19. Enfrentamiento mortal
Comentarios iniciales:
En el capítulo anterior, nos quedamos en que Zelda descubría unas curiosas cartas en la casita del árbol abandonada.
En la primera parte de este capítulo relataré cada una de ellas (son pocas), que ya se pueden imaginar a quién iban dirigidas, pero como saben, tienen miles de años, así que no estarán en las mejores condiciones, por lo que algunas letras y frases estarán borrosas a los ojos de la princesa. Ella no va a entender todas las palabras, pero si va a asociar más o menos el contenido, y les aseguro que ustedes sí las entenderán, pero de todas formas, el que desee leer las cartas completas, avíseme para enviárselas.
En la segunda parte relataré la misión para la que Link fue a Farone, algunos pensaran que esto no tiene mucho que ver con la trama, bueno si tiene que ver y a futuro se darán cuenta por qué.
...
La princesa estaba sorprendida por una de las cartas que tenía en sus manos. Le parecía extraño que estas estuvieran firmadas por su nombre en el idioma antiguo.
- Estas cartas al parecer las escribió alguien con mi mismo nombre, qué curioso. – se dijo a sí misma, riéndose.
Cuando se disponía a leer su contenido, pudo ver que algunas palabras estaban borrosas debido al paso del tiempo y la humedad, sin embargo, pudo entender un poco lo que decían.
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Estimado hé... elegido:
Una vez más, le agradezco por haberse ofrecido a traerme de regreso a mi pal... cuando estábamos en el des..., pero lo que más agradezco es haber resc... a mi pueblo de las garras de la osc...
El motivo de esta ca... es porque de la manera más cordial, solicito su presencia para hablar del asunto de su recompensa por haber salv... a mi ...blo. A pesar de que mi cast... está parcialmente destruido, tengo al alcance los medios para cumplir con sus deseos, y aparte, quiero que me dé el honor de nombrarlo caballero de... de mi rei...
Espero que eso sea suficiente para agradecer debidamente por todo lo que ha hecho por nosotros, y si acaso no lo es, quiero que me in... qué es lo que más desea y se lo concederé de inmediato.
Lo espero en mi despacho en dos días para hablar de dicha cuestión.
Atentamente,
Zelda, pr... rule...
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A pesar de que la carta tenía muchas palabras incompletas y borrosas, pudo entender más o menos de qué se trataba. Al parecer eran dirigidas a un joven que hizo algo extraordinario por algunas personas.
- ¿Recompensa? ¿A quién querría recompensar? ¿Para qué? Mejor leeré las demás cartas a ver qué más dicen.
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Estimado Sir L...:
Ha pasado una sem... desde nuestro encuentro y aún sigo sorprendida por la bondad de su alm... Aceptó con orgu.. su nombramiento, pero no la recompensa que le estaba ofre... Me impactó que me haya pedido que esos fondos los destine a su pequeño pue... y que aparte de eso, le permita ayudarme a reconstruir mi p...cio. No tengo palabras para describir la gran admir... que siento hacia su persona, hombres como usted son los que necesita este superfluo mundo para ser mejor. Por esa razón me atrevo a pedirle que venga a vivir a mi... y acepte ser nombrado como Ge... de la Gua... real. Realizará sus actividades todo el mes y dispon... de una semana libre para ir a visitar a los suyos en Ordon. Si acaso usted desea formar parte de mi con..., venga inmediatamente a comunic..., y si no es así, entenderé que no desea este p...
Saludos cordiales,
Zelda, pr...
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Estimado Li...:
Esta es la primera vez que me atrevo a llamarlo por su nom..., pero después de lo que ocurrió hace días, siento que tengo la libertad de hacerlo. Gracias por haberme defendido ante los mi... Desde que la gue... acabó, se han dedicado a culpabilizarme por la misma, pues no entienden que si me rendí ante el tirano de... fue por salvar a mi pueblo. Usted ayer mostró una lealtad hacia mi inigualable. No me gustan los conflictos, pero estoy muy agradecida por haberlo tenido de mi lado, sobre todo en el momento que no aguanté más y llore incontr... en su hombro. Sé que fue un gesto atrevido de mi parte ese acercamiento, pero inexplicablemente usted me inspira confianza, y lo que más me hizo sentir cómoda de aquello es que usted secó mis lágr... y me abrazó para consolarme. Muchas gracias por tan hermoso gesto.
Desde este momento, más que el caballero de... o el general de la g..., lo considero mi amigo. Espero que usted también me vea de esa forma, y por eso me atrevo a pedirle que nos hable... como tal, es decir, de manera más informal. Espero esta propo... no haga que usted piense mal, pues para mí sería un honor tenerlo a usted como mi primer amigo...
Saludos cordiales,
Zelda
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Querido...:
Esta semana que transcurrió fue maravil..., me siento muy feliz de ver cómo han avanzado las repar...del...p... y sobre todo porque nuestra amistad se ha fortalecido enormemente. Sé que no te gustó que te haya obligado a regresar a Ordon, pero noto desde hace tiempo que tu interés por ir a tu pueblo se ha redu... y eso me hace sentir culp..., pues sé que te quedas ayudándome en mis tareas, en vez de tomarte tu semana libre y visitar a tu gente. Espero que el tiempo que estarás ahí descanses como es debido.
Estoy un poco apenada por las atenciones que tienes conmigo, siento que no las merezco. Gracias a ti, mi tobillo está mucho mejor, pues tus cuidados logr... sanarlo; prometo la próxima vez fijarme por dónde camino. También gracias por las perfu... rosas que me traes cada vez que regresas de tu descanso semanal y por nuestros paseos clandest...por los rincones del reino. En sí, gracias por devolverme la sonrisa que hace tiempo perdí...
Eres el primero que ha hecho esto por mí desde que murieron mis padres, lo valoro enormemente. Espero que las cosas entre... siempre sean así y que a tu regreso podamos seguir conver... y jugando como un par de niños, pues gracias a ti he recobrado esa etapa de mi vida, que creí jamás regresaría a mí.
Con cariño,
Zelda
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Querido L...:
No tienes idea lo impact... y dichosa que me siento. Nunca creí que un hombre de mundo, libre como tú, se podría enamorar de una mujer aburrida como... Sé que te molesta que hable así de mí mis..., pero es la verdad. El beso que me diste fue incre... maravilloso, una agradable caricia en los labios que me hizo llorar de la feli..., pues hace mucho tiempo que no siento tanto amor y calidez inundando mi coraz...
Estoy inmensamente feliz de saber que sientes lo mismo que yo, pues creí que estabas inte... en aquella joven de tu pueblo, quien se nota a simple vista que mi persona no le agrada en lo abso..., pero ahora no tengo dudas, con ese beso y tus hermosas palabras de amor, sé que puedo sentirme segu...
Me alegro de que hayamos decidido estar juntos, y a pesar de que nuestra relación será en sec..., estoy dispuesta a darte todo el amor que he reprimido por años. Te amo y te amaré siempre.
Zelda
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La princesa se sintió muy conmovida al leer tan hermosas cartas. A pesar de que no tenía idea de quién se trataba esa pareja, no pudo evitar emocionarse con cada palabra pasmada en las viejas páginas.
- Qué hermoso. Al parecer ella es una mujer de noble estirpe que se enamoró de un chico de diferente clase social, y a pesar de las palabras borrosas, puedo entender que decidieron estar juntos en secreto. Me alegro de que entre ellos haya nacido este amor tan puro y valioso. – se dijo a sí misma, maravillada.
A pesar que Zelda ya había leído algunas de las cartas, aún le faltaba una más por leer, así que en ese momento la tomó para seguirse deleitando con tan hermosa historia de amor.
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Amado mío:
Estoy destrozada con todo lo que pasó. Por favor, perdóname. Te juro que no quise herirte el coraz... Hace dos semanas que no sé de ti, sé que estás dolido y ofendido porque te oculté que estaba comprometida... con el heredero del r...Oeste, pero quiero que sepas, que la razón por lo que no te lo dije, fue porque le resté importancia, pues desde que Za... invadió Hy... no lo volví a ver, además temía que si te enterabas ibas a alejarte de mí. Y al final eso fue lo que pasó.
Yo no amo a ese hom..., estoy comprometida con él por simple obligación de mis cons... Yo no siento nada por él, pues el único al que amo con devoción es a ti.
Entre él y yo no ha habido absolutamente nada, tú eres el primero del que me he enamo..., con el que me he besado y dado caricias más allá de las permitidas. Eres el primero y el único en todo.
No quiero perderte, no quiero casarme oblig..., quiero que el hombre con el que comparta mi vida, seas tú. Desde que me pediste matrim... y me regalaste este hermoso anillo, decidí firmemente ya no ser una cobarde y te anuncié el momen... que usaría para comunicar nuestro compr...
Espero que regreses a mí, pues de esa forma no solo volveríamos a estar ju..., sino que también me librarías de este mat... indeseado, del que lucharé incansablemente para zafarme, contigo o sin ti... pero contigo, las cosas serían más sencillas, pues tú posees el valor que a mí me falta para enfrentar a los superficiales min... y conse...
Espero que vuelvas y retomes el plan que tenías para conmigo, antes de que te enteraras de tan lamentable noticia.
Recuerda que te amo con toda mi alma y mi corazón siempre te pertenecerá, sea cual sea la decisión que tomes.
Por siempre tuya,
Zelda
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Las lágrimas del rostro de la princesa caían sin control al leer aquella última carta, no entendía la razón por la que sentía un enorme dolor en su corazón. La sensación que tenía era extraña, una especie de culpa invadiéndola, como si ella fuera la responsable de los tristes párrafos escritos.
¿Qué habrá pasado con aquella pareja? ¿El lastimado joven la habrá perdonado? ¿Habrá vuelto a su lado? ¿Ella habrá podido cumplir con la promesa que le hizo? Eso, por el momento, no lo sabría.
Zelda guardó las cartas en el viejo cofre, y luego se dispuso a regresar al castillo, esperando que la tristeza que la invadía se desaparezca de su alma.
...
Ya una vez en el palacio, trató de dejar de lado el impacto que le causó la última carta y se dirigió donde su suegra para comer los chocolates que había comprado.
Después de contarle las cosas que conoció en la ciudadela, exceptuando el descubrimiento de la casa del árbol, se despidió de ella y se fue a su habitación a descansar.
Ya en sus aposentos, abrió una de las puertas del balcón y empezó a contemplar la luna. No entendía por qué se sentía tan triste al haber leído aquella carta, por más que era consciente que era una historia antigua, sentía una pena infinita al recordarla, incluso visualizó los hechos como si ella los hubiera vivido, cosa que la extrañó un poco, pues no puede saber qué pasó en realidad o los escenarios donde ocurrieron las vivencias. Prefirió dejar esos pensamientos a un lado y enfocarse en otro tipo de cosas.
- Creo que esa historia me gustó tanto que me metí de lleno en ella. Mejor es dejar de pensar en eso y centrarme en cosas más importantes, como seguir con el entrenamiento de mi magia usando ese interesante libro... Y ahora que lo pienso, el nombre escrito en mi libro de magia, tiene la letra muy parecida a la de las cartas... ¿Será posible que...? ¡No! ¿Qué tonterías estoy pensando? Es imposible...
...
En la cabaña del bosque de Farone todos se estaban preparando para la audiencia con el ministro de comercio de la región. Para esa ocasión, el príncipe y su padre se vistieron de manera más formal para el encuentro, pues no querían que el ministro sospeche que estaban en una misión especial.
- ¿Estás seguro de que no deseas que los escolte algún soldado? Puede ser peligroso. – preguntó el general, preocupado.
- Preferible que sea así para no levantar sospechas. Tú sabes que en este lugar han escuchado hablar de nosotros, pero físicamente pocos nos conocen. Si ven a un soldado escoltándonos llamaremos la atención, además en plena luz del día no creo que pase nada malo. Por lo pronto, ustedes vístanse de transeúntes normales y empiecen a investigar los alrededores, puede ser que encuentren algo sospechoso. – ordenó el duque.
- Haremos eso enseguida. Por favor, tengan cuidado.
- No te preocupes, Moy, espero que regresemos pronto de esta reunión. – dijo el príncipe.
...
Luego de haber llegado al Ministerio de Comercio, lo primero que hicieron Link y su padre fue presentarse hacia un secretario, y este, al enterarse de quiénes tenía en frente, se levantó enseguida, hizo una reverencia y fue a avisarle a su jefe que sus visitas habían llegado.
- Hasta ahora todo se ve normal. – indicó el príncipe.
- No te confíes, percibí muchos nervios por parte de ese joven.
Luego de esperar unos minutos, el secretario salió a indicarles que pasen al despacho.
- Perdonen la espera, altezas, el ministro Ingo indica que pasen.
- Gracias.
...
Cuando padre e hijo entraron al despacho se encontraron de frente con un hombre de estatura media, parecía tener aproximadamente cuarenta años y usaba un peculiar y asimétrico bigote. Estaba vestido con una camisa de seda blanca y un pantalón negro. El hombre se acercó a ellos, les estrechó la mano para saludarlos y los invitó a sentarse para empezar a hablar.
- ¡Qué honor! Es muy agradable contar con la presencia del duque de Ordon y su hijo en mi humilde despacho. – exclamó muy animado.
- Le agradezco que me haya concedido esta audiencia, pues como verá, estoy preocupado por esos rumores que han llegado a mi reino. Se dice que las sustancias ilícitas que están llegando a Ordon provienen de aquí. – indicó el duque.
- Así es, lamento decirle que han utilizado una famosa planta de nuestra región llamada Baniscapi. Esta especie de flora posee peligrosos efectos alucinógenos, que en exceso pueden causar la muerte del que la ingiera.
- En mi reino no ha habido muertos, pero sí muchos jóvenes que han caído en ese inmundo vicio y eso ha provocado que sean hospitalizados. Todo esto está perjudicando Ordon, necesitamos descubrir al culpable de todo esto.
En ese momento el príncipe percibió que el sociable hombre que tenía frente a él se puso ligeramente nervioso, pero de inmediato se mostró seguro.
- ¡No tienen nada de que preocuparse! He atrapado al culpable de todo esto. Se trata de un reconocido botánico del pueblo que ha sido el responsable de vender las plantas para hacer dichas atrocidades.
El príncipe y el duque enmudecieron ante la revelación del ministro, pero el más sorprendido fue el soberano, pues estaba seguro de que el culpable de todo era Ingo, junto con el ministro de comercio de Ordon. Pensó que talvez cometió un error al sospechar de él.
Link, por otra parte, no creyó del todo sus palabras, y aparte presintió que cosas muy extrañas ocurrían con Ingo. Por ejemplo, cuando estrechó su mano para saludarlo, pudo notar que estaba muy áspera y de un color amarillento, las pupilas de sus ojos estaban dilatadas, mientras que los globos oculares estaban ligeramente enrojecidos, y eso sin descartar el exceso de "ánimo" que tenía. Sin duda no estaba actuando de la manera más normal. En ese momento el príncipe tomó la palabra y decidió seguir el juego, hasta llegar a las últimas consecuencias de la confusión.
- Me alegro de que lo haya atrapado, es usted muy eficiente, pero me gustaría que nos llevé hacia él.
- ¡Por supuesto! Se encuentra en la prisión del pueblo. Voy a pedir a mis sirvientes que preparen la carroza. Espérenme aquí, por favor.
Aprovechando que Ingo se retiró de su despacho, Link le indicó a su padre las cosas que lo tenían intranquilo.
- ¿Lo notaste, papá?
- Sí, creo que he cometido un error al sospechar de este hombre.
- Pues yo pienso que nos ha mentido, pero a lo que me refiero es que si no lo notas extraño. Creo que está totalmente alucinado.
- ¿Qué dices?
- Obsérvalo bien. Sus manos están amarillas, sus ojos totalmente rojos con sus pupilas dilatadas, y ese exceso de "alegría y amabilidad" para con nosotros. Todos esos son síntomas indican que ha consumido sustancias ilícitas.
- Yo lo veo muy normal.
- Yo no lo vi nada normal, no me da buena espina ese sujeto.
Ingo regresó a su despacho, y les indicó al príncipe y al duque que se dirijan a la carroza.
...
Una vez que los tres hombres llegaron a la prisión, unos guardias los escoltaron hacia la celda donde se encontraba el culpable.
Ahí estaba un hombre de cabello castaño con algunas canas, sus ojos eran color ámbar y estaban cubiertos por unos lentes con una pata rota. El pobre mostraba una imagen deplorable y con varios moretones por el cuerpo. Cuando vio al duque y al príncipe afuera de su celda, los miró con recelo, pues no entendía por qué lo estaban visitando, pero cuando vio a Ingo, reaccionó de manera muy violenta.
- ¡Maldito! ¡Lárgate de mi vista! – gritó, apretando con furia los barrotes.
- ¡Cálmate! ¿Qué manera es esa de comportarte delante de tan importantes visitas? – preguntó irónico.
- ¡Desgraciado, tú deberías estar encerrado en mi lugar! ¡El único delincuente aquí eres tú!
- Ya estás delirando, Aurelio. Sé que te molestó que te haya descubierto, pero debes pagar por lo que hiciste.
- ¡Yo no hice nada! Todo fue planeado por ti, fui engañado por ti. Por tu culpa mi hijo tuvo que huir del pueblo, pues también lo desprestigiaron.
- Da las gracias que no he enviado a buscar a tu hijo para encarcelarlo, pues él es tan culpable y basura como tú.
- ¡Con mi hijo no te metas! ¡Las Diosas harán que pagues por lo que hiciste!
Link y su padre pretendían hablar con el responsable de la venta de las plantas alucinógenas, pero en cuanto lo vieron, no pudieron evitar sentir pena por él, ya que les sorprendió la vehemencia con la que se defendía a sí mismo. Esa acción los impactó tanto que decidieron no hacerle ninguna pregunta.
- Creo que es mejor que nos vayamos, ya se dieron cuenta de que este hombre no piensa reconocer que hizo. – dijo el ministro.
Cuando los tres hombres se disponían a retirarse, Aurelio le habló desesperadamente al duque.
- ¡Su majestad, yo le juro que yo no hice nada, se lo juro por mi hijo! El culpable de todo es ese maldito que está con ustedes. Yo fui engañado por él y todo tiene una explicación.
El duque y el príncipe observaron consternados al hombre encarcelado, estuvieron a punto de acercarse a él para conversar, pero Ingo los detuvo.
- No le hagan caso, está perturbado por el encierro. Vámonos de una vez, altezas.
- Pero es que...
El duque ni siquiera pudo terminar la frase, pues por la insistencia de Ingo, tuvieron que salir rápidamente.
...
Ya una vez de regreso al despacho del ministro, se despidieron de él y empezaron a caminar por el pueblo buscando a Moy y a los soldados. Padre e hijo se sentían muy consternados, por lo que se acabaron de enterar, y en ese momento comenzaron a hablar del tema.
- Ingo está mintiendo... – aseguró el príncipe.
- No lo creo, además el mismo atrapó al culpable de todo este escándalo.
- Pienso que ese hombre, el tal Aurelio, dice la verdad. Pude ver sinceridad y desesperación en sus ojos.
- La verdad yo percibí lo mismo, pero de todas formas es mejor no dejarse llevar por esas sensaciones.
- Pero papá...
Las palabras del joven fueron interrumpidas por la llegada de Moy y los soldados, al parecer, estaban ansiosos por revelarles una noticia.
- Hemos escuchado sigilosamente unos rumores. Todo indica que, al parecer por la zona oeste del bosque, es en donde se reúne la mercadería para trasladarla a Ordon.
- ¿La zona Oeste? Justo el atajo para llegar a Ordon más rápido. ¿Cómo pudiste enterarte de eso?
- Al parecer, el hijo de la mujer que escuché decir eso, está hospitalizado por consumo excesivo. Estaba tan angustiada que a una amiga le comentó esa cuestión.
- Ya veo, esta noche iremos a esa zona a investigar. Sé que solamente son rumores, pero no perdemos nada con verificarlo.
...
El príncipe, junto a su padre, Moy y los soldados, llegaron a la zona donde se rumoreaba que se reunía las sustancias ilícitas para transportarlas. Pudieron ver que a los lejos se encontraban varias carrozas negras y junto a ellas encapuchados.
- Esos extraños sujetos deben ser los que transportan la mercadería a Ordon. – indicó el soberano, indignado.
- ¡Ya ataquémoslos de una vez! Impidamos que sigan contrabandeando esa basura. – ordenó el príncipe, furioso.
- Espera. Hoy solo vinimos a comprobar si era cierto que este lugar era el punto de encuentro. Ahora que lo hicimos, hay que llamar refuerzos. Enviaré a uno de los chicos de regreso a Ordon para que invoque más soldados, estoy seguro de que los necesitaremos, pues este tipo de organizaciones nunca se encuentran desarmadas.
- Tienes razón, es mejor que regrese...
De repente, el príncipe escuchó un ruido detrás de los arbustos. Pudo visualizar que una sombra estaba detrás de los mismos, que inmediatamente huyó al ser descubierta.
Link, rápidamente, persiguió a dicha sombra, provocando que su padre y el resto de sus acompañantes se alarmen.
- ¡Link, regresa aquí ahora mismo! – ordenó el duque, enojado y en voz baja.
El joven no escuchó el llamado de su padre, solo persiguió al sujeto por un largo camino, hasta que finalmente, de un solo salto, logró caer encima de él.
Los dos empezaron a forcejear y golpearse con los puños. La verdad el príncipe, a pesar de ser fuerte y tener buen estado físico, pudo notar que su contrincante era de contextura más fortalecida que la de él, sin embargo, eso no le iba a impedir luchar.
Link y el misterioso sujeto estuvieron golpeándose hasta que la capucha que cubría el rostro del individuo cedió, mostrando ante los ojos de príncipe que se trataba de un hombre.
- ¿Por qué nos espiabas? – preguntó enfurecido.
- ¡Eso no te importa, imbécil! ¿Quién te has creído tú en ponerme una mano encima?
- ¡Te hice una pregunta, estúpido! Tú también debes ser uno de esos contrabandistas.
- ¡Cómo te atreves! ¡Yo no tengo nada que ver con esos mal nacidos! – reclamó indignado mientras se acercaba al joven.
A medida que se iba acercando hacia Link, él pudo analizarlo con detenimiento. En ese momento se dio cuenta de que ya había visto antes a esa persona.
- ¡Espera un momento! Yo te he visto antes, tus eres... eres el amigo de Zelda.
- ¿Zelda? ¿La princesa de Hyrule? – preguntó ansioso.
- Sí, ella es mi esposa. Te vi el día que te encontraste con ella en el pueblo. Si no me equivoco, tu nombre es Vilan.
- Ya recuerdo. El día que me encontré con Zelda, nos saludamos y la felicité por su matrimonio. Y si tú eres su esposo, eso quiere decir que eres el príncipe de Ordon.
- Así es, y no puedo creer que mi esposa tenga de amigo a un delincuente que se dedica al tráfico.
- ¡Yo no soy ningún delincuente! Por más príncipe que seas, no pienso permitir que me insultes. ¿Acaso no te has visto en un espejo? ¡Soy el gran Vilan! ¡Soy el doble de musculoso que tú! No puedo creer que una mujer tan hermosa como Zelda se hubiera casado con un flacucho insípido como tú. No sabes con quién te estás enfrentando. Si yo quisiera, te plantó en el suelo de un solo golpe.
- ¿Flacucho? ¡Casi te desarmo con mis golpes! Hasta tu horroroso peinado lo desbaraté, y si estás tan seguro de vencerme, qué esperas para acercarte.
- ¡Niñito arrogante!
Ambos jóvenes volvieron a pelear con los puños. Por una parte, Link estaba enojado por la manera en que Vilan los espió y por las groseras palabras que le dijo, aunque muy en el fondo, también peleaba porque aún sentía un poco de celos de que haya sido el hombre que Zelda abrazó antes que él. Reconocía que era una actitud infantil, pero de todas formas quería sacarse esa espina que lo molestaba desde hace tiempo.
Mientras se estaba llevando la pelea, el duque llegó exhausto junto con el general y los soldados, y cuando observó que el príncipe se estaba peleando con un hombre, corrió junto con Moy a separarlos.
- ¡Suéltalo, Link! – le gritó exaltado.
Moy estaba sosteniendo a Vilan, quien aún seguía furioso por las palabras del príncipe.
- ¿Esa fue toda la pelea que diste? ¡Definitivamente, Zelda merece a un hombre de verdad a su lado!
- ¡Cállate!
- ¡Ya Basta! ¡Dejen de estar peleando! ¡Soldados, agarren a este sujeto y llevémoslo a la cabaña para interrogarlo, rápido! – ordenó el duque exasperado.
Los soldados obedecieron la orden del soberano y se llevaron a Vilan, a pesar de los esfuerzos que hacía mismo pasa soltarse.
...
Una vez en la cabaña, los solados llevaron al joven al sótano de la misma, ahí lo sentaron en una silla y lo ataron para que no intente escapar.
- ¡Suéltenme! – exigió enfurecido.
Link, junto a su padre y Moy, se encontraban observando al alterado joven frente a ellos. En ese momento, el duque empezó a interrogarlo.
- ¿Cuál es tu nombre? – preguntó con firmeza.
- Eso no es de su incumbencia.
- ¡Altanero, estás hablando con el duque de Ordon, córtate la lengua antes de hablarle así! – reclamó el general, enojado.
- Déjalo, Moy, está muy alterado. Escúchame bien, muchacho, nosotros no queremos hacerte daño. Si cooperas, te dejaremos en libertad, pero te pido de favor que me respondas lo que te pregunté.
- Yo... me llamo Vilan.
- Ya veo, explícame cómo es que conoces a la princesa Zelda.
Vilan iba a responder, pero el príncipe interrumpió la conversación, poniéndose frente al amarrado joven para empezar a discutir una vez más.
- La conoce desde niños, y al parecer tiene bastante interés en ella. Eso lo pude ver cuando la abrazaste de forma tan cariñosa el día que se encontraron. – respondió celoso.
- ¡No digas estupideces! ¡Yo soy un hombre casado y soy padre de una bebé!
- ¡No tiene nada que ver que seas casado! He conocido a muchos hombres mujeriegos como tú, que no les importaría fijarse en otra mujer, sea esta casada o soltera. ¿Quién sabe si es que mi esposa te gusta?
- ¡Sí que eres idiota! No voy a negar que Zelda es muy bella, tanto física como espiritualmente, pero yo la quiero como una hermana y no tiene nada de malo que la haya abrazado. Puedo notar que estás enfermo de celos por ese abrazo que le di; pobre de mi amiga, casada con un demente como tú. – indicó, fingiendo lástima por la princesa.
- ¡Cómo te atreves a...! – reclamó, agarrándole la camisa.
En ese momento, el duque, ya harto de las inmadureces de su hijo, tomó uno de los mechones del cabello del joven y se haló con fuerza, como si de una criatura se tratara.
- ¡Deja de comportarte como un mocoso inmaduro! ¿Por qué te pelaste con él? ¿Por qué nos estaba espiando o por la amistad que tiene con tu mujer? Irte de golpes con este joven por no poder controlar tus malditos celos. ¡Te pasas! Te hago esto para ver si de esa forma aprendes a comportarte como un adulto. ¡Eres un príncipe, no eres un vándalo callejero que se anda peleando con todo el mundo! ¡Aprende a controlar tus emociones, que para eso fuiste educado! – reclamó, sin poder controlar su enojo.
- ¡Ya, papá, suéltame! Me estás avergonzando delante de este tipo, y si hablamos de celosos, es mejor que no digas nada. No creas que no me he dado cuenta las caras que pones cuando algún hombre observa detenidamente a mi mamá.
- ¡Eres un...!
- ¡Guarden silencio los dos! ¡Estamos aquí para interrogar a este muchacho y ustedes peleando por cosas sin sentido! ¡Por una vez en su vida dejen sus diferencias a un lado! ¡Diosas! – gritó el general, exasperado.
Luego de que padre e hijo dejaron de discutir, el duque volvió a interrogar al confundido joven.
- ¿Por qué no estabas espiando?
- Yo no los estaba espiando a ustedes... estaba vigilando a esos sujetos. – contestó, desviando la mirada.
- ¿Para qué? ¿Acaso tú trabajas para ellos?
- ¡Me está ofendiendo! Yo jamás trabajaría para esas basuras, lo que pasa es que quiero delatarlos con las autoridades por el contrabando de estupefacientes, y de esa forma, hacer que pague ese maldito hombre.
- ¿A qué hombre te refieres?
- ¡A Ingo, al Ministro de Comercio! Él es el culpable de todo eso, es el cabecilla de esa sucia organización. ¡Por su culpa mi padre está preso!
- ¿Tu padre? ¿Tu padre es ese tal Aurelio?
- ¿Cómo lo sabe? ¿Acaso lo conoce? – preguntó extrañado.
- Lo vimos hoy en la prisión del pueblo. Ingo nos dijo que él se encargaba de vender esa extraña planta alucinógena.
- ¡Eso no es cierto! Él es inocente, ese infeliz de Ingo nos engañó a todos. Es cierto que mi padre vendía esas plantas, pero no para los usos que usted se imagina. La Baniscapi es una planta medicinal muy poderosa, es buena para reducir los síntomas de la depresión y la ansiedad, pero si se la procesa de manera diferente, puede ser un alucinógeno letal. Ingo, con engaños, le pidió a mi padre que le comercialice esa planta, diciéndole que era para una supuesta fundación que querían crear para personas con enfermedades mentales. Mi padre y yo nos dedicamos a cultivarla de forma dedicada, pues eso estaba trayendo varias ganancias a nuestra familia, pero en el momento que mi padre descubrió a Ingo en sus corruptas acciones, dejó de venderle la Baniscapi y lo amenazó con reportarlo a las autoridades; entonces, Ingo se adelantó a los hechos y culpó a mi papá como el responsable de comercializar la planta como estupefaciente en vez de como medicina. Previo a eso, todo el pueblo nos dio la espalda, insultaron a mi padre con las peores palabras y lo tacharon de delincuente, a mí me amenazaron de muerte, incluso humillaron a mi esposa, que en esa época estaba en sus últimos meses de embarazo. Tuve que salir huyendo del pueblo y por el momento, junto con mi mujer, nos estamos quedando en la casa de una tía de ella en la región de Eldin. ¡Tengo que detener a ese tipo y devolverle la dignidad a mi padre!
Todos los presentes se quedaron enmudecidos ante la historia de Vilan. A pesar de que no mostró la mejor de las actitudes al principio, en sus ojos se veía sinceridad. Podía verse que todo lo que relató era cierto.
- ¡Sabía que mis sospechas hacia Ingo no estaban del todo equivocadas! Es lamentable todo lo que has pasado, al principio me costó un poco creerle, pero pude ver en tu padre una mirada sincera cuando me indicó que era inocente. – dijo Link.
- Él es un buen hombre, y ese negocio que teníamos era nuestro sustento, y desde que lo perdimos, hemos pasado por grandes dificultades económicas. ¡Estoy desesperado! El dinero se me está acabando y no sé cómo voy a mantener a mi familia, además me duele que mi papá esté preso, estoy seguro de que en ese lugar no lo están tratando bien. – se quejó entristecido.
- No voy a mentirte, tu padre físicamente no está saludable, se lo ve muy demacrado.
Vilan agachó la cabeza, apenado por las palabras del duque. Por otra parte, Link no pudo evitar conmoverse con su historia, a pesar de que el joven no le había caído nada bien, se sintió mal por su situación.
- Por favor, suéltenlo. – ordenó el príncipe.
Los soldados siguieron la orden del príncipe y soltaron al joven, después de eso, Link se acercó a él para hablar con seriedad.
- Deseo que nos ayudes en esta misión, al igual que tú, nosotros tenemos deseos de detener a ese mal hombre. Te juro por mi reino, que cuando todo esto acabe, le devolveremos a tu padre el respeto y el prestigio que perdió, y de esa forma podrás regresar al pueblo y rehacer tu vida con tu familia. ¿Aceptar ayudarnos?
Link estiró la mano hacia Vilan para cerrar el trato que le propuso. El joven, al principio, dudó en formar esa alianza con el príncipe, pero luego de analizar cada una de sus palabras, le estrechó la mano y aceptó ayudarlo.
- Acepto. Te agradezco que vayan a limpiar el nombre de mi padre, pues será un honor que, junto con el duque, le informen a mi pueblo quién es Ingo en realidad.
- De eso no te preocupes, pienso desenmascarar a ese tipo públicamente, y al par devolverle a tu padre su libertad y honor. – aseguró el duque.
- Muchas gracias.
- Creo que es mejor que por el momento te quedes aquí, pues si te ven por el pueblo vas a tener problemas.
- Gracias por su hospitalidad, alteza, también de esa forma aprovecharemos en planear una estrategia. Antes de que ustedes llegaran, escuché decir a esos tipos de que la próxima mercadería la van a trasladar a Ordon en dos semanas, tenemos todos estos días para idear cómo atraparlos.
- Me parece muy bien. Ahora contaré con el tiempo suficiente a traer más refuerzos. Mañana mismo uno de mis soldados regresará a Ordon a traer a más compañeros. – indicó el general.
- Bueno, es mejor que vayamos a descansar, le diré a uno de los sirvientes que te prepare una habitación y te consiga ropa. Ya a partir de mañana, hablaremos del asunto de forma más calmada. – añadió finalmente Link.
...
Ya a altas horas de la noche, el príncipe no podía conciliar el sueño, así que decidió salir un momento a respirar aire puro afuera de la cabaña.
Se sentó en una de las bancas ubicadas por la entrada, y en ese momento vino a su mente su esposa y lo mucho que la extrañaba. Desde que se declararon su amor, estar separado de ella era algo difícil de asimilar, deseaba tanto poder besarla, abrazarla y sentir como acariciaba su rostro mientras lo miraba con afecto.
- ¿Tampoco puedes dormir?
Los pensamientos del príncipe fueron interrumpidos por la llegada de su nuevo huésped.
- No, y por lo que veo tú tampoco puedes. – respondió serio.
- No... yo quisiera... disculparme contigo, es decir, con usted... pues no debí pelearme y hablarle de manera tan inapropiada, pero estaba asustado y muy nervioso.
- No es necesario que me hables con formalidad, ambos somos jóvenes y prefiero que me llames por mi nombre... y... también te pido una disculpa por mi actitud infantil para contigo. Yo también estaba muy nervioso por toda esta situación.
Luego de haberse pedido disculpas mutuamente, se quedaron en silencio varios minutos, hasta que Vilan decidió iniciar una charla.
- ¿Cómo está Zelda?
- Ella está bien, se está quedando en mi palacio. – respondió sonriente.
- Ella es una buena amiga. Lamentablemente, a diferencia nuestros otros amigos, no pude crecer con ella, pues junto con mis padres tuvimos que partir a esta región para que puedan agrandar su negocio de botánica, pues como sabrás, en la región de Lanayru no hay tanta vegetación como aquí. Después de eso no volví a saber de ella ni de los demás. – recordó entristecido.
- Cocu me habló que también es amigo tuyo.
- Así es, él y su esposa Gracielle se conocen desde niños y cuando me enteré por Zelda que se casaron, me contenté, pero no me sorprendí, pues siempre se notó que se gustaban. – dijo con una carcajada.
- Ellos son un matrimonio feliz, ahora están esperando a su primer hijo.
- Me alegro mucho por ellos y espero algún día volver a verlos.
- También son amigos míos. Desde que me los presentó Zelda, nos hemos llevado muy bien.
- Me hiciste recordar cuando Zelda también me los presentó. ¿Sabes una cosa? Lo que más admiro en tu esposa, es la humildad que posee en su corazón, pues a pesar de que no tengo ningún título nobiliario como Cocu y Gracielle, ella me incluyó entre sus amigos, incluso el rey estaba de acuerdo con nuestra amistad, ya que apreciaba a mi padre, que trabajó para el palacio por un tiempo.
- Me alegra saber que a pesar de que no viviste mucho tiempo en la ciudadela, pudiste cultivar una bonita amistad con ella.
- Sí, es una buena chica, y no te voy a negar que de niños estuve encantado con ella, pero luego me di cuenta de que la quería más como una hermana menor, por eso, más te vale que la hagas muy feliz, porque si me entero de que la haces llorar, te encontrarás con mis puños. – lo indicó amenazante.
- ¡Cálmate! Yo la amo con toda mi alma y solo vivo para hacerla feliz, así que descuida, que yo jamás la lastimaría. – respondió seguro.
Al final los jóvenes se terminaron riendo luego de su conversación, luego se despidieron y se fueron a descansar a sus habitaciones.
...
Las dos semanas transcurrieron más rápido de lo pensando, y con eso, el tiempo para atacar a los contrabandistas había llegado. Moy logró invocar a una buena cantidad de soldados, mientras que el duque, Link y Vilan, se habían dedicado a entrenar con las espadas y a planear una buena estrategia para derrocar a los maleantes.
Esa noche, como Vilan lo avisó, estaba un gran grupo de hombres encapuchados embarcando los estupefacientes, también se podía visualizar a otro de igual forma cubierto, ordenando y dando a entender que era el líder de los mismos.
En el momento que estaban a punto de embarcarse y salir de la región, Moy salió junto con los soldados a detenerlos.
- ¿¡Pero qué...!?
- ¡Alto ahí!
- ¿Quiénes son ustedes? ¿¡Cómo se atreven a presentarse frente a nosotros!? – reclamó el líder.
- ¡Están arrestados por tráfico de estupefacientes!
- ¿Cómo es posible que nos hayan descubierto?
- Los hemos estado investigando todo este tiempo y sabemos perfectamente a lo que se dedican. Entréguense por las buenas o tendrán que vérselas con los soldados.
- ¡No puedo permitir que mi amo pierda ganancias!
De repente, el líder de los contrabandistas sacó un silbato, y una vez que lo usó, de los alrededores salieron varios hombres armados.
- En este clandestino mundo, el que entra no sale jamás. ¡Así que por habernos descubierto no saldrán vivos de esta!
Los delincuentes se abalanzaron hacia los soldados, quienes se defendieron inmediatamente. En ese momento el duque salió junto con Vilan y Link de su escondite para ayudarlos en la batalla.
- Yo me encargaré del líder de los mismos. ¡Esa voz la reconocí de inmediato, es el miserable de Ingo! Mientras le doy su merecido, ustedes ayuden a los demás y rompan las ruedas de la carroza para evitar que se escapen.
- ¡Papá, déjame a mí encargarme de Ingo!
- ¡Yo voy a hacerlo! Tengo que hacerle pagar el haberme querido ver la cara de imbécil, es una cuestión de honor. ¡Obedece y anda a destruir las ruedas!
Link deseaba ser quien se encargue de Ingo. Él sabía que su padre era un hombre fuerte, pero también era consciente que en habilidad con la espada, lo superaba en sobremanera; sin embargo, no quiso refutarlo, así que simplemente se dedicó a obedecerlo.
Tal y como el duque lo había ordenado, Link y Vilan destrozaron las ruedas de la carroza, provocando que el líder se ponga furioso y ordene a más de sus hombres que los ataquen.
Mientras Link y Vilan se defendían de los ataques, el duque se estaba enfrentando a líder de la organización.
- ¡Ya no tiene caso que te sigas ocultando, sé perfectamente que eres Ingo y que has estado detrás de todo esto!
- De verdad me sorprende encontrarlo aquí, su majestad. Creí que se había convencido desde nuestra última conversación.
- No me convencí en lo absoluto, por eso te seguí investigando. Vas a pagar caro las atrocidades que has hecho, entre esas, encarcelar injustamente a ese pobre hombre.
- ¡Eso lo harás sobre mi cadáver! – amenazó Ingo, irascible.
Ingo se abalanzó encima de Demetrio para atacarlo, pero él enseguida se defendió con la espada.
Entre todos se llevó a cabo una ardua pelea, donde los hombres de Ordon, que estaban con múltiples heridas por el cuerpo, lucharon incansablemente, hasta que varios de los malhechores fueron derrotados y amarrados para llevarlos a prisión.
Link y Vilan aún seguían luchando con unos cuantos maleantes. Se sentían exhaustos y adoloridos, pero de igual manera que los soldados, apresaron a los hombres y los amarraron.
En el momento en que Link buscó con la mirada a su padre, pudo observar que aún seguía peleando con Ingo. Al igual que el ministro, el duque tenía varias heridas, y eso preocupó a su hijo enormemente.
- ¡Papá! – gritó angustiado.
El príncipe pudo observar que Ingo tumbó a su padre en el suelo y como rápidamente este se dirigía a asesinarlo.
- ¡Ahora sí, su alteza, pagarás caro el haber intervenido en mis negocios!
El duque cerró los ojos esperando su muerte, pero se extrañó al no sentir ningún signo de dolor... abrió los ojos lentamente y pudo ver que su ropa estaba manchada de sangre, y cuando descubrió el origen de la misma, sintió que su alma se destrozaba.
Su hijo se había interpuesto entre él y la espada para salvarlo...
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