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Capítulo 6

Alexa

Me alejé junto con Alex lo más rápido que pude, no sin antes darme la vuelta y sacarle el dedo del medio al tal AR. ¿Y qué era eso de AR? ¿Su nombre eran unas siglas?

Subimos al auto de mi hermana, se giró en su asiento y me miró.

— ¿Por qué no me llamaste? Estaba preocupada —declaró un tanto molesta.

— Me quedé sin carga.

Arqueó una ceja, ok, vamos a comenzar desde el principio.

— Fui a despejar, pero me quedé dormida, al despertar era de noche, no había cobertura y mi batería estaba a punto de morir. Entonces caminé hasta tener un poco de cobertura y cuando la tuve se me apagó el celular.

Mi hermana levantó aún más su ceja.

Resoplé, la historia era surrealista, incluso para mí.

— Ok, sé que parece un cuento chino, pero es la verdad, lo juro —prometí.

Mi hermana respiró hondo. — Te creo, además no tienes razones para mentirme.

Asentí.

Alex se giró hacia le volante y arrancó el coche. Edificios deteriorados, algunos con los escombros esparcidos por todo el suelo y personas tiradas en las calles fue mi visión al mirar por la ventanilla. Aparté la vista horrorizada y miré a mi hermana.

— ¿Qué es esta zona donde estamos? —le pregunté.

En realidad tenía un montón de preguntas, pero la mayoría eran de AR, así que me negaba a preguntar.

— Es la zona marginal del poblado, o así lo llaman los que viven en la zona norte, que son unos estirados, aquí siempre suele venir ese tipo de personas —declaró moviendo su cabeza hacia la ventanilla en dirección a las personas borrachas e incluso drogadas que se encontraban en la calle —. Y bueno, ha cogido mala fama, nadie de la zona norte viene aquí. Debiste andar mucho, no se llega rápido al lado sur.

— Pues creo que si caminé bastante — susurré un tanto distraída —. Debiste estar muy desesperada para venir a buscarme aquí —declaré intentando averiguar, sin preguntar, que relación tenía mi hermana con un chico que frecuentaba este sitio, si ok, es amigo de Kike. ¿Pero la relación no se perdió cuando AR se pasó al lado oscuro, o él siempre perteneció al lado oscuro?

Uff, demasiadas preguntas y todas relacionadas con ese imbécil.

¿Por qué me interesa tanto?

No me interesa él, me interesa mi hermana; me dije a mí misma.

— Te había buscado en todo el pueblo y no te encotraba así que vine aquí, pero no tengo ningún problema en venir a esta zona —contestó.

— Ya veo que no, te llevas muy bien con ese chico —dije mandando a la mierda mi plan de: "No preguntar directamente sobre AR"

— Pues sí, AR es un buen muchacho y muy amigo de Kike —dijo con una sonrisa en su rostro.

— ¿Pero ellos se conocen desde pequeños? —pregunté.

—Si.

— Pero él siempre perteneció a ese mundo o antes era un chico de bien —interrogué.

Mi hermana apartó un momento la mirada de la carretera para observarme con confusión —. ¿Y ese interés por AR? —preguntó y al instante volvió su vista a la carretera, acabamos de salir de esa zona y hermosos árboles, casas y personas paseando llenaron mi vista.

¡Que diferencia! Parecía mentira que ambas zonas pertenecieran al mismo  sitio.

— No es eso —dije nerviosa. ¿Por qué coño estaba nerviosa? — Es solo que... yo, eh... quería saber...por qué tú te juntabas con ese tipo de personas — tartamudeé.

— Pues da igual que tipo de persona sea, es amigo de Kike y punto —cerró el asunto.

— Ok, no te molestes —accedí, sin entender nada, o sea por qué tanta intriga con AR y, ¿por qué se llamaba AR?

Uff ahora no podía preguntar.

— Perdona por hablarte así, es solo que no me gusta que juzgues a las personas sin conocerlas —habló mi hermana de repente.

— No le juzgo, sabes que también odio eso, solo quiero conocer un poco a las personas con las que te relacionas.

— Si claro, ese es tu único interés —la ironía resaltaba en su voz.

— Claro que es mi único interés. ¿Qué otro interés tendría?

Mi hermana se encoge de hombres con una sonrisa ladina en su rostro.
— Esa pregunta debes hacérsela a lo más profundo de tu cerebro, o a tu corazón.

— ¿A lo más pro...? ¿A mi corazón? — estaba demasiado confusa para decir una frase coherente —. ¿Qué dices?

— Olvídalo, algún día mi palabras cobrarán sentido.

Si, cuando te vea en un manicomio, pensé.

Miré por la ventanilla y rememoré la noche desde en el momento exacto en que nos topamos, lo asustada que estaba y lo nerviosa que me hacia sentir su cercanía. Su cálido aliento con un leve toque de alcohol, golpeando contra mi piel y haciendo estragos en mi estómago. La extraña sensación de que lo conozco, consumiendo mi curiosidad. El momento en que llegó mi hermana y la conversación que habíamos tenido los tres, como me había sacado de mis casillas, la forma despectiva en que limpié todos los besos que me dio mientras me miraba y el mo....

— ¿Y esa sonrisa? —preguntó mi hermana sacándome de mis pensamientos.

¡Dios! Ni siquiera me había percatado de que estaba sonriendo.

— No es nada —respondí esquivando su mirada y dejando de sonreír al instante.

— ¡Hey! No la borres, es muy hermosa — informó.

— Me imagino, es mía —alegué de forma presuntuosa.

— ¡Ay que creída! ¿A quien habrá salido? —preguntó a nadie en particular.

— A mi hermana mayor —expliqué el auto se inundó con nuestras risas.

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Esa noche me fui a la cama con muchas interrogantes, pero lo que más martillaba en mi cabeza, era saber si AR pertenecía a esa zona del pueblo, y si pertenecía ¿entonces él también era un drogadicto y un alcohólico?

Recordé su aliento y por una pequeña porción de tiempo me sentí algo triste y decepcionada, no quería que él fuese un adicto; ufff, sentirme así por alguien a quien acabó de conocer me pone de mal humor.

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Al otro día bajé a desayunar deseando ver a mi hermana, ayer en la noche había olvidado hacerle otra pregunta y esa pregunta, más, todas las que tenía acerca de AR, me habían impedido dormir como Dios manda.

Mi hermana estaba sentada en la mesa con una taza de café en las manos y embelesada en sus pensamientos

— Buenos días —saludé sacándola de su mundo y sentándome en la silla.

— Buenos días —me saludó —. ¿Qué tal dormiste?

— Casi no pude dormir —confesé.

— ¿Y eso? —preguntó preocupada.

Solté una risa por mis fosas nasales.

— Es una tontería, ayer olvidé hacerte una pregunta y tuve esa espinilla clavada toda la noche en mi cabeza —contesté.

Mi hermana se relajó y esperé algún comentario de su parte.

— Ya decía yo que esa cara de zombie no la tenías ayer —se burló y ambas reímos.

Y ahí estaba su comentario. Perfecto hermanita nunca me decepcionas, tú y mamá sois las únicas que nunca lo haréis.

Venga Alexa, despeja tu mente, me ordené.

— Bueno, la pregunta, que todavía no te la he hecho —dije.

— Lanzala ya —dijo como si fuera un concurso de preguntas y estuviera lista para responder.

— ¿Qué viaje es ese del que tienes que regresar para que AR venga a visitarte? —pregunté.

Confusión cruzó la cara de Alex.

— ¿Qué?

¡Dios! Toda la noche pensando en la maldita pregunta y la planteo de la peor forma posible.

¡Bravo Alexa!, me alabé mentalmente.

— Ayer AR, mencionó que vendría a visitarte cuando tú y Kike regresarías de un viaje, ¿que viaje es ese?

—Ahh —entendimiento se plasmó en su rostro. Uff que bien — Kike pasa mucho tiempo en esos viajes de negocios y tenemos por tradición cada vez que él regresa irnos a algún sitio a recuperar el tiempo perdido — explicó.

— Qué bonito Alex.

— Sí, pero esta vez no haremos nada —me aseguró.

— ¿Por qué no? —pregunté.

— No te pienso dejar sola —señaló, bebiendo un sorbo de su café.

— Verdad, que tengo 5 años — comenté con ironía.

Alex resopló e iba a replicar, pero la interrumpí.

— Tú vas a ese viaje sí, o sí.

Se quedó callada, con un aire pensativo en su rostro que no me agradó ni un pelo.— Bien, iré, pero no te dejaré sola —anunció a los segundos.

— ¿Me vas a dejar con una niñera? —dije en tono de burla.

— No es una mala idea.

— Alex, era coña.

Se encogió de hombros. — Esa es mi condición, si no, no iré al viaje —me amenazó.

—Serás...

Me miró con una sonrisa triunfal, sabía que iba a hacer todo lo posible porque fuera a ese viaje.

— Vale, acepto, no tienes que utilizar estos métodos —dije a regañadientes.

— ¡Genial! Anda desayuna —ordenó.

Tomé el cartón de leche y lo volteé en un bol, repetí la acción con los cereales, revolví y comí la primera cucharada.

— Oye, pero mira a ver a quien me pones —le advertí.

— Sí, en eso mismo estoy pensando, debería llamar a Kike para preguntarle —dijo, tomó su celular y se levantó —. Por cierto tenemos que hablar que por tu culpa el pobre AR se quedó sin trabajo —me dijo y se fue.

¿Pobre AR? Ese chico no da ni lástima.

— ¿Y por qué no hablamos acerca de cómo me tenía acorralada contra la pared? —chillé enfadada.

— Entre prometidos yo no me entrometo —me devolvió el grito.

¿Prometidos? ¿Qué habla ella? ¿Por qué desde ayer solo dice cosas sin sentido?

Decidí seguir desayunando y olvidar todas esas locuras que decía Alex, al rato la escuché maldecir porque, al parecer su novio no le contestaba el teléfono y recordé la razón por la cual le llamaba: mi niñera.

Resoplé. ¡Genial! 26 años en las costillas y con niñeras.

Uff, Alexandra, uff.

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