Capítulo 10. El primero no se olvida
AVISO: Este capítulo contiene escena de abuso.
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Tres días después.
Tras la brutal paliza sufrida por Cooler, Trunks iba diariamente a la enfermería para curar sus heridas y cambiarse las vendas. A causa de que los médicos se negaban a atenderle y abandonaban la sala nada más él entraba, Aloy se encargaba de tratarle ya que, tras la discusión con Vegeta, Bulma ya no lo hacía.
Trunks estaba sentado sobre la camilla metálica, con el torso al descubierto mientras la joven se dedicaba a limpiar una herida que tenía en el costado izquierdo. El muchacho no dejaba de mirar a la rubia, quien estaba pasando una gasa con cuidado por el corte. Desde hacía pocos días notaba que Aloy tenía un comportamiento inusual. Evitaba mirarle, sonreía forzosamente o contestaba con monosílabos.
Aloy terminó de curarle, agarró una venda y cubrió su torso nuevamente. Al acabar, alzó la mirada para encontrarse con la de Trunks, quien seguía cuestionándose qué le ocurría a ella. Tragó saliva nerviosa y le dedicó una sonrisa tímida, aumentando más las sospechas en él.
–Ya está–se colocó un mechón rubio detrás de su oreja y se apartó. Le quitó la mirada, limpiando las gasas que había encima de la camilla para tirarlas en una pequeña papelera que había al lado de ésta.
–Gracias–Trunks se levantó de la camilla mientras la contemplaba.
El muchacho se colocó la parte superior del traje de combate y los guantes mientras la contemplaba. Ella se dio la vuelta cuando terminó de limpiar y volvió a dedicarle una sonrisa que él pudo apreciar que era forzada y nerviosa como la de antes.
–Tengo que ayudar en el comedor–dijo ella a modo de despedida–. Luego nos vemos. –
Aloy se dio la vuelta, con la intención de abandonar la enfermería, pero, a diferencia de los tres días anteriores, Trunks no la dejó marchar. La agarró delicadamente por la muñeca, obligando a que se diera la vuelta y le viera con el ceño fruncido y la mirada analizadora. Ella no le había visto así antes y eso hizo que sus nervios fueran en aumento.
–¿Necesitas algo? –Trunks la soltó mientras ella intentaba mantenerse tranquila, o, al menos, fingirlo.
–Saber qué te ocurre–Aloy era un libro abierto, sus reacciones eran evidente con sólo mirar a su rostro y éste decía que algo callaba.
–¿De... de qué hablas? –huidiza, apartó la mirada de él hacia cualquier lado de la sala, aumentando más las sospechas del medio saiyajin.
–Aloy–Trunks se acercó a ella, consiguiendo de nuevo su atención. Puso sus manos sobre sus hombros y con un tono suave le habló–, puedes contarme lo que sea. Si te ha pasado algo, si alguien te hizo cualquier cosa o es el recuerdo de tu padre lo que te hace estar así, me lo puedes contar. –
Ella soltó un suspiro lento que por dentro le desgarraba. Miró los ojos de Trunks y se perdió en ellos. Sus iris azules eran iguales que los de su madre, cristalinos y hermosos, al igual que expresivos y compasivos. Solo mirándolos se sentía segura y a la vez notaba como los puñales de la culpabilidad se clavaban en su espalda.
–No quiero que me odies–Aloy bajó la mirada y agarró el collar que Trunks le regaló. Lo acarició con la yema de sus dedos mientras él contemplaba la escena confuso–. Hice algo que estaba mal. –
–¿Qué has hecho? –con una de las manos que tenía sobre los hombros de ella, la llevó hasta su mentón e hizo que elevase la cabeza, para que pudiera contemplar la frustración y el dolor en el rostro de la joven–. Aloy ¿qué ocurre? No voy a odiarte. –
–¿Me lo prometes? –Trunks asintió dubitativo, pues no comprendía aquella actitud en Aloy. La vio tragar saliva, para finalmente hablar–. Tu madre lo sabe. Se lo conté todo. –
Tras su respuesta se hizo un silencio que duró el tiempo necesario para que Trunks repitiera las palabras en su cabeza y las entendiera. Se separó de Aloy, haciendo que el gesto la descolocara y, como reacción, apretó con fuerza el collar, como si así el dolor y el arrepentimiento se pudieran ir.
–Estaba sufriendo mucho y necesitaba saber la verdad–sus ojos empezaron a arderle, sus mejillas se enrojecieron y su labio temblaba. Era un cristal que estaba a punto de romperse y de un momento a otro acabaría explotando su llanto–. Se lo tenía que contar, Trunks. Lo siento. –
El joven se apoyó en la camilla, apartando la mirada de Aloy para mirar a cualquier punto en el suelo. Repetía mentalmente cada palabra que salió de ella y empezó a angustiarse. Tenía miedo de como su madre pudiera afrontar la realidad sin ser capaz de recordar, porque sabía que ella aún se mantenía en un mar de dudas. Si Bulma se hubiera acordado, estaría allí con él, cuidándole como si todavía tuviera siete años.
–Sé que era algo que os correspondía a tu padre y a ti–Trunks contempló a la muchacha enfrente suyo. Una lágrima recorría su mejilla derecha y pronto la seguirían más–. Pero quería evitar que se expusiera al peligro. –
–¿Qué peligro? –Aloy soltó el collar que tenía agarrado con fuerza, como si su angustia se hubiera desvanecido, pero lo único que consiguió es sentirse avergonzada y culpable, algo que aquel accesorio no podría retener.
–Cooler cometió dos errores graves–Trunks se apartó de la camilla esperando por la respuesta de Aloy–. El primero fue liberar a Bulma el día que te golpearon a ti, y, el segundo, subestimar su inteligencia. –
Trunks miraba con curiosidad a la chica. Acercó su mano hacia la enrojecida mejilla y limpió la lágrima que se escapó. Aquel gesto pudo tranquilizarla y reconfortarla.
–Tu madre empezó a intuir que había una relación en todo lo que ocurrió ese día–explicó la muchacha mientras Trunks limpiaba las pocas lágrimas que se escaparon. Al final, la actitud de él la tranquilizó completamente. Su mirada no era acusadora y su postura tampoco era huidiza–. Que se la llevaran cuando Cooler se reunía con Vegeta y a la vez te daban una paliza empezó a hacerla pensar. El remate fue el cambio de actitud de tu padre con ella. –
–Por eso quería investigar–Aloy asintió–. Entiendo. –
–Ella quería hablar con tu padre pero le pedí que recapacitara por ti y por tu hermana, incluso por ella misma–Trunks sonrió levemente mientras la escuchaba–. Me avergonzaba contártelo porque sé que no me correspondía a mi decirle la verdad. –
–Está justificado, Aloy. Lo hiciste por su bien–ella, ante la tranquilidad que sentía y la comprensión de Trunks, sonrió nuevamente. Podía notar como se había quitado un peso de encima y agradecía que él no se lo hubiera echado en cara–. Siento mucho que hayas tenido que ir con esa carga. –
El silencio se apoderó de la sala donde solamente se encontraban ellos dos, mirándose el uno al otro mientras él tenía una mano sobre su hombro y otra sobre su mejilla. Trunks contempló sus ojos marrones, brillantes e inocentes y sintió perderse en ellos. La vio relamerse los labios y pronto notó el tacto de sus dedos recorriendo su muñeca.
Se acercó haciendo que su frente chocase con la de ella, entonces notó su cuerpo temblar. Ella estaba nerviosa, pero él también. Con el pulgar acarició su pómulo hasta llegar a la altura de sus humedecidos labios. El tacto suave de ellos le hechizó, haciendo que una corriente eléctrica recorriera todo su ser.
–Me gustaría mucho be...–
–Bésame–interrumpió ella al saber lo que él quería decirle. Él sonrió como respuesta y no lo pensó.
Trunks bajó la mano, que tenía colocada en su hombro, hasta su cintura, atraiéndola hacia él y pegando más el cuerpo de ambos. Aloy, por su parte, rodeaba su cuello mientras acariciaba la mano que él tenía sobre su rostro. Cerraron los ojos, él se inclinó, ella se aproximó más y finalmente sus labios se encontraron, creando un primer y dulce beso de los adolescentes.
Aquel beso duró demasiado poco a causa de la inexperiencia. Abrieron los ojos para encontrarse con la mirada del otro y emitieron la misma sonrisa de emoción y nervios. Ella podía notar una descarga eléctrica que recorría todo su cuerpo, y él sintió el anhelo de lo que, hasta hacía poco, era desconocido. Volvió a cerrar los ojos, ella le imitó, y buscó, nuevamente, sus labios.
Se aferraron al otro con deseo, compartiendo un beso que auguraba ser más largo. Trunks se perdía en el sabor de sus labios y ella en la suavidad de los suyos. Pronto lo puro se convirtió en un ardiente deseo que latía en sus interiores, haciendo que la inocencia se convirtiera en una pasión. El beso se intensificaba y arrasaba con su fuego, pidiendo por más.
–Existen habitaciones–la pareja se separó cuando escuchó a un tercero en la sala. Ambos con el rostro enrojecido miraron a Raditz apoyado en el marco de la puerta, con los brazos cruzados, mirada picante y sonrisa ladina–. Traigo una buena noticia. –
Trunks intentó mantener una postura tranquila mientras veía a Raditz acercarse a él. El muchacho estaba nervioso a causa de su primer beso y de la interrupción del saiyajin.
–Puedes entrar en uno de los tanques de recuperación–aquella información le pilló desprevenido al joven–. Cooler nos manda de misión en dos días y quiere que estemos preparados, y si tú aún sigues en ese estado no podrías ir. –
–Es una buena y mala noticia a la vez–Raditz se encogió de hombros–. ¿Y mi padre? –
–Estuvo toda la mañana entrenando con Kakarotto–Raditz no ocultó el tono de desprecio cuando nombró a su hermano–. Ahora creo que está en su habitación. –
–Está intentando alcanzar el poder del Super Saiyajin 2–Trunks suspiró recordando a su padre. Desde lo ocurrido con él y su madre se había propuesto alcanzar aquella transformación, porque sabía que era la única manera de ganar a Cooler.
–Ya lo conseguirá–el melenudo sonrió dándole un golpe en el hombro al muchacho–. Métete en un tanque y, con suerte, en un par de horas estarás fuera. –
Trunks asintió y se dio la vuelta, encontrándose con Aloy que estaba pendiente de la conversación, pero, al verle, se ruborizó en un segundo.
–¿Quieres que te traiga ropa limpia? –preguntó ella en un tono leve, con un deje de timidez que a él le pareció dulce y hermoso. Le dedicó una sonrisa y asintió–. Ahora vuelvo. –
La joven pasó por al lado de ambos y salió de la sala. Trunks sonrió sin poder evitarlo hasta que se encontró con Raditz, su sonrisa radiante y su ceja alzada.
–Te lo pasas bien ¿eh? –Trunks bufó como respuesta para después darle la espalda y quitarse la ropa. Podía escuchar las risas burlonas de Raditz detrás suyo todavía–. ¿Quieres que te quite las vendas? Te aviso que mis manos no son tan delicadas. –
–Muy gracioso, Raditz–el nombrado empezó a reírse mientras el muchacho, en ropa interior, se quitaba los vendajes y se acercaba a un tanque de recuperación para prepararlo.
–Métete dentro. Yo esperaré aquí–Raditz se apoyó en la camilla y observó a Trunks que había programado la máquina.
Cuando Trunks entró dentro se conectó todos los tubos, se puso la mascarilla y cerró la puerta. El líquido verdoso empezó a subir y el joven poco tardó en caer dormido.
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Desde que sabía toda la verdad sobre su vida, Bulma perdía la concentración con facilidad. Intentaba concentrarse en aquel proyecto que tenía encomendado, porque era la única manera de distracción ante lo frustrante que era para ella el obligarse a recordar algo que le habían borrado de su cabeza. Cuando despertaba o cuando caía la noche, si se encontraba en el comedor o en la ducha, siempre había un momento para pensar que tenía una familia y que ni siquiera recordaba cuando comenzó a formarse.
Además de aquella dolorosa frustración, se obligaba a trabajar para evitar ir a buscar a Vegeta y a Trunks, porque en ese momento lo único que quería era abrazarles. Quería sentir el cariño de su hijo, pensaba que así alguna lucecita de su interior la iluminaría y la haría recordar el momento en el que le tuvo en brazos por primera vez. Por supuesto, anhelaba la presencia del Príncipe. Su último encuentro fue doloroso y le costaba olvidar sus palabras y su voz gélida, pero ahora sabía el motivo y eso quería decírselo. Quería decirle que no estaba solo y que ella estaría con él para que no cargase con todo el peso. Desgraciadamente no podía hacer ninguna de esas dos cosas.
El dolor y la angustia la estaban consumiendo por dentro y en su rostro estaban las marcas de ello. Su piel se volvió pálida, dándole una apariencia de enferma. Las ojeras demostraban cuan poco había podido dormir, si es que en algún momento fue capaz de conciliar el sueño. Su cabello peinado con desgana le daba un aspecto despreocupado. Bulma podía perder la memoria, pero la forma de ser no lo puede cambiar nada ni nadie, y aquella mujer, que le encantaba verse arreglada, en ese momento le daba igual, porque tenía cosas de las que preocuparse.
Trabajaba con el prototipo de una cola metálica y afilada. Para su construcción le bastaba con un mismo material, pero éste era uno de los mejores y más resistentes del Universo. Cooler se replanteó muy bien los recursos necesarios, o al menos eso fue lo que ordenó al cuerpo científico.
–Bulma–la humana, que estaba trabajando en el cableado de la parte interior de aquella prótesis metálica, bajó la mirada hacía Bonnet–, necesito que termines con eso rápido. Tenemos que empezar con la parte del torso. –
–Necesito un día, Bonnet–Bulma sacó la mano rápidamente de aquella pieza, desgarrando parte de ésta y del dedo índice con un afilado alambre–. ¡Mierda! –
El corte que se hizo no era profundo, pero suficiente para que se manchase la mano de sangre. Bonnet bufó mientras ella contemplaba el rasguño que le recorría desde la mano hasta la mitad del dedo.
–No exageres–Bulma frunció el ceño mirando al científico que hablaba con desprecio–. Ve a la enfermería a desinfectarlo y vuelve de inmediato. Tenemos mucho trabajo. –
Bulma prefirió no responderle, simplemente le dio la espalda y salió del laboratorio. Se examinó la bata y la vio un poco manchada de sangre a la altura del abdomen. Aquello, junto con su aspecto, era la apariencia perfecta para que pensaran que algo malo le ocurría.
Anduvo por los pasillos agarrando su mano herida mientras algunos soldados pasaban a su lado. La miraban de arriba abajo y, la mayoría, solían decirle cosas que hubiera deseado contestar con una respuesta mordaz o una simple patada en la entrepierna, pero se tenía que conformar con ignorarlos y bajar la mirada.
Para su suerte el camino no era largo, entró con rapidez en la enfermería que se encontraba vacía, a excepción del saiyajin apoyado en un tanque de recuperación, en el que se encontraba Trunks. Los ojos de Bulma se abrieron al contemplar a su hijo dentro de aquella máquina y, sin poder evitarlo, una sonrisa apareció en su rostro.
–¿Qué demonios te pasó? –Bulma contempló a Raditz que se apartó de la máquina para acercarse a la humana en cuanto se fijó en su mano ensangrentada.
–Un pequeño rasguño–contestó ella mirando al melenudo. Éste se acercó a ella, intimidándola ante su apariencia. Bulma sabía, por parte de Aloy, que Raditz era un amigo importante de la familia, pero, como todo en aquel momento, no le recordaba. El saiyajin le agarró la muñeca con cuidado y examinó su herida. Un corte nada grave–. He venido para desinfectarlo–él la soltó y volvió a mirarla a los ojos, consiguiendo que de nuevo se sintiera pequeña–. ¿Trunks? –
–Cooler ordenó que entrase porque en dos días marcharemos a una misión–Bulma suspiró tranquila al saber que no habría consecuencias de que el joven estuviera dentro de la máquina, pero no podía conformarse. Trunks no estaba preparado para aquellas misiones del tirano.
–¿Es una misión de purga? –Raditz asintió.
–Debemos buscar más materiales para el laboratorio y tenemos órdenes de destruir el planeta después–Bulma tragó saliva duramente. Sabía para que eran y odiaba trabajar en ello. Sabía lo que estaba fabricando y no quería imaginar el propósito de aquella creación–. Te preocupa el muchacho ¿cierto? –
Bulma asintió sin poder ocultar sus sentimientos. Pasó por delante de Raditz, acercándose a un botiquín que había en la pared y sacó de ahí un bote blanco desinfectante.
–Trunks no va a luchar–dijo Bulma mientras abría el bote y dejaba que las gotas cayeran por su herida. Apretó los ojos y los dientes, gruñendo ante el escozor de la cura–. Pienso en las consecuencias con Cooler. –
–Pareces segura de ello–Bulma abrió los ojos, encontrándose a Raditz a su lado. Tenía un semblante serio, e incluso molesto por las palabras de la humana.
–Lo estoy–cerró el bote y volvió a guardarlo en el botiquín. Se giró para ver a su hijo dentro del tanque. Sonreía al ver al muchacho ahí dentro, era como si estuviera a salvo de todo lo que había a su alrededor–. Trunks tiene un corazón humilde. No haría daño a nadie inocente. –
–La vida de su familia depende de ello–Bulma asintió en acuerdo a lo que Raditz decía.
–¿Crees que él no lo piensa y sufre por ello? –la humana miró a Raditz que intentaba entender lo que quería decir–. Preferiría sufrir él antes que matar a alguien que no lo merece, porque la tortura física se cura más rápido que la mental. –
Raditz no dijo nada, simplemente apartó la mirada y como hacía la humana, contemplaba al muchacho dentro del tanque. Le había visto pelear desde pequeño y tenía potencial, pero tenía algo de lo que carecían los saiyajins y era la piedad. Trunks no se había manchado las manos de sangre y la primera víctima nunca se olvida, sobre todo cuando suele ser un ser inocente.
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Aloy había ido a la habitación de Trunks a por un traje de combate limpio. En la soledad del dormitorio dedicó tiempo a sus sentimientos. Tocó sus labios suavemente, si cerraba los ojos era capaz de recordar el sabor del beso y las caricias de las manos del joven. Inevitablemente soltó una sonrisa y, durante ese tiempo, olvidó donde se encontraba. Por un momento recordó lo que era ser feliz, y agradeció al medio saiyajin de que le ayudará.
Soltó un suspiro cargado de paz y tranquilidad. En lo único que podía pensar era en volver a probar sus labios, porque bastaron dos besos para reconocer su adicción, ya no sólo a su boca, sino a él.
Se acercó a la cómoda de la habitación, abrió el primer cajón y agarró un traje limpio. Fue a la puerta, tecleó la combinación en el panel y salió de la habitación en cuanto la puerta se abrió, cerrándose en el momento en que la cruzó. Salió a la sala común y fue directa a poner la contraseña para salir de allí, pero la puerta se abrió antes de que lo hiciera.
La sonrisa en su rostro se borró cuando vio a dos saiyajins adentrándose en la sala. Podía notar como un aire frío recorría todo su cuerpo al ver a Turles en compañía de Broly. El primero, al ver a la Princesa cargando con la ropa de Trunks, mostró una sonrisa que puso en mayor alerta a la joven.
–¿Qué tenemos aquí? –la voz de Turles era sarcástica y a la vez amenazante. Su tono, junto con su presencia, consiguieron asustar a la muchacha–. La ramera de nuestro amado principito. –
Aloy tragó saliva e intento sacar fuerzas necesarias para ignorarlos, pasar de largo y salir de allí, pero Turles le cerró el camino poniéndose en medio, a lo que ella retrocedió un par de pasos hasta chocar con la pared.
–Aún no le he pedido el pago a ese mocoso–Turles miró a Broly que estaba de brazos cruzados, mirando de arriba abajo a la chica–. Lo peor de todo es que ese desagradecido, al que le presté mi dinero para esta furcia, ni siquiera la aprovecha para nada. –
–Para llevarle la ropa–Turles rió ante el comentario y volvió la mirada hacia ella.
Turles avanzó hacia la joven que estaba temblando, provocando que se le cayera la ropa al suelo. Sentía como su respiración desaparecía con cada paso que él daba hacia ella, hasta que lo tuvo a escasos centímetros de distancia. El saiyajin levantó su mano hasta el rostro de la muchacha que iba palideciendo en segundos. Mostró sus dientes en una sonrisa frívola. Aloy soltó un gemido de dolor cuando éste apretó sus pómulos con brutalidad.
–Menuda manera de desaprovechar una hembra así–las lágrimas comenzaron a salir de los ojos de la muchacha, alimentando más al monstruo que la sostenía–. Él tiene una deuda conmigo y a la vez una enemistad que finalizará con la muerte de uno o del otro. En vista de que yo soy más fuerte, él morirá–aquella amenaza hizo que el temor se apoderase más de ella–, pero las muertes rápidas no se disfrutan nada. Quiero que sufra y que grite de rabia antes de matarlo. –
Turles la soltó con fuerza, empujándola contra la pared y arrebatándola otro doloroso gemido. Aloy no pudo mantenerse en pie y cayó al suelo. Las lágrimas recorrieron sus mejillas que se tornaron rojizas por la presión que hizo el saiyajin sobre ellas. Quería levantarse y salir corriendo, pero las piernas le flaqueaban y se encontraba en un estado de miedo y pánico que la tenían petrificada.
El saiyajin se apoyó en la pared, justo al lado de Broly. Turles le dedicó una sonrisa radiante a su compañero, que parecía gozar de aquella tortura.
–Es hora de que mi deuda sea pagada–Broly miró a Turles que sonreía ampliamente mientras le hacía un leve gesto con la cabeza, apuntando en dirección a la muchacha. La retorcida sonrisa se contagió al saiyajin de media melena, que empezó a andar hacia donde estaba Aloy–. Como tu querido Trunks no puede pagarme con dinero, tendrás que ser tú quien le avale. –
Aloy escuchó pisadas que de nuevo iban en su dirección. Levantó la cabeza y se encontró con Broly justo delante de ella, mirándola con una sonrisa que la congeló. Éste se agachó a su altura y acarició la zona enrojecida de sus pómulos con un dedo. Ella se echó hacia atrás ante el contacto, provocando una reacción negativa en el saiyajin, quien llevó su mano hacia la nuca de la muchacha y, tirándola del cabello, la obligó a levantarse del suelo a la vez que él. El grito de la Princesa se escuchó con fuerza, pero fue más ruidoso cuando la empujó contra la pared y utilizó su cuerpo para terminar de aplastarla. Quería empujarle y huir, pero no podía por la diferencia de fuerza.
–Cuando le cuentes esta historia a ese mocoso no seas egoísta y dale todos los detalles–Turles alzó una ceja, sin borrar su sonrisa, mientras veía a Broly arrancarle la parte superior del vestido.
Broly dejó al desnudo su pecho, que todavía estaba desarrollándose. Agarró uno con fiereza mientras que ella seguía luchando por escapar, gritando y rogando porque cesara aquel martirio. La respuesta que recibió fue diferente. El saiyajin lamió su cuello. Aloy no podía describir con exactitud lo que estaba sintiendo. Era una mezcla de asco, dolor e impotencia y solo esperaba porque fuera una pesadilla. Descubrió que era el mundo real cuando los dientes afilados del guerrero se clavaron entre su cuello y su hombro, desgarrándole un grito que dolía tanto como lo que le hacía.
La marca de los dientes se podía percibir en su piel, alguno incluso llegó a hacerle algunas heridas. Emanó sangre de ellas y manchó su hombro izquierdo y todo su pecho, llegando a ensuciar la mano con la que Broly tocaba uno de ellos.
Rogó que parasen con aquello, a lo que Turles rió y Broly simplemente se deleitó con el sabor de la sangre que había manchado su pecho. Sintió la lengua de él sobre el que tenía libre y volvió a morderla. Para ese momento él estaba muy excitado y necesitaba escuchar más su quebrada voz.
El saiyajin terminó de romper el vestido, dejándola con su ropa interior cubriendo únicamente la entrepierna. Con la mano que tenía libre la llevó hasta abajó y la metió por debajo de la prenda. No dudó nada y en ese momento introdujo dos dedos en el interior de ella. Fue violento y rápido, consiguiendo que aquel gemido fuera el más alto que se escapase de la boca de la muchacha.
–Te está saliendo sangre–apuntó Turles mirando como sus muslos tenían un río de sangre que emanaba de su entrepierna–. Admito que siento envidia de Broly. –
Broly sonrió, y mientras torturaba su entrepierna, hizo un recorrido con su lengua desde el pecho que estaba mordiendo, hasta su cuello y terminando en su clavícula. Ella movía la cabeza, intentando que no la tocara, pero como reacción a su negativa la penetraba con más violencia y la mano con la que aprisionaba su otro pecho lo apretaba con más fuerza.
Quitó la mano de su entrepierna y agarró su muñeca. Mientras lamía sus lágrimas, obligó a que pusiera su mano sobre su miembro por encima del traje de combate. Aloy cerró los ojos con fuerza ante el asco. Forcejeó con él para apartarse, pero no la dejó.
Tuvieron que pasar dos segundos para que el cuerpo de Broly se separase del de ella. Quedo clavado en la pared de enfrente debido a un ataque que no vio venir. Turles se acercó a él y miró al culpable. El Príncipe se había colocado justo delante de la chica, a espaldas de ella y con la mirada en los saiyajins. De brazos cruzados, con el ceño marcado y la mirada amenazante, Vegeta se interpuso entre ellos y la muchacha.
–El que faltaba–Turles miró de arriba abajo al Príncipe–. Nadie te invitó. Lárgate. –
–No seré yo el primero que abandone esta sala–Vegeta no se inmutó ante Turles. Éste ya no se mostraba como hacía unos segundos. Su actitud burlona y pasota desapareció en cuanto vio que su juego había terminado–. Os largáis vosotros dos. –
–No me lo creo–Turles soltó una risa sarcástica–. El Príncipe Vegeta. No. ¡El Gran Príncipe Vegeta! Haciendo de héroe. Interponiéndose entre un desalmado y una ramera en apuros. ¿Qué es esto, Alteza? –Vegeta marcó más su ceño ante el teatro del saiyajin–. ¿Acaso son sentimientos de un buen samaritano? ¿Acaso es un corazón puro intentando salvar a otro inocente de las garras de un delincuente? –Turles volvió a mostrar su sonrisa característica–. El violador salvando a la víctima. –
–¿Has acabado? –Vegeta dio un paso hacia delante para quedar cerca de Turles. En un movimiento rápido le agarró por el cuello, apretándole con fuerza.
Turles le agarró del brazo, pero antes de empezar con un forcejeo Vegeta se transformó en Super Saiyajin. La fuerza del Príncipe incrementó y, con ella, el agarre. Solo debía forzar un poco más para quebrarle el cuello y matarle, pero decidió empujarle a la vez que volvía a su apariencia normal.
El saiyajin se tocó el cuello mientras tosía dolorosamente. Se podía apreciar en su piel la marca de la mano y los dedos del Príncipe.
–No volveré a advertirte–Turles se levantó mientras que Broly también se recuperaba del ataque–. La próxima vez te mato a ti y a tu perra. –
Advirtió mirando a Broly, quien apretaba sus dientes con fuerza a causa de la rabia.
–Si tu padre te viera te escupiría en la cara–Turles, para apoyar su teoría, escupió, pero cerca de los pies del Príncipe–. Eres la vergüenza de nuestra raza y ya no solo por tus actos, sino por el engendro que tienes por hijo. –
Turles y Broly abandonaron la sala. Vegeta intentó ignorar aquel comentario y se dio la vuelta para ver a Aloy sentada en el suelo, con la espalda pegada a la pared. Había agarrado la tela más grande que quedó de su vestido para cubrirse a la vez que se abrazaba a si misma. Las lágrimas no habían dejado de cesar, aun cuando su agresor no estaba.
–Debes ir a la enfermería–Vegeta la miró desde arriba, paro en aquel collar que supo fue un regalo de su hijo–. Estas sangrando. –
Aloy alzó la mirada para encontrarse con el Príncipe. Tenía un gesto roto y realmente se sentía así, por dentro y por fuera. Aún podía notar la presión de Broly sobre ella. Notaba su lengua, su aliento y sus dientes, pero lo peor era aquel desgarro que le hizo. Notó como algo en ella dolía y no podía curarlo.
–No puedo andar–dijo con voz rota. No podía sentir las piernas y no sabía si era por el momento en el que Broly la hirió o porque le fallaban por el miedo.
Vegeta gruñó y se agachó a su altura, pasó uno de sus brazos por sus piernas y otro por su espalda. Se levantó con ella en brazos, quien aún se cubría con aquella tela. Temblaba, lloraba y se quejaba por el dolor.
–Gracias–habló con voz temblorosa.
El Príncipe no dijo nada, simplemente se dispuso a salir de la sala y llevar a la muchacha hasta la enfermería.
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Bulma se despidió de Raditz y, antes de salir de la enfermería, miró por última vez a su hijo. No podía decir que estaba del todo tranquila, pero se alegraba de que sus heridas se sanaran en el tanque de recuperación. Se giró hacia la puerta para salir cuando se vio bloqueada por el Príncipe, quien cargaba a Aloy entre sus brazos. La humana miró a la muchacha casi desnuda, cubierta solo por la ropa interior y una tela rajada.
–¡Aloy! –Bulma se aproximó a la muchacha, vio su rostro repleto de lágrimas y una mirada de dolor. La humana alzó la mirada a Vegeta para saber lo que ocurría.
–Está sangrando–informó él, pasando de largo y colocándola en la camilla.
Bulma se aproximó mientras se quitaba la bata y se la entrega a la chica, poniéndosela por encima. Aloy se cubrió con ella mientras tiraba la tela rota. La humana contempló la señal en su cuello. Evidenció que era una marca de dientes. La zona estaba tomando un color morado y la sangre que de ella emanaba se estaba secando.
–¿Qué te pasó? –Bulma acarició el rostro de la chica, esperando por saber la verdad.
Aloy se encontró con la mirada de Bulma, agarró su mano y lloró desconsoladamente, perdiéndose en la suavidad de su piel para reconfortarse del daño recientemente sufrido. La mujer bajó un poco la mirada para ver la sangre que había manchado sus piernas. En ese momento sintió que el aire se escapaba de sus pulmones y, esperando por reconfortarla, la abrazó con fuerza para que llorase sobre su hombro.
–¿Turles? –Raditz se acercó a donde estaba Vegeta, quien contemplaba la imagen de las dos mujeres, una llorando y otra consolando.
–Broly–respondió Vegeta volviendo su atención al tanque de recuperación donde estaba Trunks–, pero las órdenes venían de Turles. –
–Tenemos que hacer algo con él, porque si pudiera nos mataría–Vegeta frunció el ceño.
–Si matamos a alguien del escuadrón no sabemos como pueda reaccionar Cooler–el Príncipe miró amenazante a Raditz–. Por muchas ganas que tengamos de matarlo, esto podría afectar a Bra. ¿Recuerdas que la tiene Cold y no sabemos donde? No arriesgaré su vida por un idiota como Turles. –
Mientras Vegeta y Raditz hablaban, Bulma consolaba a Aloy, pero a la vez escuchaba la conversación que tenían. Sabía que Turles era peligroso, pero no sabía hasta que punto. Ahora se daba cuenta de que estaba obsesionado con su hijo y debía hacer todo lo posible para que no cayera en su trampa.
–Aloy–Bulma se separó un poco de la joven para mirarla a los ojos–, voy a revisarte porque estás sangrando. –
–No le dio tiempo–dijo con su tono roto. Bulma miró dubitativa a la chica–. Él intervino antes de que fuera a peor. –
Bulma se giró a ver a Vegeta cuando Aloy le señaló con la mirada. Éste aún hablaba con Raditz sin inmutarse en su presencia. No sabía si era por su postura falsa o porque no se había dado cuenta de que estaba siendo observado por ella. Saber que él apareció antes de que Broly llegase a más hizo que se calmara, y le agradeció mentalmente el gesto.
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Tras cuatro horas, Trunks abandonó el tanque de recuperación. Fue Raditz quien le ayudó a salir y quien le acercó una toalla para secarse. El joven se sentía físicamente mucho mejor. Miró a su alrededor y se encontró con su padre de brazos cruzados, mirándole a él con una mirada que le extrañó. Fue en ese momento que se percató de la presencia de su madre y de Aloy en la camilla. La joven estaba tumbada, tapada por una bata blanca.
Trunks tiró la toalla y se acercó hacia Aloy, pero Bulma se puso en medio en un estado nervioso.
–Trunks–puso sus manos sobre sus hombros, pero él no la miró, sino que se fijó en la chica–, sé que te estarás preguntado que pasa pero necesito que estés tranquilo. –
–¿Tranquilo? –Trunks se apartó ante las palabras de su madre. No dudó en pasar de largo y acercarse a la joven.
–Está dormida–Bulma contemplaba a su hijo, éste, preocupado, no dejaba de examinar el estado de Aloy.
–Acabas de recuperarte–habló Vegeta–. Ve a tu habitación. –
–Acabo de recuperarme y lo primero que veo es a Aloy en una camilla–Trunks contestó de manera brusca a su padre mientras la miraba. Contempló su rostro hasta que algo le llamó la atención en su cuello, tapado por algunos mechones rubios. Apartó el cabello y se fijó en la marca–. ¿Esto qué es? –
Bulma se tapó la boca, al no saber que decir, Raditz no habló y Vegeta contempló el estado de su hijo. Podía notar su ki aumentar y supo que no era buena idea decirle la verdad, porque hasta el momento jamás le vio igual.
–¡¿Qué es?! –gritó mirando a su madre, que se sobresaltó ante su tono de voz.
–Cálmate, por favor–Trunks frunció más el ceño ante aquella contestación.
–Turles–Trunks desvió la mirada hacia Radtiz–. Ordenó a Broly a que la violara para pagar la deuda que tienes. –
–¿Broly le hizo esto? –Trunks se acercó al saiyajin esperando por que confirmase del todo su información–. ¿La ha violado? –
–Trunks–el chico miró a su padre que estaba con una postura amenazante, entonces supo que era cierto.
Apretó los dientes y los puños, se dio la vuelta y agarró el traje de combate que llevaba antes de meterse en el tanque de recuperación. Bulma se acercó con la intención de tranquilizarle y contarle que realmente no llegó a forzarla, pero para ese momento él ya no quería escuchar más.
–¿Dónde crees que vas? –Vegeta se puso delante de su hijo y Trunks le rodeó para seguir con su camino–. Ni se te ocurra hacer una maldita locura. –
–La locura sería que todo esté como ahora–Trunks salió de la enfermería y, sin dudarlo, Vegeta y Raditz marcharon detrás de él.
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Turles estaba en el comedor en compañía de Broly y algunos soldados más. Hablaban de anécdotas vividas en las que se mencionaban asesinatos, violaciones y torturas. Se regodeaban de las desgracias ajenas mientras se llenaban la barriga con comida que servía una esclava y se endulzaban los labios con el alcohol más fuerte que había en la base. Mientras ellos compartían sus batallitas, Trunks entró en la sala buscando con la mirada a ambos hombres.
Su presencia no pasó desapercibida para Turles, que sonrió al saber el motivo que le traía allí. Le dio un golpe en la espalda a Broly para que se fijase en el joven, sonrió cuando sus miradas se encontraron. No necesitaron hablar, porque Trunks se acercó a gran velocidad, le agarró por la armadura, elevándolo con violencia y lo estampó contra la mesa, rompiéndola y esparciendo por el suelo todo lo que había sobre ella. Los que estaban allí sentados se levantaron y fue cuestión de tiempo que un circulo se formase a su alrededor.
Broly se levantó con rabia al ver al muchacho delante de él, con unas agallas que no creía que tuviera. Se puso en posición de lucha y comenzaron la pelea. Trunks fue el que se abalanzó primero, propinándole un puñetazo en el rostro. El saiyajin le agarró por la muñeca y lo estrelló contra las baldosas. El adolescente tardó poco en recuperarse y, esperando por terminar aquella batalla con rapidez, se transformó.
–¿A qué se debe tanta ira, muchacho? –preguntó Turles, quien estaba en aquel circulo formado por soldados. Trunks no le escuchaba, su atención estaba en el saiyajin que tenía delante–. Espero que aprendas a compartir, porque Broly solo es el primero de una larga lista de tu maldita deuda. –
El saiyajin consiguió su objetivo. Aumentó la rabia de Trunks. Quería ir a por él y hacerle callar, pero debía mantener la cordura y no ser tan impulsivo. Primero debía ir a por Broly, después se encargaría de Turles.
La pelea continuó a pesar de las palabras de Turles para provocar un duelo de dos contra uno. Los soldados comenzaron a vitorear y gritar. En ese momento de excitación por el combate, Vegeta y Raditz entraron al comedor. El Príncipe miró al saiyajin con rabia, ya no solo por su sinceridad, sino por no haber sido claro. Sabía que si hijo actuaba por impulso, algo que él también hubiera hecho. Después de todo, desde que llevó a Aloy a la enfermería, no dejó de cuestionarse que hubiera hecho él en su lugar. Si hacía dieciséis años, cuando vivían él y Bulma en la base de Freezer, si alguien le hubiera hecho algo a ella tampoco hubiera podido quedarse de brazos cruzados dejando que el agresor saliera impune.
Ambos se metieron entre los espectadores hasta acabar en la primera fila y presenciar una pelea muy igualada, a pesar de que su hijo estaba transformado. Pensó que debía estar muy desesperado para recurrir a la transformación.
–Será cuestión de tiempo que Cooler pare la pelea–dijo Raditz contemplando la lucha con interés–. Podemos disfrutar mientras de como Trunks le da una paliza. –
Vegeta dudó, pero tuvo que aceptarla. No quería salir y defender a su hijo, quería que él saliera del lío en el que se metió. Así, de esta manera, podría demostrar que Trunks era fuerte y que, por mucho que lo sufriera, él debía mantenerse al margen con tanto soldado, no se podía permitir que le vieran débil y supieran el motivo.
Trunks sangraba por la ceja derecha y parte de su traje ya estaba roto, mientras que Broly tenía más heridas por la zona de la frente, labio y el abdomen.
–Vas a perder–a pesar de la diferencia de heridas, Trunks se encontraba cansado y Broly parecía tener más energía–. Yo soy un saiyajin puro, tú una mala mezcla de razas. –
–No quiero ser un saiyajin puro como tú–le señaló con rabia–. No quiero ser como tú. –
–Y no lo serás siendo tan débil–Broly dio un paso hacia él–. ¿Se encuentra bien ella? –
Trunks apretó los puños con ira al escuchar la frivolidad de Broly, él sonrió al notar su rabia e impotencia.
–En verdad siento haberte quitado el placer de quitarle la virginidad. Sangró en nada–Vegeta frunció el ceño al notar la provocación del saiyajin–. Dile que volveré a terminar lo que empecé. –
El joven volvió a atacarle. Le dio varios puñetazos en la cara hasta que le propinó una fuerte patada que le tumbó en el suelo. Broly escupió sangre y empezó a reír mientras se levantaba sin dificultad. Con un rápido movimiento se puso detrás de él, le agarró por el cabello y estampó la cabeza del chico contra su dura rodilla. Fueron una, dos, tres, cuatro y tantas más que su rostro estaba repleto de sangre.
–¿Te lo comentó tu padre alguna vez? –susurró Broly en su oído–. Cuando una hembra tiene en su cuello la marca de la mandíbula de un saiyajin significa que ella le pertenece. Es mía, mocoso, por derecho. –
Trunks recordó la marca de los dientes y el tono morado que había adquirido. Sintió dolor por no poder protegerla, porque lo último que vio de ella fue una sonrisa tímida y unos pómulos ruborizados. Tenía miedo de mirar a sus ojos la próxima vez que los viera. Pero pensó que quien realmente estaría aterrorizada sería ella, al recordar lo que ocurrió y al saber que él estaría en la base.
La rabia le siguió ganando y no pudo retenerla. Aquella llama amarilla empezaba a ser electrizante y ardía, sobre todo en su interior. No iba a permitir que sucediera otra vez. No volvería a dejar que Broly se acercara a ella y mucho menos que Turles la utilizara para machacarle.
Vegeta contempló con asombro como el ki de su hijo iba en aumento y como su apariencia cambiaba levemente. Su cabello rubio se elevó más y unos rayos eléctricos le envolvieron junto con aquella aura de luz.
–El Super Saiyajin 2–se escapó de la boca de Raditz, quien estaba tan sorprendido como el Príncipe.
Broly no se impresionó demasiado por ello, simplemente siguió con su lucha, pero, antes de volver a estamparle contra su rodilla, Trunks le agarró de la pierna y le arrastró al suelo con él. Tenía al saiyajin encima suyo y para que no escapara rodeó con un brazo el hombro de él y con el otro rodeó su cuello, haciendo gran presión sobre éste.
El saiyajin intentó zafarse mientras Trunks le rodeaba la cintura con las piernas, evitando que se moviera. Siguió apretando su cuello con rabia ante la mirada de todos. Vegeta supo que debía intervenir en ese momento hasta que fue demasiado tarde.
Se hizo un silencio que pareció eterno. Broly dejó de luchar en el momento en que soltó su último aliento. Trunks le soltó, volvió a su apariencia, se levantó y contempló el cuerpo sin vida de aquel saiyajin. Estaba con los ojos y la boca abierta, el cuello estaba enrojecido y su ki había desaparecido. Entre el circulo salió alguien para acercarse al saiyajin, se arrodilló y le zarandeó para que despertase. El muchacho reconoció a Paragus y fue como un jarro de agua fría.
–Lo has matado–Paragus miró con rabia a Trunks, que parecía despertar de una pesadilla–. ¡Lo pagarás! –
El silencio se rompió cuando los soldados empezaron a hablar entre ellos. Vegeta abandonó aquel circulo para acercarse a su hijo. Colocó una mano en su hombro y, como si quemara, se apartó bruscamente. Trunks se giró para ver a su padre. El adolescente estaba aterrado, con las manos temblando y con los ojos muy abiertos.
–Lo... lo he matado–la voz le temblaba. Vegeta podía intuir como gritaba auxilio en ese momento–. ¿Qué he hecho, padre? –
–Lo que debiste–Vegeta entendía aquella sensación. Trunks era alguien que creía que la gente cambiaba, después de todo su padre y Raditz lo hicieron, por eso no era capaz de matar. En cambio, ese día lo hizo, mató a alguien por primera vez y era un saiyajin. –
–¿Qué demonios es esto? –Vegeta miró detrás de su hijo, el cual se giró al escuchar aquella voz.
Salza, el fiel soldado de Cooler, entró en el comedor cuando escuchó el barullo. Vegeta volvió a sentir la angustia en ese momento. Una cosa era una pelea y otra diferente una muerte entre soldados, porque el tirano no permitía algo así. Vio al guerrero acercarse al cuerpo sin vida de Broly, le dio con la punta del pie para ver si reaccionaba y resopló.
–¿Quién mató al mono? –gruñó con rabia el soldado azul.
–¡El bastardo! –Salza miró a Paragus que señalaba en una dirección. El soldado se topó con la azulada y asustada mirada de Trunks, lo que le provocó una sonrisa amplia.
–Esto seguro que le encanta al Gran Cooler–Salza le dio la espalda y se puso a caminar en dirección a la salida–. ¡Acompáñame, mocoso! –
Trunks miró a su padre que estaba tan angustiado como él. El joven sintió frío y miedo, algo había calado en su interior y no sabía como hacer que desapareciera. Se despidió de Vegeta con una leve mirada y salió de allí tras los pasos de Salza.
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¡Espero que os haya gustado el capítulo!
¿Qué os pareció Trunks y su transformación? A pesar de que él es un chico dulce y atento no deja de ser un saiyajin, y quería demostrarlo pero como veis a quien mata no es a alguien inocente. Por eso quería que él fuera quien se transformase primero en Super Saiyajin 2.
En el siguiente capítulo tendrá que darle explicaciones a Cooler.
~Nephim
*Just Tonight92 (fanfiction)
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