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2. Pesadilla 👽

Dentro de esta irregularidad difícil de comprender
Hay una historia profundamente oculta
Tus ojos se están abriendo a través de esta canción
Tus sueños están siendo leídos
He sido despierto de un profundo sueño
Mi séptimo sentido
Oh, esta noche vino a mi
Un sueño diferente se acerca
Ahora entiendo como si todo fuera mío
Abre tus ojos
Mira lo que es real
Abre tus ojos
No estoy solo.

The 7th Sense, NCT U





🌌






JongIn retrocedió unos pasos y se dejó caer pesadamente en el sofá, mirando al suelo sin creer lo que acababa de preguntarle al desconocido, ni tampoco lo que acababa de recibir en respuesta. Tenía que ser una broma y éste le estaba siguiendo muy bien el juego.

—No, tú estás loco —cabeceó riendo ante las incoherencias dichas por ambos—. Eres un loco que se escapó de un manicomio. Los extraterrestres no...

—Extraterrestres no locos. Extraterrestre Almien... —el joven se le acercó y JongIn aún entre atemorizado e incrédulo, alzó la mirada y se levantó para alejarse unos centímetros. Pero KyungSoo no dándose por vencido con sus explicaciones, le sujetó de la mano, congelándole las propias—. Alma y Alien. KyungSoo sólo cuerpo.

Alma y Alien. Almien, la unión sonaba demasiado sencilla como para ser verdaderamente uno. JongIn no se iba a tragar que hacía apenas media hora, acababa de encontrar un extraterrestre con cuerpo humano y tirado en medio de la calle. Antes habían muchas posibilidades de lo que le podría haber pasado a esa persona. Por lo que le observó con una mirada compasiva, porque de hecho también estaba sintiendo lástima de KyungSoo, de que no pudiese explicar nada razonable, de que no recordase al parecer ni qué le había pasado.

—Deberías dormir, seguro sigues muy cansado, alguien debe estar buscándote, ¿cuántos años tienes? No quiero ser culpado de un secuestro.

—Humano no busca Almien. Almien busca humano. Años... —susurró el final meditándolo—. Tres años.

—Por favor, no tienes tres años. No eres un niño.

—Tres años de árbol —aseveró con firmes asentimientos.

—Escucha KyungSoo —se soltó de su agarre y con los dedos algo entumecidos, lo tomó por los hombros y respiró con profundidad, observándole detenidamente.

Otra vez había algo extraño en sus ojos. Eran negros, pero la forma en que el color profundizaba a medida que se acercaba al iris, le dejaban divisar una espiral envolviendo un secreto, el brillo en el centro se intensificaba y JongIn parpadeó confuso, desviando la vista hacia un lado. Porque por esos segundos, sentía estar siendo hipnotizado.

—Ah, olvídalo...

Retiró las manos de sus hombros, no podía hacer entrar en razón al joven en ese momento, era como lidiar con un niño que creía entender todo, como castigar a un perrito que sólo se había comido lo que no debía.

—¿Cuántos años tienes en... Almien? —preguntó dudoso antes de largarse a su habitación.

Tal vez era toda una pesadilla y para cuando despertase ya se habría ido, porque simplemente nunca había existido tal Almien. O tal vez KyungSoo sí era real, era un simple humano que para cuando amaneciese ya no estaría en su casa, y se habría ido a buscar a otro para que le ayude.

—Hum... Hum... —repetía en pequeños murmullos, frunciendo el ceño, recordándole a cuando él hacía un cálculo matemático complejo en su mente—. Mil doscientos ochenta y ocho.

—Bien, qué razonable. Supongo entonces que sobrevivirás lo que resta de la noche —fingió sarcasmo, porque sí, le asombraba la respuesta tan segura, pero también no podía evitar continuar con su escepticismo—. Me voy a dormir, tú puedes irte en cuanto te sientas mejor, lo cual veo que ya está sucediendo dado que no dejas de inventar. Ah, y ni te preocupes en devolverme la ropa, no vuelvas a aparecerte por mi casa; seguro que ni siquiera eres del barrio... Alguien debió haberte hecho algo muy malo para dejarte así... —prosiguió con su parloteo, intentando autoconvencerse, caminando hacia el pasillo—. O tú debes haber hecho cosas muy locas para acabar de ese modo...

—¿Dormir? —KyungSoo le miraba estático y curioso desde la sala.

Pero él no tardó en dar un fuerte portazo que resonó en toda la casa. Había sido demasiada información e incoherencias por esa noche. Ni siquiera había cenado algo, estaba muy cansado después de trabajar reponiendo mercadería durante toda la mañana y tarde en el supermercado, y peor aún después de esas cuatro horas en la facultad, donde sólo le perdía el hilo a las clases que cada día detestaba más.

A veces la rutina creía que lo estaba consumiendo, pero con lo que había vivido en esos pocos minutos durante la noche, supo que su vida era completamente normal. Lo que consumía y trastornaba su supuesta estabilidad, no era el aburrimiento y estancamiento en ese trabajo sin ascensos o aumentos de sueldo, no era la desesperación por cambiarse de carrera a una que le daría satisfacción personal, porque sabía que su satisfacción estaría asegurada si primero tenía dinero para hacer las cosas que le gustaban.

Lo que le ponía la vida patas arriba, era encontrar a alguien en medio de la noche que estaba moribundo, sin ropas ni recuerdos, o con unos muy descabellados.

Así que por lo que restaba de su preciada madrugada, esperaba dormir plácidamente y no continuar con esa pesadilla que probablemente era producto de malos recuerdos.

Al cerrar los ojos y pensar en lo sucedido, olvidó su hambre, desayunaría bien por la mañana antes de irse a trabajar.

Afortunadamente pero como la mayoría de todos los días, no estaba su padre en la casa para armar una discusión del porqué había un extraño aquella noche en la casa. Y aunque intentó dormirse, supo que estaba completamente loco al haber dejado a KyungSoo solo dando vuelta por los ambientes, como si se tratase de un amigo de toda la vida; por lo que reaccionando al instante y levantándose de un salto, se precipitó a la puerta y corrió hasta la sala.

¿Ya se habría robado sus cosas? Su televisor, su teléfono celular abandonado en la mesa de la cocina, y el cual olvidó llevarse para poner la alarma de la mañana siguiente.

Bueno, en realidad no tenían tanto en la casa. Ni tampoco había nada de valor como para atraer ladrones. Por lo que ¿qué podría estar buscando un supuesto ladrón? Que cuanto más lo pensaba, menos podría serlo por las condiciones en que lo había encontrado. Pero tampoco podía descartar un engaño. Porque la rapidez con que se había curado era para estar entre aterrado y fascinado, y JongIn estaba comenzando a dudar por cuál de las dos posturas inclinarse.

—Oye —entonó alto, sólo para asombrarse de lo que veía, cuando KyungSoo se giró hacia él con el teléfono anteriormente desarmado y hasta creía que roto, completamente armado y como nuevo—. ¿Lo arreglaste?

—Arreglo.

—¿Tan rápido? Pero se le habían soltado varios botones y cablecitos.

—Arreglo bien y rápido —entonó en afirmación y le extendió con ambas manos el teléfono recién reparado.

JongIn lo tomó aún anonadado y lejos de probar que siguiese funcionando, observó detalladamente la piel tan tersa cual porcelana; recordó lo frías que habían estado sus manos; las heridas y hematomas en su torso y brazos, pero que ahora ya estaban extraordinariamente intactos.

Se preguntó si seguiría igual de destemplado, por lo que inseguro, pero decidido como lo había estado al alzarlo para traerlo hasta su casa, se atrevió a llevar sus dedos hacia una de sus mejillas, y arrastró las yemas, confirmando la suavidad.

—Sigues frío...

—Almien es frío. No soles. No estrellas.

—Mencionaste una antes.

—Fugaces.

Todavía no lo comprendía, exhaló un profundo suspiro en resignación, estaba curioso; cada vez más curioso que escéptico, creyendo que lentamente podría ir asimilando todo lo que oía aún si no tenía pruebas. Por esa noche, tal vez ese tal KyungSoo, diciendo ser un Almien, no le haría daño. Tal vez podía dejarlo descansar, tal vez eso necesitaban ambos y para cuando despertase al día siguiente, entonces quizá, ese joven estaría en sus cabales.

Aún si parecía ser plenamente consciente y seguro de todo lo que escasamente podía decir.

—¿No tienes frío?

—No frío. Casa caliente. Planeta caliente. No ropa —sacudió la cabeza en negación y con sus manos se levantó la remera hasta la altura de los pezones. Quedándose a medio camino de la cabeza.

—¡No! —exclamó exaltado, suficiente ya había visto de su cuerpo desnudo y lastimado estando inconsciente, como para ahora verlo sano y completamente ¿consciente?

No podía aseverarlo, pero a ese chico le hacía falta sentido común como para no recordar siquiera que andar desnudo era inmoral, sobre todo si lo hacía sin permiso ni aviso delante de un desconocido.

—Cuerpo de KyungSoo tiene calor. Casa de JongIn tiene calor —murmuró bajando un poco más la remera hasta sus costillas.

Seguía conectando palabras y conjugando verbos con velocidad, tal vez deseaba que con la misma velocidad, adquierese el mismo nivel de razonamiento para su comportamiento.

—Mi casa no tiene calor, ¿acaso me ves desnudo? ¡Si te llegas a sacar una sola prenda te vas de aquí! —le advirtió como si de repente esa fuese una amenaza.

Como si quisiese cuidar de KyungSoo hasta que al menos, pudiese salir al mundo sin armar revuelos en las calles por su imprudencia.

—¡No! —exclamó acomodándose bien la remera—. Almien en casa con JongIn.

—¿Qué? —soltó anonadado notando como KyungSoo fruncía el ceño, nuevamente buscando palabras que parecía no saber.

—Almien lianmuán, JongIn lán, ¿sá? —parpadeó con rostro esperanzado.

—¿Muán qué? —torció un gesto desconcertado—. Un momento, esa es... una palabra inventada, ¿cierto?

—Idioma Almien.

—Tienes que estar bromeando.

—JongIn, humano go. Do, Almien go. KyungSoo humano go —entonó de modo neutral, mezclando sus nombres y palabras tanto humanas como, supuestamente alienígenas—. ¡Do planeta ras dé, lianmuán niní!

—Y ahora sí, hasta mañana —soltó sin hacer esfuerzo alguno en preguntar qué era todo eso que acababa de oír.

Se giró y encaminó hacia la cocina para tomar su teléfono celular y regresar inmediatamente a su habitación, ignorando por completo el hecho de que KyungSoo analizaba con asombro y una agradable inocencia, todos sus pasos; quizá expectante de que luego se interesase en su estado o volverle a cuestionar de dónde provenía; pero por el resto de esa noche, y aunque realmente latiese la curiosidad en su interior, JongIn sabía que ya nada de eso iba a suceder.

Necesitaba dormir o al día siguiente no podría levantarse para ir a trabajar. Debía olvidarse para su propia salud mental, de que aquella noche había ocurrido, por lo que al llegar a su puerta y antes de cerrarla, le gritó desde el pasillo, esperando que sólo fuese un torpe ladrón.

—¡Si quieres robarme, lo único que hay de valor en la casa, es el anillo de viudo de papá en su habitación! Qué descanses.

Otro portazo. Ahora sí, se había acabado la pesadilla.

Le había dicho «qué descanses», y se sentía un absoluto tonto, ¿por qué se lo deseaba?

Mejor ya no lo pensaba, no era real. Esa noche no podía serlo. Sólo era un mal sueño por lo estresado que estaba.

Se tapó con las sábanas y cerró los ojos, dejándose llevar por el cansancio, y se dijo una última frase para apaciguar cualquier inquietud anormal en su interior, cualquier atisbo de posible miedo.

—¿Almien? Imposible... Los extraterrestres no existen.

🌌









Besitos, gracias por leer ❤️🌸👽

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