Capítulo 1
Almendras amargas
1
Londres
Siete años después de las grandes batallas
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Radamanthys estaba de pie delante de una larga fila de cabinas telefónicas ubicadas en aquella calle transitada a pocos metros de Trafalgar Square. El joven respiraba agitadamente pensando cuál de todas podría usar para hacer esa llamada que llevaba retrasando desde hacía varios meses, la llamada que podría cambiar toda su vida le causaba un intenso terror pues, le costaba mucho anticiparse a lo que le dirían por teléfono sintiéndose ridículo.
Solo era una simple llamada telefónica, ¿correcto? Lo único que necesitaba hacer era marcar el número indicado en el papel y tener un bolígrafo a la mano para tomar nota de unos datos que le proporcionarán, eso sería todo.
—¡Basta, deja de comportarte como un novato asustadizo y marca ya de una buena vez el maldito número!
Deposito unos cuantos peníques dentro de la caja telefónica apenas descolgó el gastado auricular en color negro, presionó número por número lentamente en el tablero metálico mientras los dígitos aparecían uno a uno en el sucio display del dispositivo. Esperó un poco tras pulsar el último de los once dígitos y finalmente se dejó escuchar la voz mecanizada de una operadora.
—Gracias por llamar a la RSAC, por favor pulse los seis números del folio ubicado en la esquina superior derecha en la primera página de su panfleto —el espectro los digitó obedientemente—. Gracias, por favor escuche cuidadosamente la siguiente información: Deberá presentarse el día... del mes... del año... a las ... horas en nuestra oficina ubicada en... Es muy importante su asistencia puntual ya que ese día deberá llenar los formularios previos a una cita de evaluación. Si desea que repita la información, presione la tecla 1.
Radamanthys tomó nota rápidamente de lo que escuchó repitiendo la info solo para confirmar terminando la llamada unos segundos después devolviendo el auricular a su sitio.
Se quedó un momento más dentro de la cabina telefónica tratando de entender lo que acababa de ocurrir: una voz mecánica le proporcionó una fecha para una primera visita, dicha cita tendría lugar en exactamente dos semanas. Ahora se sentía aún más inseguro de lo que estaba por hacer. El espectro se recargó en la pared sucia de la cabina sacando un cigarrillo, al cual prendió fuego rápidamente, pasando sus ojos por la última página del panfleto:
La RSAC somos un grupo autorizado por
diferentes oficinas gubernamentales y las oficinas
de Su Majestad la Reina para ofrecer apoyo a todos
aquellos inmortales que decidan reincorporarse
a la sociedad.
¡Estamos para ayudarle!
¡Sabemos lo aterrador que pueden ser los nuevos tiempos!
—Caray... —lanzó un largo suspiro cerrando los ojos guardando el panfleto con la información escrita en su bolsillo del pantalón— No hay marcha atrás, ya llame y está agendada la primera cita. Vamos, cálmate ya, solo acudirás a un simple llenado de formularios, no a la orca —dejó escapar una larga bocanada de humo sintiéndose menos tenso.
Volvió al Inframundo momentos después ya que no deseaba ser cuestionado por nadie. Había pensado en comentarle tanto a Minos como Aiacos sobre lo que pensaba hacer, pero, luego de dejarlo pasar por varios días y viéndose presa de sus propias dudas e inquietudes, es que desechó esa idea por completo. De momento sus amigos no sabrían sus intenciones pues no tenía forma de explicar lo que sucedería después, ¿que tipo de proceso era y cuánto tiempo tomaba? No lo sabía aún.
Hablaría con Shaina primeramente en cuanto tuviera más información al respecto, solo debía aguardar dos semanas exactamente, hacía tiempo ella le dijo que lo esperaría el tiempo que fuera necesario animándolo a inciar el proceso y siguiera las instrucciones al pie de la letra lo que no debía ser tan complicado.
—Dos semanas pasarán rápido —se dijo ocupando su despacho en el templo Caina preparándose para pasar el resto de la semana en el salón del juicio.
Varios días de terapia ocupacional le vendrán bien para distraerse y atender esa cita lo menos estresado posible; además, debía analizar varias cosas respecto a las reglas que debía cumplir para que Hades le conceda volver a ser normal.
Estaba nervioso, pero al mismo tiempo deseaba que los días pasaran más rápido.
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Whitechapel
Dos semanas después
Radamanthys caminaba por las transitadas avenidas rumbo a Whitechapel sin entender por qué esa gente tenía sus oficinas en el barrio más bohemio de la ciudad. Apenas se percató donde estaban ubicadas, más se preguntaba la legitimidad de todo lo que estaba por suceder y que clase de personas o personajes llevaban dicha oficina.
Mientras recorría las calles, es que se percató de que, en una de las tantas callecitas silenciosas, estaba ubicada la casita rentada que compartió con Shaina durante treinta días hacía un par de años haciendolo sonreír. Esos días fueron felices, tranquilos y casi de ensueño, días cuyo encanto no habían vuelto a repetir desde entonces. Tras lanzar un largo suspiro, el espectro aceleró el paso revisando su reloj de pulsera, debía presentarse justo al mediodía así que se preparó con suficiente tiempo vistiendo traje oscuro y camisa clara sin corbata.
Por un lado y el otro le pasaban empleados de las oficinas cercanas que salían a almorzar buscando algún restaurante vacío donde comer algo rápidamente y a bajo costo. Los autos y autobuses congestionaban la avenida principal al lado de los edificios de oficinas, locales comerciales, restaurantes y el mercado de Spitalfields el cual rebosaba de actividad y turistas.
Hacia un día estupendo aquella tarde a inicios de otoño.
Radamanthys se detuvo justo en la esquina de la calle donde debía girar a la derecha, solo para corroborar que fuera la correcta, adentrándose con calma buscando el número indicado por teléfono. Aquella calle estaba menos transitada que el resto por donde pasó notando la ausencia de personas y los pocos autos estacionados parecían llevar algo de tiempo ahí.
En esa calle se podían apreciar casas altas de fachada blanca y puerta verde oscura, de buen aspecto, numeradas en orden descendente.
—El correcto es 77... —repetía mientras miraba a un lado y al otro de la calle pasando los números 90, 88, 86... Yendo despacio hasta llegar a la numeración de los 70— ¿Qué tan lejos estará?
Sin embargo la numeración del 70 al 79 se encontraba oculta en un callejón aledaño al que se llegaba cruzando un pasillo ubicado entre las casas 69 y 80. Radamanthys no entendía bien hacia dónde se dirigía, tan solo se limito a seguir un señalamiento que indicaba que debía cruzar ese pasillo oculto topándose con un amplio patio trasero y el resto de las casas que faltaban.
—La casa 77 —la que ostentaba el número era una construcción estrecha de tres pisos, fachada color blanco y ladrillo rojo, ventanas de marcos anchos y puerta principal en color verde.
El espectro se aproximó con paso lento notando el perenne silencio a su alrededor, nadie cruzaba aquel patio cerrado ya que no había salida hacia ningún otro lado pues las casas estaban acomodadas en forma circular alrededor de esa explanada. Radamanthys llamó a la puerta no estando seguro de quién respondería ya que no había indicador de que esa construcción fuera una oficina; en realidad, parecía más una casa habitacional común y corriente.
El juez rubio llamó a la puerta tres veces y nada sucedió, estaba a punto de golpear una cuarta vez cuando esta se abrió de la nada. Lo primero que el Wyvern pudo apreciar fueron las paredes en color claro y los muebles sencillos en tonos cafés y madera. El interior de la casa parecía haberse quedado en los principios de 1900 agradándole mucho ese tipo de decoración yendo con pasos lentos hacia la recepción ubicada a su lado izquierdo notando la presencia de una sala de espera al lado derecho del pasillo principal.
—Buen día —dijo a la mujer detrás de la recepción quien apenas si levano la cabeza—, tengo una cita al mediodía.
—Buen día —respondió la mujer de grandes gafas redondas y cabello oscuro recogido en un grueso moño— ¿Me puede indicar el número de folio que está en su panfleto, por favor?
Radamanthys entregó la información solicitada esperando que ella confirmara el dato en su libreta de citas mientras el espectro pasaba sus ojos por el salón donde estaba. Analizó los cuadros, las lámparas de mesa con pantallas altas llenas de flecos largos, las mesitas circulares colocadas al lado de las sillas y las cortinas oscuras perfectamente corridas en las ventanas.
Había algo un tanto extraño en los cuadros en las paredes y ciertos grabados en los muros, sin embargo sus observaciones fueron interrumpidas por la recepcionista quien lo llamo en voz alta.
—Necesito que llene este formulario lo mejor que pueda —indicó la mujer un momento después—, trate de responder adecuadamente las dos únicas preguntas que estan escritas. Una vez que termine, por favor devuélvame las hojas y el Señor Device tendrá una charla con usted.
—De acuerdo...
Radamanthys tomó asiento en una silla de madera colocada frente a una sencilla mesa circular ubicada en un extremo de la sala de espera.
El espectro leyó la única hoja del formulario cuya primera parte era información sobre el solicitante, preguntas generales que el espectro no podía responder: podría indicar cuál era su día y mes de nacimiento, sin embargo no conocía el año exacto, tampoco tenía una dirección fija y menos un teléfono de contacto. Solo dejó su apellido como nombre sin indicar el dato de pila sintiéndose extraño al responder esas preguntas.
No obstante, las dos preguntas que tenía el formulario lo dejaron pensativo sin saber que responder: ¿Cuál es el hecho más antiguo que puede recordar y que tipo de ayuda especial requería de la asociación?
—El más antiguo... —repitió en su mente una y otra vez— Puede ser lo que ocurrió en... o lo que acontecio en... No lo recuerdo... —se sentía muy seguro de si mismo ese día al salir del Inframundo y ahora estaba sentado frente a la mesa circular sin tener idea de qué responder— ¿Cuál es el objetivo de estas preguntas? —se cuestionaba sin parar.
—Buenas tardes.
Un hombre alto y delgado vestido con una traje de 3 piezas en color café, una camisa azul a rayas y una corbata a juego apareció por una puerta aledaña observando amablemente al espectro.
—¿Todo bien, Señor W...? —el recién llegado observó rápidamente el formulario por encima de la cabeza del rubio quien lo miraba un tanto extrañado.
—Soy el Señor Device y estoy a cargo de esta oficina.
—Gracias, tengo varias preguntas. ¿Qué clase de asociación es esta? —preguntó el espectro tratando de ser lo más cortés posible— Esta hoja solo tiene estas letras en el membrete y no veo otra información.
—Primeramente tiene que saber que nuestras actividades son totalmente legales y autorizadas por la oficina de su Real Majestad y el Parlamento. Como puede ver en los permisos que cuelgan en la pared de la recepción —Radamanthys se quedó sin habla ante tanta formalidad—. Segundo. Nos dedicamos a ayudar a personas como Usted, que han vivido mucho tiempo en este mundo y que están buscando cómo volver a ser ciudadanos ordinarios y corrientes.
Radamanthys deseaba formular una pregunta mas, sin embargo no sabía como sin sonar rudo.
—Quiero disculparme por lo que voy a preguntar —indicó rápidamente observando a su interlocutor: un hombre de apariencia joven, espeso bigote, ojos claros y cabello castaño y relamido hacía atrás.
—Adelante, pregunte todo lo que necesite.
—El panfleto que recibí... no tenía texto escrito y, de la nada, aparecieron letras y párrafos. Los panfletos mortales ordinarios no hacen esas cosas, entonces... ¿era algún tipo de hechicería o algo así?
—Hace mucho que no escuchaba el término: hechicería —respondió Device con calma y agradablemente sorprendido—. Es correcto, en esta oficina contamos con una amplia diversidad de personal, dado que los inmortales que acuden por ayuda son igualmente diversos y muchos fueron víctimas de artes oscuras, por decirlo de algún modo. Así que contamos con una amplia lista de asesores.
En ese momento Device colocó ambas manos sobre la mesa extendiendo las palmas sobre la superficie.
—Aquí trabaja gente poderosa y no me refiero a poder político o social, nada de eso.
Delante de Radamanthys, el formulario se elevó de la superficie unos centímetros mientras que la mesa temblaba ligeramente volviéndose cuadrada por unos segundos y triangular instantes después dejando al espectro estupefacto.
—¡Ustedes son brujos y seguramente charlatanes! —replicó exaltado poniéndose de pie al mismo tiempo que la silla caía estrepitosamente detrás de él.
—Brujos, alquimistas, ocultistas, de todo un poco, pero jamas estafadores —los papeles volvieron a su sitio mientras la mesa recuperaba su forma inicial—. En este punto seré totalmente honesto con usted, si está de acuerdo en que lo apoyemos con las habilidades y conocimiento que poseemos, por favor continúe llenando el formulario.
—¿Y si me rehúso...? —El señor Device lo observó con calma y sin expresión en el rostro por unos instantes antes de responder.
—En ese caso, usted aparecerá en la esquina de la calle sin tener recuerdo alguno de esta penosa sesión ni rastro del panfleto.
—¿De verdad?
—Puede contar con eso, Señor W. No obligamos a nadie a hacer lo que no desea y usted claramente tiene ciertos prejuicios sobre nuestro trabajo —Device adoptó una actitud tranquila esperando que Radamanthys dejará de armar escándalo y recuperara la compostura—. Solo diga lo que desea y le será cumplido.
El espectro se sintió desarmado ante esa actitud calmada no sabiendo qué hacer pues, desde que el panfleto llegó a sus manos, se imaginó que estaba envuelto en magia y aún así, decidió llamar y agendar una cita. Lo menos que podía hacer, se dijo, era mostrar un mínimo de buenos modales y dar una oportunidad al hombre frente a el.
—Le pido me disculpe —el espectro levantó la silla tomando asiento nuevamente—, todo esto es muy nuevo para mi. Hace tiempo, la magia, la alquimia y todo eso no se consideraban algo positivo realmente, tenía una connotación negativa asociada con estafadores. Con el paso de los años deje de escuchar del tema y... nunca he lidiado con eso.
—Ya comprendo —Device hizo un movimiento rápido de manos acercando el formulario a él revisandolo con cuidado— Veo que le está costando mucho responder las preguntas del formulario, ¿puedo saber por qué?
—Tengo varios hechos en la cabeza, no sé cual de todos es el más antiguo.
Device lo observó con calma como si estuviera indagando en la cabeza de su interlocutor, no obstante aguardo paciente a que Radamanthys continuará. El rubio pensó un poco mas por varios minutos antes de responder lo primero que llego a su mente.
—Hubo un día de enero hace mucho tiempo que un hombre fue condenado a la orca en lo que hoy es el centro de Westminster, me parece que fue arrestado por intentar incendiar el edificio del Parlamento... Lo ejecutaron el día 31.
—¿Por incendiar el edificio del Parlamento?
—Así es —el espectro se percató que el señor Device tomaba nota de sus palabras.
—¿Ese evento ocurrió el día de Guy Fawkes?
—Si, trató de quemar el edificio y la fecha que la historia inmortalizó fue el 5 de Noviembre.
—Ya veo... y ¿recuerda algo más antes de eso, algún otro hecho?
—No... —Radamanthys miró sus manos entrelazadas buscando algo más en su memoria— Yo estaba entre la multitud, en aquel entonces eran muy comunes las ejecuciones públicas, no recuerdo por que estaba en la ciudad aquel dia en particular. Corrió el chisme entre los habitantes de Londres sobre lo ocurrido y él murió el último día de enero del año de 1xx6.
—Aquí dice que usted nació al suroeste de Wessex, ¿es correcto?
—Si.
—¿Y qué tipo de ayuda es la que desea de nosotros?
El espectro lo observó con aprehensión y dudas antes de responder así que Device tomo la palabra.
—Muchos acuden aquí ya sabiendo como "arreglar su situación", pero no cuentan con las herramientas para ello, otros vienen sin tener idea de como volver a ser personas mortales y dejan todo en nuestras manos. ¿Cual es su situación en particular, señor W?
—No recuerdo bajo que circunstancias me volví inmortal. Solo sé que para dejar de serlo requiero que alguien me ayude a encontrar un solo dato, mi nombre. Mi nombre de pila es el que he tenido siempre, pero no es el real.
—¿Le quitaron su nombre? —dijo el señor Device sorprendido abriendo mucho los ojos y recibiendo una afirmación por respuesta— Entiendo. Escuche, antes de dar una respuesta a esta petición necesito que mis analistas la revisen y así podre asignar a alguien para que trabaje con usted.
—Por supuesto.
—Muy bien. Con esto podemos comenzar a revisar su situación, si es que desea trabajar con nosotros, sin embargo requerimos algún medio para poderlo contactar, un apartado postal de menos donde podamos dejarle mensajes.
—Continuaré trabajando con ustedes —respondió Radamanthys firme— y no, no cuento con un medio de contacto. Pero puedo comunicarme a esta oficina por teléfono el día y hora que usted me indique.
El administrador de la oficina penso un poco poniendose de pie para buscar algo en el despacho contiguo, volvio un momento despues llevando un libro negro en sus manos pasando las paginas con calma una a una.
—Requerimos al menos diez días hábiles para poder revisar su solicitud y asignar a alguien a su caso.
—De acuerdo.
—Necesito que vuelva a esta oficina en exactamente diez días hábiles a la misma hora. Tenemos una política de no discriminacion muy estricta, independiente del tipo de persona que usted pueda ser o de las cosas que haya hecho en el pasado, sea lo que sea, nos tomamos el tiempo de revisar los casos que nos llegan sin juzgar a las personas.
—Le agradezco. Solo tengo una pregunta mas: He paseado y andado por las calles de diferentes ciudades de este pais muchas veces, incluso en la ciudad donde estaba la casa de mi familia, y jamas me tope con alguien que me diera un panfleto como este, ¿esta oficina es relativamente nueva?
—¿En que ciudad le entregaron el panfleto? —pregunto el gerente de la oficina.
—En Edimburgo.
—Los repartidores de panfletos de Escocia son los más hábiles en el trabajo de identificar inmortales a la primera, en comparación con los que están en Londres a quienes les cuesta mas trabajo y han sido víctimas de penosos errores.
—Comprendo.
—Esta oficina se fundo hace unos 180 años y, si me lo permite, puedo narrar un poco de la historia en nuestra siguiente reunión.
—Me parece bien.
Radamanthys salio de la oficina pasadas las tres de la tarde sintiéndose menos tenso y en paz. Al menos pondrían su caso sobre la mesa y alguien le echaría un ojo, ya no quiso pensar más en el tema enfocandose en otra cosa: moría de hambre luego de esa interesante reunión, así que sin perder el tiempo busco donde comer algo camuflajeandose entre los empleados y oficinistas que aparecían de un lado y del otro en la ajetreada avenida.
—Hoy es lunes, debo volver exactamente en dos semanas —penso un poco mientras iba con lentitud por los concurridos pasillos del mercado.
Volvió al Inframundo un par de horas mas tarde.
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Para poder conceder su regreso al mundo mortal, Hades solicita el cumplimiento de tres requisitos: una autorización firmada, tanto por Minos como por el dios, que Radamanthys -o quien deseara irse- dejara listo a un reemplazo totalmente capacitado en sus nuevas funciones y, el requisito mas importante, que presentara ante Hades su nombre real. Cuando un habitante del Inframundo conociera su nombre, y fuera capaz de recordarlo, será dueño nuevamente de su vida mortal.
—Solo necesito pensar en quien podría ser el mejor candidato para ocupar mi lugar.
Estaba frente a la amplia mesa de la sala de trabajo en Guidecca absorto en el análisis de su personal repasando sus rostros uno a uno. Queria dejar a alguien perfectamente capacitado como nuevo juez de Wyvern y que tuviera el carácter suficiente para comandar al ejercito cuando llegara el momento de la siguiente guerra santa.
—Aunque aun faltan más de 200 años para eso... —pensó distraído escuchando como la puerta del salón se abría a su derecha escuchando las voces de Minos y Aiacos haciendo que el dragón heráldico devolviera su atención al libro de registros que revisaba.
—Vaya, miren quien está aquí —Minos lo miró irónico y molesto— ¿Donde rayos has estado? Me informaron que saliste varias veces en los pasados dias.
—Solo fui a distraerme, no me permites fumar en este salón.
—Por supuesto que no —respondió el griffón tomando asiento mientras Aiacos se dirigía a la sala contigua—, amigo. Sabes bien que me molesta que expulses mas humo que la chimenea de un ferrocarril.
—Que exagerado —Radamanthys no dijo mas buscando su pluma y el tintero para hacer anotaciones en el libro de registros abierto frente a el.
—Bien pues sigamos con los reportes semanales. Lo lamento, pero estaremos aquí hasta que el cuerpo aguante, tenemos mucho trabajo.
—Como digas, Minos.
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Un par de días después, Radamanthys se reunió con Shaina en las inmediaciones del Santuario emocionado por decirle lo que habia ocurrido en aquella misteriosa oficina; el espectro narro con detalle lo que presencio, el tipo de personas que lo atendieron y los siguientes pasos a seguir para avanzar en el proceso.
—¿Crees que esas personas sean confiables? —pregunto la joven mirando al infinito desde aquella banca de piedra en el parque donde paseaban— Suena a que son personas "extrañas".
—No puedo decirlo por ahora, espero que sean profesionales y sepan lo que hacen.
—Si, porque me preocuparía que te tomaran el pelo —la joven pensó un poco antes de hablar—. Si llegas a detectar algo extraño, házmelo saber.
—Claro, pero, tomalo con calma, no se ven como charlatanes o lo disimulan muy bien.
No obstante, el espectro omitió la información de que los asesores de esa oficina eran hechiceros y cosas así puesto que Shaina no entendía muy bien esa clase de "habilidades". El tema del panfleto no lo sabia explicar pese a que la joven lo observo una y otra vez, algo le decia al wyvern que ella era aun mas escéptica que el para esas cosas y, a fin de evitar discusiones innecesarias, mantuvo el silencio refiriendose a ellos como simples "asesores con diferentes habilidades".
—Tengo ciertas dudas respecto a lo que pretendes hacer —decia ella pensativa—, pero, dar el beneficio de la duda no me cuesta.
—Gracias.
Se levantaron para pasear otro rato antes de acompañarla a casa ya que el debia volver al Inframundo lo antes posible pues la pila de trabajo no hacia mas que aumentar.
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Los diez días transcurrieron demasiado rápido para el juez rubio, este volvió al número 77 a la hora pactada siendo recibido amablemente por la recepcionista quien le pidió que aguardara por el Señor Device en la sala de espera. Radamanthys tomo asiento observando con detalle los cuadros en las paredes y los grabados en las columnas y el techo. Detalle que llamo su atención desde el primer momento, pues los cuadros no eran comunes siendo estos grabados que representaban alegorías a la magia, a la alquimia y sus procesos, y diferentes escenas que él conocía gracias a Minos quien había leído muchos libros al respecto.
El joven levanto la mirada al techo sobre el cual estaban trazadas lineas una tras otra que formaban figuras muy especificas y que parecían estar en cada una de las habitaciones de esa casa.
—Es geometría sagrada... —se dijo en voz baja.
—Asi es —el señor Device, quien ahora vestía un traje azul de tweed, apareció por la misma puerta que daba a su despacho estrechando la mano del espectro—, que gusto verlo nuevamente, Señor W. Pase por aquí, le contaré un poco la historia de nuestra asociación antes de que pasemos a lo que le concierne.
Device le narró que, hacía unos 190 años, existió un alquimista quien estaba ya en sus últimos años de vida. Habia dedicado gran parte de su tiempo a la conversión de materiales en oro, tal y como hacían los de su oficio, hasta que un buen día, un inmortal toco a su puerta pidiendo ayuda. El pobre hombre era un despojo humano quien llevaba ya mas de 500 años de vida y solo deseaba buscar el modo de terminar con todo.
—El hombre aquel deseaba morir, era lo único que deseaba, así que busco al alquimista quien le confeso que no tenia dicho conocimiento, pero conocía a otra clase de personas que podrían ayudarlo. Como bien sabe, señor W, los magos y hechicieros han habitado este pais desde tiempos inmemoriales, no están visibles al ojo humano ordinario, pero se les puede encontrar si se sabe donde.
Así el alquimista busco a un miembro de la comunidad mágica y le invito a conocer al inmortal quien le explico su situación y así, entre los dos hombres de habilidades extraordinarias, trabajaron día y noche por mas de cuatro o cinco años hasta lograr ayudar al inmortal tras varios intentos fallidos.
—Al ver el buen resultado que tuvieron, es que decidieron colaborar juntos proporcionando este tipo de ayuda, pero lejos de los ojos de la gente a quien todo le escandaliza. Sus hazañas llegaron a oidos de su Majestad la Reina Victoria quien los mando llamar pidiendo explicaciones. Luego de que ella escucho el extraordinario relato es que les permitió continuar trabajando bajo el mas estricto secreto.
Razón por la cual la oficina se estableció en la zona industrial de Spitafields, muy lejos de las calles que frecuentaban las personas respetables y asi nadie pondria sus ojos en ellos.
Radamanthys escucho el relato realmente interesado sin dejar de analizar las formas y lineas, sobre paredes, columnas y techos, que conformaban las figuras de geometría sagrada. Elementos protectores del establecimiento. De igual forma, diferentes laminas que pertenecían a los juicios de brujas que tomaron lugar por todo el pais los últimos 500 años, colgaban de las paredes decorados por bellos marcos.
—Y bien, señor W, hemos decidido que tomaremos su caso y le ayudaremos hasta donde podamos.
—¿De verdad?
—Asi es. Sin embargo le pido que tenga en mente la posibilidad de que la información que usted busca puede haberse perdido con el paso del tiempo. Esto es que, dada la antigüedad de su posible fecha de nacimiento, cualquier registro pudo haber sido destruido por causas naturales, desastres u otros y sea irrecuperable.
—Comprendo, también lo he considerado —respondio el espectro pensativo y flexible.
—Tenemos a alguien que es bueno encontrando cosas y personas. El esta apoyando a otro grupo ahora mismo y tardara un tiempo en desocuparse. Estará disponible en un mes mas o menos, si no le importa esperar.
—No tengo inconvenientes, he esperado hasta ahora.
—Gracias por su comprensión.
El espectro salio de la oficina entendiendo porque seria mejor tener un numero telefónico o un apartado postal a la mano ya que podría ahorrarse tiempo. Sin embargo, salir cada tanto a ver la luz del sol y charlar con alguien diferente no le venia mal. Su siguiente cita sera en 30 días exactamente a la misma hora, habia llegado el momento de conocer a la persona que le apoyaria de ahi en adelante.
El espectro encendió un cigarrillo emprendiendo el camino de vuelta a casa.
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Continuará...
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*Notas: Hace tiempo que no escribía sobre mi querido Rada y es que aproveche este relato pendiente para sacar mas headcanons sobre el y ahondar un poco en el tema del "panfleto", espero sea corto pues todo estará en el punto de vista de Rada, es decir, no pretendo ahondar en los OCs que componen este relato pues no lo considero necesario ya que son temporales para la historia y nada mas.
La idea para el tema de los "asesores" la tome de mi relato "La estrella del Zenith", si bien no es el mismo universo, si seria el mismo tipo de personajes.
Gracias por leer. :)
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