42. Misteriosas revelaciones
El manto estrellado de la noche se encontraba cubriendo los terrenos del Poblado Olvidado, haciéndose presente en el Templo de las Sombras.
La princesa se encontraba en los jardines tocando en la lira su canción favorita, la que hubiera deseado entonar junto a su amado cuando estuvieron juntos en el Pico Nevado. A lo lejos se encontraban los sheikahs observándola, pues desde que la joven había regresado de su secreto asunto la percibieron sumamente triste, a pesar de que se esforzaba en mostrarles lo contrario.
- Debiste preguntarle el motivo de su ausencia. – dijo Azael, preocupado.
- Azael, ella fue muy clara en la carta que me dejó. No quiere hablar del asunto y por esa razón no tengo ningún derecho a incomodarla con preguntas. – afirmó Impa con seriedad.
- Lo sé, pero no me gusta verla tan triste. ¿Crees que Grahim está detrás de eso?
- No lo sé, pero la verdad dudo que él tenga algo que ver, pues la princesa lo enfrentó como toda una guerrera; no se mostró hacia él nada atemorizada. Pienso que su decaimiento tiene que ver con su esposo, imagino que lo extraña.
- La entiendo perfectamente... pero existe algo peor que lo que ella está pasando.
- ¿Qué cosa? – preguntó confusa.
El sheikah tomó las manos de su compañera y la miró a los ojos con seriedad.
- No hay nada peor que extrañar a alguien que se encuentra a tu lado. – dijo con profundo pesar.
- ¡Azael, no empieces! – dijo, soltándose de sus manos.
- La princesa sufre por no tener a su compañero a su lado, pero tú, que me tienes contigo apoyándote en todo momento, no me das ni un ápice de esperanza, a pesar de que también me amas.
- Ya hemos hablado de eso. Entre nosotros no hay un presente, ni mucho menos un futuro.
Las duras palabras de Impa hicieron sentir terriblemente mal al sheikah, sintiendo como cada día las esperanzas de estar junto a ella se desvanecían; a pesar de no hacer caso a sus miedos y no darse por vencido en conseguir lo que quería en la mayoría de las ocasiones.
Una parte dentro de la joven también se sintió muy mal por sus propias sentencias, pero decidió dejar de lado el tema y centrarse en su pupila.
- Talvez la princesa se anime con las cosas que queríamos darle antes de que se fuera. – indicó Impa.
- Buena idea, espero que eso la haga sentir mejor. – dijo Azael, dejando de lado su tristeza.
Los jóvenes se acercaron a donde estaba la princesa, quien aún seguía acariciando las cuerdas de su preciado instrumento. Una vez que notó la presencia de sus compañeros se detuvo.
- Hola, princesa. – saludó Impa.
- Hola, no sabía que estaban cerca de aquí.
- La escuchamos tocar la lira tan hermoso que no pudimos evitar acercarnos. Esperamos no incomodarla. – dijo Azael.
- No se preocupen, no me incomodan en lo absoluto.
- Princesa, la razón por la que vinimos aquí fue porque queríamos darle algo por su pasado cumpleaños. Debido a que no estaba no pudimos hacerlo. – continuó hablando el sheikah.
- Oh... muchas gracias, pero no debieron molestarse. – dijo avergonzada.
- No es ninguna molestia, usted sabe que la apreciamos mucho. – aclaró Impa.
Impa le entregó a la princesa un objeto envuelto en un pedazo de tela. Cuando ella lo desenvolvió se sorprendió.
- Esto es...
- ¿Recuerda esta pulsera? Usted me la dio en nuestra pasada vida. – dijo sonriendo.
- Sí, era mía... pero me sorprende que tú la tengas.
- Mi abuela me contó que la reencarnación de la Diosa Hylia se la dio a mi antepasado antes de regresar a la época que pertenecía. Fue entonces que la joven descubrió que la anciana que conoció cuando llegó a estas tierras y su protectora era la misma persona. – explicó la sheikah con nostalgia.
- Ya recuerdo; murió al haber cumplido su misión y lo único que quedó de ella fue esta pulsera. La entregué a su tribu como símbolo de recuerdo.
- Y desde entonces, ha pasado en mi familia de generación en generación, hasta que mi abuela me la dio en vida.
- No puedo aceptarla, Impa. Por más que me haya pertenecido, yo la entregué a la tribu para que recuerden a su líder. Por derecho debes tenerla tú. – dijo incómoda.
- Cuando mi abuela me la dio dijo que yo sabría hacer lo mejor con ella. Ahora que la he vuelto a ver, sé que esto es lo correcto. Siempre perteneció a la Diosa, por eso usted debe tenerla.
Luego de pensarlo más detenidamente, la joven terminó aceptando el ofrecimiento de su amiga, sintiéndose honrada al ser tan considerada por ella.
- Está bien, la guardaré como un gran tesoro. Muchas gracias. – dijo, mientras abrazaba a la sheikah.
- Gran honor que me hace. – contestó, mientras le correspondía.
- Princesa, yo también tengo algo para usted. – indicó Azael, ansioso.
El sheikah también entregó un objeto envuelto, el cual la princesa se sorprendió al revelarlo. Se trataba de un espejo redondo con detalles color púrpura.
- ¿Un espejo? ¡Está muy hermoso!
- No es uno cualquiera. Es el Espejo de la Verdad, con este podrá ver la auténtica esencia de los seres de este mundo, sin importar como sean físicamente; en otras palabras, podrá ver si estos poseen malas o buenas intenciones.
- Interesante...
- Varios objetos han pasado de generación en generación entre los de nuestra raza, este es uno de ellos. Estoy seguro de que en algún momento le será de utilidad.
Zelda se sorprendió por la explicación que el joven le dio sobre el espejo, fue tanta la curiosidad que le provocó, que se lo colocó frente a ella para reflejarse, y se maravilló al ver su rostro rodeado por una luz blanca.
- Usted es una persona de buen corazón, por esa razón el espejo resplandece de esa manera; si fuera un ser impuro, con malas intenciones, el espejo solo mostraría oscuridad. También funciona si lo direcciona a cualquier persona sin necesidad que se lo acerque.
La princesa direccionó el espejo en dirección a los sheikahs y observó que la reliquia reflejaba luz blanca hacia ellos, demostrando que sus amigos tenían el alma buena.
- Me sorprende que haya reflejado luz con Impa, pues como se porta conmigo debería salir completamente siniestra y oscura. – manifestó Azael, soltando una risa.
- ¡Idiota! – exclamó enfurecida.
La princesa se rio a carcajadas ante el comentario del joven, por lo menos eso logró sacarle una sonrisa después de haberse sentido tan triste.
- Gracias, Azael. Prometo cuidarlo mucho. – dijo, mientras lo abrazaba.
- No es nada. Estoy seguro de que esto le servirá más de lo que piensa. – contestó, devolviéndole el gesto.
- Estoy segura de que sí...
- Ya es un poco tarde, es mejor que nos retiremos a descasar. – indicó Impa.
- Es cierto. Una vez más, muchas gracias a los dos por estos presentes. Buenas noches.
- Que descanse, princesa. - se despidieron los sheikahs.
La princesa, a pesar de las penas de su corazón, no pudo negar que los detalles de sus amigos la habían hecho sentir mejor. Se sintió bendecida de tener a su lado buenas personas a pesar de las dificultades.
...
Una vez acostada en su cama, la princesa dio una plegaria a las Diosas para que protejan a su amado. Aún le costaba asimilar que ya no se encontraba junto a él y tener la dicha de dormir entre sus brazos, pues eso la hacía recordar los momentos felices que pasaron en su hogar, protegidos por la seguridad y la calidez que ambos se brindaban.
Poco a poco el sueño se fue apoderando de ella, al mismo tiempo que una desconocida y cálida sensación la rodeaba en todo su cuerpo y espíritu...
***
Qué hermoso lugar. Nunca me imaginé que pudiera existir un sitio como este. Sin duda alguna es un paraíso, es algo fuera de este mundo.
Flores de todos los colores y aromas, una brisa deliciosa que acaricia mis mejillas y me hace sentir reconfortada. Cómo quisiera estar compartiendo este hermoso momento con el hombre que amo.
Mi caminata me lleva a un manantial cuyas aguas son las más cristalinas que haya visto jamás. Tomo con mis manos un poco de ellas y la paso por mi rostro para refrescarme, haciendo que me estremezca por tan agradable sensación.
De repente, el hermoso lago empieza a iluminarse de manera intensa, provocando que me sobresalte un poco, pero al mismo tiempo no tengo temor ante tal visión.
De las aguas ascienden tres hermosas mujeres cuya belleza podría opacar a la más majestuosa de las estrellas del firmamento. Cada una posee brillantes y sedosos cabellos con tonalidades que me recuerdan, respectivamente, a la grandeza de los verdosos y fértiles campos, a la fuerza y fiereza del fuego de los volcanes y a la pureza de las reavivantes aguas.
Las tres han posado sus ojos en mí, causando que una mezcla de emociones y nervios me invadan. En ese momento la mujer de cabellera azulada se dirige a mí.
- Hylia... mi protegida. – dijo con voz cálida.
Me estremezco en el instante en que menciona el nombre con el que se me bautizó hace milenios, pero no por eso deja de parecerme familiar o poco común.
- Querida, ¿sabes quiénes somos nosotras? – me preguntó la mujer de cabellos de fuego.
- Obsérvanos detenidamente... – dijo la mujer cuya belleza se asemeja a los campos.
Esas palabras hacen centrar mi atención a ellas. Cuando comienzo a analizarlas completamente y percibo toda la energía que emanan hacia mi persona, descubro frente a quienes me encuentro.
- Farore, Din, Nayru... nuestras sagradas Diosas.
Al reconocerlas hago una reverencia ante ellas, sintiéndome maravillada de ver que su belleza y divinidad supera completamente a las esculturas o pinturas en las que han sido representadas.
- Me alegra estar ante su presencia. Es un gran honor tener frente a mí a las Diosas creadoras del mundo.
- El honor es nuestro, querida, pues tener ante nosotras a la reencarnación de nuestra apreciada Hylia nos complace enormemente. – dijo Din.
- Ahora que las conozco directamente. Tengo tantas preguntas que hacerles. – mencioné con suma ansiedad.
- No es necesario que las hagas, pues conocemos las respuestas a ellas, mas no podemos dártelas porque los únicos que pueden forjar su destino son nuestro héroe elegido y tú. – aclaró Farore.
- Protejan a mi esposo, ayúdenle ganar esta cruenta guerra que amenaza con el mal y la destrucción. No permitan que Ganondorf termine con los sueños e ilusiones de todos los que habitan este mundo.
- El destino del héroe elegido ya está escrito. Sé que es difícil la incertidumbre, pero esta es necesaria para que se fortalezcan espiritualmente en lo que sucederá. – dijo Nayru.
- ¿Sucederá? ¿Qué es lo que va a ocurrir? – pregunté nerviosa.
- Debes prepararte, pues muy pronto llegará un suceso que ambos tendrán que asimilar con intensa valentía, pero que permitirá unir el destino de ambos.
Me quedé en silencio con esas palabras, sintiendo como mi corazón se llenaba de terror ante el presagio que me estaba dando mi Diosa predilecta. ¿Qué clase de prueba era esa? ¿Por qué el peso de nuestra carga aumentaba desorbitadamente a cada momento?
- No temas, Zelda. Como te dijo mi hermana Nayru, con valentía podrán asimilar todo desafío que la vida les ponga por delante. – indicó Din.
- Tengo otra duda que me mortifica. ¿Por qué nuestros fragmentos no se reconocen? ¿Es eso una mala señal? Parece que fueran inertes y desconocidos el uno para el otro.
Puedo ver como las tres hermanas se miran las unas a las otras con semblante serio, sobre todo percibo esa sensación en las protectoras que nos corresponden a Link y a mí.
- El amor es la respuesta... el puro y verdadero amor, el que es capaz de sacrificar todo sin esperar nada a cambio. – contestó Farore.
- ¿El amor? Link y yo nos amamos intensamente y nos hemos apoyado en las buenas y en las malas. – aclaré, sintiéndome confundida.
- Tus palabras son ciertas, sin embargo, aún no se encuentra del todo realizado. A pesar de los maravillosos momentos que han compartido juntos y del abnegado apoyo que se han brindado, aún falta algo sumamente importante para que llegue a ser completo. – aclaró Din.
- ¿Qué es lo que falta? ¡Díganmelo, por favor! – supliqué, mientras las lágrimas caían por mi rostro.
- La respuesta está solo en ustedes, nosotras no podemos intervenir en sus decisiones.
- ¡ÉL y yo nos amamos! ¡Entre nosotros no hay carencia de ese sentimiento! – afirmé seria, mostrando completa seguridad en mis palabras.
- El amor es la respuesta a todo lo que te perturba, y es el único capaz de derribar todas las barreras que se presentarán en el futuro... por más dolorosas y devastadoras que estas sean. – continuó Nayru, mostrando seriedad.
¿Por qué me dice eso? ¿Acaso el amor entre Link y yo no es genuino? No... eso es imposible, él y yo no amamos con todas las fuerzas de nuestro corazón. Somos almas enlazadas.
- Han pasado muchas pruebas en su relación que hasta ahora han superado, sin embargo, aún les espera unas más fuertes que solo con el amor que los une desde tiempos inmemoriales podrán superar. Por eso, como indicaron Farore y Nayru, en la pureza de ese sentimiento se encuentra la victoria que tanto anhelan... y no me refiero únicamente a la derrota de la encarnación del mal. – indicó Din, seria.
- Ha llegado el momento de retirarnos, querida Zelda. No olvides cada una de nuestras palabras. – dijo Nayru, dándome una sonrisa.
- ¡Esperen! ¡Por favor, no se vayan! – supliqué con desesperación.
- Recuerda, la respuesta está en el amor... el puro y verdadero amor... – reiteró Farore, finalizando sus palabras.
***
La joven abrió sus ojos, los cuales estaban desbordados en lágrimas debido al sueño que había tenido.
Por primera vez en su vida tuvo la dicha de conocer a las Diosas creadoras del mundo, preguntándose en ese momento si acaso el tan hermoso sitio donde se halló se trataba del Reino Sagrado, lugar donde según la leyenda habitaban.
Múltiples ideas vinieron a su mente con las palabras que le dijeron las tres mujeres, provocando que se llene de miedo ante estas, pues varias y difíciles pruebas se venían para ella y su amado, y la única arma que les ayudaría a triunfar era el amor puro y verdadero.
- El amor puro y verdadero... no entiendo. Link y yo nos amamos de esa manera. ¿Qué es lo que nos hace falta? – se preguntó a sí misma, angustiada.
De ninguna manera dudaba del amor que tenía su amado para ella, y mucho menos del que sentía por él, sin embargo, las palabras de las Diosas la consternaron, ya que no comprendía cómo podían carecer de un arma que supuestamente estaba presente en ellos.
- ¿Acaso nuestro amor no es tan fuerte? No... eso es imposible, lo que tenemos es sólido y trascendente, con ello podremos triunfar, estoy segura.
Luego de esas palabras decidió tratar de dormir, dejando de lado toda duda, pues para ella no había fuerza más poderosa que el gran amor que sentía por su príncipe, y viceversa.
...
Los fríos vientos del Pico Nevado golpeaban los ventanales abiertos de la misteriosa mansión, provocando que sonoros ruidos perturbaran el ambiente.
El príncipe estaba sorprendido de ver que frente a él se encontraba una persona, seres que se supone no deberían estar en la gélida tierra, pues desde hace años estaba deshabitada. Observando su estado físico pudo darse cuenta de que se trataba de una mujer, la cual hace unos minutos lo había atacado con una flecha lanzada a la distancia; alertándolo inmediatamente de que podía tratarse de un enemigo.
- ¿Quién eres? - preguntó Link, serio.
La mujer no respondió a la pregunta, causando que el príncipe repita la pregunta con más severidad.
- ¿Te hice una pregunta? ¿Quién eres? ¿Por qué me atacaste?
- ¡La que debería preguntar eso soy yo! ¡Este es mi territorio y lo estás invadiendo! – exclamó enfurecida.
Tal y como lo había imaginado. A pesar de que estaba cubierta, la voz que se dirigió a él era femenina. ¿Qué hacía una mujer sola en una tierra como esa? ¿Sería algún enemigo enviado por Ganondorf?
- Yo no he venido a invadir nada y mucho menos a buscar pelea. No sé cómo es posible que tú estés aquí, pero te pido que resolvamos esto como personas civilizadas.
- ¿Civilizadas? No tengo nada que tratar con alguien que no conozco, y mucho menos si se trata de un hombre, los cuales no son más que infelices traicioneros.
Luego de aquellas palabras, la misteriosa mujer desvainó su espada y se abalanzó al príncipe para atacarlo, momento que los reflejos del joven salieron a flote, pues evadió el ataque dando un salto hacia atrás.
Link se disponía a sacar su escudo, pero se dio cuenta de que su contrincante no contaba con uno, así que inmediatamente lo lanzó al suelo para estar en las mismas condiciones que ella.
- ¿Por qué lanzas tu escudo? ¿Eres tan estúpido que deseas morir? – preguntó, riéndose irónicamente.
- En este tipo de peleas no deseo estar por sobre mi contrincante, no es leal.
- ¿Acaso lo dices porque soy mujer? - preguntó la joven, indignada.
- ¡No lo digo por eso! Si tú no posees un escudo con el que protegerte, no se me hace justo que yo use el mío. Siempre me he caracterizado por pelear contra los oponentes que me desafían limpiamente.
- Por favor, ahórrate tu absurdo sentido de honor. ¡Pelea de una vez!
Con ese desafío, el sonido chocante de las espadas se hizo presente, pues la misteriosa joven reiteró en atacar al príncipe.
La joven alzó la espada en un corte vertical, el cual Link evitó que lo impacte protegiéndose con la misma hoja de su arma; de no haber sido por sus guantes, el filo le hubiera destrozado las manos severamente.
No dándose por vencida en sus deseos de ganar, la mujer dio un salto para atrás y con prisa impactó su espada a los pies del joven, causando que este caiga al suelo debido a que no pudo predecir el ataque.
Sintiéndose triunfadora, y sin desaprovechar la oportunidad, la mujer dio un salto en dirección a Link para ganarle de una buena vez, pero lo que no se esperó es que el joven, quien estuvo a punto de ser tocado por el arma enemiga, giró rápidamente en la nieve y se levantó para atacar a su contrincante de manera transversal, lo cual no resultó exitoso al final de todo, pues la encapuchada giró rápidamente y evadió el ataque protegiéndose con la espada.
Mientras los filos de las armas chocaban, Link estaba sorprendido. No había duda de que su contrincante era sumamente fuerte, incluso en algunas técnicas lo superaba, además sabía cómo usar su baja estatura a su favor.
Luego de varios minutos de intensa pelea, donde los contrincantes se dedicaron a atacarse y evadirse, Link aplicó una de técnicas enseñadas por su mentor para salir victorioso, el Tajo Trasero, la que le permitiría deja a su contrincante acorralado y sin capacidad para defenderse.
Rápidamente, Link rodó en el suelo y se ubicó detrás de la mujer, oportunidad que aprovechó para impactar su espada con la suya y enviarla a volar por los aires.
Sorprendida al haber sido burlada de esa manera, la encapuchada corrió detrás de su espada, pero no se esperó que el joven la tomaría por los hombros y la acorralaría por el cuello con el filo de su arma, demostrando de esa manera que la pelea había llegado a su fin.
- Señorita, he ganado limpiamente este duelo... pero tengo que felicitarla por sus grandes habilidades. Eres una gran espadachín.
El orgullo herido de la joven no le permitió responder, simplemente se quedó inmóvil, retorciéndose del enojo que le causaba el haber resultado vencida por un hombre.
- Ahora que he resultado ganador, exijo que te muestres. – pidió Link.
- ¿Mostrarme?
- Por supuesto. Tengo todo el derecho de saber contra quién me enfrenté, además debo cerciorarme de que no seas uno de mis enemigos.
- ¡Estás paranoico! No sé por qué piensas que soy uno de tus enemigos. Todavía me sigo preguntando cómo es posible que hayas llegado hasta aquí. Eres la primera persona, aparte de mi padre, a la que veo en años.
- Me encuentro en una misión que cumplir, cosas que no entenderías. Y referente a mi presencia en estas escondidas tierras... cuento con todo el permiso de la reina Rutela para estar aquí. – afirmó el príncipe con ímpetu.
- ¡Espera! ¿¡La...!? ¿¡La reina Rutela!? – preguntó sobresaltada.
La misteriosa mujer se quedó impactada al escuchar ese nombre, reacción que no pasó desapercibida para Link.
- ¿La conoces?
- ¿Cómo no voy a conocerla? Mi padre es su secreto servidor, solo su hija y ella saben de nuestra existencia.
- Pero...
- Prometo explicarte las cosas con detalle si me sueltas. Vamos a la mansión, pues ese lugar es mi hogar, el cual nos fue otorgado por la misma reina Rutela.
Luego de esas palabras, el príncipe soltó a la joven, causando que previo a eso esta se posicione frente a él y se baje la capucha de piel que le cubría el rostro. Mostró ser una atractiva mujer de piel blanca, ojos castaños y cabello negro, el cual estaba recogido, dejando sueltos dos mechones frontales y un fleco cubriendo la totalidad de su frente
- Soy Link...
- Mi nombre es Ashei. Un gusto conocerte, Link.
...
El interior de la mansión se caracterizaba por tener unas medianas escaleras divididas en ambas paredes, la cuales dirigían a unas habitaciones. En medio de estas estructuras se posaba una puerta. Link observó analíticamente todo el sitio, sintiendo como si no fuera la primera vez que lo visitaba.
- La reina Rutela nos contó que esta mansión fue propiedad de unas mitológicas criaturas llamadas Yetis. Esta capucha que llevo puesta está hecha de la piel de esa especie. – contó Ashei.
- ¿Mataste a unos seres vivos por hacerte una capucha? – preguntó Link, espantado.
- ¡No, hombre! Esto perteneció a un antepasado mío, pero según lo que me contó mi padre, usaron el pelaje de uno que ya se encontraba muerto. Al parecer es de muy buena calidad, pues ha durado mucho tiempo. Ha pasado en mi familia paterna de generación en generación, hasta llegar a mí.
- Por un momento creí que habías matado a esas criaturas...
- Esos seres ya dejaron de vivir hace tiempo. Eran una pareja que habitó esta casa toda su vida, y tengo entendido que estuvieron juntos, amándose hasta sus últimos días. ¿No se te hace ridícula esa leyenda? – preguntó en tono mordaz.
- La verdad, no. Si ellos se amaban, lo más normal es que estuvieran juntos hasta el final. – afirmó el joven.
- ¡Por favor! Sabes que en la vida real esas cosas no suceden. Nadie es completamente fiel a una persona, sobre todos los hombres, que siempre dejan a la mujer que dizque aman por una mejor. – dijo la joven con severidad.
- Estás equivocada, no todos los hombres somos así. Yo jamás le he sido ni le seré infiel a mi esposa.
- Vaya... así que has sido casado. ¿Cuánto tiempo llevas de matrimonio?
- Un año y unos meses.
- Tienes poco tiempo. Estás en la etapa donde todo es color de rosa, pero luego las cosas van a cambiar. Te informo que la fidelidad no te durará mucho, en cualquier momento caerás ante las redes de alguna aprovechada.
- Oportunidades no me han faltado, sobre todo ahora que he conocido a tantas personas, sin embargo, no se me ha pasado por la cabeza cometer ese imperdonable acto. – afirmó Link, empezando a enojarse por las ideas de la joven.
- ¡Falacias! ¡Simples palabras que se las llevará el viento! El amor eterno no existe. Todos son cortados por la misma tijera. La única excepción que existe para mí, es mi padre.
- ¿Qué tienes en contra de los hombres?
- ¡No preguntes tonterías! ¿Acaso no deseas saber cómo llegué a este lugar? Porque, eso sí... tú también me debes una muy buena explicación, pues mi padre jamás me informó que la reina permitiría que entre otra persona a estos terrenos.
- Yo también estoy sorprendido. La reina tampoco me dijo nada sobre eso. Debió haberlo olvidado.
- Bueno, es mejor usar la boca para hablar de cosas con sentido. Pasa a la sala de estar, por favor. – ordenó Ashei con firmeza.
Ashei abrió la puerta para entrar a la sala de estar. Sin embargo, cuando ella y Link se disponían a pasar, algo inesperado salió a recibirlos.
- ¡Señorita Ashei! ¡Por fin la encuentro!
- ¡Ahhhh! ¿¡Qué es eso!? – preguntó Link, espantado.
Link cayó al suelo del impacto debido a la extraña criatura que se encontraba frente a él. No sabía exactamente de qué o de quién se trataba, pues solo se limitó a ver que su cuerpo estaba formado por metal, mientras se encontraba suspendido en el aire gracias a una hélice ubicada en su cabeza.
- ¡Robot endemoniado! ¿Qué te he dicho de aparecer así de la nada? ¡Casi me matas de un susto! – exclamó la joven, alterada.
- Lo lamento, pero es que la busqué por toda la casa y no la encontré.
- Bueno, ya me estás viendo...
- ¿Qué es lo que veo? ¿Acaso tiene una visita?
La criatura se acercó hasta donde se encontraba el príncipe, quien aún seguía sentado en el suelo debido a la sorpresa.
- ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas, individuo?
- Yo... yo me llamo Link. – respondió nervioso.
- Yo soy LD-301S, pero puedes llamarme Serbot, mucho gusto Li... ¿¡LINK!?
El robot se alteró y comenzó a volar alrededor del joven de manera desorbitada, provocando que Ashei se sorprenda por su inesperada actitud.
- Serbot, ¿qué te pasa? – preguntó Ashei.
- ¡ES ÉL, SEÑORITA ASHEI! ¡ÉL ES AL AMO VERDOSO! – contestó alterado.
- ¿Amo verdoso? – preguntó Link, espantado.
- Él es el culpable de que no haya vuelto a ver al gran amor de mi vida.
- Espera, criatura. Parece que me estás confundiendo con otra persona.
- ¡Claro que no! ¿Quién más podría vestirse de manera tan ridícula?
- ¡Oye!
- Aunque... pensándolo bien, ahora que te observo, solo te pareces un poco él. Tú eres más viejo.
- ¿Qué? – preguntó indignado.
- ¡Ya, Serbot, deja de molestar a este chico con tus tonterías!
- Señorita Ashei, estoy diciendo la verdad, además esa espada que tiene es la...
- Ya me has contado cientos de veces esa historia y no creo que Link tenga nada que ver. Mejor anda a cortar la leña, yo tengo cosas muy importantes que hablar con él.
- Está bien... – aceptó el robot, resignado.
Siguiendo la orden de la joven, el robot se retiró a realizar sus actividades, no sin antes acercarse a Link y lanzarle una mirada inquisidora.
- ¿De dónde salió eso? – preguntó el príncipe, levantándose del suelo.
- Serbot fue encontrado por mi padre el día que llegamos a estas tierras; en ese entonces era una compleja hojalata. Le dio tanta lástima su estado que decidió repararlo y guardarlo como un adorno, pero se sorprendió enormemente al ver que tenía vida propia, causando en mí la misma impresión. Desde ese momento vive con nosotros, nos ayuda en las tareas de la casa y es una agradable compañía a pesar de sus excentricidades... sobre todo con ese tema de su amor del pasado.
- ¿No sé por qué me relaciona con eso?
- Él nos contó que su "amo verdoso" fue el causante de que su amada haya desaparecido. Qué gracia que te haya confundido con él.
- Bueno, dejemos de hablar de eso, por favor. – pidió Link, sintiéndose incómodo.
- Tienes razón. Tú y yo tenemos otros asuntos que tratar.
Luego de sentirse más tranquilo del susto que le había provocado Serbot, Link y Ashei entraron a la sala de estar.
...
La chimenea encendida de la habitación permitió que el príncipe se alivie del inmisericorde frío que hacía, mientras que Ashei había entrado a otro cuarto.
Luego de unos minutos de espera, la joven salió con una taza de café y unos panecillos en una bandeja. Ante esa acción, el príncipe la observó con sumo recelo.
- ¡Ya tómalo de una vez! ¿Qué crees que tiene? ¿Veneno? – preguntó irónica, mientras golpeaba el hombro del joven con brusquedad.
Ese poco delicado golpe fue molesto para el príncipe, quien se le hacía extraño que una mujer se comporte de manera tan poco femenina. Luego de haber despejado sus dudas, tomó la bandeja con comida.
- Gracias... pero no hay necesidad que seas tan tosca.
- Lo lamento por ti, pero así soy yo.
- De todas maneras, deberías ser más amable con tus semejantes. – dijo, mientras le daba un sorbo a la humeante bebida.
- Dile eso a mi padre, quien fue el que formó mi carácter en estos últimos años. Es más, es gracias a él que he aprendido el arte de la espada.
- Entonces tu padre ha de ser excelente espadachín.
- Así es. Tiene una amplia experiencia en el asunto... gracias a él he logrado fortalecer mi carácter, el cual no es ni la sombra del que tenía antes.
- ¿Ah?
- Aunque te cueste creerlo, en el pasado, yo me comportaba como toda una dama. Casi como una... princesa. – dijo, agachando la mirada con consternación.
Link notó que la dura mirada de Ashei ligeramente se volvió más frágil, situación que lo sorprendió un poco.
- ¿Te pasa algo? – preguntó preocupado.
- Nada que te importe, cosas mías... – contestó evasiva.
- Ya, está bien, disculpa... Bueno, cambiando de tema. ¿Tu padre se encuentra en casa? Creo que deberías avisarle que me encuentro aquí.
- Él está de viaje del otro lado de la región, ha ido a buscar provisiones y algunas cosas necesarias para nuestra casa. Todos los meses hace lo mismo.
- Ya veo. ¿Me gustaría saber cómo es posible que ustedes estén aquí?
- Cuando conocimos a la reina Rutela nos sorprendimos enormemente, pues como ya sabrás, se supone que los Zoras están extintos.
- Lo sé, yo también me sorprendí bastante al ver a esa raza.
- Bueno, el asunto aquí es que mi padre hizo algo muy importante por la reina y su hija. Ella en agradecimiento le ofreció este sitio para que viva conmigo.
- ¿Por qué la reina le ofreció a tu padre un lugar como este? Es tan frío y desolado.
El semblante de la joven se tornó serio ante esas palabras, pues las razones de las mismas comenzaron a invadir su mente, causándole una profunda incomodidad.
- No comprendo qué te sucede. – preguntó Link.
- Ni tampoco es necesario que lo hagas. Lo único que debes saber es que mi padre deseaba encontrar un lugar lejano y deshabitado para nosotros, y viendo que la reina le ofreció eso, no dudó en aceptarlo. – respondió Ashei con frialdad.
- ¿Y tú estuviste de acuerdo?
- En ese momento yo no estaba en capacidad de opinar nada. Por esa razón él tomó todas las decisiones, las cuales a estas alturas ya dejé de cuestionarle, pues no tiene caso hacerlo.
- ¿De qué tierra vienen ustedes? Pues con lo que me cuentas imagino que estaban saliendo de algu...
- Tu interrogatorio acaba de terminar. Es hora que tú me digas qué haces aquí. – preguntó con severidad.
El príncipe se dio cuenta de que Ashei no estaba siendo del todo sincera, había aún muchas cosas que le estaba ocultando. Por ese motivo decidió también contarle los motivos de su llegada al Pico Nevado, con una versión diferente.
- Bueno, mi situación es parecida a la de tu padre. La reina me hizo un gran favor, y en agradecimiento ofrecí hacer lo que ella me pida.
- Vaya...
Ashei intuyó inmediatamente que Link estaba jugando su mismo juego, sin embargo, no iba a pedirle detalles, pues eso significaba que ella tendría que hacer lo mismo con sus explicaciones.
- ¿Y finalmente qué te pidió?
- Me pidió que busque un tesoro escondido que se encuentra en un barco hundido. Suena como un cuento infantil, ¿verdad? – preguntó Link, soltando una pequeña risa.
- Para otros puede ser que sí, pero para mí de ninguna manera, pues yo conozco perfectamente donde está hundido ese barco.
- ¿En serio? – preguntó sorprendido.
- Claro que sí, fue precisamente cerca de ahí que encontramos a Serbot. Está a una hora de aquí, hundido en un enorme lago cubierto por una gruesa capa de hielo. Lo que me pregunto es cómo vas a llegar hasta él, pues si piensas ir nadando sería como suicidarte, tanto por la profundidad como lo heladas que son esas aguas.
- Eso no es problema, pues la princesa Ruto me dio una armadura especial para esos casos. Con ella podré respirar bajo el agua y protegerme de las temperaturas.
- Has venido preparado...
- Así es. Me gustaría pedirte de favor si podrías llevarme a ese lugar.
- Si es para que cumplas con un pedido de la reina Rutela, no puedo negarme a ello, pues como te dije hace un momento mi padre y yo le debemos mucho.
- Muchas gracias por tu ayuda.
- Mañana temprano iremos para allá, ya que al parecer esta noche habrá una fuerte tormenta. Prepararé una habitación para que descanses.
- Una vez más, muchas gracias por tu hospitalidad.
Luego de finalizada su conversación, Ashei llevó al príncipe a una de las habitaciones de la mansión, pensando en sus adentros cuál podría ser el verdadero motivo de la venida del joven al Pico Nevado.
...
Una vez que Link estuvo instalado en su habitación, sus compañeras tuvieron la libertad de aparecerse ante él para conversar.
- Esta tipa sí que es una loca. – comentó la twili.
- No es una loca, Midna, simplemente tiene un carácter fuerte. No deberías hablar así de Ashei, pues es gracias a ella que tenemos un sitio donde dormir cómodos. Todo este tiempo hemos dormido en la deriva y muriéndonos de frío.
- "Hemos" me suena a multitud, pues cuando nos separamos imagino que debes haber tenido una muy placentera fuente de calor para sentirte abrigadito. ¿No es así? – preguntó, mirando a Link a los ojos con intensidad.
Debido a los nervios, el joven comenzó a toser sonoramente, esforzándose por calmarse para no levantar sospechas.
- Eh... yo... Cl... ¡Claro que no! ¿Cómo se te ocurre eso? – preguntó, completamente sonrojado.
- Princesa, ¿cómo puedes creer que Link va a estar caliente en un clima como este? El pobre debe haber pasado mucho frío y soledad sin nuestra presencia. – dijo Navi, defendiendo a su amigo.
- Sí, Navi... no te imaginas cuánto. – dijo Link, respaldándose en la defensa del hada.
- Sí, claro...
- Midna, es mejor que vayas a dormir a tu cama. Mañana temprano saldremos a donde se encuentra el galeón hundido. – pidió el joven, quien aún seguía ruborizado y nervioso.
- Está bien, buenas noches a todos.
- Buenas noches, Link. – se despidió el hada.
- Buenas noches. Que descansen.
A diferencia de sus compañeras, a Link le costó conciliar el sueño, pues la ansiedad de saber que estaba muy cerca de conseguir la última llama sagrada lo había invadido por completo.
...
Cuando los rayos del sol ya habían hecho acto de presencia en las gélidas tierras, Link ya se encontraba listo para partir al galeón hundido.
En esos momentos, estaba frente al espejo, arreglando los últimos detalles de su armadura Zora, la cual le había quedado a la perfección, como si hubiera sido hecha para él; además, debido a la especial protección que poseía, era perfecto para cubrirlo del frío.
- Vaya, pareces todo un príncipe Zora. Imagino que así se te vería si te hubieras casado con la caprichosa princesa Ruto. – mencionó Midna.
- ¡Ni lo menciones! – dijo el príncipe, espantado.
- No molestes a Link. Se lo ve muy apuesto con su traje.
- Gracias, Navi, al menos tú sí me haces sentir bien.
- Bueno, no voy a negar que el muchacho tiene su gracia, pero imaginarlo con Ruto no tiene precio.
- ¡No más! Dejemos de lado este incómodo tema. Ha llegado la hora de partir.
El joven sacó de su alforja una botella y la abrió dirigiéndola al hada.
- Entra, Navi. Este es el único lugar en donde estarás segura.
- Gracias por cuidarme, pero si hay alguna oportunidad en la que pueda salir, libérame, por favor. Estar encerrada tanto tiempo no es nada bonito.
- Veremos cómo está la situación, pero por ser un barco hundido dudo que eso ocurra.
El hada entró a la botella rápidamente, la cual Link guardó en la seguridad de la alforja de su traje. Luego se dirigió a hablar con Midna.
- Escóndete en mi sombra.
- Esperemos que este sitio no sea tan inseguro como el anterior, pues no me gustaría que te enfrentes solo a todo.
- Por ahora no pensemos en eso. Lo único que importa es llegar allí de una vez.
Acabada la conversación, Midna se escondió en la sombra del héroe, el cual salió de la habitación para encontrarse con Ashei, quien lo estaba esperando para desayunar antes de partir.
...
Luego de un largo camino recorrido, Link, Ashei y Serbot llegaron al sitio en donde se encontraba el galeón hundido, el cual se podía visualizar a la lejanía debajo de la capa de hielo.
- El barco inexplicablemente me causa nostalgia. – dijo el robot.
- Ha de ser porque aquí te encontramos mi padre y yo.
- No tengo muchos recuerdos de mi vida. La única imagen que tengo en mi mente es que me despedí de mi antiguo amo y bajé del mar de nubes para venir a vivir con mis semejantes, pues según el amo verdoso, había más de mi especie en este sitio. Luego de eso no recuerdo nada, todo se volvió negro. Imagino que en el camino me descompuse. – relató, sintiéndose entristecido.
- Ya no te entristezcas por eso, pues gracias a mi padre regresarte a la vida.
- Es cierto, le debo tanto al señor Dante.
- Bueno, es mejor que hagas un agujero en el suelo congelado. Link debe sumergirse cuanto antes.
Luego de terminar de hablar con su ama, el robot se acercó hasta Link, quien aún seguía observando el galeón a través de la dura estructura de hielo.
- Amo verdoso... o mejor dicho, amo azulado. Necesito que te retires para poder perforar el suelo.
- Ya... está bien.
Tal y como lo pidió Serbot, Link se retiró del lugar en donde se encontraba, oportunidad que el robot aprovechó para tomar una enorme roca que se encontraba cerca y ascender con ella hasta las alturas, para después lanzarla de manera descendente.
- Ya está, amo azulado. Ni en un millón de años hubieras podido romperla, pues no eres tan fuerte como yo.
- Este... muchas gracias, Serbot. – dijo Link, mirando al robot con confusión.
- Bueno, Link, ha llegado el momento de que te marches. Cuando encuentres el famoso "tesoro escondido", ven a mi casa para repongas energías, pues imagino que la búsqueda te dejará agotado. – sugirió la joven.
- Gracias por el ofrecimiento, lo tendré en cuenta. Nos vemos pronto, Ashei.
El joven observó el agujero por el que iba a sumergirse, sintiendo como el miedo comenzaba a apoderarse de él al no saber lo que le esperaba. Esta era la primera vez que iba a dentarse a un mundo desconocido, pues a diferencia de los otros templos, este estaba completamente rodeado de agua y rogaba a las Diosas que el traje sea fuerte para protegerlo.
- ¡No sea cobarde! ¡Lánzate de una vez!
Con poca delicadeza, el robot lanzó a Link al agua, haciendo que este salga de su trance y grite debido a la sorpresa.
- ¡Oye! ¡No hagas eso! – reclamó Link, enojado.
- ¡Ya lo hice! ¡Vete de una vez!
Ashei se rio a carcajadas ante la actitud del príncipe, haciendo que el enojo del mismo se convierta también en una pequeña risa.
Una vez que las burlas finalizaron, los jóvenes se dieron una última despedida con la mano. Link se sumergió a las congeladas aguas, sin imaginarse que en su búsqueda iba a encontrarse con una de sus peores pesadillas.
...
Ashei y Serbot regresaban a su hogar luego de haber llevado al príncipe hasta el barco hundido, mientras conversaban sobre la misteriosa llegada del joven a las frías tierras.
Cuando se encontraron cerca de su casa, ambos se sobresaltaron, pues frente a la puerta estaba un recién llegado totalmente encapuchado.
- ¡Papá!
- ¡Señor Dante!
La joven corrió al encuentro con su padre siendo seguida por el robot, y cuando estuvo cerca de él lo abrazó cariñosamente. El hombre le correspondió de la misma manera.
- ¡Papá, llegaste antes de lo pensado!
- ¡Hija mía, no hay tiempo para conversar!
- ¿Qué sucede? – preguntó asustada.
- Encontré herida a esta criatura, al parecer está agonizando. Tenemos que hacer algo para salvarla.
- ¿Criatura?
El hombre le enseñó a su hija un bulto cubierto por un pedazo de tela. Cuando Ashei lo abrió no dio tregua a lo que veía.
- ¡Imposible! Pero si esto es...
...
Ganondorf se encontraba sentado en su trono con una sonrisa engrandecida. Desde hace tiempo había estado trabajando en algo muy importante, un instrumento que le ayudaría a salir victorioso en todo lo que se había propuesto, tanto en vencer al Héroe Elegido como en encontrar a la Princesa del Destino, y estaba seguro de que eso les causaría un inmenso terror a ambos cuando se encontraran de frente con tan inesperado suceso.
Luego de unos minutos de regocijarse con sus anhelados triunfos, escuchó el sonido de la puerta, haciendo que esta se abra por sí sola por medio de un chasquido de sus dedos.
- ¿Me mandó a llamar, amo?
Ganondorf, se puso de pie y se asomó a una de las ventanas de la sala, y desde la distancia le respondió a Grahim.
- Sé lo que has hecho todo este tiempo. Estuviste en la caza de la princesa, misión en la que fracasaste. – dijo con seriedad.
El Señor de los Demonios se quedó en silencio, sintiendo como la vergüenza embargaba su oscura alma, pues el demostrarse derrotado frente a su apreciado amo lo hacía sentir menos que la escoria.
- Amo, yo deseaba sorprenderlo, mas cometí un terrible error al haber subestimado a la maldita mocosa. No tiene nada que ver con la niña que busqué incansablemente para su resurrección, pues esta era toda una guerrera con grandes poderes mágicos.
- No me sorprende lo que me dices, si cuando la capturé era poderosa, no quiero imaginarme como estará ahora que está en manos de esa infeliz de la sheikah. – dijo Ganondorf, enfureciéndose.
- No puedo perdonarme a mí mismo por haberle fallado, merezco perder la vida con su propia mano debido a mi incompetencia. – dijo Grahim, sintiéndose mal.
El rey maligno rio a carcajadas ante las palabras de su sirviente, haciendo que este se sorprenda ante ello.
- Tú no eres el indicado para encontrar a Zelda... y en estas circunstancias, ni yo mismo soy capaz de eso.
- ¿Ah? ¿A qué se refiere, señor?
- A estos bastardos no podemos manipularlos por la fuerza. Son sus sentimientos y emociones los que les harán caer en la trampa. Tengo el instrumento para lograr aquello. Prepárate a conocer lo que he estado invocando todo este tiempo...
Ganondorf apareció en la habitación un portal cubierto de oscuridad, el cual poco a poco engrandeció su tamaño, permitiendo que del mismo salga un misterioso ser.
- Pe... pero si es...
...
Comentarios finales:
Ya muchos deben haberse esperado que la misteriosa mujer se trataba de Ashei, o como la llaman muchos en TP, Ashei. Físicamente, es como la del juego, solo que le cambié el peinado debido a que el original no me gusta mucho y no le resalta nada su belleza.
Sé que muchos deben estar pensando en las palabras que dijo Zelda al inicio de la historia, donde indicaba que su amiga había muerto en su presencia... pues es cierto que ella vio eso, pero luego sucedió algo que contradijo completamente esa teoría, cosa que sabrán más adelante.
Como indiqué en el anterior capítulo, hubo una parte en la historia en donde indirectamente dije que ella estaba viva... justo en el capítulo 23.
No sé si lo habrán notado, pero otra referencia de Ashei la he dado en todo lo que lleva la parte de la aventura, pues he usado a los miembros de "La Resistencia". Moy ayudó a Link dándole el conjuro para que se comunique con los espíritus, Shad le dio la oración para que rompa el sello de la Montaña de la Muerte, Ashei le indicó cómo llegar al galeón hundido... en este caso solo falta Auru, que lo ayudará posterior consiga la última llama.
En este capítulo he dejado muchos misterios, tanto en la conversación de Zelda con las Diosas, como lo que sucedió al final del mismo. Si son intuitivos ya deben saber quiénes serán los seres aparecidos.
El espejo Azael le dio a Zelda lo tomé del juego de HW. No lo confundan con el Lente de la Verdad, a pesar de que dicen que los dos son lo mismo.
Lo de la pulsera de Impa también debe haberles parecido extraño, pero si observaron detenidamente el final del juego de SS, pudieron darse cuenta de que Zelda le dio a su protectora la que portaba en su mano izquierda y desde ese momento ya no se volvió a enfocar esa mano, así que saqué esa pequeña idea de que la había entregado a la tribu sheikah basándome en esa referencia.
Espero hayan disfrutado este capítulo. Nos estamos leyendo ^^
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