Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

45. Grandes verdades

El sepulcral sonido se había apoderado del ambiente, reemplazando los escandalosos ruidos que hace un momento se habían escuchado en el sótano de la misteriosa mansión.

La joven espadachín observaba impactada al héroe elegido, quien la miraba con seriedad mientras esperaba una respuesta a su pregunta. Las palabras se habían desvanecido de su mente; por primera vez no sabía cómo resolver la situación.

- Te hice una pregunta, Ashei. ¿De dónde conoces a Zelda? – preguntó Link, serio.

La joven, mostrando un semblante enfurecido, se acercó hasta el príncipe y le arrebató la pictografía que tenía en sus manos, para luego hacer lo mismo con la pequeña caja que estaba encima de la mesa.

- ¿Qué haces aquí? ¡Cómo te atreves a revisar este sitio! – exclamó Ashei, exaltada.

- Yo no estaba revisando nada, lo estaba ordenando.

- ¿Ah?

- Señorita Ashei, lo que dice Link es cierto. Fue mi hermano Flero el que provocó este desastre. – aclaró Navi, nerviosa.

- Sí, señorita, fui yo el que hizo todo. Perdone. – confirmó Flero, avergonzado.

- ¡No entiendo nada! ¿Por qué están aquí? ¿De dónde salió esa extraña criatura que está abrazando Serbot? – preguntó la joven, confundida.

La joven volvió a observar con espanto al espíritu de la Espada Maestra, momento en el que Link se cubrió el rostro por haberse dado cuenta que Fi había sido descubierta. El inicio del día había sido desastroso.

- Fi, regresa a la Espada Maestra, por favor. – ordenó el joven.

- Lo que usted diga, amo.

- Navi, Flero, les pido que ustedes también se vayan. Quiero hablar a solas con Ashei.

Desvaneciéndose de los brazos del robot, Fi ascendió rápidamente a la habitación para adentrar al arma, siendo seguida por su admirador, quien desesperado le rogaba que no se fuera de su lado. Por otra parte, las hadas obedecieron las órdenes del héroe y se retiraron.

- ¿Quién ese extraño ser? – preguntó Ashei.

- Es una larga historia que por el momento no hay tiempo de explicarte. Necesito que me respondas lo que te pregunté. – dijo Link.

La joven simplemente evadió la mirada del príncipe, sintiendo como la ansiedad crecía dentro de ella de manera inmisericorde.

- ¿Qué es lo que está pasando aquí?

Dante entró de improvisto al sótano al escuchar las voces de Link y de su hija conversando sonoramente.

- Papá... – exclamó sorprendida.

- ¿Qué sucede, hija? ¿Por qué están en el sótano?

El hombre observó detenidamente el desorden, preguntándose en sus adentros la razón de aquello. Sin embargo, en el momento que posó su mirada en su hija, que tenía en sus manos una caja, se extrañó.

- ¿Qué es eso?

- ¡No, papá, no es...!

El hombre hizo caso omiso a la petición de su hija. Abrió la caja y se impactó enormemente por lo que estaba dentro.

- Esto es...

- Papá...

- ¡Dijiste que te habías deshecho de estas cosas! ¿¡Cómo es posible que me hayas mentido!? – exclamó enojado.

- Yo... – expresó la joven, angustiada.

El hombre se sintió terriblemente enojado al saberse engañado, pero esa sensación fue apaciguándose al ver que Link se encontraba en el sitio.

Fue entonces que supo que Link había descubierto la verdad sobre Ashei. Se maldijo a sí mismo por no haberse levantado más temprano y hablar con él antes de que se dé cuenta de todo.

- Señor Dante, todo tiene una explicación, lo que sucede es que...

- No tienes por qué explicarme nada, Link, o mejor dicho... ¿Alteza? ¿Héroe Elegido por las Diosas?

Link se sintió terriblemente impactado al haber escuchado cómo le estaba hablado Dante.

- Papá, ¿por qué dices esas cosas sobre Link? – preguntó Ashei, confundida.

- Hija, ya de nada sirve ocultar la verdad. Sé que él es el esposo de la princesa Zelda y que por eso descubrió quién eres.

Ante esas palabras, ambos jóvenes se quedaron impactados, sobre todo Ashei, quien no sabía qué decir o cómo actuar frente a eso.

- Vamos a mi despacho a aclarar todo este asunto.

El hombre, con suma seriedad, se dio la vuelta camino al mencionado sitio, siendo seguido por su hija, quien sentía como el temor la invadía por completo al imaginarse el tema que su padre iba a tocar.

Link siguió a ambos. A diferencia de Ashei tenía mucha curiosidad de enterarse del secreto que ella y su padre, pero al mismo tiempo estaba preocupado al haberse visto descubierto.

...

Ya una vez en el despacho, los tres miembros se encontraban sentados en uno de los muebles dispuestos a conversar del tema.

Dante, a pesar de que no lo demostraba, estaba muy nervioso por todo lo que se iba a hablar; pero ya de nada servía ocultar las cosas, mucho menos ahora que Link había descubierto parte de la verdad.

- Señor Dante, yo...

- Príncipe, quiero que sepa que si descubrí quién es, se debe a que en su ausencia envié una carta a la reina Rutela hablándole de usted, y ella respondió contándome todo, disculpándose por haberse olvidado de comentarle sobre nosotros. Sé que no debí haber hecho eso a sus espaldas, pero por seguridad mía y de mi hija no tuve más remedio.

- No tiene por qué explicarme nada, cualquiera en su lugar hubiera hecho lo mismo. Por favor, no me hable con tanta formalidad, me siento incómodo, pues ya nos hemos tratado antes de otra manera. – indicó Link, serio.

- Haré lo posible, pero debido a mi rango se me hará un poco difícil aquello.

- ¿Rango?

- Eso es algo que explicaré más adelante... Entonces, ahora que todo está claro, proceda a explicarnos sobre usted.

Al príncipe le llamó mucho la atención la seriedad y frialdad del hombre. No sabía si eso se debía a que era su manera de ser o simplemente estaba aparentando la incomodidad que lo estaba invadiendo.

- Link, la verdad estoy muy confundida. Entiendo que por ser el esposo de Zelda seas un príncipe, pero un héroe...

- Ashei, yo soy el príncipe del reino de Ordon y me casé con Zelda porque nuestros padres nos comprometieron cuando ella tenía poco tiempo de nacida... y referente a lo del héroe, es algo difícil de explicar.

Link se sentía muy incómodo con ese tema, no le gustaba decir a la ligera que era el Héroe Elegido por las Diosas, pues la humildad de su alma no le permitían vanagloriarse con ese título; aparte de eso, su nombre y leyenda habían sido destruidas por órdenes de su padre y suegro, y por ello no podía garantizar sus palabras.

- Creo que es mejor que ambos expliquemos esto, Link. – expresó el padre de Ashei.

El príncipe se sorprendió de escuchar que Dante iba a apoyarlo con la explicación, pero lo vio conveniente debido a que por su edad y experiencia conocía sobre la leyenda.

- Hija, en Hyrule existe la leyenda de un Héroe Elegido por las sagradas Diosas que ha salvado el mundo de caer en garras del mal. Todas las eras ese joven ha renacido para luchar contra aquello.

- ¿Qué tiene que ver eso con Link? – preguntó la joven, usando un poco de ironía en el tono de su voz.

- Link es la reencarnación de ese joven.

Los ojos de la espadachín se sobresaltaron en sobremanera, creyó que su padre le estaba haciendo una broma con un simple "cuento de hadas", pero al ver la seriedad con que lo dijo y notar que Link no lo había negado, tuvo que convencerse.

- Sé que estás sorprendida de lo que te estás enterando, pero si nunca escuchaste sobre eso es porque mi suegro y mi padre ordenaron eliminar toda evidencia de aquellos escritos; una idea desubicada, pero todo fue por protegernos a Zelda y a mí para que no descubramos nuestra identidad. – aclaró Link a la espadachín.

- ¿A Zelda?

- Mi esposa también es una elegida por las Diosas, es la reencarnación de la Princesa del Destino y poseedora de la sangre de la legendaria Diosa Hylia. Precisamente porque estamos unidos por ese lazo, nuestros padres nos comprometieron, pues juntos podremos erradicar el mal que amenaza al mundo. En este momento estamos separados cumpliendo con nuestras respectivas misiones, pero estoy seguro de que una vez que derrotemos a Ganondorf, la encarnación de esa maldición que nos amenaza, podremos volver a estar juntos.

Dante se impactó en sobremanera al escuchar el nombre del Rey del Mal, pues debido a lo poco que conocía sabía lo peligroso y malvado que era aquel sujeto.

Por otra parte, la espadachín estaba impactada con el relato de su padre y el príncipe, jamás se hubiera imaginado que él era la reencarnación de un legendario héroe, y que su amiga, a la cual no veía hace tanto tiempo, poseía el alma de una Diosa.

- Todo este tiempo me he encontrado en la búsqueda de tres llamas sagradas para fortalecer mi arma. La Espada Maestra.

- La única que es capaz de erradicar todo el mal y la oscuridad. – dijo Dante.

- Así es. La última llama se encontraba escondida en el galeón hundido, por ese motivo la princesa Ruto me dio este traje para buscarla; y ahora que las he reunido, la espada está completamente fortalecida para seguir con mi misión.

- Con que tesoro escondido, ¿eh? – expresó Ashei, con ironía.

- Siento mucho el haber mentido diciendo eso, pero debido a la discreción con la que he tenido que manejarme en todo mi periplo era necesario. – admitió Link, avergonzado.

Link se sintió aliviado al haber aclarado su origen con ayuda de Dante, pues le hubiera sido muy difícil explicarlo sin que surjan tantas preguntas, las que no se sentía listo para explicar con detalle.

- Ahora que ya todo sobre mí está claro. Necesito que me respondas lo que te pregunté, Ashei. – pidió Link.

La joven simplemente desvió la mirada, camuflando el terrible malestar que la estaba invadiendo en sobremanera.

Por otro lado, Dante sintió una punzada en el pecho al haber escuchado la pregunta de Link, pues varios recuerdos perturbadores invadieron su alma... pero ya no había vuelta atrás, tenía que asumir las consecuencias de sus actos, pues él era el mayor responsable de todo.

- Lo preguntas por lo que encontraste en el sótano, ¿verdad? – preguntó el hombre.

- Sí, señor Dante. Quiero disculparme por el desorden que presenció en el sótano, pero yo no fui el causante de aquello. Fueron mi hada compañera y su hermano quienes lo hicieron, y yo por arreglarlo encontré, por casualidad, esa caja con esas cosas.

- No te preocupes, por algo se dice que tarde o temprano la verdad se descubre.

Dante demostraba madurez y seguridad al estar dispuesto a revelar todo lo que escondía, pero en su interior sentía como el terror lo invadía, pues por tantos años resguardó la tranquilidad de su hija como un tesoro, pero ahora que todo había sido descubierto, sobre todo por Link, ya no podía callarlo más.

Por su parte, Ashei observaba a su padre con profunda seriedad, y hasta con un dejo de molestia, causando que el hombre desvíe la mirada.

No había duda que la joven amaba y respetaba a su progenitor, pero ahora que estaban tocando un tema sumamente difícil para ella, viejos resentimientos salieron a la luz.

- Yo no tengo nada que explicarte, Link. El único que tiene mucho que confesar es mi padre, pues como te dije el día que nos conocimos, cuando ambos llegamos a este sitio yo no tenía la capacidad de opinar nada. – dijo Ashei, con molestia.

- Ashei, todo lo que hice fue por protegerte... – contestó Dante.

- ¿Protegerme? ¡Me hiciste pasar por muerta a los ojos de todos!

- ¡Un momento! La verdad estoy confundido. Zelda me dijo que tú habías muerto en su presencia. – dijo Link, dirigiéndose a la espadachín.

El silencio se apoderó del ambiente, causando que los corazones de Dante y su hija palpiten aceleradamente.

- Creo que es mejor que despejes las dudas que Link tiene, papá.

El hombre cerró los ojos con fuerza, mientras que el aceleramiento de su corazón aumentaba terriblemente... pero estaba dispuesto a enfrentar la difícil situación.

- Antes de contarte ese asunto, es importante que sepas quien soy en realidad. Yo entré en el palacio de Hyrule como soldado desde muy joven, y debido a mi perseverancia logré ascender a puestos mejores con el paso de los años. Sin embargo, fue a partir de una misión sumamente peligrosa en la que colaboré con él, en ese entonces, príncipe Daphnes y su padre, el rey Daltus, que fui nombrado caballero de la corona reino.

- ¿Caballero de la Corona? – preguntó Link.

- Así es. Recibí múltiples conmemoraciones por mi participación en la detención de unos supuestos médicos que se dedicaban al comercio de medicinas expiradas, los que eran una peligrosa organización que había causado múltiples muertes en el reino. Desde que fui nombrado con aquel título, Daphnes y yo nos hicimos buenos amigos.

- Mi suegro me contó de aquella misión hace meses. – comentó Link.

- Fuimos varios los que participamos, pero, modestia aparte, fui el único que apoyó tanto al rey como al príncipe, hasta el punto de arriesgar mi propia vida. Meses después de ese acontecimiento me casé con la madre de Ashei.

Al mencionar a su esposa, sus ojos se cristalizaron de manera tenue, mientras que Ashei soltó un suspiro demostrando su pena.

- Luego de dos años de matrimonio, mi esposa quedó embarazada de mi primer hijo, noticia que recibí completamente dichoso. No solo me encontraba en el mejor momento de mi vida a nivel laboral, sino que iba a formar una familia junto a la mujer que amaba con toda mi alma.

El hombre se detuvo un momento en sus palabras, sintiendo como su voz estaba a punto de quebrarse debido a sus amargos recuerdos.

- Cuando llegó el día del alumbramiento me enteré de que había tenido una niña, noticia que me sorprendió, pero me contentó muchísimo... Sin embargo, los médicos me indicaron que el parto había sido muy difícil y que mi esposa había perdido mucha sangre, razón por la que no sobrevivió. – recordó, terriblemente dolido.

- Yo... lamento tanto lo que ha ocurrido en sus vidas. Mi intención de saber de ustedes no era para que recuerden un hecho tan doloroso. – dijo Link, angustiado.

- Es necesario que lo sepas, pues de ahí se originaron todas mis inseguridades referentes a mi hija.

- Yo no lo veo como una persona insegura, la prueba de ello es su rango como caballero.

- Eso solo es una máscara, muchacho. Cuando me quedé solo con mi hija no tenía idea de qué hacer para cuidarla. Por mi estricta educación recibida en el ejército era muy tosco, me creía capaz de formar a un varón, pero para criar a una señorita me sentía completamente inepto. Por ese motivo, Daphnes me ofreció que mi hija se eduque con las maestras y doncellas de la princesa. Fue ahí que ellas se hicieron grandes amigas.

Link observó con detenimiento a la espadachín, la cual no había intervenido en lo absoluto en la conversación, simplemente escuchaba en silencio y con un frío semblante en su rostro, camuflando el desagrado que sentía.

Fue entonces que Link recordó el momento en el que Ashei le dijo que ella en el pasado se había comportado como una princesa. Ahora, con el relato de su padre, entendía perfectamente a qué se refería con eso.

- Como Zelda es tu esposa, debes estar al tanto de la deshonra que sufrió mi hija, ¿no es cierto? – preguntó Dante, con molestia.

- La verdad, sí. Ella me dijo que Shad...

El príncipe se silenció abruptamente con las palabras que iba a decir, temiendo lastimar a la joven con las mismas. Ashei notó esa acción y reaccionó agresiva ante aquello.

- ¿Por qué te quedas callado? No tienes por qué sentir lástima por mí. Ya nada de lo que me hizo eso miserable me afecta, así que puedes decirlo de una buena vez, que Shad me dejó plantada en el altar como una estúpida. – admitió la joven, con dureza.

- Ashei, las cosas no son como tú piensas...

- ¿Ah, no? ¿Entonces, cómo son? Él mismo me escribió una carta anunciándome que no iba a llegar a la boda porque se iba a ir con otra mujer. ¿Eres idiota o no entiendes?

- ¡Cállate, Ashei! ¡No tienes por qué hablarle así a Link! – reclamó Dante.

Luego de haber sido reprendida por su padre, la joven se disculpó con el príncipe por su comportamiento, recibiendo como respuesta un gesto de aprobación por parte del mismo. Luego guardó silencio, sintiendo como la rabia y el dolor la consumían, maldiciéndose a sí misma por haber perdido el control de sus emociones.

- ¡Padre, cuéntale la verdad a Link de una buena vez! ¡Él tiene que saber que fuiste tú el de la idea de hacerme pasar por muerta!

Ante la acusación de Ashei, Link observó a Dante con suma sorpresa, incrédulo ante lo que había escuchado.

- Lo que dice mi hija es cierto, Link... pero tuve mis razones para hacerlo. – admitió Dante, avergonzado.

- Lo escucho. – dijo Link, poniendo atención.

- Cuando Ashei fue abandonada por ese tipo, cayó en una depresión tan brutal que dejó de dormir, de comer... de vivir. Ese estado provocó que se enferme tan gravemente, que varios médicos vinieron a verla a mi hogar. Fue entonces que encontré la supuesta solución para poder escapar de todas las habladurías y la vergüenza que tanto la estaban afectando.

*.*.*.*.*

Meses después de aquel fatal acontecimiento, en el que Shad abandonó a su prometida el mismo día de su boda, los rumores no se hicieron esperar entre las personas del medio.

Varias personas visitaban el hogar de Dante a averiguar el estado de su hija. Algunos lo hacían por sincera preocupación, pero otros con la mala intención de enterarse los pormenores del asunto y tener un interesante tema de conversación con sus amistades.

El hombre escuchó varios rumores de aquello, insanas frases de lástima hacia la joven e incluso para sí mismo, hasta otros comentarios desatinados y burlescos, como el que Shad había abandonado a Ashei por una mujer mejor, que talvez la había dejado plantada porque había descubierto algún problema que ella podría tener o que se quedaría para "solterona", pues luego de semejante deshonra, ningún hombre volvería a tomarla en serio.

En sí, esas falacias sin sentido no le importaban en lo absoluto al caballero de la corona, pero al ver que estas afectaban a su hija, quien estaba completamente vulnerable a todo, lo devastaba en sobremanera.

Ya habían pasado varias semanas desde que su hija había enfermado y las únicas visitas que Dante permitía para ella eran los de amigos cercanos, entre esos, los reyes, su hija y la pareja conformada por Cocu y Gracielle.

En ese tiempo de visitas, se enteró de otro tipo de habladurías, en las que se burlaban de él por, supuestamente, esconder a su hija, quien debido a la vergüenza de haber sido plantada no asomaba cara al exterior, cosa que no era cierta, pero las viperinas lenguas no iban a creer eso ni cesar sus palabrerías, mucho menos de un hombre tan orgulloso como el caballero de la corona.

Debido a tantas presiones y al no sentirse fuerte para soportarlas, lo único que deseaba era desaparecer de la faz de la tierra, llevarse a su hija lejos y dejar atrás todo lo que tenía que ver con el sitio donde sufrió la mayor de sus decepciones.

...

Uno de esos tan difíciles días, Zelda había ido a visitar a su amiga, encontrándola sentada al borde de la ventana y con la mirada perdida al exterior.

Dante observaba en la lejanía cómo la princesa trataba de animar a su amiga, la que la miraba con tristeza sin decir palabra alguna. Ver a su hija en ese estado era devastador para él, pues la chispa de felicidad que siempre había mostrado se había desvanecido por culpa de un canalla.

Luego de unos minutos de haberse torturado observando la tristeza de su hija, Dante se disponía a retirarse para dejar a las amigas conversando a solas, pero antes de abrir la puerta escuchó un sonoro ruido invadir el sitio, dándose cuenta de que su hija yacía en el suelo, mientras que la princesa la tenía en sus brazos, haciendo un intento de que esta no se golpee con el suelo.

- ¡Señor Dante! ¡Ashei se ha desmayado! – exclamó Zelda, desesperada.

Con prisa el hombre se acercó para tomarle el pulso a su hija, aterrándose enormemente al percatarse que no sentía aquel signo vital.

- No le siento el pulso. – dijo Dante, espantado.

- ¡No me diga eso, no puede estar muerta!

- ¡Llevaré a mi hija a su habitación! ¡Por favor, princesa, usted pídale a la sirvienta que llame al médico!

Rápidamente, la princesa fue a pedir ayudar a los sirvientes para que llamen a un médico, mientras que Dante llevó a su hija a la habitación, rogándole a las Diosas que nada malo suceda con ella.

Luego de que el médico terminó de revisar a la desmayada joven, le indicó a su padre que todo estaba bien y que lo que ocurrió fue una baja de presión arterial debido a las pocas horas de sueño y a la ínfima ingesta de alimentos, y que si seguía en ese tan dañino estado, a la larga si podría provocarle consecuencias irreversibles.

Sintiendo que estaba a punto de desplomarse debido a los problemas y luego escuchar las palabras del médico, a Dante se le ocurrió una terrible idea, una que sabía que era deshonesta, pero era el único camino que conocía para liberar a su hija de tantas habladurías que solo la estaban enfermando debido a la vergüenza.

Sin dudarlo, le pidió al médico que se encargue de decirle a todos que su hija había muerto debido a la baja de presión, petición que el hombre, por su puesto, al inicio se negó a ejecutar... pero luego de que Dante le ofreciera una gran cantidad de dinero por sus servicios, no dudó en aceptar.

Dante, junto con el médico, salieron a informar sobre la supuesta fatal noticia, causando gran impacto y dolor en la princesa, sus padres y los marqueses, quienes habían llegado hace poco al haberse enterado del estado de la hija del caballero. Se sentía un hipócrita al mentir de esa manera, pero era la única manera que encontró para desaparecer del pueblo y llevarse a su hija de un sitio que solo le traía malos recuerdos.

...

Esa misma noche, mientras Ashei seguía inconsciente debido al desmayo, y sabiendo que el rey celebraría un velorio en su honor al día siguiente, Dante escribió una carta a su amigo indicándole que le agradecía su gesto, pero que él deseaba hacerlo en soledad, pues quería evitar que las habladurías siguieran perjudicando la memoria de su hija, además que quería alejarse de todo para empezar una nueva vida.

*.*.*.*.*

Una mezcla de impacto e indignación sintió el héroe elegido al haber escuchado la historia de Dante, mientras que Ashei se mantuvo en silencio observando a su padre con molestia.

- No puedo creerlo. ¿Fingió la muerte de su hija solo por los rumores y el qué dirán? ¿Cómo pudo cometer semejante cosa? – preguntó Link, sorprendido.

- Lo que pudieran decir de mí poco me importaba, pero si se metían con mi hija es algo que no podía perdonar ni tolerar. Desde que murió mi esposa me volví muy inseguro, y si es cierto que encargué la educación de Ashei a otras personas, pero darle mi amor y protección fue algo a lo que me dediqué por completo. No tenía idea cómo afrontar lo que le estaba pasando, talvez si mi mujer hubiera estado viva, las cosas habrían sido distintas, pero viéndome solo y desesperado, lo primero en lo que pensé fue en alejarla de todo lo que la perturbaba, pues así ella no lo admitiera, sé que esos chismes la mortificaban, pues para una joven pasar por ese tipo de cosas es muy difícil y vergonzoso, y mucho más en una sociedad tan retrógrada y moralista como la nuestra. – aclaró Dante, exasperado.

- De todas maneras, pienso que no fue lo correcto. Muchas personas han sufrido pensando que Ashei está muerta, entre esos mi esposa, la cual cambió completamente su personalidad debido a eso. – dijo Link, recordando lo difícil que fue enamorar a su amada debido a lo acontecido con su amiga.

- Tú no eres padre, ¿verdad, muchacho? – preguntó Dante.

- No... no lo soy. – contestó Link, con seriedad.

- ¡Entonces no puedes entenderme! Cuando uno tiene hijos es capaz de todo con tal de proteger su tranquilidad y prestigio, por ese motivo no pensé en las consecuencias de esa mentira. Simplemente, creí hacer lo que era mejor para mi hija y llevármela lejos de todo lo que le recordaba a ese miserable, del cual ni siquiera quiero escuchar su nombre. – expresó el hombre, exasperado.

Link se quedó enmudecido ante las sonoras palabras de Dante. No justificaba su acción, mas entendía las razones de haber cometido aquello, pues uno por sus hijos es capaz de cualquier locura.

Referente a Shad, deseaba aclarar la verdadera situación sobre él, pero ver al hombre tan enervado, se detuvo.

Luego de observar a Dante, el príncipe centró su atención en Ashei, quien aún seguía en silencio, pero mostrando enojo ante el relato.

Con el paso del tiempo, la espadachín había perdonado a su padre por su insensatez, pero ahora que el tema había salido a la luz, y Link, de alguna manera, le recordaba esos hechos, no podía ocultar su malestar.

- Debido a mi patético estado de ese entonces...

- Hija, no me gusta que te refieras así de ti misma.

- ¡Solo digo lo que es! La muchacha de ese entonces ya está muerta, por eso puedo hablar de ella sin ninguna incomodidad. Padre, déjame proseguir con lo posterior a tu relato, por favor. – pidió la joven con firmeza.

Al ver el enojo de su hija, Dante decidió guardar silencio, sintiéndose apenado del concepto que esta tenía de ella misma.

- Como estaba diciendo, debido a mi patético estado de ese entonces, yo no tenía idea de las intenciones de mi padre cuando me sacó del palacio aquella oscura noche. Fue ese mismo día que descubrimos la existencia de la princesa Ruto, la que fue el nexo que nos permitió llegar hasta aquí...

*.*.*.*.*

Luego de haber enviado la carta al rey Daphnes y que su hija se hubiera restablecido del desmayo, Dante y ella habían partido del palacio, camuflados por el manto oscuro de la madrugada.

El hombre había llegado con su hija hasta el lago Hylia, el cual tenía un camino alternativo que le permitiría abandonar la región sin ser vistos. Desde hace bastante tiempo la joven se preguntaba por qué su padre había decidido sacarla del palacio, sintiendo en su interior una inexplicable ansiedad ante aquello.

- Papá, ¿por qué estamos aquí? – preguntó la joven, con desgano.

- Bueno... vamos a irnos de viaje por un tiempo, es lo mejor para que tu estado de ánimo mejore.

- No tengo deseos de viajar. Por favor, regresemos al...

La joven interrumpió sus palabras al ver, entre las sombras de la oscuridad, el cuerpo de una persona desmoronado en el suelo, causando que esto la preocupe.

- Papá... hay alguien en ese sitio.

- ¿Qué cosa? – preguntó preocupado.

- Parece una persona desmayada, hay que ir a ayudarla.

El hombre y su hija se acercaron a aquel lugar, y en el momento que descubrieron de qué se trataba, sus ojos se desorbitaron en sobremanera.

Tumbada en el suelo estaba una joven figura femenina de piel azulada y cubierta por escamas, respiraba con suma dificultad y balbuceaba palabras sin sentido durante su inconsciente estado.

La joven y su padre se quedaron completamente impactados observando a aquella criatura, causando que luego de unos minutos los labios de Ashei pronuncien una sola palabra.

- Una... Zora. – susurró la joven, impresionada

- Esto no es posible, esos seres no existen. – contestó Dante, con firmeza.

- Si es una Zora, papá, de eso no hay duda. Al parecer está herida. Tenemos que ayudarla.

- ¿Ayudarla? Pero...

- Mamá...

Padre e hija escucharon como la joven llamaba a su madre con dificultad, causando que se conmuevan.

Sin perder el tiempo, Dante cubrió a la joven Zora con una manta y la tomó en brazos para buscar un lugar más seguro para ella, preguntándose a sí mismo cómo podría ayudarla sin tener conocimiento alguno de su especie.

Por varios minutos buscaron dónde podrían refugiar a la mitológica especie, hasta que a lo lejos vieron a un encapuchado ser caminando de un lado a otro de manera frenética.

Fue en ese momento que se le ocurrió a Dante acercarse a esa persona para ver si podía sacarle alguna información sobre los Zoras, temiendo en el acto ponerse en evidencia como un loco desubicado al hablar de semejantes seres.

Una vez que estuvo cerca, el encapuchado se impactó al ver a alguien aproximarse, causando que se aleje con prisa

- Espere, no se vaya, por favor.

- Yo... tengo que irme, lo siento.

El hombre se dio cuenta de que se trataba de una mujer, así que, con la educación que lo caracterizaba, trató de dirigirse a ella con gentileza.

- Disculpe, distinguida dama. Sé que es una locura lo que le voy a decir, pero...

- No tengo tiempo para hablar con usted, tengo que encontrar a mi hija. – expresó la mujer, alejándose aún más.

Ante esas palabras, Dante creyó que todo se trataba de una coincidencia, pero en un descuido de la dama pudo ver que sus manos eran de una coloración tornasol y cubierta por extrañas escamas.

La mujer, al haberse visto descubierta, empezó a alejarse, pero las palabras del hombre la detuvieron.

- Yo tengo a su hija...

- ¿Ah?

- No tiene por qué ocultarse. Sé que usted es una Zora. Venga conmigo, por favor, vamos a ver a su hija. – indicó en tono tranquilizador.

La desesperada madre al inicio dudó en seguir al hombre, pues aún no salía del impacto de haberse visto descubierta por más camuflada que haya estado, pero debido a la desesperación lo siguió, arriesgando todo.

Al llegar al refugio donde Ashei estaba con la desmayada joven, la mujer se sobresaltó al descubrir que se trataba de quien estaba buscando. Posterior a eso, se bajó la capucha mostrando su rostro, para luego ir a abrazar a su hija.

- Gracias a las Diosas que estás viva, Ruto.

Ashei y su padre aún no salían del asombro. No solamente habían encontrado a un Zora, sino dos seres de esa misma especie.

- Desde pequeña mi hija siempre ha deseado conocer este mundo, pero debido a mandatos divinos no debemos explorarlo hasta que se cumpla una profecía. Ella, reacia a obedecerme, abrió uno de los caminos escondidos que llevan a este sitio, y por ese motivo salí a buscarla. Imagino que el cambio de ambiente provocó este desmayo en ella.

Dante y su hija, sin salir aún de la sorpresa, escucharon atentos el relato de la mujer, quien luego volvió a dirigirse a ellos.

- Mi nombre es Rutela.

- Mi nombre es Dante y ella es mi hija, Ashei. Mucho gusto.

- Un gusto conocerlos. Yo soy la soberana del dominio de los Zoras.

- ¿Hay más de su especie? – preguntó Dante.

- Claro que sí. Mi esposo y yo gobernamos esos territorios, aparte de que, junto con mi hija, somos las únicas que podemos abrir las puertas del legendario Pico Nevado.

- ¿¡El Pico Nevado!? Pero si esa zona...

- ¿Es inaccesible? Ya lo sé, mi señor, pero por motivos que no son sencillos de explicar, mi hija y yo tenemos acceso a ese sitio.

Dante recordó que sus antepasados habían habitado dicha zona... tan alejada y tranquila a pesar del frío.

- Yo, de todo corazón, le agradezco este maravilloso gesto de haber salvado a Ruto. Puedo ver en sus miradas que son buenas personas, pues otro se hubiera aprovechado de la especie de mi hija y quién sabe qué atrocidades pudo haber cometido. – dijo la reina, sintiéndose mal al pensar en aquello.

- No tiene nada que agradecer. La verdad nos sorprendimos al haberla descubierto, pero de ninguna manera hubiéramos permitido que le hagan daño. – aclaró Dante, mientras que su hija escuchaba en silencio la conversación.

- Por favor, vengan conmigo a mi palacio. Tengo que recompensarlos de alguna manera por su labor.

- No es necesario, además no queremos quedar en evidencia ante su especie.

- Es de noche, todos están dormidos. Ni siquiera mi esposo sabe que estoy aquí y tampoco deseo que se entere, pues se enojaría mucho con mi hija por su imprudencia. Su obra no puede quedar desapercibida, lo que sea que usted necesite, cualquier cosa... estaré dispuesta a dársela.

Luego de meditarlo unos minutos, Dante encontró lo que tanto necesitaba. Estaba seguro de que la reina le daría ese lugar tan tranquilo y alejado que deseaba para que su hija se olvide para siempre de todos los rezagos y dolores del pasado.

...

Una vez que llegaron al dominio Zora, la princesa Ruto, una vez consciente, agradeció al caballero y a su hija sus buenas acciones, para posterior irse a descansar a sus aposentos. Luego, Dante le pidió a la reina conversar con ella a solas.

El caballero le contó a la reina su historia, indicándole que deseaba acceder al Pico Nevado con su hija para iniciar una nueva vida lejos de todos los problemas. Al inicio la soberana se sorprendió con aquella petición, pero habiendo ofrecido al hombre cualquier tipo de recompensa, no se pudo negar. Le indicó que le permitiría partir al día siguiente.

Esa noche, Ashei, completamente preocupada, le indicó a su padre que se sentía incómoda en aquel sitio, motivo por el que quería irse cuanto antes.

- Papá, ya ayudaste a la reina. Por favor, vámonos de aquí. – pidió con suma ansiedad.

- Eso no es posible, pues a partir de mañana nos iremos a vivir al Pico Nevado.

- ¿Qué cosa? ¿Has perdido el juicio? No podemos ir a vivir a un sitio como este. Quiero regresar a nuestra casa. – rogó desesperada.

- Ya no hay vuelta atrás, hija mía, pues para todos tú estás muerta.

Los ojos de la joven se sobresaltaron en sobremanera al escuchar esas palabras.

- ¿Muerta? No en...

- ¡Escucha bien! No quiero que regresemos a ese lugar que tanto sufrimiento te ha causado. Por ese motivo aproveché ese desmayo que tuviste para inventar tu muerte. – expresó el caballero, exasperado.

La joven creyó que sus oídos le estaban fallando, pero luego de asimilarlo encaró a su padre.

- ¡Cómo pudiste atreverte a eso! ¡No tienes ningún derecho al decidir por mí!

- ¿Para qué deseas estar en ese sitio? ¿Para seguir escuchando aquellos falsos rumores que solo te lastiman? Sé que no lo reconoces, pero esas cosas te afectan y no pienso permitir que te sigas enfermando por eso.

- ¡Mi vida entera está ahí! Zelda, Gracielle y Cocu son mis amigos. No quiero separarme de ellos.

- Para ellos también estás muerta.

- ¿Cómo pudiste hacerme esto? – expresó, mientras las lágrimas se hicieron presentes en su rostro.

El hombre agarró los hombros de su hija y la obligó a mirarlo a los ojos con suma seriedad.

- ¡Es la última vez que vuelves a llorar! ¡Lo hice para protegerte! Vas a empezar desde cero, pues una vez que estemos instalados en nuestro nuevo hogar cambiarás completamente tu personalidad. Debes ser una mujer fría y dejar todo sentimentalismo de lado para hacerte fuerte y que nada te derrumbe... de eso me voy a encargar yo.

- Pero papá...

- Si yo soy capaz de vivir sin tu madre, a quien ame con todas mis fuerzas, tú olvidarás a ese maldito infeliz. A partir de este momento nadie volverá a burlarse de ti... la dulce muchacha, la hija del primer caballero, ha muerto. Desde ahora serás una persona diferente.

Luego de aquellas palabras, Dante abrazó a su hija, derramando las lágrimas que por mucho tiempo tuvo que contener para mantenerse fuerte para ella. La joven también empezó a llorar, entendiendo, por una parte, las acciones de su padre, pero al mismo tiempo sintiéndose dolida de saber que estaba muerta para las únicas personas que sentían por ella un cariño sincero.

*.*.*.*.*

Sin cambiar su endurecido semblante, la espadachín terminó con su relato, observando el impacto del héroe elegido ante sus palabras.

- ¿Impresionado? Esa es toda la verdad, Link. Al inicio no estuve de acuerdo con la decisión de mi padre, pero luego entendí su actuar y hasta se lo agradezco, pues al final terminé por olvidarme de todos esos recuerdos inútiles y volverme la persona fuerte e inquebrantable que soy actualmente. Lo que me hizo Shad ya no me afecta. – dijo Ashei, con firmeza.

- Escucha, tú tienes que saber muchas cosas sobre Shad. Él y yo nos hicimos amigos hace poco y no es el hombre infiel que piensas. – aclaró Link, con seguridad.

- Nada de lo que me digas me hará cambiar de opinión. Además, él ya está con otra persona...

- Es que en eso estás equivocada, él ya no...

- Bueno, viendo que ya acabé con esta inservible explicación, me retiro. – indicó la joven al príncipe y a su padre.

- Pero...

Sin hacer caso al llamado del héroe, Ashei se retiró del despacho, mientras que Link aún tenía deseos de aclarar el asunto de su amigo.

- Señor Dante, todo lo que sucedió con Shad tiene una lógica explicación, él...

- Escucha, muchacho. No tienes idea de cómo se puso mi hija al recibir esa devastadora carta cuando estábamos en el templo, delante de todos nuestros invitados. Sin perder tiempo fui a buscar a ese tipo a su casa para matarlo con mis propias manos, pero cuando llegué ya se había ido con esa mujer. Al igual que Ashei no tengo deseos de saber nada de él, y me arrepiento tanto de haber permitido que se comprometa siendo tan joven. Así que, con todo el respeto que te mereces, doy por terminada esta conversación. – indicó Dante, con suma firmeza.

- Está bien, señor. – dijo resignado.

Acabada la charla, Dante se retiró del despacho, mientras que Link de ninguna manera iba a darse por vencido en defender la integridad de su amigo.

...

Cuando el manto oscuro de la noche cubrió el firmamento y la luna llena se encontraba en todo su esplendor, Link se encontraba en su habitación, aún impactado por la conversación que tuvo con Ashei y su padre.

- ¿Así que fingió su muerte? El mundo de la luz es una verdadera novela dramática. – dijo Midna.

- Yo aún no salgo de la sorpresa. Jamás me imaginé que en mi viaje descubriría que una de las mejores amigas de mi esposa, la que todos creían muerta, estaba viva.

- Imagino que se lo dirás a la princesa una vez que le veas, ¿verdad? – preguntó Navi.

- Claro que se lo diré, no sería capaz de ocultarle algo como eso... pero no sé cómo lo tomará, pues todo esto puede causar una cadena de resentimiento. – comentó Link, preocupado.

- ¿Y el joven investigador? – preguntó la twili.

- Shad es otro que me preocupa, sobre todo por el concepto que Ashei tiene de él.

- Bueno, es mejor dejar ese tema de lado. Ahora que la Espada Maestra ha sido imbuida por las llamas sagradas, hay que continuar con nuestra travesía. – dijo la princesa.

- Así es, Midna. Hay que ir al desierto a derrotar a Ganondorf. – afirmó Link.

Sintiendo como su corazón palpitaba con prisa, el joven se asomó por la ventana a reflexionar sobre las palabras que había dicho hace un rato.

La derrota de Ganondorf le esperaba en muy poco tiempo, y sea como sea iba a salir victorioso, pues no solamente le interesaba salvar a todos de la destrucción, sino cumplir con la promesa que le había hecho a su amada, en aquellos felices días que estuvieron juntos, no hace mucho tiempo.

Mientras observaba como ligeros copos de nieve caían con elegancia del cielo, vio a Ashei sentada en una de las bancas que se encontraban fuera de la mansión.

Había encontrado la oportunidad perfecta para hablar con ella sobre el asunto de su amigo...

...

Cuando Link llegó al sitio deseado, se disponía a acercarse a la espadachín para hablar con ella, pero se detuvo en el momento en que descubrió que esta se encontraba llorando, tratando inútilmente de ahogar sus quejidos, mientras observaba la foto del que alguna vez fue su prometido.

Esa imagen causó en Link una profunda tristeza, pero estaba dispuesto a aclarar todo el asunto, así fuera que al final terminara siendo agredido por ella.

- Ashei...

Rápidamente, la joven detuvo su llanto para no demostrarse débil ante el príncipe, a la par que ocultaba la pictografía.

- ¿Qué quieres? Creí que estabas dormido. – preguntó la joven, molesta.

- Solo venía a informarte que mañana seguiré con mi viaje.

- Ya veo, espero que te vaya bien.

Sin esperar que la joven lo invite a sentarse, Link tomó la iniciativa y se sentó a su lado, decidido a no perder más tiempo y tocar el tema por el que se acercó a ella.

- Quiero que hablemos de Shad. – dijo con firmeza.

- Ya te dije que no me interesa...

- Él nunca te fue infiel.

Con esas palabras, la joven por un momento se tambaleó, pero luego contestó con la frialdad que la caracterizaba.

- ¡No digas estupideces! Él mismo me dijo...

- ¡Todo fue provocado por un embrujo, nada de lo que ocurrió dependió de él!

- No entiendo...

- Ilia, la mujer de la que supuestamente Shad se enamoró, fue donde una hechicera para que lo amarre a ella en contra de su voluntad. Todo lo hizo por puro interés, pues quería estar con él por su dinero, nada más.

- ¿Qué clase de tonterías estás diciendo? ¡La hechicería no existe! – exclamó la joven, enfadada.

- ¡Claro que existe! La prueba de ello es que Zelda es una hechicera, eso es parte de su condición como encarnación de la Diosa Hylia. Shad nunca quiso engañarte, él fue vilmente manipulado por ese maldito embrujo; la misma Ilia se lo confesó arrepentida por sus actos.

La ansiedad empezó a invadir el espíritu de la espadachín con semejante confesión. No podía creer que todo el sufrimiento por el que tuvo que pasar había sido provocado por algo tan insano como la brujería.

- No puedo creer en tus palabras, y así fueran ciertas, ese hombre ya no me interesa, pues sea como sea esa tal Ilia terminó siendo su mujer, puesto que yo no pude ocupar bajo ninguna circunstancia. – admitió, con profunda frustración.

Link encontró las palabras perfectas para que la joven le crea... o por lo menos intentarlo.

- Voy a cometer una indiscreción, pero es necesario que lo sepas para que creas en mis palabras. Ilia no llegó a ser la mujer de Shad porque nunca intimaron... la única con la que ha estado de esa forma ha sido contigo.

El sonrojo y la vergüenza se apoderaron del rostro de la espadachín con semejante confesión, causando en ella una profunda molestia que no dudó en expresarla.

- ¿¡Ese infeliz te contó cosas tan íntimas de nosotros!? – preguntó exaltada y ruborizada.

- ¡Cálmate, por favor! Shad se encontraba completamente borracho cuando me lo confesó, no estaba en sus cabales debido a la depresión de haberte perdido por culpa de Ilia, pues se sentía culpable de no haberlo podido evitar. Gracias a las Diosas dejó la bebida de lado y ahora se dedica a trabajar con esmero, pero estoy seguro de que la tristeza de tu ausencia no le permite ser feliz. Él aún te ama, Ashei, y la prueba de que la infidelidad nunca fue real es porque, por muchos motivos, no pudo relacionarse con esa mujer; nunca hubo una relación verdadera entre ellos.

- Sea como sea, lo que pase con él ya no me interesa. Yo ya no lo amo.

- ¿No lo amas? Si no fuera así, no ocultarías su foto.

- ¿Qué? ¿Cómo sabes qué...?

- Antes de que notaras mi presencia, te vi contemplando su imagen mientras llorabas, además si no fuera así no hubieras guardado todas las cosas que te recordaban a tu vida en el palacio.

La joven se quedó en silencio al haberse visto descubierta, negándose a sí misma, una y otra vez, todas las ideas que estaban pasando por su mente, pues si antes estaba completamente segura con sus convicciones, estas se habían visto alteradas por el joven que se encontraba a su lado.

- Ya no pienso seguirte insistiendo, pues imagino que tienes mucho que pensar ahora que te he confesado esas cosas sobre Shad. Ilia ya no forma parte de su vida, ella se arrepintió por sus actos y le pidió perdón... tanto a él como a mí.

- ¿A ti? - preguntó extrañada.

- Así es. Ilia estuvo a punto de acabar con mi matrimonio, empujada por los mismos motivos por los que acabó con el tuyo, la ambición. Ella inventó una calumnia para que Zelda piense que yo le había sido infiel con ella, causándole un profundo dolor en su corazón, pues mi esposa estaba reacia a enamorarse por lo que había pasado contigo, y al verse visto lastimada de esa manera, por la misma mujer que tanto daño te causó, no lo toleró. Estuvimos a punto de separarnos por eso, pero finalmente la verdad salió a la luz y volvió a creer en mí. – explicó el joven, con completa convicción.

- Me cuesta creer que nunca le hayas sido infiel a Zelda, pues el matrimonio de ambos fue arreglado y por lo general las infidelidades se dan en ese tipo de relaciones.

- Es cierto que fue arreglado por nuestros padres; y debo admitir que al inicio no estaba contento con la idea de casarme... pero bajo ningún concepto iba a engañarla, pues sea como sea, yo ya estaba comprometido con ella de por vida. Además de ninguna manera iba a enlodar su nombre por todo el reino con ese tipo de bajezas. Yo la respetaba mucho, sin haberme dado cuenta que debajo de esa admiración estaba el amor. Poco a poco ella y yo nos enamoramos y sería capaz de dar mi vida si fuera necesario con tal de verla feliz.

Ashei no pudo evitar que su endurecida alma se conmueva con las palabras del príncipe. Por primera vez en mucho tiempo parecía creer en la buena voluntad de los hombres.

- Me retiro a descansar, pues mañana temprano reiniciaré mi viaje. Piensa en mis palabras, por favor. Hasta mañana, Ashei.

El joven se dio la vuelta para irse, pero unas inesperadas palabras lo detuvieron.

- Espera... ni una palabra a mi padre sobre lo que dijo Shad... o sea... que él y yo... ya sabes... – advirtió Ashei, nerviosa y sonrojada.

- Tranquila, nunca comentaría algo como eso.

- ¡Eso espero, pues él no sabe nada de eso y si se entera lo odiaría aún más! ¡Buenas noches!

- Buenas noches... – se despidió el joven, atemorizado por el tono de voz de la espadachín.

Sin perder tiempo, el príncipe se retiró del sitio, rogándole a las Diosas que sus palabras hayan servido para que la orgullosa espadachín recapacite.

...

Una vez de regreso en su habitación, el joven se disponía a acostarse en su cama a descansar luego de tan pesado día, pero las palabras del hada interrumpieron su acción.

- Link, debido a todo lo que ha pasado en el día, no hemos podido conversar... pero quiero que hablemos sobre mi hermano y el viaje de mañana.

Al oír esas palabras, Link empezó a entristecerse terriblemente, pues estaba seguro de que Navi, la amiga a la que tanto deseó encontrar, le diría que ya no viajaría más con él y se iría con su hermano al bosque para siempre.

- Navi, no tienes que explicarme nada. Entiendo que debes irte con tu hermano y que desde ahora ya no viajarás conmigo. De verdad, te agradezco por...

- ¡Hey, Link! Déjame hablar. Yo no voy a dejar de viajar contigo.

- ¿Qué? ¿Y tu hermano?

- Señor Link, mientras usted estaba en su reunión, mi hermana me manifestó que no deseaba abandonarme ahora que me había encontrado, pero que a la vez no quería separarse de su lado. Me propuso viajar con todos ustedes y gustoso acepté, pero luego que me contó todo lo que tendrían que pasar, y yo... ¡Me llené de miedo! – expresó Flero, con desagrado.

- ¿Ah? – manifestó Link, sin entender el asunto al que Flero se refería.

- A diferencia de Navi yo no tengo el valor de ver monstruos y esas cosas horribles. Cuando estuve vagando por el mundo me tocó ver ese tipo de bestias y deseo estar tranquilo; por eso quiero pedirle de favor si puede hablar con el señor Dante para que me reciba en su casa, y una vez que termine su misión, yo me reuniré con mi hermana.

Midna, quien estaba acostada en su cama, no pudo evitar levantarse de la misma al escuchar las palabras de Flero.

- ¡Por mí, mejor que te quedes! Ya tenemos suficiente con la fantasmita como nueva integrante. Tener un hada tan pesada e insoportable como tú solo sería una carga para Link; ya con Navi es suficiente tormento. – expresó la twili, con ironía.

- ¡Cállate, princesita! ¡Esta conversación es con Link! – exclamó Navi.

- ¡Ya basta, no peleen! Bueno, en primer lugar, me alegra saber que Navi no se irá de nuestro lado, pues esa idea me tenía muy apenado.

- No quería alejarme de ti, Link, pues desde que nos encontramos nos prometimos apoyarnos en todo. Por haber aceptado llevarme contigo en tu periplo pude encontrar a mi hermano, ahora yo tengo que cumplir con mi promesa de acompañarte hasta el final. Sé que cuando todo esto termine mi hermano y yo nos reuniremos de nuevo, pues esta vez sabré a ciencia cierta en donde se encuentra.

- Gracias por tus palabras, Navi. Valoro mucho tu compañía. – dijo Link.

- Muy bien, ahora que este ridículo tema ha sido aclarado, vamos a dormir. – ordenó la princesa crepuscular.

- Midna tiene razón, es mejor dormirnos, pues mañana partiremos temprano.

Luego de finalizar la conversación, Link y todos sus acompañantes se durmieron, sintiéndose satisfechos de todas las decisiones que habían tomado respecto al viaje que les esperaba.

...

A la mañana siguiente, durante el desayuno, Link le pidió al padre de Ashei que le permita a Flero quedarse en su hogar, pues debido al peligroso viaje deseaba estar en un lugar seguro hasta que su hermana se reúna con él. El antiguo caballero aceptó gustoso la petición, ya que para él era grato tener más compañía en su solitaria casa.

Una vez que Link estuvo listo, Ashei y Dante lo acompañaron hasta la salida para despedirse.

- Muchas gracias por su hospitalidad. De no haber sido por ustedes, el viaje por estas gélidas tierras hubiera sido más pesado de lo normal. – dijo Link, sonriendo ante el padre e hija.

- No tienes nada que agradecer, muchacho, fue un gusto tenerte aquí. A pesar de los delicados temas que hemos tocado.

- Lo sé, y quiero que sepa que no lo juzgo bajo ninguna circunstancia. Sin embargo, no pienso quedarme callado referente a lo que me ha contado. Espero me entienda. – expresó el príncipe, incómodo.

- Te comprendo y no pienso detenerte ante eso. Como te dije ayer, no hay mentira que dure para siempre. Ahora me retiro, pues mi hija me dejó en el taller ese extraño robot que encontraste y me gustaría...

- ¡NOOOO! ¡SEÑORITA FI!

Las palabras de Dante fueron interrumpidas con la inesperada llegada de Serbot, quien se acercó hasta Link para tomarlo de los hombros y reclamarle por su amada, la cual estaba escondida en la Espada Maestra.

- ¡OTRA VEZ TE LA LLEVAS DE MI LADO, INDESEADO AMO VERDOSO!

- ¡Oye, suéltame! – exclamó Link, asustado.

Dante observó extrañado como Serbot jaloneaba a Link sin motivo aparente, mientras que el joven luchaba por liberarse del molestoso agarre.

- ¿Qué le pasa a Serbot? – preguntó Dante, confundido.

- Papá, lo que pasa es que ayer... mejor te lo cuento más tarde, es un poco complicado.

- Bueno, espero me aclares esa situación. Mejor me lo llevo para que no siga molestando a Link y me ayude en el taller. Quién sabe si ese viejo robot tenga arreglo y pueda ser un amigo para él.

Luego de aquellas palabras, Dante se despidió de Link y Navi para luego llevarse al robot, quien luchó por zafarse de sus brazos para seguir jaloneando a Link.

Ya sintiéndose más libre, el príncipe se disponía a irse, pero antes le dirigió unas palabras a la espadachín.

- No olvides pensar en mis palabras...

- Ya hablamos de eso. – dijo Ashei, desviando la mirada.

- Solo piénsalo, ¿sí?

Luego de unos segundos de silencio, la joven, con un poco de dificultad, dio su última respuesta en voz baja.

- Prometo que haré el intento. – agachando la cabeza.

- Me alegra escuchar eso. – admitió Link, con una sonrisa.

Luego de aquella conversación, Navi se despidió de Ashei y de su hermano.

- Gracias por encargarse de mi hermano, señorita Ashei, le aseguro que no volverá a causar desorden.

- No te preocupes, que de eso me encargo yo. – expresó, observando al hada verdosa con seriedad, la cual se asustó ante la penetrante mirada de la espadachín.

- Cuídense mucho, por favor, espero verlos pronto. – dijo Flero, dirigiéndose a Link y su hermana.

- No te preocupes, Flero, te aseguro que en poco tiempo volverás a reunirte con tu hermana.

Navi se despidió de su hermano con tristeza, pero estaba tranquila de saber que se quedaría en un lugar seguro hasta que se vuelvan a ver.

- Bueno, Ashei, ha llegado el momento de retirarme. Espero nos veamos pronto.

- Espero que así sea... y por favor, cuida mucho a Zelda. – dijo la joven, expresando tristeza en sus palabras.

- Siempre lo haré... y estoy seguro de que muy pronto la verás. Tanto a ella como a Cocu y Gracielle, quienes están próximos a ser padres.

- ¡Qué grata sorpresa! Pero... no creo que eso...

- Hasta pronto, Ashei.

Luego de interrumpir las palabras de la espadachín, el joven se fue de la mansión, ansioso de saber que muy pronto su periplo llegaría a su fin y volvería a reunirse con sus seres queridos, especialmente con la mujer que amaba, con quien recuperaría la vida de paz y tranquilidad que tanto extrañaba.

Una vez que estuvieron alejados de la mansión, Fi hizo su aparición, anunciándole al héroe unas palabras que este no esperaba escuchar.

- Amo Link, no es recomendable que tome este camino para regresar al dominio Zora.

- ¿Qué? ¿Por qué? – preguntó sorprendido.

- En estas zonas ha habido múltiples derrumbes debido a las fuertes tormentas y eso podría ser peligroso para su vida y la de sus acompañantes. Es mejor tomar el camino opuesto para poder llegar a su destino, pero debe saber que eso le llevará mucho más tiempo del pensado.

- Entiendo. ¿Cuánto tomará eso? – preguntó Link.

- Calculo que unas tres semanas.

- ¿¡Qué!? ¡Eso es demasiado tiempo!

- Depende de las condiciones climatológicas que nos tardemos ese tiempo, pues si hay problemas con eso, podría ser hasta un mes.

- ¿Tú te has vuelto loca, fantasma del demonio? ¡El tiempo es oro! ¡No podemos perderlo por tus cálculos sin sentido! – exclamó Midna, saliendo de la sombra del príncipe.

- Lo que digo es cierto, princesa Midna. Es mejor que el viaje demore a que suframos algún percance, el cual puede resultar devastador.

- Si no nos queda más opción...

- ¿Le vas a hacer caso a esta cosa, Link?

- Midna, no podemos arriesgarnos a que nos suceda algo, es mejor ir a un paso lento, pero seguro. Por suerte, Epona está bajo el cuidado del señor Auru, así que por ella no debo preocuparme.

- ¡No puedo creerlo! – exclamó la twili, exasperada.

Siguiendo la sugerencia del espíritu de la Espada Maestra, Link y sus acompañantes tomaron un camino distinto para regresar al dominio Zora. Por más que le incomodara, no importaba cuánto tiempo tardara en llegar a su destino, pues iba a cumplir con su misión de manera exitosa.

...

Desde hace unos días mi cuerpo se siente extraño y cansado. No entiendo qué me pasa, ni siquiera los arduos entrenamientos a los que he sido sometida me han agotado de esta manera tan brutal. Imagino que no me estoy alimentando bien o me encuentro estresada, ha de ser por eso...

Una vez que tomo un largo y relajante baño, me lanzo a mi cama con poca delicadeza; simplemente quiero dormir y desconectarme del mundo.

Luego de unos minutos, en los que parece que el sueño me está ganando, siento como unas manos acarician mi rostro; son tan cálidas y suaves, me recuerdan tanto a las caricias y cariñosas atenciones de mi amado, las extraño inmensamente.

Completamente dichosa abro los ojos para encontrarme con el causante de tan sutiles tratos, y es en ese momento que la sonrisa de mi rostro es reemplazada por una mueca de terror y desagrado...

Efectivamente, quien me está acariciando es mi esposo, pero al mismo tiempo no siento que fuera él, pues la calidez de su alma se ha desvanecido y ahora percibo la oscuridad y la podredumbre en todo su esplendor.

- Buenos días, pequeña.

Invadida por el terror, separo con violencia a ese ser de mi lado, mientras observo como esboza una macabra sonrisa, a medida que me dedica una mirada morbosa de pies a cabeza.

- ¿Por qué te alejas, preciosa? Soy tu esposo.

- ¡Tú no eres mi esposo! – grito exasperada.

- ¿Por qué dices eso? ¿Acaso no me reconoces?

- ¡No! ¡Tú no eres Link! ¿Quién eres?

- Desde ahora yo seré tu nuevo Link, pues el otro, al que tú consideras tu amado... murió. – expresó el macabro ser con mordacidad.

Luego de aquellas terribles palabras, esa maldita criatura se ríe en mi cara, mientras que yo solo puedo sentir como un puñal atraviesa mi corazón a medida que mis lágrimas empapan mi rostro...

***

La princesa, sintiendo como su corazón estaba a punto de estallar, se levantó de la cama sobresaltada debido a la horrenda pesadilla que había tenido.

Nunca en su vida se había sentido tan aterrada, ni siquiera cuando el Señor de los Demonios la torturaba con sus macabras visiones.

- Era tan parecido a Link... pero no era él. Definitivamente no era él. – expresó angustiada.

Ya había pasado más de un mes desde que se había separado de su esposo, y debido al lazo del destino que lo unía a él, sabía muy bien que seguía con vida, sin embargo, luego de esa pesadilla, las dudas empezaron a invadir su perturbada alma.

Tratando de dejar sus miedos de lado, se levantó de la cama para despejarse, cuando de repente un horrible malestar invadió su cuerpo, provocando que todo a su alrededor le dé vueltas, mientras una desagradable sensación de asco le recorría la garganta.

Desesperada y con dificultad para caminar, la princesa se dirigió al baño para aliviar su malestar, pero su acción se vio interrumpida debido a la intensificación del mareo, provocando que caiga al suelo y pierda por completo la conciencia.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro