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Capítulo 16. El nuevo futuro

ADVERTENCIA: ESTE CAPÍTULO CONTIENE ESCENA LEMON

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La victoria tras la muerte de Cooler fue una historia que resonó hasta en los planetas más lejanos y minúsculos del gran Universo, incluso más que la derrota de Freezer. Para muchos era un motivo de celebración y festejo, pues ya no había tirano que amenazase con la destrucción de pueblos inocentes, y, aunque no conocían sus rostros, ya sabían los nombres de quienes vencieron al mal. El nombre de Vegeta y Raditz no resultó desconocido, pero si agradó escuchar que había más que lucharon por la paz, Trunks y Goku. Además de ellos, el nombre de Bulma se escuchó en algunos puntos, extraños y, en otros, esperanzador. Escuchar como mencionaban a una mujer, que había sido la que impidió el regreso del lagarto más temido, demostró que no era siempre necesaria la fuerza para vencer y que no todo era mérito de hombres.

Tan solo pasó un día desde aquella batalla. Vegeta consiguió estar de nuevo con su familia, reunidos y protegidos en el palacio del planeta Riolhase por cortesía del monarca. El saiyajin se encontraba sentado sobre la reconfortante cama de la gran habitación que les habían acomodado para él y la humana. Estaba de brazos cruzados y contemplando a la mujer que le daba la espalda.

Bulma se observaba en el reflejo del espejo, intentando colocar unos finos y largos pendientes plateados que le regaló la Princesa de Riolhase. Cuando consiguió acomodar los accesorios, hizo un análisis de su aspecto. Llevaba un largo vestido blanco sin mangas y con una abertura elegante que mostraba su pierna izquierda. Se ajustaba por la zona de su pecho y cintura, y quedaba más suelto por la parte de la falda. El borde de su escote era una fina cinta de bordado dorado, del mismo color que los guantes que cubrían la mitad de sus brazos. Se había maquillado un poco los ojos y pintó de rojo sus labios. Su cabello quedó suelto, acariciando con sus mechones los hombros que dejaba expuestos. Emitió una radiante sonrisa. Se sentía hermosa y, después de tiempo, en paz.

Vegeta se puso en pie y se acercó a ella. Rodeó con sus brazos la cintura de la mujer y apoyó su mentón sobre el hombro de ella. Bulma se perdió en los ojos negros que se reflejaban en el espejo.

–No tenemos necesidad de salir de aquí, mujer–Bulma acarició con sus manos enguantadas las de él, que estaban igual de cubiertas–. Quítate el vestido. –

–El Rey y la Princesa nos han invitado, Vegeta–la tentación en las palabras de su pareja la incitaban ardientemente a obedecer, pero la cordura intentaba ser más fuerte que el placer–. Cuando termine la celebración volveremos aquí. –

El Príncipe hizo caso omiso a las palabras de la mujer, simplemente se limitó a cubrir su hombro con pequeños besos que incrementaron el deseo en su amante. Subió lentamente por su cuello, llegando a morderlo delicadamente en dos ocasiones que arrebataron suaves gemidos que incitaron más su viaje. Daba igual cuantas veces ella le nombró la noche anterior, daba igual cuantas horas de sueño habían perdido y daba igual cuantas veces ellos hicieron el amor durante el día que estuvieron en aquella habitación. Él necesitaba de una vez más para saber que era real y que no desaparecería otra vez.

–Vegeta–gimió suavemente ella cuando una de las manos del Príncipe descendía por su cintura y se colaba fugitivamente por aquella abertura que le incitaba.

–Si también lo deseas, ¿para qué perder el tiempo en tonterías? –susurró en su oído antes de morder con travesura el lóbulo de su oreja.

Bulma se relamió los labios. Cerró los ojos y echó su cabeza hacia atrás, apoyándose en el hombro de él mientras notaba como su mano indecente se perdía por su pierna y llegaba a tocar su entrepierna, haciendo que se estremeciera en el cuerpo del saiyajin que dejó escapar una sonrisa satisfecho de su reacción. Para ella hubiera sido perfecta una vida así. Entre cuatro paredes y sintiéndose tan amada como ella podía hacerle sentir a él. En aquel mundo que conoció tan miserable y cruel, él era la luz que iluminó su camino.

La puerta de la habitación sonó cuando tres golpes suaves la aporrearon. Bulma abrió los ojos y escuchó un gruñido a la altura de su oído. Vegeta se apartó de mala gana del cuerpo que tanto necesitaba y deseaba. La voz de su hija pequeña se escuchaba al otro lado del cuarto y, después de ella, se escuchó el tono dulce de su primogénito. La humana se colocó bien el vestido y se giró hacia el saiyajin que estaba de brazos cruzados y gesto poco amistoso. Sonrió y se aproximó a él. El guerrero tenía un traje de combate azul, con una armadura blanca que tenía el símbolo de su raza marcado en el pecho izquierdo. Acarició su rostro con delicadeza, consiguiendo nuevamente su atención.

–Te prometo que seguiremos después de esta celebración–Bulma depositó con dulzura un suave beso en el pómulo de Vegeta.

–No es necesario que pasemos toda la noche–la mujer sonreía mientras se alejaba de él para ir hacia la puerta.

La humana abrió la puerta y sonrió a las dos figuras que estaban esperando por sus padres. Trunks iba igual que Vegeta, salvo que su traje de combate era negro, mientras que la pequeña llevaba un hermoso y largo vestido rojo con toques dorados que le hacían ver brillante. Ambos también tenían el símbolo saiyajin a la altura del pecho izquierdo. Recordaba las celebraciones en el planeta Akrog y como el Rey Darek ordenaba que las vestimentas de Vegeta y sus hijos debían mostrar aquella insignia, pues mientras ellos vivieran no debía quedar en el olvido el símbolo de la Familia Real Saiyajin.

–Que bien os veis–sonrió la humana acariciando el angelical rostro de su hija, escuchando una dulce risita por su parte–. Vamos a celebrar la victoria. –

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La familia llegó al gran salón donde se celebraba la victoria contra Cooler. Estaba repleto de invitados que conversaban entre ellos, escuchándose risas y alboroto entre algunos grupos. Se les veía reír y beber a la salud del tirano caído. Los habitantes de Riolhase fueron protagonistas también para la caída de aquel Imperio que formaron el Rey Cold y sus hijos, que ahora no eran más que el recuerdo y el centro de burlas para los allí presentes.

Entre aquella multitud, Bulma divisó a los tres saiyajins. Goku estaba en compañía de Chi Chi y sus dos hijos conversando tranquilamente. Raditz cargaba una copa de vino mientras acompañaba a Tarble, que parecía buscar también a alguien más. Agarrando a su hija por la mano, la humana se acercó a ellos mientras que Vegeta y Trunks seguían sus pasos. El muchacho también inspeccionaba el lugar, en busca de alguien que todavía no se encontraba allí.

–¡Tarble! –Bra soltó la mano de su madre y salió corriendo hacia donde se encontraba su tío. Éste le recibió con una amable sonrisa, pero ella se lanzó a él para darle un fuerte abrazo, que, tímidamente, correspondió.

La imagen de Bra abrazada a Tarble enterneció a la humana. Vegeta contó poco sobre la historia de su hermano y aunque intentaba mostrarse desinteresado, Bulma notaba cierto orgullo y alegría en sus palabras cuando le mencionaba.

Tras ser saludado por la pequeña, Radtiz terminó de beber el contenido de su copa y se alejó de la gran familia para servirse más alcohol. Fue hasta una larga mesa repleta de comidas y licores. Se aproximó hacia la botella de vino, tomándola y sirviéndose lentamente el líquido rojizo.

–El amable guerrero–Raditz alzó una ceja y giró la cabeza hacia su lado derecho. Allí se topó con una hermosa joven de ojos verdes y corto cabello castaño, con unas hermosas pecas adornando su rostro. Supo reconocer a la guerrera que le atacó en la base de Cooler, pero era muy diferente. Lejos quedó la armadura dorada que llevaba, pues la suplantó por un ajustado vestido negro de finos tirantes y con una falda que llegaba a dos dedos por encima de la rodilla–. Espero que no te termines todo el vino. –

–¿Y qué si lo hago? –gruñó el guerrero intentando ocultar el impacto de ver a la mujer con un deseo que le avergonzaba.

–Veo que la amabilidad no es tu fuerte–ella le dedicó una dulce y reluciente sonrisa, que sirvió para alentar al saiyajin del interés que la mujer tenía por él–. Me llamo Shanon. –

La mujer acercó su mano para que él la aceptase a modo de saludo. Raditz miró con curiosidad su gesto y pensó en rechazarlo, pero luego se perdió en el brillo de sus ojos verdes y quedó encandilado.

–Raditz–el saiyajin no estrechó la mano, simplemente le regaló una sonrisa de medio lado antes de endulzarse la boca con el sabor del vino.

Shanon agarró una copa vacía y la extendió hacia Radtiz, que captó rápido su mensaje y le sirvió vino antes de dejar la botella en su lugar. Entre aquella muchedumbre ellos siguieron conversando, en principio sobre la batalla, después ella quiso indagar en la personalidad del solitario e intrigante saiyajin.

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La Familia Real de Riolhase se presentó media hora después de la llegada de todos los invitados. El Rey llegó junto con la compañía de su hija, que se agarraba al brazo de él. El monarca lucía su brillante armadura dorada en conjunto con su reluciente corona, mientras que la Princesa lucía un largo vestido azul sin mangas, ajustado por la zona del pecho y la cintura, dejando la falda suelta. El escote era elegante y en forma de corazón. Al igual que su padre, ella llevaba una corona, pero esta era más pequeña y plateada, que adornaba su largo cabello rubio, el cual parecía una cascada de oro que caía por su espalda.

Trunks contemplaba en silencio como padre e hija avanzaban entre la multitud. Apreció que ella llevaba el collar que le había regalado. No conjuntaba con su hermoso vestido, le restaba la elegancia que otras joyas podían darle, pero eso a ella no le importaba, pues lo lucía con el orgullo que sentía. La muchacha, en ese momento, desvió la mirada para encontrarse con los ojos azules que la observaban. Le regaló una sonrisa al guerrero que le hizo sonrojar.

El Rey llegó hasta el centro con su hija al lado. Allí él relató un discurso en agradecimiento a los que vencieron y al saiyajin que le salvó de la muerte. Tuvo palabras para describir el orgullo que era para él tener a Aloy como su hija, y mencionó el nombre de la difunta Reina.

–Cuando termine la palabrería nos vamos–susurró Vegeta en el oído de su esposa. Ésta intentó aguantar la risa.

La celebración no era más que un motivo para beber, comer y reírse a costa de la victoria contra Cooler. Ellos fueron invitados porque gracias a su fuerza y valentía ya no tendrían que sufrir las atrocidades de los tiranos.

Tras varios minutos de discurso, Aloy también se pronunció. Ella agradeció a los guerreros de su planeta por ir a la base, y también a los saiyajins y a las humanas que la ayudaron durante el tiempo que estuvo recluida contra su voluntad. No había más que palabras de agradecimiento y orgullo en ella.

Trunks la contemplaba sin siquiera ser capaz de escuchar lo que salía de sus labios. Recordaba lo indefensa que estaba cuando la conoció, y en cambio ahora se mostraba con más fuerza que en ese momento. Sabía que aquella experiencia había cambiado su vida, así como cambió la de él. Conoció a una joven atemorizada y ahora no veía más que a una Princesa repleta de orgullo y seguridad.

Dejó de pensar cuando los aplausos del gentío inundaron la sala. Aloy había concluido con éxito su discurso y en ese momento escuchaba como sus invitados la felicitaban por palabras que él no fue capaz de oír. La Princesa agradecía con una sonrisa mientras se alejaba del círculo que se había formado a su alrededor, caminando con elegancia hacia donde se encontraban Trunks y los demás. El medio saiyajin notó un leve escalofrío cuando los ojos avellana de la joven se clavaron en los suyos. Su corazón se aceleró y no encontró el motivo. La vio detenerse justamente delante de él, con una sonrisa tan brillante que amainó sus nervios.

–Tengo buenas noticias–los ojos marrones de Aloy brillaban con luz propia y embrujaban con ellos todo a su paso–. Esta mañana hablé con mi padre y me ha dicho que os dejará escoger una casa a cada uno para que podáis vivir en Riolhase, mientras tanto podréis seguir hospedándoos en Palacio. –

–No es necesario...–

–Sabía que dirías algo así–interrumpió ella ampliando su sonrisa–. Así que he decidido ofreceros un trabajo a cada uno. –

El grupo allí presente escuchaba con curiosidad a la Princesa mientras se aproximaban para saber que oferta era la que tenía.

–Como el puesto de Consejero Real está libre, mi padre cree que Tarble podría ocuparlo a la perfección–el hombre mencionado sonrió con orgullo, decidido a aceptar el cargo–. Bulma podría gestionar a nuestro equipo de investigación y desarrollo tecnológico–la humana asintió, feliz por recibir un puesto como el mencionado–. Los hermanos Raditz y Goku tienen la opción de ser los Guardias Reales de la Corona–el mayor se encogió de hombros, aceptándolo sin problema mientras que el menor mostró su satisfacción con una amplia sonrisa–. El Príncipe Vegeta es el más cualificado para entrenar a nuestros soldados. A diferencia del planeta Akrog, en Riolhase nuestros hombres y mujeres tienen un ki elevado–el saiyajin se cruzó de brazos a la vez que asentía como respuesta afirmativa–. Chi Chi aprendió mucho de medicina, creo que trabajar en la enfermería ayudaría a nuestro equipo–la morena aceptó satisfecha.

Aloy bajó la mirada a la pequeña Bra que miraba curiosa a la Princesa. La rubia le mostró una sonrisa y luego volvió la atención a Bulma.

–Bra tiene plaza para ir a uno de los mejores colegios de Riolhase–la humana aceptaba la invitación de la Princesa, sabía que ella ayudaría a la niña también–. La educación es vital y necesaria–Aloy levantó la mirada hacia Trunks, que esperaba impaciente por saber que tenía que decir de él–. Tú puedes elegir lo que quieras. Hagas lo que hagas, sé que serás muy competente. –

Podía leer la angustia y los nervios en él. Tomó su mano con delicadeza para tranquilizarlo y, con suavidad y elegancia, tiró de él para que siguiera sus pasos. Trunks se dejó guiar por toda la sala mientras se perdía en el movimiento de su largo cabello rubio, ajeno a todas aquellas miradas curiosas que seguían a la Princesa cuando vieron como se llevaba al muchacho hasta las afueras del lugar de celebración.

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Aloy paró delante de una gran puerta de cristal que daba hacia un balcón. La abrió y se adentró, escuchando los pasos de Trunks detrás suya. Se podían ver las luces de la ciudad a lo lejos, iluminando el cielo oscuro que estaba libre de nubes que entorpecieran la visibilidad de las estrellas. El muchacho se colocó al lado de la Princesa. Contempló su rostro y percibió como la sonrisa que tenía a todo rato se había esfumado. Colocó su mano enguantada en el hombro desnudo de ella, llamando pronto su atención.

–Estás preciosa, Aloy–el rubor que nació en las mejillas de la Princesa no pasó desapercibido por ninguno de los dos. A Trunks le parecía más hermosa incluso cuando la veía sonrojada.

–Convencí a mi padre para ser Reina sin necesidad de un matrimonio de conveniencia con un Príncipe o un Rey–las palabras de Aloy sonaban reconfortantes, pero su semblante triste ensombrecía la importancia de su noticia–. Cuando cumpla los dieciocho años me cederá la Corona y reinaré en Riolhase. –

–Pero eso es una buena noticia, Aloy–Trunks subió su mano hasta su mentón, para elevar su cabeza y hacer que sus ojos marrones se enfrentasen a los suyos azules–. Es motivo de alegría. –

–¿No lo ves, Trunks? –Aloy se separó con delicadeza de él, creando un espacio entre ambos que incomodó al adolescente–. Que no tenga un matrimonio de conveniencia no significa que pueda tener una pareja con la que no casarme o un amante–el semi saiyajin frunció el ceño al no comprender sus palabras–. Tú me dijiste que no querías reinar en Akrog, y si estás conmigo nos obligarán a casarnos y yo no puedo permitir eso. No puedo dejar que tu libertad sea cortada por culpa de un cargo. –

–¿Estás diciendo que debemos dejar lo que empezamos? –Aloy luchó internamente por no llorar. Trunks volvió a tomarla del mentón para que le enfrentase–. ¿Eso es lo que quieres? –

–Claro que no lo quiero–se mordió el labio, aun luchando contra si misma y su dolor. Se perdía en sus ojos cristalinos y con ellos notaba un escalofrío que la congelaba–. Lo que quiero es que seas libre y feliz, Trunks. Conmigo no serás nada de eso, porque con el tiempo te darás cuenta de que estar a mi lado no te dará la felicidad si cortaron las alas que te daban la libertad. –

Aloy tocó el rostro de Trunks. Él se rompía poco a poco cuando repetía en su cabeza las palabras de ella.

–Hay muchas mujeres que te harán feliz y que tú harás feliz también–Aloy se separó de él, apartando la mirada ante la impotencia y la vergüenza–. Es lo que realmente mereces. –

La Princesa se vio tentada a darle un beso en la mejilla, pero no quería dañar más al adolescente como ya lo estaba. Pronunció un suave "adiós" antes de marcharse y dejarle a él en compañía de su dolor. Intentaba asimilar lo que acababa de pasar y no lo creía. Recordó la conversación que tuvo con ella la primera vez que la vio. Él dijo que no quería ser Rey cuando Darek se lo ofreció y ella lo recordó. Era verdad y nunca antes sintió que algo tan sincero le fuera a causar tanto daño.

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Habían pasado dos horas desde que Trunks y Aloy desaparecieron de la sala. Tarble se llevó a Bra a la cama una hora antes y en ese momento Bulma y Vegeta decidieron abandonar el lugar para volver a su habitación.

Caminaban tranquilamente por los pasillos vacíos. Bulma reía sonoramente tras beberse tres copas de vino, mientras que Vegeta se tapaba los oídos, incómodo por su griterío. Solo quería llegar a la habitación y hacer el amor con su mujer, lo único que esperaba era que para entonces ella volviera a la normalidad, pero parecía una misión imposible.

Ante la sorpresa de Vegeta, Bulma paró de golpe, mirando hacia una dirección. El Príncipe se acercó y se encontró con su hijo en un balcón, de espaldas a ellos, con los brazos cruzados sobre el barandal de piedra y el mentón apoyado sobre sus manos. Tenía una postura desganada y se acordó de que él había desaparecido con la Princesa, quien luego apareció sola en la sala.

–¿Qué le habrá pasado? –ella sonó preocupada, mientras Vegeta simplemente le contemplaba con la intención de adivinarlo–. Se ve que está mal. –

–Cosas de críos–el Príncipe intentó restarle importancia. Agarró por la muñeca a la mujer y quiso arrastrarla hacia la habitación, pero ella se separó bruscamente.

–Es tu hijo, Vegeta–ella se reveló ante el comportamiento indiferente del saiyajin. Se cruzó de brazos y marcó su ceño, desafiando al Príncipe con sus propios gestos–. Deberías hablar con él y saber que le pasa. –

–¿Y por qué yo? –gruñó mientras volvía su atención al muchacho.

–Porque eres su padre y porque se lo merece–Bulma señaló la dirección donde se encontraba el joven–. ¿No crees que después de todo lo que ha pasado este tiempo merecéis hablar? Debes saber lo que le pasa, Vegeta. –

Vegeta refunfuñó mientras ella se acercaba suavemente a él para abrazarse a su cuerpo. Podía notar el olor de su perfume introducirse en sus fosas nasales.

–Por favor, Vegeta–el tono de la mujer se suavizó, esperando porque él comprendiera su preocupación–. Habla con él. –

Bulma le regaló un dulce y cortó beso antes de separarse. Le guiñó un ojo y paso de largo para seguir su camino hasta la habitación. El Príncipe suspiró y giró para ver detrás del cristal del balcón. Marcó su ceño y se dirigió hacia la puerta para abrirla y cruzarla. No necesitó hablar para que Trunks supiera que estaba allí. Sintió el ki de sus padres desde que pararon delante de él.

–Trunks–el muchacho no respondió el llamado de su padre, ni tampoco se giró para enfrentarle. Mantenía su postura cansada mientras su mirada se perdía en un cielo oscuro–. Mocoso malcriado–gruñó el Príncipe acercándose al menor ante su comportamiento. Se puso a su lado y observó a su primogénito y toda molestia se desvaneció al ver la tristeza en el joven–. ¿Qué demonios te pasa? –

El joven seguía perdido en algún punto del horizonte. La presencia de su padre le resultó entre incómoda e indiferente. Él hubiera querido seguir ahí acompañado con sus pensamientos y su soledad.

–¿Te hubiera gustado que fuera Rey de Akrog? –aquella pregunta llegó de sorpresa al Príncipe y le hizo viajar a cuando Darek ofreció su título a Trunks.

–Tú naciste para ser Rey como yo, Trunks–Vegeta se apoyó de espaldas a la baranda, cruzando sus brazos y contestando la pregunta de su hijo con la mayor sinceridad posible–, pero fue un destino arrebatado. –

–No es la respuesta a la pregunta que te he hecho–Trunks se irguió, separándose de la baranda y mirando a los ojos negros de su padre–. Iba a decirle al Rey Darek que no quería su trono. –

Recordó el momento exacto antes de que Cooler irrumpiera en la sala. El Rey Darek nunca obtuvo respuesta a su pregunta y Vegeta tampoco llegó a saberlo. En ningún momento se sentó a hablar con él y saber cuáles iban a ser sus intereses. Ahora comprendía porque Bulma pedía que hablase con él. Tenían tantos temas pendientes que no pudieron abordar ninguno.

–¿Eso es lo que te preocupa ahora? –Trunks negó cabizbajo.

–Aloy supo mis intenciones con el Rey Darek y ella accederá al trono sin necesidad de un matrimonio concertado–Vegeta analizó la postura de su hijo. Estaba afligido como nunca antes le vio. Aquel dolor que le envolvía estaba seguro de haberlo sentido alguna vez en su vida–. Si estamos juntos tendré que reinar y ella ha decidido que lo mejor es que no continuemos para no obligarme a hacer algo que no quiero. –

Sintió el mismo dolor por Bulma. Lo sintió cuando ella no era capaz de recordarle, cuando le miraba como si fuera un desconocido y un peligro para ella. Aquella separación hirió al saiyajin y eso se reflejaba en su primogénito.

–¿Por qué no querías ser Rey de Akrog? –Trunks alzó la mirada, extrañado ante la pregunta en tono serio de su padre–. Tu referente era Darek y no quería convertirte en un hombre que estaba limitado, pero era una situación diferente–Vegeta se separó del barandal y colocó una mano sobre el hombro de su hijo–. Él no podía contraer matrimonio con un hombre y se negó a casarse con una mujer para hacerla infeliz, y no podía tener hijos porque todo el planeta repudiaría a los herederos al creerlos bastardos. Él estaba limitado por un pueblo idiota y poco agradecido. –

Las palabras de Vegeta calaron hondo en el interior de su hijo. Trunks recordaba bien la vida de Darek, un hombre que había tenido que perder parte de su vida para dársela a su pueblo. Aquella libertad que le cortaron y que él mismo había visto que le pesaba a sus espaldas.

–Los saiyajins elegimos una compañera para nuestra vida y cuando aparece ya no hay vuelta atrás. Será con quien pases el resto de tus días–Vegeta hablaba como si fuera la voz de Nappa, aquel quien enseñaba al Príncipe y a Raditz la historia de su planeta y su raza–. Tú tendrás más libertad que Darek si reinas, pero si decides que la corona no es para ti, te aseguro que te arrepentirás siempre. –

Trunks notaba su corazón latir con fuerza. Con cada palabra y con cada mirada, Vegeta intentaba enseñar a su hijo como nunca antes lo hizo. Hablaban de luchas y algunas veces de la raza saiyajin en el ámbito de la pelea, pero nunca sobre la vida en sí.

–Hagas lo que hagas, Trunks–Vegeta golpeó suavemente el hombro de su hijo, dedicándole una sonrisa de lado–. Estoy orgulloso de ti. –

Trunks se acercó a su padre, que no esperó porque éste respondiera con un abrazo. El Príncipe se tensó, pues su hijo nunca reaccionaba así. Él solo recordó las palabras que no hace mucho dijo aquella muchacha "Solo quiere que usted se sienta orgulloso de él. Debería decírselo alguna vez". No le faltaba razón. En la batalla vio a un auténtico guerrero y durante el tiempo que estuvieron en la base tuvo que soportar situaciones que hubiera querido borrar. Había demostrado ser fuerte e inteligente, lo que era un auténtico saiyajin.

–Ya, Trunks–gruñó el Príncipe separándose de su hijo bruscamente. El muchacho tenía una sonrisa radiante mientras el padre intentaba ocultar su rubor–. Ahora toma una decisión. –

Vegeta le dio la espalda para abandonar aquel balcón. Trunks dejó salir un fuerte suspiró mientras elevaba sus ojos al cielo. Tenía que elegir, estar con Aloy y aceptar que debía ser Rey, o de lo contrario vivir arrepentido e infeliz toda su vida.

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Se revolvió en su cama, incómoda y nerviosa. Le costaba conciliar el sueño por los acontecimientos recientes, y aquel ruido molesto procedente de fuera de su habitación no ayudaba en absoluto a poder dormir. Enfurecida, abrió los ojos y se levantó del colchón, moviendo las sábanas con violencia, descubriendo su cuerpo cubierto por un corto camisón blanco de tirantes. Sa aproximó al balcón para ver de donde procedía aquel irritante sonido. Agarró el borde de las cortinas y las movió para encontrarse a Trunks golpear en el cristal lentamente. Soltó un pequeño grito de espanto al verle, pero rápidamente recapacitó y tapó su boca, esperando porque nadie la escuchase al otro lado del pasillo y entrase a su dormitorio sin permiso alguno.

Corriendo, abrió la puerta del balcón dejando entrar al muchacho, cerrando al rato la puerta. Él se presentó aun con el mismo traje, pero descubriendo sus manos donde antes había guantes adornando. Aloy le miró de arriba abajo, sorprendida de verle allí tras la conversación que tuvieron, aquella que había perturbado su sueño y no la había dejado dormir.

–¿Trunks? –se mostraba notoriamente preocupada, mirando desde él hasta la puerta de su dormitorio, esperando porque nadie hubiera escuchado su grito, para volver nuevamente la atención a él–. ¿Qué haces aquí? Es la una de la madrugada. –

–Necesitaba hablar contigo–la Princesa se encontraba confusa y preocupada. A él le brillaban los ojos e intentaba concentrarse en no bajar la mirada al escote que mostraba con aquella prenda que usaba para dormir–. No puedo esperar a mañana para hacerlo. –

–¿Qué ocurre? –la mirada de Trunks bajó hasta el collar que aun ella llevaba colgando.

El guerrero sonrió dulcemente y se aproximó a ella, volviendo a clavar sus ojos sobre los de ella. Agarró con cuidado sus manos, depositando unas leves caricias con sus dedos sobre ellas. Aquel gesto sorprendió a la Princesa. Sus mejillas se tornaron rojizas, logrando que su rostro se viera más hermoso ante la mirada amable del muchacho.

–No quiero renunciar a ti, Aloy–la Princesa entre abrió la boca. Escuchaba con atención sus palabras, sorprendiéndola y haciéndola temblar de nervios–. No quiero alejarme de ti. Ni quiero, ni puedo. –

Sentía y escuchaba sus latidos más rápidos. Tragó saliva y se humedeció la boca. Tiritó y repasó sus palabras. Le gustaba escucharlas, pero aún así pensó que no era lo mejor para él.

–Sabes lo que conlleva una decisión así, Trunks–Aloy soltó sus manos solo para colocarlas en el rostro del guerrero. Acarició sus mejillas con suavidad, haciendo que el cuerpo de él temblase cuando notó sus dedos tocar su piel y cuando su aroma se coló en sus fosas nasales–. Tú no te mereces algo así. –

–Dijiste que querías mi felicidad, y no la tendré si no es a tu lado–las palabras de Trunks calaron en el corazón de la Princesa. Notó como el cuerpo de ella temblaba, no sabía si era el frío, los nervios, o ambas cosas. La abrazó con intención de calmarla–. Te quiero, Aloy. –

Sus palabras se escucharon en un susurro que llegaron a los oídos de la Princesa, que se abrazó con fuerza al cuerpo del guerrero. Dejó salir las lágrimas que hacía una hora consiguió calmar. Tiritó en sus brazos y sollozó en su pecho. Trunks tenía su cabeza apoyada sobre la de ella, mientras sus manos acariciaban la piel expuesta de su espalda. Cerró los ojos y se dejó llevar por la tranquilidad que ella le daba cuando estaba entre sus brazos.

–Te quiero, Trunks–dijo ella más alto que él. Se quitó las lágrimas mientras él se separaba para poder verla a sus hermosos ojos marrones. Le dedicó una sonrisa que la muchacha respondió.

–Debes descansar–con sutileza, limpió algunas lágrimas que aun adornaban en el rostro de la chica. Se aproximó a su frente y depositó en ella un suave beso–. Mañana podemos hablarlo todo. –

Se apartó de ella dedicándole la más tierna de las sonrisas. Se giró con la intención de marcharse por el mismo sitio por el que entró, pero se vio detenido con la mano de Aloy que rodeó su muñeca. El joven estaba confuso. Dudó de si tenía que decirle algo importante antes de que marchase.

–¿Sabes a cuantos guardias que custodian el jardín que da a mi balcón has tenido que sortear? –Aloy soltó la muñeca del chico que se había ruborizado al recordar a los soldados que desde el cielo vio–. ¿Todo para despertarme, decirme que me quieres e irte sin más? Pensé que después de todo eso querrías quedarte aquí a dormir conmigo. –

–Si el Rey se entera me mataría–una pequeña risita se escapó de los labios de Aloy, que se aproximó a él.

–Yo soy la Princesa y también tengo autoridad en este Palacio–Trunks tragó saliva y llevó su mano hasta el rostro de él, acariciándolo con suavidad–. Te ordeno que me acompañes en esta noche tan especial. –

La Princesa colocó sus manos sobre los hombros del guerrero. Se puso en puntillas y se echó hacia delante, acercando su rostro hacia el de él para depositar sus labios sobre los del adolescente. Trunks había extrañado aquel contacto desde la última vez. Rodeó su cintura para aproximar el cuerpo de ella hacia el suyo, rompiendo cualquier espacio que hubiera entre ambos. Aloy había iniciado el beso de una forma suave, saboreando el sabor dulce que emanaba de él, pero poco a poco se fue transformando a uno más pasional y fogoso que alteró todo el ser del muchacho. Estaba experimentando una nueva y extraña sensación, que lejos de desagradar, le gustaba y le pedía por más. Era como si una bomba de calor hubiera explotado en su interior y se estuviera expandiendo como una descarga eléctrica por todo él.

Se separó de él. Apreció sus ojos azules brillantes mientras se relamía los labios. Si hubiera sido por Trunks, aquel beso hubiera sido eterno. Aloy dio unos pasos hacia atrás bajo la atención del muchacho. La necesitaba más de lo que había imaginado y estaba deseoso por volver a tener su boca sobre la suya.

Las manos de la joven se colocaron en los tirantes de su camisón. Los movió con lentitud haciendo que cayeran por sus brazos. Él contemplaba atónito como ella movía lentamente su cuerpo en un hechizante y leve contoneo de caderas. La prenda cedió hasta caer al suelo, exponiendo el cuerpo de Aloy en un semi desnudez que mostraba su pecho que aun estaba desarrollándose. Trunks la miró de arriba abajo con la boca abierta. La Princesa se veía cubierta únicamente por sus bragas blancas.

–Quiero hacer el amor contigo, Trunks–su tono era suave y mostraba un leve toque sensual que le sorprendió.

Anduvo hacia la cama, sentándose sobre ella y esperando porque él reaccionase y ocupase un lugar a su lado, pero los nervios le estaban jugando una mala pasada. Trunks no tenía mucha idea sobre el sexo, ya que sus padres no se tomaron su tiempo en hablarle de ello. Su madre pensó que su padre sería el que le hablaría del tema, y éste se creía que su hijo debía saberlo ya por naturaleza propia. Raditz si pudo mencionar algo alguna vez, pero prefería no hacer caso de sus consejos brutos y vulgares. Tragó nuevamente saliva, pero esta vez con más fuerza, haciendo que ella lo escuchase. Se acercó al colchón y se sentó al lado de la Princesa.

Aloy era capaz de percibir los nervios en él y, aunque no se notase mucho, ella estaba igual. Intentaba ocultarlo para que él no estuviera incómodo. Así que decidió ser la que diera el primer paso. Se acercó a él y probó de nuevo sus labios. Esta vez no se trataba de un beso suave. El calor que les estaba invadiendo hizo que fuera como un torrente salvaje que se iba incrementando cada vez más. Trunks seguía el ritmo, pero aún se encontraba estático. La Princesa quiso que reaccionase, por lo que tomó una mano de él y la llevó hasta la altura de su pecho derecho, colocándolo sobre él para que la tocase. Él se sobresaltó, provocando que el beso se rompiera ante el contacto de piel con piel.

–¿Estás bien? –Aloy le miró preocupada. Trunks estaba rojo y su mano temblaba, así como sus labios.

–Sí-sí–asintió nervioso sin perder de vista la mano que cubría el pecho de la muchacha–. No quiero hacerte algo que te cause daño, Aloy. –

Ella soltó una pequeña risita y se aproximó a su rostro para darle un suave y dulce beso en la mejilla para calmarlo. Escuchó su suspiro y esperó porque estuviera más tranquilo.

–Esto no me hace daño, Trunks–contestó la joven señalando con su mirada a la mano del guerrero que ella había colocado sobre uno de sus senos–. Me hace sentir bien, y tú deberías sentirte bien también. –

Aloy colocó su mano sobre la de él y, haciendo movimientos pequeños y circulares, le mostró como debía tocarla. Un pequeño gemido se escapo de los labios de la Princesa que desconcertó a Trunks. En un principio pensó que era de dolor, pero por el tono que escuchó y por el gesto de su rostro dedujo que le estaba gustando. Intentó disfrutarlo como ella, dejando de lado el temor y entonces el tacto de su piel le hizo sentir algo nuevo. Aquel calor que ya lo había invadido, se hizo más intenso. Con mayor decisión, llevó su otra mano al pecho que tenía libre, logrando que otro gemido saliera de la boca de la joven. Se aproximó a su cuello y empezó a depositar besos sobre él mientras seguía moviendo sus senos, pero esta vez sin su ayuda.

Su piel era suave y delicada, bajo sus manos parecía frágil, pero su voz sonaba tan febril y potente que dejaba claro que ella era mucho más fuerte de lo que parecía. Incitado por su aroma, pasó con sensualidad la lengua por la longitud de su cuello. Notó la reacción del cuerpo femenino estremecerse y le hizo pensar si tendría la misma reacción si su boca suplantara a una de las manos que sostenía sus pechos.

Liberó su seno izquierdo para llevar su boca hacia él. Notó su escalofrío compaginado con aquel gemido que era, hasta el momento, el más elevado. Aloy enredó sus manos en su cabello mientras echaba hacia atrás su cabeza, notando como la lengua del guerrero lamía a sus anchas cada parte de su piel. Poco a poco, él fue tumbándola sobre la cama, colocándose encima de ella sin romper el contacto ni un solo momento.

Agarraba con firmeza su seno derecho, moviéndolo en círculos y apretándolo con delicadeza, mientras que su lengua pasaba por la circunferencia de su pezón izquierdo. Aloy apretó los labios y aun así se escuchaban sus gemidos. Movió sus caderas de forma inconsciente, haciendo que hubiera un primer contacto entre ambas entrepiernas que obligó a Trunks a separar su boca del pecho que probaba para dejar salir un pequeño gemido.

Aquel contacto hizo que se mirasen a los ojos. Brillaban igual de intensos, mientras sus mejillas estaban sonrojadas y sus cuerpos ardiendo por la necesidad de tener cerca al otro. Con suavidad, Aloy colocó sus manos sobre los hombros de Trunks para separarle de ella. Empezó a despojarle de la armadura y a quitarle la parte superior del traje de combate. El guerrero terminó por quitarse el calzado y luego el resto de la ropa hasta quedar en ropa interior, al igual que ella.

–Eres preciosa–no dejaba de contemplar aquel cuerpo que debajo suyo tenía. Si pensó que ella no podía sorprenderle más, estaba bien equivocado.

Cada curva de su piel le incitaba a tocarla, a probarla y saborearla hasta que se cansara, pero tenía la duda de si sería capaz de cansarse de lo que parecía ser una droga que le tenía con necesidad de más.

Aloy sonrió y acarició el fornido cuerpo del guerrero. Trunks carecía de cicatrices. Su cuerpo parecía un mapa que ella exploraba con sus manos, pasándolas por su espalda, sus brazos y su torso. Elevó su mirada hacia la azul de él y ambos, envueltos en su aura de nervios y deseo, sonrieron como los adolescentes enamorados que eran. Ella se echó hacia un lado, pidiéndole que se tumbara en el lugar que ella había ocupado. El guerrero no tardó en hacer caso, quedando él tumbado mientras ella se posicionaba encima de él. Desde abajo la desnudez de la Princesa seguía siendo perfecta para él. A pesar de parecer algo tímida, se la veía mucho más conocedora del tema, por lo que se dejó llevar por sus conocimientos.

Se inclinó hacia él para darle pequeños besos en los labios de Trunks, hasta que el último se hizo más largo y diferente a cualquiera que se hubieran dado antes. La lengua de la Princesa rozó la de él, sorprendiéndole por aquel extraño pero incitante contacto. No tardó en responder y entre ambos se desencadenó una batalla que alentaba a ambos a cuerpos a que no finalizase.

Trunks se perdía en el sabor de sus labios, en su lengua inexperta como lo era la suya en aquella lucha, en su conducta pasional y en aquellas caricias que le brindaba por su torso. Él también quiso tocarla, y comenzó perdiendo sus manos por los suaves muslos que tanto le llamaban, hasta subir por su cintura y perderse por su espalda. Aloy se arqueó cuando sintió un escalofrío recorrer todo su ser, rompiendo el beso que les unía. Su mirada era intensa y ardiente, contagiando al muchacho con el calor que la invadía.

Volvió a inclinarse para darle un pequeño beso en los labios y luego seguir besando cada parte de su cuerpo. Pasó su boca por su cuello, y así como él hizo, ella imitó la acción de pasar su lengua por él para después morderle suavemente. Notó como vibró debajo de ella a la vez que un gemido salió de sus labios como un gruñido dulce. Aloy prosiguió con su sendero, pasando por su hombro y continuando por su pecho, besando primero el izquierdo y luego el derecho. Descendió con lentitud por su abdomen mientras sus manos acariciaban cada paso que ella seguía con su boca. Finalizó al llegar al borde de su ropa interior. Alzó sus ojos a los de él, encontrándose con una mirada ardiente que provocó que su fuego interno se hiciera más intenso. La Princesa tiró lentamente de la única prenda que cubría al guerrero, sorprendiéndole a él de estar expuesto completamente.

Ante aquella mirada pasional y curiosa del adolescente, Aloy acarició el miembro expuesto. Trunks soltó un elevado gemido mientras su rubor se hacía más intenso. La hubiera detenido, pero al ver como lo rodeaba y acariciaba con suma lentitud, se vio rendido al placer. Dejó caer su cabeza sobre la almohada mientras sentía como la mano de la Princesa subía y bajaba con lentitud por él. Entrecerró los ojos y se dejó llevar por la marea ardiente que le embriagaba, escapándose de sus labios gemidos que no podía silenciar.

La Princesa no perdía detalle de la reacción de Trunks. Quería que sintiera más placer todavía y aumentó un poco la velocidad con la que le tocaba. Sonrió cuando escuchó su tono de voz más elevado y siguió subiendo y bajando su mano por el miembro de él con más ritmo. Él reaccionaba moviendo sus caderas, incrementando más aquella bomba que tenía en su interior.

Aloy recordó en ese momento cuando Trunks había estado entretenido tocando sus pechos, y le hizo pensar si ella obtendría la misma respuesta que él consiguió en ese momento. Sonrojada, acercó su boca al miembro del chico y lo introdujo con lentitud en ella. El guerrero gruñó elevadamente mientras una descarga recorría todo su cuerpo en el instante que hubo aquel contacto. El guerrero intentó echarse hacia delante, apoyándose en sus codos mientras bajaba la mirada a la Princesa que utilizaba su boca de la misma manera que antes usaba su mano.

Cerró con fuerza los ojos y sintió como un placer nuevo le invadía. Ella subía y bajaba al ritmo que ella perfectamente marcaba. En algún momento sintió como su lengua pasaba por la longitud de su miembro, robándole gemidos que incitaban a Aloy a ir más rápido. No fue capaz de aguantar su peso y se desplomó nuevamente sobre el colchón. Ella había vuelto a usar su mano mientras también seguía utilizando su boca. No tenía control alguno sobre su propio cuerpo, lo único que quería era que siguiera y no cesara nunca aquello. Llevó sus manos a la cabeza de ella y a la vez empezó mover sus caderas, esperando porque aquel calor siguiera incrementando.

El deseo de Trunks se vio cortado cuando Aloy se separó de él. Bajó la mirada hacia ella y la vio toser. La tomó del brazo y la obligó a subir nuevamente para ponerse a su lado. Estaba roja y sus ojos cristalinos. Se preocupó por ella, pero ésta emitió una pequeña sonrisa. El guerrero, encandilado por su belleza, colocó unos mechones rubios detrás de su oreja que estaban ocultando la visión de su rostro. Su cuerpo sudaba, al igual que el de él, pero lejos de verlo como algo asqueroso, le pareció que estaba más hermosa.

–Te hice daño. Lo siento–Trunks analizaba su estado y no la veía mal, pero si que la sintió incómoda cuando se separó de su miembro.

–Estoy bien–sonrió ella para calmarle–. Tenemos mucho que aprender todavía. –

Bajó su mano y con lentitud se deshizo de la única prenda que a ella le cubría, exponiendo su desnudez como así ella hizo con él.

–Me podría quedar así toda la vida–dijo ella mientras se contemplaban mutuamente. Él sonrió como respuesta.

Bajó su mirada al cuerpo de ella y pensó que si él era tan sensible, seguramente ella debía serlo también. Pasó la yema de sus dedos por sus pechos, siguió por su vientre y descendió hasta llegar a su entrepierna. Cuidadosamente la acarició, provocando unos gemidos salir de sus labios ante el mínimo contacto. La tocaba con lentitud, notando como su entrada se encontraba suave y húmeda.

–¿Estás bien? –preguntó él sin dejar de mirarla a los ojos. Ella asintió sonrojada y se recostó en su hombro mientras él se dedicaba a acariciarla con la yema de sus dedos.

Trunks se aproximó a ella, fundiéndose en un dulce beso mientras lentamente introducía uno de los dedos que utilizaba para acariciarla. El gemido de Aloy resonó en la boca de ambos, dándole a entender que aquella intromisión le gustaba. El muchacho penetró con lentitud en su interior, embriagado por el calor de su cuerpo y de las reacciones que tenía a su contacto. Se estremecía y temblaba, pero sus labios no se separaban. Aquel beso incrementaba más el deseo por el otro.

Las caderas de Aloy se menearon, así como Trunks lo hizo en su momento. Este gesto hizo que él aumentase la velocidad de sus penetraciones. Se devoraban como dos seres hambrientos el uno del otro. Ella quería que siguiera y él deseaba corresponder el placer que le fue dado anteriormente.

Deslizó un segundo dedo en su interior, arrebatando de sus labios un gemido que rompió el beso que les unía. Se abrazó a él al sentir como su interior era invadido con suavidad por él. Sus mejillas estaban rojas, sus labios entre abiertos y sus ojos casi cerrados, cegada completamente por el placer que incrementaba el deseo por él. Trunks se movió más rápido, profundizando sus penetraciones e incrementando los decibelios de su voz. Arañó el hombro del guerrero, que estaba perdido en la perfección de su voz y de su cuerpo.

Ella le nombraba constantemente mientras su cuerpo vibraba deseoso por más. Él se perdía en ella. La necesitaba. Necesitaba aquel contacto cuerpo a cuerpo. Miró sus ojos y apreció que era un deseo correspondido. Se sonrieron entre jadeos y se besaron entre gemidos provocados por aquellas penetraciones constantes.

Trunks deslizó hacia fuera los dedos y colocó a Aloy para que pudiera ponerse encima de ella. Sus pechos subían y bajaban mientras la respiración sonaba entre cortada. Se relamió los labios y espero por sentir aquel placer del que tanto hablaban. Estaba ansiosa y notaba en él la misma sensación. Él le miraba con cierta admiración. Quería recordar la belleza de su desnudez. Solo llevaba aquel collar que se movía al compás de ellos. Sonrío y agarró las manos de la Princesa, entrelazando sus dedos con los suyos.

–Es nuestra primera vez–sonrió con nerviosismo la muchacha mientras apretaba sus manos.

Se acercó a ella para reclamar sus labios y así perderse en el placer del beso, mientras él se colocaba entre las piernas de la muchacha. Su entrada seguía húmeda, lo que facilitó la penetración que comenzó lenta.

Rompieron el beso a la vez. Él gimió de placer ante el contacto cuando su miembro penetró la estrechez de la chica, y ella para sollozar ante el dolor por la ardiente intromisión. Se quedaron unos segundos sin moverse. Se miraban a los ojos y apretaban sus manos a la vez. Trunks mostraba un gran deseo y ella un fuerte sufrimiento, pero ninguno era consciente de lo que le ocurría al otro.

Siendo incapaz de aguantar más, Trunks comenzó a moverse lentamente dentro de ella. Era tanto el placer que sentía que quería más y más. Aloy, por su parte, echó hacia atrás su cabeza, mordió con fuerza su labio y esperó el momento en el que ella pudiera sentir aquello que envolvía a su amante. Con cada penetración, el guerrero se perdía en el movimiento de sus pechos y se tentó a probar uno con su boca. Cuando sintió los labios de él, pudo sentir como su ardor de calmaba un poco, pero duró poco, pues todo lo que empezó siendo suave se torcía muy salvaje para soportarlo.

El guerrero liberó sus manos de las de Aloy para tomarla por las caderas y así poder embestir con mayor bravura mientras lamía y mordía el pecho que tenía preso. Las penetraciones eran muy fuertes y él se movía con mucha rapidez. Trunks estaba cegado por el placer y no era capaz de ver como ella se revolvía dolorosamente debajo de su cuerpo.

–¡Duele! –gritó ella mientras golpeaba su hombro–¡Trunks! Duelte! ¡TRUNKS! –

Los gritos y golpes de la Princesa consiguieron despertar al muchacho de su ceguera. Liberó el pecho que tenía preso y alzó la mirada hacia la joven enrojecida y con el rostro cubierto de algunas lágrimas por culpa del dolor. Sintió rápido la culpa e internamente se tachó de estúpido por no darse cuenta de la situación. Aloy le tomó de la cabeza y le obligo a que estuviera a su altura, colocando su frente contra la suya.

–Lo siento–Aloy asintió al escucharle.

Llevó una de sus manos hasta la entrepierna de ella y así acariciarla suavemente. Sintió calma cuando escuchó un suave gemido salir de sus labios. Él se aproximó a su boca y así fundirse en un delicado beso mientras volvía a moverse con mayor lentitud dentro de ella. Aún se apreciaba un quejido de dolor, pero éste se mezclaba con dulces gemidos de placer cuando la tocaba. Trunks había encontrado el punto perfecto para que ella sintiera placer y así continúo.

Las caderas de Aloy volvieron a moverse incrementando el placer de la penetración. El beso se volvió pasional y un pozo donde ella hacer resonar sus gemidos cuando notaba los dedos de Trunks sobre su clítoris. Podía sentir aquello que le había embrujado al guerrero y ahora quería más de él y aquel juego que tanto le estaba gustando.

Trunks rompió el beso para pasar sus labios por el cuello de Aloy. Había vuelto a aumentar sus penetraciones, pero esta vez era capaz de controlarse para que no la dañasen. Probó su piel con suavidad mientras ella se estiraba para que él pudiera brindarle tantos besos como quisiera. Rodeó con sus piernas la cintura de él y con sus manos acarició su fuerte espalda. Él movía en delicados círculos sus dedos por su clítoris mientras con la otra se hizo dueño de su pecho derecho. Ella elevó la voz y él se embriagó de sus gemidos.

El cuerpo de Aloy apresaba el suyo, rompiendo el espacio entre ellos. Notaba como una ola de placer explotaría en su interior en cualquier momento. Se separó su cuello y reclamó una vez más sus labios. Embistió con bravura, desgarrando un fuerte gemido de placer. Separó las manos que tenía sobre su cuerpo y las llevó a sus caderas para profundizar sus penetraciones. Las lenguas de ambos batallaban en una guerra que iniciaron ambos. La Princesa rodeó su cuello, perdiendo sus manos en el cabello de él. El guerrero apretó sus dedos en la piel de ella y penetró lo más profundo que pudo a la velocidad que más podía controlar. Cerró con fuerzas los ojos y repitió los movimientos en varias ocasiones.

Separó sus labios de los de ella, apretó los dientes y dejó escapar un fuerte gruñido que liberó el orgasmo que tanto deseaba. Aloy gimió cuando notó como su interior se llenaba y el cuerpo del guerrero se tensaba en ella.

Su cuerpo sudado y relajado cayó encima de ella. Sus respiraciones eran entrecortadas y cansadas. Aloy sonrió y apartó un mechón violeta de él para ver como abría sus ojos azules. Trunks se separó de ella. Bajó la mirada y vio como de ella había una pequeña hilera de sangre.

–¿Estás bien? –preguntó con rapidez a la muchacha que se percató de lo que preocupaba al joven. Ella sonrió y acarició su rostro.

–Hay mujeres que sangran la primera vez–Aloy obligó a Trunks a tumbarse a su lado. Él no parecía nada contento con la respuesta–. Solo sangraré esta vez. Las demás seguro que llegaré a sentir lo mismo que tú. –

–¿No tuviste un orgasmo? –preguntó algo avergonzado a la par que preocupado.

–Tenemos que aprender los dos un poco más de este mundo. No nos prepararon muy bien–Aloy también se ruborizó al pensarlo. A ella la enseñaron pocas cosas, pero la práctica era muy diferente–. Tenemos toda una vida para hacernos profesionales. –

Sonrió la joven guiñándole un ojo al muchacho que estaba bastante avergonzado, pero, debía reconocer, que más tranquilo. Tenía a su lado a la que pensaba era la mujer más hermosa del universo, y esperaba compartir con ella toda una vida y todas las que tuvieran que venir.

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Disculpad la demora, pero realmente no he tenido tiempo para escribir. Debido a mi tardanza y que la historia no podía terminar como dije en un capítulo y un epílogo, aviso que tendrá dos capítulos (16 y 17) y el epílogo. ¡Espero que los disfrutéis!

~Nehpim

*Just Tonight 92(fanfiction)


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