Fuego celestial
LEAH
El vuelo había sido una verdadera tortura; mi espalda dolía enormemente producto de estar sentada por casi catorce horas, mis piernas estaban matándome y por si fuera poco, tenía el corazón destrozado y esperanzado al mismo tiempo, así que la ansiedad me jugó una malísima pasada desde que salí de casa. Como no había nadie que pudiera cuidar de Bonnie lo suficientemente bien, decidí pagar para traerlo conmigo. Amelie jamás me perdonaría si le ocurría algo a su mascota, estaba segura de eso.
Liam tuvo que quedarse, los compromisos de último minuto le impidieron viajar con nosotros, pero honestamente no quería que dejara de trabajar por mí, y menos que perdiera la oportunidad de venderle uno de sus cuadros a otro famoso quien se interesó en él. Iba a extrañarlo sin duda, pero estaba segura de que Amelie estaría bien... deposité todas mis esperanzas en aquel pensamiento, no podía dejar de creer, tenía que tener mi fe intacta, aunque admito que el miedo solía ganarme en algunos momentos.
Yun se veía serio, afligido... sus ojos dorados estaban completamente hinchados. Jamás mostró su vulnerabilidad frente a mí, pero era bastante obvio lo mucho que le afectaba. Durante el viaje no hablamos demasiado, ninguno de los dos se sentía lo suficientemente bien para hacerlo, no podíamos ignorar el hecho de que posiblemente hubiéramos perdido una amiga muy querida.
Al arribar al aeropuerto de Seúl nos preguntamos cómo demonios nos comunicaríamos. No contábamos con internet fuera de este enorme lugar para usar alguna de esas aplicaciones de traducción a tiempo real. Aunque, estaba segura de que podíamos buscar algún punto donde vendieran alguna tarjeta sim para empezar a llamar a nuestros conocidos. Además, suponía que nuestro idioma, de forma básica, podría ayudarnos también.
—Deberías llamar a la madre de Amelie, tal vez pueda venir por nosotros... —Sugirió Yun con el lazo de Bonnie en su mano, nos estábamos asegurando de que el animalito pudiera hacer sus necesidades en algún punto, ya que llevaba bastante tiempo sin hacerlo.
—Sí, estoy conectándome a la red wifi del aeropuerto para llamarla a través de alguna red social —Expliqué mientras digitaba la clave.
Un momento después estaba contactándome con Clarisse, aunque su teléfono jamás dio tono.
—Demonios... —mascullé con nerviosismo —. Quizás deberíamos ir al hotel, con el internet de allí estoy segura de que podré ubicarlos con más calma. La red de este aeropuerto sólo me permitirá conectarme por media hora.
Yun asintió y levantó a Bonnie entre sus brazos. El perro parecía estar bien con el contacto de mi querido jefe, lo cual me tranquilizaba. Me tenía bastante nerviosa el hecho de que ladrara en el avión durante horas debido a la presencia de Yun.
Salimos de allí y tomamos un taxi, el conductor nos saludó de inmediato y Yun se encargó de darle el papel con la dirección a la que nos dirigíamos. Tuvimos suerte que con algo de inglés pudimos hacernos entender bastante bien.
Al llegar a nuestra habitación, ambos nos conectamos a la red. No esperamos un momento, no queríamos descansar, necesitábamos dar con el paradero de todos para poder sosegar la enorme tristeza que nos embargaba.
—¿Amelie de casualidad no te dio el número de sus suegros? —Estaba llamando a Karan en ese momento, pero nadie respondía a nuestros llamados.
—Oh, ahora que lo pienso sí, ¿recuerdas su nombre? Kim...
—Dowan... recuerdo el nombre del padre, quizás lo anotó así —Se sentó junto a mí ayudándome a buscarlo dentro de mi libreta de direcciones —. Por Dios, Leah, ¿cuántos teléfonos de chicos tienes anotados?
—Concéntrate en lo que realmente importa, Yun —Lo reprendí hasta que dimos con un contacto llamado "Suegrito" —. Juro que jamás he guardado a alguien así, ni siquiera borracha lo haría.
Yun me quitó el teléfono y abrió el número.
—Es un indicativo de Nueva York... —Continuó mirando mi celular hasta que algo pareció alertarlo —. Oh, el contacto tiene guardados dos números y uno de ellos contiene el indicativo de Corea. Intentemos contactarlo, tiene que ser Dowan, dudo mucho que tú hayas tenido un novio coreano, aunque... bueno, contigo puede ser.
—¿Qué estás queriendo decirme? —No tenía ganas de discutir, pero tampoco iba a dejar pasar el comentario.
—Me refiero a que... Oh, ¿hola? —Parece que habían respondido la línea, lo que me alteró los nervios, estaba respirando demasiado rápido, pero no podía evitarlo —. Sí, lamento la intrusión, ¿estoy comunicado con el señor Kim Dowan?
Yun le contó quien era, me observó con sus pupilas doradas brillando por primera vez, aunque he de decir que aquel gesto duró lo que un latido de corazón; su rostro había perdido todo el color, apretó sus párpados y tenía el puño apretado sobre la tela de su pantalón.
Algo estaba sucediendo y pude sentir como se me bajaba la presión.
KARAN
Cuando abrí los ojos un estremecimiento me recorrió de pies a cabeza, un sentimiento de plenitud total me invadió, revitalizando mi cuerpo. Me sentía fuerte, lúcido, como si estar con ella potenciara mi propia vida, mis sensaciones, mis pensamientos.
Dirigí la mirada hacia la señora Clarisse, quien seguía observando a Kamael brillando en aquella repentina luz; parecía estar luchando por el control del cuerpo que poseía, como si algo estuviera repeliéndolo. Al menos eso fue lo que pude deducir por la manera en la que el ente se retorcía en el suelo.
"Fuego" la voz de Amelie apareció de repente con total claridad "El fuego celestial solo puede ser creado por las primeras almas o alguien con conocimientos muy elevados en espiritualidad. Hay que quemar a Kamael con este fuego, Karan"
"Bien" respondí acercándome a Clarisse, necesitaba comunicárselo.
"Papá se lo dijo también, pero él está muy débil, debemos darnos prisa, si Kamael sigue en el cuerpo de papá no podrá recuperarlo e inevitablemente morirá."
La mirada de Clarisse se posó sobre la mía, tendió su mano y la tomé sin dubitación alguna. El demonio continuaba gritando y en una rápida inspección hacia él, me di cuenta de que se estaba poniendo en pie a pesar del dolor que parecía estar padeciendo.
—Hagámoslo —En el momento en el que nuestras extremidades se unieron, todos mis distintos "yo" pasaron con rapidez por mi mente, como si todo el conocimiento de cada reencarnación se uniera a mi presente. Ya no éramos sólo mi suegra y yo, pude ver los antepasados de Amelie, los de Clarisse y los de Christopher con suma claridad —. Fuego que habitas en nuestro interior, fuego sagrado celestial, quema con tu poder la maldad de nuestro vínculo y-
Súbitamente fui empujado por una fuerza invisible que me envió directamente hacia una de las paredes empedradas de lugar. Choqué estrepitosamente golpeándome la cabeza. Mi corazón latía con violencia dentro de mi pecho, mi visión era borrosa, estaba demasiado mareado como para poder ponerme en pie.
Hice un esfuerzo por enfocar mi visión y entonces vi a Kamael acercarse a Clarisse, quien lo enfrentó con su inquebrantable valentía. Al poner mi mano sobre el lugar donde me había golpeado pude sentir la sangre empapar mi palma. No parecía tratarse de una hemorragia, pero sin duda había sido un impacto muy fuerte.
Percibí con total claridad una ira crecer e ir tomando tanto poder como la ola de un tsunami. Me levanté impulsado por aquel sentimiento y haciendo caso omiso del mareo que me aquejaba, caminé nuevamente hasta mi suegra, no la dejaría sola, eso no pasaría mientras pudiera levantarme. La fuerza de Amelie y la mía completamente unidas me estaban impulsando.
—¡No voy a dejar que acaben conmigo, maldita sea, ustedes se quedarán aquí y alimentarán mi poder! —Vociferó el demonio quien gracias a la hazaña de mis suegros años atrás aún se encontraba débil, pero todavía era lo bastante poderoso como para acabar con nuestras vidas en un abrir y cerrar de ojos.
—Estás acabado, Kamael... Trajiste el vínculo sagrado a tu recinto, estamos completamente unidos ahora. Somos uno, mucho más poderosos gracias a ti —bufó Clarisse con una sonrisa irónica, sus ojos verdes ardían con repulsión —. Cuatro almas en dos cuerpos, la unión que tanto evitabas se dio justo frente a ti.
Sabía que la señora Clarisse se había unido a su esposo desde que salimos del templo. Me encantaba la manera en la que ella y Christopher enfrentaban los problemas: sin titubeo alguno, sin duda, sólo llenos de fe en su conexión. Ahora, con el alma de Amelie dentro de mí, me sentía exactamente igual que ellos.
—¿Estás luchando con tu propio invento, Kamael? —Mi voz era exactamente la misma, pero de algún modo se sentía distinta. La cólera que despedía desde mi interior era enorme. Destilaba tanto veneno al hablarle a aquel ser, que no parecía yo mismo. Jamás olvidaría lo que le había hecho a mi Amelie.
Kamael esbozó una pequeña sonrisa, la expresión fue tenebrosa y sentí como Amelie afianzaba su ira, expandiéndola, llenando mi cuerpo de adrenalina. No había temor, sólo resentimiento por todo lo que nos había hecho pasar.
—Tal vez esté débil gracias a Dalila... Pero no me iré de aquí sin obtener lo que quiero, si me lo dan, dejaré este cuerpo —El demonio parecía estar negociando con nosotros como última opción. Estaba débil y el ataque que lanzó hacia mí había consumido parte de su energía también —. Les daré una última oportunidad para que lo piensen, y si no, tomaré la vida que desee por mi propia cuenta.
Me reí. Sabía muy dentro de mí que Kamael había cavado su propia tumba, al haber invocado a mis antepasados podía sentir el conocimiento de tantas vidas habitar en mi interior. Quizás no hubiera culminado el ritual del fuego celestial, pero todas mis reencarnaciones las sentía dentro de mí, por lo que sabía con exactitud lo que estaba sucediéndole al ángel caído en este momento. Ahora entendía por qué había brillado, por qué había sufrido.
—No te daremos nada, Kamael, al estar en un cuerpo usado por uno de los primeros, te condenaste... La pureza que contenemos en nuestro vínculo y en nuestro cuerpo físico está quemándote, ¿no es así? —Clarisse y Christopher se acoplaban muy bien, la chispa de la personalidad de ella mezclada a la sensatez y frivolidad de él eran impresionantes. Todo su conocimiento ahora estaba reunido en un solo cuerpo. Igual que Amelie y yo.
Kamael siseó, su rabia era palpable. Abrió su palma y luego la elevó haciendo que el cuerpo de mi suegra levitara, iba a matarla, lo sabía. Corrí, dejando de sentir dolor; la adrenalina mantenía mi cuerpo funcionando al límite. Me acerqué al demonio quien abrió su otra palma y antes de atestarle un golpe, que sabía muy bien que mi suegro sentiría, me elevó en el aire a mí también. Estaba atrapado ahora por cuerdas invisibles. El agarre era fuerte, como si se tratara de cables de acero envolviendo mi cuerpo. Sentí entonces una presión en mi garganta tan fuerte que no pude volver a respirar. Me estremecí intentando soltarme, pero el golpe en la cabeza, el mareo y la falta de oxígeno me estaban debilitando demasiado rápido.
Cerré los ojos, tenía que salvarme, tenía que hacer algo rápido o sería el fin de los cuatro. Sentí una leve tibieza sobre mi mano cuando logré concentrarme, todo sucedió en una fracción de segundo. Moví mi mano con fuerza ya que se encontraba comprimida por el agarre de Kamael, logré girarla y clavé mis uñas en lo que parecían ser los cordeles que me estaban restringiendo la movilidad. Escuché al demonio proferir un grito cuando sintió el toque, no podía ver con exactitud qué ocurría, pero la sensación en mis dedos era de humedad, como si hubiera traspasado carne. Kamael soltó ligeramente su agarre en mi cuello permitiéndome respirar, aproveché entonces la distracción del momento para repetir la acción mientras llenaba mis pulmones doloridos de aire.
Los gritos del ángel caído se elevaron, un humo con un olor intenso a azufre se hizo presente en el lugar y luché por liberarme del agarre que ahora era mucho más ligero. Finalmente me soltó, porque todo mi cuerpo pareció quemarlo, así que caí al suelo. Mi pecho dolía, mi cabeza palpitaba, tosí repetidas veces intentando inhalar tanto aire como pudiera, pero el olor del azufre me complicaba las cosas.
—¿Qué rayos fue eso? —La voz del demonio alta y clara resonó en todo el lugar. Él estaba arrodillado, con una de sus manos en el suelo para no perder el equilibrio.
Me apresuré hasta la señora Clarisse quien respiraba agitadamente, había un líquido negro cubriendo su rostro, justo sobre su boca, como si ella lo hubiera atacado con sus dientes. Fue en ese momento en el que sentí un tirón desgarrador en mi interior, y luego escuché la voz de Amelie.
"Ve hacia mi cuerpo, Karan" fue una orden, pude sentirlo, pero antes de hacerle caso ayudé a mi suegra a sentarse, la recosté contra un muro oscuro, áspero.
—¿Se encuentra bien? —pregunté con prisa observándola, necesitaba ver si estaba herida. Sólo pude ver su piel enrojecida producto del fuerte aprisionamiento de Kamael.
—Sí —Ella abrió sus ojos verdes, pude ver a Amelie reflejarse en ellos, como si estuviera tras de mí. Clarisse tocó mi rostro, pasó su mano sobre mi sudorosa y ensangrentada frente y me observó con ternura —. Gracias, cariño, siempre supe que eras fuerte.
Di un beso sobre su antebrazo, y me levanté de prisa, no quería dejarla, pero Amelie me urgía. El tirón dentro de mi corazón era cada vez más intenso y cuando me acerqué al altar donde estaba Amelie, la esfera dorada con el pétalo en su interior se desprendió. Proferí un pequeño quejido, sentí como si hubieran arrancado una parte de mi ser; y tal vez así fuera, ya que Amelie estaba retornando a su propio cuerpo.
—¡No! —gritó Kamael, en su físico no veía heridas, pero sabía que estaba demasiado débil, lo que sea que le hubiéramos hecho le había causado mucho dolor.
Mi mirada iba y venía entre Clarisse y el cuerpo de Amelie; lo rodeé con mis brazos, sabía que le tomaría un rato volver a recuperarse, estaba débil, necesitaba de mi fuente para retomar fuerzas.
Clarisse se levantó una vez más, con el pergamino entre sus manos completamente arrugado. Se acercó al demonio, su boca aún cubierta de aquella extraña sustancia negruzca.
—Devuélveme a mi esposo, ahora —Ordenó con decisión.
—Lo mataré si das un paso más —Amenazó Kamael. Mi suegra se detuvo en seco, ella no podía hacer nada contra eso y el ángel caído lo sabía muy bien —. Y me iré finalmente reclamando un alma de las primeras, ya me he cansado de darles la oportunidad de elegir qué cuerpo llevarme.
—No puedes matarlo —Amelie susurró, abrió sus ojos y verlos de nuevo me llenó de vida. Creí que jamás volvería hacerlo, pero verla allí hablándole al demonio, incluso amenazándolo, fue como volver a recuperar el aliento. Si me había sentido pleno hacia un momento con ella dentro de mi cuerpo, ahora me sentía renovado, como si mi corazón volviera a encontrar su razón para latir.
Amor... el amor hacia ella era lo que me daba este inmenso poder, me sentía completo y absolutamente invencible.
Kamael volvió su mirada a ella lleno de odio.
—Ya no tienes poder... Karan y mi madre destruyeron tus verdaderas manos, y el que hayas usado el cuerpo de mi padre fue tu peor error, el vínculo celestial está acabando contigo, te consumirá... —Amelie intentó levantarse, me observó con un cariño nato y supe que deseaba que la ayudara —. Lo que nos contaste mientras estuvimos atrapados, con tal soberbia como si estuvieras seguro de que te saldrías con la tuya, ahora te matará. La arrogancia que habita dentro de ti te hizo caer antes, y te hará caer de nuevo.
—No te atrevas, Amal, soy un ángel caído, no te resultará sencillo —Se dejó caer en el suelo, completamente derrotado, el olor era muy intenso, igual que el sudor sobre su frente —. No creas que... —Kamael volvió a brillar, quejidos salían de su garganta llenando el inmenso silencio que se vivía en aquel lugar. Cuando acerqué a Amelie al ente, ella se arrodilló quedando justo frente a él.
—Atácame como lo hiciste con mi padre, atrévete... —Lo retó. Ella era en este momento la viva imagen de su madre. Me preparé para actuar en caso de que la situación lo ameritara, no era buena idea retar a un demonio, pero al parecer yo había dado con dos mujeres un tanto impudentes —. Atrévete a matarme como lo hiciste antes.
—Amal... —Sonrió Kamael con altivez, parecía estar divirtiéndose —. Tal vez haya subestimado su vínculo... no calculé que la pureza de Chamuel habitara en sus cuerpos, pero esto no ha terminado aún. No me provoques o lo pagarás caro.
Amelie lo tomó del cuello, el ímpetu con el que lo hizo me sorprendió dada la poca energía que tenía. Su cuerpo aún estaba frío, pero la fuerza que corría por su interior podía sentirla de una manera que jamás había experimentado.
Me apresuré a alejarla, Clarisse tomó a Amelie de los hombros histéricamente. Si Amelie estaba asfixiando al demonio, estaría asfixiado a su padre también.
Aparté a Clarisse y la detuve, Amelie estaba haciéndome saber por medio de nuestra fuente, lo que había hablado con su padre. Las lágrimas caían de sus ojos, mientras evitaba mirar a Kamael con el rostro de su progenitor ser estrangulado por las manos de su propia hija.
—Papá, papá... perdóname —Lloraba mientras su agarre se intensificaba. Clarisse estaba absolutamente desesperada mientras el demonio perdía la capacidad de respirar. Cuando las manos de Amelie dejaron el cuello de Kamael, el cuerpo cayó al suelo completamente sin vida, como si de un muñeco se tratara. El brillo dorado también se apagó.
Mi suegra que forcejeaba conmigo se dejó caer en mis brazos sin consciencia alguna. Fue en ese momento cuando Amelie se acercó a nosotros horrorizada.
—No, no, no, no, mamá, papá te necesita —Se pasó las manos por el cabello con desesperación. Luego examinó sus manos, estaba enloquecida, arrepentida, sentía que había matado a su padre.
—Amor... —Dejé a Clarisse con suavidad sobre el suelo y me incorporé rápidamente para tomar a Amelie por lo hombros, sus pupilas estaban dilatadas, sus mejillas empapadas, estaba muy pálida, su calor corporal era demasiado débil —. Por favor, tienes que calmarte, ayúdame a acercar el cuerpo de tu padre, para que tu madre pueda alimentarlo de la fuente. Quédate con ellos, Kamael aún no ha muerto y tú no debes esforzarte más.
Ella lloró con fuerza, mordió su labio y asintió. Ambos acercamos el cuerpo Clarisse al de Christopher y los unimos por las manos. La angustia se reflejaba en los ojos de Amelie, no podía alejar el llanto. Ella planeó esto con su padre, se lo había pedido él mismo, pero ninguno de los dos sabía si resultaría bien, si él podría volver a la vida después de la posesión de Kamael. Un cuerpo humano no solía resistir demasiado en posesión teniendo en cuenta que no comía, no bebía y el porcentaje de esfuerzo que hacía era monumental.
Me levanté y una ráfaga de viento invadió la sala, me concentré, el fuego celestial que habitaba dentro de mí se había activado cuando estuve en peligro, necesitaba invocarlo de nuevo, así protegería a mis suegros y a Amelie. En este momento era el único que podía hacer algo por defenderlos.
La risa de Kamael se hizo presente de nuevo, cerré los ojos y oré al cielo que me diera las fuerzas para cuidarlos, para preservar lo que más amaba. Concentrado completamente, volví a sentir esa peculiar tibieza sobre mis palmas, y al contemplarlas, pequeñas llamas azul índigo emanaban de ellas.
Miré a mi alrededor, intentando percibir la presencia de Kamael. En su estado natural podía ser mucho más poderoso, pero ahora que sabía que habíamos destruido sus manos, teníamos una gran ventaja frente a él. El fuego celestial, aquel que nació de la bendición de Chamuel, era nuestra más fuerte arma contra el demonio.
Cuando sentí movimiento a través de mi visión periférica, las llamas se intensificaron como si lo hubieran sentido también. Di algunos pasos interponiéndome entre mi familia y Kamael, listo para atacar cuando fuera necesario. Respiré profundo, agudizando mi oído y mi visión, tenía que estar preparado.
Amelie se incorporó, se posicionó del lado opuesto protegiendo a sus padres desde ese ángulo. Le dirigí una rápida mirada y sus manos también brillaban con aquel tono índigo que tenían las mías. Había valentía en su acción, nublando parcialmente la preocupación por sus padres, pude sentir el resentimiento crecer a través de Amelie, avivando el fuego en nuestras manos.
Cuando el demonio decidió aparecer, era una figura alargada, líquido negro brotaba de sus dos antebrazos y en uno de ellos había una herida más profunda, quizás allí fue donde Clarisse lo atacó con sus dientes. Su rostro era completamente oscuro, sólo podía ver sus pupilas enrojecidas observarnos desde aquel punto.
Amelie corrió hacia él, se arrodilló y de sus manos el fuego salió despedido con tanta intensidad que tuve que apartar momentáneamente mis ojos de allí. Me acerqué a toda velocidad a ella para protegerla y me uní a ella, las flamas parecían reaccionar a la presencia del demonio, y luego me di cuenta que si queríamos destruirlo, debíamos destruir su corazón y la maldición que nos impuso.
—¡Amelie, el pergamino! —Grité, y ella apartó sus manos, corrió hacia sus padres con rapidez y buscó el papel.
Kamael estaba arrodillado intentando protegerse de las llamas, pero al notar esto dirigí el fuego hacia él, acercándome cada vez más, hasta que la figura quedó reducida a un pequeño trozo de carbón. El olor a azufre era insoportable a este punto, no podíamos quedarnos por más tiempo en ese lugar.
Una explosión ocurrió entonces, y lo siguiente que supe era que estaba siendo arrastrado por la fuente onda expansiva. Ya no podía ver nada, oír nada, ya no veía a mi familia, no veía a Amelie, no veía absolutamente nada.
LEAH
Cuando nos encontramos con los padres de Karan, el ambiente de desconsuelo que reinaba era casi tangible. Me abracé a mí misma intentando calentar mis propios brazos que en algún momento habían perdido la capacidad de producir su tibieza natural. Estaba completamente destrozada, ni siquiera podía llorar, era demasiado para mí, no podía creer nada de lo que Dowan y Hana nos decían.
—Fue... tan devastador... —Dowan estaba en una conmoción absoluta, su voz se quebraba y su semblante estaba apesadumbrado, derrotado. Había perdido a su hijo... —. No puedo creer que corrieran hacia esas llamas.
—Pero el monje dijo que se encontraban en una dimensión diferente, las llamas eran una especie de portal... —Yun intentaba mantener la esperanza en donde todos ya la habíamos perdido.
—¿Cómo regresarán, Yun? Sus cuerpos quedaron reducidos a cenizas, no podrán volver... —espeté con cansancio, estaba agotada, destrozada. Lo único que me quedaba de Amelie era Bonnie y sus escritos, ya no podría verla más... No podía creer que todo esto hubiera sucedido. Ella tenía tanta vida por delante, tantas metas, tantos sueños... Incluso Karan tenía un futuro prometedor porque era un artista maravilloso, y ahora gracias a esta estúpida magia ya no estaban con nosotros. Nos habían dejado a todos con el dolor de su ausencia, no había servido de nada sus esfuerzos por despertar...
De hecho, hubiera preferido eso... Que despertaran simplemente.
—Tiene que haber alguna forma, creo que el monje no dejó las puertas cerradas, sé que él sabe mucho acerca de la leyenda y esta conexión, pero siento que él aún guarda algo de esperanza... —Yun continuaba pensando en todo lo que el monje nos había dicho, pero lo cierto era que yo lo odiaba por haber permitido que esto sucediera, por ayudarlos a cometer esta locura.
—No lo sé... no lo veo probable —Dowan abrazaba a su esposa quien dejaba de sollozar, repetía una palabra en coreano que ignoraba lo que significaba —. Tampoco sé si sobrevivan a Kamael, sé que estaba débil, pero viste lo que le ocurrió a Amelie, es más de lo que podemos controlar.
—Pero son las primeras almas, están protegidos por la divinidad de un arcángel... Si logran purificar el vínculo, estoy seguro de que debe haber una forma de hacer que sus cuerpos físicos regresen —Yun caminó de un lado a otro pensando. Había leído tantos libros sobre ángeles que creo que le estaban afectando bastante —. El monje dijo que había realizado una especie de protección en Clarisse mientras ella tenía fiebre, hay esperanzas...
Me llevé las manos al puente de mi nariz en señal de frustración, la tristeza estaba nublando mi característico humor, pero si esto era una señal de que debíamos aceptarlo, entonces así debía ser. Las ilusiones de Yun eran demasiado grandes, aunque parte de mí, quería creerle.
—Escuchen... entiendo que ver a su hijo correr y convertirse en polvo frente a sus ojos debe ser difícil para cualquier padre, para cualquiera de nosotros lo hubiera sido, pero creo en el monje y la duda en sus ojos. Quiero creer que tenemos un rayo de esperanza. —Tomó su mochila, se la colgó en el hombro y caminó hacia la entrada —. Así que iré con él, si hay alguien que puede hacer o saber algo, es él.
Habíamos visto al monje por alrededor de quince minutos, nos había costado una barbaridad llegar al templo en donde permanecimos menos de media hora, pero al parecer para Yun había sido tiempo suficiente para convencerlo.
¿Debería creer? ¿O dejar mis esperanzas morir en este mismo momento?
Contemplé a Bonnie durmiendo y recordé a Amelie completamente convencida de lo que iba a hacer. Si ella pudo creer en todas estas imposibilidades, ¿por qué yo no?
Me levanté decidida entonces y antes de que Yun abriera la puerta, alcé la voz y dije:
—Iré contigo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro