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4. Origen 👽

Lancemos un hechizo
En una noche tranquila
Miré hacia el cielo
Y ví una estrella fugaz cayendo
Hay un dicho que dice que si ves a una y pides un deseo en tu corazón
Se volverá realidad como en las películas
Si tan sólo pudiese hacer un tiro perfecto una vez en mi vida
¿Qué tan eléctrico se sentiría eso?
Lancemos un hechizo
Yabala bahiya moha yima moha yirula.

Dunk Shot, NCT Dream




🌌





El día transcurrió con la tranquilidad que no había tenido ni en la mañana o durante la noche anterior; una tranquilidad demasiado abrumadora porque sus horas en el trabajo y la universidad, se habían pasado más lento de lo que nunca hubiese querido.

Pero sabía sin dudarlo, que aquella sensación era causada por la ansiedad ante la precisa idea de que alguien estuviese aún en su casa para cuando él regresase. Quería llegar rápido, pero el mundo ese día parecía ir retrasado; perdía el bus, tenía que trabajar una hora extra y el profesor para colmo, llegaba tarde también, extendiendo su clase media hora más.

Afortunadamente esa noche ya caminaba relajado tras el largo día; a pesar de que el único bus pasaba cinco cuadras lejos de su casa, disfrutaba de ir solo en el silencio de los suburbios; era como pasearse por una ciudad ya dormida, donde él era el único despierto, y la calle, esa pequeña porción del mundo, le pertenecía por escasos minutos.

Quizá cualquiera iría demasiado preocupado de que se apareciese un inesperado ladrón, pero JongIn acostumbrado hacía años, lo que menos hacía era ponerse a pensar en la verdadera posibilidad de que algo malo le sucediese.

O de que como la noche anterior, encontrase un cuerpo inconsciente.

Seguía siendo un misterio el cómo podría haber acabado KyungSoo en ese estado, y en la misma vereda donde él vivía; allí dónde nunca ocurría nada más interesante que los vecinos de al lado quejándose y discutiendo con otros vecinos por la caca que dejaban los perros en sus jardines.

Pasar por el árbol de vuelta, le traía la reminiscencia de la noche pasada, y aunque no quería creer en que ese joven pudiese estar en su casa, lo que menos podía creer en ese preciso momento, era que el cerezo estuviese nuevamente florecido por completo, como si estuviesen en plena e intensa primavera.

Eso no era normal. No era la magia de la naturaleza.

Cuando abrió la puerta de su casa y observó a KyungSoo sentado en su sillón, mirando tan compenetrado la televisión como si fuese el último invento del siglo XXI, supo que nada era casualidad.

Ni el árbol pelado en la mañana, ni florecido por la noche, ni encontrarlo y tenerlo ahora allí, también devolviéndole la mirada.

—¡JongIn volvió! —exclamó, parecía que se lo decía a alguien más, pero sólo estaban ellos dos allí. KyungSoo se levantó de su lugar y caminó hasta él—. Tiempo pasa muy lento, creí que día no acababa.

—Increíble, sigues aquí.

—Tengo que aprender —aseveró y señaló hacia la bolsa que cargaba—. ¿Eso... comida?

—Eh, sí —alzó la misma—. Traje ramen del supermercado donde trabajo...

—¿Ramen? ¡Quiero ramen! —estiró las manos bruscamente hacia él.

—¡Ah, no, no! —alejó la bolsa de su alcance, alzándola encima de su cabeza y aprovechándose de la diferencia de altura—. ¡Entonces tienes que hablar!

—Almien está hablando.

—Tienes qué decirme la verdad. ¿Quién o qué eres y de dónde sacaste un cuerpo?

—Primero, dame comida —espetó señalando hacia arriba.

—Vaya que aprendes rápido —alzó una ceja y descendió el brazo con lentitud—. Iré a cocinar.

KyungSoo asintió con una sonrisa en afirmación y se giró para regresar al sillón nuevamente; JongIn no podía asimilar el hecho de que éste viese con tanta devoción la televisión, y tras dar por finalizada la pequeña conversación, se largó a la cocina. En realidad no había mucho arte culinario en lo que iba a preparar, sólo puso a calentar agua en una cacerola mientras corroboraba mensajes en su celular.

La señal de wifi era mala, y se cruzó por su mente la idea de si KyungSoo estaría involucrado en ello, nuevamente se debatía entre lo tonto que sonaba, pero también en lo razonable que podría realmente ser.

Al acabar repartió en dos cuencos, sacó cuatro palillos, y una cuchara y tenedor en caso de que el intruso no supiese tampoco cómo usarlos, entonces depositó todo en un bandeja y se dirigió a la sala, sentándose en un sillón al costado para dejar todo en el centro de la mesita.

—Aquí tienes tu comida, ahora habla.

KyungSoo desvió la mirada atenta hacia los cuencos, su nariz se frunció mientras olfateaba como un perrito refinado que no comía cualquier marca de alimento balanceado, lo cual le hizo gracia pero también le sorprendió cuando éste se atrevió a hablar.

—No es lindo como tele muestra.

—¿Qué?

—Ramen de tele —señaló hacia la pantalla.

—¿Estuviste viendo progamas de cocina todo el día?

—Sí —se encogió de hombros sin mucha importancia—. Pero igual ramen de JongIn está feo.

—Ni siquiera lo probaste. Y claro que este ramen no es igual, no es casero ni con ingredientes frescos... Excepto por el agua, pero eso no importa, ¿por qué sólo miraste como abuelita programas de cocina todo el día?

—Otros programas borrosos, y ruido así shugr- shugr- shugr, como lluvia.

—No puede ser, si pagué todos los meses —agarró el control cerca de la bandeja para verificar lo que decía.

—Antenas molestan a Almien, hacen doler cabeza de KyungSoo.

Aún no podía creérselo del todo, pero al cambiar un canal tras otro, notaba que pocos se veían bien, y que el resto tenían interferencia tanto de imagen como de sonido; captaban señales de radio, y otros parecían voces de gente hablando por teléfono.

—Por eso el wifi también está funcionando mal... —susurró volviendo la mirada atónita hacia él—. ¡Es tu culpa!

—Sí, ahora ¡comida! —se precipitó a tomar un cuenco y abalanzarlo abruptamente hacia su boca.

—¡No! —JongIn se levantó de un salto queriendo detenerlo pero ya era muy tarde, el caldo y los fideos se habían desparramado encima de KyungSoo y también por el sillón y alfombrado. Sin embargo, eso no era lo que más le preocupaba—. ¿No te quemaste?

—Manos frías —alzó las mismas mostrándole ambas palmas—. Comida enfrió rápido.

Entonces recordó cuando en la mañana la mano también se reposó en su pecho y sintió como helaba tan pronto todo su cuerpo. Ya no habían muchas dudas para creer lo inevitable. Tenía que aceptarlo. KyungSoo no era humano. O mejor dicho, lo que habitaba dentro de su cuerpo humano, no lo era.

—Iré a buscarte otra ropa, tú ve al lavadero y busca trapos, limpia este desastre. ¡Ni siquiera dejaste que te muestre como se come! ¿Cómo quieres aprender si haces todo solo? —le reprendió, como si estuviese ante un niño, pero sin intenciones de hacerlo sentir mal.

De hecho, le preocupaba en cierto modo, porque si ese Almien no cuidaba el cuerpo de KyungSoo, entonces lo lastimaría. Y ahí sí que él podría cargar con la culpa, porque el cuerpo ya estaba impregnado de huellas propias y su casa del cuerpo de éste. Tenía que cuidarlo, hasta que ese Almien, desapareciese en algún momento.

Si es que desaparecía. ¿Cuánto tiempo se quedaría en su casa? ¿Cuánto tiempo se suponía que se quedaban los extraterrestres en la tierra?

A su regreso, el sillón y suelo ya estaban limpios y libres de fideos, sólo húmedos pero sin atisbos de manchas u olor al agua condimentada. ¿Cómo hacía las cosas tan velozmente justamente cuando él no estaba presente? ¿No era que el cuerpo humano lo volvía lento? JongIn atónito, dejó caer la ropa en el suelo cuando vio a KyungSoo regresando por la cocina, absolutamente desnudo.

—¿Qué... haces así?

—Puse ropa en lavarropas.

—¿¡No podías esperar a que te diese las prendas!?

—¡Ropa mojada, molesta! —replicó en defensa.

JongIn contuvo sus palabras, no podía seguir discutiendo con aquel ser, no valía la pena, porque simplemente, no obtendría más que respuestas razonables, provocadas por accidentes y acciones evidentes. 

Se agachó a tomar las prendas y respiró con profundidad, buscando una paz que obviamente no tendría en tanto KyungSoo siguiese allí. Pero en cuanto se iba a reincorporar, frenó quedándose flexionado y desviando su vista hacia debajo de la mesada, donde el lavavajillas estaba haciendo ruidos.

—¿Tú lo encendiste? —alzó una ceja con escepticismo al levantarse.

—¡Sí!

—Pero si sólo usamos dos cuencos.

—Se está lavando ropa.

—¿¡Estás lavando ropa en el lavavajillas!?

—¿Yabalabajilla? —abrió los ojos asombrado.

—¿Qué?

Yabalabajilla mojaima mojairura. ¡JongIn conoce canción de bebé Almien!

—¡No! No es eso lo que dije. Por favor, ya deja de cambiar de tema —suplicó aproximándose.

—Canción linda, duerme bebés, sueñan con amor...

—Lavavajilla, no es una canción de cuna ni de amor, ni tampoco para lavar ropa. Es un electrodoméstico para lavar platos, vasos, cubiertos. ¿Entendido? —le entregó la ropa—. Deja todo en orden cuando se detenga.

—Sí —asintió repetidamente.

—Vístete —le miró fijamente alejándose otra vez—. Y deja de desnudarte. Es muy importante que aprendas eso.

—¿Por qué?

—Porque los humanos no conviven desnudos, no somos animales... O bueno a veces sí... —se quedó pensando de más por unos segundos—. Aunque algunas personas también visten a sus mascotas, pero ese no es el punto, ¿por qué me haces marear también? Si sales desnudo a la calle pueden arrestarte y adivina qué.

—¿Qué?

—Te vas a la cárcel y ahí sí que nunca más volverás a tu casa.

—¡No!

—Entonces vístete.

—Pero esta es casa de JongIn. No calle. ¿Por qué no? ¿JongIn no gusta desnudez? —murmuró aproximándose un paso, haciéndole incomodar por la tranquilidad con la que lo hacía.

—Los humanos hacen otras cosas cuando están desnudos.

—¿Qué?

—Se bañan —respondió con rapidez y retrocediendo otro paso, pero KyungSoo volvía a avanzar.

—¿En qué?

—Pues en agua.

—Entonces Almien bañó en ramen.

—No, no, ahí te ensuciaste. Por eso tienes que bañarte, ¡ve a bañarte antes de vestirte u olerás a condimentos!

—Pero ramen tiene agua.

—¡Ah, rayos, no puedo! —exclamó hastiado y dirigiéndose al arco de la cocina, alzó su brazo en dirección al pasillo—. ¡Ve a bañarte!

—¿En baño puedo desnudar? —preguntó curioso y avanzando con la ropa firmemente sujetada a su pecho.

—Sí. Sólo allí.

—¿Con JongIn en baño puedo desnudar?

—¿Qué? ¡Claro que no!

—Pero es baño.

—KyungSoo, los humanos se desnudan juntos para otra cosa.

—¿Para qué? No quiero calor. JongIn desnudo también, ¡por favor! —frunció el ceño.

—No, no se puede. Los humanos se desnudan entre sí cuando tienen sexo. Listo, ¿entendido? Ya no lo repetiré.

—¿Qué sexo?

—Cualquiera. ¡Ve a bañarte o llamaré a la policía, sucio! —lo agarró por los hombros empujándolo para que se largue al baño.

Llamar a la policía si KyungSoo seguía desnudo era algo que en efecto nunca podría hacer, porque la realidad era que no importaba si estaba muy flaco, su trasero igual se veía bonito cual nalgas de algodón; lo que más le preocupaba, era lo que podría causar en su entrepierna si el escenario se mantenía por mucho más tiempo.

Sacudió su cabeza, distrayendo los pensamientos, porque KyungSoo aún era un joven indefenso y estaba depositando ciegamente su confianza en un extraño, y él sólo estaba ayudándole. Esa noche sólo estaba más consciente que nunca, de que Almien era real.

No sabía nada del mundo, ni de los humanos. Sólo deducía con rapidez y hacía conclusiones lógicas, utilizaba las cosas de la casa con naturalidad, y aún si erraba, no significaba que su razonamiento era equivocado. El timbre del lavavajillas, le hizo saber que allí dentro estaba su ropa esperándole, y sin pensarlo, se dirigió a sacar la misma.

Tenía que admitirlo, no había funcionado tan mal después de todo, tal vez le faltaba en el programa escurrir, pero el principal cometido había sido logrado, mojado y enjabonado.

Al menos ahora tendría buen aroma a limón.

Y seguro que de haber sido la vajilla en el lavarropas, no habría tenido la misma suerte.

JongIn estaba curioso por seguir sabiendo más de lo que KyungSoo tuviese por decir respecto de dónde provenía, pero después de quince minutos, esperándole para cenar, el estómago le crujía al mirar ese aburrido programa donde preparaban comida en precisamente quince minutos; lo cual era imposible porque veía que ya tenían todos los ingredientes a mano para mezclar, y nadie tenía las cosas nunca así de predispuestas.

Ya hasta estaba por comenzar una sección de postres, cuando se percató de que era demasiado tiempo para un baño, sobre todo para KyungSoo quien ¿sabría siquiera cómo bañarse?

De repente fue más la preocupación que la curiosidad, por lo que se levantó para ir hasta la puerta y preguntar desde fuera si todo estaba bien, pero al no obtener respuesta, el miedo de encontrarlo desmayado otra vez se apoderó de él y decidió entrar sigilosamente. Una ola de vapor salió fuerte apenas abrir; el agua de la ducha seguía corriendo, y removió la cortina de un brusco tirón.

Sólo para encontrarse con KyungSoo sentado en la bañera llena de espuma, con la cabeza en alto y sus palmas extendidas a los costados; sintiendo la lluvia de la canilla repiquetear en su frente y manos; soplando algunas burbujas flotando alrededor de su boca.

—¿KyungSoo estás bien?

—Do leri ras dé, glupseán odá.

Los ojos se abrieron, y los labios se extendieron en una adorable sonrisa; y JongIn deseó verdaderamente por esa vez, poder entender lo que le decía.

—Quisiera hablar tu idioma y saber a qué vienes, en serio... —se arrodilló en el borde—. ¿Estás bien?

KyungSoo asintió serenamente y respondió: —Irigo.

Por primera vez había entendido, era una sensación indescriptible, la palabra se acomodaba perfectamente, y podía interpretarla más allá de su significado. Podía leer su rostro, oír el sonido y sentir el vibrar del tono; la repetición sólo se lo confirmaba.

—Estoy bien.

—¿No tienes calor con el agua caliente, o también se enfría cuando te toca? —miraba con atención las gotitas escurriéndose por sus hombros y mejillas.

—Almien sólo enfría materia. No sustancia. Agua limpia a Almien, es lindo.

—¿Y qué dijiste antes?

—Do leri ras dé «Almien llegó a tierra», glupseán odá «forma de lluvia».

—Su idioma es bonito... No parece de aliens, parece de cuento de hadas.

—¿JongIn dice aliens feos, hadas bonitas? —frunció el ceño mirándole intrigado.

No lo había dicho, pero sus palabras, KyungSoo las había leído entre líneas que ni siquiera él mismo había puesto, sino que simplemente existían entre los humanos; la mera concepción de haberse imaginado toda la vida que los extraterrestres podrían ser algo feo, malo y repugnante, se contradecía completamente con Almien; ese ser que le observaba con los ojos abiertos sin parpadear, aún cuando las gotas caían dentro de sus iris y formaban olas invisibles.

—No lo digo yo, lo dice el mundo en el que vivo. Y por eso acabo creyéndolo.

—Almien dice, humanos lentos, tontos, pero... Sentimientos lindos. Locos y lindos.

—Bueno... Creo que suena mejor que lo que nosotros decimos de ustedes.

—Sí —afirmó asintiendo sin titubeos y luego giró el rostro hacia él—. ¿Cuándo termina baño?

—Oh... —murmuró, regresando a la realidad de la que se sentía desvinculado por unos minutos, mientras KyungSoo le hablaba en un idioma desconocido; uno que jamás había escuchado antes, ni en películas, ni en música, ni en turistas por la ciudad—. Ya, espera que voy a buscar una toalla —se levantó para correr a su habitación y regresar con una entre manos que dejó en la tapa del retrete—. Sal vestido.

—JongIn dijo, KyungSoo y JongIn desnudos en baño no. Y KyungSoo está desnudo.

—Pero yo no, además fue una excepción, creí que te había pasado algo, por eso vine a verte.

—Humano es raro —KyungSoo se paró antes de que él siquiera pudiese salir; contempló nuevamente con pudor sus partes íntimas y alzó la vista con rapidez; sentía que cada vez que éste iba a decir algo, era importante escucharlo, y en efecto lo era. Distraerse con su cuerpo tan sólo por segundos, le hacía sentir a él como el único sucio—. Humano enseña, pero no aprende.

JongIn suspiró cerrando la puerta y dejando escapar una contenida sonrisa.

KyungSoo, Almien, lo que fuese.

Tenía razón, y era agradable escucharla de alguien que definitivamente, no parecía humano.

🌌










Muchas gracias por leer <3 ❤

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