El pergamino
KARAN
En el momento en el que el ángel caído me arrebató a Amelie sin que pudiera hacer nada, el sentimiento de vacío, aquel con el que conviví la mayor parte de mi existencia, retornó con mucha más fuerza. Eran tan intensas las sensaciones, tan debilitantes y agotadoras que me costaba concentrarme en los hechos que ocurrieron diez minutos antes de que para mí, se desplomara el mundo.
Aún me costaba procesarlo, Amelie me hacía tanta falta que sentía que se había llevado consigo mi propio corazón. La soledad nublaba mis sentidos, su ausencia me apesadumbraba de manera abismal. Todo era mucho más difícil y la fatiga de mi cuerpo estaba cerniéndose sobre mí como una enorme nube negra.
Me levanté del sillón y caminé de un lado a otro, no podía soportar la quietud, el no actuar de una maldita vez. Necesitaba encontrar a Kamael y acabar con todo esto. Ignoraba qué infiernos le estaría haciendo vivir a Amelie y no quería quedarme aquí sin hacer absolutamente nada al respecto.
—Hijo, entiendo lo que sientes —Mi padre se acercó a mí intentando tranquilizarme, aunque estaba bastante seguro de que, si él en verdad comprendía por lo que estaba pasando, entonces no me pediría que me calmara, porque eso era lo último que lograría hacer —. Pero hasta que no descifremos lo que Kamael quiere, no seremos capaces de hacer nada.
—¿Y crees que no lo sé, papá? —Jamás había levantado la voz a mis padres, pero en aquel momento estaba perdiendo la paciencia por completo —. Necesito recuperar a Amelie y a su padre ahora mismo, no sabemos qué les esté haciendo ese estúpido demonio. Necesitamos darnos prisa.
—Karan, estamos haciendo lo mejor que podemos —Mi madre se levantó de la enorme mesa en donde ella, el monje y Clarisse intentaban descifrar el mensaje —. Pero en lugar de ponernos nerviosos a todos, deberías ayudarnos.
—Dios, hay traductores en línea, no puede ser tan difícil —Caminé hasta la mesa y tomé el pergamino. Mi celular entonces me notificó de varias llamadas perdidas de parte de Leah. La ignoré por completo y caminé levantando el brazo intentando buscar el mejor lugar donde la recepción de mi teléfono fuera más fuerte. Una vez observé el ícono de la señal marcar una línea, tomé el pergamino y aproveché para intentar abrir alguna página que me permitiera traducirlo.
El monje se levantó entonces, llevó una mano hasta su cuello, justo en el punto donde Kamael lo había tomado para después lanzarlo por los aires. Allí, pude ver una pequeña marca.
—Me asombra que creas que vamos a poder traducir un texto demoniaco a través de Google —Ironizó, su tono de voz era serio y simplemente abrió su palma para que le entregara el pergamino —. No es únicamente latín, querido Karan, es Livonio, Manés, y todo tipo de lenguas muertas. Los demonios tienen el don de las lenguas y pueden expresarse de manera especial, no es como traducir un texto de un libro. Ahora, por favor, dame el pergamino.
—¿Qué podemos hacer para acelerar el proceso entonces? ¿Conoce a alguien? —pregunté con impaciencia.
—¡Karan, por favor! —Exclamó mi madre —. Necesitamos que estés tranquilo. Tú y la señora Clarisse son piezas fundamentales para entender todo lo que está ocurriendo.
—Karan... —La madre de Amelie se acercó a mí, se veía cansada, sus ojos completamente hinchados producto del llanto. Sabía que para ella también era un proceso sumamente difícil —. He pasado años con mi esposo así que el sentimiento que tengo ahora es terriblemente más doloroso que el tuyo, jamás me había separado de él, además, tengo a mi propia hija en peligro, ¿crees que no quiero que las cosas sean rápidas?
Abrí la boca para replicar y un momento después volví a cerrarla, ella tenía razón.
—Kamael quiere que perdamos tiempo, pero necesito que por favor te concentres, puedo sentir a Christopher, tú puedes sentir a mi hija, necesito que estés lo más calmado que puedas estar dadas las circunstancias. El que la sientas es una señal de que su alma aún no ha alcanzado dimensiones más profundas, aún están en esta tercera dimensión —La forma en la que hablaba me recordaba a Amelie cuando estaba completamente decidida a hacer algo, ahora entendía perfectamente por qué era de esa forma —. Sé que eres la energía masculina y ustedes tienden a huir de la situación, es por esa razón que este demonio tomó a mi esposo. Su energía siempre está detrás de la nuestra, y por nuestra me refiero a la femenina.
—Tienes que empezar a emplear de mejor forma la fuente y las señales a tu alrededor, estoy seguro de que Amelie va a tratar de comunicarse contigo —El monje volvió a hablar de repente —. Si no crees en tu conexión, Karan, vas a ignorar los llamados de la chica. Así que, por favor, necesitamos que intentes calmarte. He llamado a compañeros que se especializan en lenguas muertas, estarán aquí en un par de horas. Mientras tanto, por más duro que te resulte, tienes que resistir.
—No desperdicies más energía de la que ya gastaste —Me aconsejó mi padre —. Entiendo como te sientes, hijo, de verdad, pasé por algo similar, pero tienes que permanecer lo más apacible que puedas. Eso te ayudará a pensar con claridad.
—¿Qué tipo de mensajes podría recibir de parte de Amelie? —cuestioné. La angustia que me invadía era sumamente difícil de ignorar, pero inhalé profundamente e intenté calmarme. No podía flaquear en este momento.
—Las Llamas Gemelas pueden comunicarse de diferentes formas, no sé si Amelie lo sabía, en tal caso será mucho más sencillo para ella —Explicó el monje mientras volvía su atención al pergamino —. La fuente es la señal más sencilla, pero pueden ser sueños, numerología, síntomas físicos. Están conectados a un nivel celestial, por lo que pueden sentirse usando su campo energético.
—Estoy seguro de que Amelie no sabe nada de esto —murmuré con desencanto.
—Mi hija no es ninguna estúpida, estoy segura de que se comunicará. La conozco, es luchadora, terca... Es como yo —Habló Clarisse con total seguridad —. Tal vez seas tú su Llama, pero soy su madre y la conozco tan bien como tú. Amelie es testaruda... cuando algo entra en su cabeza no hay nadie que le haga pensar lo contrario, es soñadora, muy buena mintiendo... —Sonrió con la nostalgia y el cariño de algo que le resulta muy preciado —. Mi niña es asustadiza, igual que tú Karan, y sé que hallarás razón en mis palabras. Siempre fue solitaria, distinta... vivió con miedo de emprender nuevas cosas porque creía que nadie la querría, yo fui quien infundió esa inseguridad. Siempre me pareció débil. Pero luego la vi abrir sus alas, convertirse en la luchadora que es hoy. Reconozco todo esto en ti también, siento su misma energía y puedo ver sus mismos defectos... Sólo que ella ya no huye.
La escuché con completa atención, recordando aquella noche donde Amelie me compartió la historia con su madre. Las muchas veces que me aseguró que no permitiría que me pasara nada, que lucharía. Rememoré a la perfección el miedo que sentía, la incredulidad que había en ella, la inseguridad... Pero aún así me miraba a los ojos y me prometía que todo estaría bien, que sería diferente... y sabía que no mentía.
—Y esa misma fuerza vive dentro de tu energía, Karan... —La madre de Amelie se acercó a mí y con su dedo índice tocó mi pecho, justo sobre mi corazón —. Aquí adentro, tienes que dejar de ser el corredor, para convertirte en el cazador. Toma toda esta divinidad que nos fue conferida por los mismos ángeles y empieza a pensar con claridad. Sé que es difícil perder a tu otra mitad y te lo digo yo que estoy en la misma posición que tú ahora, pero necesito enfocarme para vencer y acabar con la maldición de ese miserable.
Noté el silencio reinar en la habitación. Mis padres claramente sabían que todo lo que mi suegra me decía era cierto. Así que intenté tranquilizarme, cerré los ojos y respiré despacio intentando disipar los fantasmas en los que se habían convertido mis miedos. Visualicé reducirlos, dejarlos atrás y enfocarme en lo que haría para sacar a Amelie y a su padre de allí.
—Así es... —Me animaba Clarisse—. Relájate.
—Meditación —La voz del monje me distrajo —. Ustedes dos enfóquense en sentir a sus Llamas, si podemos saber en qué lugar se encuentran, cómo se sienten y obtener algún tipo de información, va a ser de mucha ayuda. Yo me encargaré de la traducción del pergamino.
LEAH
Nueva York, 3:00 Am
Liam acariciaba mis brazos intentando darme calor, pero ahora mismo lo único que sentía era un frío gélido y distante, que ignoraba enormemente si provenía de mi propio cuerpo o si se trataba del ambiente en general. Contemplé a Bonnie dormir con tranquilidad en su pequeña cama, ajeno a la pérdida y el dolor. Había estado algo decaído desde que Amelie partió, pero mi presencia no le resultaba extraña, así que no le fue difícil adaptarse.
—¿Estás seguro? —cuestioné por enésima vez.
—Cielo, lo lamento... —murmuró Liam con amargura, sabía que odiaba la noticia.
—Mira... —Me giré para verlo directo a los ojos, estaba cerca de él así que Liam me atrajo hacia su cuerpo, lucía serio, jamás lo había visto así —. No es que no te crea, pero le prometí a Amelie que iría a Corea si algo sucedía y eso haré. Hasta que no compruebe con estos dos ojos que ella... está muerta, no lo creeré. ¿Lo entiendes no es cierto?
—Tu parte racional siempre ha sido más fuerte —Liam sonrió brevemente —. No te dejaré sola, aunque no me creas, no lo haré.
—Yun está buscando vuelos hacia allí —Confesé, aunque quizás no resultara una relevación tan grande viniendo de él —. Ya te dije que no se trata de eso... es... es que no... yo no... —Mi voz se rompió y apreté mis labios, estaba completamente destruida. No podía ser cierto que había perdido a mi mejor amiga, la que era en realidad como mi hermana. Esto era más grande que yo y por alguna razón en aquel momento envuelta en los brazos de Liam, caí en cuenta que Karan...
Escapé de su abrazo y lo observé, había lágrimas surcando mis ojos, pero no me importaba, sentía que había tenido una revelación. ¿Cómo no me había dado cuenta?
—Karan... Si Amelie está muerta... Karan entonces... ¿Puedes sentir a Karan? —Quería que se apresurara, deseaba contar con sus habilidades psíquicas para poder sentirlo por mí misma sin necesidad de preguntárselo, pero lamentablemente eso estaba muy fuera de mis habilidades —. Por favor dime algo, por lo que más quieras.
Sus ojos verdes se cerraron entonces, sus manos continuaban sobre mi cintura y permanecieron así por lo que me pareció una eternidad. No sabía si se había quedado dormido o si en verdad estaba sintiendo algo. No quería moverme tampoco, no deseaba que perdiera la concentración si es que estaba en una especie de trance, pero mi ansiedad aumentaba con creces cada segundo que pasaba.
—Siento a Karan... —Cuando habló lo hizo pausadamente, como si aún estuviera intentando alcanzarlo. Al escuchar esto mi corazón se encendió con esperanza, si Karan seguía vivo entonces... no podría ser tan malo —. Hay angustia en su energía.
No me importó nada más; me incorporé de prisa y caminé hasta mi armario, empecé a dejar ropa sobre mi cama, de todos los climas posibles, no tenía tiempo de averiguar en qué estación se encontraban ahora en Corea, así que simplemente elegí lo primero que vi en mi armario, traje mi maleta de viaje y empecé a doblar las cosas.
—¿Preciosa? —inquirió Liam con confusión.
—Si Karan está vivo eso quiere decir que Amelie continúa aquí.
—Eso no puedo asegurarlo.
—Los vi, cuando Amelie y Karan se separaron ambos presentaron síntomas físicos, ¿por casualidad sentiste a Karan enfermo?
Liam negó con el cabeza aun pensativo.
—Entonces es momento de preparar el viaje y de bombardear a Karan con llamadas.
KARAN
Un poco más tranquilo, pude realmente sentirla. Tal y como decía la señora Clarisse, la fuente se sentía débil, extraña, como si estuviera sumergida en lo más profundo del océano. Al meditar sentí a Amelie, no logré visualizarla con su cuerpo normal, el cual descansaba plácidamente en la siguiente habitación, por cierto. Me habían prohibido el ingreso debido a que verla de ese modo alteraba todos mis nervios, pero ahora que la sentía de esta forma, logré tranquilizarme. La vi como una esfera, como parte de un pétalo de peonía gravitando en la nada... no podía tocarla o llegar a ella, pero sabía que estaba allí.
Me encontraba muy asustado, mi mundo en color ahora lo veía en tonos fríos y monocromáticos. Pero haría lo que hiciera falta, la traería de vuelta conmigo. Ya había encontrado el fuego que ardía dentro de mí y no me importaba nada más que tenerla conmigo, su bienestar y el de nuestras familias
Los conocidos del monje habían llegado, estaba algo ansioso, no podía apagar mis sentimientos tan fácilmente. No hallaba la hora de enfrentarme a ese canalla, juro que no dejaría que se saliera con la suya tan fácilmente. Si había querido convertir nuestras vidas en un infierno, lo había logrado, pero eso terminaría pronto.
La ira que palpitaba dentro de mí parecía incendiar cada partícula de mi cuerpo, era tanta mi rabia por todo lo que nos había hecho, que pensé que me convertiría en una especie de flama andante. Pero la impotencia también era enorme... casi tan grande como la molestia que me invadía. Meditar me había ayudado enormemente a conectarme con aquella parte de mí que me pedía calma. Siempre había sido bueno para este tipo de ejercicios, pero volver a la vida real, en donde tu otra mitad estaba atrapada en algún lugar del universo, volvía a alterar mis sentidos.
Respiré despacio, y fue entonces cuando observé a una de las tantas personas encargadas de la traducción levantarse. Llevaba algunos escritos en sus manos, se veía concentrado así que no pareció verme en absoluto. Un momento después supimos que, les había llevado casi cuatro horas lograr obtener una versión con sentido de las palabras escritas en la maldición de Kamael.
—¿Entonces es un hecho? —preguntó mamá con una sonrisa en el rostro. Se veía agotada, igual que todos aquí.
—Nos faltan alrededor de dos líneas, pero podemos decir que el mensaje es bastante claro —El joven hizo una reverencia y entregó la hoja con la traducción a mi madre. De inmediato Clarisse, mi padre y yo nos acercamos. El monje también se levantó, su semblante estaba serio e inexpresivo. Mi corazón se aceleró entonces y mamá le dio el documento a mi padre para que pudiera traducirlo en voz alta.
—¿Y bien? —Lo urgió mi suegra.
Papá se acomodó los lentes y entonces recitó:
—"Entre el cielo y el infierno un abismo, entre cielo y tierra sombras, cuando el fuego celestial empape el núcleo y las almas antiguas regresen a su seno, la condena eterna purgará su infamia y permanecerá inmaculada hasta el fin de los tiempos..."
—¿Y dices que aún quedan dos líneas por traducir? —preguntó mi madre aún sopesando cada palabra de lo que parecía ser un acertijo.
—"La renuncia de un alma que vivirá en el halo entre el bien y el mal"—El monje completó cuando sus compañeros le dieron la traducción —. "Será la sentencia entre perder o ganar."
Tomé la hoja y estudié las palabras, releyéndolas una y otra vez, nada pasaba por mi mente y el tiempo apremiaba. Odié a ese maldito con mucha más vehemencia, no podía creer que estuviéramos resolviendo acertijos tontos para lograr recuperar la vida de mis familiares.
—El fuego celestial empape el núcleo... —repitió Clarisse —. ¿Se tratará de lo que hice yo al quemar el pergamino? Es lo único que puedo sentir que encaja en este caso.
—Sí, creo que claramente hace referencia a eso, quizás... por celestial se refiera a su vínculo —acotó el monje.
—Tiene sentido... —Me senté en el suelo, tomé una hoja blanca y comencé a dibujar, hacerlo siempre me ayudaba a relajar la mente, quizás así pudiera llegar a algo. Retraté el cielo y el infierno, la tierra y el cielo otra vez... sombras... ¿a qué se refería con eso?
Mi madre se acercó a mí, sentándose en el sillón ubicado a mi espalda, tenía la hoja con la traducción en sus manos, ella tenía experiencia en estas cosas, lo sabía, pero ahora mismo estaba demasiado inmerso en el significado de aquellas palabras y sentía que había algo obvio que no estábamos tomando en cuenta, pero ¿qué podía ser?
Sentí a mamá removerse en su asiento y acomodarse cerca de mí, ella observó mi dibujo.
—Entre el cielo y infierno... —repitió despacio en coreano, estaba pensando. Tomó mi dibujo y lo estudió —. ¿Sabes a dónde van las almas que no van ni con Dios ni con el Demonio?
La observé y con su uña señaló la mitad, esa pequeña unión entre ambos mundos. Allí donde el cielo y el infierno se convertían en uno.
—El limbo... —respondí como si mi madre hubiera dado claridad a la oscuridad que me envolvía. Me senté con ella entonces, tenía que ser eso.
Repetí mi respuesta pero esta vez en el idioma madre de mi suegra. Ella necesitaba entenderlo todo.
—Mi esposo y mi hija están allí entonces —Clarisse susurró aún sopesando la respuesta —. Quizás por eso la fuente se siente distinta... lejana.
—No es un lugar al que podamos asistir físicamente... tendremos que buscar la manera de que Kamael sienta que lo necesitamos —Mi padre se pasó la mano por el cabello en una clara manifestación de frustración. De nada nos serviría saber dónde estaba Kamael si no podíamos llegar a él.
—Cuándo sintieron a sus Llamas, ¿cómo visualizaron el lugar? —cuestionó el monje apoyando el peso de su cuerpo sobre una gran biblioteca.
—No había nada alrededor —repliqué con seguridad —. Amelie era un pétalo de peonía envuelto en una esfera de luz. Pero no pude distinguir nada en particular que me hiciera pensar en un lugar específico.
Clarisse analizó mis palabras, como si algo de lo que dije hubiera llamado su atención.
—La forma en la que sentí a Christopher fue distinta... Su energía era dispersa, violenta, como si intentara luchar por volver... —Sus manos se movían intentando representar con gestos la forma en la que percibió a su esposo —. Era frenético... temo por él, si usa toda su energía entonces se debilitará.
—La maldición de Kamael habla de una reunión, las primeras almas deben volver a su seno... Esta vez no será el ángel caído el que venga a nosotros, nosotros tendremos que ir a él. Y ustedes, las primeras almas, tendrán que enfrentar finalmente su destino.
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