20. Efímera tranquilidad
¿Dónde me encuentro? ¿Por qué estoy encerrada en esta urna de cristal? Me siento angustiada y desesperada al estar aquí. ¿Y esa música? Al parecer es un órgano, el instrumento que la entona; es la canción más espantosa y tétrica que he escuchado en mi vida.
Agacho la mirada para observar al autor de dicha melodía, y puedo ver que se trata de un hombre, cuya aura percibo oscura y maligna... tengo la ligera sospecha de que lo he visto antes. ¿Me pregunto quién será?
De repente, veo que se abren unos grandes portones dando paso a un apuesto joven vestido de verde, acompañado de un hada azulada.
¿Ese joven es Link? ¿Se trata de mi esposo? Es idéntico a él, solo que su peinado y la tonalidad de su cabello han cambiado un poco, pero es él, de eso no hay duda.
- ¡Link!
No puedo llamarlo, mis labios están paralizados al igual que el resto de mi cuerpo. ¿Qué me ha sucedido? Pero a pesar de que no puedo valerme por mí misma, observo que Link se alarma en sobremanera al verme encerrada en este extraño cristal.
En ese momento las notas del órgano se detienen, y ese malévolo sujeto se pone de pie frente a mi esposo.
- "Los fragmentos de la Trifuerza resuenan. Vuelven a unirse..." – recitó con voz tétrica.
- ¡Suéltala, tu pelea es conmigo!
No puedo oír muy bien lo que están discutiendo. Lo único que pude escuchar es que ese sujeto mencionó a la Trifuerza. ¿Por qué menciona a la reliquia sagrada de las Diosas? No entiendo nada de lo que está pasando.
Veo que mi mano izquierda empieza a brillar, también pasa lo mismo con mi esposo y con ese extraño hombre. ¿Por qué la mano de él también resplandece?
De repente, ese sujeto se ve rodeado de una oscura energía, y de esa forma pretende alejar a Link y a la pequeña criatura que lo acompaña. Lamentablemente, las ondas alejan al hada, y así deja a mi esposo solo...
El villano empieza a levitar frente a Link, para luego enfrentarse a él en una pelea. Ese hombre le lanza unas esferas de energía, mientras que mi esposo se defiende con su espada y unas flechas luminosas, que para mi horror no producen ningún efecto en su rival.
¿Por qué no logra dañarlo ni una sola vez? ¡No quiero que nada malo le pase!
Puedo escuchar un desgarrador grito por parte de Link, pues una de las esferas de energía maléfica lo hirió profundamente. ¡Estoy desesperada! ¡Quiero ayudarlo y no puedo mover ni uno solo de mis músculos!
El malévolo ser aparece en sus manos una enorme y afilada espada, poco a poco se aproxima hacia Link, y una vez que está cerca de él, empieza a herirlo y a golpearlo sin piedad.
- ¡No, por favor, no lo lastimes! ¡Suéltalo!
No sé qué es más ensordecedor, si los gritos que salen de la boca de mi esposo al ser impactado de manera tan brutal, o mis desgarradores alaridos de dolor al ver como lo lastiman frente a mis ojos. A pesar de que no puedo ni siquiera moverme, por dentro puedo escucharme a mí misma llorando desconsoladamente por las heridas del amor de mi vida. ¿Cómo es posible que ese hombre sea tan cruel y despiadado? ¿Qué tanto gana haciéndole daño a un joven tan noble y puro como él? ¿Cómo puede ser tan desalmado y arrebatarle a una mujer enamorada al hombre que la hace feliz? ¡Maldito cobarde! Sin conocerlo ya lo desprecio y lo odio con todas mis fuerzas. Me asquea la sonrisa sádica que muestra con cada daño que le produce. ¡Deseo acabarlo con mis propias manos por estar torturando al ser que más amo!
¿Qué voy a hacer ahora? Si él llega a morir, ¿cómo concebiré la vida sin él? ¿Dónde guardo todo este inmenso amor y pasión que me transmite en cuerpo y alma? Ese canalla me está arrebatando mi felicidad entera. ¡Nunca le perdonaré el estar acabando con la vida de ambos! Pues en el momento que lo hiere a él... a mí me hace lo mismo.
No puedo ni quiero vivir si él no está a mi lado...
***
- ¡No!... ¡No! ¡Link! ¡No le hagas daño!
La princesa se levantó muy exaltada y llorando desconsoladamente por la horrorosa pesadilla que acababa de tener. Inexplicablemente, algunas cosas que visualizó se le hicieron conocidas, como si alguna vez lo hubieran vivido.
Se sentía muy nerviosa, pensaba en su esposo con verdadera angustia, pues tenía una mala corazonada como si algo grave le estuviera pasando en ese momento.
- Espero que Link esté bien, ya han pasado más de dos semanas y no ha regresado. Por favor, Diosas, que vuelva sano y salvo. – suplicó entre lágrimas.
En ese momento la puerta de su cuarto empezó a sonar, provocando que la joven se sobresalte con el ruido.
- Zelda, ¿puedo pasar?
- Sí... sí, duquesa, pase.
La duquesa entró inmediatamente al cuarto de la princesa, pues desde afuera pudo escucharla llorar y eso la preocupó en sobremanera.
- Te escuché gritar muy angustiada. ¿Te sientes bien?
- Si estoy bien, no se preocupe. Solo tuve un mal sueño; creí que estaba dormida.
- Lo estaba, pero de repente me desperté y no pude volver a dormirme. Decidí caminar un poco y me alarmé al escucharte llorar.
- Lo que pasa es que creo que Link y los demás ya debieron haber regresado.
- Es cierto, pero te pido que te llenes de paciencia. Estoy segura de que muy pronto regresarán.
- ¡Ya quiero que regrese Link! Esa misión en la que está es muy peligrosa. Debieron haber vuelto hace días. ¿Por qué se tardan tanto? – preguntó alarmada.
- No lo sé, querida, pero trata de estar calmada. Estos días no te has sentido bien, has estado muy débil y decaída.
- Eso es debido a la magia que he estado practicando, este nuevo libro tiene varios e increíbles artilugios, pero debo aprender a dominarlos correctamente, por eso es que me siento débil.
- De todas formas, ten cuidado al usar la magia, aprende despacio y sin presionarte; y ya deja de angustiarte, te aseguro que muy pronto van a regresar. Recuerda que el soldado que el general Moy envió por refuerzos, nos informó que todos estaban muy bien.
- Ya lo sé, pero no me conformo con eso. ¡Ya quiero que vuelvan! ¡Quiero ver a mi esposo, solo de esa forma estaré tranquila!
La duquesa abrazó a su nuera mientras esta lloraba en su hombro. Pudo notar que en realidad la joven estaba muy alterada, así que se separó de ella para hacer algo para que se calme.
- Voy a prepararte un té relajante, con eso podrás volver a dormir tranquila. – indicó sonriendo.
- Se lo agradezco, y por favor, disculpe mi indebido comportamiento. – pidió avergonzada.
- No pidas disculpas, por favor, me tranquiliza ver que te desahogues conmigo, pues eres como la hija que Demetrio y yo siempre quisimos tener. Como te comenté antes, después de mi difícil embarazo no pude tener más hijos, por eso nos sentimos felices de tener una nuera tan maravillosa como tú.
- Gracias, todos ustedes también son personas maravillosas y se han portado muy bien conmigo. Una vez que regrese a Hyrule, le contaré a mis padres el buen trato que recibí por parte de ustedes.
- Lo hacemos con mucho cariño. Ahora recuéstate mientras yo regreso con el té, no me tardo.
Mientras la duquesa se retiraba de la habitación, su semblante calmado cambió por uno perturbado. Lo disimuló a la perfección delante de su nuera para no preocuparla, pero la verdadera razón por la que se le fue el sueño, se debía a que ella también tenía un mal presentimiento sobre su esposo e hijo.
- Espero que Demetrio y Link se encuentren bien. – pensó angustiada.
...
El duque estaba totalmente impactado al haber descubierto que la persona que se interpuso entre él y la espada de Ingo, fue su hijo.
- ¡Link! – gritó espantado.
Gracias a las Diosas, Ingo no logró perforarle el corazón al príncipe, solo lo lastimó haciéndole una profunda herida en el brazo izquierdo, provocando que la sangre empiece a salir de ahí sin control alguno.
- ¡No pienso permitir que asesines a mi padre! ¡Eres un bastardo! - reclamó enojado.
En ese momento el joven tomó su espada del suelo y empezó a enfrentarse a Ingo. Definitivamente, el villano no pudo defenderse del príncipe, pues a pesar de estar herido, su habilidad como espadachín era superior a la de su padre.
Ingo trató de atacarlo y defenderse el mayor tiempo posible, pero estaba tan agotado por el cansancio y adolorido por las múltiples heridas de su cuerpo, que se le estaba haciendo muy difícil mantenerse de pie. Link aprovechó esa situación, y de un solo golpe envió su espada al suelo, para inmediatamente apuntarle con la suya al cuello.
- ¡Chicos, encadenen a este miserable! ¡En ese momento lo llevaremos al pueblo a desenmascararlo frente a todos!
Los soldados, quienes ya habían apresado a la mayoría de los maleantes, se acercaron a Ingo y lo encadenaron a pies y manos.
Link se acercó rápidamente a ayudar a su padre a levantarse, quien enseguida se abrazó a él a punto de llorar por todo lo que acabó de ocurrir.
- ¡Creí que ese mal nacido te había asesinado! ¡No debiste interponerte!
- No podía permitir que te haga daño, era mi deber salvarte.
- ¡Mi deber como padre es velar por ti, no al revés! Pero te agradezco tanto el haberme salvado. Tenemos que curarte esa herida, estás perdiendo mucha sangre.
El duque sacó un pañuelo de su bolsillo y lo amarró al brazo de su hijo para que se detenga la hemorragia.
- No te preocupes, primero vamos al pueblo a despertar a todos. No debemos esperar más tiempo para desenmascarar a Ingo y liberar al padre de Vilan.
Por otra parte, Vilan, quien había terminado de atar al último maleante, se acercó rápidamente a donde se encontraban el príncipe y su padre.
- ¡Estás herido, debemos ir al médico!
- Descuida, lo que importa es que dejó de sangrar. ¡Vamos al pueblo a liberar a tu padre!
- ¡Gracias a los dos! Gracias a todos ustedes, mi padre y yo por fin recuperaremos la tranquilidad. – indicó conmovido.
...
Una vez que llegaron al pueblo, los soldados empezaron a armar un alboroto para despertar a todos. Muchas familias y el alcalde salieron de sus casas debido al escándalo que estaban escuchando.
- ¿¡Qué es lo que está pasando!? ¿¡No se han dado cuenta la hora que es!? – reclamó el alcalde, enojado.
- Su majestad, el duque Demetrio de Ordon solicita la presencia de todos inmediatamente en la plazoleta central. – dijo un soldado.
- ¿El duque de Ordon? ¿Cómo es posible que se encuentre aquí? – preguntó extrañado.
- El duque tiene un importante anuncio que hacer. ¡Vengan inmediatamente!
El pueblo se reunió en la plazoleta central, tal y como el duque ordenó. Todos pudieron notar que tanto él como sus acompañantes no estaban en buenas condiciones, tenías heridas en el cuerpo y sus ropas totalmente sucias y ensangrentadas. Eso hizo dudar a varias personas, quienes empezaron a murmurar que era imposible que un hombre de su categoría se viera en un estado tan deplorable, pero el alcalde sí conocía perfectamente al duque, así que de inmediato silenció a los presentes.
- ¡Silencio! ¡Él si es el duque de Ordon! ¡Saluden con el debido respeto!
Todos hicieron una reverencia ante el duque y sus acompañantes, quienes respondieron de la misma manera, pero cuando terminaron de saludarlo, pudieron notar que Vilan estaba escondido detrás de los soldados. Fue entonces que se armó un griterío y empezaron a insultarlo.
- ¿¡Qué hace ese delincuente aquí!? ¡Por su culpa mi hijo sigue hospitalizado! – gritó un anciano.
- ¡Sí, él junto con su padre le vendieron esa basura a mi esposo! – gritó una mujer.
Todos vociferaron palabras ofensivas hacia Vilan, provocando que el mismo se sienta humillado ante la situación, pero en ese momento el duque los envió a callar.
- ¡Silencio, no pienso permitir que hablen mal de este joven! – ordenó enojado.
- Alteza, usted no conoce a ese chico. Él, junto con su padre, se encargaron de vender sustancias ilícitas. ¡Es culpable! – afirmó el alcalde.
- ¡Por esa razón los he invocado! Este joven y su padre son inocentes, fueron vilmente engañados por el verdadero causante de tan turbios negocios. ¡Ingo, el Ministro de Comercio es el culpable! Con engaños, hicieron que Vilan y su padre comercialicen una planta medicinal, indicándoles que sería usada para fines honestos, cuando en realidad la utilizaron como estupefaciente, y para no manchar su nombre prefirió desprestigiar a Aurelio para que pague por su propio crimen.
Todo el pueblo quedó enmudecido ante las palabras del duque, en ese momento el príncipe siguió con la revelación.
- ¡Lo que dice mi padre es cierto! Ingo es el culpable de todo. Pude escuchar que muchos de ustedes se preguntaban por qué estamos en este estado, la razón de ello es porque acabamos de apresar a Ingo junto con sus maleantes. ¡Soldados, traigan los vándalos responsables de todo esto!
Los soldados trajeron al encadenado ministro, y detrás de él a todo el grupo de hombres con los estupefacientes requisados.
El pueblo entero se quedó boca abierta ante lo que sus ojos veían, esa era la mayor prueba que las palabras del duque y el príncipe eran verdaderas.
- ¡Ingo traidor! – gritó el pueblo irascible.
Todos los presentes se pusieron a gritar histéricos el nombre del ministro, incluso hubo algunos con intenciones de acercarse a golpearlo, pero Moy impidió que eso pase, pues eso solo podría complicar la investigación.
- ¡Cálmense todos! Trasladaremos a este criminal a Ordon, ahí pagará caro por las fechorías que ha hecho. – indicó el general.
- ¡Eso es cierto! Pasará hasta el fin de sus días encerrado en las mazmorras, pues como saben, esto que ha realizado es totalmente ilegal y atenta contra la vida. – afirmó el duque.
El pueblo volvió a guardar silencio ante las palabras del duque y el general. Después el príncipe volvió a tomar la palabra.
- ¡Liberen al señor Aurelio de prisión! Tráiganlo aquí inmediatamente y exijo que se le otorgue, tanto a él como a su hijo, una merecida disculpa pública, pues es lamentable que estén pagando por un crimen que no cometieron.
Los guardias del pueblo se dirigieron rápidamente a la prisión a traer a Aurelio ante el duque, mientras el pueblo no dejó de vociferar insultos contra Ingo.
...
Luego de un rato de espera, los guardias trajeron a Aurelio. El señor estaba muy asustado, pues no tenía idea para qué lo habían sacado de prisión; incluso se imaginó horrorizado que posiblemente lo ejecutarían públicamente, ya que, al ver tanta gente reunida, eso fue lo que temió... pero grande fue su sorpresa al ver que los guardias lo liberaban de sus cadenas, y luego pudo escuchar la voz de su hijo llamándolo y corriendo a abrazarse a él.
- ¡Eres libre, papá! – exclamó sollozando.
- ¡Vilan, pero qué...!
Todo el pueblo empezó a aplaudir al padre e hijo recién reunidos. Aurelio no comprendía absolutamente nada de lo que estaba pasando, hasta que el alcalde pidió silencio y dirigió unas palabras hacia ellos.
- En nombre de este pueblo, pido encarecidamente que nos perdonen. Por todos estos meses hemos creído que ustedes han sido los responsables de aquellas bajezas que se cometieron, pero gracias los miembros reales de Ordon, logramos abrir los ojos y descubrir que el verdadero culpable de todo es Ingo. Pido una vez más que nos disculpen y de inmediato les daremos una indemnización por los daños causados a su familia. Está de más decirles que son bienvenidos de regresar a este pueblo, pues ahora su nombre se encuentra libre de toda mancha.
El pueblo hizo una reverencia ante Vilan y Aurelio, quienes no pudieron evitar llorar de la felicidad ante lo que sus oídos escuchaban. Por fin, las penas para ellos habían acabado, volverían a reunirse con su familia y a retomar la vida que habían perdido.
- ¡Ya todo acabó, papá!
- ¡Doy gracias a las Diosas que hayas conocido al duque y a su hijo! Gracias a ellos recuperamos la dignidad. – exclamó entre lágrimas.
- No agradezcas, te dije que haría lo que sea para sacarte de prisión y devolverte el respeto. Es gracias a ellos que pude lograrlo.
- Eres muy valiente, desde que murió tu madre has sido un pilar fundamental en mi vida. Por fin podrás traer de regreso a mi nuera y a mi nieta, para poder vivir unidos como la familia que siempre hemos sido.
Luego de su conmovedora conversación, Vilan llevó a su padre ante el duque y el príncipe, quien no pudo evitar reverenciarlos exageradamente, causando que padre e hijo lo detengan, pues no era necesaria tanta solemnidad.
- ¡Nunca dejaré de estar agradecido con ustedes! Fueron meses de verdadero sufrimiento sin ver a mi hijo y saberme odiado por todos. Gracias a ustedes he vuelto a nacer.
- No agradezca nada, nosotros debemos ser los agradecidos, pues gracias a su hijo pudimos esclarecer todo este asunto y ahora Ingo pagará por sus fechorías. – indicó el duque.
- Así es, es gracias a Vilan que...
De repente, el príncipe detiene sus palabras al desvanecerse, producto de la pérdida de sangre que tuvo. Su padre lo toma en brazos antes que impacte contra el suelo, preocupándose enormemente por su estado.
- ¡Link, hijo responde!
- ¡Déjeme revisarlo! – pidió el botánico.
- Papá, en la pelea él fue atravesado por la espada de Ingo y perdió mucha sangre. ¿Habrá algo que puedas hacer?
Aurelio revisó al joven, que estaba a punto de llegar a la inconsciencia, y en ese momento se le ocurrió una idea para ayudarlo.
- Vilan, llevémoslo a nuestra casa rápido. Si es que tenemos suerte, las plantas apropiadas para tratar esto seguirán vivas.
- ¡Se lo ruego, ayude a mi hijo, por favor!
- No se preocupe, su majestad, su hijo estará muy bien luego de mi tratamiento.
Vilan cargó al príncipe en su espalda y se dirigieron a su hogar para tratarlo adecuadamente, mientras que Moy y sus soldados llevaron a los apresados a la prisión del pueblo hasta extraditarlos a Ordon.
...
Efectivamente, como Aurelio predijo, las plantas adecuadas para tratar el malestar del príncipe aún estaban con vida. Con prisa las pulverizó junto con otros ingredientes para preparar una poción que ayudaría al príncipe cicatrizar su herida y a provocar que su cuerpo empiece a producir más sangre.
Una vez que estuvo lista, se la hizo beber al joven, quien estuvo dormido un par de horas. Luego de ese tiempo, se despertó totalmente renovado.
- Muchas gracias por su ayuda, Aurelio, me siento mucho mejor. – dijo aliviado.
- No agradezca nada, príncipe, es lo menos que puedo hacer después de cómo se han portado con nosotros. Esta pócima es muy poderosa, bébala hasta que se termine, pues así estará mejor con los días.
- Gracias por haber salvado a mi hijo, Aurelio, de no ser por usted, quien sabe qué habría pasado con él.
- Ni lo mencione, alteza, usted ayudó a mi hijo y yo le devuelvo ese gesto auxiliando al suyo.
Una vez que las cosas estuvieron más tranquilas entre todos, se pusieron a conversar sobre los hechos que ocurrieron esa noche y parte de la madrugada.
- Mañana mismo regresaremos a Ordon, volveremos a tomar el atajo más corto para llegar más rápido. Necesito que se inicien más investigaciones hacia Ingo, ahora que se encuentra acorralado, revelará que ha estado en complicidad con Gorman, el Ministro de Comercio de allá.
- Estoy seguro de que sí es así, su majestad, pues el día que lo descubrí en sus corruptas acciones, él mencionó que trabajaba en conjunto con alguien en Ordon.
- Disculpe si lo incomodo, Aurelio, sé que han pasado demasiadas cosas, pero viendo que ustedes estuvieron involucrados, por mala suerte en todo esto, me atrevo a pedirles que, tanto usted como Vilan, vengan con nosotros a Ordon y declaren lo que saben.
- ¡Por supuesto! Estamos dispuestos a aclarar toda esta situación y hacer pagar a ese miserable.
- Muchas gracias a los dos, con eso evitaremos que cosas como estas se vuelvan a repetir en el futuro. – contestó el príncipe.
Link se sentía muy feliz por todo lo acontecido en las últimas semanas. Habían capturado a los culpables de tan inmundas actividades, lograron liberar a Aurelio y lo reunieron con su hijo después de meses de sufrimiento... y lo que más contento lo ponía, es que en solo días volvería a ver a su esposa, a quien extrañaba enormemente.
...
Luego de tres días de viaje, por fin, el príncipe, junto con los demás, retornaron a Ordon. Trataron de no llamar mucho la atención sobre su regreso, pues no querían que el pueblo se entere de que tenían prisioneros entre ellos. Antes necesitaban realizar las investigaciones debidas y continuar con el caso.
La duquesa se encontraba sentada en uno de los jardines, bebiendo una taza de té mientras leía un libro. En ese momento la interrumpió una de las doncellas anunciándole una gran noticia.
- ¡Su majestad, el duque y el príncipe han regresado!
La duquesa no respondió con palabras su felicidad, solo sonrió y fue rápidamente a buscar a su esposo e hijo a la entrada del palacio. Cuando los vio, corrió hacia ellos a abrazarlos y besarlos con afecto.
- ¡Por fin han vuelto! Gracias a las Diosas han regresado sanos y salvos. Estos días fueron eternos para Zelda y para mí.
- Te extrañé mucho, mi amor, créeme que han pasado demasiadas cosas, pero por fin pudimos resolver este crimen y ahora seguiremos con las investigaciones aquí. – contestó el duque, abrazando a su esposa.
- Estoy muy feliz de verte, mamá, las extrañé muchísimo a ti y a Zelda. ¿Dónde se encuentra ella? – preguntó ansioso.
- Está en su habitación, hijo, ve a verla rápido que ha estado impaciente esperando tu regreso.
Link no dudó en obedecer a su madre, rápidamente corrió a su habitación a reencontrarse con su mujer. Se sentía ansioso por abrazarla y besarla desde hace tiempo.
...
Una vez que Link llegó a la habitación que compartía con su esposa, abrió la puerta para encontrarse con ella... pero su rostro de felicidad cambió a uno horrorizado al verla sentada con la cabeza apoyada en el escritorio, respirando con dificultad y sudando frío.
- ¡Zelda!
El príncipe tomó en brazos a su esposa y la acostó en la cama con delicadeza, empezó a darle palmadas el rostro para que reaccione, y poco a poco la joven fue recobrando el conocimiento.
- ¿Link?
- ¿Qué fue lo que te pasó? ¿Te sientes mal? – preguntó entristecido, mientras le acariciaba el rostro.
- ¿No estoy soñando? ¿De verdad has regresado? – preguntó emocionada.
- Sí, preciosa, por fin regresé y no pienso separarme de ti.
La joven acercó su rostro al de su esposo para besarlo suavemente; como por arte de magia, ese tan esperado beso la reanimó de inmediato, provocando que la pareja se empiece a besar de forma más apasionada y desesperada, mientras las manos de ambos se agarraban mutuamente. Sus cuerpos y corazones se necesitaban con verdadera locura, pues hace tiempo que no se tenían tan cerca el uno al otro.
- No te preocupes por mí, gracias a ti me siento mejor. – indicó acariciándole el rostro.
- Vamos a ver al médico, en serio me preocupa que te hayas desmayado.
- No es nada, todo es debido a la magia que he practicado.
- Te he visto practicar unas pocas veces y jamás te había pasado esto.
- Esta vez es diferente. Tu madre me regaló un libro de magia que perteneció a una antepasada mía, y este contiene varios artilugios poderosos, que para aprender a dominarlos correctamente debo pasar por estas cosas. Descuida, con el tiempo ya no me pasarán nada.
- ¿Mi madre? Entonces ella sabe que...
- Mi mamá también lo sabía, pero para mi sorpresa nunca se lo comentó a mi papá; ellas guardarán mi pequeño secreto. – dijo con picardía.
- Me parece bien que estés practicando otro tipo de magia, pero te pido que no te excedas. Si algo te pasa me moriría del dolor. – indicó mientras se abrazaba a su pecho.
- Tranquilo, ahora que estás a mi lado, nada malo me pasará.
- Vamos a ver a los demás, ahí abajo hay alguien que espera verte. – indicó sonriendo.
- ¿En serio? ¿Quién?
- Ya lo sabrás. ¿Segura que si puedes caminar? ¿No prefieres que te lleve cargada? – preguntó con voz juguetona, mientras juntaba su frente con la de ella.
- ¡Cómo crees! ¡Pensarán que estamos locos! – respondió sonrojada.
- Yo sí estoy loco... pero loco por ti, sobre todo en este tiempo que no he dormido a tu lado.
- Yo también me he sentido muy sola en las noches, pero ahora todo es diferente. Por fin estamos juntos.
La pareja se abrazó con fuerza luego de haber intercambiado esas palabras. Durante esa acción, Link aspiró el cabello de su princesa, deleitándose con el maravilloso aroma que emanaba. Hace días que extrañaba sentirla cerca, entre otras cosas...
...
La princesa y su esposo salieron de su habitación para encontrarse con los recién llegados, quienes estaban en la sala principal. La joven saludó al duque después de no verlo por bastante tiempo, e hizo lo mismo con el general Moy, pero grande fue su sorpresa al descubrir quiénes eran las personas que los acompañaban.
- ¡Vilan! – exclamó sorprendida.
El joven se abrazó a su amiga, haciendo que ella le corresponda con afecto, pero en ese momento vino a su mente la situación parecida que vivió en el pueblo de Farone, donde Vilan la abrazó y eso provocó que su esposo se enoje. Zelda inmediatamente observo a Link, tenía miedo de verlo enojado por ese acercamiento, pero al notar que él solo le sonreía, supo que no le molestaba en lo absoluto esa muestra de cariño hacia su amigo, así que cálidamente le siguió correspondiendo, sin ningún temor de que su esposo se moleste.
- Me alegra tanto verte, Zelda. – indicó el joven.
- A mí también me alegra verla, princesa.
- ¡Señor Aurelio! No puedo creer que usted también esté aquí. – dijo mientras lo saludaba.
- La última vez que la vi usted era tan solo una niña, ahora se ha convertido en toda una señorita... o más bien señora, pues ahora es una mujer casada.
- Muchas gracias, en serio estoy muy feliz de verlos a los dos. Muchos recuerdos bonitos de mi infancia han regresado al tenerlos frente a mí. ¿A qué se debe el honor de su visita?
- Creo que es mejor que nos sentemos conversar, debes enterarte de algunas cosas, mi amor.
Todos se sentaron en la sala a conversar de lo sucedido en este último tiempo fuera de Ordon. A medida que Link, el duque y Moy relataba todo lo contado, la duquesa y la princesa se sorprendían en sobremanera, jamás se imaginaron todas las dificultades por las que pasaron sus esposos, y de cómo Vilan y su padre se vieron involucrados en tantas dificultades.
Luego de varias horas de conversación, la duquesa organizó una comida para celebrar el éxito de la misión encomendada, y de que Vilan y su padre se hayan reunido de nuevo. Todos pasaron una tarde amena, después de mucho tiempo de angustia.
...
Al llegar la noche las situaciones divertidas pasaron a ser más serias. Moy se encontraba en una de las salas de las mazmorras, dispuesto a interrogar a Ingo. Junto con el general, se estaban el duque, el príncipe, Vilan y su padre, dispuestos a obligar al ministro a revelar toda la verdad de la corrupta situación en la que estuvieron involucrados.
- No pienso preguntarte por qué actuaste de esa forma, sería absurdo, pues tus ambiciones te obligaron a delinquir. Pero necesito que me digas quién más es tu cómplice en todo esto. – preguntó Moy con seriedad.
Moy estaba sorprendido mientras interrogaba a Ingo, pues el sujeto parecía muy tranquilo a pesar de que sabía que estaría condenado de por vida al encierro.
- Creo que ustedes ya lo saben, sé muy bien que desde el inicio sospechaban que Gorman estaba en complicidad conmigo. Si yo voy a pasar mi vida en estas rejas, que por lo menos que él venga acompañarme. – respondió riéndose.
- ¿Entonces estás aceptando que Gorman es tu cómplice en todo esto?
- Efectivamente, junto con él armamos esta organización y pudimos hacer un plan para engañar al imbécil de Aurelio y que nos venda la Baniscapi.
- ¡Bastardo, no hables así de mi padre! – reclamó el joven histérico.
- ¡Es la verdad! Verle la cara de tonto fue lo más sencillo del mundo, es tan ingenuo que tarde se dio cuenta de que me estaba ayudando a obtener ganancias.
Vial, encolerizado, estuvo a punto de golpear a Ingo, pero Link lo detuvo, pues la violencia solo empeoraría las cosas en la investigación.
- ¡No le hagas caso, Vilan! Solo lo hace para molestarlos.
- Es cierto, hijo, nada de lo que diga este miserable me afecta. Ahora que todos comprobaron mi inocencia, no hay nada que me perturbe.
- ¡Ilusos! Bueno, ¿qué esperan para ir a ver a Gorman? Me parece injusto que yo sea el único encarcelado. ¡Vayan a apresarlo!
- ¡Silencio, las órdenes aquí las doy yo! Soldados, redacten una orden de captura, vayan al hogar del ministro Gorman y tráiganlo inmediatamente. Veamos si al igual que Ingo se atreve a confesar sus culpas sin dificultad. – ordenó el general.
Los soldados obedecieron a Moy y rápidamente fueron a apresar al ministro Gorman. Mientras tanto, el general continuó con la interrogación.
- Te escuché mencionar en el enfrentamiento que tuvimos que no permitirías que "tu amo" se quede sin sus ganancias. Me imagino que te referías a Gorman.
Ingo empezó a reírse a carcajadas debido a la pregunta de Moy, eso provocó que el duque se enfurezca y con un fuerte golpe en la mesa lo obligue a callarse.
- ¡Cállate, deja de reírte y responde lo que el general te está preguntando!
- Efectivamente, tenemos un líder... y no es Gorman; se trata de otra persona que nos ha asesorado en todo esto.
- ¿Quién es tu líder? ¿Cuál es la razón para que les haya pedido que contrabandeen?
- Por un pacto de fidelidad no puedo decirles quién es mi líder, él nos dijo que necesitaba ganar dinero rápidamente, para culminar algunos planes que tenía estancados, y que si nosotros lo ayudábamos, nos tocaría gran parte de las ganancias.
- ¿Por qué él no se involucró en esto directamente?
- No tengo idea, solo dijo que por el momento debía permanecer al margen de la situación, pero en sí, eso es lo que menos nos importó a Gorman y a mí con tal de ganar algún dinero.
- ¡Te exijo que nos digas quién es tu líder! – ordenó el príncipe.
- ¡No pienso hacerlo! Pueden hacer lo que deseen, incluso torturarnos a Gorman y a mí, pues estoy seguro de que él nos sacará de este lugar inmediatamente.
- ¡Jamás saldrás de este lugar! ¡Te quedarás encerrado aquí por el resto de tu vida!
- Eso lo veremos, él no nos abandonará.
En ese momento llegaron los soldados junto con el ministro Gorman, quien curiosamente era muy parecido a Ingo. Estaba enojado e indignado por la falta de respeto que cometieron al invadir su hogar.
- ¿Qué clase de abuso es este? ¿Cómo es posible que...?
Sus palabras fueron calladas al ver a su compinche encadenado. Fue entonces que supo que había sido descubierto por sus corruptas acciones.
- Ingo...
- Ya no tiene caso que te esfuerces en mentir, aquí los presentes descubrieron a lo que nos dedicábamos. – respondió calmado.
- Ya veo, pero no pienso preocuparme, estoy seguro de que nuestro jefe nos sacará de esto.
- ¡Por supuesto! ¿Por qué crees que estoy tan tranquilo?
- ¡Cierren la boca! ¿Qué se han creído ustedes dos? ¿Qué pueden burlarse de nosotros de esa manera? Ya que no están dispuestos a cooperar y a revelar quién es el líder de su organización, se quedarán encerrados en la celda a base de pan y agua. Espero que el hambre les haga tener cargo de conciencia y confiesen de una maldita vez. – indicó el general, ofuscado.
- Pueden matarnos de hambre, general, pero no confesaremos, pues no será necesario. Muy pronto estaremos libre. – respondió Gorman riéndose a carcajadas.
- ¡Soldados, encierren a estos sujetos inmediatamente! No pienso dejar de interrogarlos hasta que confiesen la verdad de una vez por todas.
Los soldados tomaron a los prisioneros para llevarlos a las celdas, pero antes el duque los interrumpió.
- Vigilen muy bien las celdas de estos prisioneros y estén atentos si es que llega a ocurrir algo sospechoso.
Los soldados obedecieron la orden del duque y llevaron a los maleantes a las celdas de máxima seguridad, solo las que se utilizaban para los delincuentes más peligrosos. Demetrio tomó esa decisión, pues se quedó preocupado por las palabras de Ingo y Gorman.
...
Una vez que el interrogatorio terminó, todos se fueron a sus habitaciones a descansar después del pesado día transcurrido.
Link decidió meterse a la bañera a relajarse, estaba tan ensimismado y disfrutando del momento, hasta que sintió unas manos acariciando su pecho.
- Zelda...
La princesa le sonrió tiernamente, mientras enjabonaba su pecho con delicadeza, pero su rostro calmado cambió al verle una enorme cicatriz en su brazo izquierdo.
- ¿Qué te pasó ahí? – preguntó preocupada.
- Fue en la pelea que tuvimos contra Ingo, él me atravesó la espada en el brazo, pero gracias al padre de Vilan mi herida está casi curada.
- Aún no está del todo curada.
- Lo sé, pero por lo menos...
El joven se quedó enmudecido al ver lo que su esposa estaba haciendo. Pudo ver como ella, con sus manos envueltas en una cálida luz, iba desapareciendo la herida; y en solo cuestión de segundos no había rastro de nada.
- ¿Cómo lo...?
- Lo aprendí en mi libro de magia, es un hechizo para poder sanar heridas.
- Muchas gracias por haberme curado, pero no quiero que te agotes. – respondió preocupado.
- Esta herida no es muy grande y ya estaba parcialmente curada, por eso no me siento agotada.
- Cada día me sorprendes más...
- ¿En serio? Pues espero que con esto pueda hacerlo aún más...
La princesa se abrazó al cuello de su esposo para lamer y morder su oreja, provocando que este se deleite con tan excitante caricia.
- Zelda... – la llamó entre jadeos.
- No digas nada.
Rápidamente, el príncipe se puso de pie para encontrarse de frente con su esposa, y se quedó con la boca abierta al verla vestida con una atrevida, sensual y muy corta bata color roja con negro, cuyo pronunciado escote estaba rodeado de un fino encaje, y sus voluptuosas piernas se veían tremendamente maravillosas a sus ojos.
El joven estaba sonrojado al verla vestida de forma tan provocativa. No importa las veces que haya estado con ella íntimamente, cada vez era una sensación nueva y excitante para él deleitarse con su cuerpo. Por otra parte, Zelda estaba ruborizada y encantada de ver como su esposo no le quitaba la mirada de encima, se sentía feliz de provocar esas sensaciones en él.
- Estás muy bella... – manifestó, ensimismado.
- Muchas gracias. Me compré esto cuando salí a pasear a la ciudadela en una tienda para novias...
- ¿Cómo...? – expresó Link, mostrando un dejo de molestia.
- Sí... y antes de que te pongas celoso, salí cubierta, así que nadie me reconoció comprando ese tipo de cosas.
- Me alegro de que así haya sido. No quiero que ningún mal nacido se deleite imaginándose contigo. Tú eres solo mía. – dijo en tono serio.
- Creo que esa no es la manera correcta en la que un príncipe debe hablar. – le regañó con voz dulce.
- Lo sé, pero cuando estoy contigo me olvido de mis modales y mi compostura, solamente pienso en ti y en los intensos momentos que pasamos juntos.
- Link...
- Está muy bonito lo que tienes puesto, pero es una lástima que no puedas seguirlo luciendo, porque pienso quitártelo de una vez por todas...
Con una sonrisa arrogante y extasiada, Link bajó los tirantes de la bata de su esposa y la dejó completamente desnuda frente a él. Con ansias la cargó, entró en la bañera con ella y la sentó encima de sus piernas.
El joven empezó a acariciar el rostro de su amada, mientras la miraba a los ojos totalmente, hipnotizado, luego con una de sus manos empezó a acariciar sus pechos.
- No tienes idea cuánto te he extrañado, cuánto he necesitado besarte y tocarte, sentir tu piel y embriagarme con tu aroma. Te amo y anhelo inmensamente. – dijo el príncipe con voz ahogada.
- Yo también te amo y te he extrañado mucho, mi amor. Hazme tuya, ya no puedo esperar más, necesito que me toques. – indicó extasiada, en susurros.
Luego del intercambio de palabras, los jóvenes se besaron con fiereza, mientras se tocaban desesperadamente el uno al otro. El príncipe, hechizado por el cuerpo de su esposa, empezó a besarle el cuello, descendiendo a sus pechos para lamerlos y morderlos con delicadeza, provocando que ella se curve hacia atrás, enardecida por el inmenso placer que la recorría.
Ella comenzó a acariciar con la lengua el cuello de su amado con desesperación, fue bajando poco a poco para morder su pecho, y luego siguió saboreando más rincones de su cuerpo. El joven se sentía muy excitado, y al igual que ella, arqueaba la espalda y elevaba su cuerpo debido el intenso placer que estaba sintiendo, le gustaba mucho que su esposa lo posea. Fue tanto el placer que lo recorrió, que inmediatamente la puso de espaldas a él para empezar a besarle los hombros y las orejas, mientras que con su mano la acariciaba con frenesí, deleitándose con los gemidos que ella lanzaba con cada roce que recibía en los puntos más íntimos de su cuerpo.
Los amantes se besaron, se acariciaron y se tocaron con verdadero deleite. Todos esos tratos iban acompañados por sublimes palabras, unas eran de amor, otras eran fuertes y subidas de tono, pues el placer que sentían ambos era incontrolable, tanto así, que entre ellos tiraban del cabello del otro, mientras los gemidos se apoderaban del lugar; en esos momentos. Agradecían que su habitación esté apartada de las demás y que nadie a esas horas los pudiera escuchar en su tan ferviente entrega.
Esta vez él se puso encima de ella, cuidando de que el agua no la moleste, y sin miramiento alguno la invadió completamente, provocando que su mujer se estremezca de placer. Los movimientos entre ambos eran fuertes y desesperados, sus cuerpos se reclamaban el uno al otro, resentidos debido a la separación que tuvieron.
Estaban tan centrados, entregándose el uno al otro, que no notaron que el agua de la bañera estaba regándose por todo el suelo debido a los bruscos movimientos de ambos, pero eso poco o nada les importaba, pues lo único que había en sus mentes era el amor y la pasión que sentían.
Luego de un buen tiempo de gozo y exaltación, finalizaron su erótico acto con una explosión de éxtasis recorriéndolos de pies a cabeza, mientras los cuerpos de ambos temblaban en los brazos del otro incontrolablemente. Los gemidos saliendo de sus bocas los enloquecían, y como siempre lo hacían, finalizaban su entrega llenándose de besos y miradas afectuosas.
...
Esta vez se encontraban en la cama de ambos repitiendo lo que habían hecho en la bañera. Justamente se encontraban culminando su entrega, que fue tan o más intensa que la anterior...
Posterior a eso se quedaron abrazados, mientras el joven acariciaba el cabello de su esposa con verdadero cariño, a medida que sus respiraciones se normalizaban.
- Te amo.
- Yo también te amo, preciosa. Definitivamente, no volveré a separarme de ti.
- No lo hagas nunca más, te he extrañado mucho.
- Yo mucho más...
Se quedaron en silencio, abrazados varios minutos, hasta que la princesa se puso de pie y se cubrió con las sábanas para ir al armario a buscar algo.
- ¿Qué buscas, mi amor? – preguntó confuso.
- Espera, ya lo verás.
La princesa volvió a la cama junto a su esposo y le puso en las manos una gran caja de madera.
- ¿Qué es esto? – preguntó extrañado.
- Es un regalo para ti, lo envié a hacer a los pocos días que te fuiste. – respondió sonriendo.
- No debiste molestarte, preciosa, sabes que a mí no me tienes que regalar nada. – dijo apenado.
- No digas eso, quiero tener este detalle contigo. Espero te guste. – dijo, mientras le acariciaba el cabello.
- Gracias.
El joven abrió la caja y sus ojos se sobresaltaron en sobremanera con lo que vio dentro de la misma; había una espada idéntica a la que había visto en sus sueños, solo que esta, en vez de tener la empuñadura color púrpura con líneas verdes decorándolo, la tenía verde esmeralda con líneas negras, y la joya que tenía en el guardamano era una espinela blanca.
Link sintió una mezcla de felicidad, pero a la vez de nostalgia al verla, pues se acordó de lo que vivió en el Templo del Tiempo, al no ver una supuesta espada en su pedestal. En ese momento se preguntó por qué reaccionó de esa manera. ¿Qué había en ese lugar que tanto lo había afectado?
Zelda se preocupó al ver esa reacción. Por un momento creyó que no le había gustado su regalo.
- ¿No te gusta? – preguntó entristecida.
El joven salió de su trance y le respondió a su esposa sonriéndole.
- ¡Claro que me gusta! Solo que la estaba observándola detenidamente. Es una hermosa espada. – dijo mientras le besaba la mano.
- Qué alivio, por un momento creí que no te habría gustado.
- Me encanta, y lo que más me llama la atención es que es diferente a las demás. El lugar donde la enviaste a hacer es el mismo donde nosotros enviamos a forjar las espadas de los soldados, incluidas las que mi padre y yo usamos... pero esta es diferente. Es de mejor calidad.
- El señor que me atendió me dijo que ese es un material nuevo que ha estado trabajando por años y finalmente le dio resultado, quiso probarlo con esta espada y al parecer le quedó muy bien. Le pedí que la hiciera con los mejores materiales, por eso utilizó su nueva técnica, así que esta espada es única, pues soy la primera clienta a quien le forjó un arma con estas características.
- ¿Y el modelo? ¿Cómo se te ocurrió?
- Vi varias ilustraciones y tomé partes de varias espadas, no sé por qué, pero me llamaron la atención esos detalles, por eso le pedí que haga una espada con los fragmentos de otras.
- Muchas gracias, mi amor. Mañana mismo entrenaré con ella.
- Entrenaremos, pues aún debes seguir ayudándome a perfeccionarme.
- Claro que sí, por ti haré lo que sea. Es mejor que ya durmamos, preciosa.
La pareja se despidió con un beso en los labios, para luego entregarse al sueño, mientras sus brazos se rodeaban afectuosamente el uno con el otro.
...
- Despiértense...
En los calabozos, Ingo y Gorman se encontraban dormidos, hasta que una voz los despertó de manera abrupta.
Los hombres se sentaron inmediatamente para saber quién les estaba hablando. En ese momento, se dieron cuenta de que no había nadie y que esa voz venía de sus mentes.
- ¿Lo escuchas, Ingo?
- Sí, es nuestro amo comunicándose con nosotros telepáticamente.
- Lo escuchamos, amo. – indicó Ingo.
- ¡Son unos inútiles! ¿Cómo pudieron dejarse atrapar de la manera más estúpida? – reclamó irascible.
- No se preocupe por eso, pues ahora que usted conoce nuestra situación, vendrá a rescatarnos inmediatamente.
- ¿Estás loco? No cumplieron con lo que quería, así que se quedarán refundidos en esa celda.
- ¿Qué es lo que ha dicho? Hemos hecho todo lo que nos ha pedido. Gracias a nosotros ahora posee el dinero que necesita para levantar a su nación caída.
- Es cierto, ustedes me han servido para obtener el dinero que necesitaba, pero aparte de eso, también debían acabar con el príncipe de Ordon.
- ¿Acabar con el príncipe? Pero eso no era parte del trato, usted nos dijo que solo iniciemos este negocio. – dijo Ingo extrañado.
- Sí, pero aparte de las ganancias, esto tenía otro fin. ¿Cómo creen que el duque se enteró de toda esta situación? A ver, piensen por una vez en su vida.
Los hombres se quedaron en silencio por varios segundos, hasta que Gorman entendió la situación.
- ¡Tú! ¡Tú fuiste el que inició los rumores del contrabando para hacérselos llegar a oídos de Demetrio! – reclamó Gorman, enojado.
- ¡Bingo! ¿Cómo así eres tan inteligente?
- Pero cómo es posible que nos hayas vendido. ¿Acaso no sabes que eso te perjudicaría a ti también? – preguntó Ingo.
- Cuando conseguí el dinero que necesitaba, me di cuenta de que ya no me servían, así que envié rumores a oídos del duque sobre lo que estaban haciendo con el fin que los detengan. Estaba seguro de que él llamaría a su hijo para tal misión, y en ese momento supe que ustedes podrían acabar con ese idiota, pero son tan inútiles, que no pudieron hacerlo.
- Es... espera un momento. ¿Quieres decir que hiciste esto para obtener ganancias, y previo eso, asesinar al príncipe? ¡Nos manipulaste!
- Veo que ya se están dando cuenta de la situación. El honor de ese mocoso es tan grande que no dudaría en entregar su vida por el bien de su pueblo, por eso supe inmediatamente lo que haría para detener todo esto.
- ¡A mí no me metas! Aquí Ingo es el culpable de todo. Él debió asesinar al príncipe junto con su padre. ¡Fue él quien luchó contra ellos!
- ¡No te excluyas de la culpa, Gorman!
- Tú me vendiste ante Demetrio, eres un maldito traidor.
- ¡Cállense los dos! Gorman tiene razón, Ingo, tuviste en tus manos a ese chico y su padre y no pudiste matarlos.
- ¡Eres un imbécil! Solo me utilizaste como marioneta para asesinar al príncipe, aprovechaste lo del contrabando para realizar otro de tus planes. ¡En este momento llamaré al guardia a confesar quién eres en realidad!
Cuando Ingo se disponía a llamar al guardia, sintió como un extraño dolor lo invadía por dentro, cayó al suelo agarrándose el cuello mientras se esforzaba por respirar... hasta que finalmente su cuerpo cayó al suelo sin vida.
Gorman vio la imagen de su compañero muerto con espanto, mientras escuchaba en su mente la macabra voz de su líder.
- ¿Q... Qué le hiciste? – preguntó espantado.
- Simplemente, lo silencié... y ahora es tu turno.
- ¿¡Por qué yo!? ¡Yo no fui el que falló en la misión!
- Lo sé, pero no puedo arriesgar que menciones mi nombre.
- Maldito...
...
A la mañana siguiente, el duque se encontraba en su despacho conversando con Vilan y Aurelio sobre el asunto de Ingo y Gorman, pero su charla fue interrumpida por un soldado entrando al despacho, alarmado.
- Disculpe la interrupción, su majestad, pero tenemos terribles noticias. ¡Los prisioneros han amanecido muertos!
- ¿Qué has dicho? – preguntó impactado.
En ese momento, el duque, Aurelio y Vilan corrieron hacia los calabozos para comprobar que efectivamente los ministros estaban muertos, pero lo extraño era que no mostraban ningún rasgo de agresión. Incluso el botánico los revisó y no encontró ni un signo de envenenamiento.
Las razones de la muerte de ambos hombres eran totalmente extrañas y desconocidas.
...
Link y Zelda salían contentos de su habitación debido a la hermosa noche que habían pasado juntos, pero de la nada, la sonrisa del rostro de la princesa se borró y empezó a agarrarse la cabeza alterada.
- ¿Qué te ocurre, Zelda? – preguntó preocupado.
- Me siento mal... es una sensación espantosa. – respondió consternada.
- ¿Qué clase de sensación?
- Espero no creas que estoy loca, pero un aura maligna estuvo en este lugar hace poco... y al parecer provocó algo totalmente desastroso.
...
Comentarios finales:
¿Quién será el misterioso ser que aniquiló a Ingo y Gorman? Creo que eso es algo obvio, pero de todas formas, más adelante sus dudas serán despejadas.
Espero que les guste este capítulo, no solo porque finalizó la investigación, sino también porque nuestros protagonistas, volvieron a reunirse y de la forma tan romántica y apasionada que nos gusta.
Me siento muy feliz de que mi historia esté teniendo tanta aceptación, prometo seguir esforzándome en escribir capítulos más interesantes para ustedes.
¡Hasta la próxima!
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