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7. Felicidad 👽

Emoción superior
Obsesionado con el desorden y el sentimiento de devoción
Eso es lo que quiero pero sé que no lo necesito
Eso es lo que quiero y me hace débil
Relaciones superiores
Es una prueba a mi fe, esa sublime sensación
Es lo que quiero pero no lo necesito
Eso es lo que quiero.

Superior Emotion, AlunaGeorge



🌌





Nueva mañana, nuevo día, nuevo y glorioso sábado de descanso. JongIn abrió los ojos y supo que aún eran menos de las once por los pajarillos cantando en el árbol cercano a su ventana. Aunque realmente quería dormir más, no podía por el frío rozando sus piernas y haciéndole estremecer.

Ya sabía perfectamente el porqué de esa sensación, y no le estaba agradando en lo absoluto que otra vez KyungSoo estuviese en su cama, por lo que comenzó a patearlo para enviarlo cada vez más al borde.

—Quí- ta- te —pronunció entredientes.

—Almien no gusta que JongIn eche de su cama... —murmuró KyungSoo en un gesto lastimero.

—Pues si no te gusta no vengas más.

—Pero aroma de JongIn es agradable.

—Pero tu cuerpo es frío como hielo, y eso, no es agradable.

—¡Quiero desayuno! —se destapó bruscamente y JongIn se sentó de un salto al ver que éste estaba desnudo de la cintura para abajo.

—¿¡Qué rayos haces así en mi cama!?

—Pantalón y calzoncillo mojado. Dije ayer, pero JongIn no escuchó.

Bueno, era mentira, sí que lo había escuchado, pero estaba demasiado harto como para seguir atendiéndolo. Se levantó de la cama y rebuscó en su armario nuevos pantalones y ropa interior en la cómoda, entonces se la lanzó con brusquedad sobre sus partes íntimas.

—Si vuelves a mojar mis pantalones con tu pis alienígena, no tendrás más comida —advirtió con severidad, y eso pareció ser más efectivo que cualquier amenaza a echarlo de la casa, porque KyungSoo le miró verdaderamente aterrado y asintiendo con lentitud.

—¡Perdón por mojar ropa!

—Si tanto estuviste revisando mis cosas, hubieses también buscado otras prendas.

—No quería despertar a JongIn. Alma estaba en paz. Brillaba como estrellas.

—Claro, claro... —desdeñó retirándose para hacer algo de desayunar.

Pensando en lo que KyungSoo le había dicho, ¿sería por eso que estaba tan descansado? ¿Realmente su alma había dormido en paz durante esa noche?

🌌

La pava con agua estaba hirviendo, y los panes saltaron de la tostadora en el segundo en que KyungSoo atravesaba el arco de la cocina. Entonces lo recordó, no había soñado con lo que creía, algo así como aliens abduciéndolo; sino que había soñado algo borroso y ya sin forma, con su madre, con sus recuerdos.

KyungSoo apenas esbozó una cálida sonrisa, preguntándose si éste sería consciente de las presencias de otras almas que ya no tenían cuerpo, que quizá estaban vagando por el mundo; ¿podría ver espíritus?

—¿JongIn preocupado? —torció la cabeza en un gesto curioso.

No, lejos estaba de eso. Intrigado, esa era la palabra correcta; su cabeza no podía más de la intriga que le producía todo el ser de KyungSoo, su cuerpo, su alma, y el hecho de que fuese un alien. No sabía por donde comenzar a hacer preguntas, y no sabía qué tantas respuestas concretas obtendría; siempre eran largas, reflexivas, pero no por ello menos lógicas.

—No, no estoy preocupado. O bueno, quizá sólo un poco... —se volteó a sacar las tostadas y ponerlas en un plato.

KyungSoo se sentó a la cabeza como si se hubiese adueñado de ese lugar en la mesa, y no tardó en seguir haciéndole también más preguntas.

—¿Qué preocupa?

—¿De dónde salió el cuerpo de KyungSoo? —soltó sin pensarlo demasiado, y reposando las tazas de té delante de ambos.

—Todavía no recuerdo. Memoria de KyungSoo es... —se detuvo contemplándole directo a los ojos, haciéndole sentir desnudo por una escasez de segundos—. Triste como mirada de JongIn.

Y ante aquello, no pudo evitar desviar la mirada hacia un lado, ¿en verdad aquél extraterrestre veía su alma o tan evidente era lo que había dentro de su corazón que se lo mostraba a un simple extraño que apenas conocía hacía tres días?

—¿Por qué crees que estoy triste? —se acomodó también a su lado en la esquina.

—Porque JongIn no sonríe. No es feliz.

—No necesitas sonreír para ser feliz.

—Entonces no necesita llorar para estar triste.

—No... —susurró al darse cuenta que él mismo le había dado la respuesta con aquella lógica—. Así que, ¿por qué me ves triste?

—Porque Almien no siente feliz a JongIn. Quiero ver a JongIn sonreír feliz.

—Pues eso no es algo que vayas a tener tan fácilmente.

—¿JongIn es feliz siendo triste?

—¡Claro que no!

—Entonces sólo sé feliz.

—¿Qué hay de ti? ¿Por qué siempre acabamos hablando de mi?

—Almien reacciona, emociones primitivas de memoria humana. KyungSoo era triste. Pero Almien es feliz.

—Ya lo veo... Bastante feliz quedándote aquí y comiéndote mi comida.

—Pero Almien siente a KyungSoo triste. JongIn hace mucho más feliz a Almien, hace feliz corazón de KyungSoo también.

—¿Por qué te hago feliz?

—Porque JongIn enseña. Y Almien es feliz aprendiendo.

—Sólo eres un charlatán. No sabes lo que dices... —dió unos sorbos a su té y antes de dar bocado a una tostada, KyungSoo volvió a hablar.

—Sabiduría es felicidad.

—Ah, ¿sí? —cuestionó con sarcasmo—. Y si tanto estás aprendiendo, y tanto te hace feliz, ¿por qué no estás riéndote a carcajadas?

—Oh, es cierto. ¡JongIn tiene razón! ¡Almien aprendió y es feliz! —exclamó estirando las comisuras de sus labios—. ¡Oh, sonrisa! —se señaló y luego se quedó quieto un instante pensativo—. ¡Almien sonrió porque aprendió, ahora Almien tiene razón, y JongIn estúpido!

—Ah, bien, pasamos de felicidad y sonrisas a presumir, perfecto —se levantó molesto ante aquella inocente burla con la que no dejó de lado su obstinación; le robó rápidamente las tostadas que aún KyungSoo no se comía y se las metió de prepo en la boca.

—¡Mi comida! —exclamó viéndole tragar con prisa, JongIn aprovechó también y le levantó la taza de té para vaciarla en la pileta—. ¡No!

—Así dejarás de hacerte el listo —espetó retirándose y oyendo los quejidos de KyungSoo desde la mesa.

—Ojos quieren hacer pipí...

—Se llaman lágrimas, y es llanto, ¡eso es estar triste!

—JongIn malo —hipó al dejar caer las lágrimas.

—Sí, súper malo, ¡y si no te gusta te puedes ir de la casa ya mismo!

—¡Almien no se irá!

—Qué pena, entonces serás un Almien triste como KyungSoo y yo.

—Almien tiene naturaleza feliz. Felicidad es un estado eterno. JongIn sólo hace enojar a Almien, pero Almien hará también feliz a JongIn, y JongIn hará amor a Almien, ¡entonces Almien será súper feliz y cumplirá misión!

—¿Qué?

—Dodó mi niní —susurró pausadamente y llevándose la mano cerca del corazón.

—Lo lamento —cabeceó en negación desde la entrada—. Tendrás que buscar esas cosas en alguien más. Porque aquí, en esta casa, y mucho menos conmigo, no lo encontrarás.

—¡JongIn mira película de amor con Almien! —exclamó saltando de su asiento y corriendo hasta él.

—Ni loco.

Su «ni loco» podría haber sido equivalente a en media hora, cuando después de que se diese un baño, encontrase a KyungSoo mirando realmente una película en la televisión.

—Qué curioso, la señal es buena para ver los canales que tú quieres y no los que yo deseo ver —comentó arrojándose a un sillón.

—Sí, muy curioso. JongIn tengo hambre —respondió automáticamente y sin dejar de ver la pantalla.

—Pues ve y cocínate —espetó contemplándole con detenimiento, ese Almien de a ratos parecía un niño consentido aprovechándose a más no poder de él y de toda su casa.

—¿¡Cocinar a KyungSoo!?

—¡No! Quiero decir que te hagas tu propia comida.

—No sé cocinar.

—Pues aprende.

—JongIn enseña.

—Ya deberías saber cómo hacerte un pan tostado, y también ramen.

—Almien quiere fruta.

—No hay más, te las comiste todas y no son baratas si te las vas a comer todas juntas de vuelta.

—JongIn trabaja y tiene dinero —continuaba aseverando con ligeros asentimientos de su cabeza.

—Claro, voy a gastar mi pobre sueldo en frutas para un extraterrestre —respondió apartando la mirada y girando su rostro hacia la televisión.

—¡Sí!

—¡No! —exclamó volviéndose otra vez hacia éste.

—Oh... —murmuró agachando la mirada—. ¿JongIn hoy no trabaja?

—No. Tengo el fin de semana libre.

—¿Libre? —alzó la vista curioso—  ¿En libertad?

—Hum, sí, así es... —prosiguió intentando no darle mucha importancia, tratando de verdaderamente ya no prestarle más atención y de concentrarse en esa película a la que ni siquiera KyungSoo estaba prestándole atención.

—Humano esclavo.

Pero sin embargo, cada vez que éste abría la boca, soltaba más cosas interesantes, que de falsas no tenían nada. Demostrándole que era cierto, Almien no mentía.

—La verdad que sí... Eso es triste, y lamentablemente, a diferencia de tu eterna felicidad, mi esclavitud es un estado de por vida.

—Humano debería ser feliz como Almien.

—Suena a que tienen una vida muy fácil.

—No fácil. Feliz.

—No fácil... Feliz... —se repitió en un murmullo.

Después de una hora y media, y con ese viejo y clásico dramático romance de «Ghost, la sombra del amor» dado por finalizado, KyungSoo le observó detenidamente y acabó entregándole el control remoto.

—Ahora JongIn elige película.

Apenas eran la una de la tarde, pero la realidad era que no tenía más que hacer de ese día, y probablemente de estar solo habría acabado haciendo lo mismo: mirando películas en la soledad de la sala o de su habitación. Pero la agradable diferencia, aunque fuese para su poca costumbre y anormalidad, ahora se debía a un precioso jovencito sentado a pocos centímetros; lo de precioso iba para el rostro del verdadero KyungSoo.

Para el dueño de los ojos mirándole, y de los labios hablándole. Se cuestionó por un instante, si la voz de KyungSoo sería exactamente a como hablaba el Almien, y esperaba que sí lo fuese, porque realmente era una voz grave pero no por ello menos suave. Era la mezcla perfecta entre el cielo y la tierra, donde lo angelical se fusionaba con lo humano.

Aún si Almien estaba lejos de ser un ángel, la honestidad e inocencia con que actuaba, no lo alejaban demasiado, y también acababan resultando encantadores. Preciosos como el rostro del desconocido humano, de KyungSoo. Almien realmente había encontrado el cuerpo ideal donde encajar su alma.

—Vamos a mirar una de terror, donde haya muertes y mucha sangre —resolvió rápidamente, apoderándose del control.

—¡Sí!

Y por el rostro asombrado de KyungSoo durante las siguientes dos horas, supo que éste nada se imaginaba de lo que era una película de «Alien Vs. Depredador». JongIn estaba entre que ocultaba sus risas por el terror ajeno, y entre que se arrepentía por hacerle ver aquello. Pero, supuso que si en verdad era un extraterrestre, tenía que ponerlo a ver tales cosas, o al menos la concepción más amarga y violenta que tenían de éstos en el resto del mundo.

—¿Así humanos ven a Almien?

—Más o menos, luego otro día te mostraré la versión suave. La que más se asemeja a la real que eres tú.

—¿A Almien?

—Sí, E.T, esa sí que es una película vieja. Pero vaya que no estaba tan equivocada, sí resulta que vienes en son de paz.

—Amor. Almien quiere amor.

—Pues, paz es amor, y amor es paz.

—No, paz es paz. Amor es amor.

—No puedes vivir en paz sin algo de amor, ni sentir verdadero amor sin sentir un poco de paz.

—Almien viven en paz y no sienten amor. Humanos aman y viven en guerra. Mundos necesitan paz y amor. Siempre falta algo. Almien da paz a JongIn, y JongIn da amor a Almien.

—Eso no es posible. Yo no puedo darte amor sólo porque tú vienes en son de paz.

—¿Entonces Almien debe hacer guerra?

—¡No! Ni lo pienses.

—Entonces JongIn tiene que dar amor.

—De acuerdo. No vienes en son de paz, de hecho has estado molestando desde que llegaste —se levantó del sillón—. Mejor me voy a comprar para la cena o te alimentarás de agua y aire.

—Sí, vete. Así Almien planea como molestar más a JongIn —declaró con firmeza.

—¿Por qué harías eso?

—Mejor Almien no trae paz. Molesta, hace guerra, y JongIn dará amor. ¡Más molesto, más amor!

—Bueno, definitivamente tu lógica ahora no me está convenciendo mucho —enunció marchando rumbo a su habitación para tomar su billetera.

Cada vez que KyungSoo hablaba, soltaba realidades que lejos estaban de transmitirle paz. Lejos estaban de hacerle dudar, y hasta le asustaba pensar en cuánto verdaderamente se estaba dejando convencer por el extraño.

Cada vez que KyungSoo hablaba sobre amor, le hacía darse cuenta de que sí, vaya que él era un hombre algo “triste”, nunca habiéndose enamorado profundamente de nadie; pero deseándolo en el fondo fervientemente, el poder sentir también algún día la sensación de volverse loco por otra persona.

Deseaba dejar de cerrarse a ese mundo tan alienígena como el mismo Alien. Del cual quería saber tanto, y al mismo tiempo nada.

Porque como sucedía con todo lo que uno se encariñaba, para JongIn tarde o temprano, siempre se acabaría.

🌌

En su paso por la tienda del barrio, compró unas piezas de pollo, esa noche lo cocinaría frito y con salsa picante; y si a KyungSoo no le gustaba, pues entonces tendría sus benditas frutas, las que había acabado comprando tras sentirse culpable por haberle robado las tostadas y tirado su té en la mañana.

Las palabras resonaban en su cabeza, «más molesto, más amor». Parecía ridículo, pero quizá también tenía en cierto punto algo de razón. KyungSoo, vivía en paz en su propio planeta y no conocía tal sentimiento, pero él vivía en un mundo donde guerras sucedían constantemente. Igual que el amor.

Tal vez paz y amor en la Tierra, sólo eran ilusiones para apaciguar la ira de las guerras; tal vez usaban paz como sinónimo de amor y amor análogamente como excusa de la pasión desatada en cada guerra. Sin llegar nunca, a la verdadera paz.

Y quizá únicamente podría sentir verdadero amor, alguien que vivía en un mundo tan pacífico; alguien como Almien, quien quería aprender sobre algo que él no podía darle o enseñarle. No podía ofrecerle ese sentimiento que creía tan puro a un ser tan pacífico. El amor era todo lo contrario. En la tierra el amor era violento, sacudía al mundo, y provocaba guerras por la pasión con que se sentía. La gente creía que esa era la única forma de obtener algo de paz interior.

El Almien no debería estar aprendiendo del amor humano; si tal sentimiento no existía en su planeta, quizá así era como debía ser. O tal vez deberían sentirlo de otra forma, y enseñarles a los humanos lo que realmente era.

Parecía mentira que gracias a éste estuviese pensando en tales cosas, pero lo cierto era que no sabía que forma ni qué cosas, tendría o crearía el amor, porque nunca lo había sentido tan intensamente como solía verlo.

Intentar demostrarle algo a un extraterrestre, algo de lo que jamás había experimentado, era como enseñarle a cocinar ramen casero cuando tampoco lo había hecho antes. Absurdo. La única ventaja que tenía, era que al menos así nadie podría decirle que lo estaba haciendo mal, porque ni siquiera él o KyungSoo lo sabían.

Lo que el alien aprendiese, sería tan insignificante para el resto del mundo, pero tendría un único significado para ellos mismos; y eso de momento, parecía ser todo lo que importaba.

Si le enseñaba a Almien que el amor era otra cosa menos lo que en verdad era y lo hacía feliz, ¿quién podría hacerle saber que estaba errado? Podría demostrarle una amistad, y decirle que eso era amor. Porque de hecho, tampoco era una completa mentira. Así Almien, ese condenado pero inocente extraterrestre, quizá volvería satisfecho a su planeta.

—¡Te traje fruta, barril sin fondo! —exclamó al cerrar la puerta, entonces oyó el gimoteo—. ¿KyungSoo? —avanzó hasta la cocina y notó la figaza de pan bañada en sangre sobre la mesa, y a éste soltando algunas lágrimas, con un cuchillo en mano y tajos en sus palmas—. ¿¡Qué te pasó!? —dejó caer las bolsas en el suelo y se aproximó a tomarlo por las muñecas.

—Me corté, cortando pan... Otra vez. Dolió pero está sanando —le miró con los ojos brillosos—. No quiero usar más cuchillos. Cuchillos son malos. Dan tristeza.

JongIn impresionado observó cómo el corte se cicatrizaba con velocidad, su piel enrojecida se regeneraba y el corte se cerraba hasta dejar de sangrar por completo; hasta que las líneas naturales de la palma le quedaron intactas.

—Ya curé, JongIn no tiembla más —murmuró retirándole el agarre, y alzando la mano para mostrarle.

Entonces notó ante el comentario, que su propio cuerpo seguía conmocionado al haberlo visto tan herido nuevamente.

—No toques nada que no sepas usar mientras yo no esté —susurró mirándole directo a los ojos.

—Entonces JongIn enseña a usar todas cosas de casa, y KyungSoo no lastimará más —pidió en un murmullo, y encerrando ahora las manos en las suyas—. Piel de JongIn está fría, ¿por qué?

—Porque me estás tocando.

—No. JongIn está frío, siempre es más caliente.

—Será porque me asustaste —se alejó para volver a tomar las bolsas y guardar los víveres.

—No quería asustar.

—Lo sé, no importa.

Quizá sí importaba, pero no era algo tan relevante como para preocuparse. No era algo para tener en cuenta, la idea de que le aterraba horriblemente el recordar el estado en que lo había encontrado, e imaginar que podría volver a encontrarlo así, si tan sólo lo dejaba unos minutos a solas.

O lo que sería si lo seguía dejando días enteros y apenas lo veía otra vez por la noche.

Ese era el mayor peligro, y del cual no quería pensar más, porque no era él el responsable de ese joven, como si se tratase de un hijo o un hermano menor. Era el cuerpo de un desconocido, con un alma alienígena adentro, y que él mismo había metido en su propia casa. Claro, el peligro no era KyungSoo, el peligro era él mismo que permitía que esté se siguiese quedando.

Pero por primera vez, esa compañía aún si era un riesgo que correr, aún sí era él quien conscientemente lo tomaba, lo quería.

En lo absoluto le importaba cuán peligroso fuese. Porque tenerlo allí, parecía ser mejor que dejarlo en cualquier otra parte. Tenerlo con él, le hacía sentir extrañamente protegido.

Él cuidaba del cuerpo de un humano que no sabía siquiera si estaba vivo, y Almien lo cuidaba a él, de no dejarse abandonar por la vida, en la miseria de su actual soledad.

—Almien —llamó su atención mientras ponía a freír las piezas de pollo, éste se había quedado mirando videos de música con su teléfono, haciéndole compañía en la cocina. Pero parecía que estaba tan compenetrado con aquella distracción, que no le había oído—. ¡KyungSoo!

—¡Ah, qué! —se giró asustado.

—Ya ni me oyes, estás peor que los mismos humanos.

—Videos de música son interesantes, parecen películas cortas.

—Sí, lo son a veces, en fin —cambió de tema para preguntar la curiosidad que se había metido en su cabeza desde hacía minutos—. ¿Almien no tiene sangre?

—No.

—¿Y qué tienen?

—Nada.

—¿Nada?

—Almien es sustancia que no existe en planeta Tierra. Cuando Almien llega a planeta Almien, toma forma.

—¿Y cómo te metiste en el cuerpo de KyungSoo, dónde se supone que estás tú? Porque sigues sangrando, y sintiendo como un humano común, pero esa manera de curarte... no es para nada humana.

—Hum... sustancia de alma, está en todo cuerpo de KyungSoo. Como capa de piel unida. Pero invisible en Tierra. Como alma de humano, Almien también está vibrando en corazón y cerebro. Almien y KyungSoo conectados.

—Eso suena muy complejo.

—Cuerpo humano es complejo, Almien sólo sustancia. Humano tiene huesos, sangre, músculos, órganos, venas. Humano asqueroso por dentro, pero lindo por fuera.

—Ser una sustancia no suena tan agradable tampoco, me imagino un moco gigante moviéndose alrededor del cuerpo de KyungSoo, muchos mocos moviéndose en tu planeta —movió las manos en el aire.

—Moco verde, cada Almien tiene color diferente.

—¿Y de qué color eres?

—No existe ese color en Tierra. Ojos de KyungSoo no dejan ver mi color verdadero. Sólo de almas humanas.

—Bueno, al menos ves nuestras almas, y tú eres sólo una sustancia, que al mismo tiempo es tu cuerpo y alma, entonces, te ves por completo en tu planeta. Nosotros sólo vemos nuestro cuerpo... Escasos humanos dicen poder ver el alma, en realidad el aura que emana de ellas. Pero no sabemos si es cierto o no.

—Es cierto. JongIn tiene aura rosa.

—¿Y KyungSoo?

—También es rosa. Pero cuando tomé cuerpo de KyungSoo, era muy roja... violenta y poco blanco. JongIn tiene mucho blanco, y poco rojo. Necesita más alegría, está rosa como nubes después de lluvia.

—Como flores de cerezo...

—Sí. Igual que aroma. JongIn cree que siente paz de cerezo, pero se siente solo como rosa marchita. Almien puede dar verdadera paz. Pero JongIn tiene que dar verdadero amor.

Continuó cocinando con tranquilidad tras oírle, no quería pensar en sí mismo demasiado. ¿Cómo se suponía que si él era una rosa marchita le daría algo tan bonito a alguien más? Nadie quería rosas marchitas. Nadie a excepción de ese Almien que parecía traerle una alérgica primavera tardía.

Resultaba más interesante, preocuparse por KyungSoo, y todo lo que Almien tendría por contarle en el futuro, que quedarse con sus pensamientos grises y azules, que le recordaban a los días lluviosos y muertes inesperadas.

Cualquier cosa en su vida era mejor a esas alturas a tentar a su presente soledad, con más pensamientos depresivos.

—Almien da alegría y paz. JongIn sólo da amor.

La afirmación acompañada de una sonrisa a su lado, le hicieron soltar con descuido, las piezas de pollo al aceite hirviendo, salpicándole moderadamente.

—Almien me da sustos, y molesta mientras cocino. Así que no le daré comida.

—¡No! ¡Voy a mirar tele, JongIn cocina mucho!

Y ante aquello último, KyungSoo salió corriendo despavorido hacia la sala, haciéndole reír por lo bajo, porque nada parecía aterrar más a éste que quedarse sin comer.

Dándose cuenta que inconscientemente, y sin haberlo intentado, sí; Almien le daba sorpresivas alegrías.

🌌











Feliz primavera! 🌸 Otros andarán en otoño, y otros en verano todo el año, pero bueno acá empezó, así que los deseos lindos para todos porque además es el día internacional de la paz! 😽❤️☮️ wow, justo que este cap trató un poco de eso, acabo de darme cuenta mientras escribo la nota 😂🌌

Besitos y gracias por leer 💘

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