno —asintió con una sonrisa al girarse—. JongIn puede dormir más.
—No voy a dormir más, ya me desperté —entró acercándose a la mesa donde KyungSoo dejaba la mermelada y una cucharas.
—Bueno —se encogió de hombros sin darle más importancia—. Almien hace desayuno, y quiere ir a trabajo de JongIn.
—Ah, con que de eso se trata. Te portas bien sólo para obtener algo a cambio —farfulló al sentarse.
—¡Quiero ver trabajo! —pidió en voz alta, estirándose para sacar tazas de la alacena.
—No, no puedes y no es nada emocionante... —miró entretenido como elongaba sus brazos entre quejidos.
—Ah, ¡porqué JongIn deja tazas tan altas!
—Te divertirás más aquí alcanzando tazas —resolvió con rapidez y se levantó para ayudarle, interponiéndose en su lugar y tomando una para cada uno—. No están altas, sólo elegiste un cuerpo enano —le palmeó la cabeza.
—Almien se aburre —espetó mirándole fijamente—. Quiere hacer otra cosa.
—Lee un libro —recomendó al volver hacia la mesa.
—¿Libro? ¿Qué libro? No hay libro en casa de JongIn. Busqué en habitación de padres y solo encontré libros de humanas desnudas.
—Ah, papá se quedó en la prehistoria. Esos no son libros, son revistas.
—¿Por qué papá de JongIn tiene revistas de mujeres desnudas?
—Para cosas privadas de humanos —respondió cortante—. Ya apaga el fuego y sirve el té.
—¿Cosas privadas?
—Sí, cosas que no son las que viniste a aprender.
—¡Almien quiere aprender todo!
—Pues no se puede todo en la vida humana, así que tienes que elegir tu... ¿dodó mi niní? —murmuró en duda—. O las revistas.
—Revistas.
—Qué gracioso. Aprendes rápido las bromas entre humanos, eh —comentó con sarcasmo y notó que KyungSoo giraba la perilla de la hornalla y tomaba la pava entre sus dos manos.
—¡Te vas a que...
No alcanzó a acabar su frase de susto, porque KyungSoo ya había reposado con rapidez la pava sobre la mesa.
—No te quemaste.
—No. Pero JongIn sirve agua en su taza porque sino Almien enfriará en pocos segundos —aseveró y en una ida y vuelta, sacó algunos panes de la tostadora y los llevó a la mesa.
—Ah... Es cierto —recordó el episodio con el cuenco de ramen—. Pero entonces ¿siempre tomarás tu té frío? —le observó consternado.
—También beben té así en televisión —respondió conforme, sentándose finalmente a desayunar junto a él.
—Sí, es verdad... Bueno, al menos estamos llegando al verano.
—Sí. No importa. Regresa a hablar de cosa importante —retomó en tono demandante—. Si JongIn no da amor, entonces compra revistas.
—¿Qué? Claro que no. La gente de mi edad... Ya no compra revistas.
—¿Por qué?
—Porque internet tiene mejo... ¡No vamos a hablar de porno a tan tempranas horas!
—¿Qué es porno?
—¡Nada! Te traeré un libro real en la noche, si quieres puedes leer mis apuntes de econom... —se detuvo olfateando el fuerte aroma y saltó de su asiento—. ¡Las tostadas! ¡Se están quemando!
—Quemadas para Almien. Más oscuras, más ricas. Para JongIn tostadas normales —señaló las que ya estaban en la mesa.
—Estás loco, son súper amargas, ¿cómo te pueden gustar así?
—JongIn es amargo.
—No soy amargo... —respondió, apagando la tostadora y sacando los pedazos de carbón que KyungSoo deseaba—. Eso es un sabor y tú no me has probado... Ni deberías hacerlo con ningún humano, eso sería canibalismo.
—Sí, probé lágrimas amargas.
La afirmación le hizo sentir que había algo oculto en aquello, se sentó nuevamente y le entregó el pan quemado, observándole con intriga.
—¿En serio lo hiciste?
—Sí.
—¿Y cómo lo hiciste?
—Con lengua.
—¿¡Qué!? ¡Eso es asqueroso, estaba dormido!
—¡Pero JongIn estaba llorando!
—¡Agh, no vuelvas a tocarme mientras duermo!
—Mientras estás despierto.
—¡Tampoco!
—Lágrimas de JongIn eran amargas, pero luego ya no lloró, y durmió en paz. Lengua de KyungSoo, sintió sabor salado. Almien sintió en alma amargo. Pero Almien gusta sabor amargo, es adictivo como dulce para humano.
—No me gustan los dulces —mintió, y al notar que estaba por untar mermelada en su tostada, soltó la cuchara y se la comió así como estaba de mala gana.
—¿Y qué gusta a JongIn?
—El orden y la responsabilidad. Y que cada cosa esté en su lugar... —farfulló incómodo al responder con la boca llena.
—JongIn también es asqueroso —frunció el ceño mirándole atentamente como masticaba.
—¡Pues no mires! Me gusta que cada cosa esté en su lugar, no como cierto Almien fuera de órbita y que no sabe cuidarse a sí mismo.
—¿JongIn no gusta Almien?
—No —tosió al sentir el escozor de algunas migajas raspando su garganta.
—Pero Almien gusta de JongIn, y se quedará hasta que guste a JongIn también.
Al oírlo sólo empeoró su atragantamiento, aquello era hilarante para sus oídos, para su imaginación y para su cabeza que no quería pensar más de la cuenta en lo que KyungSoo estuviese queriendo decirle.
—Esa es una trampa —bebió sorbos de su té hasta que se recompuso—. Cualquier cosa que diga para defenderme me perjudicará. No me gustas, y no te diré lo contrario para que te vayas —alzó la mirada con decisión—. Ni tampoco me gustarás. Pronto te cansarás y te irás. Como todos lo hacen.
—Harás infeliz a Almien, y Almien morirá cuando llegue a planeta.
—Ese no es mi problema.
—Almien tiene misión, y humano debe ayudarle, si JongIn no puede. Entonces moriré...
—Debiste pensarlo mejor antes de venir a la Tierra, nadie se enamora sólo porque se lo pidas. Si es tu misión, tú debes cumplirla. Tú deberías enamorar a alguien, no esperar a que alguien te de amor a cambio de paz. Si amas, amas sin condiciones. Sin esperar nada a cambio, ni siquiera amor.
—Pero amor así es infeliz.
—Aquí en la Tierra, así es el amor —se levantó de su asiento para dejar su taza vacía en la bacha—. No por amar a alguien serás siempre correspondido.
—Eso es triste.
—Es amor. A veces feliz, a veces triste. Del triste aprenderás y te harás más fuerte, del feliz también aprenderás, pero no te darás cuenta hasta que se acabe.
—¿Por qué amor tiene que acabar? —se levantó KyungSoo tras de él y se frenó delante a interrogarle.
—Bueno... No siempre, pero muchas veces pasa. Hasta donde he visto, pocos amores duran toda la vida.
—Almien quiere amor toda la vida —declaró con firmeza.
—Eres ridículo. Quieres enamorarte de alguien para toda la vida pero eres consciente de que te irás... ¿No piensas en la tristeza que dejarás?
—¿A quién? Si JongIn no gusta de Almien... —murmuró con desdén—. Además, despedida larga duele menos. Almien tiene adiós largo, sanarán pronto —acabó con una leve sonrisa.
—Ah, me voy a trabajar, tanta charla contigo me distrae, y lo peor de todo es que nunca llegamos a una conclusión —se hizo a un lado para avanzar hasta la sala—. ¿Qué quieres cenar?
—Sushi.
—Eso es muy caro.
—Pero JongIn trabaja.
—Piri JingIn tribiji —se burló retirándose y rodando los ojos, exasperado ante las resoluciones tan simples.
Bueno, quizá podía pasar por algún lugar y comprar unas cuantas piezas para ambos. Después de todo, él no comía sushi hacía tiempo.
Después de todo, qué había de malo en darle el gusto a KyungSoo, de quien no sabía tampoco, cuánto tiempo más se quedaría por su casa.
🌌
En el supermercado aprovechó para comprar con su descuento de empleado un par de refrescos y más frutas, porque probablemente para cuando llegase, KyungSoo se habría comido unas cuantas nuevamente, y la canasta de la mesa estaría vacía otra vez.
Recordando también la charla vergonzosa de las revistas que su padre tenía en el cuarto, y que no entendía cómo el extraterrestre las habría encontrado, porque debían estar bien ocultas entre cajas viejas de los armarios; decidió desviarse en el pasillo de libros, donde vendían varios a bajos precios.
Tal vez era porque ese libro era un clásico que no podía tener más versiones sólo porque no había más tinta en el mundo para imprimir tantos ejemplares, pero «El Principito», le pareció una buena idea para KyungSoo.
Lo cierto es que no recordaba con precisión de qué trataba esa historia, porque ya la había leído hacía muchos años; pero lo que definitivamente no olvidaba, eran las reflexiones, la naturalidad con la que se hablaban de cosas tan triviales con tanta sensatez y sabiduría, o por cómo parecían los dos saltar de planeta en planeta igual que el Principito, con la naturalidad que saltaban los niños jugando en la calle o la de los pétalos de un árbol cayendo en plena primavera.
Pero así lo quiso y sintió, más allá de que fuese una oferta y estuviese perdido entre cientos de otros libros pequeños y sin portadas atractivas, le iba a llevar aquel ejemplar a KyungSoo.
El cual acabó siendo absolutamente una mala idea cuando a su llegada, se lo mostró.
KyungSoo devoraba a una velocidad espantosa una manzana delante del televisor, y apenas le había dirigido una mirada de soslayo al libro entre sus manos, como si con un solo parpadeo hubiese leído la historia completa.
—No quiero leer historia de otro Almien —respondió desinteresado y regresando su mirada hacia a la pantalla.
JongIn parado, se había quedado de piedra a un costado del sillón, mirando con detenimiento la portada como si se hubiese confundido de libro, sin poder creer lo que acababa de oír.
—¿Qué estás diciendo? ¡Este es un clásico de la literatura!
—Sí, y un Almien ayudó a escritor.
—Tienes que estar bromeando.
—Todos conocen historia de Almienul, también famoso en mi planeta.
—Bien, no leas nada. Al menos me esforcé —se giró para retirarse.
—Compra libro de historia de amor —entonó con notoria persuasión.
—¡Cómpratelo tú! —se volteó a verle con indignación.
—Bueno, JongIn da plata a Almien —estiró un brazo y extendió la palma, sin dejar de mirar la televisión.
—Já, qué chistoso. Sabes, para cuando KyungSoo regrese a su cuerpo, estará ciego.
—¿Ciego?
—No podrá ver. No dejas de mirar la tele en todo el día, ¿por qué te gusta tanto? Ya no hay nada interesante, en estos días todo está en internet.
—¿Entonces para qué tienes tele?
—¡Ahg, porque sí! —exclamó hastiado—. Me voy a preparar la comida.
—¿JongIn trajo sushi?
—Se.
—¡Sí! —KyungSoo sonrió contento y se levantó de un salto del sillón, dejándole nuevamente helado y cual estatua, al sentir el brusco abrazo—. ¡Almien feliz otra vez!
Y para su sorpresa, no estaba congelado por la frialdad de su piel, o bueno quizá sí. Pero eso era lo último en lo que podía pensar cuando su corazón acelerado ante el afecto, se desestabilizaba por completo; haciendo que el calor de su piel, por primera vez gane por encima del frío alienígena.
Lo despegó con una descuidada fuerza por los hombros, mirándole pasmado. KyungSoo seguía contemplándole sonriente, ¿por qué sonreía tanto? No estaba haciendo nada realmente importante para ponerle tan feliz.
—¿Por qué me abrazas?
—En película personas se quieren y se abrazan. Quiero a JongIn porque me trajo comida que pedí.
—Tonto... —susurró al soltarlo, pero al alejarse, acabó su frase antes de ingresar a la cocina—. Así pareces más animal que humano, pero más humano que extraterrestre.
—¿Por qué? —cuestionó curioso y estático desde su lugar.
—Por ponerte feliz con comida.
—No, comida no pone feliz a Almien. Porque JongIn compra comida, pone más feliz a Almien.
—Suena igual para mí —se encogió de hombros, girándose.
—¡No es igual! —exclamó deteniéndolo por la muñeca, y espantándolo por la velocidad con la que lo había alcanzado.
—¡Deja de usar el cuerpo de KyungSoo como si fuese una máquina!
—No es igual. Porque a JongIn... —formó un gesto decaído, notando que las minúsculas estrellas de sus ojos dejaban de titilar—. Le preocupa KyungSoo.
No. No era la gente la que se alejaba de él. No era el resto del mundo el que lo dejaba solo. Era él mismo quien los espantaba con su brusquedad. La misma que Almien tenía también y no soportaba. Observar delante de sus ojos, la clase de persona molesta que podría estar siendo él con el resto de las personas, sólo era un propio reflejo. No era Almien quien le fastidiaba. Él era quien exasperaba a Almien.
—Sí. Y tú eres el único KyungSoo que conozco —declaró deslizando su mano de la ajena, sin estar seguro ni siquiera él mismo de a qué se refería.
Y probablemente Almien tampoco le había comprendido, porque a diferencia de como hacía siempre en esos días, continuando con sus cuestiones, esa vez se había quedado callado.
JongIn entró a la cocina, para preparar lo poco que tenía que realmente preparar para la cena. KyungSoo se fue a seguir mirando tele, apenas ojeando el libro por encima, y él ojeando de a ratos, precisamente a KyungSoo.
Se sentía un torpe curioso, pero no podía mentirse, también estaba confundido; y mientras la comida había dado lugar en la cocina, ambos sentados tan cerca, siguieron en silencio; uno que poco a poco, le incomodaba más, pero del cual KyungSoo no parecía ser consciente.
JongIn no podía dejar de mirarle. KyungSoo comía deleitándose como si fuese la primera vez que probaba bocado en su vida; siempre conservaba su mirada inocente y dulce, pero también oscura, perdida en las piezas de sushi. ¿A quién pertenecía la oscuridad? El destello magnético lejano de pureza. ¿A Almien o a KyungSoo? ¿De quién provenía la sensación de deseo?
JongIn sólo se preguntaba realmente por quién estaba sintiéndose verdaderamente inquieto.
Por el cuerpo de KyungSoo y lo que sería de ese desconocido luego.
Por Almien y su misión probablemente fallida, y que no tendría nunca lugar en la Tierra si seguía permaneciendo a su lado.
O si por él mismo.
Por estar irremediablemente cautivado, por alguien tan distinto.
Por alguien que ni siquiera estaba entero.
Por un par de mitades que separadas, no tenían nada para darle.
Porque separados, él, Almien y KyungSoo, sólo eran partículas de polvo estelar, flotando perdidos en el mismo planeta.
🌌
🌹😚 Muchas gracias por leer, que comiencen una bella semana <3 ❤
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