Capítulo 2. Esclavos.
¡Aquí os dejo con el segundo capítulo de la historia!
Siento mucho la tardanza pero no he podido subirlo antes, como recompensa mañana subiré el capítulo 3 :)
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Bulma contemplaba la larga melena oscura de la mujer que ante ella estaba, la cual se mecía con su caminar. Cuando terminó de comer en el laboratorio, se presentó aquella desconocida con la mirada clavada en el suelo mientras Bonnet le ordenaba hacerse cargo de la científica. No se habían dirigido la palabra, ni siquiera fue capaz de mirarla a los ojos, sólo se limitó a hacerla un pequeño gesto con la mano para que siguiera sus pasos hacia algún lugar que ella desconocía.
Durante el camino que compartieron, la humana centró su atención no sólo a su desconocida compañía, sino a todo su alrededor. De este modo pudo apreciar que aquella base estaba dividida en zonas. Una de ellas eran las que utilizaban los soldados y personal de importancia, como los científicos y enfermeros, y luego estaba el área de los esclavos. Los pasillos mostraban las paredes más agrietadas, con algunas luces parpadeando o sin alumbrar si quiera. El suelo solía estar manchado, con algunas baldosas levantadas, mientras que el olor de humedad se adueñaba de cada rincón.
Mientras caminaban se cruzó con dos guerreros que acaloradamente se reían, haciendo que las carcajadas resonasen por todo el pasillo. El que iba delante tenía una apariencia escalofriante, alto y musculado, con la piel grisácea, los ojos amarillos, nariz torcida, cicatriz en el pómulo derecho y sin existencia de cabello. Ese hombre llevaba entre sus manos una pequeña cadena que ataba a tres mujeres que iban detrás de él en fila. Sus apariencias jóvenes, inocentes y asustadizas la espantaron, ni siquiera fue capaz de aguantar la mirada por más de dos segundos. Detrás de ella iba el segundo soldado, pero no quiso contemplarle.
Al cruzarse fue incómodo. Escuchó algún comentario acerca sobre su físico y lo que querría hacerle, al igual que tuvieron palabras para referirse a la mujer que la estaba acompañando. Ella no hizo ningún caso. No sabía si estaba asustada o realmente le era indiferente, porque su postura era la misma que tuvo cuando la conoció. Para suerte de Bulma los soldados pasaron rápido, siguieron su camino y dejaron que ellas continuaran con el suyo.
Finalmente, aquella mujer que la estaba guiando hacia un destino desconocido, se detuvo delante de unas puertas de madera. En aquella zona no habían instalado las compuertas con códigos, sino que se abrían con una llave normal. La morena accedió primero a la sala a la que llevaba y tras ella la siguió la peliazul. Los ojos de Bulma contemplaron cada rincón de la polvorienta habitación.
Era un dormitorio con paredes que alguna vez fueron blancas y ahora se teñían de un color amarillo sucio, con grandes humedades y grietas como adorno. El mobiliario contaba de dos camas individuales, de colchones destrozados y cubiertos con colchas de tamaño más pequeño. Había un armario con las puertas rotas junto a un espejo con los bordes negros.
–¿Está es mi habitación? –preguntó Bulma con una mueca asqueada mientras veía como algún bicho se metía por las grietas de la pared.
–Nuestra–la humana se giró a ver a la joven que tenía un tono de voz bajo. La mujer había alzado la mirada, consiguiendo, finalmente, el poder mirarla.
Aquella mujer de tez pálida tenía los ojos igual de negros que su lacio y largo cabello. Miró su largo vestido morado que cubría desde su cuello hasta sus pies, con unas mangas largas que se ensanchaban, ocultando de esta forma sus manos. Podía ver el escudo de Cooler a la altura del pecho, y adornándole un colgante oscuro junto con un candado.
–¿Cómo te llamas? –preguntó Bulma contemplando curiosa a la mujer, quien había llevado sus manos hacia atrás de su espalda, así como la privó de nuevo de mirarla a los ojos, cuando bajó la mirada para contemplar algún punto perdido en el suelo–. Mi nombre es Bulma. –
–Me llamo Chi Chi–contestó ella aun utilizando su bajo tono de voz.
–¿Te ocurre algo? No me miras a la cara y...–
–Cooler quiere que trabajes para él y yo debo cuidarte–contestó sin más la mujer, cortando a Bulma en su interés por saber sobre ella–. Compartiremos habitación y ya está. –
Bulma alzó una ceja mientras veía como la mujer se acercaba a la cama que daba al lado de la pequeña ventana. Contempló como se tapaba con la pequeña colcha dándole la espalda. Tragó saliva y se tumbó en su colchón, más cercano a la puerta. Suspiró fuertemente y cerró los ojos esperando que el sueño se adueñara de ella, pero tardaría bastante en ocurrir.
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Había pasado una hora desde que los saiyajins descubrieran al escuadrón al que pertenecían y, durante ese tiempo, el silencio fue el protagonista acompañado de miradas analizadoras y amenazantes.
Vegeta ya había contemplado seguidamente a los cuatro integrantes de aquel escuadrón. Al hermano de Raditz le veía despistado, se apreciaba que no comprendía lo que ocurría y tampoco parecía querer comprenderlo. Turles mostraba una postura desafiante y arrogante. Quería quitarle de un puñetazo aquella sonrisa ladina. Broly tenía un aspecto violento. Sus ojos estaban teñidos del color de la sangre, lo que le alertaba de un posible ataque.
A pesar de esos dos últimos, quien realmente le estaba llamando la atención era Paragus. Si su hijo miraba como un asesino, su progenitor ya estaba matando. Todo el escuadrón, a excepción del más viejo, analizaban a los tres nuevos integrantes, pero él solo miraba al Príncipe. No le parecía que los demás le importasen.
–¿Cómo habéis sobrevivido a lo que ocurrió en el planeta Vegeta? –finalmente, Raditz fue el que decidió romper aquel incómodo y tenso silencio.
Vegeta miró a los cuatro hombres, intentando adivinar quien sería el portavoz de ellos. Pronto imaginó en Paragus, pero fue Turles quien tomó la palabra.
–Como vosotros–la voz de Turles se asemejaba a su postura, sonaba potente y orgullosa–. Ninguno estaba en el planeta. –
–¿Sabíais lo de nuestro planeta? –preguntó, ahora, el Príncipe.
–¿Qué lo destruyó Freezer? Desde el principio–sonrió Turles, molestando al Príncipe por su frialdad–. Ninguno de los que estamos aquí debemos nada al Imperio. La destrucción de ese planeta no nos afectó. –
–Sabes que eso tiene un nombre, ¿verdad? –el tono frío de Vegeta no llegó a incomodar a ninguno de los presentes, sino que consiguió que cada uno reaccionase de manera diferente.
–¿Traición? –siguió Turles con su ironía y su sonrisa radiante–. Ejecutaron a mi padre por ello y a mi madre por ser su mujer. De no ser uno de los guerreros más poderosos de la raza saiyajin hubiera tenido el mismo final, pero decidieron dejarme con vida para servir al Imperio, sin saber que lo único que quería era venganza. Para mi desgracia Freezer se adelantó mientras yo estaba en un planeta sin conexión, por lo que no me llegó el aviso que ordenaba volver. –
Vegeta miró desafiante a Turles, que se mantenía rígido en su sitio. Raditz contemplaba al soldado con rabia, a pesar de todo él era fiel a su raza y a su Imperio, por lo que escuchar hablar de esa manera a otro saiyajin le hervía la sangre. Por otro lado, el joven Trunks contemplaba la escena sin saber que pensar.
El hijo del Príncipe siempre fue educado con la idea de que la raza saiyajin era noble, poderosa, orgullosa y sanguinaria, pero siempre creyó que lo último era con otros planetas, ahora acababa de descubrir que también tenía sus métodos para los suyos, y nos les temblaba la mano a la hora de impartir justicia con su propio pueblo.
–Tu padre intentó matar a mi hijo–Vegeta contempló a Paragus que, a diferencia de Turles, habló con una rabia incontrolable–. Cuando supo que Broly nació con más poder que el heredero a la Corona decidió hacer lo más ruin que un saiyajin podía hacer. Matar a un digno futuro Rey para salvaguardar su linaje. –
Vegeta contempló a Broly de arriba abajo, cuando su padre destacó que era alguien poderoso mostró una sonrisa con orgullo, perfectamente plagiada al arrogante del grupo. Analizó al saiyajin detenidamente para comprobar que la información fuera cierta.
–Cooler ordenó que le implantasen un chip en su cuerpo con la intención de retener gran parte de su ki en él–informó Paragus al intuir las intenciones del Príncipe–. De esta forma los tiranos podían seguir proclamándose los más fuertes del universo. –
–No te creo–contestó con seguridad el Príncipe–. ¿Por qué querría un lagarto a un ser más poderoso que él en su ejército, por mucho que tuviera un chip para controlarle? Asume que, como el otro idiota, ambos huisteis del planeta por traición a la Corona. –
–Admito que me place pensar en como ese planeta de mierda estalló hasta ser polvo estelar, pero no por deseo de traicionar a la Corona, sino por el gusto de pensar como el Rey moría sin orgullo de haber vencido a Freezer–contestó Paragus sin titubeo.
Vegeta se aproximó amenazante a Paragus, pero, antes de intentar algo, Trunks se interpuso en su camino. Los ojos negros del Príncipe miraban con rabia a los de su hijo. No deseaba un enfrentamiento con él para que le dejase matar al traidor, porque era lo único que quería en ese momento.
–¿No te das cuenta que esto es lo que Cooler desea, padre? –Trunks intentó que su progenitor pensase con coherencia y no se dejase llevar por la ira–. Ahora mismo tenemos otras prioridades, esto no es más que un obstáculo fácil de evitar. No sigas sus juegos. –
Vegeta apretó la mandíbula mientras escuchaba a su hijo mediar. De todos los presentes, Trunks era el único que parecía pensar con cordura, porque Raditz también deseaba un enfrentamiento con los traidores.
–Yo siento mucho lo ocurrido–tanto Vegeta como Trunks, así como Raditz, desviaron la mirada a Kakarotto, quien hablaba con la mirada más seria y sincera–. Siento lo que le pasó al planeta Vegeta y a todos los habitantes. Yo en ese momento estaba viajando al planeta Tierra. –
–Kakarotto siempre tan sentimental–se burló Turles–. El idiota sufrió un accidente que le hizo cambiar su personalidad. Es tan imbécil que sería capaz de dejar vivir a Cooler si en sus manos estuviera la opción de matarlo. –
Raditz contempló al saiyajin. Recordaba el mensaje que recibió de sus padres avisándole de que su hermano había viajado a otro planeta. Nunca le buscó y, tras la destrucción de la Tierra, le creyó muerto. No sentía nada cuando le miraba, sólo el leve destello de su padre en su mirada, por lo demás todo era irrelevante.
–Ahora que formáis parte del escuadrón debo destacar algunas cosas–Turles se acercó a Vegeta, una vez que pareció más calmado tras la intrusión de Trunks y Kakarotto–. Yo soy el líder. Yo ordeno y vosotros sois los que cumplís. –
–Una mierda–contestó enseguida Vegeta–. Soy el Príncipe de los Saiyajins, no me rebajaré a recibir órdenes de un traidor de tercera que se dedica a ponerle el culo a Cooler. –
–Desgraciadamente no tienes más opción–Turles pasó de largo–. ¿Qué os parece si festejamos el bello encuentro? –
–Prefiero irme a imaginar como fue la ejecución de tus queridos padres–sonrió de lado el Príncipe. Sin pensarlo se dirigió a una de las habitaciones que se mostraban vacías.
Trunks, quien aún se mantenía delante de Paragus cuando intentó detener el enfrentamiento con su padre, decidió seguirlo para hablar con él, pero Turles se plantó delante suya con la intención de retenerlo.
–Joven Príncipe–el tono de Turles seguía teniendo un toque de vacile junto con un leve destello de burla al momento de referirse al título que hubiera recibido Trunks si hubiese nacido en el seno del Imperio, si éste siguiera intacto–, festeja con nosotros este momento. No todos los días puedes encontrarte con nuevos saiyajins. –
–No les escuches–Raditz, quien tenía la intención de ocupar otra habitación, se interpuso cuando vio a Turles increpar al primogénito de Vegeta–. Son unos parias que no merecen el tiempo de un verdadero saiyajin. –
–¿Te consideras uno como tal? –siguió molestando el cabecilla del escuadrón–. Según mis conocimientos todo el mundo habla del saiyajin que mató a Freezer, pero no recuerdo que fuera tu nombre el que se mencionara. Ni siquiera en un segundo plano. –
Raditz apretó los puños pero no llegó hasta Turles para propinarle el puñetazo que merecía. Fue Kakarotto quien, esta vez, detuvo la posible segunda pelea del momento. El melenudo miró con rabia a su hermano menor, molesto de su interrupción. Le contempló fijamente a los ojos para ver una mirada seria, en la que le pedía que no se metiera en problemas con el que estaba proclamado líder.
Turles rio a mandíbula suelta, concluyendo de esta forma la burla hacia Raditz. Rodeó con su brazo el cuello del joven semi-saiyajin y, haciendo un pequeño gesto con la mano, le pidió a Broly que le siguiera, el cual no dijo nada, únicamente obedeció.
El melenudo contempló como Turles se llevaba a Trunks mientras que Broly le seguía. Su mirada volvió enseguida hacia Kakarotto.
–No te metas en donde no te llaman–gruñó Raditz contemplando a su hermano menor–. Esto no va contigo. –
–Si ahora todos somos del mismo escuadrón entonces si va conmigo–se justificó Kakarotto.
Raditz observó el semblante serio de su hermano, pero poco a poco lo fue relajando hasta que volvió a ser el mismo que había conocido cuando entró en la sala.
–Debería enseñarte tu habitación–la sonrisa de Kakarotto le molestó. Nunca antes había visto un gesto como aquel en un saiyajin, pero si en otras especies.
Ver su sonrisa inocente le recordaba a la misma que se mostraba en el rostro de Bulma. La humana y su hermano, criado en el planeta Tierra, compartían algo más que lugar de nacimiento. Aquel que tenía su misma sangre no compartían nada más que eso, pues su carácter era diferente y eso le molestaba.
–Si padre viera al hijo que tiene volvería a morir–contestó de mala gana. Miró detrás de su hermano cuando escuchó la risa burlona de Paragus, quien aun se mantenía en el mismo lugar.
Raditz se dio la vuelta y entró en una habitación que no tuviera un nombre en la puerta. Ingresó en ella ante la mirada de Kakarotto, quien no comprendía el motivo por el que su hermano se había molestado con él.
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Turles soltó a Trunks cuando llegaron a la taberna de la base. Vio a Broly colocarse a su lado con una sonrisa ladina mientras miraba a todas partes. El joven estudió su alrededor para ver a un montón de soldados bebiendo y acompañados de mujeres de diferentes razas con escasa ropa en ellas, inclusive sin ninguna prenda. Las mejillas del semi-saiyajin se prendieron al ver a una de esas chicas pasar por delante de ellos sin nada cubriendo su torso y cargada con una bandeja llena de jarras de cerveza.
–Festejemos–Trunks miró a Turles, quien mostraba su dentadura radiante en una sonrisa que parecía imborrable–. Dime, muchacho, ¿cómo te gustan las hembras? –
Trunks tragó saliva mientras veía como Broly agarraba una cerveza que servía una de las chicas que pasaban a su alrededor. Ésta no dudó en guiñarle un ojo al soldado que tardó poco en reaccionar dándole una palmada en su trasero, recibiendo una sonrisa picarona de ésta mientras marchaba a seguir sirviendo jarras.
–Preferiría volver a la habitación–dijo el chico mientras veía como Turles también se servía una jarra de cerveza antes de que la joven se marchase. Le contempló beber con gusto un gran trago, manchándose con la espuma de la bebida.
–¿Hombres? –preguntó Broly con sorna.
–Me gustan las mujeres–confirmó Trunks rápido–. Sólo que no me gustan así. –
Trunks miraba a las jóvenes que eran manoseadas y acosadas por soldados borrachos o pervertidos con ideas que él no quería imaginar. Podía notar en los gestos de muchas de estas mujeres el descontento, y, aunque ejercían otro rol, las que hacían de camareras tampoco se mostraban a gusto.
–Puedo adivinar–Trunks miró a Turles, quien se limpiaba los labios con el dorso de su mano–. Eres virgen ¿verdad? –
–No tengo porque contestarte–el joven quiso darse la vuelta y salir de aquel lugar, pero Turles le detuvo agarrándole por el brazo–. Suéltame. –
–Tengo el remedio perfecto para ti, mocoso–Turles miró a Broly sonriente, y éste devolvió la mirada de igual forma.
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Vegeta se acostó sobre la fría y pequeña cama. Su mirada la clavó en el metálico techo mientras colocaba una de sus manos sobre su frente. Apretó la mandíbula y se rindió a los recuerdos recientes. La imagen de su hija en los brazos del Rey Cold y la de Bulma dentro de aquel líquido, junto con la idea de que su memoria fuera borrada, habían apaleado al Príncipe. ¿Cómo reaccionar? ¿Qué trampa era aquella?
No podía mover ninguna ficha de su tablero, porque cuando tenía pensado el recrear un plan de rescate se encuentra con un escuadrón de saiyajins traidores. Ellos no parecían tener problemas en servir a Cooler y eso le hervía más la sangre.
Cerró lentamente los ojos y siguió pensando. Pensó fuertemente en la calidez y suavidad de la humana, la cual estaba en la misma base que él. Debía hacerla recordar de alguna forma. Debía conseguir que volviera a él.
(Flash Back)
Dos años atrás
Sintió las uñas afiladas de la mujer clavarse en su pecho mientras escuchaba como su nombre salía de su boca. Elevó la mirada, cegado por el placer, para encontrarse con ella sobre él, con la cabeza echada hacia atrás y los cabellos pegados por su cuello enrojecido por los mordiscos que recientemente él le brindó. La vio balancearse hacia delante, dejando caer su cuerpo sobre el suyo mientras escuchaba su respiración agitada, así como la de él.
Sus manos acariciaban el duro torso mientras sus cabellos se desplegaban por su piel. Podía notar los latidos de su corazón contra su cuerpo y pensó que no había nada mejor en el mundo que hacer el amor con aquella mujer.
–Tengo frío–dijo ella después de un rato.
Bulma se separó del cuerpo de su amante, sólo para colocarse a un lado con la cabeza aun apoyada sobre él. Agarró las sábanas echadas hacia la orilla de la cama y envolvió los dos cuerpos, para después depositar sus manos sobre su torso.
–Vegeta–el hombre, quien había apoyado su barbilla sobre la cabeza de la mujer, la contempló cuando escuchó su nombre–, ¿algún día esto acabará? –
–¿A que te refieres? –preguntó él, acariciando con la yema de sus dedos la espalda desnuda de la mujer, a lo que ella reaccionó con leves escalofríos placenteros.
–A veces pienso que podría aparecer otra mujer y que te olvidarás de mí–Bulma miró directamente a los ojos al Príncipe–. Que estés con ella como ahora lo estas conmigo. –
Vegeta se perdió en la profundidad de sus expresivos y brillantes ojos. Para él era más que obvio que todo su Universo era ella, así como los hijos que tenían en común, no pensaba que pudiera llegar a tener ideas como aquella.
–¿Por qué piensas eso, mujer? –Bulma bajó la mirada, intentando ocultar la inseguridad que la embriagaba.
–Hoy tuve una conversación con Raditz y que hace ya tiempo tuve con Nappa, pero quedó en el olvido–Bulma suspiró pesadamente antes de continuar–. Vuestra raza os hace envejecer con lentitud, hasta el punto de tener la edad de un anciano y no parecerlo. En cambio, en mí pasaran los años y en mi aspecto se notará. –
Bulma volvió a alzar la mirada y entonces Vegeta pudo comprobar la inseguridad que difícilmente intentaba de ocultar.
–Tendré arrugas, canas, los pechos se me caerán... Incluso puede que mi inteligencia se quede en un mero recuerdo de la juventud por culpa de la edad–los ojos oscuros de Vegeta no perdían ningún detalle de la humana cuando hablaba. Podía sentir el nudo que se estaba formando en su garganta–. Yo envejeceré como se envejece con el paso del tiempo mientras que tú le harás frente con una juventud eterna, y eso me hace reflexionar de que cualquier chica querría estar contigo y tú... tú quisieras buscar en ellas lo que ya en mi no quedará. –
–Bulma–la humana se ruborizó al escuchar su nombre en el tono suave que Vegeta utilizó. Notó como su mano, con la que recorría su espalda, la atrajo hacia él, pegando ambos cuerpos desnudos mientras sus miradas se intercambiaban–, sólo hablas tonterías. –
–Entonces... ¿no será así en el futuro? –preguntó ella inquieta, a lo que él le dedicó una sonrisa de lado.
–No sé como será el futuro, pero estoy seguro que no como tú te lo imaginas–Bulma vio como él se movía hasta quedar encima de ella, encerrando su cuerpo entre sus fuertes brazos colocados a ambos lados de ella–. Ahora deja de pensar, mujer. –
Ambos se fundieron en un beso que consiguió calmar a la científica, así como las caricias y atenciones que recibió hasta que su juicio se vio nublado por el deseo.
(Fin Flash Back)
El Príncipe abrió los ojos, volviendo a clavar su mirada en el techo. No supo cuantas veces repitió el mismo recuerdo, pero cada vez que lo hacía sentía más real el contacto de ambos y no pudo anhelarlo más. La necesitaba y en ese momento no hubiera dudado en dar una respuesta más rápida y concisa. ¿Otra mujer? Bulma podía envejecer todo lo que quisiera, pero no lo haría sola.
Hace ya tiempo que se dio cuenta de que su presencia le hacía bien. La necesitaba y no sólo para lo físico. Con ella había comenzado una nueva vida y no había recuerdo en el que no saliera ella desde entonces. Moriría con ella, y esperaba que fuera el él primero, porque no podría soportar su marcha y ahora era lo que sentía que estaba ocurriendo.
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Trunks contemplaba la puerta metálica de color caoba delante suya. Había un panel al lado, pero éste era diferente a los que anteriormente vio, pues tenía una ranura en la parte superior, mientras que delante mostraba una pequeña pantalla con una cantidad monetaria.
–¿Qué es esto? –preguntó el chico curioso.
–Es la puerta al placer–contestó Broly mientras Turles sacaba monedas de una pequeña bolsa de cuero.
–Cuando salimos a nuestras misiones volvemos siempre con muchos esclavos, entre ellos hembras que terminan aquí–Turles empezó a meter monedas en la ranura del panel mientras hablaba–. Algunas de ellas son vírgenes y tienen un precio elevado. Suelen estar detrás de esta puerta. –
Trunks volvió la mirada a la puerta caoba. Negó con la cabeza, en desacuerdo con la idea que rondaba a ambos saiyajins, pero antes de darse la vuelta Turles ya había introducido la cantidad exigida para que la entrada a la habitación se abriera. Le dedicó una ancha sonrisa al joven y le empujó hacia adentro.
El sensor de movimiento notó la entrada del semi-saiyajin dentro de la habitación, por lo que la puerta se cerró ante su azulada mirada. Trunks contempló aquel lugar, era un dormitorio pensado únicamente para el placer, ya que sólo constaba de una amplia y gran cama.
Escuchó unos sollozos y buscó de donde provenían, encontró en un rincón a una joven, tirada en el suelo con la espalda pegada en la esquina y su rostro oculto entre sus rodillas. Llevaba un vestido blanco echo jirones que mostraba su piel. Su cabello era largo y rubio, esparciéndose como una cascada dorada. Escuchaba su llanto agitado y sintió una horrible congoja ante la imagen. Se dio la vuelta y golpeó con fuerza la puerta mientras exigía que la abrieran.
–¡Hasta dentro de una hora no se abrirá! –escuchó la voz burlona de Turles detrás de la puerta–. ¡Disfruta, mocoso! –
Podía escuchar como las risas de los dos soldados se alejaban de la puerta, por lo que sus golpes cada vez iban en descenso hasta que terminó por dejar de aporrear la puerta. Se dio la vuelta, chocando su espalda contra el frío metal. Dejó escapar un pesado suspiró y sin poder evitarlo miró a la muchacha. Se sorprendió al verla con la cabeza alzada, observándole desde aquella postura que había optado como protección.
Sus ojos enrojecidos tenían el mismo color que la dulce miel, sus mejillas estaban rojizas por culpa del llanto y sus finos labios se encontraban temblando. El color de su piel era semejante a la de él, pero por la parte del cuello podía destacar hematomas morados que, imaginó, eran a causa de los golpes. Contemplando su jovial rostro podía pensar que tenía más o menos la misma edad que él.
Trunks se separó de la puerta y se acercó a la joven que, ante aquel movimiento, se levantó con las manos y la espalda pegada a la pared. Su respiración era entrecortada y su cuerpo temblaba presa del miedo. Mechones de su rubia cabellera se esparcían por su rostro repleto de lágrimas mientras se pegaba tanto como podía al muro.
–¡Por favor, no me hagas nada! –pidió ella continuando con su llanto–. Haré todo lo que quieras menos eso. ¡Por favor, por favor! –
El joven detuvo su andar en mitad del camino que le separaba de ella. No había visto jamás a una persona tan asustada y eso le hacía sentir dolor. Tragó saliva y la contempló. Su vestido estaba más roto de lo que se veía cuando estaba agachada. Era de manga larga y una de ellas había sido arrancada, la falda tironeada hasta el punto de dejar su pierna izquierda al descubierto mientras que había arañazos por algunas zonas del abdomen.
–Por favor–siguió pidiendo ella, cada vez más bajo pues sentía que la voz se iba junto con su esperanza de salir ilesa.
Trunks no continuó andando pues no lo veía apropiado al ver el deplorable estado en el que ella se encontraba. Miró a su alrededor no sabiendo que hacer. Pensó en sentarse sobre el colchón y así lo hizo. Todo paso que daba hasta la cama, hasta el momento en que tomó asiento sobre ella, fue seguido por la dorada mirada de la joven.
–No te haré nada–dijo por fin Trunks contemplando a la chica–. No me interesa. –
La joven no dejaba de mirarle y Trunks podía entender lo que pensaba. Sonrió sin ningún tipo de emoción e intentó calmarla.
–Yo no he pagado por ti. Puedes estar tranquila porque no te haré nada–ante la respuesta ella apartó la mirada rápido.
–Que no me lo hagas tú no significa que con el próximo tenga la misma suerte–Trunks contempló su mirada triste y perdida.
No imaginó tener una respuesta como aquella cuando lo que quería era calmarla, pero tenía razón. Él no iba a hacer lo que Turles quería, pero podría venir uno como él para concluirlo. Sintió como su estómago se revolvía y no pudo seguir contemplándola por vergüenza. No comprendía por qué había hombres como aquellos, que disfrutaban humillando y haciendo daño.
–No eres como ellos–Trunks volvió a mirarla y se sorprendió de ver que se había separado un poco de la pared. Contemplaba al joven con curiosidad, pero aún mantenía una postura temerosa.
–Ni lo seré–afirmó él.
Trunks vio como la muchacha enredaba un par de mechones alrededor de su dedo. Su respiración se iba calmando mientras andaba con lentitud hacia él. El semi-saiyajin la contempló detenidamente y pensó que era una joven hermosa, por lo que sentía pena ya que estaba condenada desde el momento que entró en aquella base.
–¿Cómo te llamas? –preguntó Trunks curioso. Ella tomó asiento en la cama pero a una distancia prudencial de él. A pesar de que estaba más calmada seguía nerviosa, pues sabía que después de él aparecería otro hombre.
–Aloy–contestó ella mirando a los ojos azules del joven.
–Yo soy Trunks–sonrió él, consiguiendo que ella mostrase una leve sonrisa–. ¿Cómo has acabado aquí? ¿Destruyeron tu planeta también? –
–¿También? No–negó ella mientras se apartaba unos mechones detrás de su oreja–. Soy la Princesa de Riolhase, hija del Rey Riolhase III y, de no haber sido por el golpe de estado, futura heredera a la Corona. –
Trunks abrió los ojos y la boca ante la sorpresa y ella notó la curiosidad pronto.
–Mi planeta nunca tuvo tratados con ninguno de los tres tiranos, pero desde hace dos años mi padre tiene un Consejero Real, Lord Krixus, que intentaba convencerlo de hacer pactos con Cooler–comentó la joven mientras recordaba con mirada perdida lo sucedido en el pasado–. Hace una semana que el Rey cayó enfermo, obligándole a estar en cama. Al ser menor de edad le cedió su poder a Lord Krixus y éste le traicionó aliándose con ese lagarto. –
–El golpe de estado–recordó Trunks a lo que Aloy asintió.
–Lord Krixus le concedió a Cooler gran cantidad de nuestras riquezas y me entregó a mí para hacer lo que quisiera conmigo–Trunks contemplaba como el rostro juvenil de la muchacha se iba descomponiendo hasta el punto de que las lágrimas volvieron a emanar de sus ojos–. No me importa lo que hagan conmigo... pero no sé si mi padre vive... o si lo retienen... No lo sé. –
–Lo lamento–Trunks agachó la cabeza, no sabiendo bien que decir o como reaccionar.
Aloy contemplaba, con los ojos llorosos, el semblante de Trunks. Apreciaba su sinceridad cuando habló. Podía mantener su postura de que era diferente a los hombres que, hasta el momento, se había cruzado en la base.
–¿Tu planeta? –Trunks miró a Aloy cuando preguntó. La vio quitarse las lágrimas intentando mantener la postura y no recaer de nuevo–. Me preguntaste si el mío también fue destruido, intuyo que el tuyo no tuvo un buen final. –
–Cooler–recordó Trunks–. Mi madre es del planeta Tierra y mi padre de Vegeta. Ambos fueron destruidos por el tirano Freezer, pero yo nací en Akrog, reinado por el Rey Darek. Un gran hombre. –
–Lo lamento–repitió ella. Trunks se encogió de hombros mientras recordaba al Rey y la propuesta final que le hizo, aquella a la que no tuvo tiempo de responder.
–El Rey no podía tener linaje–Trunks, al igual que hizo Aloy, contó su historia–. Era su cumpleaños y lo celebraba como siempre, por todo lo alto y repleto de gente. Ese día había más que los años anteriores, y el motivo lo supe después. Quería que yo fuera su sucesor. –
Aloy, atrapada por la narración del joven, se fue acercando un poco más a él, sin darse cuenta ninguno de los dos que estaban ya a una distancia cercana para hablar en un tono neutral.
–Le iba a decir que no, aunque en ese momento la respuesta sería sí, para que los invitados no lo vieran como un desplante a su Rey–Trunks comenzó a jugar con sus dedos, perdiendo su mirada en ellos–. Le diría la verdad en privado, de una manera que no se sintiera herido por mi reflexión, pero no pude darle ninguna de las dos contestaciones. Cooler entró en el castillo, intentó matarme pero Darek se interpuso en el camino, muriendo en ese momento. –
El silencio reinó por varios segundos en aquella habitación. La tensión y el dolor palpitaban en el ambiente, no sabiendo ninguno que palabras exactas decirle al otro que no fuera un simple lo siento.
–Cooler retiene a mi hermana con su padre y a mi madre aquí–siguió narrando Trunks–. Ha conseguido borrarle la memoria para que trabaje para él, y de esa manera que mi padre y yo también sigamos sus órdenes sin objetar nada. –
–¿Tu madre? –Trunks asintió mientras Aloy no paraba de contemplar su rostro–. ¿Una mujer de cabellos azules? –
Trunks buscó con rapidez los ojos de la joven que aún se mantenía contemplándole. Ella pudo percibir la sorpresa en él y supo que se trataba de la mujer que mencionó.
–Cuando me estaban trayendo hacia aquí me crucé con dos mujeres por el camino y una de ellas tenía cierto parecido a ti–se explicó la muchacha–. Era el área de servicio, donde suelen estar los esclavos que trabajan para Cooler. –
–Era ella–sonrió Trunks al escucharlo–. ¿Tú estás en esa área? –
Aloy negó, borrando al instante la sonrisa del muchacho.
–A las que servimos para... esto–dijo en voz baja la última palabra–. Nos quedamos aquí. –
Trunks apartó la mirada y se levantó del colchón, llevando sus manos hasta su frente, pasándola por toda su cabeza y echando, de esta manera, su cabello hacia atrás.
–Pero–el semi-saiyajin miró por el rabillo del ojo a la joven que seguía hablando–, una mujer que estaba conmigo antes me dijo que había una posibilidad de que pudiera acabar allí. –
El muchacho se giró para tenerla de frente. La joven tragó saliva y siguió hablando.
–Si pagases por mí, para que fuera solo para ti me mandarían a esa área–Trunks alzó una ceja al escucharle–. Mis servicios aquí no valdrían y me llevarían a la cocina o a limpiar, porque sería como tu esclava y nadie más tendría derecho de tenerme. –
–¿Pagar como si fueras cualquier cosa? –preguntó él con ironía, y ella asintió incómoda.
–Aquí los esclavos no son más que eso–contestó ella mientras se levantaba y se ponía de frente–. Piénsalo, Trunks. Ambos saldríamos ganando. –
–¿Ambos? Tú no tendrás que prostituirte, pero yo lo único que puedo sacar bueno es que he podido ayudarte–Trunks soltó un fuerte suspiro–. Ni siquiera tengo dinero. –
–Por favor–Aloy insistió–. Ambos ganaríamos. Podría acercarme a tu madre, podría intentar hacer que recuerde.–
Ambas miradas conectaron en ese instante, Trunks podía leer la desesperación en los ojos de ella mientras que la joven contemplaba la inseguridad en los de él.
–No puedo pagar–recordó él. La joven agachó la cabeza y asintió pesadamente.
–Lo siento–dijo ella con dolor–. Aún no asimilo lo que está ocurriendo. La esperanza en estos lugares no existe. –
Trunks contempló como la joven volvía a tomar asiento mientras clavaba su mirada en el suelo. Él se quedó de pie, pegado a la pared mientras intentaba evitar contemplarla, así pasaron el tiempo que quedaba hasta que las puertas volvieron a abrirse.
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Transcurridas unas horas, Vegeta decidió abandonar la habitación donde se había encerrado en el momento que asimiló que no era capaz de conciliar el sueño. Sus oscuros ojos se encontraron con la figura de su hijo sentado en la pequeña sala, con los brazos cruzados y la mirada perdida. Frunció el ceño mientras le observaba perderse en sus pensamientos.
–Si nos acercamos a madre–Vegeta alzó una ceja al escuchar la voz de su hijo, sonaba pesada y muy apagada–Cooler le haría daño. –
–Cooler no le hará nada–amenazó Vegeta colocándose frente a él. Trunks alzó su mirada para contemplar la de su padre. Siempre era muy seguro y lo mostraba, pero por una vez notaba que estaba igual de angustiado que él.
–Sé donde está exactamente–su progenitor le miró con atención y Trunks suspiró–. Pero no puedo llegar a ella, no tengo los medios o, mejor dicho, el dinero para ello. –
–¿Dinero? –Vegeta empezó a ponerse más nervioso, algo que no pasó desapercibido para el menor.
–Una chica la vio y dijo que podía intentar ayudar, hacer que madre recordase pero para ello debía pagar por ella–el Príncipe negó molesto.
–Una zorra que te quiere utilizar, hijo–Vegeta se dio la vuelta con intención de salir de allí. Quería ir a entrenar y así distraerse de sus recuerdos.
Trunks vio a su padre abandonar la sala. Era consciente de que no podía contar con su ayuda, sabía que no podía esperar más de él en cuanto se lo dijera. Se levantó y suspiró. Ya había tomado una decisión y pensaba hacer todo lo posible por ayudar a su madre.
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Aloy se encontraba con las manos atadas detrás de su espalda y una venda cubriendo sus ojos. Sollozaba mientras escuchaba las risas del soldado que la había guiado desde fuera de la habitación donde estuvo con Trunks hasta donde estuviera ahora.
–No te veía hombre de favores–dijo el soldado que se encontraba al lado de la joven.
–Hay muchas cosas que desconoces de mí, Rudux–Aloy escuchó una voz potente frente a ella. Hasta el momento pensaba que estaba en compañía de un único soldado. Aquello le hizo latir el corazón con fuerza, sin poder evitar soltar las lágrimas.
–Algo tramarás–la joven soltó un gritó cuando sintió la mano del soldado agarrarla con violencia por el brazo. Con la misma fuerza la empujó hasta que chocó contra algo que después pudo saber que era alguien. Su cuerpo entero tembló cuando sintió como la rodeaban–. Toda tuya. –
Aloy lloraba sin poder cesar, el pánico se estaba apoderando de ella y sentía que era cuestión de tiempo que cayera desmayada. Notó como unas manos subían por sus brazos y pasaban por su cuello, acelerando su pulso con cada movimiento. Acarició sus labios y finalmente llegó hasta tocar la venda, apartándola con lentitud. Cuando la joven volvió a tener un campo de visión se encontró con la terrorífica sonrisa de Turles.
–No esta mal–sonrió él incrementando el terror en ella–, espero que sepas disfrutarla como yo lo haría. –
Turles la empujó con violencia hacia un lado, pero antes de caer fue sostenida por unas manos que la tomaron con mayor delicada. Aloy no pudo evitar llorar al encontrarse con la mirada pacífica de Trunks.
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¡Hasta aquí el segundo capítulo! Como habéis visto tenemos otro personaje conocido que es Chi Chi y un segundo que es Aloy, el cual tendrá un papel importante como lo tuvieron en su momento Nella y Darek.
¡Como ya dije mañana tendréis el capítulo tres!
¡Muchas gracias por leer!
~Nephim
*Just Tonight92 (fanfiction)
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