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Como hierro y bronce

KARAN

Aquella noche el monje y sus compañeros dispusieron un lugar para todos, incluyendo mis padres quienes milagrosamente recibieron el mensaje sobre mi llegada y se encontraban de camino al templo. Leah y Yun compartían una habitación, mientras Clarisse, Christopher, Amelie y yo, descansábamos en otra. El silencio que se vivía allí durante las noches era realmente relajante; podías escuchar el gorjeo de los grillos a los lejos, el aire era menos denso aquí, como si de alguna forma todo en este lugar fuera más puro.

Me encontraba en el futón al lado de Amelie, recuperándome también. Habíamos comido algo liviano y el monje nos recomendó reposo absoluto. La fuente se encontraba en su máximo punto, por lo que era el mejor momento para que Amelie se alimentara de ella. Contemplé a mi novia y noté que su rostro, antes pálido, había recuperado levemente el color natural de su piel. Señal inequívoca de su proceso de recuperación.

Tenía algo de frío y deseaba que mis padres pudieran traerme algo de ropa. No estaba acostumbrado en absoluto a usar esta clase de túnica enorme que me prestó el monje, pero no tenía opción; era esto o volver a usar mis prendas deshechas y sudorosas.

Escuché la puerta de la habitación abrirse, aún a pesar de saber que ya nos encontrábamos totalmente a salvo, mi cuerpo, mi mente y mis sentidos se encontraban alerta ante cualquier amenaza. En este momento me daba cuenta de las secuelas que nos había dejado la experiencia que vivimos. Dirigí mi mirada con rapidez hacia mi suegra quien dormía plácidamente junto al cuerpo de su esposo, sin notar ruido alrededor.

Solté un suspiro cuando noté la figura de Yun entrar a la enorme habitación. Una molestia me recorrió de pies a cabeza, era instantáneo, como si mi alma reconociera a la persona que me quitó la vida tanto tiempo atrás.

—Lamento interrumpir —Su voz fue baja, pero logré escucharla a la perfección. Oírlo aumentó inevitablemente mi irritación.

—Amelie se encuentra mejor si es lo que quieres saber —contesté con más brusquedad de la que pretendía.

—Créeme que me alegra escuchar eso, Karan —Su respuesta fue imperturbable, como si hubiera ignorado mi tono apático por completo —. Quería saber si podemos hablar tú y yo, a solas... Prometo no tardarme demasiado, sé que debes estar con ella.

Mientras consideraba su propuesta me senté en el futón. Algo dentro de mí quería negarse, pero mi parte racional simplemente me decía que debía hacerlo, que no había nada de malo en ello. No confiaba en él, pero sin mí, Amelie no sobreviviría, así que dudaba que planeara hacerme algo malo.

Mi dubitación pareció prolongarse por un momento en el que Yun aguardó con serenidad.

—Bien —Me levanté de mi lugar de descanso a regañadientes —. Más vale que sea rápido.

El rubio me hizo un gesto con su mano para que caminara delante de él hacia la puerta, pero por alguna razón no quería hacerlo.

—Camina delante de mí, llévame hacia donde quieres que te siga, pero no te daré la espalda en ningún momento —Le advertí.

—Tranquilo —Levantó sus manos en señal de rendición —. No planeo hacer nada malo, Karan.

—Anda —Lo urgí, y él me dirigió una mirada cansina. Giró sobre sus talones y se dirigió a las afueras del templo. Lo seguí a una distancia prudente. Cuando se detuvo, lo hizo frente a las pequeñas vallas de piedra que rodeaban la construcción, él tomó asiento allí con total tranquilidad.

Me quedé de pie delante de él. Yun supo leer correctamente mi lejanía, así que no me presionó a que me acercara. El aire frío acariciaba mis mejillas haciendo que mi temperatura corporal descendiera. Palpé la pequeña gasa sobre mi frente, y suspiré, el cielo estaba totalmente estrellado. En otras circunstancias me habría encantado retratarlo, pero ahora mismo quería que mi interlocutor se diera prisa, su presencia exaltaba mis nervios.

—Karan... sé que mis disculpas son ínfimas a comparación de todo lo que te causé en mi vida anterior, pero... —Se detuvo un fragmento de segundo buscando mi mirada —. Te aseguro que soy otro en esta vida. Aquí entiendo a la perfección tu vínculo con Amelie, y créeme que sería incapaz de interponerme entre ustedes. En verdad quiero que me perdones, lo único que realmente deseo es poder mantener una relación cordial.

—Honestamente, Yun, puede que me tome tiempo confiar en ti —expresé con honestidad —. No sólo por lo que ocurrió entre nosotros vidas atrás, sino también porque sé que tienes sentimientos hacia Amelie... Eso me genera irritación, así que necesitaré tiempo para dejar de verte como una amenaza.

—¿Sabes? —Observó al cielo con una pequeña sonrisa, como si estuviera recordando algún acontecimiento —. Hace años Amelie me dijo algo que sólo entendí después de que llegaras.

—¿Qué fue lo que dijo? —No quería admitirlo, pero había logrado despertar mi curiosidad.

Él me ofreció una expresión amable.

—Ella dijo, "cuando dos personas son una en lo más profundo de sus corazones, ellos podrían incluso romper la fuerza del hierro o del bronce¹" —Recitó de memoria —. Ella no te conocía en aquel entonces, pero te sentía muy en su interior, siempre solía decir que tenía la sensación de estar esperando a alguien, quizás por eso jamás se fijó en mí. Ustedes siempre estuvieron destinados, nada puede interponerse entre ustedes, su vínculo es demasiado profundo.

Bajé la guardia en ese instante, creo que jamás había intentado empatizar con él. No podía negar que me hizo sentir especial lo que me comentó, la conexión entre Amelie y yo, aún sin conocernos, ya existía; sin embargo, para Yun, eso también significaba resignación y... dolor.

—Lamento que resultaras herido de alguna manera —hablé con más tranquilidad —. No me alegra en absoluto, sólo quiero que sepas eso.

—Espero puedas perdonarme por todo lo que sucedió —Se puso en pie y acortó la distancia entre nosotros —. Me alegra que Amelie te tenga. Eres un buen chico, Karan. Espero que podamos ser cercanos algún día —Tendió su mano hacia mí, esta era su forma de hacer las pases y empezar de ceros, sin vidas que se interpusieran entre nosotros. Tal vez fuera difícil de olvidar, pero el presente era todo lo que importaba ahora.

Tomé su mano y acepté sus disculpas.

AMELIE

Nadie me preparó para la escena que tenía frente a mí a primera hora del día: Los rayos del sol bañaban la suave espalda de Karan, su piel era clara pero besada por el mismo astro rey. Su brazo se movía conforme pintaba, lucía concentrado, tanto que no se percató de mi presencia. Su perfil era precioso, para mí lo era, para mí él era una obra de arte.

Su cabello negro desordenado esta vez no cubría sus ojos, sino que su frente estaba exquisitamente descubierta, regándole un aspecto mucho más serio e incluso intimidante. Deseaba tocarlo, acercarme a él, pero al mismo tiempo no quería dejar de admirarlo.

Había perdido mucho tiempo, me tomó casi tres semanas poder despertar, y aunque aún me encontraba débil, el recuerdo de ver el rostro de Karan por primera vez me hacía sonreír. Aquel día sus ojos oscuros me observaron como si yo fuera su propia constelación. Nos abrazamos por lo que parecieron horas y le permití llorar, sentí su pérdida y su dolor como si fueran míos. Si hubiera estado en su lugar, no sabría decir a ciencia cierta si podría haber sido tan fuerte.

El día que desperté, Karan me llevó a ver a mis padres, fue el regalo más grande que pude recibir, aunque mi padre aún no se encontrara consiente. Mamá me besó el rostro, como lo hacía cuando era una niña pequeña, estaba tan feliz de verme fuera de peligro que no quería que me separara de ella en todo el día.

Hana y Dowan estaban en la misma situación. Karan me comentó que la noche en la que se les avisó que estaba vivo, su madre lo sostuvo entre sus brazos toda esa noche, muy cerca de mí para que pudiera alimentarme de su energía. Él dice que fue un momento muy dulce, y que a partir de ese momento, pudo descansar tranquilamente.

Continué viendo a Karan pintar mientras admiraba su anatomía, jamás lo había visto sin camisa y creo que había desbloqueado una nueva adicción. Quería escribir poemas a su espalda desnuda, a sus hombros anchos... Él era delgado, sin ningún tipo de músculo desarrollado, pero su cuerpo era tan maravilloso que tuve que reprimirme. Si seguía pensando de esa forma, no dejaría salir a Karan de aquí por un buen rato.

Él giró entonces, sintiéndome, una sonrisa adornaba su hermoso rostro y tuve que cubrirme con la frazada porque sabía que había percibido mis pensamientos y la energía de ellos a través de nuestro vínculo. Sentí, un momento después. que se sentó sobre la cama y tomó el cobertor con su mano intentando alejarlo de mí.

—Déjame verte, traviesa —Forcejeamos un momento, nos estábamos riendo mientras lo hacíamos —. Anda, dime en qué estabas pensando.

—Tú sabes... —Alejé el cobertor y lo observé, quería abrazarlo y amarlo hasta embriagarme en él —. Es tu culpa...

—¿Mi culpa? —Se acercó a mí y mi instinto fue más grande. Nos besamos como si fuésemos oxígeno, como si nos respiráramos el uno al otro. Había tanto amor en nuestra energía que sentí que explotaría. Me separé un momento, porque creí que estaríamos envueltos en una burbuja gigante de colores, o que algún objeto terminaría hecho pedazos, pero todo estaba en silencio, en completo orden. Miré alrededor con una mirada confusa, aunque sabiendo muy bien por qué no estaba ocurriendo nada —. Creo que ya podremos ser más discretos...

—Es por la divinidad que tomó Chamuel de nosotros, ¿verdad? —pregunté, pero esta vez mis ojos volvieron a los suyos. Me senté a ahorcajadas sobre él y lo abracé —. No significa nada malo...

Él me devolvió el abrazo acariciando mi espalda con suavidad. Sus manos eran un bálsamo endulzante y mágico.

—Lo dudo, era algo que debía cambiar... pero no me molesta, ya no tendremos a nadie interrumpiéndonos cada vez que nos besamos. Al fin tendremos intimidad.

Fue en ese momento en el que Leah entró tan despreocupadamente a nuestra habitación, que ambos la observamos con desconcierto.

—Me encantó esa frase y... —Llevaba unos lentes que se quitó rápidamente cuando nos vio —. ¿Los interrumpí? ¡Oh por Dios! ¿Cómo pude ser tan imprudente? Ustedes continúen, olvídenme... Diviértanse y por favor usen protección, cuando terminen vayan a desayunar, sólo venía a avisarles sobre eso —Salió tan rápidamente que ni siquiera fuimos capaces de decirle algo.

Karan y yo simplemente nos echamos a reír.

—Vamos —Me levanté —. También quiero ver a papá y Yun me pidió hablar sobre trabajo.

—¿Llevas apenas cuatro días despierta y ya quiere hacerte trabajar?

—Oh vamos, también yo quiero sentirme útil después de casi un mes de inactividad, sin contar todo el tiempo que nos tomó deshacernos de todo esto. Al menos tú ya estás pintando y tienes clientes... —Señalé el cuadro que estaba creando —. Quiero sentirme útil, sobre todo me encantaría escribir... ver a mis lectores, retomar las clases...

—Lo entiendo, amor —respondió él mientras se incorporaba y tomaba mi mano para luego besar el dorso de la misma con suavidad —. Sólo quiero que te recuperes totalmente... Pero te quiero feliz, así que haz lo que consideres más apropiado, sólo por favor prométeme que vas a cuidarte.

—Te lo prometo —Me puse de puntillas y lo besé, él hizo un sonido de satisfacción y sorpresa, mientras devolvía el gesto. Cuando nos separamos Karan estaba sonriendo, y la dulzura con la que lo hizo llenó mi corazón de vida.

Tomó mi mano de nuevo y juntó nuestros pulgares y meñiques.

—Así es como prometemos aquí —explicó y me guiñó un ojo —. Ahora vamos a ver a tu padre y a comer algo. Después de que hables con Yun quiero llevarte a un lugar muy especial.

El desayuno fue maravilloso, la madre de Karan cocinaba increíble. Allí nos contó Dowan que en Corea no se acostumbraba a desayunar, el concepto de esa palabra allí no estaba tan arraigada como en occidente. Ellos simplemente solían comer lo mismo del almuerzo o la cena, pero en esta ocasión, como cortesía de parte de los padres de Karan hacia nosotros, decidieron hacer huevos fritos, tocineta y pancakes. Era increíble lo bien que nos sentíamos, incluso mi madre ya se consideraba parte de la familia.

Mi padre, por otro lado, se encontraba muchísimo más estable, mamá decía que podía sentirlo con mayor intensidad y que solía comunicarse con él a través de sueños. Papá quería regresar con nosotros, pero lo que podía hacer era mínimo al depender de la conexión con mi madre y la recuperación total de su cuerpo.

El monje vino de visita en un par de ocasiones para ver la evolución que habíamos tenido. El ritual que Karan me contó que realizó para elevar la fuente entre nosotros, estaba dando muy buenos frutos. Especialmente en el caso de mi padre, que fue casi milagroso.

Yun y Leah no habían querido partir de nuestro lado en ningún momento, mi jefe trabajaba de manera virtual desde aquí y se quedaba hasta la madrugada atendiendo todos los asuntos de la Editorial. Su dedicación era innata, ahora mucho más que nunca con el cambio de horario que teníamos. Raphael había quedado a cargo de todo y reportaba diariamente su progreso.

El buen Raphael siempre leal.

Leah parecía mucho más animada desde que desperté; aquel día no se apartó de mi lado, ninguno de ellos en realidad, Yun también había estado allí. Noté que la relación entre ella y Karan se había hecho mucho más cercana. Mi novio me comentó lo mucho que Leah ayudó a mamá, cuánto la animó y el enorme apoyo que le dio. Leah y Yun eran los mejores amigos que hubiera podido desear.

Leah pasaba las tardes acompañando a Karan mientras él reactivaba de mi energía a través  de nuestra fuente, e incluso se ofrecía a mantenerme alimentada con las sopas especiales que preparaba la señora Hana.

—Amy, deberíamos aprovechar este momento tranquilo para charlar —Propuso Yun con gentileza.

—Oh, ¿ahora? —pregunté, estaba lavando la loza que había quedado del desayuno.

—Amelie, corazón, iré con tu padre —anunció mamá, ella estaba absolutamente empecinada en hacerlo regresar lo más pronto posible por lo que no se separaba de él. Asentí y continué con mi labor —. Entonces Yun, ¿querías decirme algo?

—Yun, más vale que no vayas a poner a trabajar a Amelie justo ahora —Le advirtió Leah.

—De todos modos, Amelie quiere hacerlo —murmuró Karan.

—Eso es lo que quiero preguntarle, si le gustaría empezar a dar los talleres de escritura que solía dar, es algo que perfectamente puede hacer desde aquí y que no va a requerir esfuerzo físico.

—¡Me encantaría! Tengo los archivos de las clases que había preparado, así que podría empezar en cuanto me digas —Mi ilusión era enorme, había perdido una de las giras más grandes que iba a tener, así que esto me permitiría retomar el contacto con las personas y permanecer al pendiente de mi padre. Era perfecto.

Yun, Leah y Karan me sonrieron. El cariño que sentía por ellos era infinito. Sabía que querían protegerme, pero ellos me conocían mejor que nadie y entendían cuán importante era para mí el trabajo en la Editorial.

—Cuando regreses a Nueva York con tus padres completamente bien, sabes que te esperaré con los brazos abiertos. Yo debo partir pasado mañana, mi empresa me necesita.

—¿Te irás? —Leah y yo cuestionamos al unísono.

Yun se acercó a mí despacio, sentí a Karan ponerse un poco incómodo, pero su energía había cambiado; ya no parecía amenazado, ahora simplemente había una ínfima sensación de molestia. Me giré para encarar a mi jefe y sentí como me rodeaba con sus brazos. Yun siempre fue calidez, como una tarde de primavera. Él olía a seguridad y a sueños hechos realidad. Le devolví el abrazo con fuerza, agradeciéndole silenciosamente por venir hasta aquí, por tomarse el tiempo de investigar todo lo relacionado con mi conexión espiritual, por la incondicionalidad y sobre todo su lealtad y cariño hacia mí.

—Gracias Yun —murmuré cerca de su oído —. Jamás podré agradecerte todo lo que has hecho por mí.

—No tienes nada que agradecer, mi Amelie, lo hago con mucho gusto.

Me alejé parcialmente y besé su mejilla. Observé aquellas pupilas doradas y mis ojos se llenaron de lágrimas. Él tomó mi rostro entre sus manos y me atrajo hacia él envolviéndome en sus brazos nuevamente.

—Si alguna vez lograras contar las galaxias en la vasta extensión del universo, lograrías entender la inmensidad de mis sentimientos hacia ti, Amy... —Me sonrió con tanta dulzura que sentí mi corazón llenarse de amor.

—¡Qué cursi! —Leah puso expresión de asco y cuando el timbre resonó ella saltó del asiento tan rápidamente que supe de inmediato que se trataba de Liam.

Tanner había llegado a Corea dos semanas después de que mi mejor amiga lo hiciera, desde entonces había rentado una suit en un edificio bastante conocido, en donde Leah pasaba la noche. Los padres de Karan habían insistido en que no les molestaba que la pareja se quedara en su casa por el tiempo que necesitaran, pero Liam simplemente decidió que por su intimidad era mejor de esa forma.

Me alegraba enormemente que mi mejor amiga tuviera a Liam a su lado, sabía cuánto lo extrañaba. Ella me contó que él fue quien les dio aviso sobre mi muerte en esta dimensión. Gracias al chico artista, Yun y ella estaban aquí.

—¡Amor! —Gritó Leah echándose en sus brazos. Liam la recibió con el mismo entusiasmo —. Gracias al cielo viniste a rescatarme de la cursilería de mi jefe.

—Oh, ¿así que estaban en medio de un romance? —Preguntó el rubio besando a Leah.

—Ningún romance —respondió Karan acercándose y tomándome de la mano —. Yun simplemente le expresó a Amelie lo mucho que la quiere, es todo. Pero admito que fue mucho más poético que yo.

—Celoso —Toqué la nariz de Karan juguetonamente.

Yun simplemente rio.

—Fue demasiado para mí, se me erizo la piel —Leah hizo temblar su cuerpo de manera exagerada.

—Karan... —Liam se acercó a él —. ¿Por qué no nos recomiendas un lugar a donde podamos ir en parejas?

—Gracias por la invitación, señor Tanner... —Ironizó Yun.

—Puedes ir con nosotros por supuesto, necesitamos a alguien que tome nuestras fotos —Bromeó Leah.

—Conozco un lugar... —Karan sonrió y me observó —. Te vas a sorprender.

—O podemos ir a un bar, dicen que los bares en Itaewon² son increíbles —sugirió Leah —. Quizás allí Yun encuentre a una linda chica coreana.

—Vayan a divertirse —El señor Dowan se acercó —. Nosotros cuidaremos de Christopher y Clarisse.

—¿Chicas? ¿Yo? —Yun negó con la cabeza con una gran sonrisa —. No lo creo, no por ahora.

—Gracias papá —Karan se acercó y abrazó a su padre, su madre se acercó y él besó su frente.

Al fin teníamos algo de tranquilidad, la normalidad volvía a cernirse sobre nosotros, aunque aun faltaba que mi padre despertara para poder sentirme realmente tranquila; sin embargo, ahora mismo, las cosas parecían estar cayendo en su lugar poco a poco y tenía la fe de que mi padre saldría victorioso.

Lo conocía, él lo haría.

Mi único deseo por el momento era enfocarme en mi relación con Karan, en mi carrera, mis amigos y mi hermosa familia. Cuando lo pierdes todo, más valoras lo que tienes alrededor, y ahora mismo junto a todas las personas que amaba, me sentía millonaria.

Chamuel decía que las Llamas Gemelas ayudarían a sus seres queridos a ser mejores, y eso justamente era lo que había ocurrido. Al final del día, todos los tipos de amor estaban aquí reunidos... y mucho más fuertes que nunca.

***
¹ Fragmento del libro "Chain of Gold" por Cassandra Clare.

² Itaewon: distrito de Seúl conocido por su vida nocturna, restaurantes y bares.

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