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16. Revelación 👽

Brilló en el cielo lejano una llama roja
La estrella de la pasión Marte
Volaste a mí, te encontré
Incendiaste mi pasión, esta noche también te soñaré.
Es un amor cósmico, cierra tus ojos
El mundo es nuestro
Te mostraré mil estrellas una vez nos tomemos de las manos.

Bailemos en Marte
No hay nada más que quiera
Besémonos hasta quedarnos sin aire
Bailando en Marte, te tomaré
Seremos atraídos el uno al otro en un mundo sin gravedad.
En Marte bailaremos solos los dos
Un amor secreto en Marte.

Mars, TaeMin.





🌌





Las lágrimas se desbordaban de sus ojos pausadamente, JongIn estaba seguro que eran tanto de felicidad como de angustia. Ahora quien no podía dormir durante aquella noche era él, no Almien quien para su asombro, había caído en la cama rendido, abrazando el osito de peluche que habían armado entre ambos.

Almien le había dejado de hablar en susurros cada vez más bajitos, apenas dándose cuenta de que estaba dormido, porque como siempre, los ojos alienígenas se habían mantenido abiertos e intactos mirando hacia el techo en todo momento.

JongIn tras recostarse a su lado, se los había cerrado, y lo había abrazado como si se tratase de un pequeño osito también. El cuerpo de KyungSoo ya no era tan frío como hacía dos semanas, y mientras repasaba los días, lo que habían dicho y hecho en cada uno, le parecía una corta eternidad. Sobre todo ese mismo sábado que ya estaba prácticamente acabando. Ese día estaba completamente seguro también, de que sería uno de los más inolvidables en toda su vida.

Lo sabía por el fuego en su corazón quemándole al sostener a KyungSoo entre sus brazos durante esa noche, intentando dormirse y no pudiendo. Sentir la piel contra la suya, ya no fría, sino templada, a la temperatura normal de un humano, le hizo saber que ni ese día ni ninguno de los siguientes serían eternos jamás, sino increíblemente efímeros al haber reconocido los sentimientos que ahora lo abrumaban.

Ser plenamente consciente, y más que nunca, de que una vez Almien cumpliese con su misión debería irse, generaba la angustia preocupante de qué haría él luego con su vida.

Las lágrimas de reconocimiento eran tibias y saladas como cualquier otro llanto humano. Pero Almien no estaba despierto como los primeros días para beberlas sin que él se diese cuenta, para hacer que aquella realidad agridulce, pero amarga y que tanto le gustaba al alien, se acabase y pasase a ser sólo dulce, lo más lejano posible a una pesadilla.

Tal vez si lo abrazaba con tanta fuerza como KyungSoo sujetaba el peluche entre sus brazos, entonces Almien no podría escaparse del cuerpo habitado; sin embargo, eso no era algo que él como humano pudiese controlar, sino aprovechar de la calidez que le proveía de celestiales sensaciones con tan sólo un roce de dedos por las mejillas, una caricia cargada de electricidad que estremecía hasta la fibra más sensible de su ser.

De a ratos miraba su teléfono celular, corroborando cómo pasaban las horas, teniendo la sensación de que por las madrugadas, el tiempo transcurría con mayor rapidez. Y tal vez así sucedía cuando uno se relajaba tanto, cuando saltaba con velocidad de un sueño a otro; cuando aquellos que se dormían por el agotamiento, también despertaban sintiendo que les faltaban horas de descanso.

Como cuando hacía una siesta de treinta minutos y se habían pasado tres horas.

Creyó que estaba a punto de dormirse, cuando oyó piar animados a los primeros pajaritos del amanecer, todavía estaba bastante oscuro, pero el reloj del celular ya marcaba las 5 a.m pasadas. Apenas miró por la ventana lo que para él fueron treinta segundos, pero que en realidad se habían convertido en tres minutos.

Giró la vista al sentir que KyungSoo se aferraba más a él, y en efecto lo había hecho; éste otra vez tenía sus ojos abiertos, y le miraba fijamente en silencio. Titubeó entre si habría sido un reflejo y seguiría dormido, pero como no oía nada más que la absurda respiración, estiró sus dedos para cerrárselos, y fue entonces cuando la mano ajena se lo impidió, cruzando también los dedos con los suyos, estableciendo la conexión eléctrica que hacía vibrar su corazón.

—Ya desperté.

JongIn rió ante su propia torpeza y aprovechó a acariciar la mejilla con su mano libre, cerrando ahora él sus ojos y dejándose llevar por los sentimientos; entonces al igual que la noche anterior, reposó un corto y delicado beso en los labios de KyungSoo.

—¿JongIn no durmió?

—No pude.

—¿Por qué?

—Por pensar.

—Ya no pienses. Sólo duerme. Como Almien.

—Eso no es algo que pueda evitar...

—Soñé cosas de KyungSoo. Recordé su vida... —murmuró acurrucándose en su palma.

—¿Recordaste en sueños?

—Sí... Cerebro relajado, dejó a Almien buscar...

—¿Y qué pasó con él?

—Almien siente cosas amargas, y cabeza de KyungSoo duele; ¿eso es malo? —le observó preocupado.

—No lo sabré hasta que me lo cuentes. Una vez sepa todo lo que pasó, ya no tendré que cuestionarme más cosas al doble. Podré pensar sólo en ti...

—Es que... Almien vio imágenes tristes de KyungSoo sin padres. En una casa grande como escuela y con muchos niños... —murmuró despegándose de su mano y alzando la vista hacia el techo, como si allí fuesen a dibujarse los sueños que había tenido—. Luego era KyungSoo adolescente; descubrió a profesora y directora hablando con señores extraños entre árboles. Vio dinero pasar de manos de hombres a directora, y horas más tarde, hombres se llevaban en auto a un chico de su habitación. KyungSoo sabía que eso estaba mal. Y quiso escapar... Para ir con policía.

—¿Quiénes eran esos hombres? —volteó a verle preocupado.

—No sé... Sonreían brillantemente como sol a niños, pero para Almien ocultaban oscuridad en miradas.

Realmente esperaba que fuese todo una mentira, pero el rostro de KyungSoo tenso, como si fuese un esfuerzo estar rememorando aquellas situaciones; la voz entre calma y contenida, e intentando no acabar en silencio tras ir cada vez más bajito; nada de lo dicho, ni ninguna de esas expresiones hechas se le asemejaban a una mentira. Almien no mentía. Y probablemente KyungSoo, desde el fondo de su ser, desde su cabeza conteniendo todos esos recuerdos, tampoco tendría motivos para inventar algo tan horrible, o siquiera ¿por qué los tendría?

Las propias lágrimas que caían de sus ojos otra vez tras oírlo, la forma en que había sacudido su estado emocional nuevamente; esa era una prueba de que nada era tan cierto como aquella historia.

—Pero atraparon a KyungSoo...

—¿Qué? —se sentó bruscamente, asombrado por el espanto al que se dirigía cada vez más la revelación de Almien.

—Él tenía diecisiete, y hombres dijeron a directora que era lindo, perfecto para trabajar, y se lo llevaron también una semana después.

Con cada palabra, se convencía un poco más de que todo era tan horrible o más, de lo que nunca hubiese imaginado; incluso era más terrible de lo que Almien mismo podía comprender. JongIn sentía su visión cada vez más borrosa al contemplar lentamente el cuerpo de KyungSoo de arriba abajo.

—¿Cómo... —titubeó tragando un nudo en su garganta, intentando no quebrarse, aunque seguramente Almien ya estuviese notando su estado deplorable—. ¿Cómo acabó en la calle tirado? ¿Ya estaba... Muerto?

—No... JongIn aún no entiende —se sentó también para tomarle ambas manos, pareciendo una mentira, el hecho de que aquello pudiese tranquilizarle tan pronto—. KyungSoo estaba casi... muerto, faltaban pocos minutos. KyungSoo tuvo... —vaciló un instante, pero sin dejar de observarle directo a los ojos—. Su cabeza dice suerte. Pero Almien dice destino; sino no estaría aquí con JongIn. Hombres que trasladaban a KyungSoo a otro lugar oscuro, estaban ebrios y cerraron mal capó. KyungSoo saltó de auto. Saltó de auto aún si eso significó que Almien también tomase su cuerpo...

Tomar su cuerpo sonaba despreciable si lo pensaba desde el lado de esas personas que habían arruinado la vida de KyungSoo, pero oyendo a Almien, JongIn creía que quizá el presente, era alguna clase de segunda oportunidad. Quizá él mismo era parte de una segunda oportunidad para arreglar un alma averiada, y aún si no era el alma de KyungSoo la que habitaba aquel cuerpo, si era sólo Almien, un alien proveniente de un lugar muy lejano y difícil de imaginar, no pudo evitar tomarlo también, pero para abrazarlo fuertemente y tal vez hacerle saber al verdadero KyungSoo, que allí había alguien esperándole, cuidando por primera vez de su cuerpo.

Que él bajo ningún motivo deseaba tomarlo para ninguna otra cosa que no fuese para transmitirle el desastre de su corazón, y aquel sentimiento ante el cual sucumbía minuto a minuto. Que estaba esperando por que realmente toda aquella situación desbordante, los ayudase a los tres, a cumplir con la misión que fuese que cada uno tenía en ese desastroso mundo llamado Tierra.

—JongIn... —oyó el murmullo contra su hombro ya que aún no lo soltaba—. ¿Qué son esas cosas que le hacían a KyungSoo?

—Según tus recuerdos, unas muy atroces... —reposó su mejilla en el hombro contrario también—. ¿Eso fue todo lo que pudiste ver?

—Sí... Luego, es todo borroso...

—Ojalá que así siga siéndolo, no intentes buscar más nada en su cabeza, ¿lo prometes? —se despegó para mirarle en súplica—. Creo que... Ya sabemos suficiente.

—Almien se lo promete a JongIn —declaró firmemente, sintiendo la veracidad en su voz; no obstante, la curiosidad preocupante en sus ojos persistía—. Pero... ¿Por qué Almien gustó tanto cuerpo de KyungSoo, amargo de recuerdos tristes y dolorosos como JongIn?

—Has venido a sanarlo Almien. Igual que a mí... ¿No? —susurró contemplándole y arrastrando sus dedos por el suave rostro que se humedecía en lágrimas. Ya no sabía si era KyungSoo o Almien quien lloraba—. Cuanto menos sepas de esas cosas dolorosas, mejor harás tú trabajo, ¿no?

—¿Y amor?

—Ya lo tienes...

—¿Cómo? —cuestionó con sorpresa.

—De KyungSoo... —sonrió JongIn—. Estoy seguro que estará agradecido contigo una vez que regrese.

—Nadie sabe si podrá regresar. Y si lo hace... No recordará nada. Ni siquiera a JongIn. Almien cuando se va... Deja vacío muy grande. Y sólo otro amor llenará, y ayudará a KyungSoo.

—Entonces rezaré porque regrese su alma a su cuerpo.

—¿JongIn quiere a KyungSoo?

—Quiero ayudar a KyungSoo, así como tú, Almien, con su cuerpo me has ayudado a mí. Tienes una parte muy grande de KyungSoo en ti, y él en ti también. ¿Crees realmente que todo se borrará de su memoria cuando te vayas?

—No sé... alma siempre es un misterio. Alma de KyungSoo querrá con mucha fuerza saber qué pasó con su cuerpo. Querrá reencontrarse consigo mismo.

—Entonces, ¿hay esperanza de que me recuerde? —entonó con débil entusiasmo.

—Sólo si despierta... JongIn sabrá.

De repente, y más que nunca hasta ese momento, se juzgó por haberle besado. Por atreverse a tocar su cuerpo. Se sintió culpable de haber osado posar un sólo dedo, con cualquier intención distinta de protegerlo. Ni el mismo Almien, podría decirle si eso era lo que KyungSoo hubiese deseado tras las vivencias que había tenido. Pero Almien también ignoraba la verdadera gravedad de aquello. Y no era como si no fuese importante hacérselo saber. Pero, ¿realmente valdría la pena contarle las cosas aberrantes que sucedían en el mundo humano? ¿Realmente era noble de su parte si corrompía la inocencia de un ser que venía con otros fines?

Si KyungSoo no iba a recordar nada de lo que Almien hiciese de él. Si ni Almien o siquiera él mismo, tenían intenciones de hacer algo malvado con el cuerpo de KyungSoo. Si sólo era la pureza de sus sentimientos consumiéndose.

—Quizá no sería bueno ni que estuviese abrazándote. Ni que me dejaras besarte. No sabemos si KyungSoo... Lo desearía realmente.

—Cerebro y corazón de KyungSoo son débiles, quizá por eso dejaron entrar a Almien, para así sanarlo como JongIn dijo, con amor que Almien viene a aprender.

—¿Y su alma?

—Alma de KyungSoo es fuerte, por eso resistió en pasado, y ahora está feliz en cerezo mientras se recupera de heridas. Su orgullo estaba lastimado, como alma amarga de JongIn, no puede curarse solo. Árbol está dándole energía.

Dejó que Almien lo abrazase unos instantes más, los suficientes hasta que él también asimilase las palabras que había oído, los recuerdos recuperados de KyungSoo. Si Almien lo había logrado, ¿por qué KyungSoo no lograría recordar todo lo que el extraterrestre aún estaba haciendo con su cuerpo... con su corazón y sentimientos? Aquello siempre era más fuerte que cualquier mal recuerdo. La sensación del afecto, del amor. Siempre prevalecía según las historias con un final feliz.

Pero JongIn a cada hora y día, estaba menos seguro si aquella corta relación con Almien, tendría un final feliz. ¿Cómo podría tenerlo una vez que éste ya no estuviese? ¿Cómo se suponía que no extrañaría el alma de alguien más? De alguien que no era KyungSoo. Definitivamente se había encariñado irremediablemente con ese alien del más allá, de un planeta desconocido; de un ser que era más que un extraterrestre de película. Era como encontrarse con cualquier otro humano del planeta Tierra, tan desorientado como sí mismo, en la búsqueda de algo que él ni siquiera planeaba buscar. De algo que simplemente se había topado de una noche a otra.

JongIn lo había encontrado, y después de haber escuchado la historia de KyungSoo, sentía que Almien tenía razón. Si éste era un alma extraterrestre, entonces qué le aseguraba que todo lo sucedido hasta el momento, no fuesen los hilos delgados del destino, esfumándose en estelas a través de las galaxias.

🌌

Cuando volvió a abrir los ojos, el sol entraba de lleno en su habitación; se había dormido profundamente después de toda una madrugada despierto; el celular en la mesita de luz al costado de su cama, indicaba que ya eran las 12 del mediodía. Y el vacío a su lado, que KyungSoo otra vez no estaba.

Recordando todo lo que Almiem le había dicho antes del amanecer, se levantó alarmado, ¿y si eso había sido alguna alerta de que para cuando despertase éste ya no estaría? Se apresuró yendo hasta la sala y pronto a la cocina, donde el respiro de alivio no tardó en aparecer. Allí estaba, de la mesa a la mesada y del horno a la heladera, se movía ágil y veloz.

—¿Estás cocinando? —soltó asombrado.

—Almien haciendo ramen para los dos. Ayer helado no fue suficiente. Y JongIn durmió muy tarde, debe estar hambriento —dijo animado al frenarse con la tabla de madera llena de vegetales picados.

—No... —murmuró avergonzado ante la atención de Almien, pero su estómago no esperó a hacerlo quedar en evidencia y crujió notoriamente.

—Ese ruido de hambre es cosa muy seria. Pero Almien aprendió a cocinar ramen casero con televisión y gracias a JongIn. ¡Así que comeremos muy delicioso!

—Eso espero... No vaya a ser que estás haciendo algo raro con todos los ingredientes... —se sentó a la mesa observándole volcar los vegetales en la cacerola con agua hirviendo.

—Algo raro como JongIn. Algo amargo, que luego se pone dulce...

—¿Es en serio?

—¡No! Almien dice que JongIn es raro también, humano es tan raro como Almien... —aclaró girándose a verle—. Humanos también son extraterrestres para nosotros.

—Supongo... Que tienes razón.

—Por eso Almien también está sorprendido de JongIn... De rápido cambio y calidez en su corazón —se encaminó hasta él, congelándolo no por la temperatura, sino de los nervios al sentir la mano reposarse en su pecho.

Y a esas alturas, JongIn ya no podía controlar sus acciones, por lo que se atrevió a atraerlo y acabar abrazándolo nuevamente, deteniéndose por unos largos segundos, dejándose también abrazar y contener por aquél KyungSoo igual de cálido que él.

—¿Qué tan pronto te irás?

—Pronto. Por eso, JongIn lleva a Almien a parque de diversiones. Almien quiere divertirse mucho antes de irse. Quiere divertirse antes de perder energía —le despegó para contemplarle.

—¿Perder energía?

—Como el otro día... Cuando cuerpo enfermó. Seguramente, sucederá antes de irme.

—¿No hay nada que podamos hacer para que no pierdas energía?

—Disfrutar, vivir aquí todo lo posible. JongIn no puede impedir que cuerpo de KyungSoo se canse. Y tampoco que Almien pierda fuerzas... Cuando recibe tanto amor de JongIn.

—Entonces debería dejar de... ¿Darte simplemente todos estos sentimientos para que ya no te debilites?

—No. Eso no servirá. Aunque JongIn finja que no quiere dar amor. Ya Almien lo siente. JongIn siempre estuvo dando amor inconscientemente. Pero ahora ya lo es, y nada hará que deje de serlo. Ahora Almien perderá energía rápidamente, porque sentirá amor de JongIn con más fuerza.

—Eso no es justo... Es mi culpa por dejarme llevar. La única vez que dejo que mis sentimientos ganen, sólo te hacen daño —alzó la mirada—. Ni siquiera para cuidarte sirvo, cuanto más lo intento, más rápido te alejaré de mi.

Ya tanto como su voz y ojos, denotaban su impotencia y comenzaba a detestarse a sí mismo por estar comportándose tan débil, cuando quien realmente estaba así, era Almien.

—No es cierto. JongIn no hace daño. Nunca haría daño. Si desde inicio, trajo a Almien a casa.

—Pero seguro te doy lástima. Y ahora tienes que irte.

—JongIn no da lástima. Da amor mientras deja escapar tristeza de su corazón. Además falta un poco. JongIn sólo sigue queriendo a Almien como hasta ahora. Y cumple mis deseos, así me iré a casa más feliz de lo que ya soy. Así quizá... —le sujetó de las mejillas y sonrió—. KyungSoo quiera recordar todo, y despierte.

—Si sigues sonriendo así de natural, y dices palabra tan lindas haces que me olvide de todo lo que dijiste antes... Me distraes —confesó, porque eso era todo lo que Almien lograba cada vez que lo atrapaba con sus miradas compasivas.

—Entonces después de almuerzo, ¡vayamos a parque de diversiones, JongIn! —le sacudió por los hombros—. ¡Como en películas, otra vez!

—Tú sólo quieres otra cita.

—Y JongIn también.

🌌

Al igual que con el cine, el parque de diversiones era un lugar al que tampoco iba hacía años. La última vez, ni siquiera estaba seguro si había sido con su grupo de amigos de la secundaria o con esa chica que le había invitado y que al decir verdad no le gustaba, pero ya que todos salían con alguien, él también había querido intentarlo.

De sólo recordar el beso que la tímida SeulGi le había robado después de la montaña rusa, le daba escalofríos. No porque la jovencita fuese fea a sus ojos, sino porque pese a que se había comido unas pastillas de menta, el aliento del vómito tras tantas vueltas en la atracción, no se había ido por completo.

Afortunadamente, con KyungSoo estaba siendo todo totalmente diferente de aquella primera y agria cita de su adolescencia. KyungSoo al bajarse de la montaña rusa, no había tardado en insistir con que quería volver a subirse, pero él ya tenía suficiente con una vez, y apenas era capaz de correr hasta una calesita; aún seguía demasiado mareado, recordando de a ratos sus viejos tiempos allí.

—¡Fue como viajar a través del espacio en estrella fugaz! —exclamó KyungSoo muy animado y sin dejar de sacudir sus brazos.

—¿Así se siente? —le observó curioso—. Creo que entonces cada día me siento más cerca de tu planeta...

—Ojalá así fuese... Estamos tan lejos, JongIn.

—Pero tú me haces sentir siempre cerca tan fácil... Como si cualquier día después de que te vayas, fuese a recordarte y sentir que estoy a tu lado, con tan sólo ver al cielo. Y así será realmente. No será sólo mi cabeza preguntándose si todo fue un sueño, o si hay vida más allá... —dijo mientras se separaban un instante para dejar pasar a algunas personas entre medio de ellos, y luego volver a unirse como si fuesen un par de imanes—. Simplemente sabré que todo fue real. Tú te maravillas con lo ordinario de este mundo y lo conviertes en extraordinario.

—Así es para humanos cuando descubren nuevos cuerpos de la galaxia. Y para Almien, galaxia es tan normal, todos los días vemos estrellas y mismos planetas, meteoritos yendo y viniendo... —señaló con su índice hacia arriba, mirando el cielo rosáceo por el atardecer—. JongIn también transformaría el espacio en algo extraordinario para Almien, si pudiese viajar a través del universo.

—Desearía poder hacerlo.

—JongIn puede.

—¿Cómo?

—Nunca olvides a Almien —le sonrió al detenerse, tomando su mano y entrelazando sus dedos.

—Nunca lo haré.

—Almien está seguro de que JongIn podrá viajar por universo mientras siga soñando. Soñar es como viajar y perderse en vía láctea, nunca sabes que aparecerá en el camino... —comenzó a caminar, arrastrándole por el gran predio—. A veces es maravilloso y a veces da miedo. Pero siempre es sorprendente. Y una vez despiertes, estarás otra vez en casa.

—¿Podré reencontrarme contigo?

—No. Para cuando Almien llegue a casa, JongIn ya se habrá ido de este mundo también.

—¿Y a dónde irá mi alma?

El silencio de KyungSoo era algo que no se esperaba, éste se había detenido otra vez, y JongIn le observaba curioso, tratando de ubicar hacia donde se dirigía su mirada perdida al igual que su respuesta.

—JongIn, quiero ir a eso —le señaló con su dedo y la vista absorta en lo que identificó pronto al fondo del parque.

—La rueda de la fortuna.

—Rueda de la fortuna... ¿Nos dará suerte?

—¿Suerte en qué?

—En que tal vez, alma de JongIn y Almien, se reencuentren y expandan galaxia juntos...

No estaba seguro de qué pudiese significar eso en su totalidad, pero sonaba lindo, alentador si realmente había una posibilidad de algún día volver a reencontrarse sin importar en la forma o el modo; después de todo JongIn a esas alturas, ya no podía negarle nada a Almien, quien cada vez parecía quedarse con menos respuestas a sus preguntas.

Almien quien cada vez parecía menos seguro de qué sería hasta de sí mismo.

En cuanto más tiempo permanecía en la Tierra, más parecía olvidar de su verdadera naturaleza, concentrándose sólo en sentir. En ser otro humano igual de sencillo y torpe, como él.

—Vamos. También quiero tener suerte en ello —susurró en un aliento al notar el desconcierto en el rostro ajeno, le jaló de su mano, y le hizo correr entre medio de toda la gente.

Era como volver a ser un adolescente sin más responsabilidades que divertirse y estudiar, aunque tampoco estaba lejos de haberlo sido, de hecho, todavía tenía sus momentos en los que seguía sintiéndose como uno. ¿Cuándo dejaba de serlo? Si su cuerpo seguía comportándose improvistamente. De a ratos no sabía lo que quería, y de a ratos estaba absolutamente seguro.

¿Qué era lo que le hacía saltar a la adultez? ¿El único hecho de trabajar y cuidarse de sí mismo? Aunque eso en parte ya lo había tenido que hacer cuando ni su madre podía cuidar adecuadamente de él; cuando él tenía que velar más por la felicidad de su madre. No lo sabía. Pero estar en el parque divirtiéndose como cualquier otro joven, junto a alguien que hacía rebotar su corazón de formas que nunca había sentido antes, ¿tenía que ser catalogado como volver a su niñez o adolescencia? No. Claro que no.

Sólo estaba viviendo. Y de nada le servía cuestionarse si se veía como otro niño de los tantos que daban vueltas por allí. De nada servía pensar en si él estaba algo mayor para andar subiéndose a la rueda de la fortuna con otro chico de su edad, como si fuese su primera cita hace ocho años. Porque definitivamente esas junto a Almien en KyungSoo, habían sido su verdaderas primeras citas. Con las que su corazón saltaba de alegría, con la que estaba feliz. Con las que quería vivir todas las emociones profundas, tan a flor de piel como cuando las hormonas recién comenzaban a atormentar a los adolescentes.

Él lo estaba viviendo ahora. Sí, podría ser apresuradamente, como cualquier otro, su primer amor. Y también, podría durar poco, podrían ser cliché las pequeñas citas que tenían, pero era como las estaba disfrutando. Eran en el tiempo y en la forma en que tenían que ser. Y no había edad. No tenía edad el permitirse dejarse llevar por sentimientos intensos y efímeros.

No había edad, tiempo, ni lugar precisos, para dejarse llevar por el encanto exótico de un ser que no pertenecía a su mundo.

Era simplemente ahora o nunca, y finalmente, cuando caía el atardecer y lo contemplaban a través de la ventanilla de la cabina en ascenso, que admitía que estaba cayendo veloz y profundamente en los sentimientos errantes del amor.

—Soolmien... —susurró JongIn en el oído ajeno, manteniendo sus brazos por delante del cuerpo pequeño que se acurrucaba contra su pecho—. Haces que ya te esté extrañando. Aún si te tengo a mi lado.

—Ver el cielo tan de cerca, hace que Almien también se sienta lejos de la Tierra. Mejor, JongIn sólo mira mis ojos —pidió alzando la vista.

Y haciéndole caso, contemplando ahora sus pequeños luceros, le besó con suavidad, sintiendo el sabor dulce y mágico.

Besar los labios de KyungSoo, y sentir las vibraciones invisibles de Almien repercutir en su propia alma, era viajar a otro mundo desconocido.

A uno de amores rojos como Marte.

🌌











Ahhhh, aaal fin otra vez, estos últimos capítulos tengo mucho que corregir/agregar/quitar; pero ya no queda nadita, sólo tres capítulos <33 espero que disfruten, besitos enormes 💘😗 muchas, muchas gracias por leer y el amor que le dan 😭 en serio es una sorpresa para mi el cariño que noté, no me lo esperaba :3 ❤

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