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Capítulo 15

Alexa

Intenté disimular la tensión que habían provocado en mí, esas palabras, ese era uno de los pasatiempos que solía tener con el imbécil de Xavi.

—Eso es un juego de niños —comenté, intentando parecer lo menos afectada posible.

—Yo puedo convertirlo en un juego de adultos —me asegura, subiendo y bajando las cejas —. O acaso tienes miedo de algo —me reta, levantando una de sus cejas ahora.

Si de algo estaba completamente segura era de que no podía dejar de aceptar cualquier reto que me fuese impuesto, así que entrecerré los ojos y acepté jugar.

—Genial. Vamos a poner primero las reglas.

—Me parece bien.

—Si no aceptas el reto o pregunta que te tocó, debes quitarte una prenda. —Enarqué una ceja ante sus palabras —. Solo valen cosas de tela —añadió y comencé a negar con mi dedo índice.

—Esa regla es para cuando juegas con los del insti, ahora solo estamos tú y yo.

—Es una regla típica del juego, o es qué no sabes jugar.

—Pues claro que sé.

—Pues no hay más que hablar. Empieza tú.

Lo miré sin poder decir nada, porque nada que fuera a decir iba a hacerlo cambiar de opinión, pude negarme a jugar, pero AR estaría torturándome por ello más tiempo del que estaría dispuesta a soportar.

—Bien —mascullé —. ¿Verdad o reto?

—Reto —dice como si fuera obvio.

De repente se me empezaron a ocurrir un par de ideas que no eran tan malas. Sonreí con malicia, tomando una caja donde quedaba una rebanada de pizza y colocándola en medio de ambos en el sofá.

—Te reto a que te comas esta rebanada de pizza sin usar las manos.

—¿Sin usar las manos?

Asentí con una sonrisa y él imitó mi gesto.

—Pan comido. ¿Es lo más grave que tienes? —comentó, mientras se cernía sobre la rebanada de pizza y se la empezaba a comer. A pesar de sus palabras no pude evitar el ataque de risa que me entró mientras la veía haciendo un esfuerzo para comer la pizza, cuando terminó y levantó la vista hacia mí, la risa solo aumentó, tenía la cara llena de salsa de tomate.

—¿Te diviertes?

—Mu...mucho —aseguré con una mano en mi estómago, me había reído cantidad, quizás esto de jugar verdad o reto no era una mala idea, después de todo.

—Pues que bien porque me toca a mí. ¿Verdad o reto?

—Reto —repito con la misma obviedad que él y todavía con una sonrisa divertida en mi rostro.

—Te reto a que me limpies la salsa —comenzó a hablar y alcé una ceja —, con la boca —añadió, y cualquier rastro de sonrisa se borró de mi faz.

Se me quedó mirando por lo que aparecieron siglos, hasta que una sonrisa malvada dibujó su rostro.

—Es broma —soltó de repente. Me llevé una mano al pecho aliviada —¿O no? Quizás si quiero que lo hagas —comentó con semblante pensativo.

—Déjate de chorradas y dime mi maldito reto de una vez —estallé cabreada conociendo sus intenciones, quería jugar conmigo el muy idiota.

—Espera fiera. —Se levantó y fue a la cocina, escuché agua cayendo de la pila, así que supuse que fue a limpiarse la salsa de la cara. Aproveché y tomé un puñado de esas papas fritas que él había proclamado como suyas, pero que había pagado yo. Me las llevé todas a la boca, estaban muy ricas, me gustaba comer bien, pero adoraba la comida chatarra.

AR regresó con un pomo en la mano, fruncí el ceño al ver que se trataba de una botella con vinagre, esto no tenía muy buena pinta.

—Te reto a que bebas vinagre —. Hice una mueca, asqueada solo de imaginarme la situación —, durante cinco segundos, los cuales serán contados por mí.

Me quedé perpleja, mirándole un rato, pero ni su rostro ni sus palabras cambiaron.

—Ahora no es coña, lo haces o prenda —dijo y se tomó un trago de su coca-cola.

Tragué saliva con fuerza, sintiendo las náuseas anticipadas, arremolinarse en mi estómago, tomé la botella con vinagre y la miré, esperando quizás un cambio por parte de AR, pero este nunca llegó.

—Cuentas los cinco segundos bien –espeté, señalándole con mi dedo índice y levantó las manos con inocencia.

—Si lo incumplo, yo haré el reto y me quitaré una prenda —aseguró, acercándose un poco a mí.

Asiento y me llevo la boca de la botella a los labios, el líquido ácido se deslizó por mi garganta y pude jurar que fueron los peores y más largos cinco segundos de mi vida. Al terminar me picaba un poco la lengua y tenía arcadas por el sabor agrio. Tomé mi coca-cola y casi me la termino entera, intentando disipar el sabor del vinagre.

—¿No había un líquido más asqueroso? —le pregunté con ironía.

—Era un reto, te hubieses quitado una prenda —dijo con total naturalidad, encogiéndose de hombros.

Me reí sin ninguna pizca de gracia, para luego volver a poner un semblante serio. Si quería guerra, guerra iba a tener.

—Bien me toca. Verdad o reto.

—Reto —soltó con suficiencia.

~Te vas a cagar, listillo~

—Te reto a que me cantes, "Hijo de la Luna" de "Mecano".

—No me jodas, esa canción es viejísima.

—Pero a mí me gusta —comenté con una sonrisa inocente, encogiéndome de hombros.

Y así fue como empezó una guerra de retos pesados, que no sabía cuándo parar. No teníamos fin, no habíamos mentado "verdad" en ningún momento, todo eran retos, retos y más retos. Él había bebido alcohol para curar heridas, yo tenía una toalla enroscada en el cuerpo, pues me había tirado un cubo de agua arriba. Me comí las papas fritas, después de un ingenioso reto en el que salía vencedora, AR se comió una rebanada de pizza bañada en vinagre, alcohol y coca-cola, asqueroso, y ahora me tocaba a mí de nuevo.

—Último reto —me advirtió, señalándome con su dedo índice.

—¿Ya te has cansado? —cuestioné, alzando una ceja.

—Sabes qué no, pero todo han sido retos y retos, y a pesar de eso, solo he podido quitarte la ropa, cuando te tiré el agua encima.

Sonreí porque era cierto, a pesar de tantos retos, ninguno había conseguido quitarle una prenda al otro.

—A partir de ahora solo vamos a decir "verdad".

—Eso no tiene gracia, si no el juego no se llamase, "verdad o reto".

—Ya, pero solo hacemos retos, no deberíamos decir, de vez en cuando, "verdad".

—Si tanto quieres, elige tú, "verdad", listillo.

—Bien, lo haré, pero resulta que ahora es mi turno de preguntar.

—Pues lo llevas claro, reto.

—¿Qué pasa Alexa? Le temes a la "verdad".

—Para nada, descubrir verdades ha sido mi pasatiempo últimamente.

Frunció el ceño ante mis palabras, sin embargo, se limitó a decirme el reto y solo pude decir que menudo cabronazo.

—Sabes que no puedo bailar con el pie así —le recordé, señalándome la venda.

—¡Cierto! —Chasqueó los dedos, como si lo acabara de recordar, pero luego me miró con una sonrisilla —. Si no puedes, prenda.

—¿Eh?

—Elige, ¿salud o prenda?

Me quedé perpleja, no me podía creer que fuera tan cabronazo, pero por la expresión en su rostro pude ver que hablaba en serio, y estaba convencida de que iba a seguir poniéndome retos que no pudiese cumplir, solo para que perdiera. Pues lo veía muy jodido.

—Bien, esta vez ganas —mascullé y de mala gana me quité el pullover de pijama que me coloqué después de recibir ese baño inesperado.

AR no apartó sus ojos de mí, ni un segundo y me sonrió cuando le mostré el pullover con una mueca.

—Así me gusta Alexa, que pienses primero en tu salud.

—Anda, cállate y elige, ¿verdad o reto?

—Verdad.

Estaba tan cabreada que ni siquiera pensé en que pregunta hacerle, así que pregunté lo primero que se me vino a la mente.

—¿Cómo te llamas? —Había tenido curiosidad desde el primer, pero nunca supuse que ese fuera un tema sensible, solo lo supe, cuando lo vi tensarse al oír la pregunta. Respiró fuertemente y vi en sus ojos que sopesaba la idea de decirme su nombre. ¡Por Dios era solo un nombre, que tanto misterio podría enjaular!

Abrió la boca y la volvió a cerrar, se humedeció los labios y vi que miraba a todos sitios, como si algo en esta casa pudiera darle la respuesta.

Suspiré de forma sonora, decidiendo que el tiempo de pensar ya había terminado. No quería tanta "verdad", pues toma "verdad" por la cara. Lo que nunca imaginé fue que esa simple pregunta iba a provocar una reacción de ese calibre en él.

—Respondes o prenda.

AR volvió a suspirar y deslizó la camisa por su torso, hasta dejarla fuera su cuerpo. Con la boca abierta por la impresión le miré de arriba a abajo y en ese momento se me olvidó porque lo hacía. AR no era el típico chico que va al gimnasio a diario, pero no estaba mal para la vida que llevaban la gente de la zona sur, lo que significa que todo era genética. ¡Madre mía!

—Y otra vez, sospecho que necesitas esa máquina de rayos X —se burló de mí, atrayendo mi atención a sus ojos azules. Carraspeé un poco incómoda al ser pillada. Esta vez la que comenzó a buscar algo en los muebles de la casa fui yo, hasta que AR me llamó captando mi atención.

—¿Seguimos jugando?

Asentí, a sabiendas de que esta pregunta que le acababa de hacer iba a provocar que fuera a por mí, pero la curiosidad de saber un poco sobre ese misterio relacionado con su nombre, no me iba a permitir negarme.

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