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¿Cercanas?

Pov de Freen.

-Bueno... -No sabía que decirle.

Ella se rió.

-Estoy jugando. -Dijo. -Claro que no me arrepiento.

Suspiré discretamente.

Nos sentamos en la oficina y comenzamos a trabajar.

Ya estábamos a punto de iniciar el proceso de planeación del producto.

Yo no podía dejar de mirarla.

No sé qué era lo que ella estaba causando en mí, pero me gustaba.

Cuando terminamos, ella guardó todo y se levantó.

-¿Nos vamos? -Preguntó.

Había olvidado que la llevaría al orfanato.

-¿Te vas a ir conmigo en la moto? -Cuestioné riéndome.

-Claro que no. -Respondió. -Ni siquiera manejas bien cuando vas sola.

Le hice un gesto de ofendida.

-En mi defensa, estaba lloviendo y ya era oscuro cuando me caí. -Comenté.

Ella negó con la cabeza.

-¿La manejaste hasta aquí con un brazo fracturado? -Cuestionó burlonamente.

Había olvidado que no la había traído.

-Es la costumbre. -Contesté riéndome de mí misma.

Ella asintió.

-Podemos irnos en mi carro. -Sugirió.

Yo acepté y ambas bajamos hasta el estacionamiento. Nos subimos a su carro y nos dirigimos al orfanato.

Cuando llegamos, antes de bajarnos, me empezaron a surgir dudas acerca de si estaba haciendo bien al traerla. Después de todo, era como abrirle la parte más personal e importante de mi vida a alguien a quien a penas había besado.

-¿Todo bien? -Preguntó.

Se dio cuenta.

-¿Puedo ser sincera contigo? -Pregunté de vuelta.

Ella asintió y se dio la vuelta hacia donde estaba yo para oírme con atención.

-Esto es muy importante para mí. -Comenté. -No te lo tomes mal, pero a penas te conozco.

Ella me miró con atención.

-Podemos irnos si no estás segura. -Respondió. -Solo quería convivir con los niños, no hago esto con ninguna otra intención.

La miré a los ojos.

-Quería venir de corazón. -Aseguró. -Te dije que solía visitar fundaciones y orfanatos cuando era pequeña.

Sentí la sinceridad de sus palabras.

Sonreí y asentí.

Entramos y le dije que esperara en mi oficina mientras hablaba con los niños.

-Traje una sorpesa para ellos. -Dijo. -¿No hay problema?

Sonreí.

-Para nada. -Contesté.

Ella tomó su celular e inició una llamada.

Después regresé a buscarla y salimos al patio en donde ya se encontraban los niños de seis a diecisiete.

Ella saludó a todos unos por uno, cuando terminó, se paró en el centro.

-Traje algo para ustedes. -Comentó. -Son unos presentes. Espero que les gusten.

Ella se disculpó conmigo y se dirigió a la puerta del estacionamiento, no sin antes pedirme permiso.

Cuando la abrió, entró un pequeño camión lleno de juguetes, peluches y dulces.

No pude evitar derretirme de ternura.

Sonreí inmensamente.

Los niños estaban encantandos con todo y la mayoría de ellos se acercaban a agradecerle y a abrazarla.

La verdad es que yo me quedé sin palabras.

Una de las niñas que era más unida a mí, se acercó a ella.

-Muchas gracias. -Dijo. -Todo es muy lindo.

Becky me miró y luego la miró a ella y sonrió.

Noté que la niña veía sin parar la pulsera de oro que Becky tenía en la mano.

Becky también lo notó y sonrió.

-¿Te gusta? -Le preguntó.

-Sí. -Afirmó. -Nunca había visto algo tan resplandeciente.

Yo me reí de ternura.

Becky ni siquiera lo pensó y se la quitó enseguida para dársela.

La niña se puso muy contenta, le dijo "gracias" tres veces y la abrazó.

Yo me quedé analizando la escena segundo por segundo.

¿Había acabado de vivir un deja vú pero con una persona diferente?

Se me cristalizaron los ojos al recordar cuando mi primer amor hizo lo mismo por mí.

La miré llena de ternura y agradecimiento.

Oficialmente, me había enamorado.

Ella veía a los niños sonriendo y yo la veía de espaldas hacia mí.

Estaba concentrada en ella cuando una de las cuidadoras me llamó.

-Atid pregunta por usted. -Me dijo.

Atid tenía tan solo cuatro años.

Él siempre me quería cerca para todo.

Asentí y le dije a Becky que podía acompañarme si quería.

Ella asintió.

Entramos al salón en donde estaban los más pequeños y lo encontré sentado en una de las mesitas.

-Mi vida, ¿Qué pasó? -Le pregunté.

Becky me veía desde la puerta.

-Te extraño. -Respondió.

Lo miré con ternura.

Él me extendía los brazos para que lo cargara.

Yo quería, pero aún tenía mi mano fracturada.

-De acuerdo. -Respondí. -Veámos cómo hacemos.

Me agaché y traté de levantarlo con mi otro brazo, pero fue en vano.

Becky me vio.

-¡Cuidado! -Gritó corriendo hasta donde yo estaba.

Me detuve.

-Déjame ayudarte. -Dijo.

Ella lo saludó gentilmente, lo cargó y lo puso en mi brazo.

-¿Estás bien ahí? -Le pregunté a Atid.

Él asintió sonriendo.

-Gracias. -Susurré a Becky.

Ella sonrió.

Atid no dejaba de mirarla.

-¿Quién es? -Susurró en mi oído.

-Se llama Becky. -Le respondí en un tono de voz más alto.

-Bonita. -Fue lo único que dijo.

Ambas nos reímos.

-Lo es, ¿Verdad? -Le pregunté.

Él me ignoró por completo, pero Becky y yo hicimos contacto visual.

Después de unos minutos, Atid me pidió bajar y Becky volvió a ayudarme.

-¿Podemos hablar un momento? -Le pedí.

Ella asintió.

Salimos de la sala y nos quedamos en el pasillo donde solo estábamos las dos.

Ella esperaba a que yo dijera algo, pero lo que quería decirle no era con palabras.

Me acerqué y la abracé.

-Los hiciste muy felices. -Comenté. -Gracias.

Ella no dijo nada, pero pasaba su mano por mi espalda con delicadeza.

Duramos varios segundos así hasta que la voz de Nam me desconcentró.

-Buenas tardes. -Dijo.

¿Tenía que interrumpir justo ahora?

Me aparté rápido de Becky.

Ella me veía confundida.

-¿Nam? -Pregunté. -No sabía que vendrías hoy.

Nam trató de ocultar su sonrisa.

-Es jueves. -Me recordó. -Siempre vengo los jueves.

Asentí.

-Nam, ella es Rebecca Armstrong. -La presenté. -Becky, ella es Nam. Mi mejor amiga y mi socia.

Becky sonrió y extendió su mano.

-Un gusto. -Dijo.

-Freen ha hablado mucho sobre ti. -Aseguró.

Ella volteó a mirarme sonriendo.

Yo quería salir corriendo.

¿Qué estaba haciendo Nam?

Suspiré estresada.

-Deberíamos salir a comer algún día. -Sugirió Nam. -Para hablar sobre el negocio.

-Eso me parece bien. -Contestó. -Reviso mi agenda y nos ponemos de acuerdo.

Nam asintió, me dijo que después hablábamos y se despidió de las dos para después ir a mi oficina.

-Me gustaría quedarme más tiempo. -Comentó. -Pero tengo mi horario ocupado para las próximas horas.

-Está bien. No te preocupes. -Respondí.

Ella asintió y antes de que empezara a caminar, la llamé de nuevo.

-¿Tienes ocupada la noche también? -Cuestioné.

Ella me miró y sonrió.

-Sí, pero podría hacer un tiempo. -Dijo. -¿Por qué?

-Quería saber si gustarías ir a cenar conmigo. -La invité.

Me miró con duda.

-¿Para hablar de la colaboración? -Preguntó expectante.

-No. -Negué. -Para... Cenar.

¿Qué estaba diciendo?

¿Por qué me podía tan nerviosa?

-Es decir... -Traté de decirlo mejor. -Para cenar y hablar.

Ella se rió levemente.

-Entonces sí. -Aceptó. -Nos vemos después.

Se dio la vuelta y esta vez sí se fue.

Mi corazón quería salir de mi pecho.

Ahora sí ya no tenía vuelta atrás con ella.

Pov de Becky.

Qué mujer.

Era atractiva, linda, inteligente, independiente, fuerte, valiente y además tenía un corazón de oro.

Si tuviera que describirla en una metáfora diría que ella es la luz de día. Ese tipo de luz que te hace sentir cálido, protegido, tranquilo y seguro.

Y eso sin contar que besaba muy bien.

Todo el tiempo que estuve en el orfanato, no podía dejar de sentirme conmovida por ella.

Ver el amor que ella le tenía a los niños y los niños a ella me movió por completo el corazón.

También hubo un momento en específico en donde noté que ella me empezó a mirar diferente.

Siempre había tenido la mirada linda, pero después de el momento en el patio, era como si en sus ojos tuviera estrellas, destellos de luz y una galaxia entera.

Algo tenía por seguro, yo la quería en mi vida.

Llegué llena de felicidad a la oficina y noté que mi hermano ya había regresado.

-¿En dónde estabas? -Preguntó con interés.

-Tuve una reunión con Freen. -Respondí.

-Yo estaba comiendo hace unas horas en el restaurante y no las vi. -Comentó.

-Cambiamos de lugar para trabajar. -Mentí.

Él me miró con duda.

-¿Cuándo pasó de ser Freen Sarocha a solo Freen? -Cuestionó.

-¿Qué insinúas? -Pregunté de vuelta.

-Nada, nada. -Dijo. -Es solo que es un poco raro.

Sonreí discretamente.

Enseguida, me llegó un mensaje de ella a mi celular.

Freen: ¿Puedes a las nueve?

No sabía si podía, pero era capaz de mover  todo por ella.

Becky: Puedo.

Sonreí.

Ella enseguida me mandó la dirección de un lugar.

Freen: Si no tuviera la mano así, pasaría por ti en la moto.

Becky: Si no tuvieras la mano así, no me subiría contigo a tu moto.

No dejaba de sonreír.

-Déjame adivinar. -Dijo Richie. -¿Cosas del trabajo?

Estaba siendo sarcástico.

Ni siquiera le respondí.

Intercambiamos un par de mensajes más y bloqueé el celular.

-Hoy sí hacemos la videollamada con papá. -Comentó.

-Tengo cosas que hacer hoy. -Respondí.

-Becky, no estamos jugando. -Expresó. -Es trabajo.

-Mañana te prometo que sí. -Dije. -Además a penas vamos a comenzar con el proceso de planeación.

Él suspiró.

-De acuerdo. -Aceptó. -¿Pero qué cosas tienes que hacer hoy?

Dudé en si decirle o no.

-Tengo una cena. -Admití.

-¿Con quién? -Cuestionó.

No dije nada.

Él se rió.

-Solo espero que no te estés relacionando con alguien del trabajo. -Dijo. -Esas cosas nunca salen bien.

¿Richie sabía que estaba empezando a tener algo con Freen?

-¿Por qué lo dices? -Pregunté.

-Solo es un comentario. -Aseguró. -No es un secreto que estos días frecuentas más la oficina y le sonries como adolescente a tu teléfono.

Giré los ojos.

En este momento, solo quería ver si había la oportunidad de desarrollar algo serio con ella, para mí, el trabajo y la colaboración estaban de lado y temporalmente pausados.

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