Capítulo 4. Propuesta.
Cooler había convocado al escuadrón saiyajin ante su presencia. Estaban colocados en una fila mirando directamente hacia la dirección donde estaba el tirano. Vegeta no paraba de contemplarle, analizando sus movimientos y su postura. El lagarto andaba de un lado para otro mirando a cada uno de los guerreros, la cabeza la mantenía alta, las manos las había colocado detrás de su espalda y su cola se meneaba de un lado hacia otro, llegando a azotarla sonoramente en diferentes ocasiones. El Príncipe podía comparar aquella actitud con la de Freezer, lo único que le fallaba era que aquel que tenía delante no era como su hermano.
Vegeta, así como la mayoría en el Universo, conocía los celos que procesaba Cooler a su hermano. Freezer siempre fue conocido por el más temido, su padre, el Rey Cold, lo veneraba casi como a una deidad, mientras que éste, que andaba de un lado hacia otro ante él, era el segundón. Para una raza que ambicionaba tanto la dominación mundial ese puesto era un insulto. Pero nunca existió un enfrentamiento entre ambos y era obvio el motivo. Cooler podría ser ambicioso, pero no idiota. Hubiera muerto si se hubiese enfrentado a su hermano.
Con Freezer fuera del terreno de juego, Cooler era en ese momento un ser temido en el Universo, pero el Príncipe sabía que, incluso muerto, su hermano siempre estaría en primer lugar. Ahora debía demostrar que no era así, que él era un ser al que debían respetar y por eso había optado aquella postura de tirano temido.
Finalmente paró su andar, justo delante de Vegeta. Sus sanguinarios ojos se encontraron con los oscuros del Príncipe. Intentaba intimidarle, sacarle alguna reacción al saiyajin que demostrase que él era el que estaba al mando y que debía obedecerle sin rechistar, pero el guerrero no era así. Hizo una mueca de desprecio, casi diciéndole que era una mierda que apestaba allá por donde iba, pero Cooler se lo tomó con humor, ampliando su malévola sonrisa.
–¿Cómo fue el encuentro con los tuyos? –preguntó Cooler haciendo referencia a los demás saiyaijins–. Imagino que ha sido una grata sorpresa. –
Vegeta no contestó. Solo se dignó a despreciarle con la mirada y eso, en vez de molestar, hizo que Cooler quisiera seguir hablándole y atosigarle.
–Ya veo–siguió el tirano, observando desde la planta de los pies hasta la punta del cabello al guerrero ante él–. Siempre quise que llegase el momento de presentaros pero Freezer no era muy participe. Creía que os uniríais para ir contra él. Irónico ¿no es cierto? –Vegeta siguió sin hablar, contemplando como el lagarto seguía con sus palabras–. Sus monos fueron los que se revelaron mientras que los míos aquí siguen, fieles a mí. –
–Tan traidores como tú–Cooler desvió la mirada al guerrero al lado izquierdo de Vegeta. Raditz fue el único que se atrevió a hablar.
–¿También creéis que yo intenté matar a Freezer? –el lagarto volvió su atención a Vegeta, quien se mantenía en su postura.
Cooler dio un paso hacia atrás y volvió a andar de un lado hacia otro bajo la mirada de los guerreros allí presentes, retomando su postura inicial.
–Debéis destruir un planeta–dijo con firmeza, llevando la conversación al motivo por el que estaban citados–. Salza os informará con todo detalle sobre la misión–Cooler volvió a detenerse, pero esta vez delante del guerrero más joven, Trunks–. No quiero fallos. –
Trunks apretó la mandíbula a la par que sus puños. La sangre le hirvió contemplando la sanguinaria mirada y la cínica sonrisa del tirano. Vegeta observó durante un par de segundos aquella escena. Sabía lo que pasaba por la cabeza de Cooler. Su hijo no era el más débil allí, bien lo sabía, pero si el que más se podía dejar llevar por sus emociones. Él jamás mataría a alguien, por no mencionar que hasta el momento no lo había hecho, por lo que destruir un planeta ya eran palabras mayores.
Cooler se degustó con la rabia del joven, complaciéndose así de lo que no pudo conseguir con su progenitor.
–Vegeta estará al mando del escuadrón–dijo finalmente, separándose de Trunks para tener una visión completa de todos los guerreros.
El mencionado pudo ocultar su sorpresa, pero su ceño se mostraba más fruncido.
–¿Cómo? –la voz de Turles se escuchó segundos después de la información de Cooler. Hasta el momento él mostró un tono vacilante y prepotente, pero esta vez no sólo denotaba sorpresa, sino que se mezcló con la rabia que le estaba invadiendo.
–¿Qué? –el tono de Cooler fue de auténtico desprecio, junto con una mirada desafiante.
–¿Cómo demonios pones a ese imbécil al mando? Yo soy quien lidera este escuadrón–Vegeta contempló con curiosidad la escena y no precisamente por la conversación.
Cuando él, Raditz y Nappa se tenían que presentar ante Freezer debían tragarse el orgullo y la dignidad para doblegarse. Siempre hablaban con respeto y debían analizar bien sus palabras, porque él era un ser temido que podía acabar con la vida de quien quisiera con sólo un maldito dedo. En cambio, en aquella base era muy distinto. Cooler podía tener una postura autoritaria, pero parecía que sus subordinados se dirigían a él como si fuera el típico compañero que está contigo bebiendo una cerveza.
–Pero ahora está Vegeta–apuntó el tirano con la mirada al mencionado–. Puede que le odie más que a ti, Turles–Cooler dio un paso hacia donde estaba el guerrero–, pero en la vida hay diferentes clases. Puede que no haya un planeta y su título valga una mierda, pero si un guerrero de tercera está por encima de un Príncipe, ¿significa que un estúpido civil puede estar por encima de mí? –
–Es mi puesto–volvió a recalcar Turles sin hacer caso a sus palabras.
Cooler decidió zanjar rápido aquella conversación. Alzó su dedo índice hacia la altura del guerrero y, en un segundo, soltó un rayo rojizo que atravesó la zona de Turles que apuntaba. El saiyajin llevó su mano hacia la herida, cayendo al suelo mientras la sangre brotaba y manchaba sus dedos. Apretó los dientes con rabia mientras escuchaba los pasos del lagarto acompañados de los azotes de su cola contra el pavimento. Éste volvió a parar justo delante de Vegeta, esta vez no había broma en su rostro, estaba serio tras el encuentro con su subordinado.
–Como bien le he dicho a esa rata–menospreció Cooler intentando retomar su estado de calma y control sobre si mismo–, cada uno tiene su lugar. Ningún saiyajin de tercera está por encima de uno de élite, y por supuesto ningún guerrero está por encima de mí. Si dejo que los inferiores gobiernen se creerán los dueños del mundo–sonrió con sarcasmo–. Ilusos. –
–Eso es lo que temes–Trunks intervino llamando la atención de Cooler. El joven se mostraba sereno y seguro en sus palabras–. Quieres que todo esté bien equilibrado, porque si alguien inferior se ve poderoso será cuestión de tiempo que los demás le sigan, y entonces se volverá una amenaza. –
–Por eso Freezer destruyó el planeta Vegeta–remarcó el Príncipe a las palabras de su hijo. Vegeta sonrió al ver que Cooler ya no mostraba ni un ápice de simpatía burlona.
–Sandeces–concluyó el lagarto–. Salza entrará ahora para daros toda la información necesaria. –
Cooler abandonó la sala sin mirar atrás. Vegeta, Trunks y Raditz sonrieron sin evitarlo tras la humillación que recibió el lagarto, mientras que Turles contemplaba la imagen con rabia.
~~~~
Bulma se encontraba en el laboratorio en compañía de Bonnet, quien le mostraba los planos que debía analizar. La peliazul contemplaba lo que era un cuerpo mientras que el científico le informaba lo que sería el futuro proyecto en el que debía trabajar. Un soldado indestructible, presentó el hombre.
–Pero cada parte de este soldado está compuesto por diferentes materiales–observó la mujer, contemplando como cada parte del cuerpo tenía destacado el material que tendría–. ¿Los tenemos todos? –
–Desgraciadamente no–respondió Bonnet, enrollando el plano y guardándolo en un armario cercano–. Algunos de nuestros escuadrones van a buscar los materiales. –
–Hay algo que no entiendo–Bulma se apoyó sobre la mesa donde antes estaba extendido el plano–, si Cooler es tan poderoso y tiene trabajando para él a los mejores guerreros del universo ¿para qué quiere fabricar un soldado así? –
– ¿Importa mucho? –la mujer se mostró dubitativa, no muy satisfecha con la respuesta–. Nuestro trabajo es fabricarlo, no saber el motivo. –
–Pero...–
–Al Gran Cooler no le gustan los curiosos–recalcó el enano–. Es un consejo que te doy. Además de recordarte que no le debes llamar sólo por su nombre. –
–Está bien–los ojos azules de la mujer buscaron el reloj en la pared. Lo encontró encima de la entrada. Marcaba ya la hora de comer.
–Luego seguimos–dijo Bonnet al darse cuenta de que la humana se interesaba por la hora.
Bulma sonrió, se apartó de la mesa y salió del laboratorio. A penas pudo dormir algo pensando en encontrarse con el guerrero. Toda la noche se preguntó que estaba pasando y por qué esa necesidad y esos nervios por verlo. Sus ojos se habían clavado en ella como una daga ardiente en su pecho. Sus pensamientos rozaban desde la ingenuidad y la curiosidad hasta la más indecente lujuria, como la que tuvo en la ducha.
La hora del almuerzo era un buen momento, eso fue lo que le dijo a Aloy. Los pasillos estarían vacíos porque los esclavos o estaban en su comedor o servían a los guerreros, pero por allí no pasaba ni un alma. Así que le dijo que aquel era el momento perfecto para verlo y que así debía hacérselo saber al soldado que extraña y calurosamente se había colado en sus pensamientos.
Llegó al pasillo tras una ardua carrera. Paró justo enfrente de una puerta que tenía encima un cartel que ponía "Almacén 4", justo donde citó al guerrero. La humana chocó su espalda contra la pared para descansar. Su respiración era agitada ya que no acostumbraba a correr. Cerró unos segundos sus ojos para intentar recobrar el aliento. Inspiró y expiró durante un rato, hasta que finalmente los abrió.
En su rostro se podía apreciar un gesto de sorpresa al ver al soldado apoyado en la pared enfrente de ella, con los brazos cruzados y una sonrisa de lado, sin dejar de contemplarla. Sus mejillas se tiñeron rojizas a causa de ello.
–¿Llevas mucho ahí? –fue lo primero que pregunto. Él ensanchó la sonrisa a la vez que se despegaba de la pared. Los ojos grandes de Bulma contemplaron su andar hacia ella, provocando que sus nervios fueran en aumento.
–Así que querías verme–Vegeta pegó una de sus manos en la pared, justo al lado derecho de Bulma, quien tragó saliva sin siquiera pestañear. El tono del Príncipe era bastante seductor, lo pudo apreciar a la primera–. Dime, mujer, ¿qué quieres de mí? –
"Mujer" repitió ella mentalmente. La respuesta perfecta sería "tengo un nombre. Es Bulma", pero se quedó sin palabras y, por extraño que pareciese, le gustaba escucharlo. Tenía una manera de pronunciarlo que conseguía que su cuerpo temblase y su vello se erizase.
–¿Has enmudecido? –volvió a hablar Vegeta. Él contempló a la humana, la notaba nerviosa. Le hacía recordar a las primeras veces que veían cuando ambos estaban en la base de Freezer.
Bulma, dentro de su estado de nervios, se relamió los labios. Vegeta, notando como un fuego invadía todo su ser, bajó la mirada hacia ellos, sintiéndose tentado a probarlos. Se preguntó si ella le dejaría o de lo contrario le apartaría.
–Fuiste amable–habló ella finalmente, haciendo que él volviera a contemplarla directamente a los ojos–. Quería agradecértelo. –
–¿Y cómo? –Bulma era capaz de notar las intenciones en una pregunta realizada con dos palabras. Sabía lo que él quería y era lo que ella había estado fogosamente soñando toda la noche.
–No soy de esas–Vegeta alzó una ceja–. No me acuesto con el primero que es amable conmigo. –
–Y, en cambio, aquí estamos–con la mano que tenía libre la tomó del mentón. El contacto cálido de su piel hizo que sintiera un cosquilleó por todo su cuerpo, sin evitar dejar que escapase de sus labios un sonoro suspiro–. Tú citándome a escondidas y yo apareciendo como si estuviese haciendo algo malo. ¿Y todo por un simple gracias? –
–Y una amistad–dijo ella con tono suave, embaucada por su voz sensual y potente. Vegeta, ante la repuesta, dejó escapar una leve carcajada.
Bulma contemplaba su rostro. Recordó su agresividad con Bonnet, mientras que ahora mostraba aquel lado seductor. Reía como si le hubiera contado un gran chiste, para después relajar su gesto. Su sonrisa de lado le hacía verse atractivo y su mirada oscura y ardiente penetraba en la suya clara e indecente.
–Mujer–volvió a decir él. Para ese momento Vegeta ya había percibido la reacción de ella ante aquella palabra y aquel tono. Lo pudo volver a notar. Su mirada brillaba, tragó saliva y su vientre parecía endurecerse. Algo dentro de ella le recordaba–, sabes tan bien como yo que no me has hecho venir para darme las gracias y que seamos amiguitos. Dime, ¿cuánto he llegado a perturbar tu inocente pensamiento? –
El corazón de la humana latió fuerte. ¿Cómo lo supo? ¿Cómo él lo adivinó? Su sorpresa sólo reforzó la veracidad de sus palabras, enorgulleciendo al guerrero de perturbar su mente con deseos indecentes.
Vegeta no quiso escuchar mucho más. Estaba cansado de esperar y todo su ser ardía de deseo. Su mujer estaba ante él, deseándole como siempre lo hizo. Con la mano que aún la tomaba del mentón la acercó a él, aproximándose también él hacia ella, rompiendo el espacio que los separaba con sus labios.
Él exigió un beso de ella que pareció durar poco, pero que él fue incrementando. Vegeta tenía los ojos cerrados para poder sentir mejor el roce de sus labios, mientras que ella los mantenía abiertos, incrédula de lo que estaba ocurriendo.
Notó su lengua tocar sus labios. Él quería aumentar el calor, quería volver a sentirla y pensaba hacerlo. Ella colocó sus manos en los hombros del guerrero, haciendo presión para que se separara. Vegeta lo notó e hizo lo que quiso para ver su reacción, que no tardó en llegar. Un bofetón que le dolió más a ella que a él en lo físico, porque en el interior a él todavía le estaba resonando.
–Joder–se quejó ella tocándose la mano adolorida. Alzó la mirada hacia él, repleta de rabia–. ¿Qué demonios te crees que haces? ¡Te dije que no era una de esas que tu frecuentas, maldito pervertido! –
Vegeta dio unos pasos hacia atrás viendo como la mujer acariciaba su mano. Se preocupó por si era grave e intentó acercarse nuevamente, pero para entonces Bulma ya estaba alerta y no se lo permitió.
–Claro que quería darte las gracias y claro que quería ser tu amiga–gruñó ella apretando los dientes–. No tienes derecho a besarme sin mi maldito consentimiento. ¡No lo tienes! –
–Bulma–Vegeta intentó calmarla pero , para entonces, ella estaba cegada por la rabia y la vergüenza.
–¡No te acerques! –ella volvió a ceder cuando le vio aproximarse–. No quiero verte otra vez. –
Vegeta sintió como si un jarro de agua fría cayera sobre su cabeza. La vio darse la vuelta y salir corriendo en dirección contraría. Quiso ir tras ella pero sus palabras, que se repetían constantemente, le dejaron inmóvil. ¿Cómo demonios pasó? Era lo único que podía decirse. Él la vio interesada y sentía que le estaba correspondiendo, pero en algo erró y no encontraba la por qué.
~~~~
Bulma llegó a su habitación dando un fuerte portazo detrás suyo y chocando su espalda contra la puerta. Agachó la cabeza y observó su mano que aún le dolía. Podía notar como todo su cuerpo se prendía y no era precisamente de deseo sino de vergüenza. Recordar lo que anteriormente había ocurrido la hacía sentir una gran rabia e impotencia, mientras se pregunta cómo pudo hacerle esto a ella. Intentó rememorar su noche anterior y en ella había pensamientos con Vegeta bastante acalorados, por lo que si, hubiera sido conocedora de lo que iba a pasar, posiblemente pensase que le gustaría aquel encuentro. En cambio, la realidad era diferente.
Ella veía al guerrero atractivo y había algo en él, que ya no era sólo físico, que le atraía, pero cuando sintió su cuerpo contra el suyo, forzando un beso para el que ella no estaba preparada, sintió asco, vergüenza y humillación.
–¿Cómo pude pensar que sería diferente a los otros soldados? –se preguntó en voz alta mientras masajeaba con cuidado la zona adolorida de su mano–. Esto me servirá para aprender la lección. –
Suspiró separándose de la puerta para sentarse sobre su cama. Clavó su azulada mirada sobre las mugrientas baldosas mientras aún atendía a la pequeña inflamación en su mano. Por mucho que se repitiese que debía borrar el recuerdo no pudo.
En su cabeza estaba clavada cada palabra, mirada o sonrisa del guerrero. Él mostraba mucha seguridad en sí mismo, tanto que pensó ser correspondido por ella. Inevitablemente acarició sus labios, recordando como el Príncipe los había reclamado en un beso bastante ardiente. Estaba nerviosa hasta el punto de que un escalofrío recorrió toda su espalda y un cosquilleó nació en su estómago.
Se dejó caer en el colchón mientras los nervios aún se apoderaban de todo su cuerpo. En ese momento se estaba odiando por sus pensamientos y su reacción. Debía odiarle y mantener su palabra de no volverlo a ver pero parecía que algo en su interior la estaba contradiciendo.
~~~~
Trunks, sentado sobre el suelo de la sala de entrenamiento, contemplaba a su padre golpear con fuerza a Raditz en un combate llevado a las altura. Recordó cuando le vio entrar en las habitaciones hecho una fiera y reclamándoles por su vagancia, así que les ordenó ir allí y pelear. No sabía que le pasaba, pero era consciente de que nada bueno, porque el Príncipe arremetía contra el melenudo con gran agresividad.
–Es bastante fuerte–el joven alzó la mirada a su derecha para encontrarse con Kakarotto, quien hablaba mientras observaba el combate–. ¿Podría ser más fuerte que Cooler? –
–Es muy posible–contestó el muchacho para volver su atención a la pelea–. Fue él quien terminó con la vida de Freezer y, por lo que sé, él era más fuerte que Cooler. –
–Me hubiera gustado ver ese combate–sonrió Kakarotto sin perder detalle de cada movimiento del Príncipe.
Trunks observó con curiosidad al soldado. Ya había notado la diferencia que había entre él y los demás, pero la realidad es que él era diferente a cualquier saiyajin, ya que tampoco tenía un carácter semejante a su padre o a Raditz. Parecía como si Kakarotto pensase igual que él.
–¿Crees que tu padre quiera pelear conmigo? –Trunks alzó una ceja curioso mientras veía la radiante sonrisa que aparecía en el rostro de Kakarotto.
–No lo creo–dijo con sinceridad el menor–. Conozco a mi padre. Él te ve poca cosa para que mantengáis una pelea. Incluso Raditz es poco para él y no tiene reparos en decirlo. –
Kakarotto contemplaba al Príncipe saiyajin pelear con rabia. Tenía una mirada asesina y los dientes apretados de tal manera que se marcaba más su mandíbula. Cada puñetazo que le daba a Raditz iba con más fuerza que el anterior, haciendo que el contrincante estuviera más pendiente de defenderse que de devolver los golpes. No controlaba su ki y lo explotó hasta transformarse en un Super Saiyajin.
–Raditz no sabe transformarse–informó Trunks.
Kakarotto estaba cada vez más emocionado, veía a Vegeta moverse con más agilidad y golpear con mucha más fuerza. Su ki había aumentado de manera considerable y se notaba cada vez que le quitaba terreno a un agotado Raditz.
–Debo pararle–el joven estaba a punto de elevarse y volar en dirección a ellos, pero Kakarotto se interpuso. Trunks miró sorprendido al guerrero. Podía leer su expresión con claridad. Estaba dispuesto a pelear.
Kakarotto dejó que todo su ki fluyera hasta acabar rompiendo. Su cabello se alzó en forma de llama, tiñéndose de rubio, sus ojos se volvieron claros y su musculatura aumentó. Trunks contempló impresionado al saiyajin envuelto en un aura dorada digna de los Super Saiyajins.
Vegeta paró el combate en seco, dejando de atacar a un golpeado Raditz, para desviar toda su atención al saiyajin que acababa de transformarse. Hasta el momento, al único que había visto como a un Super Saiyajin, después de a el mismo, era a su hijo. No pensó que podría encontrarse con otro en aquella base y, de ser así, que fuera a quien consideraba el más débil. Tanto el Príncipe como Kakarotto intercambiaron miradas, este primero pudo leer en sus ojos como le retaba a un duelo.
Hasta el momento Vegeta estaba peleando con rabia a causa del encuentro con su mujer, pero ahora mismo sólo sentía excitación y curiosidad por un combate que podría ser digno de él. Kakarotto alzó el vuelo y se puso delante de él, mientras que el Príncipe se cruzó de brazos con una sonrisa de lado en su rostro.
–Admito la sorpresa–dijo Vegeta analizando al saiyajin–. ¿Alguien más sabe transformarse? –
–Broly–informó Kakarotto–, pero no lo hace. El dispositivo que tiene se lo impide porque no lo puede controlar. –
–¿El idiota de Turles? –Kakarotto negó–. No entiendo. Si eres más fuerte que él ¿cómo está ese imbécil al mando? –
–A mí no me consideran tan saiyajin como a él–Vegeta escuchaba interesado al guerrero mientras seguía analizándolo.
–Yo no os lo considero a ninguno–Vegeta dejó de cruzar los brazos para ponerse en postura de combate–. Peleemos. –
Kakarotto frunció el ceño, pero con la sonrisa aun intacta a la vez que se preparaba para la pelea. Trunks, desde el suelo, contemplaba con incredulidad la escena, al igual que Raditz, quien estaba sentado y con la espalda contra la pared. El guerrero estaba sangrando a causa de la cantidad de golpes que recibió del Príncipe.
En cuestión de segundos comenzó la pelea. Ambos se abalanzaron sobre el otro a la misma vez, encontrándose a mitad el camino. Empezaron a propinarse puñetazos y patadas. Vegeta parecía bastante interesado en aquel sujeto, pues parecía estar a la altura de él, mientras que Kakarotto seguía la pelea con gran placer. La intensidad empezó a aumentar por segundos.
Vegeta le dio un puñetazo a la altura del estómago, haciendo que Kakarotto se retorciera. El Príncipe le agarró del cabello para retenerle y así impactar con fuerza su rodilla contra el rostro de él, pero lo evitó. Le agarró por la pierna y lo lanzó hacia otro lado, haciendo que su cuerpo chocase contra la pared. Kakarotto se lanzó hacia él para empezar a propinarle numerosos golpes, consiguiendo que su contrincante escupiera sangre.
Cuando iba a impactarle otro golpe, Vegeta le tomó del puño, lo acercó a él y le propinó un rodillazo en el abdomen, haciendo que volase a pocos metros de distancia. El Príncipe creó una esfera de ki azul en su mano derecha y la lanzó contra Kakarotto. Se escuchó el gemido de dolor de éste cuando le llegó el golpe.
–Es increíble–Trunks se sentó al lado de Raditz–. Él sabe transformarse. –
Raditz apretó los dientes con rabia. En ese momento sentía que el odio a su hermano había incrementado y los motivos eran obvios. Kakarotto se podía transformar mientras que él llevaba años intentando conseguirlo y, hasta el momento, no lo había hecho. Si le contemplaba podía ver dos cosas, la más evidente era el parecido con su padre Bardock, y la otra era el aura de emociones que debían entorpecer la posibilidad de hacerse más fuerte.
–Seguro que lo consiguió mediante algún tipo de brujería–Trunks miró al soldado sin comprender–. La leyenda del Super Saiyajin ha sido siempre tan codiciada que se hablaba de hechizos y pociones que facilitaban alcanzar la transformación. –
Trunks decidió no contradecir la palabra de Raditz, pues la rabia que le invadía era muy notable. Tanto su padre como él llegaron a conseguir transformarse sin necesidad de hechizos o pociones, por lo que esas opciones las veía como simples bulos de los saiyajins, y veía que el guerrero se había agarrado a esa teoría por no aceptar que su hermano menor, débil como imaginaban, lo hubiese logrado antes que él.
Vegeta limpió el hilo de sangre que emanaba de sus labios y que había recorrido por su barbilla, mientras que Kakarotto le contemplaba con una sonrisa complaciente, con heridas visibles en el rostro que lo habían ensuciado con su sangre. Ambos intentaban recobrar el aliento tras el reciente combate.
–Hace mucho que tienes ese poder–habló el Príncipe sin dejar de contemplar al saiyajin–. ¿Cuándo y cómo ocurrió? –
–Hace diez años–Vegeta sonrió, no hubiera aceptado que Kakarotto se hubiese transformado en Super Saiyajin antes que él–, fue en una pelea contra Turles. –
Tanto Vegeta como Raditz y Trunks se sorprendieron. Ya era desconcertante que Turles estuviese al mando cuando Kakarotto era capaz de transformarse y él no, sino también impresionaba el hecho de que fuera mediante una pelea entre ambos.
–¿Cómo? –volvió a repetir Vegeta. Él necesitaba respuestas a lo que estaba viendo, y las necesitaba con grandes detalles.
–Yo soy más fuerte que Turles–informó Kakarotto–. Él veía peligrar su puesto en el escuadrón, como te pudiste dar cuenta es algo que no le agrada. Quiso que me doblegara y los métodos que utilizó fueron rastreros. Peleamos y debido a la rabia que sentí me transformé. –
–¿Qué hizo? –siguió preguntando Vegeta.
Kakarotto, incomodo por el interrogatorio, desvió la mirada, gesto que no gustó al Príncipe.
–No te lo puedo decir–Kakarotto se encontró con los ojos de Trunks. En él veía una claridad que jamás había visto antes en un guerrero.
Repentinamente fue atacado. Vegeta agarró a Kakarotto por el cuello con gran presión. En los ojos del Príncipe se veía el desprecio que sentía por él.
–Ahora yo soy quien manda–recordó el Príncipe–. Te lo ordeno. –
Kakarotto le agarró por la muñeca con fuerza y, con rapidez, con la mano libre le propinó un puñetazo en la costilla. Vegeta retrocedió, obligando a soltarle. Apretó los dientes y, decidido, alzó el puño con la intención de golpear el rostro del guerrero, pero éste se lo impidió. Cerró su puño con una de sus manos mientras le miraba con seriedad.
–A pesar de que podría confiar en vosotros, no puedo decir nada–Kakarotto empezó a aumentar su poder, haciendo que la mano con la que apretaba a la de Vegeta lograse dañarle.
Vegeta contemplaba como el cabello de Kakarotto se volvía aún más puntiagudo, y como aquella aura dorada se veía acompañada por pequeños destellos eléctricos azules. El ki de él iba incrementando hasta el punto de que le hacía retroceder.
–¿Qué es esto? –preguntó Vegeta sorprendido.
–El Super Saiyajin 2–la sorpresa golpeó a Vegeta. Kakarotto tenía un semblante muy serio. Su ceño estaba marcado, su sonrisa había desaparecido y su mirada se había vuelto amenazante.
Vegeta agarró a Kakarotto por la muñeca para que soltase su puño, pero no pudo. No dejaba de contemplarle a la vez que intentaba zafarse. Jamás imaginó ver algo así, porque tampoco sabía que existía. Él, como todos los saiyajins, conocían la historia del Super Saiyajin, pero jamás se habló de que este poder tenía más fases.
–¡Basta, Kakarotto! –una voz autoritaria resonó desde la entrada de la sala de combate.
Paragus apareció en ese momento, consiguiendo que Kakarotto soltase al Príncipe. Su cabello volvió a tomar su color y estado natural, así como sus ojos volvieron a ser oscuros. No apartó la mirada de Vegeta, quien aún no asimilaba lo que acababa de ocurrir.
Kakarotto descendió hasta el suelo, poniéndose justo delante de Paragus, quien se veía bastante molesto por lo que acababa de presenciar.
–Aquí no se te ha perdido nada–le dijo Paragus con tono de reprimenda–, vuelve a la sala de entrenamiento con nosotros. –
Kakarotto resopló y, como si su alegría no se hubiera ido, se despidió de los que allí estaban, los cuales aún intentaban entender lo que acababa de pasar.
Vegeta tocó el suelo mientras veía como su contrincante abandonaba la sala con aquel que les interrumpió. Una vez ya no estaba volando, volvió a su estado natural.
–Padre–Vegeta no se giró a ver a su hijo–, ¿qué fue eso? –
Vegeta apretó los puños con rabia, frunció el ceño y ahogó en sus pensamientos las ganas de gritar por la impotencia y la humillación que recientemente acababa de sufrir.
–Ese miserable...–Trunks miró a su padre sin comprender–uno de tercera... un don nadie. Super Saiyajin 2. –
–Tenía un ki impresionante–Vegeta miró a su hijo con la rabia que le invadía, como si en vez de a Trunks tuviese en ese momento a Kakarotto–. ¿Era tan fuerte? –
–No puede ser más fuerte que el Príncipe de los Saiyajins–las palabras de Vegeta destilaban veneno, algo que inquieto a su hijo. Nunca vio a su padre como en ese momento, parecía ver a alguien indefenso. El Príncipe bajó la mirada para contemplar la mano que hacía escasos minutos Kakarotto tenía atrapada–. No pude zafarme. –
–Si fue una pelea con Turles lo que le hizo transformarse en Super Saiyajin–la voz de Raditz se escuchaba detrás de Vegeta–. ¿Qué sería lo que le llevó a pasar a la siguiente fase? –
Aunque sintiera su sangre hervir, Vegeta también se lo preguntaba. Ya no sólo el motivo que llevaría a que ambos soldados luchasen, sino a cual sería el otro para, como dijo Raditz, consiguiera en aumentar su transformación.
~~~~
2 días después.
Desde que Vegeta descubriera que Kakarotto había llegado, no solo a ser un Super Saiyajin, sino también a conseguir la segunda transformación, no había dejado de entrenar. En su cabeza sólo aparecía la imagen de ese soldado en aquella forma. Aún podía percibir su ki, e incluso la presión de su fuerza. Eso era lo único que había conocido y, realmente, deseaba saber más de ese poder, pero también quería poseerlo. Deseaba tener esa transformación y debía saber como la consiguió.
Además de todo ello, tampoco había olvidado a su mujer. Por las noches le atormentaba aquella frase "No quiero verte otra vez". Su hijo, cuando se enteró de lo ocurrido, empezó a decirle que obró mal. Lo último que necesitaba era un sermón, y menos de su primogénito.
El Príncipe se encontraba sentado en el comedor junto con Trunks y Raditz. Kakarotto ya no había vuelto a estar con ellos, imaginó que algo le dijo Paragus. No le importaba, pues sólo le interesaba para pelear, el resto del tiempo le incordiaba su presencia. Veía a su hijo hablar con el saiyajin mientras él tomaba un poco de su copa de vino.
A veces podía apreciar como los ojos de su hijo se desviaban de lugar, y pudo saber a donde. La muchacha que le informaba sobre Bulma estaba por ahí rondando, sirviendo a los demás guerreros. En ese momento se percató de que nunca habló con Trunks sobre mujeres, a pesar de que la humana le había mencionado en reiteradas ocasiones de que debía prepararle para "la gran charla". Tonterías, pensaba el Príncipe. Él veía en su hijo a todo un hombre que no necesitaba lecciones sobre el sexo.
–¿Has empezado a pagar ya tu deuda? –Trunks miró a su padre cuando éste habló–. La muchacha. –
Trunks contempló a Aloy cuando su padre le señaló con la mirada en su dirección. Raditz también observó a la joven, para él no era desconocido lo que estaba ocurriendo con ella y el papel que debía desempeñar.
–Turles todavía no me ha pedido nada–Vegeta frunció el ceño. Seguía viendo humillante lo que hacía su hijo, aunque entendiera la causa.
–No está mal–Raditz la contempló de arriba abajo–. ¿Sólo te sirve de mensajera? –
–¿Para qué más la querría? –se molestó Trunks por el tono que empleaba.
Raditz y Vegeta se miraron cuando el muchacho habló, no pudieron retener una sonrisa burlona que no pasó desapercibido para Trunks.
–Yo respeto a las mujeres–dijo con seriedad el chico–. Para mí no son como para todos esos cavernícolas que las ven sólo como juguetes para sus deseos más primitivos. –
–Esa frase es de tu madre–se burló Vegeta contemplando como su hijo se cruzada de brazos–. No te estamos diciendo que la maltrates o la fuerces, sólo que hasta tú, hijo mío, puedes sucumbir a esos deseos primitivos. Nadie te juzgará si te diviertes un poco. –
–¿Eso pensabas tú de madre? –Vegeta silenció con la pregunta de Trunks, a la vez que Raditz dejaba de reír.
Aquella pregunta pilló muy desprevenido a Vegeta y le abofeteó con una fuerza que parecía un golpe real. Si recordaba su época con Bulma y viviendo en la base de Freezer podía ver a un hombre deseando a una muchacha que le amaba, pero que temía mucho a su primera vez. Podía pensar en las caricias, en los besos y en las miradas. Él podía estar deseándola con todas sus fuerzas, controlándolas para no dañarla. Jamás se dejó llevar por, como dijo su hijo, sus deseos más primitivos.
Vegeta se levantó de la mesa ante la sorpresa de su hijo. Se marchó sin decir nada, algo que a Trunks le pareció muy extraño, ya que esperaba por una reclamación por su insolencia o algo así, muy similar a lo que su padre solía decir.
~~~~
Bulma se encontraba en su habitación sentada sobre su cama. Estaba leyendo un libro que Bonnet le mandó para estar informada sobre ciertos planetas y su materia prima. Había marcado con un rotulador naranja las páginas que debía leer, ya que aquella información era vital para el proyecto que estaba llevando a cabo.
–Planeta Hodux–leyó la humana en voz alta–, habitados por hoduxis... pueblo pacífico... clima cálido... especializados en sanación... Diamante hodux–las dos últimas palabras las leyó con más interés, llegando a señalarlo con el índice de su mano derecha–. Éste es uno de los materiales. –
–Es el más afilado del Universo–Bulma se sobresaltó cuando escuchó una voz masculina. El libró cayó al suelo mientras que ella se levantaba asustada.
Vio a Vegeta apoyado en la puerta. Estaba tan concentrada en su lectura que no fue capaz de escuchar cuando él entró. Notó sus mejillas arder por culpa de haber sido descubierta. No tardó mucho en reaccionar a lo que estaba pasando.
–¿Qué haces aquí? –el tono de Bulma se tornó frío. Vegeta se apartó de la puerta y la miró de arriba abajo. Su mujer llevaba una blusa violeta que mostraba su hermoso escote, a conjunto iba con unos jeans negros que acentuaban sus piernas. La deseó como la primera vez que la vio.
–Quería informarte de que mañana me iré a una misión que durará una semana–Bulma le miró extrañada, no entendía el motivo que le trajo a su habitación para decirle eso.
–¿Y eso a mí que me importa? –volvió a preguntar con el mismo tono gélido.
–Mujer–Vegeta la nombró así para ver si conseguía alguna reacción de ella, ocultó su sonrisa cuando se dio cuenta de que se estremeció y de que se vio obligada a apartar durante unos segundos su mirada–. Tú me dijiste que no eras de esas mujeres que yo suelo frecuentar, pero quiero que te quede claro que yo no soy de esos hombres que te cruzas por los pasillos. –
–Eso me quedó claro. Eres mucho más atrevido que ellos–la humana estaba a la defensiva y eso no sorprendía a Vegeta. Ella siempre encontraría una respuesta para todo.
–Lo hice porque me sentí correspondido–Vegeta dio un paso más hacia ella, pero Bulma no se alejó. Quería demostrar que era fuerte. Allí, en esa habitación, él no podía mandar–. Pero quiero que te quede claro. No tengo intención de dañarte. Jamás lo haría. –
Ella se sorprendió de tal manera que no supo como reaccionar. Sus ojos se agrandaron y su boca se entreabrió.
–Si te he dicho que me voy a esa misión es porque tengo el deseo de que seas tú a la primera que vea cuando regrese–el rojizo en las mejillas de Bulma se intensificó– Mujer, no te haré daño. No haré algo que no quieras. –
Bulma tragó saliva, se recompuso y volvió a retomar una postura segura, algo que la hizo verse irresistible a los ojos de Vegeta.
–¿Por qué me dices esas cosas a mí? –Vegeta terminó por acercarse, sin vacile acarició su rostro mientras ella se quedaba quieta, pero alerta de que volviera a repetirse lo de la última vez.
–Porque tú, Bulma–el tono que utilizó la hizo estremecerse mucho más a cuando la llamaba mujer–, te mereces estar con el Príncipe Vegeta. –
–¿Y el Príncipe Vegeta se merece a Bulma? –ella le contempló, su ego era grande, pero sabía que en sus palabras había un mensaje oculto, algo que él no era capaz de decir, tal vez por orgullo.
–¿Tú que crees? –preguntó él con soberbia.
–Yo lo que creo es que me debes demostrar que eres de fiar–ella se separó, haciendo que la mano con la que él la acariciaba rompiese todo contacto con su piel–. No niego que eres atractivo e incluso puede que tengas razón en que has podido perturbar mi inocente pensamiento con deseos lascivos–él sonrió ante su sinceridad–, pero eso no me hace desearte si te comportas como la última vez. –
–Quieres hechos y no palabras ¿es eso? –ella asintió–. Hagamos un trato–Vegeta observaba a la mujer sin perder detalle de ella–. Ven a buscarme cuando vuelva y, si lo haces, te demostraré que puedes llegar a desearme hasta el punto de enloquecerte, pero no haré más que eso. –
–¿Y ya está? –preguntó con curiosidad.
–No–la tomó del mentón y, con delicadeza, pasó su pulgar por el su labio inferior, acariciándolo con una sensualidad que la encandiló–. Haré todo lo que sea para conseguir que desees besarme. Tú a mí. Yo no lo haré. –
–¿Y si no puedes resistirte? –Vegeta sonrió, pero sus ojos mostraban un fuego que no se extinguía.
–Yo podre, pero tú no–Bulma alzó una ceja, interesada en la propuesta.
–¿Y qué pasará si al final te beso? –Vegeta se aproximó más a ella, haciendo que escasos centímetros separasen sus bocas.
–Que ya no habrá vuelta atrás–la humana tragó saliva, su cuerpo temblaba y ardía a la vez.
Hubo un silencio que el deseo hacía que fuera incómodo. Los pensamientos lascivos danzaban sin pudor por la mente de ambos, a la vez que deseaban que el espacio se rompiera de inmediato para crear un beso, pero ninguno lo hacía por orgullo.
–Acepto–dijo con seguridad la mujer.
Vegeta sonrió y soltó a la humana mientras la contemplaba de arriba abajo. Hubiera dado mucho por haber dado rienda suelta a su pasión en aquel mismo lugar, pero no quería volver a asustarla. Ahora tenía un medio para que ella pudiera confiar nuevamente en él, y no podía desperdiciarlo.
–Espero verte a la vuelta, Bulma–él se despidió con una sonrisa de lado y, finalmente, abandonó la habitación.
El corazón de Bulma latía intensamente. No podía controlar el deseo que sentía en ese momento. Algo en su interior le pedía salir corriendo y fundirse en sus labios, pero su cabeza era más calculadora y la hacía razonar. Quería ver hasta donde era capaz de llegar él.
~~~~
¡Hola a todxs! Antes que nada me disculpo por la tardanza, pero es que tuve que reescribir el capítulo. ¿Sabéis ese momento en el que se te borra algo que has escrito y haces todo lo posible por recuperarlo pero no lo consigues? Pues eso me a mí xD
Lo importante es que lo pude volver a escribir y aquí esta para que lo hayáis podido leer. Espero que os haya gustado y os aviso de que habrá más cosas interesantes.
¡Muchas gracias por leer!
~Nephim
*Just Tonight92 (fanfiction)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro