
Vino tinto
Pov de Freen.
Durante lo que quedaba de la semana del campamento de arte, Becky y yo tuvimos varias reuniones en mi oficina, reuniones en las que por supuesto dedicamos un buen tiempo a una larga sesión de besos.
Ella me estuvo ayudando con varias cosas del orfanato y además trabajábamos en lo de la joyería.
Hoy teníamos una reunión con nuestros equipos de la empresa.
Le avisé a Becky que necesitaba que la reunión fuera en la tarde porque hoy también me quitaban el yeso de la mano.
Fui al hospital y me sentí aliviada cuando pude volver a mover mi mano de nuevo. Tenía recomendaciones de aún no manejar hasta que tuviera fuerza en la mano, pero me moría por volver a tomar mi moto.
Salí del hospital con dirección a la empresa de los Armstrong's. Cuando llegué, ya faltaban cinco minutos para la reunión.
Becky me miró enseguida.
-Hola, babe. -Me saludó. -Qué gusto al fin verte sin el yeso.
-¿Me quedaba mal? -Bromeé.
Ella se rió y negó con la cabeza.
-¿Cómo te sientes la mano? -Preguntó.
-No me duele, pero no tengo tanta fuerza aún. -Confesé.
Ella comenzó a buscar algo en su bolso.
Esperé pacientemente hasta que sacó una pelota antiestrés.
La miré confundida.
-Para que vayas recuperando la movilidad poco a poco. -Comentó.
Fue imposible no sonreír.
Era algo "simple" pero para mí era un gran gesto
Extendí mi mano y la tomé.
-¿Será muy poco profesional si te beso enfrente de todos? -Pregunté.
Ella se rió.
-Cuando terminemos me das todos los que quieras. -Susurró.
Asentí, sonreí y guardé la pelota en mi bolsillo del pantalón.
Caminamos y entramos hasta la sala de juntas.
Richie y Nam ya estaban ahí.
Sabía que Richie le pasaría los comentarios de la presentación de Becky directamente a su papá.
Esta reunión era muy importante para ella.
-Beck. -La llamé en voz baja. -¿Quieres explicar tú el proceso de elaboración?
Ella me miró.
-No sé si sepa explicarlo bien. -Contestó.
-Sí sabes. -Aseguré. -Ya me lo explicaste a mí en la oficina.
Lo pensó.
-¿Segura? -Cuestionó.
-Segura. -Afirmé.
Ella sonrió y asintió.
-Buenas tardes a todos. -Saludó. -Mi nombre es Rebecca Armstrong, soy la subdirectora de Arsmtrong's Corporation y es muy grato para mí poder reunirme con ustedes hoy.
-Buenas tardes. -Agregué yo. -Soy Freen Sarocha y soy la co-directora de Looknam. También es un gusto para mí el reunirme con ustedes hoy.
No me gustaban para nada este tipo de reuniones, pero me tocaba porque yo era la que estaba a cargo de la colaboración.
-En cada uno de sus lugares hay un sobre con documentos. -Comentó Becky. -Les pido por favor que los saquen para que podamos comentar cada punto a detalle.
Yo asentí y miré a cada una de las personas que estaban a mi alrededor. A pesar de que la mitad de la gente era del equipo de mi empresa, no las había visto antes debido a que yo casi no me ocupaba presencialmente de la joyería.
-¿Tú explicas lo de los materiales? -Me preguntó Becky.
-Sí, tranquila. -Respondí.
Ella me contestó con una sonrisa.
Después de una reunión bastante larga, terminamos.
Afortunadamente todo había salido bien.
Nos despedimos y salimos las dos de la sala de juntas al mismo tiempo que todos los demás.
Suspiramos de alivio en cuanto cruzamos la puerta.
-Becky. -La llamó Richie. -Eso estuvo muy bien, felicidades.
-Gracias, hermano. -Contestó llena de felicidad.
Ella se había esforzado muchísimo en esto. Se merecía todos los cumplidos del mundo.
Me alejé un poco para dejarlos conversar y vi que salió Nam.
-Salió muy bien. -Admitió. -Aunque casi le dejaste lo más importante a Becky.
Nos reímos.
-No me importa ser la empresaria del año, Nam. -Aseguré.
-Pero quieres que ella lo sea. -Agregó.
Yo asentí.
-Bueno, sí. -Acepté. -Quiero que la gente sepa que es muy buena en lo que hace. Tiene que tener todo el reconocimiento que merece.
Nam asintió.
-Estoy de acuerdo. -Dijo. -De todas maneras te luciste explicando lo de los materiales.
Giré los ojos bromeando.
Hablamos un poco más y después nos despedimos.
Becky se unió a mí minutos después.
-¿Nos sentamos un momento en el lobby? -Me pidió.
Asentí y empezamos a caminar.
Nos sentamos en asientos opuestos para que nadie sospechara de vernos tan cerca.
-Me alegra haber tenido tu ayuda. -Comentó. -Me sentí más segura para hablar.
-A mí me alegra tenerte, en general. -Agregué.
Ella sonrió.
Estábamos hablando de que haríamos después de salir de aquí cuando una mujer la llamó.
-¡Hola, Becky! -Exclamó. -¿Cómo estás?
-Alice. -Respondió. -Hace mucho que no te veía.
-Claro que no me verías. -Comentó. -Siempre estás en Inglaterra.
Becky asintió.
-Venía a ver a tu hermano, pero prefiero quedarme hablando contigo ahora. -Dijo.
¿No se había dado cuenta de que yo estaba literalmente sentada enfrente?
Ni siquiera me había saludado.
-Alice, ella es Freen. -Me presentó. -Es mi socia.
-Mucho gusto. -Le dije.
-Un gusto. -Respondió.
-Alice es amiga de la familia. -Me hizo saber.
Asentí.
Tenía sentido que no me presentara como su novia.
Sabía que ella quería que sus papás se enteraran por ella misma y personalmente.
Ella hizo como si no estuviera ahí, de nuevo y se sentó en espacio de asiento que quedaba al lado de Becky.
-Es una gran coincidencia. -Expresó. -De verdad tenía muchas ganas de verte.
Noté que se inclinaba levemente a ella cuando le hablaba.
No quería hacerme ideas equivocadas, pero se notaba que ella sentía algo por Becky.
-Deberíamos salir a tomar algo. -Sugirió. -¿Tienes algo que hacer hoy?
Becky volteó a mirarme.
-Voy a salir con Freen. -Dijo.
Me costó muchísimo ocultar mi sonrisa.
-De acuerdo. -Respondió. -No me quiero interponer con tu trabajo.
-No es por trabajo. -Aclaró. -Ambas nos llevamos bien.
Alice me miró.
Yo no dije nada.
-¿Y mañana? -Cuestionó.
¿No había entendido la indirecta de Becky?
Mañana también vamos a salir, probablemente.
Asintió, pero esta vez su expresión era diferente.
-De acuerdo. -Contestó. -Te hablo después.
Ella se levantó y se despidió de Becky con un beso en la mejilla y de mí, pero de lejos.
-Beck, casi le gritaste en la cara que somos novias. -Comenté riéndome.
-Seguro se lo va a decir a mi hermano. -Aseguró. -No lo hablará directamente con mis papás.
Asentí.
-¿Quieres vino? -Cambié de tema.
-No sabes de buen vino. -Contestó. -El que tomamos en tu casa aquél día no era tan bueno.
Hice un gesto de ofendida a manera de broma.
-Compremos vino en el camino y lo tomamos en mi casa. -Sugerí. -Te dejo elegir el que quieras.
Ella aceptó, nos levantamos y salimos en mi carro con dirección a su casa.
En el camino, tal y como yo lo había sugerido, hicimos una parada en una vinatería que Becky aseguraba que vendía el mejor vino del continente.
Cuando llegamos a mi casa, ella se sentó en el sofá mientras yo destapaba la botella y servía las copas.
Me acerqué a ella y le alcancé la suya.
Ambas lo probamos al mismo tiempo.
Era muy bueno, no sé si el mejor.
Pero obviamente no se lo diría.
-Dime que no es el mejor vino que has probado. -Dijo.
Me reí.
-Es muy bueno. -Admití.
-¿Muy bueno? -Preguntó. -¿Eso es todo?
Subí los hombros.
Ella me extendió su copa.
-Tienes que tomar el de esta copa. -Ordenó. -Sabe diferente en cada copa que se sirve.
No sabía de donde había sacado esa teoría, pero me causaba mucha ternura.
Tomé su copa y bebí.
Sabía igual, justo como lo imaginé.
-¿Y? -Esperó mi opinión.
-Sí es de los mejores que he probado. -Acepté.
Me miró ofendida jugando y me dijo que le regresara la copa.
Estuvimos hablando un rato.
Ella ya había tomado bastante y yo no podía pasarme de dos copas debido al pasado tan delicado que tuve con el alcohol.
Lo más sorprendente es que a ella no le había pegado tan fuerte como esperaba.
-De acuerdo. -Dije. -Tres es suficiente por hoy.
Aparté su copa hacia un lado.
Ella me miró con ternura.
Enseguida reposó su cabeza sobre mis piernas.
Yo puse mi mano sobre su cabeza y comencé a acariciar su pelo.
-¿No sueles tomar tanto? -Preguntó.
-Solo vino y no tan seguido. -Admití. -Tuve una historia algo delicada con el alcohol.
Volteó su cabeza levemente hacia arriba para observarme.
-¿Quieres contarme? -Preguntó.
La miré y sonreí.
-Una vez me pegué una borrachera seria en una crisis emocional que tuve. -Comencé a contarle. -Creí que eso me ayudaría con el dolor que sentía en ese momento, pero obviamente no fue así.
Tomó mi otra mano que tenía reposando sobre su abdomen.
-Después de que se me pasaron los efectos quería volverlo a hacer pensando que alguna vez serviría. -Confesé. -Pero pude detenerme.
-¿Cómo lo hiciste? -Preguntó sorprendida.
-Me di cuenta de que esa no era la niña que había criado mi mamá. -Dije. -Supe que ni ella ni mi papá querrían verme así.
Ella se giró completamente a mí y pasó sus manos por mi cintura, abrazándome.
-¿Estás mejor ahora? -Cuestionó preocupada.
-Lo estoy. -Afirmé. -Pero si fueron años de aprendizaje y mucha terapia.
Volteé a mirarla sonriendo.
-Si no estuviera bien, no tendría una relación. -Aseguré.
-Me alegra que hayas querido que fuera conmigo. -Comentó.
-A mí me alegra que tú me hayas elegido a mí. -Agregué.
Ella me miraba con muchísmo amor.
Me doblé y le di un beso corto.
-Estaba pensando en lo de la reunión de la universidad. -Retomé la conversación. -¿Crees que es mejor que vaya o que no vaya?
Ella lo pensó varios segundos.
-Solo tú sabes por lo que pasaste en esos tiempos. -Dijo. -Solo tú sabes qué efecto tendrá en ti la decisión que tomes.
Analicé sus palabras.
-No te presiones. -Agregó.
-¿Irías conmigo? -Pregunté. -Digo, si no tienes planes ese día.
-Movería todos mis planes por ti. -Aseguró.
Mi corazón saltaba de felicidad.
-Vamos entonces. -Acepté.
-Vamos. -Confirmó sonriendo.
Después de varios minutos, ella se durmió en mis piernas.
Sentía un amor tan grande que hacía parecer cada cosa a mi alrededor deslumbrante.
Yo ya la amaba.
La amaba tremendamente.
La amaba inmensamente.
Lo sentía con todas las letras, en cada palabra, en cada frase, con letras mayúsculas el doble de grandes.
3/3
Hasta pronto
-Key
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