24. Nefasta revelación
El príncipe seguía tocando la puerta con verdadera desesperación. No comprendía cómo Ilia había sido capaz de crear tal escenario para desprestigiarlo con su esposa. Eso no solo lo provocó que lo invada una enorme rabia hacia esa ella, sino que jamás la iba a perdonar que por su culpa su amada estuviera sufriendo.
- ¡Zelda, necesito que me dejes hablar, por favor! Yo salvé a Ilia de morir en manos de unos Moblins y fue ahí me quitó el antifaz, luego no sé qué hizo, pero perdí el conocimiento. También estoy seguro de que ella robó el anillo. Te juro que las cosas son así. ¡Créeme! – suplicó entre lágrimas.
- ¡Basta de mentir! Esa mujer ha aprovechado algunas ocasiones para acercarse a ti, además estos cambios que has mostrado las últimas semanas, como la mentira de la vez pasada, cuando supuestamente tuviste la reunión con el Ministro de Comercio. Ya tengo todo claro, tú ya te estabas entendiendo con ella y por eso pasaron la noche juntos.
- ¡Yo no me he acostado con ella! La única mujer con la que he dormido ha sido contigo; y referente al ministro, te juro que fue para ocultarte lo del anillo, quería sorprenderte y por eso mentí.
- ¡Déjame en paz, no quiero seguirte escuchando! ¡Déjame sola!
Link no quería que su esposa siga alterada, por eso decidió que lo mejor en esos momentos era dejarla sola.
- Está bien... te voy a dejar sola para que estés tranquila, pero por favor, te suplico que ya no llores. Me rompe el corazón que sufras de esa manera.
- No digas mentiras, si así fuera no me hubieras lastimado de esta forma. Vete, no quiero hablar contigo.
Totalmente devastado, Link se alejó de su recámara. Tenía tantos deseos de tumbar la puerta y pedirle a su esposa que recapacitara, pero al mismo tiempo no quería que se siga perturbando, pues así no haya sido su culpa, él era el causante de su sufrimiento.
...
Al día siguiente el príncipe estaba sentado en uno de los muebles de la sala recordando el horrible momento que vivió recientemente, se sentía tan consternado, que ni siquiera durmió en toda la noche. También le dio el día libre a la servidumbre para que no se enteraran de nada. Por suerte, todos dormían puertas afuera.
Una vez más decidió encaminarse hacia su habitación para hablar con Zelda, tenía que convencerla de que él no era culpable de nada, pero cuando se disponía a abrir la puerta, pudo ver ella salía con el rostro ojeroso y consumido por las lágrimas.
- Qué bueno que estés más tranquila... te pido que hablemos sobre lo que ha pasado. – pidió Link, hablando sereno.
- Link... ayer estuve pensando toda la noche y he tomado una decisión referente a nosotros.
- ¿Decisión?
La joven se sacó el anillo de bodas y se lo entregó a Link. Esa acción provocó que él sienta una dolorosa punzada en el pecho.
- No... – dijo al borde de las lágrimas.
- Pido la anulación de nuestro matrimonio, no quiero seguir a tu lado después de tu traición. – indicó con firmeza.
El príncipe quedó impactado con las palabras de su esposa, le rogaba a las Diosas que nada de lo que estaba pasando fuera cierto, pero lamentablemente todo era una triste y dolorosa realidad. Fue tan brutal el golpe que recibió que se alteró en sobremanera y agarró a su esposa de los hombros para empezar a reclamarle descontrolado.
- ¡No puedes hacer eso! Nuestro matrimonio ha sido bendecido por las Diosas y solo la muerte puede terminarlo. ¡No vamos a separarnos! ¡No lo voy a permitir! – contestó enojado.
- Claro que podemos separarnos, no tenemos hijos, así que eso será una gran ventaja para anular nuestro matrimonio. Ya no confío en ti y no creo volver a hacerlo nunca más. – respondió determinada.
- ¿Y nuestros padres? ¿Qué les diremos a ellos? Ellos unieron nuestras vidas y se sentirán destrozados por nuestra separación.
- No quiero que por ningún motivo ellos sepan la razón de nuestra separación. Ya veremos que les inventamos para que apoyen nuestra decisión.
- ¡Tu decisión! Y yo no pienso ocultarles nada porque todo esto es un error. ¡En este momento iremos a hablar con tus padres para decirles la verdad!
- ¡No lo haré! No tienes idea la vergüenza e indignación que siento con todo esto... además ellos te creerán porque están ciegos por tu supuesta bondad, al igual como yo lo estuve.
- Estás siendo muy injusta conmigo y me estás lastimando con esa actitud. – indicó enojado, entre sollozos.
- No más de lo que tú lo has hecho... Bueno, ya sabes que no deseo que les digas nada a mis padres, porque si lo haces voy a terminar odiándote.
La princesa volvió a entrar a la habitación para encerrarse, y aunque no lo diera a notar por el serio semblante que mostró hacia su esposo, se sentía totalmente destrozaba por todo lo que estaba ocurriendo. Por otra parte, Link estaba terriblemente dolido e impactado, ver a su amada hablarle de manera tan seca e indiferente lo mataba en vida. Esa mirada de frialdad por parte de ella no era como la que tenía en la época en la que estuvo distante, pues esta estaba llena de resentimiento y decepción indescriptibles.
Link no se iba a quedar con los brazos cruzados, él iba a demostrarle a su esposa que no era culpable de nada, así que fue hablar con Cocu y Gracielle para que le expliquen lo ocurrido en el anterior día.
...
Ya en la mansión de los marqueses, los jóvenes le contaron todo lo ocurrido al príncipe. Con cada palabra, Link sentía hervir la sangre y por primera vez tuvo deseos de venganza y odio hacia alguien; en este caso, hacia Ilia.
El joven también decidió contarles todo lo ocurrido la noche en la que Ilia descubrió su identidad. A esas alturas ya sabía que sus amigos conocían su alter ego, así que se les relató los hechos con toda la sinceridad que lo caracterizaba.
- Esa es toda la verdad, amigos, yo les juro por el gran amor que siento por Zelda que no hice nada indebido. Jamás me hubiera imaginado que la persona a la que salvé fuera Ilia, y mucho menos aún que conociera mi identidad para llevarse el antifaz y el anillo.
- Link, quiero que sepas que mi esposa y yo hablamos de este tema anoche y llegamos a la conclusión de que te creemos. Nos has demostrado ser un hombre íntegro, incapaz de cometer semejante falta, por eso no podemos dar crédito a lo que Zelda cree, a pesar de que nosotros vimos esa situación.
- Se los agradezco, en serio necesito lograr que mi esposa me crea. – indicó entristecido.
- Voy a ir a hablar con ella en este momento, trataré de convencerla de que deje atrás sus ideas, pero también te pido que la entiendas. Zelda siempre estuvo reacia a enamorarse por miedo a salir lastimada, y ahora que lo está se siente devastada... además todo esto es por culpa de esa indeseable mujer, precisamente la que se entrometió en la relación de nuestra difunta amiga. – afirmó enojada.
- Por favor, Gracielle, ayúdame, me siento impotente e inútil de no lograr nada, mi relación con ella está en juego, pues hace un rato me pidió la anulación de nuestro matrimonio.
- ¿¡Qué cosa!? – preguntó el joven impactado.
- Quiere separarse de mí, me dio el anillo de bodas y me dijo que no quería seguir a mi lado por traidor.
- ¡No pueden separarse! Te juro que trataré de convencerla, voy para allá inmediatamente.
- Gracias por tu ayuda, ella no quiere verme ni escucharme. Espero que tú puedas convencerla.
- Haré lo posible, ya regreso.
- Mi amor, no vayas a caminar tan aprisa, hazlo despacio para que no te haga daño ni a ti ni al bebé. – indicó el marqués preocupado.
- No te preocupes, amor, iré con cuidado.
Una vez que Gracielle se retiró, los jóvenes se quedaron solos conversando del mismo problemático tema. Link estaba decidido a reclamarle a Ilia por su actuar.
- Necesito encontrar a esa mujer, no pienso perdonarle nunca el daño que nos ha causado a Zelda y a mí. – dijo enfurecido.
- Yo te ayudaré a encontrarla, se ha de estar hospedado en alguno de los hoteles u hostales de la ciudadela. Recuerda que cuando la conocimos le reclamó a Shad que tenían que buscar donde dormir.
- Voy a enviar a un investigador a buscarla, y una vez que la encuentre se va a arrepentir de su comportamiento.
...
Con el pasar de las semanas, los reyes estaban extrañados por la actitud de su hija, pues realizaba sus labores con un semblante entristecido y casi no conversaba con ellos. Decidieron preguntarle al príncipe que ocurría con ella, pero por más que él deseara decirles la verdad, no podía confesárselas, pues no quería que Zelda lo odie al revelar algo que ella mismo le prohibió.
Desde la pelea, los jóvenes durmieron en habitaciones separadas, levantando sospechas en la servidumbre de que algo ocurría, y a pesar de que ellos nunca preguntaban nada, Link estaba seguro de que corrían con chismes por todo el palacio. A él las habladurías lo tenían sin cuidado, lo único que no quería era que estas no se metan con su amada.
Link se sentía impotente y frustrado, no solo porque aún no había noticias sobre Ilia, sino porque pudo notar que su amada se estaba enfermando debido a la depresión. Zelda se pasaba horas encerrada en su habitación y no comía lo suficiente, lo que causaba que él se desespere y le ruegue que se cuide, pero ella no lo escuchaba. Gracielle iba todos los días a visitarla y por suerte era la única a la que recibía sin disimular su estado.
- Zelda, te estás dejando consumir por todo este problema, llevo semanas suplicándote que creas en Link. ¡Él no hizo nada!
- Por más que deseo no puedo creerle, me siento tan herida por lo que ha hecho. – exclamó llorando.
- ¿Sabes a quién me estás recordando? ¡A Ashei! Ella siempre se caracterizó por ser una mujer fuerte y la traición de Shad la consumió hasta matarla. Así como tú, ella se deprimió y dejó de comer. No quiero que eso te pase. – indicó preocupada.
- Talvez eso sea lo mejor, morirme de una vez...
- ¡No voy a seguirte escuchando! No puedo creer que la mujer que está frente a mi sea mi mejor amiga. Ya perdí a una de esta manera y no quiero que eso pase contigo. – dijo, casi entre las lágrimas.
- Perdóname, Gracielle, pero esto me supera.
La marquesa salió de la habitación, ofuscada debido a la terquedad de la princesa, no pudo evitar llorar debido al estado en el que se encontraba, pues no había manera de hacerla cambiar de opinión.
Link se encontraba en la sala esperando a ver si Gracielle logró convencer a su esposa. A pesar de que trataba de mostrarse fuerte, él también estaba muy deprimido, solo que no podía dejarse vencer hasta demostrar su inocencia.
Cuando el joven notó que la marquesa salió de la habitación, se acercó rápidamente hacia ella para que le cuente lo que habló con Zelda.
- ¿Lograste convencerla? – preguntó ansioso.
- No pude hacerlo. Lo siento, Link. – indicó entre lágrimas.
- ¿Qué fue lo que hablaron? ¿Por qué estás llorando?
- Porque tengo miedo. Nuestra fallecida amiga pasó por la misma depresión que ella y temo que termine igual. Zelda está decidida a separarse de ti, pues su corazón y orgullo están heridos. Tu presencia le hace daño, sé que es duro lo que te digo, pero es la verdad.
Las palabras de Gracielle provocaron que Link se entristezca enormemente, pero de ninguna manera iba a permitir que su esposa se siga consumiendo.
- Ya no llores, eso solo les hará daño a ti y al bebé. Te acompaño a casa y después vendré a hablar con Zelda. – dijo, disimulando una sonrisa.
- No creo que te escuche, ella...
- Esta vez sí lo hará... créeme que sí.
Link acompañó a Gracielle a su casa, para luego regresar a la suya y tener con su esposa una determinante conversación.
...
La princesa se encontraba en su habitación mirando el cielo por una de las ventanas, mientras se dejaba consumir por las lágrimas. En la mesa del escritorio había un plato de comida que ni siquiera había tocado, pues el dolor y la amargura la estaban absorbiendo de la peor manera.
Pudo escuchar que alguien entró a su habitación, cosa que se le hizo extraña, pues recordó haberle puesto seguro, así que se dio la vuelta y pudo ver que frente a ella se encontraba su esposo.
- ¿Qué haces aquí? ¡No puedo creer que te hayas atrevido a abrir la puerta sin consultarme! – reclamó enojada.
- Te recuerdo que esta también es mi habitación, así que si quiero puedo entrar. Tenemos que hablar. Ya no puedes seguir actuando de esa manera, si no comes va a enfermarte más. – dijo preocupado.
- ¡Ese no es tu problema! ¡Quiero que te vayas! Si no lo haces, seré yo la que...
- Eso no es necesario... pues el que se irá seré yo. – dijo determinado.
- ¿Qué...?
- Te tomo la palabra... vamos a separarnos, pues prefiero no estar a tu lado antes de ver cómo te estás muriendo.
Zelda no pudo evitar sentir una dolorosa opresión en el pecho por las palabras del joven, pero a pesar de eso no cambió su dureza.
- Me parece bien que hayas aceptado la separación. Ahora eres libre de irte con esa mujer. – indicó fingiendo seguridad.
- ¡No digas eso! Yo a esa mujer no la amo, pero pienso buscarla hasta el cansancio, no para que venga a explicarte lo que sucedió, pues no quiero exponerte ante ella, sino para reclamarle por todo esto. – respondió enojado.
- Haz lo que quieras, me tiene sin cuidado lo que hagas con tu vida.
- ¡No mientas! Puedo ver detrás de tanta rabia que aún me amas, pero si entre nosotros no hay confianza, no vale la pena que sigamos juntos.
- Link...
- Me duele tanto que no confíes en mí y que nuestro matrimonio esté arruinado por un malentendido que te ha dejado totalmente ciega a la realidad. – manifestó dolido.
- Yo dejé de amarte en el momento que me ofendiste, así que es mejor que recojas tus cosas y te vayas de una vez.
El príncipe se sintió a morir. Escuchar que su esposa había dejado de amarlo era algo devastador para él, sabía que hablaba así producto del enojo y resentimiento, pero aun así escuchar tan duras palabras lo ofendía en sobremanera.
- No necesito recoger nada, lo único que deseo llevarme son todas las penas por las que estamos pasando y destruirlas con mis propias manos. No eres la única que está ofendida, pues me duele que no me creas, y tampoco voy a seguir aquí viendo cómo te destruyes. Así como tú, yo también tengo orgullo y no pienso estar a tu lado si me crees un traidor. – dijo resentido.
- Ten por seguro que una vez que te vayas volveré a ser la misma de antes de casarnos, despreocupada y sin necesidad de sentir amor por nadie. – dijo con sarcasmo.
Link se disponía a retirarse, pero antes se acercó a su esposa y con lágrimas en los ojos la besó apasionadamente a la fuerza. Tenía deseos de grabar sus labios por última vez y guardar esa cálida sensación en su corazón por el resto de su vida.
Por otra parte, la princesa intentó zafarse de él, pero se dejó llevar mientras sus lágrimas resbalaban. El príncipe detuvo el beso para poder hablarle.
- Gracias por todo, tenerte y amarte fue lo más maravilloso que tuve en la vida. Espero que ahora que no me verás más, estés tranquila. Arregla lo necesario para la anulación de nuestro matrimonio, y cuando todo esté listo me avisas para venir a firmar lo necesario. Te amo tanto que con tal de que seas feliz estoy dispuesto a separarme de ti.
- Link, yo...
- Adiós, Zelda. Hasta siempre. – se despidió desgarrado.
El príncipe se fue de la habitación con lágrimas en los ojos, dejando a Zelda totalmente destrozada, pues a pesar de que se sentía dolida por su supuesta traición, lo seguía amando, y saber que no lo vería la hundía en la más profunda de las tristezas.
...
Link estaba decidido a irse del reino, lejos de Zelda. Sin embargo, antes pasó por el despacho del Rey para despedirse y contarle las razones por las que se iba a separar de su hija.
- Buenas noches, mi rey, tengo que hablar con usted algo muy importante. – dijo serio.
- Claro, hijo, ¿Qué sucede? – preguntó preocupado.
- Vengo a contarle lo que está sucediendo con mi esposa.
- ¿Ya sabes los motivos de su malestar?
- Siempre los supe, pero no comenté nada por petición de ella. Zelda desea la anulación de nuestro matrimonio y pienso dársela a pesar de mi negativa.
Daphnes se impactó en sobremanera con las palabras de su yerno, creyó que sus oídos lo estaban engañando.
- ¿Qué has dicho? ¿Separarse? – preguntó entrecortado.
- Sí, lo que pasa es que ella cree que la he traicionado con otra mujer y puedo jurarle por mis padres que las cosas no son así. – respondió apenado.
- ¡La verdad estoy confundido, explícate mejor, muchacho!
Link le contó todo lo ocurrido a su suegro. Con cada palabra, el rey se sentía devastado y dolido con la situación, pero al mismo tiempo, pudo observar sinceridad en la mirada del joven. Definitivamente, su hija había perdido el juicio debido al rencor y resentimiento.
- ¡Voy a hablar con esta niña inmediatamente! Ustedes no pueden separarse, su deber es estar juntos por mandato divino. – exclamó exasperado.
- Le suplico, no diga nada, por favor. Ella me exigió que no les revele esto ni a usted ni a su esposa, pues se siente dolida y avergonzada al creerse traicionada.
- Yo te creo, Link. Por favor, no te vayas, te aseguro que encontraremos una solución para que se arreglen. – pidió angustiado.
- No hay arreglo, nada de lo que haga la hará cambiar de parecer, y la entiendo, pues para mí una traición también es algo imperdonable, y talvez si estuviera en su lugar haría lo mismo... pero en este caso yo no he hecho nada y me duele profundamente que ella no me crea.
- Tu espíritu es noble, tus padres te criaron de la mejor manera y sé que serías incapaz de lastimar a mi hija con semejante afrenta.
- Nunca, pues yo amo a Zelda con todo mi corazón, pero lamentablemente me he rendido ante ella... y también me duele que me crea el peor de los hombres.
- ¿No te das cuenta de que tú también te estás dejando llevar por el rencor? Te ofende que ella no te crea y por eso dejas de luchar.
- Lo lamento, pero las fuerzas se me acabaron, esto no es solo por mi dignidad herida, también es porque mi presencia la está enfermando. No quiero que por mi causa ella termine mal.
- Pero hijo...
- Despídame de la reina, y una vez que encuentre un lugar se lo haré saber, pues necesito que apenas sepa el día de nuestra anulación matrimonial, me lo informe... y por favor, trate de que nadie se entere de esto, no deseo que el nombre de Zelda esté en boca de todos, por lo menos no hasta que nos separemos. Les agradezco por todo el cariño recibido y esta separación no solo me afecta por mi esposa, también es por ustedes, que son mi familia.
- Link...
- Hasta pronto, mi rey.
Link hizo una reverencia para despedirse, mientras que el rey se quedó observando consternado la lejanía de su yerno. No podía permitir que los jóvenes se separen, pero no podía hacerlo solo, así que decidió escribirle una carta al duque revelándole todo lo que estaba sucediendo con sus hijos, a pesar de haberle prometido al joven callar.
...
Link se cubrió con una capucha para salir junto con Epona del palacio y no ser reconocido por las personas del pueblo, pero antes de subirse a esta, fue interrumpido por una persona.
- Lo he buscado por todas partes, Alteza, le informo que ya encontré la casa donde se está quedando la joven a la que ha estado buscando.
- ¿En serio? ¿Dónde se encuentra? – preguntó ansioso.
El investigador le entregó a Link un papel con la dirección de la casa de Ilia; ahora sí iba a reclamarle su bajeza de una vez por todas.
- Muchas gracias, en este momento iré a verla.
- Un placer servirle, Príncipe. Con permiso.
...
La puerta de la vieja casa estaba sonando con fuerza a altas horas de la noche. Ilia estaba molesta debido a los ruidos que perturbaban su sueño, así que, malhumorada, fue a abrirla.
- ¿Se puede saber quién rayos...?
La joven se quedó en silencio al descubrir que la persona que tocaba la puerta era el príncipe. Inmediatamente, su enojo fue reemplazado por una sonrisa, pensando que su plan había resultado exitoso y que por fin ambos estarían juntos.
- Por fin has venido, estoy feliz de...
Sus palabras fueron interrumpidas, pues el joven la agarró por el cuello y la arrimó a una de las paredes de la casa.
- ¡Cómo pudiste atreverte a semejante bajeza! ¡Por tu culpa mi esposa cree que la he traicionado contigo! – reclamó irascible.
Ilia se quedó sorprendida ante las palabras del príncipe, pues según el oráculo del hechicero, una vez que Zelda descubra la supuesta traición y le pidiera anular el matrimonio, el joven vendría a ella para estar juntos.
- ¿Qué has dicho? No sé de qué hablas. – preguntó fingiendo intriga.
- ¡No te hagas la tonta! Usaste mi antifaz y el anillo para confundir a Zelda, por eso ella cree que pasé la noche contigo. ¿Qué es lo que te sucede? ¿Qué tanto deseas de mí para hacerme daño de esta manera?
- Yo te amo y deseo tenerte a mi lado, por eso hice lo que hice. Yo no seré una princesa, pero soy mejor mujer para ti que la mustia de tu esposa.
Link dio un puñetazo a la pared cercana al rostro de Ilia, espantándola en el camino. Nunca pensó ver a un joven tan apacible y tranquilo consumido por la ira.
- Si vuelves a hablar así de Zelda, me olvidaré que eres una mujer y te destrozaré. – dijo, hablando bajo y respirando agitadamente.
- Link...
- ¿Amor? Lo que tu sientes no es amor, es puro capricho e interés. Yo amo a Zelda, no porque sea una princesa, la amo por lo que ella es por dentro y por fuera. Una mujer de noble corazón, además de muy bella, muy superior a ti, y por culpa de tus malditas calumnias está sufriendo al igual que yo.
- Yo...
- Jamás te perdonaré el haberte metido con lo más valioso que tengo. ¡Me has destrozado la vida!
Ilia pudo notar que la rabia del príncipe era acompañada por dolorosas lágrimas. Y por primera vez en mucho tiempo, sintió culpa y arrepentimiento por sus actos. Jamás creyó que su ambición por obtener lo que quería la llevaría tan lejos y arruinaría la vida de otras personas.
- Link... la verdad no sé qué decirte. Te devuelvo el anillo y vamos a hablar con tu esposa para que se arreglen las cosas. – propuso angustiada.
- ¿Perdón? No pienso exponer a Zelda a tu presencia. Ya todo está arruinado y no tiene arreglo... y referente al anillo, quédatelo, ya está contaminado por tus sucios actos y, por lo tanto, no es digno de estar en las manos de mi esposa.
- En serio, estoy arrepentida, permíteme arreglar las cosas.
Link sacó un sobre de su bolsillo y se lo entregó a Ilia, quien se sintió extrañada al no saber lo que era.
- ¿Qué es esto?
- Es una orden que indica que en tres días te debes largar de este reino. No quiero que sigas viviendo tan cerca de mi esposa y que le hagas daño con el veneno de tu alma.
- ¿¡Qué!? ¡Pero no tengo a donde ir!
- ¡Eso a mí no me importa! Por tu cuenta has aprendido a vivir por medio de otros, así que no te será difícil encontrar a quien arrimarte. Agradece que te di tres días para que te vayas, y si no lo haces, los soldados vendrán a buscarte y te encarcelarán por incumplir con mi mandato. ¡Ya estás avisada!
Link salió de la vieja casa totalmente ofuscado, dejando a Ilia entristecida debido al arrepentimiento.
- "El fin justifica los medios". Nunca debí creer en tus palabras, mamá...
...
Luego de unas semanas, en el reino de Ordon, el duque se encontraba en su despacho leyendo algunos escritos. Pudo escuchar que tocaron la puerta y cuando dio la orden de pasar, vio que se trataba de uno de los mensajeros con algunas cartas en sus manos.
- Aquí le traje la correspondencia, alteza.
- Muchas gracias por traérmela.
- No es nada, ahora con su permiso, me retiro.
Una vez que el mensajero se fue del despacho, el duque empezó a revisar cada una de las cartas, hasta que descubrió una que le llamó la atención.
- ¿Una carta de Daphnes? Pero recién me envió una la semana pasada.
El duque abrió la carta y a medida que iba leyendo su contenido, sus manos le temblaban terriblemente, no podía creer en las palabras que estaban escritas en dicho papel, donde se relataba que su hijo estaba en proceso de separación de su esposa debido a una supuesta infidelidad.
- No puede ser... Link... mi hijo no sería capaz de...
Sus palabras se vieron truncadas al notar que alguien abrió la puerta de su despacho, así que rápidamente guardó la carta en uno de los cajones y trató de fingirse lo más tranquilo posible.
- Hola, mi amor, venía para recordarte sobre la reunión que tenemos en la tarde. – dijo Aitana, sonriendo.
- Ho... hola, mi vida, gracias por venir a avisarme.
- ¿Te pasa algo? Pareces nervioso.
- Para nada, no te preocupes. Solo que... Daphnes me acaba de enviar una carta pidiéndome que vaya a Hyrule lo más pronto posible, es que tiene en mente una nueva estrategia comercial entre los dos reinos y desea que revisemos el tema.
- Entonces iré contigo, tengo tantos deseos de ver a Link. – dijo alegre.
Demetrio no tuvo el valor de confesarle a su esposa que el príncipe ya no se encontraba en el palacio, pues sabía que si le revelaba que estaba separándose, se alarmaría enormemente.
- También me gustaría que me acompañes, pero en serio necesito que te quedes aquí finalizando algunos trámites. Perdóname por no llevarte. – dijo apenado.
- Ya veo. La verdad, si me entristece no poder ir contigo, pero es también es cierto que debo quedarme. ¿Cuándo te vas?
- Esta misma noche, no deseo retrasarme ni un día más...
...
Luego de unos días, en el reino de Hyrule, los reyes trataban de convencer a su hija de que separarse de su esposo era una locura, que él estaba diciendo la verdad y que por culpa de su desconfianza, el matrimonio de ambos estaba a punto de terminar. Por otra parte, Zelda estaba enojada, pues su padre habló con el sabio Rauru, a quien le contó el problema por el que estaban pasando los jóvenes, y este inmediatamente indicó que de ninguna manera iba a anular su matrimonio, pues eso sería como ir en contra de los designios de las Diosas.
Gracielle estaba en camino a visitar a la princesa. Con el paso de las semanas, su vientre había crecido notoriamente, y estaba contenta de ver que su embarazo estaba avanzando de la mejor manera, pero al mismo tiempo se sentía preocupada de ver la situación por la que estaba pasando su amiga.
Ya al llegar a la mansión, pudo notar a los reyes saliendo de la misma, muy preocupados.
- Buenos días, altezas, por lo que veo no pudieron hacer mucho.
- ¡Estamos desesperados, Gracielle! Nuestra hija no escucha razones, su humor ha cambiado en sobremanera y no acepta comer absolutamente nada. – indicó la reina, angustiada.
- No se preocupe, yo iré a hablar con ella y obligaré a que coma algo.
- Por favor, hija, créeme que ya no sabemos qué hacer con Zelda, además no podemos quedarnos mucho tiempo porque en cualquier momento llegan los duques de Ordon y debemos buscar una solución para que nuestros hijos no se separen. – dijo el rey.
- Pierdan cuidado, vayan a recibir a los duques mientras que yo iré a hablar con Zelda.
...
Gracielle entró a la habitación de la princesa con una bandeja de comida en las manos, estaba dispuesta a obligarla a comer y, una vez más, a hacerla recapacitar para que olvide esa absurda idea de anular el matrimonio.
- Te he traído esto para que comas, no puede ser vivas así.
- No tengo hambre, Gracielle. ¿Acaso eso es tan difícil de entender? – preguntó hastiada.
- ¡Cambia de actitud de una buena vez! Abandona tu idea de separarte.
- Ya está decidido, además Link aceptó de la mejor manera.
- ¿De la mejor manera? Él solo lo hizo para que no te enfermes porque sabía que su presencia te lastimaba, por eso se marchó, y aparte de eso también está ofendido porque no le crees.
- ¡Voy a separarme de él y punto! Así tenga que exigirle al sabio Rauru que lo haga, tendrá que separarnos, además ya no lo amo y no puedo estar con alguien si no es así.
- No te engañes a ti misma, sabes muy bien que lo amas con verdadera devoción, eso lo puedo ver en tu mirada a pesar de la rabia y el rencor que demuestras.
La marquesa pudo notar que su amiga se mareó al ponerse de pie, así que la ayudó a acostarse en la cama de nuevo.
- ¿Si ves lo que te sucede? ¡En este momento vas a comer o no volveremos a ser amigas!
- Está bien... pero no deseo comer esto, quiero algo más ligero, por favor.
- Iré a ver a Elvira para que te prepare otra cosa, espero que esta vez sí puedas comer un poco más.
La marquesa se retiró de la habitación, mientras que la princesa se quedó acostada en su cama derramando algunas lágrimas.
- Detesto sentir esto... pero te extraño tanto, Link. – pensó entristecida.
...
El rey se encontraba afuera de palacio listo para recibir a los duques. Su esposa no pudo estar junto a él debido a una importante reunión a la que tuvo que acudir. Una vez que Daphnes observó que una carroza se detuvo, vio al hombre bajarse de la misma, totalmente consternado.
- Buenos días, Demetrio. Una vez más lamento el haberme demorado tanto en enviarte esa carta, pero estaba tan impactado que no encontraba las palabras necesarias para decírtelo. – dijo el rey.
- Buenos días... entiendo como debes sentirte, yo me siento exactamente igual que tú.
- ¿Y Aitana? ¿No vino contigo?
- No pude decirle la verdad, no quiero que se preocupe. Le indiqué que venía por un asunto de negocios contigo. Sé que hice mal en mentirle, pero no quiero contarle nada hasta tener una solución para todo esto.
- No te preocupes, la verdad tampoco hubiera querido que Celine se entere, pero ella, estando tan cerca de nuestra hija, es algo difícil de ocultar. Si quieres, descansa un poco del viaje y mañana hablamos.
- ¡No, por favor! Vamos a tu despacho y hablemos de una vez, necesito que me digas dónde está mi hijo. No puede ser que se rinda de esa forma y no haga nada para salvar su matrimonio.
- Tranquilo, si perdemos la calma, nada de lo que planeemos nos resultará. Vamos a mi despacho.
...
Ya una vez en el despacho, los soberanos estuvieron conversando sobre el asunto del matrimonio de sus hijos, ninguno de los dos estaba dispuesto a permitir que los jóvenes se separen.
- Tengo que encontrar a mi hijo. ¿Tú sabes dónde está, Daphnes?
- Sé dónde está, pero no lo he ido a visitar porque Cocu, uno de los marqueses del reino, me indicó que está tan deprimido que no desea ver a nadie.
- ¿Ah sí? ¡Pues a mí sí me va a tener que ver! Dime dónde está, por favor. Iré a verlo de inmediato.
- Se está quedando en un pueblo al sur de Hyrule, espero que tú por lo menos puedas hacerlo recapacitar para que regrese, y también para que...
- ¿Qué ocurre? ¿Hay algo más?
- Sí, lo que pasa es que Link... tu hijo se ha dedicado a beber descontroladamente, nada lo para. Imagino lo hace para olvidar.
El duque no pudo creer en las palabras de su consuegro, no hasta verlo con sus propios ojos...
...
Al sur del reino de Hyrule, yace un pequeño pueblo llamado Britai, ahí se encontraba el príncipe hospedándose.
Link conoció este pueblo junto a su esposa cuando estaban de luna de miel, y les gustó que a pesar de ser pequeño, era muy acogedor. El príncipe decidió quedarse en ese lugar, porque era el más cercano al palacio, y de esa forma podría estar cerca si es que a su princesa se le presentaba algún problema o para firmar los papeles de la anulación matrimonial cuando llegue el día.
El joven no quería dar a notar que era el príncipe del reino, y por esa razón cambió su imagen completamente. Alquiló una modesta casa para alojarse, abandonó sus lujosas ropas y las reemplazó por una camisa color crema con diseños azules en el cuello, puños y parte baja de la misma, la prenda estaba acompañada de un fajín color rojo con un diseño blanco; un pantalón verde oliva y unas botas color negras.
...
Esa noche Link se encontraba en un bar bebiendo hasta más no poder, se sentía totalmente destruido por estar lejos de su amada. Nunca creyó que todos los maravillosos días que paso a su lado habían llegado a su fin y ahora su corazón estaba consumido por la amargura y la tristeza.
Estaba bebiendo un vaso del más amargo alcohol, hasta que una persona lo agarró de los hombros sacándolo de ahí.
- ¡Ya deja de beber, por favor! Emborrachándote no sacas nada positivo.
- Déjame, Cocu... necesito olvidar... todo lo que me pasa.
- ¡Cállate, tonto! Te llevaré a tu casa inmediatamente, no puede ser que te estés consumiendo de esa forma. Casi ni hablar puedes.
Ya una vez en la casa, Cocu acostó al príncipe en la cama, quien inmediatamente se quedó dormido debido a su estado.
- Trata de dormir. Lamentablemente, no puedo quedarme porque Gracielle me espera en casa, pero en unos días vendré a verte. Cuídate.
Una vez que el marqués salió de la casa, Link entre sueños empezó a derramar lágrimas debido a las penas de su corazón.
...
Luego de un par de horas, Link se despertó exaltado debido al sonido de la puerta. Inmediatamente, fue a abrirla y se sorprendió mucho al ver a un encapuchado frente a él.
- ¿Ah? ¿Y tú quién...?
Las palabras del joven fueron calladas cuando el misterioso ser se bajó la capucha, ahí descubrió que se trataba de su padre, quien entró a la casa rápidamente y cerró la puerta.
El duque se impactó y entristeció debido a la pobre imagen que mostraba su hijo, verlo completamente consumido por el alcohol y la tristeza era algo inaceptable para él.
- ¿Qué es lo que te ha pasado? ¡Estás totalmente borracho! – exclamó enojado.
- Papá, ¿cómo me encontraste?
- ¡Aquí las preguntas las hago yo, muchacho! ¿Qué es lo que ha pasado para que llegues a este punto? – preguntó enojado.
- ¡Por qué ya no puedo más! Imagino... ya lo sabes... ¿no?
- No puede ser que el muchacho que veo frente a mí se trate de mi hijo. – dijo entristecido.
- ¿Por qué? ¿Por qué parezco un campesino?
- ¡Claro que no! Me refiero a tu estado, apestando a alcohol y escondido en tu madriguera. Ni siquiera puedes hablar bien, qué patético.
- ¿Vas a criticarme? Pues bien, entérate de una vez... que Zelda y yo... vamos a separarnos. ¡Su deseo de unirnos no sirvió de nada! – gritó el joven, ofuscado.
- ¡Eso no puede pasar! Vine a exigirte que regreses al palacio a resolver las cosas con tu mujer. No puedes seguir separado de ella, ustedes deben estar juntos. No le comenté nada de esto a tu madre, porque si se entera de que estás separándote se moriría del dolor.
- ¡No voy a regresar! Zelda me detesta y no quiere verme, además me enfurece que no crean en mí. ¡Qué se quede sola! No puedo hacer nada si no me cree.
- ¡No importa lo que ella piense! Debes luchar hasta el cansancio para que te crea, tienes mi apoyo y el de tus suegros, quienes están de tu lado en vez del de su hija, porque saben que tú no eres culpable.
- No tengo fuerzas para luchar, así que pienso darle el gusto a Zelda y separarme de ella de una buena vez. ¡Me rindo ante la lejanía con ella!
En ese momento, el duque agarró de manera brusca a su hijo por el cuello, estuvo a punto de darle una bofetada, sin embargo, se detuvo al ver como este derramaba dolorosas lágrimas y lloraba en silencio.
- Link, no puedes permitir que las cosas terminen así.
- ¿PERO QUÉ QUIERES QUE HAGA, PAPÁ? ¡HE INTENTADO TODO! Ella no quiere nada conmigo y no soporto sus rechazos, me anulan y fulminan. – dijo el joven, destrozado.
- ¡No seas cobarde! No puedo creer que tú seas el hijo al que tu madre y yo educamos con tanto amor.
- Sin Zelda, nunca volveré a ser el mismo...
- Siempre te caracterizaste por luchar por lo que querías y defender lo que amabas hasta el cansancio. Tú eres el portador del fragmento del valor de la Trifuerza, ¿crees que las Diosas te otorgaron eso por gusto? ¡Claro que no! Lo hicieron porque eres un hombre valiente y honorable, por eso no puedes rendirte y debes recuperar a la mujer que amas.
Link lloró sonoramente con esas palabras, mientras que su padre, igual de entristecido que él, lo abrazó y permitió llore en su hombro. Si hubiera podido, entregaba su vida entera para evitarle tal sufrimiento a su hijo.
...
Tiempo después, el príncipe dejó de llorar y estuvo más calmado, el duque deseaba quedarse a acompañarlo esa noche, pero Link le dijo que mejor era que se vaya, pues con él cerca corría el riesgo de ser reconocido y levantar rumores.
- En serio, me gustaría que te quedes, pero todos te reconocerían y descubrirían quién soy.
- Tienes razón. Ya me voy, espero que pienses en todo lo que hemos hablado y regreses al palacio.
- Te prometo que lo voy a pensar, gracias por haber venido. – respondió entristecido.
- No pienso regresar a Ordon hasta verte luchar por salvar tu matrimonio. Mañana vendré a visitarte. Hasta mañana. – dijo serio.
Una vez que el duque se retiró, el joven se acostó a pensar en todas las duras y ciertas palabras que le dijo su padre.
Estuvo meditándolas una y otra vez, hasta que el sueño llegó a acaparar su mente...
***
¿Dónde estoy? Esta sala se parece mucho a una que está en el palacio de Hyrule, solo que la alfombra que decora el suelo es color azul en vez de roja.
Puedo notar que a mi lado se encuentra flotando una extraña criatura color blanca con negro, la cual sobre su cabeza tiene puesto un extraño casco. Al parecer está buscando algo con la mirada.
Cuando empiezo a observar el lugar en el que me encuentro, puedo ver que las estatuas de las tres Diosas están destruidas, y al levantar la mirada me horrorizo ante la imagen que tengo frente a mis ojos... ahí se encuentra mi esposa, en medio de la escultura de la Trifuerza completamente inconsciente.
- ¡Zelda!
Me decido a ir a verla inmediatamente, pero la mano de la criatura que me acompaña me detiene, y en ese instante escucho una macabra risa perturbando el ambiente.
- "Bienvenidos a mi castillo"
Esas palabras vienen de un extraño hombre de cabello y barba roja, con piel verdosa, que se encuentra sentado en el trono. No sé por qué tengo la sensación de haberlo visto antes, y aparte de eso, siento hacia él un total odio y repulsión.
- "¿Así que tú eres...Ganondorf?" – preguntó la criatura a mi lado.
¿Ganondorf? ¿Dónde he escuchado ese nombre? Definitivamente, no es la primera vez que lo oigo. ¿De dónde lo conozco?
Veo que el hombre se pone de pie con las palabras de mi acompañante, posee una gran estatura y en sus manos porta una enorme espada.
Luego de un intercambio de palabras con la criatura que está a mi lado, el hombre levanta su mano izquierda y me sorprendo al ver que posee el mismo signo que Zelda y el mío. ¿Por qué él también lo tiene?
De repente, todo el ambiente se torna oscuro y noto como mi compañera desaparece, mientras que ese hombre teletransporta a mi esposa frente a él. Rápidamente, me acercó para que no le haga daño, pero una extraña barrera me impide ir hacia ese sujeto.
Me horrorizó en sobremanera al ver como toma a mi esposa por el hombro, saca su espada de la funda y luego se la clava en el pecho. La asesina frente a mis ojos.
No puedo evitar llorar descontroladamente debido a esa imagen, mientras que ese maldito rastrero se ríe de mi dolor con la risa más macabra que había escuchado en mi vida.
- La sangre de la encarnación de la Diosa será la encargada de devolverme el completo poder... – afirmó con prepotencia.
***
- ¡ZELDA! – gritó descontrolado.
El príncipe se despertó invadido por las lágrimas debido a la horrorosa pesadilla que acababa de tener. Pudo notar que afuera se estaba iniciando una ruidosa y fuerte tormenta, provocando un ambiente completamente perturbador.
Estaba tan impactado por el sueño que había tenido, que tuvo la gran necesidad de ver a su esposa.
- Voy a ver a Zelda, tengo el presentimiento de que me necesita. – se dijo así mismo.
El joven se preparó para salir del pueblo directo al palacio, tenía que asegurarse que a su esposa no le esté pasando nada malo.
...
La princesa se encontraba sentada en la sala pensando en su esposo. A pesar de sentirse dolida, lo extrañaba en sobremanera.
Estuvo centrada en sus tristes pensamientos, hasta que escuchó que alguien tocaba la puerta con desesperación, se sintió extrañada de ver que alguien estaba llamando a su casa en medio de una torrencial lluvia, así que inmediatamente, se levantó a abrirla y notó que era uno de los soldados del palacio.
- Buenas noches, princesa. Le traigo una mala noticia...
La princesa destrozó al escuchar lo que el hombre le estaba relatando.
...
Link se encontraba cabalgando en Epona por la pradera cercana a la ciudadela, estaba desesperado por cerciorarse de que la princesa se encontrara bien, pero grande fue su sorpresa al verla corriendo junto con un soldado; a pesar de que estaba encapuchada, pudo reconocerla de inmediato.
- ¿Zelda? ¿Qué hace aquí sola en medio de esta lluvia torrencial? – se preguntó extrañado.
...
La princesa llegó a una pequeña zona llena de árboles y arbustos, desesperada.
- ¡Link! ¿Dónde está Link? No entiendo cómo pudo salir herido. – preguntó Zelda al soldado.
- Bueno, pues...
La joven se horrorizó al ver que el soldado le mostró una risa tétrica y se esfumó del ambiente, como si de un espejismo se tratara. No entendía que era lo que estaba pasando.
- Qué...
- Nos volvemos a ver, princesa...
Zelda se dio la vuelta para ver quién le había hablado, descubriendo que se trataba del hechicero de la ciudadela. No comprendía qué hacía en ese lugar.
- ¿Qué hace usted aquí...?
...
Link aceleró el paso de su yegua para llegar al lugar en donde se encontraba la princesa y se sorprendió al ver al mismo hechicero que se le acercó meses atrás con intenciones de leerle el oráculo. Vio como el hombre le tocó la frente a su esposa y esta caía desmayada en sus brazos.
- ¡Zelda! ¿Qué es lo que haces? ¡Suéltala! – exigió irascible.
Link desvainó su espada dispuesto a atacar al hechicero, pero su paso se detuvo al escuchar que del mismo salía una macabra risa.
- Esa risa... ¿Quién eres tú? – preguntó impactado.
- ¿Acaso no me recuerdas? El vulnerable anciano ha quedado atrás.
Link seguía enmudecido, no entendía nada de lo que estaba pasando con el misterioso hechicero.
- Creo que tendré que revelarme ante ti para refrescarte la memoria.
El misterioso hombre, con un chasquido de sus dedos, pulverizó la capucha que lo cubría, revelando su verdadera identidad... El príncipe estaba impactado con el que tenía frente a sus ojos. No podía creerlo.
- Tú eres...
- Ganondorf... y en este momento, despídete de tu mujercita, porque esta será la última vez que la verás. – dijo riéndose.
Link se acercó hacia el villano dispuesto a arrebatarle a la princesa, pero este, con un solo movimiento de su capa, desapareció del lugar, llevándose con él a la joven.
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