56. ... Y también un final
Abrió los ojos, olvidando por un momento el escándalo que se estaba llevando afuera, y hasta que estuvo a punto de ser atacado por un monstruo.
Inicialmente, Shad creyó que lo ocurrido hace momentos había sido un sueño, sin embargo, cuando se levantó y colocó los lentes sintió que la sangre se le iba a los pies. Ashei estaba arrimada a la puerta de salida de su casa, contemplándolo con recelo e impacto. Ante eso, el investigador se puso de pie, casi cayéndose al suelo debido al trauma de verla con vida.
- Ashei...
La espadachín no dijo nada, simplemente giró el rostro para no verlo. Para ella la situación también era muy difícil, casi insoportable. No podía descifrar lo que sentía frente al joven.
- Debo estar muerto, por eso puedo verte. – dijo impactado, con lágrimas en los ojos.
- No, no lo estás... estoy más viva que nunca, y más fuerte. Por eso pude salvarte. – respondió altiva.
- ¿Por qué? ¿Por qué me mentiste todo este tiempo? – preguntó Shad, resentido.
- ¿Perdón? No creo que seas el más indicado para preguntar eso... a pesar de que sé que tu voluntad no actuó por sí misma.
- ¿Qué? ¿Cómo sabes eso? – preguntó sorprendido.
- Eso es lo de menos... ahora lo único que importa es acabar con toda esta plaga que desea destruir a tu pueblo. Ya habrá tiempo de reproches y de...
- Aclaraciones... porque yo jamás he dejado de...
- ¡Cállate! ¡Ni se te ocurra decirlo! No tengo tiempo para tonterías del pasado. Además... ya no soy la dama de alcurnia que conociste.
- Así lo veo... y por eso me gustas más.
La dama hizo acopio de fuerza para no desvanecerse ante las palabras del hombre que, según ella, alguna vez amó. De ninguna manera iba a ser débil, esa etapa había quedado atrás.
- Me largo... ya te ayudé, así que adiós.
- ¡Espera!
Ashei salió de la puerta, sin mirar atrás, mientras el corazón le palpitaba con fuerza, mientras las lágrimas recorrían sus mejillas. Nunca pensó que el volver a verlo le causaría tremendo impacto en su inmutable alma... Se sentía débil y estúpida.
El amor acorazado por el dolor había vuelto a surgir...
...
Sin la necesidad de voltear, el Rey del Mal escuchó el sonido de los pasos que anunciaban la llegada de sus prisioneros, y en vez de sorprenderse con su presencia, soltó una fuerte carcajada ante ello.
Al llegar a la sala del trono, la pareja de príncipes y sus compañeras se sintieron incrédulos ante la reacción de su enemigo, quien continuaba festejando su llegada, creando una terrible confusión en ellos. Pasados algunos segundos, el tirano dio la vuelta de su cuerpo, ondeando su larga capa roja.
- Para ser sincero, mis deseos eran mantenerlos encerrados hasta finalizar con mis pendientes, pero viendo que me demoré menos de lo que había pensado, su llegada ha sido sumamente oportuna, pues ustedes son los invitados de honor en esta amena reunión que tendremos como elegidos por las Diosas. Irónico, ¿no creen?
Los jóvenes no comprendían las palabras Ganondorf, pues ellos esperaban una irascible reacción de este al ver que habían escapado de su celda para desafiarlo. Sin embargo, este no parecía sorprendido por eso, sino todo lo contrario, pues la satisfacción que se encontraba presente en su rostro los hacían dudar de haber tomado la decisión correcta.
Ante la azorada y angustiada mirada de los presentes, el temible rey fijó sus sulfurosos iris sobre las pequeñas figuras que acompañaban al supuesto héroe y la reencarnación de la Diosa, dejando que una sádica sonrisa se marcara en sus labios, estremeciendo al hada y a la twili, que no pudieron evitar dar un paso atrás, asustadas.
- Las he menospreciado. Inicialmente, planeaba fusilarlas con mis propias manos, pero ante el inútil gasto de energía en seres tan insignificantes como ustedes, preferí encerrarlas en aquella celda para verlas agonizar lentamente hasta ansiar su muerte. Una maravillosa idea, sin embargo, no pensé que lograrían escapar usando aquella reliquia de las sombras... pero a decir verdad, tengo que agradecérselos, pues sin su hazaña, par de estúpidas, no tendría frente a mí a mis más esperados invitados. Así que como ya no necesito de sus servicios, les pediré que se retiren. Yo mismo las llevaré amablemente a la salida. – manifestó con sutileza y soberbia el oscuro rey, mientras alzaba una de sus manos.
Atónitas ante las acciones del enemigo, Midna intentó usar su magia, pero una oscura energía envolvió su cuerpo y la atrapó por completo, sucediendo la misma situación con Navi. Satisfecho con su actuar, Ganondorf movió su articulación, lanzando con su conjuro fuera de la sala del trono a las acompañantes de los príncipes, quienes ante la fuerza de la penumbrosa energía quedaron inconscientes en el suelo de mármol.
Ante el terrible sonido del impacto de sus amigas, Link trató de ir en ayuda de ellas, pero al escuchar el sonido de angustia que había producido su esposa, volteó su rostro, apreciando como negrecidas prolongaciones atrapaban sus manos y pies. Se trataban de unas oscuras raíces, las que comenzaron a cubrir su cuerpo, trepando rápidamente por sus articulaciones, mientras luchaba por liberarse de ellas.
Siendo simple observador de cómo las ramificaciones halaban los cuerpos de sus enemigos frente al trono, el monarca del mal mostró su satisfacción al sentir como la ansiedad y el miedo crecían dentro de los elegidos por las Diosas, los que se encontraban a merced de su hechizo.
El príncipe, mortificado y adolorido, se sentía impotente de no poder zafarse. Sin embargo, ese negativo sentimiento se acrecentó cuando observó que su esposa estaba en peores condiciones que él, ya que aquellas hiedras no solo estaban rodeando su cuello, sino que también parecían afectarla de una extraña manera, despertando en él el de temor de que en algún momento llegaran a asfixiarla.
- ¿¡Qué es lo que pretendes!? – preguntó enfurecido y desesperado al ver que su princesa estaba sufriendo.
Ganondorf movió su cabeza, posando sus pupilas sobre el rostro de su víctima. Al notar la precaria situación en la que se hallaba la reencarnación de la Diosa, sin gastar sus engerías, suavizó las raíces que estaban presionando la laringe de la princesa, pues no deseaba terminar todavía en aquel momento con la vida de ella, ya que la necesitaba para cumplir con sus planes. Odiando como su enemigo lo había ignorado, el príncipe volvió a forcejear contra aquellas vainas captoras, mas sus esfuerzos fueron en vano, pues aquellas prolongaciones solo aumentaron su presión con cada movimiento que hacía.
- No te recomiendo que continúes actuando así, a menos que desees morir antes de tiempo... pero me imagino que lo que ambos más desean saber ha sido el motivo de haberlos encerrado en vez de aniquilarlos en aquel momento, ¿cierto? Bueno, creo que seré benevolente y les haré saber. Como sabrán, ustedes poseen aquel poder de las Diosas que desde siempre he deseado, y que por su maldita intervención nunca he podido obtener.
Impactados, sin siquiera imaginarse los terribles objetivos del rey del mal, Link y Zelda siguieron escuchando, sintiendo como la ansiedad se formaba en sus corazones, pues presentían que algo catastrófico estaba a punto de suceder con sus vidas, ya que estaban a completa merced de su enemigo.
- Con el paso de los siglos, el lazo rojo del destino que los une se ha fortalecido, y con ello el inmenso poder que los ha elegido desde siempre. Sin embargo, para lograr hacerme con ellos, necesito obtenerlos al mismo tiempo, y por lo tanto, tienen que estar juntos.
- ¿Entonces por qué no nos aniquilaste cuando nos tuviste vulnerables? No entiendo a dónde quieres llegar con esto. – cuestionó la princesa, temerosa a que en cualquier momento la raíz que presionaba su cuello aumentara su agarre.
- Porque gracias a mi fragmento he creado un poderoso conjuro para atraer el que ustedes poseen, pues sea como sea, cada parte de la Trifuerza se comunica la una con la otra, así que en el momento en el que sus reliquias tengan contacto con este portal que se encuentra a sus pies, estos los irán abandonando para reunirse conmigo. Y por la oscura esencia que lo forma, irán perdiendo la vida por completo... y es precisamente aquí, mi querida Zelda, que tú serás la más perjudicada.
- ¡No te atrevas, maldito! ¡Con ella no te metas! – exclamó el joven con furia, temiendo por la vida de su esposa e hijo.
- ¡Ya no hay nada que puedas hacer, imbécil! Como te debes haber dado cuenta en nuestra anterior conversación, esta vez no tienes ninguna oportunidad de detenerme, por eso agradece que te estoy dando el privilegio de morir junto a la mujer que amas, con quien te volverás a encontrar en el mismísimo infierno. ¿Dónde están tus amadas Diosas en este momento? ¿Por qué no han venido a salvarte a ti y a tu amada? Espero que con esto te des cuenta de que tu destino en esta era ya estaba escrito... Y nada ni nadie podrá impedirlo. – espetó con malicia y coraje el cruel monarca, helando con sus palabras el corazón de príncipe.
El Rey del Mal, con un chasquido de sus dedos, empezó a manipular las oscuras raíces del portal que alumbraba el suelo, haciendo que las prolongaciones tomaran un sobrenatural color, creando una reacción contra el cuerpo de la pareja, mientras espeluznantes ondas de energía cubrían cada una de las hiedras, lastimando a sus víctimas.
Ante el agonizante conjuro que los estaba sometiendo, los protegidos por las Diosas luchaban desesperados contra sus ataduras, mientras fuertes quejidos de dolor salían de sus labios, hasta que un desgarrador grito llenó el ambiente. El corazón del príncipe se partió al escuchar la dulce voz de su amada sumergida por la agonía. Zelda solo podía vocalizar al tiempo que sentía como el oxígeno abandonaba sus pulmones, mientras su energía era extraída por la presión de aquellas raíces.
Desesperado ante el grito de su amada, y encolerizado, Link trató de acceder a la empuñadura de la espada maestra para romper aquellas enredaderas, pero ante sus movimientos, las terribles plantas solo aumentaban su brutal agarre, impidiéndole moverse, atrapándolo y convirtiéndolo en un espectador del inmenso calvario. Sin darse por vencido, el príncipe continuó forcejeando, sin saber que con cada uno de sus movimientos permitía a las hiedras robar su energía, complicando su terrible situación. Su visión se desenfocaba, mientras la debilidad empezaba a invadirlo, arrebatándole la conciencia.
En reacción al conjuro de su enemigo, el fragmento del guerrero empezó a brillar con intensidad, creando un terrible dolor en aquella zona. Link sentía como la piel de su mano se desprendía capa por capa y músculo por músculo.
- ¿Ves? Tu fragmento te está rechazando, pues ahora no estás demostrando ningún valor que lo respalde, simplemente te invade el terror de saber que esta vez no puedes hacer nada para evitar tu muerte, aunque... nada se compara al sufrimiento que está teniendo tu amada princesa.
Ante las temibles palabras de su enemigo, el joven posó su mirada sobre la figura de su princesa, sintiendo como su alma se destrozaba por la desgarradora imagen que presentaba la palidez de su piel y la azul coloración que comenzaba a aparecer en sus labios, pues aparte de que estaba padeciendo debido a la falta de oxígeno, todo su cuerpo se hallaba cubierto por una sobrenatural luz, mientras la marca de las Diosas en el dorso de su mano resplandecía. No solo estaba a punto de perder su fragmento, sino que el conjuro había empezado a extraer su aura, despojándola de su propia vida.
- Es solo cuestión de minutos para que tu adorada princesa perezca, pues como ves, ella no solo está perdiendo su fragmento, sino que su alma lentamente está dejando su cuerpo... aunque debo reconocer que eso ya debió haber pasado, pero veo que por algún extraño motivo se aferra a no abandonar este mundo. – manifestó el monarca de la maldad, mostrando un poco de intriga por la reacción de la dama.
- Infeliz... – pronunció el príncipe, impotente.
- ¿Dónde se fue tu valor? Pues a pesar de esa fiereza con la que me observas, percibo el inmenso terror que está embargando tu alma. Ahora no eres más que un pobre inútil que no puede hacer nada, quien solo verá como el ser que supuestamente significa la vida misma para él, se desvanece frente a sus ojos. – replicó con absoluta malicia el monarca, mientras se mofaba del héroe.
El joven derramó dolorosas lágrimas, pues aunque le costara admitirlo, las palabras del regente de la oscuridad eran acertadas. En ese momento se sentía inservible ante el sufrimiento de su esposa, permitiendo que las garras del temor, el pavor y la desesperanza atraparan su alma ante la imagen de su desfallecimiento. Su existencia se desvanecía frente a sus ojos, lo aniquilaba lenta y dolorosamente, haciendo que el padecimiento y el calvario al que lo sometían aquellas raíces parecieran un insignificante sufrimiento contra la terrible oscuridad que comenzaba a crecer dentro de su corazón al ver cómo perdía a los dos más grandes amores de su vida, los únicos motivos por los que había decidido dejar de lado sus miedos y luchar por un futuro.
- Link, no dudes... por favor.
Al escuchar la suave y cálida voz de su amada, el joven abrió sus ojos, encontrándose con aquella dulce y tranquila mirada que siempre lo había ilusionado y le había dado fuerzas.
El príncipe pudo entender la razón por la que la esencia de su princesa aún no se separaba de cuerpo, pues aún continuaba luchando, aferrándose a seguir viviendo por él y la hermosa criatura que se encontraba en su interior.
Link cerró sus ojos, permitiendo que las lágrimas inundaran sus pestañas al momento que se amonestaba por la debilidad que había mostrado, permitiendo a las semillas de la duda y la desolación crecer en su corazón bajo las palabras del Rey del Mal. El temor le hizo olvidar su propio valor, la esencia que formaba su espíritu desde tiempo inmemoriales, y la razón por la que siempre había podido destruir al mal.
- No... no puedo dejarme vencer. – expresó, mientras hacía a un lado aquella negatividad que lo había dominado.
Permitiendo que la fuerza del valor se unificara con el verdadero deseo de su alma, el fragmento del valor intensificó su luz y rechazó el conjuro que se le había impuesto. Poco después su dolor fue remplazado por una extraña, pero acogedora sensación de calidez, la que fue la encargada de devolverle las fuerzas que había perdido, restaurando por completo su aura e intensificándola.
- ¿¡Qué diablos está ocurriendo!?
Enfurecido, el rufián notó como el fragmento del valor seguía aumentando su resplandor, provocando que las raíces que tenían presionado al joven comenzaran a ceder su agarre, marchitándose bajo la pureza de su brillo.
- ¡Maldición, no puede ser! – gritó desesperado el monarca de la oscuridad.
Link, al volver a tener contacto con el suelo, desenvainó la Espada Maestra y cercenó las hiedras que aprisionaban a su amada, causando que con su acto el poder del conjuro se desvaneciera por completo.
Ganondorf, quien aún seguía inmóvil ante el aura del poder del fragmento, vio cómo sus codiciosos planes dejaban de existir en un instante, y todo por las acciones del protegido de la Diosa Farore.
En el momento en el que el joven cortó la última raíz que tenía atrapada a su princesa, la tomó en brazos, evitando que pudiera caer al suelo. La dicha gobernaba su corazón al saber que había podido rescatarla a tiempo.
Preocupado por la salud de esposa, el joven besó su frente, mientras la llamaba enérgicamente para despertarla.
- ¡Zelda, reacciona!
Aterrado ante la idea de haber fallado, el príncipe volvió repetir sus acciones, esta vez posando sus labios sobre los de su esposa en un sutil y delicado roce, para después observar como la tersa piel de su amada palidecía, creando un hueco de desolación en su alma con el simple pensar que no había logrado salvarla a tiempo.
- No...
Sin embargo, el sonrojo de las mejillas de la dama empezaba a retornar, al tiempo que la pesadez de sus parpados se desvanecía. Zelda pudo contemplar la mirada que llenaba su corazón.
- Link... sabía que nos salvarías.
- Zelda, yo...
- Nunca debiste dudar de ti mismo. Al recuperar tu valor, el fragmento que te otorgaron las Diosas se encargó de auxiliarte, impidiéndote ser manipulado por el oscuro conjuro. ¿Aún sigues pensando que nos han abandonado?
Al escuchar la pregunta de su amada, los ojos del caballero se llenaron de lágrimas, pues por haber desconfiado de sí mismo y de las Diosas, estuvo a punto de ser derrotado y haber perdido la vida de su esposa y su hijo. Se sentía arrepentido por haber sentido recelo hacia ellas.
Nunca más volvería a dudar de las Diosas y su infinita sabiduría, asumiría con valentía todos los obstáculos que se le impusieran en el futuro.
Incrédulo a lo que estaba pasando, Ganondorf asimilaba lo que había sucedido hace unos momentos. Nunca se había imaginado que su poderoso conjuro, el que había maquinado desde hace tiempo, se hubiera desvanecido, destruido por las acciones del supuesto héroe, un joven que no poseía ni una pisca del infinito poder con el que él contaba, pues nunca había contemplado la idea de que el príncipe lograría liberarse del agarre de aquellas sobrenaturales raíces de la oscuridad.
La princesa, que había estado observando el impacto de su enemigo, se liberó de los brazos de su amado al tiempo en que retomaba sus fuerzas, pues estaba dispuesta a encarar a su enemigo y revelarle los motivos de su nefasta derrota.
- ¿Aún no te has dado cuenta del grave error que cometiste? ¿Sabes por qué Link sí pudo liberarse de tu conjuro? Porque él no es vulnerable a la magia de la misma manera en la que yo lo soy, y eso es gracias al fragmento del valor que posee. ¿Cómo es posible que no hayas calculado algo como eso? El destino, una vez más, no desea que cumplas con tus bajezas, y las Diosas nos apoyan por medio de las reliquias que nos otorgaron.
Al escuchar la revelación de la princesa, el villano sintió como la ira lo invadía inmisericordemente, pues jamás se imaginó cómo pudo dejar pasar por alto un detalle tan importante como la condición del príncipe, quien a pesar de tener una parte del poder de las Diosas, al igual que su esposa, poseía una esencia diferente a la de ella, y fue la que le permitió soportar por más tiempo sus agresiones, y con ello romper aquel terrible conjuro.
- Ya no hay nada que puedas hacer contra nosotros, Ganondorf, pues esta vez todos tus planes fueron arruinados por tus propios errores. Al parecer no eres tan estratega como piensas. – espetó el príncipe, viendo con dicha el pesar de su enemigo.
Ganondorf dirigió todo su odio y desprecio al héroe elegido, quien se encontraba en esos momentos apuntándole su poderosa arma, dispuesto a luchar contra él sin contemplaciones. Siempre había detestado a aquel joven, pues una y otra vez se había encargado de derrotarlo y evitar sus malévolos planes.
Sin embargo, ese momento de terrible odio causó que el fragmento del poder brillara con intensidad debido a la enervación de su espíritu.
- ¿Creen que me han derrotado? Esto recién está a punto de empezar...
- ¿Qué has dicho? – preguntó Link.
- Puede ser que tu fragmento haya desvanecido el conjuro, pero aún no conocen los alcances a los que puedo llegar gracias al mío. Creo que es hora de que descubras que la maldad puede poseer más de una cara...
Ante la repentina metamorfosis de su mortal enemigo, Link tomó a su esposa de la mano y retrocedió con ella para alejarse del cuerpo del regente de la oscuridad, mientras observaban con ansiedad y desasosiego lo que estaba sucediendo con su figura.
Rayos de electricidad surgían del suelo, mientras las penumbrosas sombras se desvanecían, mostrando a los ojos de la pareja a su conocido enemigo, solo que ahora notaban en él algunas características un poco distintas a las que conocían. Su cuerpo levitaba sobre el suelo, mientras que su rostro estaba cubierto por una máscara de calavera con unos cuernos casi al filo de su frente. Su negra armadura brillaba ante los reflejos de electricidad que lo cubrían en un desplante de poder, a medida que su larga capa roja ondeaba con el movimiento de la estática y el viento.
Aterrado, el príncipe dio un paso al frente, cubriendo con su brazo a su esposa para ocultarla detrás de su cuerpo y resguardar su integridad. Zelda, preocupada, atrapó con su mano la manga de su sayo, demostrándole que al igual que él, buscaba la manera de derrotar al enemigo.
- Puede ser que se sientan muy seguros enfrentándose a un ser concreto... pero vamos a ver si pueden ponerse al nivel de la sombra de un fantasma.
Al terminar su discurso, el regente de la oscuridad comenzó a cubrir la sala del trono, mientras su cuerpo se desvanecía y escondía en uno de los cuadros decorativos del sitio para acechar a la pareja, esperando el momento ideal de hacer su aparición y destruirlos con uno de sus ataques.
Link y Zelda se preocuparon al perder de vista a su contrincante, sin saber lo que este planeaba.
- ¡Rápido, Zelda! ¡Debes salir de aquí ahora mismo! – exclamó el joven a su esposa, demostrando su desesperación.
- ¡No pienso abandonarte! ¡Esto ya lo habíamos discutido, así que no voy a retirarme! ¡Te dije que los dos lucharíamos juntos hasta el final! – exclamó la joven, mostrando seriedad en sus palabras.
- ¡No después de lo que sucedió hace unos momentos! Recuerda que ya no puedes pensar solo en ti, así que es mejor que...
Pero antes de que el joven pudiera terminar sus palabras, vio como de un cuadro que se encontraba detrás de su amada aparecía una esfera de energía luminosa, causando que reaccione por instinto y la proteja. Sin meditarlo mucho, el guerrero sacó su escudo, afianzando su cuerpo para contener el impacto del conjuro, evitando que este pudiera dañar a Zelda. Sin embargo, en el momento que la agresión contactó con el arma defensora, el príncipe sintió como una terrible corriente atravesaba su cuerpo, electrocutándolo.
Angustiada, Zelda trató de atrapar a su esposo, quien se encontraba de rodillas en el suelo. Su alma se destrozó al ver los terribles espasmos de sus músculos.
- ¡Link! – exclamó desgarrada la princesa, sin saber cómo ayudar a su amado, temiendo del daño que podía haber hecho el hechizo en su interior.
Ante la precaria situación de los jóvenes, aun protegido en la seguridad de su escondite, la risa del villano invadió el ambiente, quien se sentía triunfante de saber que su primera agresión había resultado exitosa.
- Tranquila, Zelda... todo está bien. – expresó el príncipe al tiempo que se incorporaba, recuperando la fuerza lentamente.
- Link, sin mi ayuda no podrás vencerlo...
- ¿Ah?
- En estos momentos, Ganondorf, más que un fantasma, es un ser de las sombras, y tus ojos no pueden descifrar de cuál de los cuadros va a salir... pero los míos sí.
Sorprendido, Link observó cómo la zarca mirada de su esposa cambiaba a una tonalidad carmesí. La dama no vio necesario transformarse por completo, solo necesitaba una pequeña parte de su sombrío poder distinguir donde se encontraba su enemigo.
- Este poder no es lo único que necesitaré...
La joven se separó de su esposo y retrocedió unos pasos. Colocó una mano en su corazón, mientras cerraba los ojos con delicadeza. El príncipe se extrañó al no saber qué era lo que estaba planeando.
El cuerpo de la dama fue cubierto por una cálida iluminación, la que causaba una agradable sensación en el ambiente, protegiéndolos.
- Espíritus de la luz que tienen el poder de iluminar todas las tierras del mundo... En este momento, concédanme la luz destructora del mal.
Varios orbes de luces empezaron a rodear a la joven. Aparecieron detrás de ella los cuatro espíritus de la luz que protegían Hyrule. Llegando a las manos de la princesa se unieron, creando a las legendarias flechas de la luz.
Link, entre una mezcla de incredulidad e impacto, observó cómo esas poderosas flechas levitaban en las manos de su amada, sorprendiéndose, una vez más, del alcance de los poderes a los que ella podía llegar gracias a su gran sabiduría.
- Link, estas son las flechas de luz que poseen la esencia de cada uno de los espíritus protectores de esta tierra, los mismos que te han guiado en tu misión. Como héroe elegido, te pido me des el honor de luchar a tu lado. Pon tu confianza en mí, de la misma manera en la que yo lo haré contigo.
- Zelda...
- Estaré bien, no te preocupes y confía en mí... por favor.
Temeroso, pero decidido a confiar en Zelda, el joven le entregó el arco, el que al contacto con las flechas se envolvió de su luz. Link desconocía lo que tenía planeado ella contra el enemigo.
- Estoy segura de que se esconde en uno de los retratos. Para atacarnos tendrá que abandonar su refugio, y será en ese momento que podremos defendernos. Lo derribaré con una de las flechas, mientras tú utilizarás tu espada para atacarlo; con eso también te protegeré por si vuelve a repetir sus acciones. – indicó la joven hablando en voz baja, sabiendo que esa era la única manera de poder vencer al villano.
Sorprendido por la gran estrategia que había planeado su esposa, el joven se incorporó, preparando su escudo y su espada para arremeter contra el malvado ser.
Dejando de lado todo nerviosismo y concentrándose en su objetivo, los ojos de la princesa empezaron a observar cada uno de los cuadros con detenimiento, tratando de descifrar de cuál de ellos se presentaría el villano, quien estaba segura pretendería atacarlos a traición.
Luego de unos minutos, sintiendo el cambio de energía en el ambiente, la dama logró vislumbrar como pequeños destellos de energía se materializaban alrededor de uno de los retratos, asegurando que el Rey del Mal se escondía en su interior. La princesa alzó el arco de la luz y disparó sin piedad alguna.
Ante súbito ataque de la princesa hacia donde se encontraba, el regente de la oscuridad no puedo evitar dejar salir quejido de dolor de su boca, mientras su cuerpo se materializaba.
- ¡Ahora, Link! ¡A tu Izquierda! – indicó la joven con determinación.
Haciendo acopio de su fuerza, el príncipe se abalanzó sobre villano, arremetiendo con un fuerte movimiento de su espada y realizando varios y fulminantes tajos en las zonas más vulnerables de la armadura de su enemigo.
Ante los rápidos y furtivos ataques del guerrero, el fantasma de Ganondorf, en completa desventaja, cubría su cuerpo tratando de proteger su integridad, maldiciéndose al saber que una de sus estrategias había sido descubierta por la odiosa princesa. Decidió cambiar sus planes, pues había llegado el momento de pensar en una nueva manera de contraatacar.
Esperando el momento adecuado, el rey aprovechó la oportunidad para impactar con su puño el abdomen del príncipe, dejándolo sin respiración por unos segundos. Eso le permitió obtener la ventaja para agredir a la dama con una de sus esferas de energía, al tiempo que desvanecía nuevamente su esencia.
- ¡No! ¡Zelda! – expresó el príncipe sintiendo como el terror lo embargaba, mientras trataba de recuperar el oxígeno de sus pulmones.
La joven llevó las manos hasta su pecho, mientras pronunciaba una rápida invocación en sus labios con un fuerte ademán, causando que centímetros antes de que fuera golpeada por el artilugio, una traslúcida barrera azul se interpusiera en el camino, destruyendo por completo el ataque que estaba destinado hacia ella. Sorprendido, Link solo pudo observar cómo su esposa había utilizado un antiguo hechizo conocido como el "Amor de Nayru", con el que protegió su integridad.
- ¡Maldita sea! – pronunció furioso el etéreo ser de las sombras al ver que su estrategia había sido burlada.
Decidido no dejarse vencer por aquel par de niños, materializó nuevamente su cuerpo, mientras alzaba la neblina sobre el campo de batalla.
El villano comenzó a levitar sobre la figura del héroe, apareciendo entre sus manos otra esfera de energía que envío en dirección hacia él, quien ante la corta distancia entre su cuerpo y el de su oponente, alcanzó a resguardarse tras su escudo, provocando que el fulminante ataque se desvaneciera.
Apreciando que el joven no había descubierto la manera de herirlo, el fantasmagórico ser continuó asediándolo con sus conjuros, haciendo que el joven por medio de su ligereza y velocidad, escape del impacto de cada uno de los encantamientos.
Preocupada, Zelda observaba cómo su amado se movía de un lado a otro evadiendo los ataques, lo que le obligó a pensar en alguna manera de detener a su enemigo, quien parecía obsesionado con la idea de aniquilar a su esposo.
- ¡Link, debes devolverle el ataque! ¡La Espada Maestra contiene el poder de repeler el mal!
Escuchando la sugerencia de la princesa, el joven supo que había encontrado una oportunidad para defenderse, algo que necesitaba en aquel momento, ya que podía sentir como el cansancio comenzaba a mortificarlo.
Preparándose para ejecutar el plan de su amada, el guerrero esperó a que su enemigo le lanzara otra de las esferas de energía. Cuando blandió su espada en un corte horizontal, golpeó al conjuro que reaccionó ante el poder de la espada sagrada. El hechizo se direccionó a donde se encontraba levitando el ente, quien ante la reacción de su contrario, se adelantó a sus los planes y cargó en sus manos su poder, haciendo un fuerte ademan para repeler ataque, devolviéndolo contra el príncipe. Link volvió a blandir su espada, repitiendo una vez más su acción de regresar su agresión.
Zelda observó con ansiedad la pequeña batalla que se había creado entre el villano y el héroe, quienes habían creado una secuencia de ataques, dedicándose a lanzarse y devolverse aquella esfera, la que solo aumentaba de poder y velocidad cada vez que era influenciada por la magia de su enemigo, como de la espada sagrada.
El que fuera tocado por aquel conjuro, no sobreviviría.
Sin embargo, el príncipe, al notar como su enemigo estaba a punto de responder a su ataque, en vez de esperar la respuesta como lo había hecho anteriormente, comenzó su carrera. Dio uso a de una de las técnicas ancestrales que le habían enseñado, la que usó para cargar la magia de su empuñadura, y con un fuerte grito de batalla liberó el poder contenido, haciendo que este impactara con el conjuro y lo revierta a una velocidad imposible de detener.
El agredido villano, incrédulo e irascible, lanzó un grito de dolor al sentir como aquella electrizante energía lo consumía de manera inmisericorde, arrebatándolo de todos sus poderes y provocando su caída al suelo.
Quedó fulminado y derrotado.
Ante aquella oportunidad, Link volvió a arremeter contra su contrincante para agredirlo con una serie de distintas combinaciones, realizando varios tajos en las zonas que conocía que eran sus puntos débiles, hasta que finalmente atravesó su pecho con su espada, causando que aquella máscara cadavérica se destruyera y mostrara rostro del Rey del Mal, quien no podía creer el haber sido vencido... una vez más.
Satisfecho de haber eliminado con sus acciones a su enemigo, el joven dirigió la mirada a su amada, quien con una cálida sonrisa lo felicitaba por su gran logro. Sin embargo, en el momento en que el guerrero se disponía a acercarse hacia ella, la oscura risa del villano llenó el recinto, mientras un terrible temblor se hizo presente.
- ¡Pobres imbéciles! ¡Cantando victoria antes de tiempo! Parece que se han olvidado contra quién se están enfrentando, pero ahora sí dejaré de jugar con ustedes. ¡Despídanse de este mundo, pues este sitio se convertirá en su propia tumba!
Sintiendo como la ira lo embarga, Ganondorf empezó a destruir toda la sala del trono, causando que todos los pilares y paredes empiecen a destrozarse terriblemente.
En ese momento, la princesa tomó el brazo de su esposo, temerosa de no saber la manera en la que podrían escapar de aquello. Sin embargo, antes de buscar una salida, tenía que salvar a sus compañeras, quienes aún yacían desmayadas del otro lado de aquella barrera.
- ¡Zelda! ¡No te separes de mí, por favor! – expresó alterado el príncipe.
- ¡Sígueme! ¡Primero tenemos que salvar a Midna y Navi!
Aterrorizado, preguntándose lo que su princesa planeaba, el joven la siguió hasta donde se encontraba la barrera que cubría a sus compañeras, donde observó que Zelda posó una mano y recitó un extraño conjuro en idioma hyliano antiguo, mientras su fragmento se iluminaba de manera tenue.
En ese momento, Midna y Navi desaparecieron, provocando que Link se alarmara al no saber qué había ocurrido con ellas, pero la voz de su amada lo tranquilizó.
- Tranquilo, ellas fueron enviadas a otro sitio, estoy segura de que pronto las veremos de nuevo. Ahora, lo que importa es que salgamos de aquí.
El temblor del suelo cada vez se intensificaba, mientras que los escombros chocaban con el suelo de manera impactante. Al ver que un enorme trozo de techo estuvo a punto de caer encima de ellos, Link tomó a Zelda en brazos, y con ágil y seguro movimiento se trasladó a una esquina más segura, dejando detrás de ellos el lugar que se habría convertido en su lecho de muerte.
- Voy a usar un hechizo que nunca antes había utilizado debido a que no logré practicarlo mucho, pero es la única manera de poder salir de aquí. – dijo Zelda.
- ¿Es muy peligroso? ¿Va a perjudicarlos a ti y a nuestro bebé? – preguntó preocupado.
- La poción que me has dado es la encargada de proteger a nuestro hijo, y por mí no te preocupes, me siento lo suficientemente capaz de soportar el desgaste. Cierra los ojos y tómame de las manos, por favor.
Confundido por las palabras de su esposa, pero decidido a confiar e ir con ella hasta el fin del mundo, el joven le tomó las manos y cerró los ojos como lo había dispuesto.
La princesa empezó a emanar su misterioso poder, el que la rodeaba tanto a ella como al joven, mientras una fresca ráfaga de viento con tonalidades verdosas mecía con gracia sus ropas y cabellos.
Zelda hizo uso de uno de los hechizos otorgados por la diosa del valor. "Viento de Farore".
La esencia del Rey del Mal destrozó un pilar que se encontraba encima de la pareja, el que empezó a descender para acabar con sus existencias. Sin embargo, para su sorpresa, ambos desaparecieron sin siquiera dejar rastro, causando que de su boca saliera un irascible grito de derrota.
- ¡No van a escapar, malditos! ¡Voy a dar con ustedes para hacerles pasar el peor de los infiernos!
Decidido a encontrar a sus enemigos, Ganondorf desapareció, dejando la sala del trono completamente irreconocible.
...
La esencia de los elegidos por las Diosas se materializó en el centro de la llanura, mientras a lo lejos se escuchaba el sonido de destrucción del castillo. La dama derramó lágrimas ante aquella imagen, ante tanta pérdida causada por la maldita ambición de su enemigo.
Link la abrazó por la espalda, luchando contra sí mismo para no desvanecerse en la pena. Sin embargo, su sentido de alerta le hizo separarse de Zelda, empujándola lejos de su cuerpo.
- ¡Link! ¿Qué...?
La hazaña de Link logró impedir que la dama quede encerrada en la misma barrera en la que él quedó. Esbozó hacia ella una sonrisa, indicándole que todo estaría bien. No se arrepentía ni un ápice de su decisión, sino todo lo contrario, estaba muy satisfecho de haberla alejado del villano. Ya había pasado más de una vez por el martirio de verla expuesta a sus atrocidades, y ahora había llegado el inevitable momento de acabar con él. Era su destino desde el inicio de los tiempos.
- Nunca más permitiré que te expongas a Ganondorf. Esto me corresponde a mí. – dijo el joven, seguro.
- ¡No, Link! ¡Tú juraste que...!
- Yo siempre cumplo con mis juramentos.
Poco después, el villano hizo acto de presencia, lanzando una fuerte carcajada a medida que desenvainaba su espada. Por fin iba a poner en su sitio al culpable de sus derrotas.
- ¡Basta de juegos! ¡Esta vez acabaré contigo con mis propias manos! – espetó el tirano del mal, mientras avanzaba lentamente hacia el joven.
- ¡Hasta que por fin vas a dejarte de cobardías! Enfréntame, bastardo, pues es conmigo con quien debiste luchar desde el inicio y no meter a mi esposa. ¡Voy a hacerte pagar por cada lágrima que ha derramado, así como te haré pagar con sangre, una a una, todas las atrocidades a las que la sometiste! – manifestó el príncipe, sin temor, liberando su fiel espada.
- ¡Inténtalo! – replicó con mordacidad y malicia el regente de las sombras, preparando su postura para arremeter contra el joven guerrero.
Con terror, separada por una poderosa barrera, Zelda observó la pelea que había comenzado entre su esposo y Ganondorf, sintiendo como su corazón latía con fuerza ante la incertidumbre. Tomó la decisión de arrodillarse para dar una silenciosa plegaria a las Diosas, rogándoles que bendijeran a su amado en esa última y letal confrontación, que lo resguarden y guíen con su sabiduría, poder y valentía.
Esperaba con tanta ilusión el fin de la maldita batalla para poder lograr el anhelado futuro representado en la bella prueba de amor que estaba formándose en su interior.
El villano se abalanzó hacia Link con un ágil y argüido movimiento, arremetiendo con todas sus fuerzas. Ante la impetuosa embestida de su enemigo, Link se desplazó hacia su izquierda con un acrobático movimiento, logrando esquivar el filo del mortal acero. Sintiendo que había obtenido la oportunidad de contraatacar, blandió su fiel espada contra el cuerpo de su oponente, buscando así cercenar la yugular, mas para absoluta sorpresa del guerrero, el titánico tirano alzó su arma, deteniendo por completo su ataque, empatando de aquella forma sus vainas.
El regente de la maldad presiono más su fuerza, pero Link, quien esperaba el momento oportuno, liberó su espada de la presión de su enemigo, mientras giraba su cuerpo al tiempo que se impulsaba. Blandió nuevamente su arma contra su desprotegida cabeza, mostrando sus intenciones de herirlo sin contemplaciones. Sin embargo, el príncipe jamás esperó que aquel ataque fuera detenido por el metal de protección del antebrazo del rey de la perversidad, quien aprovechó el descuido del guerrero para impactarlo en el rostro con la empuñadura de su espada. Los labios de Link sangraron, causando que Ganondorf lance una fuerte carcajada al verlo herido, al supuesto elegido por las Diosas.
- ¡Necesitas de mucho más para poder vencerme, estúpido mocoso! – espetó el regente de la maldad, al tiempo que pateaba al príncipe.
- ¡No pienso rendirme! ¡Tarde o temprano caerás! – refutó Link, mientras se incorporaba lentamente, sintiendo aquel metálico sabor cubrir su boca.
- ¡Resistirse es inútil! ¡Te guste o no, debes aceptar tu muerte y tu destino! –manifestó el regente, mientras posaba sus frías y sulfurosas iris sobre el cuerpo de su supuesto oponente.
Link sintió como un escalofrío recorría su espalda, al tiempo que una punzada atravesaba su corazón por volver a escuchar tales sentencias, pues de ninguna manera concebía la vida sin su amada princesa, la razón de su existencia en aquel mundo, y en cada una de sus vidas pasadas. Sin embargo, decidió no dejarse llevar por la semilla de la duda al rememorar que su amada estaba esperándolo, ansiosa para continuar sus vidas juntos, y más ahora que compartían el maravilloso regalo de haber concebido una vida.
El príncipe se incorporó lentamente, determinado a eliminar la vida de aquel ser que significaba la destrucción de su anhelado futuro, de su paz y felicidad. Apretó la empuñadura de su espada, apreciando como el aura de su arma respondía ante sus deseos. Con renovada firmeza, posó sus fríos y cristalinos iris sobre su enemigo, pues el único pensamiento que cruzaba en él era el maravilloso destino que estaba forjando con sus manos, el que iba a defender a capa y espada de aquel despiadado e insípido ser que quería arrebatárselos.
El villano se dispuso a continuar atormentando a su víctima, mientras alzaba su oscura espada. Link, usando sus reflejos, resguardó su integridad al interponer su escudo sobre su cabeza, rememorando las instrucciones de su ancestral maestro. Usando un fugaz movimiento, empujó la hoja de su enemigo al repetir una segunda embestida, permitiéndole blandir su espada.
Estoque, bloqueo, empate, bloqueo, estoque, empate... eran los movimientos que utilizaban a la par los diestros oponentes en aquella confrontación, entregando cada una de sus fuerzas, sus deseos en cada uno de sus ataques.
Apreciando como sus embestidas comenzaban a afectar al príncipe, el regente de la maldad impactó con brutal fuerza sobre el escudo, haciendo que el dolor de brazo del joven debilite su postura.
Ante la debilidad de su oponente, sin perder tiempo, Ganondorf alzó su espada para atacarlo nuevamente. Sin embargo, Link, aprovechando la apertura de la defensa de su enemigo, blandió su arma contra el pecho de él.
Sorprendió por el actuar del héroe, el regente de la perversidad trató de cubrir su cuerpo con la protección de sus ante brazos, mas el filo de la espada sagrada fue superior al resguardo de su armadura, causando en él un intenso dolor, el que de ninguna manera toleró, pues enseguida, usando su letal acero, acometió contra las piernas del príncipe, quien inmediatamente trató de esquivar aquella agresión, sin poder escapar del roce de la mortal hoja.
Ganondorf hirió una de sus piernas, cortando con su filo parte de sus calzas, creando una profunda herid. El príncipe perdió el equilibrio y cayó al suelo. El villano levantó su espada, empuñándola con ambas manos para atravesar la punta de su arma en el pecho del príncipe.
- ¡Hasta nunca, imbécil! – manifestó con satisfacción el rey del mal ante la derrotada figura del héroe.
- ¡No, Link! – exclamó la princesa con sumo espanto.
Sin embargo, para terrible sorpresa del villano, el joven logró rodar en el suelo esquivando por completo la filosa hoja, a pesar de que Ganondorf logró crearle una superficial herida en el cuello.
Ignorando el dolor, el joven utilizó su escudo, impactando su punta contra la boca del estómago de su enemigo, haciéndolo retroceder ante la súbita pérdida de oxígeno.
- ¡Estúpido Mocoso! ¡No huyas de tu destino! ¡La muerte es la única que te está aguardando! – bramó el villano enfurecido, recuperando su aliento tras haber fallado en asesinar al joven.
Habiendo invocado sus fuerzas, Ganondorf levantó su arma al cielo, cargándola con rayos eléctricos que incrementaban la magia de su espada.
- ¡Ha llegado el momento de terminar con esta batalla, no podrás escapar de mi poder!
Angustiado y molesto, Link solo podía eludir cada una de las embestidas y las energías que lanzaba la oscura espada, tratando de encontrar en aquel caos una oportunidad de poder acercarse al villano para destruirlo. Sin embargo, hacerlo se le hacía imposible, llenado su alma de desesperación y ansiedad.
Ante su consternación, el espíritu de la Espada Maestra se hizo presente, activando su especial conexión.
- Amo Link, cargue la Espada Maestra con el rayo celestial, de esa manera puede devolverle a su enemigo las agresiones.
Inesperado, pero agradecido por la directriz de su fiel amiga y compañera, el príncipe alzó su espada al cielo, listo para cargarla con el rayo celestial. Sin embargo, el regente de la maldad, quien había estado pendiente de cada una de sus acciones, arremetió contra él y le impidió continuar con sus planes.
- ¡Link! – clamó desesperada la princesa, llorando desgarradoramente ante el dolor de su amado.
Adolorido, mientras su cuerpo era consumido por terribles e involuntarios espasmos, Link comenzó a incorporarse, dispuesto a continuar con aquella terrible batalla, manteniendo en su mente su objetivo.
Sumergido en sus pensamientos, el héroe no había notado que su enemigo había vuelto a lanzar otro de sus conjuros contra él, pero ante la fuerte voz de advertencia de Fi, blandió su arma, haciendo que un resplandor azul corte el cielo, mientras la espada sagrada impactaba contra la áspera de energía del monarca de la maldad.
A pesar de la impresionante imagen que portaba el príncipe, el malvado tirano soltó una terrible carcajada al notar lo desgastado y herido que se veía.
- ¡Ríndete, elegido por las Diosas! ¡Nada puede garantizar tu victoria!
Sin importar sus heridas, Link continuaba sosteniendo con fuerza la empuñadura de su arma, sabiendo que había llegado el momento de terminar aquella confrontación, a no permitir que las palabras de su enemigo atentaran contra su fe y su victoria.
Resuelto a eliminar la vida de su enemigo bajo su estocada final, Link volvió a buscar la oportunidad para imbuir su espada con el rayo celestial, apremiando el tiempo para concluir su siguiente movimiento que culminaría a su contrario de una vez por todas.
El guerrero esperó pacientemente a que el malvado villano volviera hacer acopio de su hechizo, mientras sentía como su corazón latía fuertemente en su pecho.
Incauto, el malévolo rey liberó su hechizo, y en un movimiento que parecía imposible, el legendario héroe blandió su espada, haciendo nuevamente que el aura sangrada de su arma regresara aquella esfera contra su invocador, el que solo pudo observar con absoluto terror como su propio conjuro impactaba contra su cuerpo.
Aprovechando la debilidad y la vulnerabilidad de aquel despreciable ser, el joven arremetió contra su mortal enemigo. Y no malgastando aquella oportunidad, lo atacó con una serie de impactos, hiriéndolo profundamente y provocando que su abatido cuerpo cayera al suelo
Link estaba preparado para dar la puñalada final...
- ¡ESTO ES POR ZELDA! ¡POR TODO HYRULE!
Y dejando salir toda la frustración, el coraje, la angustia y las emociones que habían creado dentro de su interior, Link se lazó encima del pecho del villano y lo atravesó con el filo de su hoja en su esternón.
- ¡AAAAAAAAAHHHGGGGG!
En el momento en el que el villano silenció su aterrador grito y cerró sus ojos para recibir su muerte, el príncipe sacó su sagrada arma de su pecho. Su corazón latía con fuerza al presenciar que, después de una larga lucha, había acabado con su existencia.
- Felicidades, amo Link, acaba de acabar con la encarnación del mal, y con ello, salvado al mundo de la completa destrucción.
Al terminar con su halago, la ambarina barrera desapareció, causando que Zelda corra al encuentro con su esposo. Con lágrimas en los ojos, su alma se regocijaba de felicidad al ver que había triunfado, a pesar de sentirse devastada por las múltiples heridas de su cuerpo.
Dejando de lado su debilidad física y mental, el joven corrió con las fuerzas que le quedaban a abrazar a su dama. La tomó de la cintura y le dio una voltereta, celebrando con ella la merecida victoria.
- Yo sabía que podrías... – expresó la princesa, llorando sin poder contenerse.
- Ya todo ha terminado, princesa. Ahora podremos formar el hogar que tanto...
El príncipe calló al observar con sumo terror como un orbe de energía oscura se acercaba hasta su amada. De inmediato cambió su posición con ella, recibiendo toda la agresión. Su debilitado cuerpo se llenó de múltiples espasmos, mientras la sangre comenzó a salir de su boca de manera desorbitada.
Impactada, la princesa observó que detrás del guerrero se encontraba el agonizante Ganondorf, quien no había dejado el mundo de manera inicial, pues antes tenía que terminar con su último asunto pendiente.
- Podrás haberme vencido en esta era... y haber rescatado a tu mundo... pero nada ni nadie me quita la satisfacción de arrebatarte la vida que tanto anhelas... al lado de la mujer que amas. He aquí mi venganza y el cumplimiento de mi profecía... como estaba escrito, esta era nunca fue destinada para ti... maldito bastardo.
Y terminando aquellas palabras, el cuerpo del villano se desintegró en varios fragmentos, desapareciendo de la faz de la tierra.
Impactada, sin siquiera poder hablar, la princesa cayó de rodillas al suelo con el cuerpo herido de su amado, el que había teñido de sangre su vestido debido a la letal agresión que había recibido.
- Link...
Sin decir nada, haciendo su último esfuerzo, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas, el joven se incorporó lo mejor que pudo para besar los labios de su amada, sabiendo que esa sería la última vez que se deleitaría con aquellas sutiles caricias. Deseaba guardar aquellas sensaciones en el fondo de su corazón, en la eternidad.
Poco después, Link cerró los ojos...
...
Comentarios finales:
¿Fin? Todavía no.
Este es el capítulo más complicado que he escrito, y no lo digo por la parte final, la que me sacó lágrimas, literalmente, sino por la batalla contra Ganondorf, pues aún me cuesta manejarlas de manera correcta. Sin embargo, logré el efecto deseado de combinar luchas finales de Zelda SS, OOT y TP.
No me odien, queridos lectores. Aún queda el capítulo final y el epílogo, los que les aseguro serán dignos de recordar, y cerrarán con broche de oro esta historia.
Muchas gracias por leerme y comentarme. Un abrazo.
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