14. Confesión 👽
Como el destino, cayendo
Me estás llamando
No puedo escapar
Por favor abrázame
¿Eres la línea de mi destino?
¿Eres el único por el que he estado esperando?
¿Por qué mi corazón se está hundiendo?
Quédate conmigo
¿Estás viviendo profundo en mi corazón?
Quédate conmigo
La verdad se esconde en mi.
Cuando cierro mis ojos
Veo esos ojos
Mi corazón sigue doliendo
Quiero olvidar
Si esto es un sueño, por favor déjame despertar
(No es un sueño, tal vez tú lo eres)
¿Eres realmente mi destino?
(Eres mi destino)
Enamorándome de ti.
Stay With Me, Punch ft. ChanYeol
🌌
El jueves se le había escurrido de la vida como la lluvia de días atrás. Y en su frío despertar de viernes, comprendió que KyungSoo ya debía estar sano otra vez, porque estar siendo abrazado, aunque quería fingir que le molestaba, no podía negarlo, le agradaba. Aún si el cuerpo estaba helado, JongIn ya no se sentía a punto de morir congelado; cualquier temperatura junto a Almien era soportable.
KyungSoo y Almien, la unión abrazándole en conjunto al despertar, se transformaban en una sensación acogedora, y lejos de apartarlo, lo único que deseaba en esos minutos de la mañana, era no levantarse jamás para irse a trabajar; quería permanecer en la cama por mucho más tiempo.
Probablemente Almien ya estaría despierto también, oyendo su corazón retumbar más rápido de lo normal, por los pensamientos que estaba teniendo en esos instantes, y que cada vez menos le importaban. Añoraba que éste nunca le hubiese dicho que el cuerpo de KyungSoo estaba intentando expulsarlo. Porque el único ser del que estaba encariñándose, era precisamente de ese extraterrestre.
Y eso sí era lo que a cada segundo más le importaba.
—Almien quiere hacer cena en agradecimiento para JongIn.
Se sorprendió al oírle decir aquello; los ojos le observaron y parpadearon denotando un gran entusiasmo en su mirada. Lo cierto era que él no estaba seguro de confiarle plenamente la cocina a quien había usado el lavavajillas de lavarropas, y a quien le gustaban las tostadas más quemadas que leña en invierno.
—No tienes porqué agradecerme —le miró sin comprender.
—Sí, Almien tiene que hacerlo. Almien quiere mostrar que también se preocupa por estómago de JongIn.
—No debes preocuparte por mi estómago, yo puedo cocinarme solo.
—¡Solo, solo, solo! —repitió repentinamente hastiado y removiéndose. JongIn se aturdió ante el cambio de tono y sintió el frío huir de sus poros. KyungSoo se había sentado en la cama y cruzado de brazos, miraba hacia el frente con enfado, y sintió que habían regresado hacía dos noches atrás cuando discutieron por la bendita pizza—. JongIn todo quiere hacer solo, no quiere ayuda para amar ni para cocinar. Por eso está y se quedará solo.
—Oye, no es así —se sentó e inclinó hacia éste para mirarle de frente a los ojos—. No quise rechazar tu cena de agradecimiento.
—Pero rechazaste.
—No, sólo... No quiero que pienses que me debes algo. Todo lo que he hecho hasta el momento es porque...
—¿¡Porque JongIn ama a Almien!? —exclamó poniéndose de rodillas con rapidez y girándose hacia él, dejando su rostro demasiado cerca.
—Porque me agradas. ¿De acuerdo? —aunque quería sonar intimidante e intentaba contener su repentina vergüenza, no pudo evitar parpadear nervioso—. No importa en qué forma, pero haz hecho cosas bonitas hasta el momento, más allá de los dolores de cabeza que me hayas dado...
—¿Cosas bonitas? ¿Qué cosas bonitas? —preguntó asombrado.
—Tú ya lo sabes. Lo dijiste en los primeros días. Aún si siento que todavía son los primeros días... —se volvió hacia el borde de la cama—. Ya me diste una loca paz, alegría y sonrisas. Debería ser yo quien te agradezca —desvió la vista por lo bajo hacia éste.
—Bueno, entonces vamos, JongIn agradece de una vez a Almien —pronunció con exigencia.
—Sí que eres un alien vanidoso —suspiró con una sonrisa y se levantó para dirigirse a la puerta—. Voy a hacer el desayuno, haré café, aún no has probado café, ¿cierto?
—No.
—Hum... —llevó su mano al mentón de modo pensativo—. Aunque, ¿será bueno que lo bebas? Si ya duermes poco quizá no sea buena idea.
—No importa, quiero café igual, en películas siempre beben café y da energía. ¡Almien necesita energía! —aseveró con rotundos asentimientos de su cabeza.
—Si tú lo crees. Después de todo eres un completo adulto —se encogió de hombros pero antes de avanzar un paso, oyó el comentario.
—Cierto. Ahora soy adulto, pero para cuando regrese a Almien, ya seré viejo.
Eso le había dejado una sensación pesarosa, y quizá fuese más conveniente hablar al respecto cuando regresase en la tarde. Lo que menos quería era irse a trabajar esa mañana y no poder pensar en otra cosa más que en los problemas existenciales de otro.
De otro alguien, y que ni siquiera era un ser humano.
🌌
Empatizar más de lo esperado, no era algo a lo que estuviese acostumbrado; demasiado ya se cuidaba a sí mismo con no demostrar sus emociones a los compañeros del trabajo y no involucrándose con éstos tampoco más que para divertirse y distraerse un rato tras las cansadoras jornadas, como para que encima ahora la situación de Almien, le afectase el resto del día.
Suficiente tenía con pensar en cómo estaría cada hora transcurrida. En si se habría lastimado, o si habría cometido alguna inocente travesura confundiendo el uso de algún artefacto en su casa.
Creía tener suficiente con no poder sacarse de la cabeza, las ganas de volver a verlo y oírlo. Porque lo único que veía en los pasillos del supermercado, mientras colocaba precios en las góndolas, era a desconocidos comprando y hablando cosas que él no entendía, como si estuviesen hablando en otro idioma. JongIn se estaba dando cuenta, cómo los humanos también se convertían en alienígenas cuando uno no les prestaba atención en lo absoluto y sólo los dejaba pasar, como si fueran invisibles.
Era la ansiedad por alguien más que no estaba allí, la que crecía a cada minuto. Era otro alienígena, uno al que extrañaba y tenía ganas de volver a ver durante todo el día. Uno al cual le estaba entrando la curiosidad, por volver a sentir al menos una vez más, el choque de sus labios contra la fría piel de luna.
No, para su desgracia no podía dejar de pensar en Almien, ni en lo que éste habría querido decir al reiterar una vez más, que al regresar a su planeta ya sería viejo. Pero definitivamente, le había dejado pensativo y afligido también.
—JongIn, estás poniendo mal los precios, nadie va a comprar un paquete de sal al precio de una botella de aceite —resonó en un eco la voz de YiXing a su lado, quien arrastraba un carrito con cajas.
—¿Eh? ¡Oh! —sorprendido, se apresuró a remover las tarjetas de precios de las plaquetas de plástico.
—Desde que te fuiste el otro día a la casa de tu abuelita, que tienes cara de tonto enamorado —se detuvo un instante, mirándole con una expresión de obviedad.
—Claro que no, es que KyungSoo sólo me deja preocupado.
—¿KyungSoo? ¿Quién mencionó a KyungSoo? —sonrió divertido y alejándose mientras empujaba nuevamente su carrito y le despedía travieso con una mano.
—Ah... —reposó la frente contra el borde de la góndola y lanzó un suspiro pesado al mirar los precios—. Yo compraría la sal tan cara si sala bien... —murmuró fastidiado—. Qué patético soy...
Tanto como estaba sintiéndose al respecto por Almien, al intentar convencerse de cualquier cosa excepto de que realmente estaba sintiendo un verdadero aleteo en su corazón.
Cualquier excusa parecía válida, no importaba qué tan tonta se oyese, siempre y cuando distrajese su mente, de cierta no persona.
🌌
Nunca se había sentido tan liberador huir del trabajo como esa tarde. Ni siquiera cuando tenía que ir a la facultad, acabar con la jornada laboral le hacía sentir aliviado, porque de hecho cuando tenía clases, terminar con el trabajo, era sinónimo de que todavía no se acababa el día, sino que aún continuaba.
Pero esa tarde y como todas las últimas de la semana, era distinta. JongIn sabía que en la casa había alguien esperándole; y no sólo eso, sino que después de dos años sin su madre, nadie le había vuelto a cocinar, por lo cual no podía ocultarse ni siquiera a sí mismo, la felicidad contenida en su corazón e intentando alcanzar a su rostro, al llevar las bolsas con los ingredientes que KyungSoo había pedido para hacer la receta de ramen que había visto en los programas. Y aunque no tenía confianza en que fuese a salir algo delicioso, no le interesaba en lo absoluto; no cuando él mismo le preparaba platillos con peor ignorancia, si es que era posible.
Lo único que primaba entre ellos, y por lo que parecían estar conectando aquellos invisibles, fuertes y más que amistosos lazos, era por las buenas intenciones que ponía cada uno de su parte. Por ello y por el ser desconocido y altruista que JongIn no sabía que existía silencioso en sí mismo, pero que le hacía sentirse extrañamente bien al saber que Almien también estaba sintiéndose cómodo junto a él.
Ambos apreciándose el uno al otro, como si fuesen de vital necesidad para subsistir.
Al pasar por delante del cerezo, notó que el suelo estaba bañado en rosa, notablemente los pétalos seguían cayendo en abundancia. Alzó la vista y contempló que las ramas entraban en decadencia, estaban más peladas y opacas. En los segundos que duró el trayecto hasta la entrada de su casa, pensó en qué estaría ocurriendo dentro del árbol. ¿Podría éste estar enfermando por el alma de KyungSoo en su interior? ¿Intentaría echar a quien no pertenecía a su mundo natural? Quizá también querría expulsarlo, así como el cuerpo de KyungSoo a Almien.
Pensar o intentar imaginar en cómo se suponía que debería regresar cada uno al lugar que le correspondía, era un dolor de cabeza. Ni siquiera era él quien tenía que encargarse de aquella tarea, pero estar junto a Almien durante esa semana, que en realidad ya eran diez noches y nueve días, donde habían más cielos oscuros que soleados, hacía que cualquier pensamiento fuese dedicado sólo para éste y su bienestar.
No comprendía ni sus propios porqués, pero cada día parecía estar acabándose cada vez más rápido que el anterior. De a ratos, temía que Almien estuviese irreparablemente afectándole su humana percepción del tiempo en la Tierra. Cada segundo junto a él era valioso, en cada uno descubría cosas nuevas; y sin embargo, todo sumado, era un vasto conocimiento, un proceso muy largo para tan pocos días de asimilación.
Su mente se agilizaba junto con el extraterrestre, intentando también seguirle el ritmo, y entonces creía que sí; que quizá era completamente posible enamorarse de alguien día a día y sobre todo, si estaban cada uno de esos días amaneciendo uno al lado del otro. Intercambiando información, conversando, teniéndose tan sólo el uno al otro para mirarse directo a los ojos, y preguntarse lo que dos extraños entre sí nunca se cuestionarían.
Cuando no había nada interesante en la vida y de repente sucedían cosas maravillosas, el tiempo transcurría inescrupulosamente rápido; pero cuando se detenía a analizar la velocidad, a recordar todo lo que había sucedido hasta el momento, cada pequeño instante se sentía eterno. La memoria le hacía recrear cada escena de un modo tan lento, que perdía más tiempo haciéndolo perdurar en su mente, sólo para que se extendiese un poco más en su presente.
—¡Nini regresó! —oyó la voz alegre de KyungSoo apenas entrar en la casa, éste corrió hasta él y se lanzó inesperademente en un abrazo.
—¿Cómo me llamaste? —lo apartó con sorpresa.
—Eh, niní... En Almien significa corazón... —susurró, retractándose también del afecto y llevando las manos hacia atrás, para mirarle con una sonrisa contenida.
—¿Te acabas de avergonzar? —le miró curioso.
—Eh... Sí.
—¿Sí? ¿Desde cuándo?
—Desde cuando JongIn dijo “¿desde cuándo?” —entonó imitando su tono más suave.
KyungSoo podía ser muy listo para distraerle con su verborragia descontrolada y disparatada, pero en lo absoluto era capaz de controlar las reacciones y movimientos involuntarios de su cuerpo, por lo que no tardó en hacerse obvio el pestañeo frecuente e inconsciente en sus ojos.
—¿Te acaba de dar un tic nervioso por avergonzarte? —observó divertido.
—Sí —volvió a aseverar y los parpadeos se volvieron cada vez más reiterativos.
—O estás mintiendo —se acercó más a su rostro.
—¡No! —exclamó parpadeando y asintiendo con su cabeza.
Aquello comenzaba a serle gracioso y parecía ser alguna clase de reacción que Almien no detectaba.
—Bien, te creeré... de momento —susurró acercándose a su oído—. Si eres un Almien no podrás mentir por mucho más tiempo, sea lo que sea que hayas hecho —se alejó bruscamente—. ¡Traje lo que pediste! —exclamó levantando sus manos con las bolsas y avanzando hacia la cocina.
—¡Encontré videos de mamá de JongIn, diciendo Nini a niño JongIn! —el grito parecía más una amenaza que una confesión, pero Almien le observaba con una mirada arrepentida.
—¿Qué? —se giró a verle conmocionado.
—Había discos pequeños en cajas de habitación de padres, y un aparato que decía “reproductor de- ve- de”. Y usé y funcionó. Padres de JongIn son buenos. Niño JongIn sonreía mucho y daba besos y abrazos... —murmuró emocionado y acercándose, hasta que entonces, los brillantes ojos regresaron a la decepción—. Pero ahora no...
—Así es, ahora no. Esas son cosas del pasado. Ahora es presente, y crecí. Como tú lo estás haciendo también. ¿No? —inquirió intentando dejar el tema de sus padres atrás, quizá así KyungSoo comenzaba a hablar sobre lo que había dicho en la mañana.
Quizá más bien Almien, podría explicar eso de que cuando regresase a su planeta ya sería un viejo.
—Sí. Pero Almien nunca deja de ser feliz. No importan años. No importa si es pasado, presente o futuro. Siempre será Almien. Edad es sólo edad. Alma está intacta toda la vida.
—Para valerse sólo del alma, es un alivio que no tengan cerebro. Los cerebros humanos envejecen, y algunos se atrofian tanto que olvidan muchas cosas importantes de su vida.
—Alma no olvida —aseveró—. Sólo no recuerda todo. Recuerdos llegan lentos, como de KyungSoo... ¿Cerebro de JongIn se atrofió?
—¿Qué? Claro que no, ¿por qué dices eso?
—Porque parece que no recuerda a padres.
—Sí los recuerdo. Sólo que no quiero hacerlo. Eso es diferente.
—¿Por qué? —preguntó casi con espanto.
—Porque sino los extraño. ¿Contento?
—Oh... Entonces, ¿por eso no da cariño a Almien? —alzó las cejas curioso.
—¿A qué quieres llegar con todo esto? —ya comenzaba a notar hacia donde iba el rumbo de la conversación, y definitivamente quería evitarlo, o Almien acabaría nuevamente pidiéndole que lo ame con la facilidad que miraba televisión—. ¿No ibas a hacer la cena? Así comeremos dentro de un año luz.
—¿Y?
—¿Cómo que «y»?
—Está bien para mí.
—No para mí, ¡tengo hambre!
—Entonces cocínate.
—Claro que lo haré, vaya decepción —se dió la vuelta intentando ocultar su indignación.
Claro que se sentía traicionado al haberse ilusionado con que KyungSoo cocinaría para él. Ahora habían acabado en una burda pelea otra vez, donde el extraterrestre le respondía de ese modo tan desinteresado.
Qué amarga se saboreaba la propia medicina. Qué deliciosa debía ser para Almien quien amaba ese sabor.
Pero tan pronto se disponía a dejar las cosas en la mesa, sintió la frialdad de los brazos atraparlo por detrás y la mejilla reposándose en su espalda. Dejándolo de piedra pero no por la temperatura del cuerpo abrazándole, sino por la sorpresa de sus impredecibles actos.
—JongIn tampoco quiere dar cariño a Almien porque no quiere extrañar...
Las manos sujetándole la remera por delante, se estrujaron haciéndole un leve cosquilleo; el remolino en su interior era muy grande como para definirlo con algún pensamiento racional, las emociones querían estallar en forma de llanto, pero también demostrárselas en forma de otras acciones, por lo que sin atreverse a analizarlo demasiado, también reposó una mano encima.
—Cuándo dejarás de tener razón en todo lo que digas... —susurró apenas, agachando la cabeza, mirando hacia la mesa y esperando que no cayese ninguna lágrima delatora.
—Cuando JongIn abra su corazón —respondió a la par que le acariciaba también el pecho con la calidez que no existía en su piel, pero sí en sus intenciones.
—Mi mamá se suicidó... Ya no está. Se fue al cielo, ¿tú la has visto alguna vez? —murmuró quebrado y sintió como la frente se mecía en negación contra su espalda. Vio finalmente la mesa mojada en aquella llovizna imperceptible de sus ojos.
—No, pero Almien siempre siente protección en casa de JongIn cuando no está. Debe ser madre...
—Seguro que sí... Sobre todo si papá sigue en ese trabajo que sólo consume su vida. Cada vez que se va, es como el último día que ví a mi madre. No sabía que ella ya no estaría cuando regresase. Y con él, aunque esté con vida... nunca sé si regresará.
—Corazón nunca tendrá seguridad si se cierra. Siempre abierto a nuevas oportunidades y experiencias. Corazón cerrado se llena de orgullo malo, de polvo alérgico que aleja a otros humanos. Se transforma en incertidumbre y es peligroso para JongIn.
—Y luego también te irás tú... —apretó un poco más fuerte la mano que le acariciaba el estómago—. No es justo, ni siquiera ha pasado tanto tiempo, no pude conocerte del todo. No puedes irte sin cumplir tu misión.
—Almien se irá cuando JongIn dé lo que Almien necesita. Y... Ese es el tiempo que JongIn está tardando. Corazón se está abriendo rápido, doloroso pero rápido. Pero despedida será larga y bonita. No dolerá...
Y tal vez era un impulso muy rápido como todo lo que estaba sucediendo hasta ese día, pero si así era como su corazón se estaba abriendo según Almien, si así era como transcurrían los sentimientos con el paso del tiempo, entonces ¿por qué no lo iba a hacer? ¿Por qué no iba a aceptar que los sentimientos de ambos, de ese alien y de él, como humano, estaban fuera de órbita?
Se giró sin soltar la mano y KyungSoo le contempló con una compasiva sonrisa, éste llevó la palma libre a una de sus mejillas y le acarició con suavidad. El frío nunca había sido tan agradable, nunca había sido tan caliente, era como un cubito de hielo reposándose en su piel, y fundiéndose eternamente. Jamás dejaba de derretirse. El frío se expandía como el universo, pero en el centro de su toque, todo ardía como el Sol.
—KyungSoo... Almien —le miró dudoso, con el corazón repiqueteando como una nerviosa lluvia—. ¿Cómo quieres que te llame?
—Como JongIn se sienta cómodo.
—¿Soolmien? —estiró una sonrisa, apenado ante el apodo.
—Soolmien... Suena bien, parecido a Soulmien, estrella más brillante de Almien.
—Entonces... Soolmien, no sé cuántos días te queden aquí en el planeta Tierra o en mi casa, pero mientras tanto... ¿quieres salir conmigo?
Su titubeo tímido, había salido sin más rodeos; pero los ojos brillantes como en efecto eran las estrellas, como lo era realmente KyungSoo, en ese instante dejaron de parpadear y se iluminaron como el firmamento más claro que jamás hubiese visto, hasta que la voz le desconcertó al nivel de regresar a la exasperación otra vez.
—¿Salir a dónde?
Ese momento merecía paciencia, y Almien también merecía una declaración probablemente más específica; después de todo, él tampoco podía quedar como un idiota tras lo que acababa de decirle. Tenía que dejarle en claro lo que era en esa situación «salir».
—Es... una forma de decir cuando... ah, ahora sí es más difícil ponerlo en palabras —exhaló frustrado, mordiéndose el labio con inquietud y siendo sorprendido cuando los dedos de KyungSoo se apoyaron sobre su boca, callándolo de lo que sea que fuese a decir para explicarse.
—No muerdas labio o se lastimará. Además, Almien ya sabe qué significa salir —sonrió alejándose un paso y haciéndose a un lado para tomar las bolsas de la mesa—. Sólo estaba molestando a JongIn otra vez.
—¿Molestando?
—Sí. Para que ame más.
—¿Cómo?
—Pues con corazón —se encogió de hombros con naturalidad y llevando todo a la mesada dispuesto a lavar los vegetales.
—No me refería a eso... Ni siquiera puedo estar seguro de que hayas entendido lo que dije.
Y entonces KyungSoo volvió a hablar una vez más. La última antes de que JongIn, aturdido de todo lo que acababa de confesar, fuese a darse un baño para reflexionar que en efecto, no había perdido completamente la cabeza.
—Acepto salir con JongIn. Y para empezar, mañana quiero ir a cine y ver película romántica. Sino... —frunció el ceño—. Almien no hace comida.
🌌
Aunque ya no debería sorprenderle más nada hasta ese momento, JongIn de todos modos lo estaba al probar la comida que KyungSoo había cocinado. Era incluso más deliciosa que la que él mismo había hecho días atrás, pero claro que eso último no se lo iba a decir; sólo se contuvo de sonreír cual niño disfrutando de su platillo favorito.
—Supongo que el verdadero KyungSoo tiene habilidades culinarias, por eso te salió tan sabroso —meditó al llevarse los palillos con ramen colgando a la boca.
—Supongo que JongIn no tiene habilidades culinarias, por eso comida de Almien es mejor —respondió alzando el cuenco con el caldo restante y bebiéndoselo rápidamente.
—Estás haciendo que me arrepienta de haberte dicho de salir...
—¡JongIn cocina delicioso! ¡Almien nunca será mejor! —exclamó exaltado y golpeando el cuenco bruscamente contra la mesa—. ¡Por eso JongIn lleva a Almien a cine!
—Está bien te llevaré al cine... —prosiguió con calma y diversión al ver la desesperación—. Pero a ver la película que yo quiera.
—No importa, convenceré mañana a JongIn para que veamos película de amor —asintió con certeza.
—¿Cómo que mañana?
—Sí, porque hoy, ¡JongIn ya hizo un gran avance! —sonrió satisfecho y se levantó para servirse más comida.
Nunca se habría imaginado que Almien estuviese poniéndolo en alguna clase de prueba, y de hecho hasta se sentía ligeramente humillado al darse cuenta de que su avance era supuestamente tan lento, pero también estaba igual de sorprendido al aceptar que era cierto; él mismo se estaba permitiendo avanzar con aquel sentimiento inquieto y caluroso en su pecho y que subía hasta sus mejillas, evaporando su capacidad de razonamiento.
Cuando acabaron, dejaron los platos y cacerola en el lavavajillas, JongIn se fue a la cama primero y KyungSoo le dijo que se quedaría a guardar las cosas y la comida que había sobrado. Pero para cuando terminó, no se esperaba que éste siguiese de largo su puerta para irse hasta la habitación de su padre.
Sintió que había aguantado despierto todo ese tiempo en vano. La vergüenza y decepción lo invadían por segunda vez en la noche; y aunque se culpaba así mismo, porque no debería estar esperando nada, lo hacía. Estaba esperando al frío cuerpo recostarse junto a él, y descubrir el cómo KyungSoo aparecía cada mañana a su lado. Ahora justo cuando resultaba que él estaba comenzando a aceptar que algo le pasaba por el corazón, por el cerebro y el alma, cada vez que pensaba en Almien; era precisamente que éste decidía comportarse decentemente y dormir solo.
Quería resistir las ganas de levantarse y preguntarle porqué estaba haciendo eso, pero prefirió ignorarlo; seguramente KyungSoo en pocos minutos, cuando él se quedase dormido, se inmiscuiría entre sus sábanas. Por lo que así se quedó, desvelándose una hora entera, aún cuando su idea era dormirse apenas sentir la gelidez acogedora que nunca llegó.
Quería dejar de pensarlo de ese modo tan persistente, como si fuese un adolescente enamorado mirando el techo e imaginando escenarios irreales. Porque no lo era, ni adolescente, ni irreal. Y KyungSoo tampoco estaba tan lejos como para no poder verlo a la hora que se le antojase. Así que finalmente, rendido y al borde del malhumor por la eterna espera y ansiedad, se levantó para encaminarse hasta la puerta de la habitación de su padre.
Recostado contra varios almohadones y con los audífonos puestos, KyungSoo miraba absorto la pantalla de su celular, el cual desde que éste lo usaba nunca era necesario cargarlo. Los ojos parpadearon y se alzaron al notar que él le observaba. Hacer conexión con la mirada luminosa pero única como siempre, le hizo viajar durante un par de segundos, al resto del universo. Sólo era necesario ese escaso instante para transportarse a mundos de desconocidos sentimientos, a aventuras de noches de verano en medio del campo, y cielos estrellados.
Era ridículo, pero Almien lo hipnotizaba a través de los ojos de KyungSoo, y simplemente deseaba que ese momento perdurase para siempre. Contemplándose ambos en silencio y con el aprecio nacido en la constelación más pequeña de sus almas. Sabiendo que eran completamente diferentes, pero al mismo tiempo iguales. Los dos compartían la misma estrella personal, pero ahora estaba dividida y le pertenecía a lugares y tiempos diferentes.
Y JongIn lo presentía como nunca antes lo había hecho con nada ni nadie. Quedaba muy poco tiempo, y no quería que nada se acabase. No quería que Almien se fuese. Quería continuar muchos días más a su lado.
Pero las sensaciones en su interior, diciéndole que aquel sentimiento debía ser parecido a experimentar un efímero truco de magia y que el hechizo pronto se rompería, le gritaban que cada día podía ser el final; y él cada día al caer rendido en su cama, podía estar seguro de que KyungSoo a primera vista, y Almien desde sus exclamaciones más inocentes, le habían gustado siempre.
—¿Qué pasa JongIn?
—¿Por qué no viniste a acostarte conmigo?
—Iba a hacerlo cuando ya estuvieses dormido.
—¿Y cómo sabías que no lo estaba?
—Corazón aún latía veloz.
—¿Escuchabas mi corazón latir desde aquí?
—Sí.
—Yo... también quiero escuchar tu corazón latir —confesó al avanzar un paso y apretar nervioso con su mano la perilla de la puerta.
—Entonces... JongIn acuéstate con Almien, y escucha corazón de KyungSoo. Abraza cuerpo de KyungSoo, y sentirás como... Almien te ama.
Continuó avanzando, con una innegable y rígida timidez, pero sin dejar de mirarle. KyungSoo se hizo a un costado en la cama, y aunque JongIn creía que todo podría ser uno de sus más secretos sueños, era real. Como siempre lo había sido todo, tanto lo triste y devastador, como lo que en verdad estaba acelerando nuevamente sus latidos y haciéndole feliz por dentro, intentando estallar por fuera en forma de más contacto, de más cariño. Todo era real.
Se acomodó junto a KyungSoo quien lo encerró entre sus brazos; se acurrucó como si por esos momentos él fuese el extraterrestre ante aquellos sentimientos embriagadores, y reposó su frente contra el pecho que lejos estaba de darle frío. El retumbe enérgico del corazón enardecía la sangre de ambos. Latían desenfrenados, y JongIn no podía creer como alguien, un ser no humano podía estar sintiéndose asi por él, de ese modo tan intenso, en tan sólo diez noches.
Pero sucedía, y él también ya se había entregado tan rápido y fácil. Tanto al sueño y cansancio, como al calor emanando del centro de sus descongeladas almas.
Almien amándolo, era lo que los convertía a ambos en cada vez, un poco más humanos.
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Muchas gracias por leer <33 💖
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